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Papeles de población

On-line version ISSN 2448-7147Print version ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.21 n.84 Toluca Apr./Jun. 2015

 

Contextos urbanos de la Ciudad de Buenos Aires: una propuesta de clasificación de la ciudad según tipos de hábitat

 

Urban context of the city of Buenos Aires: a proposal for classification of the city according to habitat types

 

Mariana Marcos, Gabriela Silvina Mera y María Mercedes di Virgilio

 

Universidad de Buenos Aires, Argentina.

 

Artículo recibido el 6 de agosto de 2014.
Aprobado el 13 de mayo de 2015.

 

Resumen

El presente trabajo se propone clasificar y caracterizar el territorio de la Ciudad de Buenos Aires a partir de una tipología de hábitats o contextos urbanos, que definen dinámicas sociodemográficas y residenciales diferenciales. Para ello se retoma la propuesta de la Geodemografía mexicana, que combina espacializaciones clásicas del nivel socioeconómico de la población con una clasificación del territorio según "tipos de poblamiento", definidos a partir del período de urbanización y la forma de producción del espacio habitacional. Tomando como fuente de datos relevamientos previos realizados en la Ciudad y datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, se clasifican las unidades espaciales que componen la Ciudad de Buenos Aires a partir de esta tipología de entornos urbanos.

Palabras clave: Tipos de hábitat, diferencias urbanas, Ciudad de Buenos Aires.

 

Abstract

This paper aims to classify and characterize the territory of Buenos Aires City with a typology of habitats or urban settings that define differential sociodemographic and residential dynamics. It develops the proposal of Mexican geo-demographics, which combined the classical spatializations of socioeconomic status with an exhaustive classification of the territory into what they call "types of population settlement", which are defined by the period of urbanization and considering how the living space was produced. Using as source of data previous surveys conducted in the City and the National Census of Population, Households and Housing 2010, the spatial units of Buenos Aires City are classified in this typology of urban environments.

Key words: Habitat types, urban differences, Buenos Aires City.

 

Introducción

Una de las preocupaciones demográficas fundamentales, que en las últimas décadas ha ganado renovado protagonismo, es la pregunta por la distribución espacial de la población en las ciudades. La posibilidad de conocer y cuantificar las diferencias y desigualdades que se manifiestan en el espacio urbano (como producto y productor de las relaciones y conflictos que en él se dirimen) permite ir más allá de los promedios y captar las múltiples heterogeneidades que lo atraviesan.

El presente artículo es el resultado parcial de una investigación en curso sobre los efectos de la localización y segregación residencial en el Área Metropolitana de Buenos Aires. En este marco, propone una clasificación del espacio urbano de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) en función de distintos tipos de hábitat o contextos urbanos (Duhau y Giglia, 2008), dando cuenta de los diversos criterios, decisiones y procedimientos metodológicos involucrados.

Esta propuesta tipológica se enmarca en una línea de estudios desarrollada por exponentes de la Geodemografía mexicana, como Emilio Duhau y Priscilla Connolly, quienes se propusieron identificar entornos urbanos diversos considerando el momento y las condiciones históricas en que se desarrolló la urbanización de las áreas de la ciudad y la forma como se produjo el espacio habitacional (Connolly, 2005), entendiendo que estos factores definen tipos de hábitat con dinámicas poblacionales, sociodemográficas y residenciales específicas.

Dicha forma de diferenciar los entornos urbanos —que reconoce la relación entre los procesos de producción de las áreas construidas, la fisonomía de las mismas y las características de los residentes (Connolly, 2005)— en los últimos años ha abierto un campo analítico sumamente fértil para el análisis socioespacial y la pregunta por las diferencias y desigualdades socio-urbanas contemporáneas.

En el marco de un primer esfuerzo de adaptación y aplicación de este planteo al contexto de la CABA, el presente artículo tiene por objetivo detallar las principales decisiones, criterios y procedimientos involucrados, esperando constituir un aporte metodológico para el desarrollo futuro de esta línea de investigación.

El ámbito de aplicación de la tipología es la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, capital de la Argentina, que constituye la sede central político-administrativa, de la actividad económica y de los servicios del país. El último Censo de Población del año 2010 relevó que en esa ciudad, que ocupa 200 km2, habitan 2 890 151 personas, 7.2 por ciento de la población total.

A lo largo de su historia, se ha conurbado una gran cantidad de población por fuera de sus límites político administrativos. En la actualidad, la CABA constituye el núcleo del aglomerado urbano1 más grande del país, denominado Gran Buenos Aires, que con sus 13 588 171 habitantes se despliega sobre el territorio abarcando total o parcialmente otras numerosas áreas de gobierno local (Mapa 1).

La estructura urbana de la ciudad está conformada por un mosaico de manzanas (espacio urbano delimitado por calles) cuyo tamaño y forma pueden ser heterogéneos. Sin embargo, la unidad espacial estadística más pequeña para la que se dispone de información se denomina "radio censal" y puede abarcar una o más manzanas, así como tener superficie y población disímiles.

 

La clasificación del espacio urbano: antecedentes de una antigua preocupación sociológica

La pregunta por las desigualdades intraurbanas ha tenido una extensa trayectoria en el campo de las ciencias sociales. Los estudios pioneros datan de principios del siglo XX, cuando se desarrollaron los primeros trabajos de la Escuela de Chicago de Sociología, en sus comienzos atravesados por la preocupación social y política en torno a la creciente presencia de inmigrantes en las ciudades y lo que se observaba como procesos de segregación étnica (Park et al., 1925; Hoyt, 1939; Harris y Ullman, 1945; entre los clásicos más importantes). Entre los numerosos estudios que proliferaron en las décadas siguientes, la Ecología Factorial en particular constituyó un avance metodológico ineludible que permitió sintetizar los grandes volúmenes de información que implican trabajar con ciudades en unas pocas dimensiones principales (Sweetser, 1965; Rees, 1971; entre otros), posibilitando la clasificación del espacio urbano en áreas sociales diferenciales.

Si bien los postulados teóricos de ambas corrientes no tardaron en recibir fuertes cuestionamientos desde la Geografía crítica y la nueva Sociología urbana (Lefebvre, 1972; Castells, 1977; Harvey, 1998, entre otros), lejos de terminar con la perspectiva espacializante, estos debates la dinamizaron, otorgándole una nueva especificidad y protagonismo.

El antecedente más directo de la propuesta de abordar tanto la dimensión sociológica como material del espacio metropolitano proviene de la Geodemografía mexicana, que combinó las espacializaciones clásicas del nivel socioeconómico de la población con la clasificación exhaustiva del territorio, según lo que denominaron tipos de poblamiento, definidos a partir del período de urbanización y de la forma de producción del espacio habitacional (COPEVI, 1978, entre los trabajos fundacionales; Connolly, 2005; Duhau y Giglia, 2008; entre las aplicaciones maduras recientes).

En Argentina los primeros estudios que comenzaron a incorporar la dimensión micro-espacial de las desigualdades sociales metropolitanas aparecieron hacia la mitad de la década de 1970 (Torres, 1977; 1998). Pero fue desde mediados de la década de 2000 que, a partir de la publicación de la primera base de datos censales en formato digital en el país, se asistió a una explosión de trabajos sobre Buenos Aires —y sobre muchas otras ciudades argentinas—, a la vez macrosociales, porque abordaron a la ciudad en su totalidad y micro-espaciales, en la medida que la preocupación fue visualizar las diferencias sociales a nivel de pequeñas unidades espaciales. Los esfuerzos van desde la actualización del mapa social de Horacio Torres a partir de indicadores univariados o multivariados de nivel socioeconómico (Thuiller, 2005; Groisman y Suárez, 2009; Marcos, 2011; Buzai y Marcos, 2012), hasta trabajos más integrales que espacializan a nivel micro las múltiples dimensiones de la estructura socio-espacial de la ciudad, articulando las estructuras y dinámicas demográficas, así como el nivel socioeconómico (Marcos, 2013). Desde los ámbitos de gestión también comenzó a publicarse información espacializada, acompañada por análisis básicos, como el Atlas Ambiental del Buenos Aires,2 o más profundos, como en los Lineamientos Estratégicos para la Región Metropolitana de Buenos Aires (DOUyT, DPOUyT, 2007).

Este conjunto de trabajos sobre Buenos Aires constituye un valioso avance en el estudio de las desigualdades socio-espaciales metropolitanas. Sin embargo, en general han tendido a enfocarse en la dimensión sociológica de esta problemática, permaneciendo poco o nada integrada la dimensión material. Un desarrollo importante en este último sentido lo realizó del Río (2012), quien, preocupado por el mercado del suelo más que por la dimensión habitacional de las desigualdades intra-metropolitanas, clasificó la estructura urbana del conurbano bonaerense según las condiciones del mercado de localización residencial, teniendo en cuenta la calidad urbana (el acondicionamiento y cualificación del espacio urbano), el nivel socioeconómico y la distancia del borde urbano.

La propuesta que enmarca al presente trabajo encontró una base fundamental en diversas investigaciones cuantitativas argentinas que, en los últimos años, han abordado algunos tipos de hábitats en particular, estudiando su evolución, su localización e impacto en la trama urbana, así como sus características socio-habitacionales. En estos estudios el interés ha estado puesto, en general, en aquellos hábitats relacionados con los extremos de la escala social (y que tienden a ser sumamente homogéneos en la condición social de sus habitantes): el caso de las tradicionales villas, asentamientos y barrios de vivienda social, espacios residenciales de los más postergados y de los emergentes barrios cerrados de las clases altas (Torres, 1998; Ciccolella, 1999; Thuiller, 2005; Vidal Koppmann, 2008; Cravino, del Rio y Duarte, 2010; del Río, 2012; entre otros).

Estos estudios, así como los esfuerzos por relevar y representar cartográficamente la localización espacial, los tipos de hábitat a nivel metropolitano, desarrollados por organismos estatales —como la Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires— y equipos de investigación como Infohábitat (del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento) y organizaciones como Techo, constituyeron un antecedente y (en ocasiones) una fuente de datos primordial para la actual propuesta. La posibilidad de sistematizar esta información para construir una tipología que permita clasificar exhaustivamente el territorio de la CABA representó sin duda un desafío, cuyos principales ejes se desarrollan a continuación.

 

Desafíos metodológicos para su aplicación en la Ciudad de Buenos Aires

La clasificación de las unidades espaciales que componen la CABA según los diversos tipos de hábitat resultó una tarea compleja. Los trabajos elaborados desde la Geodemografía mexicana —los mencionados estudios del COPEVI (1978); Saín (2004); Connolly (2005); Duhau y Giglia (2008)— constituyeron la base conceptual y metodológica sobre la cual se desarrolló esta propuesta y, en este sentido, se procuró seguir los criterios y definiciones desarrollados por estos autores. Sin embargo, la aplicación de esta tipología al caso de la CABA exigió modificaciones, vinculadas tanto con las características propias de este entorno urbano, como con la disponibilidad de información y las fuentes de datos existentes.

Los tipos de hábitat —o entornos urbanos o tipos de poblamiento— propuestos en estos trabajos remiten, fundamentalmente, al modo en que se originó la urbanización de determinadas áreas de la ciudad, considerando para ello dos criterios básicos: i) el período de urbanización y ii) la forma de producción del espacio habitacional, en la que se conjuga "la condición legal original del asentamiento, los principales agentes involucrados en la urbanización y en la producción de la vivienda, la duración del proceso de construcción y los rangos de precios de acceso consiguientes" (Connolly, 2004: 1). En este sentido, se diferenciaron los espacios urbanos con base en un modelo tipológico compuesto por nueve categorías que dan cuenta de los patrones de poblamiento urbano en cuestión (en ese caso, el poblamiento de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México), a saber: Ciudad colonial, Ciudad central, Cabeceras conurbadas, Pueblos conurbados, Colonias populares, Conjuntos habitacionales, Fraccionamientos residenciales medio y alto y Pueblos no conurbados.

Para aplicar esta tipología al análisis de la CABA, se realizaron algunos ajustes conceptuales y se implementaron diversas metodologías. Por un lado, para clasificar a las unidades espaciales en cuatro de estas categorías —Ciudad colonial, Ciudad central, Colonias populares (que fueron denominadas urbanizaciones populares de origen informal y divididas en tres subcategorías: Villas, Asentamientos y Núcleos habitacionales transitorios) y conjuntos habitacionales— se tomaron como fuente de datos diversos estudios y relevamientos previos que han sistematizado y representado en mapas los tipos de hábitat. Metodológicamente se trabajó superponiendo los mapas realizados por otros autores con la cartografía censal y se clasificaron las unidades espaciales tomando como criterio la cantidad de superficie cubierta por dicho tipo de hábitat (para lo cual se adoptó como umbral 50 por ciento).

Por otro lado, para clasificar a las unidades espaciales restantes en áreas residenciales de nivel alto, medio y bajo (incorporando esta última categoría a la tipología original), se trabajó a partir de los atributos de las unidades espaciales de acuerdo con el último censo, tomando una batería de indicadores socioeconómicos y procesándolos con las técnicas de Análisis Factorial y de Análisis de Conglomerados o clusters, con el fin de estratificar las zonas residenciales de la CABA por el nivel socioeconómico de su población.

Finalmente, los autores identifican otros tres tipos de poblamiento —que denominan Cabeceras conurbadas, Pueblos conurbados y Pueblos no conurbados—, que remiten a las formas que adquiere la expansión de la mancha urbana en su dinámica de desarrollo histórico,3 pero en el presente trabajo fueron excluidas, en la medida que la actual propuesta se centra en el caso de la CABA, dejando a un lado a su conurbación (para la cual sí correspondería identificar estos contextos urbanos o tipos de poblamiento).

La clasificación y caracterización del territorio de la CABA a partir de esta tipología de espacios habitacionales conllevó, así, una serie de desafíos metodológicos fundamentales. En primer lugar, la necesidad de contar con una fuente de datos que brinde información con un alto nivel de desagregación espacial, para poder trabajar con unidades espaciales pequeñas. Esto no sólo permitió identificar y caracterizar tipos de hábitat que ocupan áreas muy reducidas del territorio urbano, sino también brindó la posibilidad de reconstruir áreas más grandes con mayor precisión, ajustándose más a sus límites concretos. En segundo lugar, la importancia de disponer de una base cartográfica adecuada, que permita representar el fenómeno en estudio con precisión y claridad. La cartografía digital en formato vectorial utilizada en el Censo 2010, que se tomó como base para este trabajo, debió ser sometida a un proceso de ajuste antes de proceder a la clasificación de las unidades espaciales en cuestión. Y, en tercer lugar, la difícil tarea de definir los criterios de clasificación de las unidades espaciales según esta tipología, cuestión que requirió tanto de decisiones teórico-conceptuales como de carácter técnico-operativo, esenciales para su efectiva aplicación. La posibilidad de adecuación de las categorías propuestas por los estudios especializados a la realidad concreta de la CABA implicó el desafío de reunir, poner en diálogo e integrar en un mismo sistema clasificatorio, antecedentes que hasta ahora se encontraban dispersos y respondían a otras perspectivas analíticas.

A continuación se desarrollan en profundidad estos tres ejes metodológicos que atraviesan el análisis propuesto, explicitando los criterios, procedimientos y técnicas empleadas en las diversas etapas transitadas para su aplicación a la Ciudad de Buenos Aires.

 

Las fuentes de datos y el problema de la desagregación espacial

Los censos de población argentinos: posibilidades y limitaciones

El primero de los ejes planteados —la necesidad de trabajar con una fuente de datos que brinde información con un alto nivel de desagregación espacial— constituye un tema central, tanto para la definición de algunos de los tipos de hábitat en particular,4 como para la posterior caracterización sociodemográfica y socioeconómica de los entornos urbanos en su conjunto. En este caso, la fuente de datos idónea para el tipo de análisis planteado —en la medida que requiere contar con información para el total de la población de la CABA y con representatividad estadística confiable para trabajar con unidades espaciales pequeñas— es sin duda el Censo de población.

Las virtudes de los censos y las posibilidades analíticas que derivan de ellos son ampliamente conocidas: su universalidad, su carácter simultáneo, su periodicidad, la comparabilidad en el tiempo de gran parte de la información que producen y la amplitud de las temáticas investigadas. Pero fundamentalmente los censos de población —al ser una fuente de información relevada en forma universal— son los únicos que, como sostiene Robirosa (1996: 629):

proveen la flexibilidad óptima para análisis a niveles micro-espaciales, asegurando representación para cualquier definición de unidades. [Mientras que] por el contrario, la generada por muestreo sólo tendrá representatividad confiable a niveles de agregación particulares y/o para unidades espaciales predefinidas, determinados éstos por el método de muestreo utilizado.

En este sentido, la información censal constituye la fuente por antonomasia para un estudio como el presente, que busca captar las especificidades y diferencias de la población y los hogares en función de una tipología de hábitat urbano —como villas, asentamientos, conjuntos habitacionales, entre otros— que tienden a ocupar áreas relativamente pequeñas del territorio.

Sin embargo, existen cuestiones metodológico-conceptuales propias de las fuentes censales que imponen restricciones para trabajar con unidades espaciales pequeñas (Mera y Marcos, 2012). Hay que tener en cuenta que los censos argentinos han tenido como prioridad facilitar la gestión pública, dando a conocer datos por divisiones político-administrativas, es decir, a nivel nacional y provincial y eventualmente municipal. Las áreas menores en las que el censo divide el espacio geográfico —de mayor a menor tamaño, fracciones, radios y segmentos— son subdivisiones que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) con el único objetivo de facilitar la organización de la tarea de recolección de los datos.

Si bien en los últimos años se ha comenzado a facilitar el acceso a información censal para mayores niveles de desagregación (con la excepción de los datos por segmento, resguardados por la Ley de Secreto Estadístico),5 subsisten cuestiones fundamentales que deben tenerse en cuenta a la hora de trabajar con esta información, entre ellos que: i) las unidades espaciales para las que es posible acceder a datos —provincias, departamentos, fracciones y radios— se encuentran definidas con diferentes criterios y no necesariamente suponen áreas socio-demográficas relevantes para los fines de una investigación; ii) las posibilidades de acceso a la información censal para áreas pequeñas dependerán del nivel de desagregación adoptado en las etapas de relevamiento, codificación y publicación de la información correspondiente a cada variable;6 iii) en algunos casos, la realización del operativo censal incluyó procedimientos de muestreo, ya sea en el relevamiento de parte de los datos7 o bien en la codificación de algunas respuestas, condicionando los niveles de desagregación para los que se puede trabajar esta información y iv) frecuentemente se producen cambios en los límites de las unidades espaciales en el tiempo, lo cual restringe las posibilidades de comparación entre los censos.8

La existencia de estas dificultades derivadas de decisiones tomadas en la producción de la información censal, en modo alguno resta valor a esta fuente de datos, pero sí exige una mirada cuidadosa y crítica por parte del investigador que trabaje con ella. A continuación se analizan en mayor detalle las posibilidades y limitaciones particulares que brinda el último Censo Nacional, correspondiente al año 2010,9 para la propuesta aquí planteada de clasificar y caracterizar al territorio de la CABA a partir de una tipología de tipos de hábitat.

 

El Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010

El Censo 2010 —para el cual progresivamente se fue accediendo a la información definitiva y, de hecho, es muy reciente el acceso a datos para unidades espaciales pequeñas—, constituye un caso complejo, tanto por la aplicación de decisiones metodológicas que, como se mencionó, condicionan la posibilidad de obtener datos muy desagregados espacialmente, como por haber sido objeto de duras críticas en general, por parte de diversos especialistas e instituciones.10

Respecto al primer punto, debe señalarse que —en continuidad con la metodología implementada en los censos de 1980 y 1991— en este último censo se aplicaron técnicas de muestreo para relevar los datos en las áreas más pobladas del país, con el fin de simplificar el operativo censal, reducir costos y acelerar la obtención de resultados. En estas áreas, definidas como "de muestreo", se utilizaron dos tipos de cuestionarios:

I. Un cuestionario básico, definido como tal por contener una cantidad reducida de preguntas, que estuvieron referidas a las características de la vivienda, el parentesco entre los miembros del hogar y la edad, sexo, el lugar de nacimiento, la condición de actividad y la situación educacional de las personas.

II. Un cuestionario ampliado, que incluye las preguntas del básico y además otras que amplían la información sobre la condición migratoria y la situación ocupacional de las personas, al tiempo que indagan en la fecundidad y la seguridad social, entre otras dimensiones y variables.

En las ciudades de 50 mil habitantes o más,11 el cuestionario ampliado se aplicó solamente a una muestra de la población y debido al diseño muestral implementado, estos datos no se encuentran disponibles para unidades espaciales pequeñas.12 La Ciudad de Buenos Aires —al tratarse de una ciudad de gran tamaño— se encuentra justamente en dicha situación y por este motivo no se pudo disponer de la información del cuestionario ampliado para las unidades espaciales que se utilizan en este estudio.

Por otra parte, el Censo 2010 cuenta con la importante ventaja —como sucedió con el Censo 2001— de poner a disposición de los usuarios una base de datos13 con gran cantidad de información, que permite procesar las variables de población, hogares y viviendas relevadas en el cuestionario básico, hasta el nivel de radio censal. La posibilidad de procesar libremente los microdatos censales a través de este programa constituye una invaluable herramienta para el análisis socioespacial, si bien con la clara limitación que implica disponer solamente de las variables relevadas en el cuestionario reducido.

Es este sentido, tanto para la construcción de los tipos de hábitat que fueron elaborados con base en la información censal (los fraccionamientos de nivel socioeconómico alto, medio y bajo), como para la posterior caracterización de los entornos urbanos en su totalidad, se pudo trabajar exclusivamente con las variables relevadas en el cuestionario básico.

 

La construcción de la cartografía base

En los últimos años, el INDEC y las direcciones provinciales de estadística han comenzado a facilitar a los usuarios el acceso a la cartografía digital (en formato vectorial) que fue utilizada en los Censos Nacionales de Población, Hogares y Viviendas,14 brindando así la posibilidad de georreferenciar la información censal, realizar mapas temáticos y diversos tratamientos de análisis espacial.

La cartografía proporcionada por la Dirección General de Estadística y Censos (DGEyC) del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que fue tomada como base para este trabajo, está conformada por un mosaico de 3 553 polígonos de radio, las unidades estadísticas más pequeñas para las que se publica información censal. Esta base, sin embargo, presenta un problema fundamental: los radios censales que cubren el territorio de la Ciudad —sumamente heterogéneos en tamaño y forma— en ocasiones contienen zonas de uso no residencial, como grandes parques, zonas inundables, áreas de depósito o amplios espacios fabriles. Esta situación, por un lado, afecta la representación gráfica de la información, pudiendo conducir a interpretaciones erróneas de los mapas. Concretamente, cuando una unidad espacial se encuentra en buena medida utilizada para usos no residenciales, en el mapa los atributos de su población aparecerán caracterizando a la totalidad de la unidad, a pesar de que la población resida en una pequeña área de ella. Es decir que visualmente se percibirá una gran superficie afectada por cierto fenómeno social, cuando en realidad correspondería restringirlo al sector de la unidad espacial que contiene población. Por otro lado, este problema obstaculiza también algunos procedimientos técnicos implementados en la clasificación de los tipos de hábitat, en la medida que en este caso se decidió tomar un porcentaje mínimo de la superficie de la unidad espacial como criterio para clasificarla dentro de las categorías de la tipología.15

En este sentido, resultó necesario implementar un proceso de ajuste de las unidades espaciales originales a la superficie de uso residencial de la Ciudad, con una metodología que consistió en la realización de consultas en imágenes satelitales y en la base de datos alfanumérica del Censo de Población.

Como primera etapa de este procedimiento, se buscó identificar unidades espaciales que no contuvieran población. Se encontró una única unidad espacial en esta situación que fue eliminada de la cartografía. En segunda instancia, se superpuso la cobertura cartográfica a imágenes satelitales de fechas próximas al momento del último Censo de Población (27 de octubre de 2010) y se estudiaron minuciosamente las unidades espaciales para identificar áreas de uso no residencial que fuera conveniente eliminar. En los casos en que las imágenes satelitales no permitían tomar una decisión con certeza, se complementó la exploración consultando en la base de datos alfanumérica la cantidad de población y de viviendas censadas y se recurrió a información disponible en Google Earth —de Lugares, Fronteras y etiquetas e inclusive Fotos—. Una vez identificadas con seguridad las áreas de uso no residencial, se eliminaron ajustando gráficamente los polígonos de la cartografía original. El Mapa 2 ejemplifica este procedimiento.

Finalmente, se exploraron las unidades espaciales que serían clasificadas por sus atributos numéricos,16 encontrándose cuatro con muy poca población (menos de 100 personas). Para evitar las aleatoriedades que pudiera haber en su composición y que ellas incidieran en su posterior clasificación, se les unió a una unidad espacial colindante perteneciente a la misma Comuna17 de la Ciudad.

Culminada la etapa ajuste de la cartografía original, se obtuvo la cartografía base del estudio, conformada por 3 548 unidades espaciales ajustadas al suelo de uso residencial de la Ciudad (Mapa 3).

 

Definición de los tipos de hábitat

Para la clasificación de las unidades espaciales que componen la CABA en los diversos tipos de hábitat, como se mencionó previamente, se trabajó con metodologías diversas. En este apartado se detallan los procedimientos, fuentes de datos y técnicas utilizadas en cada caso.

Por un lado, para los tipos de hábitat definidos en función del período de urbanización y la forma de producción del espacio habitacional —Ciudad colonial, Ciudad central, Urbanizaciones populares de origen informal (que los autores mexicanos denominan "Colonias populares") y Conjuntos habitacionales— se tomaron como fuente de datos estudios y relevamientos previos. Los Cuadros 1a, 1b, 1c resumen así las definiciones, las fuentes y la metodología implementadas en estos tipos de hábitat en particular.

Por otro lado, el resto de las unidades espaciales de la CABA constituyen zonas residenciales que se originaron a partir del proceso de suburbanización de la ciudad colonial con base en el desarrollo de loteos residenciales y que no se corresponden con los tipos de hábitat anteriores pero se diferencian por el Nivel Socioeconómico (NSE) de la población que contienen, por lo que fueron clasificadas en función de una batería de indicadores en Áreas Residenciales de NSE Alto, Medio y Bajo. Esta última categoría —la distinción de áreas de nivel socioeconómico bajoó no fue incluida en los trabajos mexicanos, pero se consideró necesario incorporarla para el análisis de la CABA, en la medida que en este ámbito hay una significativa porción de población que, si bien no reside en urbanizaciones informales o en conjuntos habitacionales, en términos socioeconómicos se ubica en un nivel bajo de la escala social.

Para la selección de los indicadores por utilizar en la clasificación socio-espacial de dichas unidades espaciales, se tomaron como punto de partida los propuestos por Duhau y Connolly —que fueron definidos por los autores, tras numerosas pruebas, como los indicadores más discriminantes de la condición socioeconómica de los hogares—, pero fueron adaptados a las variables y categorías disponibles en la fuente de datos utilizada (Censo 2010). También se tomaron otras decisiones vinculadas con las características de la población de Buenos Aires. A continuación se resumen los indicadores originarios y los propuestos para su aplicación a la CABA:

 

Una vez definidos los indicadores por utilizar, para estratificar las zonas residenciales por el nivel socio-económico de sus residentes, se trabajó con las técnicas de Análisis Factorial de Componentes Principales y de Análisis de Conglomerados Jerárquicos o clusters.18

El Análisis Factorial en su variante exploratoria —técnica muy utilizada en el análisis microespacial cuantitativo para facilitar la manipulación de grandes volúmenes de información— busca sintetizar la información de las variables originales en un número mínimo e imprescindible de nuevas variables denominadas factores (Santos Preciado, 1991; Buzai, 2003). Cada factor, en este sentido, representa la relación existente entre un conjunto de variables intercorrelacionadas y explica el máximo de su varianza común (Visauta Vinacua, 1998: 220-221), es decir, que los factores pueden interpretarse como las dimensiones subyacentes de un conjunto amplio de variables. Mediante la aplicación de esta técnica se logró reducir los cuatro indicadores originales a un único factor con valor propio mayor a la unidad (criterio Kaiser), que explicó casi 60 por ciento de la covarianza de las variables de partida, resultando mejor explicada por el modelo la variabilidad espacial de la población de 25 a 64 años con educación universitaria completa y de los hogares con computadora, que la variabilidad espacial de los Hogares con agua de red pública dentro de la vivienda y los hogares que utilizan como combustible para cocinar principalmente gas de red, gas a granel o gas en tubo.19 El resultado sintético para cada unidad espacial de la Ciudad, son las puntuaciones factoriales —que se encuentran en formato diferencial (puntajes z)—, que se interpretan como la intensidad que asume el factor en cada unidad espacial (Buzai, 2003: 186).

A partir de dichas puntuaciones factoriales, las unidades espaciales (casos) fueron clasificadas en tres categorías residenciales mediante Análisis de Conglomerados o clusters. Se recurrió a un procedimiento de tipo jerárquico que, teniendo en cuenta la distancia euclidiana entre las unidades espaciales, fue agrupando a las unidades espaciales (método de Ward20) en conglomerados cada vez más grandes y más heterogéneos hasta llegar a la formación de los tres grupos preestablecidos: residencial alto, medio y bajo.

 

Aplicación de la tipología a la CABA: problemas y decisiones metodológicas

El hecho de que las unidades espaciales más pequeñas para las que se dispone de información censal no responda a fines investigativos, trae aparejados varios inconvenientes, como son su heterogeneidad en superficie, forma y cantidad de población, como consecuencia del denominado "Problema de la Unidad Espacial Modificable" (PUEM) (Openshaw, 1977: 1984), que hace alusión al hecho de que la división del territorio puede no reflejar —y hasta encubrir— la realidad socio-territorial.

El proceso de clasificación de las unidades espaciales según estos tipos de poblamiento se encontró con diversos problemas en este sentido, como el hecho de que numerosas unidades espaciales que contienen en su interior algún tipo de hábitat particular (por ejemplo, una villa o un asentamiento) no pudieron ser clasificadas en esa categoría porque dicho tipo de hábitat ocupa una porción mínima de la unidad espacial en cuestión (cuando el criterio adoptado es que debían abarcar más de 50 por ciento su superficie). En otras ocasiones, se presenta el problema vinculado a la existencia de unidades espaciales que abarcan diversos tipos de poblamiento.

Este último caso —la presencia de unidades espaciales que comprenden más de un tipo de hábitat— exigió tomar decisiones metodológicas claras para definir la situación y clasificar a la unidad espacial en cuestión. Dos casos particulares que interesa resaltar son, por un lado, la presencia contigua de villas y conjuntos habitacionales o núcleos habitacionales transitorios en una misma unidad espacial y, por otro lado, la superposición de parte de la Ciudad Colonial con la actual Ciudad Central.

a) En relación a la presencia de villas colindantes con conjuntos habitacionales o núcleos habitacionales transitorios en una misma unidad espacial, se produjeron problemas particulares, por ejemplo, en torno a la Villa 1-11-14, ubicada en el sur de la Ciudad. Un problema similar, en menor medida, se observó en la Villa 20, que se extiende sobre unidades espaciales que abarcan porciones de villa y de conjuntos habitacionales colindantes. En estos casos, para clasificar a la unidad espacial en cuestión se utilizó como criterio, en primer lugar, la extensión del tipo de hábitat (clasificando a la unidad especial en función del tipo de hábitat que ocupa más de 50 por ciento de la superficie de la unidad espacial) y, en los casos en que no había primacía de un tipo de hábitat sobre el otro, se complementó la exploración visual con la consulta de datos censales sobre el tipo de vivienda predominante. En el Mapa 4 se ejemplifican algunas de estas situaciones conflictivas.

b) En relación a la superposición de la Ciudad Colonial y la Ciudad Central, se identificaron 14 unidades espaciales que corresponden a ambos contextos urbanos (Mapa 5). Para clasificar a estas unidades espaciales "mixtas" en una de las dos categorías, se exploró la distribución de las viviendas según su tipo en los tres entornos (en las unidades espaciales que corresponden sólo a la Ciudad Colonial, en las que se extiende sólo la Ciudad Central y en donde se superponen los dos centros) con el fin de identificar a qué contexto urbano se asemeja más la zona "mixta". El Cuadro 2 permite observar la distribución resultante.

Los datos censales permitieron constatar que el área donde se superponen la Ciudad Colonial y la Ciudad Central presenta características habitacionales más similares a la primera —con un menor porcentaje de departamentos y un mayor peso relativo de piezas de inquilinato y hoteles familiares o pensiones—, motivo por el cual se decidió clasificar a los 14 radios mixtos como Ciudad Colonial.

 

Los tipos de hábitat en la Ciudad de Buenos Aires

Como resultado de esta clasificación de las unidades espaciales que componen a la Ciudad de Buenos Aires en tipos de hábitat, se obtuvo la distribución presentada en el Mapa 6, cuyas principales características —en términos de superficie, población y densidad, así como un indicador de pobreza (hogares con alguna necesidad básica insatisfecha)— se resumen en el Cuadro 3.

La Ciudad colonial, el antiguo casco histórico de Buenos Aires, se ubica en la zona este y colindante a ésta, extendiéndose en particular hacia el norte, se encuentran la Ciudad central, el Centro Administrativo y de Negocios. Ocupan una superficie de 2.4 y 3.6 km2, respectivamente y en ellas reside 3.5 por ciento de la población.

La Ciudad Central, en cuya área se concentran diversas actividades comerciales, financieras y de servicios, tiene una densidad poblacional menor que la Ciudad Colonial, de carácter más residencial.

Las urbanizaciones populares de origen informal (villas, asentamientos y núcleos habitacionales transitorios) mayoritariamente se localizan —con algunas pocas excepciones— en la zona sur y este de la ciudad. Si bien ocupan una pequeña superficie (3.9 km2, se hallan muy densamente pobladas. Las villas, en particular, alcanzan una densidad poblacional de 47 380.9 habitantes por km2; la más alta de la ciudad. Los conjuntos habitacionales, que en total ocupan 5.1 km2, también se ubican en mayor medida en la zona sur, muchas veces cercanos a las villas de mayor tamaño, pero con una densidad mucho menor (25 036.5 habitantes por km2) y sus pobladores presentan características diversas.

El resto de las unidades espaciales que conforman la ciudad —que en su conjunto concentran 86.4 por ciento de la población y fueron clasificadas en función del nivel socioeconómico de sus habitantes en áreas residenciales de nivel alto, medio y bajo— presentan un patrón espacial con una marcada diferenciación en sentido norte-sur. Las unidades en que predomina población con nivel alto (que ocupan 43.1 km2 y abarcan a 37.8 por ciento de la población) se localizan mayoritariamente en el norte y se extienden en torno a dos ejes que avanzan hacia el centro y oeste de la ciudad. En contraste, abarcando una superficie más pequeña (23.3 km2) y menor porcentaje de población (9.6 por ciento), las unidades espaciales de nivel bajo se concentran en gran media en la zona sur (donde, como se señaló, se localiza la amplia mayoría de las urbanizaciones populares de origen informal). Finalmente, conteniendo la mayor superficie (71.3 km2) y porcentaje de población (39 por ciento), las áreas residenciales de nivel socioeconómico Medio se extienden predominantemente en el centro y oeste, mientras que hacia la zona este, en las inmediaciones de la Ciudad Colonial, se observa una situación más heterogénea, donde colindan unidades espaciales de nivel Medio y Bajo.

Las unidades espaciales así clasificadas en tipos de hábitat, presentan características sociodemográficas y socioeconómicas diferenciadas. Sin pretender profundizar en una caracterización en este sentido —lo que trasciende los objetivos de este artículo—, en el Cuadro 3 se incluye el porcentaje de hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI),21 una medida muy usada para dar cuenta de situaciones de pobreza estructural.

Los valores que asumen las unidades espaciales en relación con este indicador, permiten observar que los diversos tipos de hábitat conforman áreas heterogéneas entre sí. Por un lado, a pesar de su contigüidad espacial, la Ciudad Colonial y la Ciudad Central presentan características sociales diversas: el porcentaje de hogares con NBI es significativamente mayor en la primera (14.4 por ciento), en torno al antiguo centro histórico, que en la segunda (4.6 por ciento), donde las áreas residenciales conviven con el desarrollo de actividades administrativas y de negocios. Por su parte, las Urbanizaciones populares de origen informal —en particular las villas y los asentamientos— alcanzan 27 por ciento de hogares con NBI, dando cuenta de una importante concentración espacial de la pobreza en zonas que, como se mencionó previamente, ocupan una pequeña superficie de la ciudad y se encuentran muy densamente pobladas. En cambio, en los conjuntos habitacionales, si bien muchas veces suelen localizarse en las inmediaciones de estas villas, la incidencia de la pobreza es mucho menor (4.8 por ciento), manifestando la existencia de importantes diferencias en las condiciones sociales y habitacionales de sus residentes. Finalmente, en las áreas de nivel alto, medio y bajo la proporción de hogares pobres se incrementa a medida que se desciende en la escala social: si 1.5 por ciento de los hogares en las áreas de nivel alto tiene alguna necesidad básica insatisfecha, en las de nivel medio alcanza a 5.1 por ciento y en las de nivel Bajo asciende a 19.5 por ciento.

Esta brevísima mirada por el panorama que traza este indicador de pobreza estructural permite apreciar la existencia de condiciones sumamente heterogéneas entre los escenarios urbanos aquí construidos, al tiempo que abre numerosos interrogantes en torno a las dinámicas y características imperantes en cada uno de ellos, donde se articulan procesos sociales, económicos, culturales y políticos. La pregunta por las desigualdades socioespaciales en las ciudades encuentra así en esta tipología de hábitat un interesante abordaje, que será profundizado en trabajos futuros.

 

Reflexiones finales

La pregunta por las diferencias y desigualdades a nivel metropolitano, por la dimensión espacial de los procesos sociourbanos, constituye una temática compleja y sumamente rica tanto para los estudios académicos como para la gestión de la ciudad. El presente trabajo se propuso constituir un aporte en este sentido, sintetizando los criterios, decisiones y procedimientos metodológicos involucrados en la (re)construcción y aplicación de una tipología de contextos urbanos o tipos de hábitat a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La propuesta de clasificación de las áreas de la ciudad con base en este modelo tipológico es particularmente interesante en la medida que permite obtener un panorama a la vez macrosocial, porque abarca a la ciudad en su totalidad y microespacial, en la medida que permite visualizar las diferencias que se producen a nivel intraurbano. La posibilidad de integrar la dimensión social y la dimensión material del espacio a partir de esta noción de "tipos de hábitat" abre numerosas aristas para pensar a la ciudad y las dinámicas socioterritoriales que la atraviesan.

La aplicación de esta tipología para clasificar las unidades espaciales de la Ciudad de Buenos Aires, sin embargo, conlleva una serie de desafíos metodológicos fundamentales: desde la necesidad de contar con fuentes de datos idóneas y una base cartográfica adecuada para representar el fenómeno con precisión, hasta la definición de los criterios teórico-conceptuales y operativos para aplicar este modelo a la realidad concreta de la CABA.

En cuanto a la disponibilidad de fuentes de datos, la propuesta era integrar fuentes de carácter diverso. Por un lado, para la reconstrucción de algunos tipos de hábitat —Ciudad Colonial, Ciudad Central, urbanizaciones de origen informal y conjuntos habitacionales— se tomaron como fuente estudios previos que, con objetivos y perspectivas diversas, habían relevado y representado cartográficamente estos entornos específicos. Por otro lado, para las zonas originadas a partir del proceso de suburbanización de la ciudad colonial con base en el desarrollo de loteos residenciales, la clasificación se basó en el nivel socioeconómico de su población, definido a partir de una batería de indicadores habitacionales y educativos. En este sentido, en materia de fuentes de datos el desafío fue doble: en el primer caso, sistematizar y poner en diálogo antecedentes que hasta ahora se encontraban dispersos y respondían a otros enfoques analíticos y, en el segundo, maximizar las potencialidades de la única fuente de datos sociodemográficos con la flexibilidad necesaria para trabajar a nivel microespacial: el censo de población.

En lo referente a la base cartográfica necesaria para georreferenciar estos datos y realizar mapas temáticos de los entornos urbanos, el reto metodológico fue la necesidad de implementar un proceso de ajuste de las unidades espaciales originales —el mosaico de más de tres mil polígonos de radio, las unidades estadísticas más pequeñas para las que se publica información censal— a la superficie de uso residencial efectivo de la Ciudad, con una metodología que consistió en la realización de consultas de imágenes satelitales y la base de datos alfanumérica del censo poblacional.

Finalmente, la clasificación de las unidades espaciales según los diversos tipos de hábitat resultó una tarea compleja. Los trabajos elaborados por los referentes de la geo-demografía mexicana constituyeron la base teórico-metodológica de los procedimientos efectuados, pero su aplicación exigió modificaciones, vinculadas tanto con las características de este entorno como con la disponibilidad de la información. Para los tipos de hábitat reconstruidos a partir de relevamientos previos, su integración al modelo tipológico se basó en la superposición de los mapas realizados por otros autores con la cartografía censal y la clasificación de las unidades espaciales en cuestión, tomando como criterio la cantidad de superficie cubierta por dicho tipo de hábitat. Por su parte, para la diferenciación de las áreas residenciales en función del nivel socioeconómico de sus habitantes se partió de una adaptación de la batería de indicadores propuestos por Duhau y Connolly —con una combinación de variables habitacionales y de nivel educativo— y se trabajó con las técnicas de Análisis Factorial de Componentes principales y de Análisis de Conglomerados Jerárquico o clusters para conformar los tres grupos de nivel alto, medio y bajo.

La aplicación de esta tipología a la Ciudad de Buenos Aires, en este sentido, implicó el reto metodológico de trascender las fronteras (cada vez más permeables) entre la Sociología urbana, la Demografía y la Geografía social, para articular fuentes, herramientas y técnicas cuantitativas de carácter diverso y la recompensa, en el plano empírico, de obtener una cartografía integral del mosaico de ciudades o entornos urbanos que conforman esta ciudad y conocer sus estructuras sociodemográficas y residenciales, abre un camino que recién comienza. Desde una primera mirada general, ya se vislumbra la existencia de condiciones sumamente heterogéneas entre los escenarios urbanos aquí construidos, al tiempo que se plantean diversos interrogantes en torno a las dinámicas y características imperantes en cada uno de ellos, donde se articulan procesos sociales, económicos, culturales y políticos. La pregunta por las desigualdades socioespaciales en Buenos Aires encuentra así en esta tipología de hábitats un interesante abordaje, que abre numerosas líneas de análisis de cara a trabajos futuros.

 

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Notas

1 Una aglomeración se define desde un criterio físico como una "mancha urbana", es decir, un conjunto de edificios interconectados por una red de calles. Para mayor desarrollo, véase INDEC (1998).

2 http://www.atlasdebuenosaires.gov.ar/

3 Las Cabeceras conurbadas refieren a los núcleos de las cabeceras administrativas, inicialmente separadas del área urbana continua y que fueron conurbándose a lo largo de los años. Los Pueblos conurbanos, por su parte, remiten a la expansión de dichas cabeceras, originalmente de carácter rural y que luego fueron incorporadas al tejido metropolitano. Finalmente, los pueblos no conurbados son similares a éstos últimos, con la diferencia de que aún no han sido absorbidos por el área urbana continua (Duhau y Giglia, 2008: 171-2).

4 Como se mencionó previamente, para la clasificación de las unidades espaciales en los tipos de hábitat se tomaron diversas fuentes: en algunos casos se retomaron y sistematizaron varios estudios especializados, mientras que otras categorías (las áreas residenciales de nivel alto, medio y bajo) fueron construidas con base en información censal. Este tema se desarrollará en detalle en el apartado siguiente.

5 La Ley 17.622/68 de Creación del Sistema Estadístico Nacional (SEN) garantiza que las informaciones que se suministren a los organismos que integran el SEN deberán ser publicadas en compilaciones de conjunto, de modo que no pueda ser violado el secreto comercial o patrimonial, ni individualizarse las personas o entidades a quienes se refieran.

6 Si bien los censos relevan la información de modo universal, el operativo implica diversas etapas (desde el relevamiento de los datos, su posterior codificación, hasta la publicación final de la información producida), en el transcurso de las cuales puede optarse (sucesivamente y por diferentes razones) por dejar de lado la información microespacial y trabajar con unidades territoriales más grandes, lo que implica perder la posibilidad de contar con datos para las subunidades espaciales más pequeñas. En este sentido, si bien las restricciones (en términos de desagregación espacial) que presentan los datos publicados pueden ser superadas en la medida que se cuente con recursos para solicitar al INDEC procesamientos especiales a niveles menores, esto a su vez se encuentra condicionado por el nivel de desagregación con el que se relevó y codificó la información de cada variable a lo largo del operativo censal.

7 Caso del Censo de 1980, 1991 y 2010.

8 Por ejemplo, en el caso de las unidades político-administrativas, a mediados de la década de 1990 se subdividieron algunos Partidos del Gran Buenos Aires y se modificaron los límites de otros, dificultando la comparabilidad de los datos censales por departamento entre 1991 y 2001.

9 Para un análisis de los censos previos (de los años 1980, 1991 y 2001), véase Mera y Marcos (2012).

10 Véase, por ejemplo, el informe "El futuro Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas" elaborado por la Asociación Argentina de Estadios de Población de la Argentina (AEPA).

11 Las ciudades son definidas a partir de criterios físicos, como aglomeraciones de población.

12 Para conocer en detalle la metodología censal, véase INDEC (2013).

13 La base de datos se distribuye encriptada en REDATAM+SP, un programa computacional para procesar y mapear datos de censos y encuestas para análisis local y regional, desarrollado por el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE). En Argentina se comenzaron a publicar las bases censales encriptadas para analizar con Redatam a partir del Censo de 2001 y recientemente, se incorporaron las del Censo 2010.

14 Para la Ciudad de Buenos Aires respecto al último censo se encuentra disponible la cartografía correspondiente a comunas, barrios, fracciones, radios, manzanas, ejes de calles, autopistas y líneas férreas.

15 Esta cuestión será desarrollada más adelante.

16 Gran parte de las unidades espaciales se clasifican en tres estratos residenciales (alto, medio y bajo) según los atributos de la población y los hogares censados en ellas. Véase la sección siguiente.

17 Las Comunas son subdivisiones administrativas internas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

18 Para más información acerca de la aplicación en análisis espacial de estas técnicas pueden consultarse los trabajos de Moreno Jimenez (1994), Buzai (2003) y Buzai y Baxendale (2006).

19 Las Comunalidades resultaron ser: 0.853 para el porcentaje de hogares con computadora; 0.703 para el porcentaje de población de 25 a 64 que no asiste con universitario completo; 0.488 para el porcentaje de población con agua de red dentro de la vivienda y 0.349 para el porcentaje de hogares con gas de red, tubo o granel para cocinar. Ello se expresa también en las correlación de cada una de las variables con el factor obtenido (R de Pearson = 0.923; 0.839; 0.699; y 0.591, respectivamente).

20 El método de Ward tiene la ventaja de probar todas las uniones posibles y elegir aquella que produce menor variación (heterogeneidad) en el interior de los grupos (Buzai, 2003: 187).

21 Hogares que cumplen con al menos una de las siguientes condiciones: hacinamiento (más de tres personas por cuarto); vivienda inconveniente (pieza de inquilinato, vivienda precaria u otro tipo); condiciones sanitarias (no disponer de ningún tipo de retrete); asistencia escolar (presencia de algún niño en edad escolar que no asistiera a la escuela); capacidad de subsistencia (cuatro o más personas por miembro ocupado, cuyo jefe no haya completado tercer grado de escolaridad primaria).

 

Información sobre las autoras

Mariana Marcos. Socióloga (UBA), Especialista en Demografía Social (UNLu) y Doctora en Ciencias Sociales (UBA). Actualmente es Becaria de Posdoctorado del CONICET (con sede en el Instituto Gino Germani); docente de grado y posgrado (UBA, UNTREF, UNGS) en temas de Demografía, Geodemografía y Metodología de la investigación cuantitativa; y asesora externa en el Programa de Docencia e Investigación en Sistemas de Información Geográfica de la Universidad Nacional de Luján. Realizó cursos de perfeccionamiento y estancias de investigación en Geodemografía y análisis espacial con Sistemas de Información Geográfica. Obtuvo becas de doctorado de la UBA y del CONICET. Se desempeñó como consultora en socioestadística, geodemografía y análisis espacial en diversos organismos públicos municipales, provinciales y nacionales. Investiga temas de Geodemografía y desigualdad socioespacial intaurbana en la Región Metropolitana de Buenos Aires. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: M. Marcos, 2013, "Pensar la ciudad a partir de la espacialización del ciclo de vida familiar: aglomeración Gran Buenos Aires, Argentina", en Revista Digital Proyección 14, vol. VII, en prensa; M. Marcos y G. Buzai (coord.), 2014, "CD-Aplicaciones", en en G. Buzai, Mapas Sociales Urbanos, Lugar Editorial, CD-ROM, Buenos Aires; C. A. Baxendale, G.D. Buzai, N. Caloni, M. Cruz y M. Marcos, 2014, "Luján (Provincia de Buenos Aires). El mapa social a través del linkage analysis", en G. Buzai, Mapas Sociales Urbanos, en colaboración con el equipo del GESIG Lugar Editorial, Buenos Aires. Dirección electrónica: mariana_marcos_00@yahoo.com.ar.

Gabriela Silvina Mera. Licenciada en Sociología y Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Becaria posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales, UBA). Es ayudante de primera en la Cátedra de Demografía Social en la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), Jefe de Trabajos Prácticos en Metodología de la Investigación I en la carrera de Gestión Cultural de la Universidad Nacional de Avellaneda y ha dictado seminarios en la Universidad Nacional de Tres de Febrero y la Universidad Nacional de General Sarmiento. Ha participado en diversos proyectos UBACYT y CONICET en temáticas de población y migraciones. Es miembro del Grupo de Estudios Población, Migración y Desarrollo, con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales, UBA) y del Grupo de Estudios sobre Paraguay, con sede en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (Facultad de Ciencias Sociales, UBA). Sus principales áreas de interés refieren a: distribución y segregación espacial de la población, migraciones en la Ciudad de Buenos Aires, trayecto. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: G. S. Mera, 2014, Migración, vivienda e informalidad urbana: trayectorias residenciales y segregación espacial de los paraguayos en la Ciudad de Buenos Aires, VII Taller "Paraguay desde las ciencias sociales", Ciudad del Este, Paraguay, 5, 6 y 7 de junio; G. S. Mera, 2013, Movilidades, sentidos y fronteras urbanas: repensando la segregación espacial a partir del caso de los paraguayos en el barrio de La Boca, VI Taller "Paraguay desde las ciencias sociales" Buenos Aires, 27, 28 y 29 de junio; G. S. Mera, 2012, "Inmigración, distribución y espacio urbano. Debates y desafíos a partir del caso de los paraguayos en la Ciudad de Buenos Aires", en S. Novick, Migración y políticas públicas. Nuevos escenarios y desafíos. Editorial Catálogos/Universidad de Buenos Aires. Dirección electrónica: gabsmera@yahoo.com.

María Mercedes Di Virgilio. Socióloga, Master en Investigación en Ciencias Sociales y Doctora en Ciencias Sociales (UBA). Se desempeña actualmente como Investigadora Adjunta CONICET (con sede en el Instituto Gino Germani), Secretaria de Estudios Avanzados de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y profesora titular de Metodología de la Investigación Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y de cursos de posgrado. En 2009 obtuvo una beca posdoctoral externa del CONICET para desarrollar actividades de investigación en la Universidad de Texas en Austin. Entre 1997 y 2007 se desempeñó como investigadora docente de la Carrera de Políticas Sociales en el Instituto del Conurbano, Universidad Nacional de General Sarmiento. Entre 2004 y 2008 coordinó el Área de Estudios Urbanos del Instituto Gino Germani de la UBA. Entre 2010 y 2014 puso en marcha la función investigación en la Universidad Nacional de Avellaneda. Ha sido consultora de organismos nacionales e internacionales en temas de gestión de políticas sociales. Los temas de investigación que marcan su trayectoria académica abordan diferentes dimensiones de la cuestión social urbana y de los procesos de gestión de políticas públicas en la ciudad. Entre sus publicaciones recientes se encuentran: P. Ward, E. Jiménez y M. Di Virgilio, 2014, Housing Policy in Latin American Cities. A New Generation of Strategies and Approaches for 2016 UN-HABITAT III. 2014, en prensa, Routledge, Nueva York; M. Di Virgilio, T. Guevara y S. Arqueros Mejica, "La evolución territorial y geográfica del conurbano", en G. Kessler, (Director); El Gran Buenos Aires, La Plata, EDHASA/ UNIPE, en prensa; M. Di Virgilio, "La dimensión territorial de la política sanitaria", en M. Chiara, (comp.); Cuaderno de Trabajo Gestión Territorial Integrada para el Sector Salud. Los Polvorines, UNGS, en prensa. Dirección electrónica: mercedes.divirgilio@gmail.com.

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