En la introducción a El traspaís… el autor destaca que la “originalidad de este libro se sustenta en la voluntad de entender la turistificación de un espacio a través de una aproximación regional, y de focalizar sobre uno de los actores del sistema turístico: los miembros de las sociedades locales” (pp. 34-35). De esta manera sintetiza en tres renglones un complejo y provocador trabajo geográfico sobre el turismo comunitario, que utiliza como laboratorio de análisis el traspaís de Cancún y la Riviera Maya. Para plantear lo que esta obra ofrece considero necesario bosquejar quién es el autor, pues sus experiencias desde distintas posiciones en relación con el turismo están presentes a lo largo de la obra.
Samuel Jouault es un viajero incansable, que trasmite un conocimiento profundo del turismo, no solo del traspaís, de Yucatán, sino también del turismo comunitario en toda la cuenca del Caribe Continental y en otras regiones de Sudamérica, Asia y África. Es también un promotor de nuevas formas de hacer turismo, como el turismo solidario, y es en este que, trabajando como guía de turistas, se involucró, desde que era estudiante, con el turismo comunitario en Yucatán. Es un cuestionador del papel que debe tener el científico social, lo que lo lleva a involucrarse en procesos de investigación acción participativa, donde se convierte en un sujeto más, al lado de los actores locales, en la búsqueda de soluciones y acciones. Es, finalmente, un promotor de la interculturalidad y del desarrollo de redes alternativas de conocimiento, partícpe en intercambios de experiencias con los miembros de las sociedades locales en Oaxaca, en Ecuador, en congresos internacionales donde ha creado espacios para la participación de estos actores que, desde su experiencia, confrontan y cuestionan la visión académica.
El libro podría leerse desde varias perspectivas: la del modelo turístico que aborda, la del turismo como constructor de espacios sociales, la del rol de los actores locales en el proceso de turistificación, la del papel de las políticas públicas, entre otros. Decidí decantarme por centrar esta reseña en la manera en que emplea la metodología geográfica para abordar el complejo proceso de turistificación de los espacios rurales y dejar a los lectores la tarea de descubrir con su lectura las múltiples ramificaciones interconectadas a las que nos lleva por este camino.
La aproximación regional y el enfoque multiescalar
La obra se inscribe en un enfoque crítico al turismo, al considerar que la turístificación de los territorios rurales de la península forma parte de un proceso global de expansión del capital, que así enfrenta las crisis de sobreproducción y encuentra nuevos espacios de reproducción y generación de plusvalía.
El abordaje regional permite interpretar y contextualizar las diversas escalas en que operan simultáneamente las relaciones entre actores, desde la global, hasta los propios cuerpos individuales.
El marco territorial del estudio es el traspaís de Cancún-Riviera Maya. Traspaís es el término en español del francés arriére pays, que se refiere a los territorios ubicados detrás de una región costera, ese país que está atrás, que no se ve pero que existe. El concepto de traspaís permite entender las relaciones que se establecen entre el desarrollo turístico de la costa y los territorios rurales del interior (Jouault et al., 2016). Así, la región del traspaís es el eje para analizar, hacia arriba, las relaciones entre este espacio rural y los procesos de escala nacional y global, y al mismo tiempo para bajar a la escala local, las comunidades que se turistifican y más aún, los procesos al interior de sus espacios colectivos y privados, la familia y su reestructuración y los propios individuos como actores con agencia en este proceso.
El modelo centro-periferia
En la introducción el autor resalta dos ideas como ejes a partir de los que organizó la investigación. Una de ellas gira en torno a la manera en que la turistificación de los espacios interiores, en este caso la periferia, va cambiando en sus relaciones con el centro, en este caso, el litoral de Cancún y la Riviera Maya.
Para analizar este proceso retoma una de las teorías sobre centro-periferia, señalando que este modelo ha sido ampliamente utilizado en geografía, aunque en los últimos años se ha abandonado la reflexión sobre los márgenes y las periferias. Cita en particular a Alain Reynaud (1981), quien a partir de la experiencia europea plantea tres tipos de relación:
Periferia dominada o abandonada por el centro (flujos de capital, población, materias primas) cuando la diferencia crece.
Periferia integrada y explotada, cuando la diferencia se estabiliza.
Periferia integrada y anexada, cuando la diferencia disminuye.
Reconociendo la importancia que tiene volver a traer a la mesa de debate, esta discusión, indudablemente muy poco desarrollada en los trabajos sobre turismo comunitario, me permito diferir de las conclusiones a que llega en términos de cómo el turismo comunitario empieza a conferir una cierta centralidad a los espacios donde opera. En América Latina la teoría centro-periferia se desarrolló para explicar la relación entre los países colonizados y los colonizadores después de la independencia de los primeros, planteada en términos de desarrollo-subdesarrollo, al considerar que la independencia no trajo consigo la desaparición del colonialismo, sino que este pasó a ser un colonialismo interno, ya que al interior había una estructura que reprodujo las relaciones de dominación, dependencia y subordinación. Existe una amplia bibliografía sobre el tema desde fines de la década de 1940, con autores vinculados a la CEPAL como Raúl Prebisch (1949) o Celso Furtado (1967) hasta trabajos recientes como los de Wallerstein (2005).
La idea del autor es provocadora ya que lleva a retomar esta discusión, no resuelta aún. Vale la pena dejar abierta la pregunta: ¿cuáles son los cambios en las relaciones entre este centro y su periferia?, cuestión importante en el contexto actual cuya respuesta, desde mi punto de vista, habría que buscarla en las nuevas reconfiguraciones que adquiere lo rural al incorporarse a la modernización y convertirse en nuevos espacios para la reproducción y acumulación del capital.
La construcción de tipologías
La geografía requiere clasificar, es una necesidad innata a la disciplina para poder interpretar los procesos en sus múltiples interacciones espacio-temporales; a estas clasificaciones tradicionalmente la disciplina las ha llamado tipologías, que son una de sus aportaciones importantes, y en varias ocasiones se encuentran en la base del desgajamiento de nuevos campos disciplinarios derivados de la geografía: tipos de climas, de suelo, de vegetación, de migraciones, de ciudades, de lenguas, etc.
En el libro se proponen o adaptan varias tipologías que considero de utilidad práctica para aplicarlas o adecuarlas a los contextos de investigaciones sobre el turismo comunitario. A manera de ejemplo resumo cuatro de ellas:
Tipología de la oferta de las empresas sociales de turismo alternativo (adaptada de García et al., 2015), en la que establecen tres grandes tipos: ecoturismo, aventura y descubrimiento de la ruralidad, señalando para cada uno de ellos los ofertados en la península de Yucatán, las prácticas turísticas asociadas, los recursos naturales o culturales involucrados y las actividades que se ofrecen.
Tipos de relaciones comerciales que establecen las empresas con agentes externos: comercialización directa; indirecta a través de ONG, de acuerdos comerciales con agencias y tour operadores, o de contratos de arrendamiento.
Tipología de la relación entre las sociedades locales y el desarrollo turístico. Parte de analizar quiénes se benefician y cómo para clasificar el papel de los actores externos y el nivel endógeno de decisión, estableciendo cuatro tipos: 1) control de las decisiones por los miembros; 2) sometimiento de las decisiones a un actor externo; 3) contratación de la empresa por un actor externo que es quien organiza las visitas, y 4) la apropiación, la desposesión, por un actor externo, generalmente el Estado, que luego lo concesiona a empresas privadas.
Tipología de la dinámica de la milpa, de los espacios domésticos y de la actividad turística en el corazón del traspaís: 1) permanencia total de los espacios doméstico (vivienda, solar y parcela milpera); 2) permanencia parcial, vivienda y solar, pero no de la parcela; 3) abandono de la milpa en pro del proyecto turístico, pero mantenimiento de los espacios domésticos; 4) preservación de la milpa mediante trabajadores contratados, 5) abandono de la milpa por razones migratorias.
La escala fina: el espacio doméstico turistificado
A partir de casos de estudio el autor muestra cómo se resignifican los espacios domésticos a una escala muy detallada. Por ejemplo, describe tres itinerarios ofertados a los turistas en Ek Balam para mostrarles los espacios de la vida cotidiana, aclarando que hay reglas que rigen este uso turístico y cómo los actores locales determinan lo que muestran y lo que mantienen en su intimidad cultural:
desarrollo de diversas actividades simultáneamente en el interior de la casa y del solar con el objetivo de mostrar todo como un conjunto;
visita a talleres de urdido de hamacas en el frente de la casa, donde los turistas conversan, aprenden a urdir y pueden adquirir una;
circuito dedicado a observar o realizar actividades cotidianas dentro de la unidad doméstica, específicamente en el solar y el cuidado de los frutales, que son los espacios productivos administrados por la mujer.
El papel de las sociedades locales
Como se señaló al principio de esta reseña, la originalidad de este libro se sustenta en dos aspectos: el enfoque regional, ya tratado, y el hecho de que focaliza el análisis sobre uno de los actores del sistema turístico: los miembros de las sociedades locales.
Analiza el papel que desempeñan los individuos; identifica a los impulsores endógenos de este desarrollo local y describe sus trayectorias. Observa la ascensión de los líderes al poder y la repercusión de esta en la organización de la empresa social y de otros proyectos colectivos. La comparación entre líderes tradicionales y nuevos líderes es rica en enseñanzas. Permite entender la manera en que los grupos se recomponen socialmente y se desarrollan o no (o redefinen) un sentimiento de pertenencia a la comunidad.
En estas trayectorias descubre el impacto de la vida en Cancún, de la migración, de la inestabilidad de los trabajos y del retorno para vivir cerca de la familia. Del esfuerzo para que los hijos no tengan que emigrar y “perderse en las drogas” y tengan una oportunidad de trabajo en su lugar. Destaca la incorporación de las mujeres, el trabajo femenino en estos emprendimientos sociales y el surgimiento de lideresas que, a partir de este turismo, han logrado posicionarse en sus comunidades.
En las conclusiones, destaca “las capacidades profesionales adquiridas en el transcurso de los circuitos migratorios y cómo permiten que los migrantes que regresan a su comunidad desempeñen el papel de facilitadores del aprendizaje de nuevas habilidades en sus cooperativas. A lo anterior, se añade que algunos de los hijos, nietos y sobrinos de los fundadores de varias empresas sociales han salido a estudiar una carrera universitaria afín al turismo comunitario, esta formación de profesionales y recursos humanos empieza a ser un aspecto clave para el futuro de las empresas en el traspaís” (p. 236).
Finalmente desarrolla el tema de las redes colaborativas, que están desempeñando un papel fundamental en el posicionamiento de estas empresas en el mercado turístico de la península. Actualmente hay ocho redes. Su trabajo desde la investigación acción participativa, influyó en la creación de una de ellas, Co´ox Mayab en Yucatán, y en la posterior alianza de tres redes, una de cada estado, la Alianza Peninsular para el Turismo Comunitario, que muestra cómo desde abajo también se inician procesos de integración que ascienden a la escala estatal o peninsular, y que en el caso de la Alianza trascienden los limites peninsulares y más allá, los nacionales, al asesorar, de manera horizontal, a empresas de Guatemala. Los actores locales que participan en estas redes son menos dependientes de la intermediación y han reforzado su capacidad de negociación, de tal manera que su agenda incluye la defensa del territorio.
La respuesta local como esperanza en términos de Harvey (2003)
Su reflexión final se centra en la crisis de la COVID-19, ubicada como un elemento más en la profunda aleatoriedad del turismo, y la necesidad de redifinir un modelo de viajes de corta distancia y menor masificación, donde el turismo comunitario muestra un posible camino.
El libro, finalmente, “plantea interrogantes al modelo de desarrollo turístico impuesto por las políticas públicas mexicanas e internacionales en los últimos cincuenta años. […] ¿estamos aún a tiempo de redireccionar el modelo? El turismo comunitario puede ser una opción creciente para numerosos turistas en la post pandemia, pero no puede seguir buscando validarse en una mala copia del turismo urbano o de sol y playa; por el contrario, tiene condiciones para privilegiar la calidad sobre la cantidad en términos de afluencia y la autenticidad en términos de oferta y de servicios” (p. 238).