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Historia y grafía

Print version ISSN 1405-0927

Hist. graf  n.58 México Jan./Jun. 2022  Epub Feb 21, 2022

https://doi.org/10.48102/hyg.vi58.394 

Expediente

Entre hojas volantes y máquinas parlantes: la otra historia de la llegada de Madero a la Ciudad de México (1911)*

Between Flying Sheets and Talking Machines: The Other Story of the Arrival of Madero to Mexico City (1911)

1Dirección de Estudios Históricos Instituto Nacional de Antropología e Historia. México. Correo: jdfrene@gmail.com


Resumen

Años antes de que la imagen y la biografía de Francisco I. Madero se plasmaran en los libros escolares, los billetes, los museos, las estatuas y las manuales oficiales, diversos medios sonoros, impresos y visuales relataron con celeridad su llegada a la Ciudad de México, el 7 de junio de 1911. En este artículo se intentará reconstruir estas batallas cotidianas por la memoria de la Revolución, mediante dos medios de comunicación que, pese a su amplio alcance social, han sido escasamente estudiados por la historiografía. Me refiero a las hojas volantes publicadas por don Antonio Vanegas Arroyo y los discos de gramófono reproducidos por Columbia Record con las escenificaciones del actor, mecánico e inventor Julio Ayala.

Palabras clave: comunicación; vida cotidiana; cultura impresa; tecnologías sonoras; Revolución mexicana

Abstract

Years before the image and biography of Francisco I. Madero were reflected in school books, bills, museums, statues and official biographies, various sound, print and visual media quickly reported his arrival in Mexico City, June 7, 1911. In this article we will try to reconstruct these daily battles for the memory of the Revolution, by means of two media that, despite their broad social scope, have been scarcely studied by historiography. I am referring to the hojas volantes published by Don Antonio Vanegas Arroyo and the gramophone records reproduced by Columbia Record with the performances of the actor, mechanic and inventor Julio Ayala.

Key words: Communication; Daily Life; Print Culture; Sound Technologies; Mexican Revolution

1. Un tren, un caudillo y una ciudad

El 7 de junio de 1911 a las 12:30 horas, el tren que transportaba a Francisco Madero arribó a la capital de la república ante una sorprendente concurrencia que, años después, Emilio Portes Gil calculó, tal vez de forma exagerada, en 100 000 personas.1 Los corresponsales de la época no pudieron esconder su asombro ante la presencia de una efervescente multitud y sus vítores en favor del caudillo antirreeleccionista. “Una ovación delirante estalló en el andén y el Sr. Madero se presentó en la plataforma traseradel coche 35004”, detalló un enviado de El Correo Español, quien apuntaba en su descripción que el mítico personaje “vestía traje negro de americana y sombrero hongo”.2

Cortesía de la SECRETARÍA DE CULTURA. -INAH.-SINAFO F.N.-MEX

Figura 1 “El caudillo Sr. Francisco I. Madero llegando a la C. de México”. Colección Aurelio Escobar - Fototeca Nacional. Autor: Gutiérrez. MID: 77_20140827-134500:880579. Reproducción Autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. 

De forma paralela, el periódico La Patria explicó a sus lectores que “todas las calles céntricas y balcones estaban rebosantes de multitudes entusiastas que á voz en cuello gritaban constantemente ¡Viva Madero!”.3 A su vez, un reporte de última hora ofrecido por El Tiempo momentos antes de que el tren de Madero hiciera su entrada en el andén, ofrecía una imagen indiscutible de la conmoción popular, que puede apreciarse en diversas fotos firmadas por la empresa H. J. Gutiérrez.4 Éstas y otras escenas rescatadas por la magia del nitrato de plata parecen confirmar un detalle observado por el corresponsal de El Tiempo: “las calles están pletóricas de gente de todas las clases sociales”. 5

Fotografía de Heliodoro J. Gutiérrez (Ciudad de México, 1911).

En Colección Aurelio Escobar (México: Fototeca Nacional de México, INAH, MID: 77_20140827-134500:880582. Reproducción Autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Cortesía de la SECRETARÍA DE CULTURA. -INAH.-SINAFO F.N.-MEX

Figura 2 “Llegada de Francisco I. Madero a la estación de México”. 

La prensa periódica no fue el único medio que vio importantes dividendos en difundir impresiones de la aclamada bienvenida. Los afamados Salvador, Guillermo, Eduardo y Carlos Alva, pioneros del cine mexicano, no perdieron la oportunidad de grabar las escenas y proyectarlas en diferentes salas del país. La obra producida por ellos circuló bajo el título de Viaje triunfal del jefe de la revolución don Francisco I Madero desde Ciudad Juárez hasta la ciudad de México, información que entraba en contradicción con el contenido ya que, como señala Aurelio de los Reyes, la trama iniciaba con tomas realizadas en San Luis Potosí, donde los camarógrafos “retrataron a la gente que esperaba en la estación la llegada del doctor Vázquez Gómez”.6 La ausencia de imágenes del punto de partida prometido estuvo relacionada con acontecimientos que excedían la voluntad de los cineastas, pues el “tramo de la vía ferrocarrilera entre Ciudad Juárez y Torreón había sido cortado, por lo que Madero fue obligado a cruzar territorio norteamericano, hasta Ciudad Porfirio Díaz”.7 La última parte documentaba la alegría de la población al recibir al legendario caudillo y su aplaudido paso por la avenida de San Francisco.

A más de un siglo de distancia es posible imaginar las diferentes sensaciones y actitudes de aquellos que disfrutaron el documental desde los múltiples salones cinematográficos. No es difícil sospechar que algunos capitalinos que estuvieron presentes en el recibimiento trataran de reconocerse en las imágenes, mientras que otros receptores provincianos se sintieron sorprendidos al divisar la gran manifestación y la grandiosidad de los paseos y edificaciones de la Ciudad de México, cuya población rondaba el medio millón de habitantes para esa fecha.8

Tanto los reportajes publicados en la prensa como el documental de los hermanos Alva formaron parte de una amplia gama de soportes que desde la esfera pública mexicana participaron en una batalla cotidiana de representaciones. Desde estos registros se recreaba una memoria inmediata de la vida revolucionaria, mediada por intereses políticos y comerciales, muchas veces perceptibles en los énfasis y silencios de cada relato.

Fotografía de Casasola (Ciudad de México, Colección Archivo Casasola de la Fototeca Nacional. MID: 77_20140827-134500:279314.

Reproducción Autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Cortesía de la SECRETARÍA DE CULTURA. -INAH. -SINAFO F.N.-MEX

Figura 3 “Hermanos Alva durante un almuerzo”. 

Lejos de reincidir en el estudio de los periódicos -la fuente más trabajada por la historiografía del periodo-,9 así como en los discursos cinematográficos -también abordados de forma consistente en las últimas décadas-, el propósito que persigo en este artículo consiste en explorar los usos sociales y las percepciones difundidas en otros registros que han llamado menos la atención de la historiografía: las hojas volantes publicadas por el editor capitalino Antonio Vanegas Arroyo y los discos reproducidos por el actor teatral Julio Ayala. Ambos, residentes para ese entonces en la Ciudad de México y probables espectadores de la llegada de Madero la tarde del 7 de junio de 1911, utilizaron sus habilidades para representar y sacar provecho del acontecimiento a través de códigos visuales y sonoros, que incidieron en el modo en que los mexicanos de aquel entonces cuestionaron y entendieron un proceso político que estremeció sus vidas.

Además de mostrar el valor metodológico de estos registros - de indudable relevancia para reconstruir una historia social de los medios de comunicación durante la Revolución maderista-, este trabajo intenta llamar la atención en torno a la necesidad de estudiar aquellos eventos que no forman parte de los relatos gloriosos y trágicos de las revoluciones, como las batallas y el deceso de los caudillos.

Desde los imaginarios de los capitalinos, la llegada de Madero, más de allá haber sido un acontecimiento espectacular de extraordinaria demanda publicitaria o un suceso de escasa relevancia historiográfica, fue una escena central en la cultura política popular, ya que estremeció las escalas de lo creíble para miles de espectadores que pudieron apreciar en carne y hueso a un líder mítico que sólo habían visto mediante fotografías y películas cinematográficas. Al respecto, Jesús Silva Herzog llegó a afirmar en su texto clásico Breve historia de la Revolución mexicana, que ese día la “estrella” de Madero “llegó al punto culminante y a su mayor luminosidad”.10 Por su parte, un testigo destacado de “aquellos días”, Francisco Bulnes, escribió que su “popularidad” “competía con la de la Virgen de Guadalupe”.11

La presencia del coahuilense significaba el fin de un ciclo de lucha e insubordinación contra el gobierno de Porfirio Díaz, quien luego de tres décadas en el poder había abandonado el país en mayo por el puerto de Veracruz. Mientras el líder descendía del tren y transitaba las avenidas capitalinas, los espectadores que gritaban su nombre pudieron pensar que estaban viviendo una nueva etapa en la historia nacional, la antesala de un México más justo y democrá tico, que algunos de sus descendientes continúan esperando.

Ante los ojos de los capitalinos, Madero era un hijo de la patria, pero no de la ciudad. Como ha expuesto Ariel Rodríguez Kuri, en un libro pionero sobre la Revolución en la Ciudad de México, don Francisco pertenecía junto a otros líderes que desfilaron por la urbe con sus tropas, como Emiliano Zapata, Francisco Villa y Venustiano Carranza, a los “outsiders que vienen de lejos, del norte o del sur, de otros cielos y otros suelos”, una situación que le permite poner en evidencia que “incluso en las imágenes y narraciones cuyo foco y escenario son la ciudad misma, la presencia de lo exógeno, de lo ajeno, es particularmente intensa”.12 En oposición a ello, señala el historiador mexicano que “lo propio, lo endógeno, es la expectación, la ansiedad, el tumulto de curiosos sin responsabilidad y sin bandería política establecida”.13

Como veremos en esta travesía, las hojas volantes y los discos de gramófono, lejos de ser representaciones distantes y lejanas en la geografía y el tiempo, nos revelan las miradas y las voces de dos espectadores, dos insiders atrapados en una época de cambios violentos, que fuera o dentro de la multitud aludida por Rodríguez Kuri, no sólo vivieron y observaron la Revolución desde dentro de las murallas culturales de la capital, sino que tuvieron una incuestionable incidencia en los debates cotidianos sobre sus desenlaces. Debemos resaltar que sus crónicas no se limitaron a los eventos de su universo urbano, sino que incluyeron un amplio número de sucesos acaecidos en diversos puntos del territorio, como la muerte de Aquiles Serdán, la Toma de Ciudad Juárez y la salida de Porfirio Díaz por el puerto de Veracruz rumbo al exilio, el 31 de mayo de 1911.

2. Dos oficios, dos historias y una ciudad

Más allá de las múltiples diferencias de sus negocios, Antonio Vanegas y Julio Ayala compartieron diversas experiencias y situaciones. Una de las más visibles era, como ya se señaló, que vivieron y tuvieron sus negocios en la Ciudad de México.

El afamado editor popular, quien había nacido el 14 de junio de 1852 en Puebla, arribó a la capital a la edad de 15 años junto a sus padres y cuatro hermanos. La mudanza fue propiciada por la victoria de Benito Juárez y se trató de un asunto de vida o muerte. José María Vanegas, su padre, temía represalias de los liberales tras haber defendido los intereses de Maximiliano al frente de la imprenta El Hospital.14

Antonio fundó su editorial en 1880, en parte con los dividendos obtenidos de su anterior negocio, una encuadernación en la que había trabajado codo a codo con su esposa Carmen Rubí, una laboriosa costurera toluqueña con la que contrajo matrimonio en 1874. Un año antes, José María falleció pero le dejó a su primogénito la sabiduría de un oficio al que le había dedicado su vida.15

A lo largo de varias décadas el matrimonio Vanegas Rubí logró levantar una empresa solvente y prestigiosa en el mercado de los impresos populares. Su amplio catálogo dedicado a seducir al público más humilde incluía cartillas, silabarios, rezos, milagros, libretos de teatro, colecciones de cartas de amor, recetarios de cocina, hojas volantes sobre crímenes pasionales y corridos dedicados a bandoleros y reconocidos personajes revolucionarios. El matrimonio no sólo recibía constantemente pedidos de varias partes de la República y de Estados Unidos, sino que lograron comprar maquinaria y ampliar de manera considerable los tirajes. Un inventario general realizado el 30 de junio de 1911, es decir, tres semanas después de la entrada de Madero, permite observar la capacidad de la editorial para responder a la amplia demanda de impresos. El valor conferido a las siete prensas registradas ascendía a $240 000.00,16 mientras que el total de los bienes inventariados se calculaba en $12 225.48.17

Una prensa marca Eureka. $ 150.00
Una prensa marca Gordon $ 400.00
Una prensa marca Campbell $ 600.00
Una prensa marca Standard $ 800.00
Una prensa marca Baltimore $ 200.00
Una prensa marca Columbia n. 3 $ 200.00
Una prensa marca Columbia n. 2 $ 100.00
Máquina de cortar “Miller” $ 150.00
Máquina de cortar “Peerless” $ 200.00

Inventarios y balances de la Editorial A. Vanegas Arroyo, 1911.

Desde la fundación de la editorial, en 1880, hasta el estallido de la Revolución, en 1910, el reconocido empresario había residido en varias viviendas. En un primer momento Antonio rentó los domicilios números 9 y 10 de la calle Encarnación, por los que en 1886 pagaba la suma de doce y veinte pesos mensuales, respectivamente. Luego se mudó con su familia a la vivienda número 1 de la calle Santa Teresa, donde las personas y el taller permanecieron hasta el recibimiento de Madero.

Los registros que sobrevivieron sobre el actor Julio Ayala son menos generosos y no permiten desentrañar su paso por la ciudad. Desconozco hasta el momento la ubicación de su vivienda y el establecimiento donde grababa sus discos en los días de la Revolución maderista. No obstante, algunos anuncios publicados a inicios del siglo XX dan acceso a los títulos de sus grabaciones y la publicidad que recibieron.

Una de estas notas apareció en la edición del 3 de noviembre de 1902 del Semanario Literario Ilustrado, en la cual recomendaba a toda persona que tuviera un fonógrafo que pasara a “la cerca número 12 taller mecánico para aparatos eléctricos y científicos a comprar los fonogramas más acreditados de episodios históricos nacionales y de actualidad por Julio Ayala”.18 Los fonogramas ofrecidos recreaban sucesos de la intervención francesa, como demuestran los siguientes títulos: “Salida de las tropas francesas de la capital de la república”, “Prisión de Maximiliano en el convento de Capuchinas [Querétaro]” y “Fusilamiento de Maximiliano, Mejía y Miramón en el Cerro de las Campanas”.19 En el anuncio se incorporaba una fotografía del establecimiento y al pie de la imagen aparecía una nota en la que se indicaba que en estos talleres se fabricaba “la barandilla fuente y se graban fonogramas”.20 Si partimos de esta información no resulta difícil imaginar que el propio Ayala grabara en este lugar sus reconocidas representaciones sonoras de la historia nacional.

Luego de conocer las diferentes facetas del negocio de Ayala es probable imaginar que el propio Antonio Vanegas Arroyo pudo figurar como uno de sus clientes, debido a la rotura de un fonógrafo. Las fotografías conservadas por sus descendientes prueban que los Vanegas Rubí tenían una máquina del sonido, con la cual solían disfrutar en familia durante sus ratos de ocio. Tal vez, en alguna de estas jornadas la familia de editores pudo deleitarse con las famosas escenificaciones de la Intervención francesa o la Independencia recreadas por Ayala y sus colaboradores.

Las máquinas parlantes no fueron los únicos artefactos que pudieron hacer coincidir en la relación mecánico-cliente a los dos protagonistas de este artículo. Según un anuncio publicado el 15 de diciembre de1902, Ayala también reparaba cinematógrafos en su taller.21 Por su parte, algunos programas conservados por los descendientes de don Antonio revelan que la familia explotó con fines comerciales el invento de los hermanos Lumière en una sala ubicada en la “esquina de las calles Rastro y Garrapata”. Como prueba de la existencia de este negocio quedó el siguiente impreso en el que se divulgaban las tres tandas ofrecidas por la empresa Vanegas Blas Rubí, el lunes de 21 de octubre de 1907, de “las 6 de la tarde a las 11 de la noche”. En la primera, por ejemplo, se anunciaban las siguientes películas: Esposa del luchador, Minas del carbón, Santo de mi tía, El minuet y Los dos traviesos. Los espectadores tenían varias ofertas de precio. Mientras los interesados en ver toda la programación debían abonar 25 centavos, los que decidieran disfrutar una tanda pagaban 10 centavos. La mitad de ese precio era el monto establecido para los infantes.

Consultado gracias a la generosidad de José Raúl Cedeño Vanegas, bisnieto del editor Antonio Vanegas Arroyo.

Figura 4 “Cartelera de la empresa Venegas Blas Rubí”, hoja suelta [México1913].  

A pesar del indiscutible talento de Ayala y Vanegas, sus representaciones no fueron sólo fruto de su trabajo, sino también de la creatividad y el esfuerzo de empleados y colaboradores. A lo largo de 1911 los libros de contabilidad de la editorial evidencian que el editor contó con un amplio equipo de trabajo, entre los que figuraban los cajistas Lucio N. Ramírez y Jesús Vivaldo, los prensistas Manuel Ramírez y José Quiroz, el aprendiz Maclovio Rebollar y el doblador Pedro Flores, quien en la semana del 22 al 27 de octubre de 1911 cobró $4.50.22 A ello se sumaba un equipo de costureras encargadas de encuadernar y coser los folletos. Ayala, por su parte, se benefició de la colaboración del dueto de cantantes y actores integrado por Maximiano Rosales y Rafael Herrera Robinson para grabar sus fonogramas sobre la Revolución maderista, ante los técnicos de la empresa Columbia Record. Aunque debo precisar que, realmente, los versátiles artistas habían hecho este trabajo desde el inicio del siglo XX en el taller de don Julio, época en la que escenificaban los sucesos de la guerra de Independencia y la Intervención francesa.

Más allá de estas situaciones y coincidencias, es posible pensar que ambos individuos se conocían y que tuvieron conocimiento de sus representaciones políticas en la medida en que trascurría la Revolución, ya que fueron figuras relevantes en el ámbito de la cultura popular mexicana. En este sentido, cabe resaltar que tanto Vanegas como Ayala habían producido obras referidas a los mismos sucesos, entre los que destacan la muerte de Aquiles Serdán y la Toma de Ciudad Juárez. Como intentaré mostrar en las próximas páginas, la entrada victoriosa de Madero en el andén capitalino ante una multitud eufórica y esperanzada, fue también un tema compartido.

De modo general, los soportes que ambos individuos eligieron para ganarse la vida y expresarse sobre los acontecimientos de la vida nacional tuvieron notables contrastes. Mientras que las hojas volantes integraron fotografías, grabados y diversos tipos de textos, ya fueran en prosa o en verso, cuya descodificación necesitaba de la vista, los discos pertenecieron a la cultura de lo audible. Su recepción resultaba más compleja, porque se necesitaba de un artefacto sonoro, cuyo precio podía superar el salario de un trabajador. Sin embargo, como veremos en el epilogo de este trabajo, existieron diversos espacios y prácticas que permitieron que los fonogramas tuvieran una amplia recepción popular.

Por último, quisiera precisar que, a pesar de sus diferencias, las hojas y los soportes sonoros, ya fuesen discos o cilindros, no sólo coexistieron en la vida cotidiana de la capital, sino que estuvieron más interrelacionados de lo que puede sospecharse. Y es que algunas de las canciones y corridos impresos por don Antonio, incluso obras de teatro como la famosa pieza Casamiento de indios,23 fueron inmortalizados en la cera dura, sobre todo en la voz de Maximiano Rosales y Rafael Herrera Robinson, para compañías como National Phonograph, Victor Talking Machine y Columbia Record.

3. Los impresos de don Antonio

No habían trascurrido 24 horas de la entrada de Madero cuando los transeúntes capitalinos escucharon los voceos de los “papeleritos” pregonando las hojas volantes con títulos no muy distintos a los titulares de la prensa periódica. Éstos podían ser extensos como el siguiente: “¡Entrada triunfante del caudillo de la Revolución Sr. D. Francisco I. Madero a la capital mexicana!” o más concisos: “¡Cómo fue la entrada del Sr. Madero a México!”

Según recordó Arturo Espinosa, colaborador de la editorial y testigo de aquellos procesos populares de comunicación, estos vendedores ambulantes que calificó como “gente de la gleba”, acudían al negocio de don Antonio para buscar mercancía. El editor solía facilitarles “a crédito cierta cantidad de ejemplares de la que obtenían más del 50% de utilidad”.24 Al parecer este proceso se repetía varias veces durante el día dando a entender el éxito comercial de los impresos. De acuerdo con Espinosa, los vendedores ambulantes “pagaban lo anterior o abonaban algo” y “llevaban más hasta cubrir la deuda y obtener el pan nuestro de cada día”.25

Desafortunadamente, desconozco cuál era el precio que el editor acordó con los papeleritos. Sin embargo, sabemos que en aquel tiempo los impresos de don Antonio solían venderse en la calle a un centavo, es decir, una cifra tres veces inferior al precio de un periódico.26 En 1911, por ejemplo, un número del diario El Tiempo costaba tres centavos si era del día, pero los ejemplares de fechas atrasadas tenían un valor de cinco centavos. Por su parte, el rotativo veracruzano La Opinión se ofrecía en tres centavos. Eso sí, las revistas solían ser más caras. Por ejemplo, la lujosa publicación titulada Alrededor del Mundo se ofrecía a 20 centavos.

Un aspecto que salta a la vista en las dos hojas volantes publicadas por la editorial es el uso de las imágenes. En el caso del impreso titulado “¡Entrada triunfante del caudillo de la Revolución Sr. D. Francisco I. Madero a la capital mexicana!”, don Antonio decidió insertar un fotomontaje con un retrato de Madero, el cual pudo haber extraído de algún periódico o revista ilustrada de la época. De esta forma, al adquirir los preciados volantes los lectores no sólo tenían acceso a resúmenes noticiosos, corridos y otras estructuras poéticas sobre el caudillo, sino que podían acceder a su imagen, ya fuera para recortarla o conservarla en su soporte original. Cuando lo segundo sucedía, el impreso dejaba de ser el sustentáculo de una lectura colectiva o individual para convertirse en un objeto de memoria con mayor capacidad de supervivencia en los archivos familiares.

Cortesía de José Raúl Cedeño Vanegas.

Figura 5 “Entrada triunfante del caudillo de la Revolución Sr. D. Francisco I. Madero a la capital mexicana”, hoja suelta (México: Editorial Vengas Arroyo, 1911).  

Cabe destacar que la inclusión de fotografías en los impresos formó parte de una estrategia seguida por don Antonio en otras obras sobre Madero que salieron a la luz pública, tanto antes como después de su arribo a la capital. El uso de este recurso respondía, en buena medida, a la amplia demanda de imágenes del caudillo. Diversos anuncios publicados en los diarios dan cuenta de esta situación. Así, por ejemplo, al salir a la opinión pública el 9 de abril de 1911, El País promocionó la venta de retratos de Madero en diferentes formatos y soportes como botones grandes y chicos, postales y tarjetones, estos últimos a 50 centavos el ejemplar.27 Diez días más tarde otro vendedor intentaba ganar la atención del público señalando que tenía en su establecimiento, localizado en el número 1 de la calle Isabel la Católica, una “verdadera fotografía tomada directa del señor Francisco I. Madero, tamaño 22 x 28 pulgadas inglesas”.28 Por su parte, la compañía norteamericana Pioneer Portrait, con sede en Chicago, quiso también sacar provecho de la efervescencia y acudió a las páginas del periódico de mayor tiraje en el país para publicitar un jactancioso anuncio dirigido a encontrar a agentes dispuestos a vender sus cuadros, en los cuales se recreaba una visión teleológica del nacionalismo mexicano a través de tres miembros de su panteón de héroes: “‘¡El héroe Madero!’. - Agentes. Hé aquí una oportunidad espléndida para acuñar moneda vendiendo nuestro cuadro ‘Trilogía mexicana: Madero, Hidalgo, Juárez’. Es idea de nuestra propiedad. Se venderán tantos cuadros como hogares patrios haya en México. Uno por correo 25 cs oro; un ciento por correo $8.00. Tamaño 16 x 20”.29

Antonio Vanegas Arroyo, que si de algo no carecía era de olfato comercial, reconoció inmediatamente este mercado visual. Además de incluir fotografías de Madero en sus impresos aprovechó la oportunidad para vender retratos del líder revolucionario. En el libro de contabilidad de la editorial, intitulado Inventarios y balances de la Editorial A. Vanegas Arroyo quedó registrado que al hacer un cierre de caja en junio de 1911 quedaban en el establecimiento “500 retratos del señor Madero” que se vendían “á $5.00 el ciento”.30

No siempre el editor apeló a la fotografía para seducir a sus clientes. Una hoja titulada “Cómo fue la entrada del Sr. Madero a México”, pone de manifiesto que hubo ocasiones en que el editor requirió los servicios del magistral grabador José Guadalupe Posada, quien para la llegada de Madero ya contaba con 59 años de edad. La imagen diseñada por el artista de Aguascalientes, seguramente siguiendo las instrucciones de Vanegas Arroyo, representaba a don Francisco acompañado de su esposa entre las aclamaciones de los congregados.

A diferencia de la fotografía incluida en el ejemplar titulado “Entrada triunfante del caudillo de la Revolución Sr. D. Francisco I. Madero a la capital mexicana”, en la que el líder aparecía en solitario y mirando de frente a la cámara, el grabado de Posada recreaba una imagen familiar: la del Madero esposo. Esta representación había sido explotada por diversos periódicos de la época como El Imparcial, cuyos directivos exhibieron, en la primera plana de la edición del 8 de junio, la fotografía tomada en el salón verde del palacio de gobierno en la que se apreciaba al presidente interino Francisco León de la Barra junto el vitoreado matrimonio.31

Grabado de José Guadalupe Posada ([México], 1911).

(México: Editorial Venegas Arroyo, 1911).

Cortesía de José Raúl Cedeño Vanegas.

Figura 6 “Cómo fue la entrada del Sr Madero a México”, hoja suelta.  

Entre los múltiples estereotipos de la mujer revolucionaria representados en los impresos reproducidos en la calle Santa Teresa, Sara Madero formaba parte de uno muy particular. No se trataba de la Adelita, la mujer popular que acompañaba a la tropa para seguir a su amado soportando los pesares de la guerra, tampoco era la combatiente que había ganado sus grados cumpliendo misiones militares como la corneta Esperanza Chavarría, ni la intelectual y activista, ámbito en el que destacaba Elena Arizmendi. El papel de esta mujer queretana, nacida en 1870 en el seno de una familia de hacendados y antigua alumna del colegio californiano Notre Dame, ocupaba un lugar único dentro del guion de aquellos festejos. Se estaba ante la esposa del dirigente indiscutible de la lucha contra Porfirio Díaz, la primera dama de la Revolución.

A pesar del protagonismo ofrecido a la señora Madero en el grabado, no se hacen alusiones a su nombre en el texto poético musical insertado en la hoja. Otra omisión significativa fue la llegada de la familia de Aquiles Serdán a la capital, invitada por el propio don Francisco para participar en las celebraciones. En su edición del 6 de junio de 1911 El País informó a sus lectores que nueve miembros de esta familia poblana arribarían a la Ciudad de México ese día y serían alojados en el hotel Sanz “sin estipendio alguno”. Según reportaba el diario, el propietario del hotel Gillow también había ofrecido al club Aquiles Serdán “departamentos y asistencia” para los ilustres invitados.32

Con los meses, don Antonio explotaría la demanda comercial de estos personajes y episodios revolucionarios. Por ejemplo, con motivo del discurso ofrecido por Madero en la ciudad de Puebla el 14 de julio de 1911, su establecimiento sacó a la luz pública una hoja en la que se incluyó una obra poética en la que se recordaba la heroicidad de Aquiles Serdán y su incondicional apoyo a la causa antirreeleccionista. En noviembre de ese mismo año, las prensas de la editorial se pusieron en movimiento para reproducir una hoja volante en cuyo dorso se pueden leer la “canción popular” a la egregia heroína señora Filomena del Valle de Serdán y el “canto popular” dedicado a la abnegada y honorable dama Sara Pérez de Madero.

¿Cuáles fueron los asuntos abordados en las composiciones publicadas por Vanegas Arroyo en el contexto del recibimiento a Madero? Las piezas musicales incluidas en ambas hojas estudiadas versan, de forma general, sobre el recorrido del héroe coahuilense en tren hacia la capital y el desfile celebrado en sus calles.

En la primera hoja mencionada, intitulada “Entrada triunfante del caudillo de la Revolución Sr. D. Francisco I. Madero a la capital mexicana”, se incluían dos textos poéticos que hacían referencia al recorrido realizado por el líder en la Ciudad de México, se mencionaban los puntos de la urbe por los que transitaba el desfile y se hacían alusiones al júbilo mostrado por el público. Ambas composiciones puntualizaban la presencia de los sectores más humildes entre la multitud. Mientras en el poema que daba título al impreso se mencionaba la presencia de “labriegos en trabajos rudos”, en la “canción inédita para ponerle música”, “Don Francisco I. Madero triunfante”, se exaltaba la belleza del público obrero en relación con “los ricachos de la nación”, también presentes en la masiva ceremonia:

Entra Madero por Buenavista

Con su brillante Caballería,

La infantería pasa lista

Con otro cuerpo de Artillería

Muchos carruajes se precipitan

De los ricachos de la Nación;

Pero es más bello cuando se juntan

Obreros nobles de corazón.33

En la segunda hoja suelta, ilustrada con el ya referido grabado de Posada, fueron incluidas las estrofas tituladas “Cómo fue la entrada del Sr. Madero a México” en las que, además de abordarse el recibimiento capitalino, se hizo referencia al aplaudido trayecto del caudillo por diferentes lugares como Silao, Irapuato, Celaya, San Juan y Cuautitlán. La composición, como veremos a continuación, iniciaba señalando la presencia de las “sociedades maderistas” trasladadas en “trenes especiales hasta León”:

Con jubiloso patriotismo, fueron

Diversas sociedades maderistas

En trenes especiales hasta León,

Señoritas y dignos periodistas,

Hablaron de Estación en Estación.

Al llegar hasta León, punto indicado

Se presentó Madero cariñoso

Al pueblo perorándole con fé

Y el pueblo le contesta alborozado

Aplaudiendo frenético y gozoso.

De regreso á la noble capital,

El pueblo de Silao se desbordada

E Irapuato en la misma condición,

Su cariño á Madero fue un raudal,

Porque la santa libertad amaba.

En Celaya un banquete fué ofrecido,

En sus calles discursos, a granel,

Las descargas de gran fusilería;

Dejáronle de gusto conmovido

Por el tributo que le rinden fiel.34

La abierta posición maderista de los redituables impresos de Vanegas Arroyo, dado el amplio apoyo popular al caudillo en junio de 1911, formaba parte de un amplio abanico de posiciones políticas divulgadas a través de diferentes registros y medios de comunicación. Una visión contrastante de esta postura puede ser apreciada, por ejemplo, en las narraciones divulgadas por la prensa conservadora, en algunas ocasiones de forma directa, en otras, a partir de códigos más sutiles.

En este segundo campo destacó el periódico católico El País, que en su edición del viernes 9 de junio de 1911, o sea dos días después del multitudinario recibimiento, publicó dos fotografías bajo el rótulo “ecos de la recepción de Madero” en las que se mostraban el monumento a Colón y la estatua de Carlos IV abarrotados de personas durante el desfile.35 De esta forma, el rotativo reconocía el masivo apoyo al caudillo, pero lo hacía visualizando relevantes símbolos citadinos de la hispanidad y el catolicismo.

Uno de los diarios más activos contra el maderismo fue La Iberia. El 9 de junio uno de sus reporteros publicó una crónica en la que se quejó del maltrato que recibieron algunos periodistas en Palacio Nacional por parte de los guardias de Madero, mientras esperaban saludar al caudillo y “presenciar su entrevista” con Francisco León de la Barra, quien había indicado el libre acceso de la prensa. Según advertía el corresponsal, el incidente daba la oportunidad de formarse “una ligera idea de la manera cómo los señores guardias del caudillo de la revolución entienden sus atribuciones”.36 Ya el 6 de junio de 1911, este diario había arremetido contra el líder revolucionario al intentar evidenciar que el empréstito que solicitó a los Estados Unidos debía entenderse como un robo a la nación. La diatriba intentaba calar en la mente de los lectores mediante varias estrategias narrativas que incluían una caricatura que recreaba al caudillo vestido como el tío Sam y sosteniendo bolsas con las sumas solicitadas a los vecinos norteño. Al pie de la imagen aparecían las siguientes quintillas:

Valiéndose de Calero,

Ha declarado Madero

Que hizo la revolución

Con hombres y con dinero

Salidos de la Nación.

Pero está bien comprobado

Que un empréstito extranjero

Por McCarrier fue arreglado,

Y, en consecuencia, Madero

Al pobre Pueblo ha engañado.37

En otras ocasiones, el diario conservador intentó desmitificar las múltiples atenciones recibidas por Madero durante su traslado ferroviario hacia la capital, contradiciendo las versiones difundidas por el cine, los impresos de Vanegas Arroyo y periódicos afines a la causa revolucionaria. En la misma página donde fue publicada la caricatura contra Madero, La Iberia incluyó una nota en la que se daba cuenta de la frustración ocurrida en un banquete en Aguascalientes saboteado por el propio gobernador, quien, según suposiciones, “no deseaba tomar parte en la bienvenida” del caudillo. Tal como relató el corresponsal, el ilustre homenajeado y sus acompañantes habían encontrado “a oscuras” el salón donde debía celebrarse la cena.38

Al cruzar las narraciones que circularon en las páginas de estos diarios conservadores con los relatos visuales y verbales publicados por la editorial de Antonio Vanegas Arroyo, podemos apreciar la opinión pública de la época como un terreno en conflicto con posiciones diversas que contendían a partir de múltiples estrategias discursivas. En este contexto, las hojas volantes no eran sólo un soporte curioso con un lenguaje inteligible para los sectores populares, sino un medio que desempeñó un papel eficiente en la recreación de una memoria de los acontecimientos revolucionarios con una marcada posición maderista.

4. Un disco de fonógrafo. El relato inconcluso de Julio Ayala

Apenas Madero arribó a la Ciudad de México, Julio Ayala debió poner manos a la obra para redactar el guion de un disco que, seguramente, ya había planificado días antes y que, como no era difícil imaginar, podía redituarle ganancias dada la emoción popular que reinaba en gran parte del país. El fonograma se tituló “Llegada de Madero a la ciudad de México” y según puede leerse en la estafeta fue grabado por Columbia Record bajo la catalogación de “género histórico descriptivo”.39

¿Cómo se narraba la llegada del caudillo en el fonograma? ¿A cuáles recursos apeló su autor para cautivar a las audiencias? ¿Tuvo el disco de Ayala una posición maderista igual que los impresos de Vanegas Arroyo?

La grabación iniciaba anunciando el título del disco. Luego se escuchaba durante varios segundos el pitido de un tren que se acercaba a la estación, un efecto sonoro que trasladaba a los oyentes a la estación donde las multitudes esperaban a Madero. No pocos pudieron haber pensado que la grabación se produjo en el mismo momento en el que se desarrollaban los acontecimientos que se narraba.

Mientras el tren se acercaba, uno de los individuos congregados en el andén exclama: “¡ahí viene, oigan la máquina, allí viene, allí viene ya!”, pero otro lo corrige diciendo: “no señor, es el último tren de las comisiones”. Entonces el ilusionado señor que creyó haber avistado el tren del caudillo contesta: “Caracoles la hora de la llegada era a las 10:00 y son las 11:35 y no aparece, tengo un hambre fenomenal”.

De ahí en adelante la conversación entre varios hombres prosigue de la siguiente forma:

-Si eso dice mamón blando que dirá biscocho duro, que desde las cuatro de la mañana, hora en que comenzó el temblor estoy sin alimento.

-Pero no le hace mi jefe, todo por ver a Madero, hoy todo México se queda sin comer.

-Oiga, amigo, y cuántos clubs habrá.

-Pues desde aquí hasta Palacio está lleno de gente y lo más bonito que no hay ni un tecolote hijo de la manchada alegre por todita la ciudad. Pues según se yo, anoche estaban apuntados 122 club, sin contar con las sociedades mutualistas. Pues eso es muy valedor. Lo que es horita sí que somos libres y soberanos. Clarinete vale. Unos decían que sí, otros decían que no y el día que llegó Madero hasta la tierra tembló.

-Oiga, amigo, no me pise tan fuerte.

-No le hace, mañana pone.

-¿Pone? Ya le pondré la mano en la carota.

-Orden, señores, orden y nos amanecemos.

-Porque es que este amigo de todo se indigesta.

-¿Se indigesta? Yo no sé con qué. Sólo con el viento, porque lo que son los arvejones se están meneando en la cazuelota, pero no en mi estómago, mi vale.

-Mire, mire amigo, ya el sol vendió la casa, si no le gusta estar aquí a tirar en juste a encaramarse en las estatuas de Colón y el caballito de Troya que le están trepando hasta en las orejotas.

De repente se volvía a escuchar el claxon de otro tren y alguien exclamaba entre la multitud: “Señores, las doce y diez. Eso sí es el tren”. La grabación concluía con vivas a Madero, Garibaldi, Francisco Vázquez Gómez, Cándido Navarro, Alberto Carrera y Torres, Juan Sánchez Azcona y al presidente de la República, don Francisco León de La Barra.

El fonograma intentaba transportar a los consumidores en el tiempo, no mediante las imágenes tomadas por los hermanos Alva o el lente de los reporteros, sino a través de los sonidos. Entre estos registros existió una notable diferencia. Gran parte del discurso visual en torno al acontecimiento, incluyendo el grabado que ilustró la hoja volante vendida por Vanegas Arroyo, había mostrado en primer plano a las elites políticas. Si bien se había captado la multitudinaria presencia de los sectores populares, ésta funcionaba como una imagen de fondo. Las identidades individuales parecían diluirse en una colectividad omnipresente, pero sin rostro. Sin embargo, en los discos de Ayala estos grupos marginales desempeñaban papeles protagónicos, porque podían ser escuchados en primera persona, revelar sus experiencias durante el recibimiento a Madero y mostrar sus ideas e inquietudes.

Conscientes de que las distinciones de clase también son sonoras, Ayala y sus colaboradores utilizaron acentos y frases que mostraron con éxito que quienes hablaban en el disco venían de abajo. Esto le permitió también demostrar, mediante una situación particular y personajes concretos, el apoyo popular que tenía el maderismo y la expectación de estos sectores durante el recibimiento del líder principal de la Revolución. Debo recordar que el énfasis en la presencia de los menos pudientes durante los festejos del 7 de junio de 1911, fue asimismo un recurso utilizado por los autores de los textos poético musicales publicados por Antonio Vanegas Arroyo.

A lo largo de la grabación también pueden apreciarse referencias contestatarias contra los integrantes de la policía, a quienes se identificaba con el mote de “tecolotes”. La alusión de uno de los personajes del disco de Ayala a la ausencia de los agentes del orden en el andén coincide con los reportes periodísticos. Por ejemplo, en una columna publicada por el periódico La Patria al siguiente día del recibimiento de Madero, se indicó que fueron los “estudiantes y algunas comisiones”, quienes se habían encargado de controlar al público congregado en la estación. Nunca antes, según el corresponsal del rotativo, el “pueblo mexicano” había “es tado más correcto”.40

Otro de los asuntos a los que se hizo mención en la representación sonora fue la amplia presencia de clubes revolucionarios durante el recibimiento: “Anoche estaban apuntados 122 clubs, sin contar con las sociedades mutualistas”. La presencia de estas organizaciones políticas fue tal que el diario El Imparcial publicó en su edición del 8 de junio una lista de ellas. Entre los nombres contenidos en el inventario figuraban los siguientes: Club 25 de Mayo de 1911, Club Mártires de Padierna, Club Democrático Colonias P. y Vallejo; Club Complot de acubaya; Club Rito Nacional Mexicano; Club Justicia y Progreso; Gran Liga Unida, Ex Reos Políticos; B. Juárez, Pachuca; Ambrosio Figueroa; Club Carmen Serdán; Club Libertador Morelos y Club Mártires de Río Blanco.41

A su vez, uno de los personajes del fonograma mencionó la experiencia de un movimiento telúrico ocurrido el día del recibimiento: “Unos decían que sí, otros decían que no y el día que llegó Madero hasta la tierra tembló”. Tampoco esta información había sido fruto de la imaginación de Ayala y sus colaboradores. Según los registros del Servicio Sismológico Nacional el terremoto tuvo como epicentro la costa de Michoacán y alcanzó una magnitud de 7.8 en la escala de Richter. Los daños provocados por el seísmo resultaron considerables. Además de haber derrumbado “el cuartel de San Cosme, el altar de la iglesia de San Pablo”, terminó por flexionar “rieles de tranvía”, “produjo grietas en las calles” y “destruyó 119 casas en el Distrito Federal”.42

La prensa de la época dio cuenta de estos efectos. El Imparcial, por ejemplo, en su edición del 8 de junio 1911 publicó en primera plana un reportaje titulado “El formidable temblor que sacudió ayer a la ciudad no ha tenido precedente” en el que se registraban, entre otros asuntos, los nombres de los heridos y de 49 personas fallecidas y se exponían imágenes de las ruinas del cuartel y los trabajos de salvamento.43 Al día siguiente, la primera plana del rotativo divulgó los efectos del terremoto en otros partes de la república. Los retrasos del tren de Manzanillo, la erupción del volcán de Colima, las altas cifras de decesos y la destrucción de dos pueblos enteros: Tonilita y San Andrés, formaron parte de las noticias ofrecidas, como siempre, acompañadas de representaciones visuales.44

Los vínculos entre el sismo y la llegada del caudillo a la capital cobraron sentido en el amplio margen de posibilidades interpretativas del misticismo nacionalista. Incluso, la historiografía posterior no perdió la oportunidad de relacionar los desastres naturales con los cambios políticos. Por ejemplo, al referirse al temblor un siglo después, Rafael Tovar y de Teresa apuntó que éste “parece una premonición, un aviso de la Providencia de que el antiguo orden se derrumba”.45 El fonograma de Julio Ayala reflejó la existencia de esta visión en los imaginarios de la época y la vez ayudó a difundirla a partir de las vivencias actuadas de espectadores pertenecientes a los sectores populares.46

La peculiar grabación puede apreciarse, al mismo tiempo, como una fuente valiosa para estudiar las características de las expresiones callejeras de aquella época. En este sentido, debemos resaltar el aporte realizado por los músicos y actores populares Rafael Herrera Robinson y Maximiliano Rosales, quienes formaron parte del equipo escénico de Ayala y le atribuyeron una carga de realismo a los episodios históricos con sus coloridas actuaciones. Además de colaborar con don Julio, estos individuos conformaron un famoso dueto que grabó decenas de discos y cilindros con escenas de la vida cotidiana mexicana para diversas empresas discográficas como Victor Talking Machine Company y Columbia Record.

El ingenioso guion y la satisfactoria escenificación lograron añadir también una innegable cuota de humor a la representación de un suceso político, un ingrediente que debió agradar a la mayor parte de los oyentes. Los diálogos picarescos no estuvieron ausentes de denuncia social. Además de hacer visible la repulsión hacia la policía porfiriana, evidenciaron la terrible situación alimentaria, debido al desabasto y la incertidumbre económica provocados por la guerra.

Luego de estas valoraciones sobre el contenido del disco, es posible suponer que, para algunos receptores, lo que hacía creíble la grabación, como registro verosímil del acontecimiento narrado, no era sólo el uso de los efectos acústicos, sino también el apego del relato a la información comprobable de los hechos, ya fuera mediante la prensa periódica, las imágenes cinematográficas o los recuentos orales de quienes presenciaron el recibimiento. La estrategia de Ayala consistió en lograr lo que el historiador norteamericano Robert Rosentone, en el ámbito del análisis cinematográfico, llama la condensación, es decir, una invención que “únicamente altera y comprime el espíritu de unos hechos, documentados, en una forma dramática”.47

Resulta difícil saber con exactitud cuándo el fonograma entró al mercado mexicano. Los diversos anuncios que he podido localizar en la prensa datan de septiembre de 1911, es decir, dos meses luego de que hubiera sucedido el acontecimiento narrado. El jueves 14 de septiembre de 1911 los lectores del Diario del Hogar apreciaron un anuncio en el que se informaba que, por $12.25, podían “adquirir la colección completa de los discos descriptivos de los principales episodios de la Revolución Maderista. El disco sobre la llegada de Madero ocupaba el penúltimo lugar en una lista que incluía 8 fonogramas de Ayala:

  • 1. Tragedia de Aquiles Serdán

  • 2. La toma de Ciudad Juárez (Rendición del General Navarro)

  • 3. Resumen de la Batalla de Ciudad Juárez (Parte oficial).

  • 4. Rebelión del General Orozco en Ciudad Juárez (Atentado contra la vida del General Navarro.

  • 5. Escándalos en la cámara de diputados y en las calles de México.

  • 6. Salida del General Díaz (En el puerto de Veracruz).

  • 7. Llegada de Madero a la ciudad de México.

  • 8. Discurso de D. Francisco I. Madero en Puebla, 18 de julio de 1911.

  • 9. Discurso de D. Francisco I. Madero en Puebla 1ra parte.

  • 10. Discurso de D. Francisco I. Madero en Puebla 2da parte.

A éstos se sumaban otras piezas con música de banda que también formaban parte de la colección promocionada. Entre los títulos destacaban varias obras referidas al héroe coahuilense como, por ejemplo, las marchas two step “Viva Madero” y “Francisco I. Madero”, en cuya interpretación había intervenido la Banda española.

Cabe destacar, por último, que los anuncios sobre esta colección de discos revolucionarios aparecieron en diversos periódicos con diferentes formatos y “dispositivos de seducción”. Uno de los diseños publicitarios que más llama la atención es el patrocinado por la casa Mosler, incluido en varios números de los periódicos El País y El Diario, en el cual se muestra un retrato de Francisco Madero. Por su parte, un anuncio pagado por la Agencia General de A. Wagner ofreció una lista completa de las grabaciones de Julio Ayala, pero sin ofrecer detalles de su precio. La publicidad terminaba recomendando a los posibles clientes que debían “oír estos notables discos” en “la máquina parlante sin rival marca Maestrofono, las cuales podían adquirirse en la agencia”.48

Lejos de ser sólo una pista curiosa, los anuncios publicitarios ofrecen información de gran valor para calcular el tiempo que pudo tardar cada disco en salir a la luz, o más bien al oído público. Si tomamos como referencia la fecha en que se publicó el anuncio, es decir, el 14 de septiembre de 1911 y que el último acontecimiento recreado por Ayala fue el discurso ofrecido por Madero en la ciudad de Puebla el 18 de julio de ese año, tenemos un margen de casi dos meses.

Otra cuestión que puede observarse en la publicidad es el precio de los fonogramas, los cuales costaban aproximadamente 88 centavos, es decir, el equivalente a 44 ejemplares de El Imparcial. Este monto también era muy superior al precio de las hojas volantes, las cuales solían venderse a cinco centavos. A pesar de ello, existieron múltiples espacios, prácticas y experiencias que permi tieron que las piezas de Julio Ayala llegaran a los oídos de los sectores más humildes, como veremos más adelante.

5. A modo de epílogo. Prácticas y espacios de circulación

La efectividad de los medios de comunicación abordados en este artículo en los procesos cotidianos de construcción y recreación de la memoria de los sucesos revolucionarios se debió, en gran medida, a las diversas prácticas y circuitos que posibilitaron su recepción.

Como ya señalamos en el primer apartado, los impresos de Vanegas Arroyo fueron vendidos en la Ciudad de México gracias a la labor de los papeleritos que solían recorrer las principales arterias capitalinas, así como cafés, parques, pulquerías e iglesias voceando los llamativos títulos elegidos por don Antonio. Fuera de las fronteras de la capital, las hojas volantes solían circular por medio del servicio de correo. A la llegada de Madero, el editor popular continuaba recibiendo misivas con pedidos desde diferentes puntos de la geografía nacional, pero también desde el sur de Estados Unidos, una práctica que se ha podido rastrear desde finales del siglo XIX.49

Gracias a los registros de la editorial hoy podemos acceder a algunas de las solicitudes, las identidades de los compradores y sus lugares de procedencia. Entre los clientes radicados en México, por ejemplo, figuraban Sixto Torres de Ciudad Victoria, Tamaulipas; Daniel Montero de Monterrey, Nuevo León, y Luis A. Martínez, quien residía en Comitán, Chiapas. Desde Estados Unidos don Antonio había recibido pedidos de Ruperto Vázquez, de Alburquerque, Nuevo México; Encarnación Rodríguez, de Avoca, Texas, y Blas Romero, quien remitió su pedido desde Dawson, Nuevo México.

Queda por estudiar en qué medida el paso de la guerra y la interrupción del ferrocarril afectaron las ganancias de la editorial hacia los territorios arrasados por el conflicto. Podemos señalar que, al menos en junio de 1911, las ventas fueron favorables para el negocio. Según la “balanza de comprobación” de la editorial correspondiente a ese mes, el saldo deudor de las mercancías generales fue de 2 014. 75 pesos.50

Los discos de Columbia Record tuvieron un alcance geográfico similar. Sus usos en la Ciudad de México durante la Revolución fueron favorecidos no sólo por el abaratamiento de las máquinas parlantes y la económica oferta de los fonografistas ambulantes, lo que le permitían a los usuarios no sólo acceder a las grabaciones por una monedas, sino también por la gran cantidad de establecimientos comerciales que colocaban fonógrafos y gramófonos en los mostradores para atraer a los clientes.

Por ejemplo, el 28 de septiembre de 1911, justo cuando la prensa periódica publicitó los discos de Julio Ayala sobre la llegada de Madero y otros sucesos de la Revolución, Pedro Toro González se dirigió al gobernador del Distrito Federal para solicitar que se le permitiera “hacer uso de un fonógrafo en su Café denominado Salón Azul situado en la 8va de Mezones perteneciente a la casa no. 116 de la calle 7ª de Jesús María”.51 Ocho días antes la señora Guadalupe solicitó una licencia similar al gobernador. Según señalaba en la misiva, su negocio era la repostería La Nochebuena, localizada en la esquina de la 3ª calle de Recabado y la 1ª de San Juan de Dios.52

Fuera de la capital, la circulación de los fonogramas se pudo llevar a cabo gracias a las diversas tiendas de máquinas parlantes, discos y cilindros, ubicadas en ciudades y pueblos a lo largo de la República. Algunos de estos establecimientos, como el de Rudesindo Martín en Mérida, llegaron a combinar esta oferta sonora con la venta de las codiciadas bicicletas.53

Los fonogramas mexicanos producidos por empresas estadounidenses, como fue el caso del disco “La llegada de Madero a la Ciudad de México”, recibían el calificativo de étnicos. A la vez que brindaron grandes ganancias a las compañías discográficas, estas grabaciones se convirtieron en un mecanismo de resistencia y reafirmación de la cultura de origen.54 Miles de desplazados por la guerra revolucionaria o por las políticas porfirianas, pudieron escuchar las escenificaciones de Ayala y sus colaboradores como un medio de actualización sobre los sucesos acaecidos en el país, pero también como un puente acústico entre dos mundos para mitigar la nostalgia por la patria.

Al imaginar y reconstruir estos procesos de circulación, encontramos un suceso relevante: el propio Madero estuvo entre los consumidores de las ingeniosas representaciones sonoras. El 2 de octubre de 1911, apenas unas semanas después de que los discos de Ayala salieran al mercado, un representante de la Compañía Fonográfica Mexicana le escribió al caudillo una carta acompañada por la colección de fonogramas históricos. Su respuesta, utilizada por la empresa para publicitar los discos, tenía el visto bueno del individuo más relevante de aquellas escenificaciones. He aquí su contenido:

México, D. F., 5 de Octubre de 1911. Compañía Fonográfica Mexicana S. A., 1º Calle de López N’ 7, CIUDAD. Muy señores míos: No sé si habrán recibido ustedes la contestación á su grata 2 del pasado, pues encargué á mi Secretario les contestara. De todos modos, reciban ustedes mi sincero agradecimiento por la colección de discos descriptivos de la revolución que me remitieron y que me han agradado muchísimo, así como mi felicitación por ese trabajo. Me es grato subscribirme de ustedes, su afino. y atto. S. S., Francisco 1. Madero.55

El agradecimiento del distinguido remitente debió ser sincero. Los discos, al igual que las hojas volantes de don Antonio, a pesar de sus diferentes códigos y soportes, habían mostrado una postura política de amplia defensa del maderismo, tal vez por un convencido partidismo o por un frío cálculo comercial. Lo cierto es que, más allá de la efervescencia avizorada en el recibimiento, no fueron pocos los diarios y revistas que, aprovechando la libertad de expresión, llevaron a cabo un “linchamiento gráfico” de Madero.56 Es de suponer que quienes disfrutaron los reaccionarios relatos y caricaturas en las páginas de El Ahuizote, La Risa y Frivolidades, no simpatizaron con los fonogramas de Ayala.

Mientras don Francisco escuchaba los episodios en su despacho o en la tranquilidad del hogar, los sonidos debieron hacerlo viajar a un pasado cercano y reflexionar sobre la velocidad irreparable de las revoluciones. Cuán rápido habían pasado los días en el exilio, las peripecias en la toma de Juárez, el dolor por la muerte de Serdán, la impensable partida de Porfirio -para ese entonces en Francia-, las disputas regionales, las demandas zapatistas, los viejos enemigos. Sin duda, las preocupaciones podían encontrar un margen de calma, mientras la aguja del gramófono interrogaba los surcos de la cera dura. Quizá, la posibilidad de apreciar la recreación de su propia voz le arrancó alguna sonrisa. No debió sospechar en aquellos instantes que, años después, los mismos ac tores y la misma empresa producirían fonogramas sobre nuevos sucesos de la Revolución, esta vez defendiendo la traición de Victoriano Huerta, su futuro asesino.

Fuentes

Archivos consultados

Documentos resguardados por José Raúl Cedeño Vanegas y Ángel Cedeño Vanegas, bisnietos del editor Antonio Vanegas Arroyo y Carmen Rubí. [ Links ]

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*Una primera versión de este artículo fue realizada en el marco de una estancia posdoctoral llevada a cabo en el Instituto de Investigaciones Histórica de la UNAM. Agradezco a esta institución y sus trabajadores por el apoyo ofrecido y en especial a Elisa Speckman Guerra, quien fungió como tutora durante dos años maravillosos de superación

1Emilio Portes Gil, Autobiografía de la Revolución mexicana (México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 2003): 46.

2Anónimo, “Entusiasmo de ayer. La llegada del Sr. Madero”, en El Correo Español, 8 de junio de 1911.

3Anónimo, “La llegada del señor Madero”, en La Patria, jueves 8 de junio de 1911.

4 Arturo Guevara Escobar, Aurelio Escobar, fotógrafo. La H. J. Gutiérrez Foto y Francisco Madero (México: INAH, 2014).

5Anónimo, “La llegada del señor Madero”, en El Tiempo, jueves 8 de junio de 1911.

6 Aurelio de los Reyes, Vivir de sueños (1896-1920), vol. 1, Cine y sociedad en México (México: Instituto de Investigaciones Estéticas, INAH, UNAM, 2013): 119.

7 Reyes, Cine, 119.

8Según las estadísticas registradas, en 1910 vivían en la ciudad 471 066 personas. Dirección General de Estadística. Estadísticas sociales del porfiriato 1877-1910 (México: Secretaría de Economía, Dirección General de Estadística, Talleres Gráficos de la Nación, 1956), 9.

9 Ariel Rodríguez Kuri, Historia del desasosiego. La revolución en la ciudad de México (1911-1922), (México: El Colegio de México, 2010); Rafael Barajas Durán, El linchamiento gráfico de Francisco I. Madero (México: Fondo de Cultura Económica, 2019).

10 Jesús Silva Herzog, Los antecedentes y la etapa maderista, v. 1, Breve historia de la Revolución mexicana (México: Fondo de Cultura Económica, 1972), 231.

11 Silva Herzog, Breve historia, 231.

12 Rodríguez Kuri, Historia del desasosiego, 22.

13 Rodríguez Kuri, Historia del desasosiego, 22.

14 Jaddiel Díaz Frene y Ángel Cedeño Vanegas, Antonio Vanegas Arroyo, andanzas de un editor popular, 1880-1901 (México: El Colegio de México, 2017), 72-93.

15 Díaz Frene y Cedeño Vanegas, Antonio, 72-93.

16 Inventarios y balances de la Editorial A. Vanegas Arroyo (México: Editorial Vanegas Arroyo, 1913): 20.

18Semanario Literario Ilustrado, México, 3 noviembre de 1902, 740.

19Semanario Literario, 3 noviembre de 1902, 740.

20Semanario Literario, 3 noviembre de 1902, 740.

21Según el anuncio, el taller mecánico de Ayala era presentado como “único en México en su género para composturas de fonógrafos, cinematógrafos, máquinas de escribir, bicicletas y toda clase de aparatos eléctricos y científicos”. Semanario Literario, 15 de diciembre de 1902.

22Libro de contabilidad de la Editorial Vanegas Arroyo (1911).

23 Sergio Daniel Ospina Romero, “Recording Studios on Tour: The Expeditions of the Victor Talking Machine through Latin America, 1903-1926” (Tesis de doctorado, Cornell University, 2019).

24 Arturo Espinosa, Biografía del señor Don Antonio Vanegas Arroyo, manuscrito (México: Acervo de la familia Venegas Arroyo, 1955).

25 Espinosa, Biografía.

26En torno a la evolución del precio de los impresos de la editorial, ha destacado Elisa Speckman que “originalmente las hojas costaban un centavo”, “sin embargo, en 1913 el precio se elevó a tres centavos, más tarde a cinco y finalmente a 20”. Elisa Speckman Guerra, “Cuadernillos, pliegos y hojas sueltas en la imprenta de Antonio Vanegas Arroyo”, en Belem Clark de Lara y Elisa Guerra (eds.), v. 2, La república de las letras: asomos a la cultura escrita del México decimonónico (México: UNAM, 2005), 395.

27El País, Ciudad de México, 9 de junio de 1911, 4.

28El País, 4.

29El Imparcial, Ciudad de México, 7 de junio de 1911, 3.

30Inventarios y balances, 23.

31Anónimo, El Imparcial, Ciudad de México, 8 de junio de 1911, 1.

32Anónimo, El País, Ciudad de México, 6 de junio de 1911, 3.

33Juan Flores del Campo, “Don Francisco I. Madero triunfante, canción inédita para ponerle música”, en Editorial Vanegas Arroyo, “Entrada triunfante”.

34Cómo fue la entrada del Sr. Madero a México, Ciudad de México: Vanegas Arroyo, 1911.

35Anónimo, “Ecos de la recepción”, en El País, Ciudad de México, 9 de junio de 1911, 1.

36Anónimo, “Accidente desagradable en el Palacio Nacional”, en La Iberia, Ciudad de México, 9 de junio de 1911, 4.

37Anónimo, “Nota gráfica. Los recursos de Madero”, en La Iberia, Ciudad de México, 6 de junio de 1911, 1.

38Anónimo, “Un banquete frustrado. Madero en Aguascalientes”, en La Iberia, Ciudad de México, 6 de junio de 1911, 1.

40Anónimo, “Entrada triunfal de D. Francisco I. Madero”, en La Patria, Ciudad de México, jueves 8 de junio de 1911, 1.

41Anónimo, “Ayer fue para la capital un día de jubiloso regocijo patriótico”, en El Imparcial, Ciudad de México, 8 de junio de 1911, 7.

42“Grandes sismos sentidos en la ciudad de México a través de su historia”, 22 de junio de 2017. Disponible en: <http://secre.ssn.unam.mx/SSN/Doc/Sismo85/sismo85-7.htm>.

43Anónimo, “El formidable temblor que sacudió ayer a la ciudad no ha tenido precedente”, en El Imparcial, Ciudad de México, 8 de junio de 1911,1.

44Anónimo, “Siguen llegando a la capital detalles aterradores del último temblor”, en El Imparcial, Ciudad de México, 9 de junio de 1911, 1. Todavía el sábado 17 de junio de 1911, el tema del temblor seguía ocupando las primeras planas. La edición de El Ahuizote, “semanario político de caricaturas”, correspondiente a ese día, sacó a la luz pública un cartón titulado “Cuando Madero llega, hasta la tierra tiembla”. En su libro, Barajas Durán, El linchamiento gráfico, describió esta representación visual de la siguiente forma: “La imagen retrata a Madero entrando a una Ciudad de México devastada. La banda presidencial cruza el pecho del dirigente, quien carga una maleta en la que lleva su plataforma, su bagaje político y sus discursos; el revolucionario triunfante saluda a un público inexistente”. Barajas Durán, El linchamiento gráfico, 91.

45 Rafael Tovar y de Teresa, De la paz al olvido: Porfirio Díaz y el final de un mundo (México: Taurus, 2015).

46Llama la atención que en las hojas sueltas publicadas por don Antonio Vanegas no se explotara este espectacular filón noticioso, sobre todo si tenemos en cuenta que a lo largo de toda su carrera el editor había aprovechado el impacto de acontecimientos.

47Rosentone argumenta su propuesta de la siguiente forma: “La explicación de una batalla, de una huelga o de una revolución difícilmente puede describir con toda exactitud los hechos tal y como sucedieron. Y aquí aparece la convención, la ficción, que nos permite seleccionar unos determinados datos y acontecimientos que representen la experiencia colectiva de miles, de cientos de miles e, incluso de millones de personas que participaron o padecieron hechos documentados. A este tipo de convención también la podemos llamar condensación”. Robert Rosentone, El pasado en imágenes: el desafío del cine a nuestra idea de la historia (España: Ariel, 1997), 58.

48Anónimo, “Episodios históricos de la Revolución maderista en discos dobles”, en El País, Ciudad de México, 24 de octubre de 1911, 5.

49 Díaz Frene y Cedeño Venegas, Antonio Vanegas Arroyo, 125-129.

50“Libro de cuenta donde se registró la balanza de comprobación perteneciente a los libros del señor Antonio Vanegas Arroyo”, 1911. Información consultada gracias a la generosidad de José Raúl Cedeño Vanegas.

51Secretaría del Gobierno del Distrito, año fiscal 1911-1912, licencias diversas, sección 3, número 69. Archivo Histórico de la Ciudad de México.

52Secretaría del Gobierno del Distrito, año fiscal 1911-1912, licencias diversas, sección 3, número 69. Archivo Histórico de la Ciudad de México.

53Enrique Martín Briceño, “La acreditada Casa Martín”, La Jornada Maya, 24 de junio, 2019.

54 Lizabeth Cohen, “Encountering Mass Culture at the Grassroots: The Experience of Chicago Workers in the 1920s”, American Quarterly 41, núm. 1 (March 1989), 6-3.3

55 Rafael Antonio Ruiz Torres, “Historia de las bandas militares de música en México: 1767-1920” (tesis de maestría, Universidad Autónoma Metropolitana, 2002): 247

56 Barajas Durán, El linchamiento gráfico, 91.

Recibido: 09 de Marzo de 2021; Aprobado: 16 de Agosto de 2021

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