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Acta poética

On-line version ISSN 2448-735XPrint version ISSN 0185-3082

Acta poét vol.25 n.2 Ciudad de México Sep./Nov. 2004

 

Artículos/Lingüistica

 

Puntos de vista y persona: cuestiones de semántica

 

Pierre-Yves Raccah*

 

* CNRS. CeRes. Universidad de Limoges.

 

Resumen

En este artículo, presentamos un marco semántico, la Semántica de los Puntos de Vista (SPV), inspirado en algunas ideas de Oswald Ducrot y en dos tipos de reflexiones: una metodológica sobre las relaciones entre ciencia, creencia y observación, y otra, interdisciplinaria, sobre las relaciones entre semántica, cognición y cultura. Después de recordar por qué la única realidad a la cual los observadores humanos tenemos acceso es construida, y por qué dicha construcción depende de los sesgos culturales y creencias compartidos por la comunidad, el artículo ilustra, con una metáfora, el papel de los mitos y de la identificación, en la construcción de la personalidad subjetiva. Se ilustrará también cómo esta manera de concebir la personalidad y la subjetividad, a través de la noción de puntos de vista, abre la puerta a una concepción de la semántica, la SPV, que puede considerarse una continuación de la Teoría de la argumentación en la lengua, ya que utiliza, de manera central, el concepto de topos. Además de presentar el marco general de la SPV, el artículo presenta el modelo descriptivo, insistiendo en las aportaciones nuevas, respecto del modelo tópico utilizado en el análisis del discurso: entre otras cosas, la descripción tópica del léxico, las bases de una semántica contrastiva, y la representación tópica del conocimiento y de las creencias socialmente compartidas. En una conclusión crítica, se discuten varias objeciones externas e internas, y se presentan los mayores programas de investigación que este marco ha abierto en la actualidad.

 

Abstract

In this paper, I present a semantic framework, the View Point Semantics (VPS), inspired by some of Oswald Ducrot's ideas, and based on two types of reflections: one type consists of a set of reflections on the relationship between science, belief and observation; the other type is the study of a set of interdisciplinary questions on the relationship between semantics, cognition an culture. The paper first reminds the reader why the only reality to which we, as human observers, have access is constructed, and why that construction is constrained by cultural biases and beliefs, shared among the members of the cultural community. Through a metaphor, the paper then illustrates the role of myths and identification in the construction of subjective personality. That way of conceiving personality and subjectivity, through the notion of view points, will be shown to open to a new conception of semantics, vps, which can be considered to be a continuation of the theory of Argumentation Within Language, for it centrally uses the concept of topos. In addition to presenting the general framework of vps, the paper also details its descriptive model, emphasizing new findings, improvements and extensions, with respect to the classical topical model, as it is used in Discourse Analysis: among others, the topical description of lexicon, the foundations of a contrastive semantics, and the topical representation of knowledge and of socially shared beliefs. In a critical conclusion, the paper discusses various external and internal objections, and presents the great lines of the main research programmes that are now developed within VPS.

 

Este artículo intenta ser una contribución al análisis de las relaciones entre las herramientas que las lenguas proporcionan para construir sentidos y la manera como los seres humanos construimos y desarrollamos nuestra personalidad. Dicha contribución subraya el papel de los mitos y de la literatura en la construcción de un mundo virtual, socializado y humanizado, que sirve de interfaz y de acceso al mundo externo: este mundo virtual, en el cual toman raíces los procesos semánticos de las lenguas humanas, se caracteriza por la subjetividad de sus elementos. Veremos cómo esta subjetividad, característica de las construcciones humanas, se puede describir, en términos de puntos de vista, en el marco de una teoría lingüística empírica del significado, inspirada en algunas de las ideas de Oswald Ducrot.

Para empezar, mostraré que, ya que no tenemos acceso directo a la realidad externa, cualquier influencia que dicha realidad pueda tener sobre los seres humanos pasa por una construcción cognitiva: una realidad virtual que, por razones evidentes, no podemos, en principio, diferenciar de la "realidad real". Dicha construcción, que constituye la interpretación que cada persona hace del material que le facilita su aparato sensorial, es el resultado de una elaboración individual y social. Según este punto de vista, cada ser humano vive en un mundo virtual que él mismo ha construido. Lo que hace que —o nos produce la ilusión de que— los miembros de una civilización compartan el mismo mundo tiene su origen en el hecho de que las reglas de elaboración de dicha interpretación son relativamente estables y compartidas en una sociedad y en una época determinadas: nos las proporciona la sociedad en la cual vivimos durante el desarrollo ontogenético de la persona, despejando el estado de desarrollo filogenético de dicha sociedad. Así, la persona y el mundo (virtual para un observador externo, pero real para la persona misma en el sentido de que es el único que puede influenciarla)1 se desarrollan de forma interrelacionada.

Propondré una metáfora de la constitución de la personalidad basada en las nociones de áreas de identificación y de conexidad. Examinaré rápida y superficialmente cómo, según esta metáfora, los mitos —y más generalmente la literatura— contribuyen en la construcción de estas áreas de identificación y estudiaré las relaciones entre esta metáfora y las estructuras semánticas de las lenguas habladas por los seres humanos, que también reflejan identificaciones con puntos de vista sobre lo real.

Concluiré mostrando cómo las ideologías aceptadas en una comunidad lingüística, en una sociedad, se cristalizan en el léxico del idioma correspondiente, de manera tal que se realizan como verdades del mundo en la enunciación. Expondré algunas pistas de investigación semántica que se han propuesto en el marco de esta aproximación.

1. Realidad de lo virtual y virtualidad de lo real

En esta sección, mostraré el carácter virtual de la realidad que nos rodea; propondré una explicación de por qué no nos damos cuenta de modo espontáneo, de este carácter virtual; intentaré una reconstrucción filogenética de cómo, en estas condiciones, los seres humanos construimos la base de nuestra personalidad.

1.1 Percepción, observación y acceso a lo real

Si prestamos atención a cómo nos relacionamos con el mundo externo, nos damos rápidamente cuenta de que no tenemos la posibilidad de acceder directamente a dicho mundo: podemos "conocer" el mundo sólo a través de la interpretación que hacemos de lo que nuestros sentidos nos facilitan. Así, en una situación descrita por el esquema siguiente:

cuando el sujeto quiere referir a "lo que veo" (II), sólo puede hacerlo a través de las huellas (I) dejadas por II en su cuerpo: la ambigüedad de la expresión "lo que veo" no es casual...

Esta restricción a la "omnipotencia" humana (sólo los dioses podrían pretender acceder directamente al mundo) es generalmente bien aceptada, ahora, en las comunidades científicas. Sin embargo, su aceptación, en la forma clásica de la creencia popular del buen sentido acerca del "progreso de la ciencia", es irracional. La creencia popular reconoce que no podemos saber la verdad sobre el mundo pero añade —como para consolarnos...— que "...gracias a la ciencia, nos acercamos cada vez más a ella". En realidad (si se me permite el uso de la expresión...), puede ser que nos acerquemos a la verdad pero, para que lo podamos constatar o simplemente creer, necesitamos comparar nuestra posición con la verdad y, por lo tanto, tendríamos que tener una idea de dónde "está" la verdad y de dónde "estamos" nosotros. Y esto es precisamente lo que la creencia popular reconoce que no podemos hacer. Así que el buen sentido presupone una creencia contradictoria a la que expresa. Para evitar tal contradicción la única solución es admitir que sólo podemos esperar que nos estamos acercando a la verdad. En el mejor de los casos, nuestra situación respecto a la verdad es comparable con la observación de un reloj arralógreo-parado: sabemos que indica la hora exacta dos veces al día pero no podemos saber cuándo...

Abandonada cualquier pretensión a la omnipotencia, nos toca resignarnos a aceptar que las verdades sobre el mundo resultan de rasgos comunes en la interpretación que hacemos del mismo, sin que podamos saber si estos rasgos comunes se deben a algo estable en el mundo o sólo a algo estable en nuestras estructuras cognitivas, a través de las cuales lo interpretamos.

Con todo, el hecho de que esta creencia popular no es racional no impide que sigamos creyendo en ella...

1.2 Proyección analógica de las causalidades de dicto

El mundo, como nos aparece, está lleno de entidades y relaciones. Acabamos de ver que estas entidades y relaciones, para percibirlas, han de ser construidas por nuestras mentes: el efecto de realidad proviene no tanto del carácter acertado de nuestras construcciones (que, como hemos visto, no hay forma de evaluar) sino de la regularidad con la cual hacemos estas construcciones, regularidad debida a las propiedades comunes de nuestro 'aparato cognitivo'.

Entre estas relaciones que nos parecen poblar el mundo, las relaciones causales desempeñan un papel importante. Así mismo, si consideramos por ejemplo la atracción universal, que nos sirve, entre otras cosas, para relacionar la descripción de la masa de los planetas con la descripción de sus movimientos, no nos cabe duda de que es una de las causas de la trayectoria elíptica de los planetas.2 A dicha atracción universal, le otorgamos entonces la propiedad de existir en el mundo como causa de otro fenómeno, a raíz de su papel estabilizado en la descripción que hacemos de dicho fenómeno. Este movimiento cognitivo que nos hace proyectar en el mundo relaciones causales entre descripciones del mundo es una forma de un movimiento más general conocido como "proyección de dicto a de re". El análisis de los dos diálogos siguientes ilustrará parcialmente esta cuestión.

D1

A: "Hoy, Juan ha sido muy amable conmigo."

B: "¿Por qué?"

A: "Me ha invitado a comer."

D2

A: "Hoy, Juan ha sido muy amable conmigo."

B: "¿Por qué?"

A: "Necesita mi ayuda para una gestión difícil."

En D1, la explicación dada es una explicación de dicto, mientras en D2, la explicación es de re. En ambos diálogos, la pregunta "¿Por qué?" es ambigua: quien no conoce la situación de enunciación, no puede decidir si B quiere saber poiqué Juan ha sido amable o por qué A dice que Juan ha sido amable. Quien pregunta "¿Por qué?", a menudo no sabe cuál de las dos cosas quiere saber al hacer su pregunta.

Lo mismo ocurre con la atracción universal y, más generalmente, con las leyes naturales: las leyes nos permiten establecer relaciones causales entre descripciones y, en cuanto admitimos tal relación, dejamos de distinguir la causalidad entre las descripciones de una eventual causalidad entre los eventos reales. Así mismo, sabiendo que podemos describir la trayectoria de los planetas con 5j porque describimos propiedades de las masas con ó2, no podemos dejar de creer que, si es así —o sea, si ó2 causa ó¡— es porque las propiedades de las masas causan las de las trayectorias.3 Esta creencia metafísica podría también ser verdadera pero, corno lo vimos en el párrafo precedente, no tenemos ningún modo de averiguarlo. Una vez más, esto no tiene por qué afectar nuestras creencias: sólo nos debe inducir a no utilizarla en un razonamiento científico.

1.3 Mitos, lugares comunes y rasgos de carácter

Una extensión de esta inversión de atribuciones que quiero someter a la discusión concierne uno de los posibles papeles de los mitos en el desarrollo de la persona occidental. Se trata, más específicamente, de las relaciones entre las descripciones míticas de los dioses y los rasgos de personalidad de los hombres.

El buen sentido contemporáneo nos lleva a pensar que los dioses de la mitología han sido inventados y, en un cierto sentido, creados por los antiguos. Por lo tanto, según este mismo buen sentido, los rasgos de personalidad que dichos antiguos utilizaban en la descripción mítica de sus dioses reflejarían elementos de carácter de los hombres de entonces. Muchos de nosotros verían en ello una prueba de un cierto infantilismo de nuestros antepasados o, por lo menos, de una limitación de su imaginación, que no podría ir más allá de lo que conocen de los hombres para caracterizar a personajes que consideran como dioses y que podrían, por lo tanto, tener características muy diferentes de las que tenemos nosotros.

Pensándolo mejor, es poco probable que los hombres de entonces tuvieran la misma visión del mundo que tenemos nosotros: ¿quién nos dice que el común de los mortales de entonces tenía lo que llamamos ahora 'personalidad'? Nada contradice la idea según la cual los rasgos de carácter de los dioses son los que se 'contagiaron' a los hombres que vivían con la mitología, y no al revés. Puede ser que, por identificación con los dioses, nuestros antepasados hayan construido su personalidad "a imagen" de la de sus dioses. Esta hipótesis, obviamente, no implica que dichos dioses existieran realmente para que la identificación pudiese tener lugar: basta con admitir que su representación mítica desempeñaba algún papel cognitivo.

Hay varios ejemplos de tal inversión en el campo de los sentimientos. Así, por ejemplo, el sentimiento del amor de pareja heterosexual, al cual estamos acostumbrados en nuestra civilización occidental contemporánea y que nos parece unido a la condición humana, resulta ser un producto de nuestras sociedades, cuyas primeras apariciones literarias, esporádicas, se atestiguan en las canciones de los troveros y trovadores del siglo XII; la generalización de dicho sentimiento en la ideología aristocrática y burguesa francesa empieza en la época de la "Carte du Tendré" de Madame de Scudery, en el siglo XVII. Para que llegue a arraigarse en el resto de la población, campesinos, artesanos y, luego, obreros, hay que esperar que el 'trabajo' de los románticos lo popularice. Antes de aquellos cambios profundos, iniciados en la época en la cual la contrareforma católica, en medio del siglo XVI, instituía el matrimonio como sacramento, los jóvenes se casaban con quien convenía casarse o con quien podían casarse y, de todas formas, lo decidían los que tenían autoridad sobre ellos. La monogamia no era universal y donde era vigente permitía controlar las cuestiones de herencia y de filiación. Existían casos de matrimonio de 'corazón' o de rechazo de matrimonio por razones afectivas pero eran casos excepcionales (de los cuales, precisamente, se ha hecho la materia principal de la literatura que acabó divulgando y generalizando la concepción moderna del amor). Estas practicas de casar a los hijos y protegidos independientemente de sus sentimientos nos parecen, ahora, bárbaras porque para nosotros, casarse tiene algo que ver con el sentimiento moderno de amor y proyectamos hacia aquella época las ideologías vigentes en la nuestra; lo mismo pasa con las diferencias geográficas.

Esta rectificación de la dirección de la causalidad4 quita el carácter universal del sentimiento del amor aunque, obviamente, no quita la posibilidad de un juicio moral sobre tal o cual rasgo ideológico de tal o cual sociedad. Una reflexión análoga sobre las demás creencias populares nos conduce a admitir que, a veces, los lugares comunes, en vez de reflejar verdades del mundo, las crean.

Obviamente no puedo considerar haber convencido al lector de que los sentimientos, tal como los conocemos, vienen única y exclusivamente de la creación artística de nuestros antepasados; tampoco puedo esperar haber demostrado que los rasgos de carácter que los hombres nos reconocemos vienen sólo de la mitología. Me quedaré satisfecho si he logrado convencerlo de que eso es posible, y más satisfecho aún, si el lector admite que las mitologías contribuyeron, aunque sólo fuera parcialmente, a la constitución de nuestras personalidades modernas.

2. Personalidad y conexidad: construcción de una red de identificaciones

En esta sección propongo una caracterización de la personalidad en términos de identificaciones con puntos de vista sobre temas de la vida cotidiana.5 Esta caracterización, que es estática, no pretende ser una definición: se puede ver como un mapa de la personalidad. Definiré una dinámica sobre este mapa, que nos permitirá abordar algunas cuestiones relacionadas con la constitución de la personalidad. Esta manera de entender la constitución de la personalidad es sólo metafórica y no puede ser entendida como un modelo en un sentido científico; sin embargo, estimulado por la preocupación general de la publicación en la cual sale este artículo, confío en que los lectores me perdonarán este desliz un tanto literario en medio de un ensayo científico, ya que ello nos permitirá destacar relaciones de interés con el funcionamiento de la semántica de las lenguas.6

2.1 Caracterización de la personalidad en términos de áreas de identificación positiva o negativa

La personalidad de un ser humano se manifiesta por la expresión de sus puntos de vista en las numerosas situaciones de la vida cotidiana (o menos cotidiana, también). Un mapa de dichos puntos, de vista, que determinan (a veces inconscientemente) las actitudes del sujeto, permite al observador caracterizar la personalidad de dicho sujeto. Quedá claro que esta caracterización no basta para definir la personalidad: no propone explicaciones para las inclinaciones y actitudes del sujeto; no constituye directamente un análisis de la personalidad misma. Sin embargo, tal caracterización es suficiente para distinguir dos personalidades o para compararlas. Es más: el conocimiento que un ser humano puede tener de la personalidad de otro, lo consigue a través de la interpretación que hace dicho ser humano de lo que puede observar empíricamente, y eso es, precisamente, el conjunto de estos indicios de identificación relacionados con los puntos de vista.

Las identificaciones que sirven para caracterizar la personalidad se pueden expresar en términos de tendencias positivas o negativas en cuestiones de gustos e inclinaciones que encontramos en la vida, como por ejemplo: ¿Me gustan los perros? ¿Me gustan los gatos? ¿Me gusta bailar? ¿Me gusta la filosofía?, etc. Si consideramos cada una de estas preguntas como definiendo una zona de un espacio substrato, cuyo mapa se puede colorear utilizando dos 'colores' (sí y no), podemos considerar que cada juego de colores de dicho mapa caracteriza una determinada personalidad. Es útil tener en cuenta el hecho de que el conjunto de zonas posibles no es finito ni siquiera determinado (cada situación, cada conversación puede añadir una pregunta de este tipo respecto a la cual uno podrá tomar posición); es importante también entender el carácter social de lo que constituye estas zonas (la cuestión de saber si me gustan los perros o si me gusta bailar sólo existe porque vivo en una determinada sociedad).7

2.2 Funcionamiento de la metáfora de las áreas de identificación

Deteniéndonos un momento en este tipo de representación, podemos examinar si, además de proporcionar una caracterización estática de la personalidad, nos da alguna idea de cómo los seres humanos llegamos a construir tal personalidad en vez de tal otra. Está claro que este sistema de mapas, representando sólo huellas observables del estado de constitución de la personalidad de un sujeto en un momento dado, no nos puede proporcionar razones fundamentales para explicar por qué un determinado sujeto adopta un determinado rasgo, si prescindimos de los demás aspectos de su personalidad. Sin embargo, si logramos construir una dinámica sobre este mapa, una especie de proceso semiótico sobre esas huellas, podemos proponer, como veremos en seguida, explicaciones de por qué tal aspecto de la personalidad de uno se ha desarrollado o atrofiado, dado el resto de la personalidad. Así, sin conseguir una respuesta completa a la pregunta inicial, entendida de modo absoluto, propondremos elementos parciales de respuesta, basados en dicha dinámica que relaciona los puntos de vista constitutivos de nuestra representación de la personalidad.

Los temas de posible identificación de los sujetos no son todos independientes el uno del otro: por ejemplo, si me gustan o no los gatos no es independiente de si me gustan o no los perros. Así, las regiones del mapa que sirve de substrato a la personalidad están potencialmente relacionadas, en el substrato mismo (o sea, independientemente de la personalidad definida en él), de manera que la representación de una personalidad se puede ver como un grafo dentro del mapa, en el cual algunas partes pueden ser conexas y otras no. Así, si a mí me gusta la filosofía y la lingüística y también el tango y el vals, las cuatro regiones 'coloradas' de que corresponderían estas inclinaciones en el mapa de mi personalidad, serían conexas dos a dos, como ilustrado en el esquema siguiente.

Asimismo, el mapa de una personalidad se puede ver como compuesto de varias zonas dentro de las cuales existen regiones conexas. En algunos casos teóricos, todas las regiones podrían ser conexas, definiendo así una zona única. Es probable que en todos los casos reales, haya más de una zona de conexidad (me permito opinar que una personalidad cuyas regiones fueran todas conexas sería inaguantablemente aburrida...).

La dinámica anunciada, que permite dar cuenta de algunos aspectos interesantes de la constitución de la personalidad es la tendencia a conexionar el grafo de la personalidad. Así, los seres humanos estaríamos sometidos a una presión constante para que conectemos las regiones aisladas de nuestra personalidad: si me gusta el tango y también me gusta la filosofía, ante los ojos de los demás y sobretodo ante mis propios ojos, mi personalidad aparecería más equilibrada o más 'fuerte' si pudiera encontrar una cadena conectada de regiones a las cuales me identificara que relacionara el tango con la filosofía. De manera semejante, si me gustan los gatos y no me gustan los perros, siento la obligación de encontrar propiedades específicas del gato que a mi me gustan y propiedades específicas del perro que a mi no me gustan; en el caso contrario, correría el riesgo de aparecer contradictorio ante los demás pero también ante mis ojos. Esta pretendida contradicción se entendería como una debilidad de mi personalidad.

Esta presión que empuja a los seres humanos a actuar de manera tal que el grafo de su personalidad sea más conexo se puede manifestar dedos maneras opuestas: una es deshaciéndose de las identificaciones que constituyen una zona no conexa con las demás, y otra es construyendo una cadena de regiones de identificación positiva que, en el mapa substrato, conecte la zona aislada con las regiones ya conectadas.

Ambas posibilidades tienen el efecto de aumentar la conectividad del grafo de la personalidad; la primera, que entiendo como un repliegue, una cerradura y un empobrecimiento, corresponde a la que se le puede reprochar a una pareja de jóvenes, recién casados, cuando dan la impresión de que cada uno de ellos ha abandonado su interés en varios temas y actividades porque al otro no le gustan. La segunda, que considero un enriquecimiento, una expansión, correspondería con los rasgos de personalidad de los miembros de la misma pareja si, contrariamente al ejemplo precedente, cada uno empezara a interesarse y apasionarse por los temas y centros de interés del otro, sin dejar los suyos, y encontrando, en sus intereses pasados, justificaciones para estas nuevas identificaciones.

Ambas estrategias son útiles para el desarrollo de la personalidad: si un sujeto 'corta' demasiadas zonas, su personalidad se vuelve más débil e insignificante; por otra parte, si una zona pequeña se encuentra 'lejos' de la zona de mayor conexión, la energía necesaria para relacionarlas puede ser demasiada para que la estrategia de expansión sea válida. En este caso, siempre queda la posibilidad de resistir a la tendencia a conectar el grafo.

2.3 Relación con las lenguas: un primer esbozo

Esta representación de la personalidad, en términos de identificación positiva o negativa con puntos de vista sobre temas organizados en un substrato característico de una sociedad, recuerda algunas ideas del psicoanálisis sobre el papel de los deseos en la constitución del ego y el de las identificaciones positivas y negativas en su estructuración.8 A pesar de su interés, dejaremos este tema para otro trabajo y nos concentraremos en la relación entre esta concepción y una reciente teoría semántica, la Semántica de los Puntos de Vista, inspirada en la Teoría de la Argumentación en la Lengua de Oswald Ducrot, y que privilegia, en su descripción del significado, las nociones de punto de vista, de orientación argumentativa y de identificación positiva o negativa de parte del sujeto. Dicha teoría, que expondré ahora, está relacionada, ella también, con las ideas del psicoanálisis recién mencionadas: así, aunque no trataremos directamente estas últimas, las abordaremos de manera indirecta.

La idea general de la Semántica de los Puntos de Vista se puede formular de la siguiente manera.

Considerando que un enunciado de una lengua se caracteriza por la pareja <frase, situación >, cuando un oyente O interpreta un enunciado <F,S> proferido por un hablante H, O construye un sentido apropiado a la situación de enunciación, tal como la percibe él, utilizando las herramientas que le facilita la frase F (herramientas que constituyen el significado de La frase F). Por lo tanto, el sentido construido por O no se encuentra en el enunciado ni en la frase: es algo subjetivo, que depende del estado cognitivo y afectivo de O; se puede entender como el punto de vista que se hace O sobre el tema de que H habla. Por otra parte, dada una frase F, O no construye cualquier sentido de cualquier manera para los enunciados de F: la frase misma le indica una manera de construir el sentido.9 Así, el sentido no puede ser objetivo, ya que pertenece al mundo privado del oyente; el significado tampoco puede ser una objetivación del sentido, ya que sólo indica una manera de construir un sentido en una determinada situación; en cambio, el significado es objetivo, ya que consiste en el conjunto de instrucciones que las frases dan para construir el sentido.

Si se acepta esta concepción, el significado de una frase consiste en relaciones entre puntos de vista, que constriñen la construcción de este sentido subjetivo. La descripción semántica de las frases consiste entonces en señalar las relaciones entre los puntos de vista que la frase impone para la construcción del sentido en cualquier situación. La vieja concepción de la semántica de las lenguas, todavía utilizada por muchos lingüistas y sobre todo por muchos informáticos, identifica el significado de una frase con las condiciones objetivas que hacen que los enunciados de dicha frase sean verdaderos. Para que se puedan considerar dichas condiciones de verdad (también llamadas "información objetiva"), como herramientas para la construcción de un sentido (en función de cómo el oyente ve la situación de enunciación), es necesario presuponer que los puntos de vista se basan en la información objetiva y que, por lo tanto, las relaciones argumentativas pueden derivarse de las condiciones de verdad. Este presupuesto característico de la vieja concepción logicista ha sido estudiado empíricamente y se ha demostrado contrario a la observación. La demostración es válida para muchos tipos de enunciados en sus empleos naturales: casi todos los enunciados de frases que contienen operadores o conectores tienen una orientación argumentativa que no se puede calcular en función de sus condiciones de verdad;10 la mayoría de los enunciados de frases que contienen adjetivos calificativos expresan puntos de vista que no se pueden formular en términos de condiciones de verdad;11 y hasta los substantivos, en muchos casos no pueden ser descritos en términos de predicados lógicos sin renunciar a captar sus efectos de sentido...12

Así, en casi todos los empleos naturales de las lenguas, el sentido no se puede describir como derivado de una descripción de las condiciones de verdad, aplicada a una situación. Sin embargo, y eso explica por qué la concepción logicista sigue en vigor en muchas aproximaciones, hay algunos usos de las lenguas en los cuales el sentido sí puede describirse a partir de las condiciones de verdad: son los casos de enunciados técnicos o científicos, en los cuales las palabras tienden a designar conceptos, las argumentaciones deben ser deducciones válidas y los puntos de vista se presentan como universales. Los lingüistas que estudian exclusivamente estos tipos de enunciados no pueden ver en ellos lo que se ve en todos los demás: el carácter subjetivo de la construcción del sentido. Estos lingüistas, por lo tanto, por el tipo de material con el cual trabajan, reducen las palabras a términos y asimilan así el significado a las condiciones de verdad.

En lo que sigue veremos otra razón para abandonar la concepción logicista de las lenguas a favor de la teoría semántica basada en la noción de punto de vista, que se introdujo a principios del párrafo.

 

3. Lengua, interpretación e ideologías sociales

La concepción esbozada en el párrafo precedente, llamada Semántica de los Puntos de Vista está fundada en un concepto de sentido relacionado con la noción de orientación argumentati va;13 tal concepción permite evitar las reducciones y asimilaciones impuestas por los modelos logicistas, facilitando, como veremos, los medios para estudiar el papel de la sociedad en la constitución de la capacidad individual de interpretar los enunciados de una lengua. Veremos que esta capacidad está fundada en la disponibilidad, en cada persona, de puntos de vista accesibles, 'activados' por los elementos léxicos de la lengua, actualizados en función de la percepción que el oyente tiene de la situación y articulados según la estructura de la frase. Esta propiedad del léxico, que nos hace 'activar' puntos de vista sobre el mundo permite considerar que las palabras funcionan como una especie de memoria colectiva de una sociedad y cristalizan creencias e ideologías compartidas en una determinada comunidad lingüística. El sistema de puntos de vista impuesto por el léxico de cada lengua constituye el espacio substrato que introdujimos en el párrafo 2.2, en el cual la personalidad de cada sujeto construye su grafo.

3.1 Topoi argumentativos e inferencia gradual

La aproximación general de la Semántica de los Puntos de Vista (SPV) se caracteriza por las siguientes hipótesis, que comparte con una de las versiones de la Teoría de la argumentación en la lengua;14

1. Aunque todos los enunciados de una lengua no constituyen necesariamente una argumentación, la descripción de su valor semántico incluye necesariamente la descripción de su papel en una eventual argumentación de la cual formarían parte.

2. Cuando un enunciado E se presenta como destinado a sugerir la conclusión C, lo hace en virtud de una regla de inferencia gradual, presentada como general y compartida por la totalidad de los interlocutores.

Estas reglas, que tienen la forma

// cuanto más (o menos) P, más (o menos) Q //

se denominan topoi (en singular: topos); los campos graduales relacionados por un topos (P y Q en la formulación precedente) se denominan campos tópicos. Sólo me detendré en esta hipótesis (cf. Raccah, 1987 o 1990, para un análisis más detallado) para precisar que se trata de una hipótesis muy fuerte (reducir todos los garantes de las argumentaciones a la forma mencionada en las líneas precedentes), que, como toda hipótesis constitutiva de una teoría, solo puede ser validada por el poder descriptivo (y la adecuación) de la teoría (o de las teorías) que origina.

El breve análisis del ejemplo siguiente, que se ha vuelto un ejemplo clásico de este marco teórico, ilustra el funcionamiento de los modelos teóricos basados en estas hipótesis.15

La frase (i-1)

(i-1) Hoy, hace un día soleado.

puede servir, en algunos casos para responder a la pregunta "¿Qué tiempo hace hoy?": en esos casos, la argumentatividad —o valor argumentativo— de sus enunciados no parece pertinente para un análisis semántico de la frase. Sin embargo, en muchos "casos, enunciados de (i-1) sirven para justificar una conclusión (u orientación argumentativa) como la que estudiaremos en este ejemplo y que podríamos formular, en nuestra meta-lengua, como vamos a pasear, o, simplemente: pasear. Ahora que hemos visto que, por lo menos en este caso, nuestra primera hipótesis no esta falsificada, podemos examinar nuestra segunda hipótesis. Pongámonos en una situación en la cual un enunciado de (i-1) se presenta como argumento a favor de la conclusión C-l: pasear. Nuestra hipótesis predice que, en casos de este tipo, el enunciado se apoya en un topos, o sea, en una regla de inferencia gradual, presentada como general y compartida por la totalidad de los interlocutores, cuya forma es

// cuanto más (o menos) P, más (o menos) Q //

lo que nos permite determinar los campos P y Q adecuados, para formular, en nuestra metalengua, la regla apropiada:

T-l // cuanto más sol, más pasear II

En nuestro ejemplo, el lector no tendrá dificultades para averiguar

(i) que T-1 capta efectivamente lo que justifica la argumentación,

(ii) que T-1 es efectivamente una regla gradual, y, por fin,

(iii) que los enunciados de (i-1) que invocan T-l presentan T-l como compartida y general. Y eso, a pesar de que, como sabemos, T-l no sea efectivamente compartida y general, ya que hay situaciones culturales y climáticas en las que los interlocutores no aceptarían T-l: lo que es interesante aquí, es que, son precisamente estas situaciones en las cuales un enunciado de (i-1) no sería aceptado como argumento para pasear...

Un examen superficial de la concepción tópica de la semántica podría llevar a pensar que la aceptación de la hipótesis de los topoi conlleva la creencia —errónea— de que todos los predicados de las lenguas humanas son graduales. Algunos lingüistas han creído oportuno utilizar este error de razonamiento16 como argumento contra la concepción tópica, ya que no cabe duda de que esta pretendida implicación de la concepción tópica es equivocada o ha de ser restringida a los casos de predicados graduales, quitándole el carácter universal al marco teórico. A pesar de no querer entrar en los detalles de los modelos nacidos de esta concepción de la lengua, nos parece indispensable, para que el lector pueda interesarse a lo que sigue, mostrar —y no sólo ilustrar— que la concepción tópica de las lenguas no conlleva dicha creencia errónea. Para ello, mostraremos que aun cuando el predicado es gradual, la gradualidad del topos utilizado no es necesariamente la del predicado. De ahí se desprende inmediatamente que la gradualidad de los campos tópicos no implica la de los predicados que los convocan.

Para esta demostración, ya que se trata de establecer que una cosa no implica la otra, basta exhibir un caso en que la gradualidad del campo tópico no coincide con la del predicado, así que, en este caso, un ejemplo bastará para cumplir con esta tarea. Consideremos dos situaciones diferentes en las cuales un enunciado de la frase (i-2)

(i-2) El café está caliente.

tiene un valor argumentativo. En la primera situación, el locutor interviene para evitar que su destinatario se queme la lengua al beber su café: la orientación argumentativa del enunciado podría formularse, en nuestra metalengua, como tener cuidado. En la segunda situación, el locutor añade un detalle que refuerza su opinión positiva del restaurante donde acaban de almorzar: la orientación argumentativa del enunciado podría formularse, en nuestra metalengua, como tratan bien al cliente17 Si, en la primera situación, es cierto que el enunciado del locutor sugiere también que, si el café hubiera estado más caliente, el destinatario habría tenido que tener más cuidado aún, lo que permite suponer que el topos aplicado puede formularse como

T-2a// Cuanto más caliente la bebida, más cuidado tener //,

lo que ocurre en la segunda situación es diferente: la fuerza del argumento a favor de la buena calidad del trato en el restaurante no aumenta con la temperatura del café... Lo que sí puede hacer aumentar la fuerza del argumento es la observación de un detalle, más refinado aún que el hecho de que el café esté caliente, relativo a la calidad de las prestaciones que ofrece el restaurante. Así que el topos utilizado podría formularse como

T-2b// Cuanto más fina la comida, mejor el trato //.

Vimos, con este ejemplo, que los topoi que justifican un determinado movimiento argumentativo no se basan necesariamente en los predicados utilizados en el argumento, aun cuando dichos predicados sean graduales: el predicado utilizado sólo indica un grado del campo tópico activado, y los casos en que coincide el campo tópico con el predicado son casos particulares.

Por consiguiente, las hipótesis de la concepción tópica de las lenguas no conciernen sólo los casos particulares de frases con predicados graduales, sino, al contrario, conciernen todas las frases de las lenguas humanas. Una vez descrito el sentido de los enunciados a través de estos topoi es posible formular una descripción semántica de los conectores y operadores con efectos sobre la orientación argumentativa: dicha descripción se formula en términos de constricciones18 sobre los topoi utilizables como garantes. De este modo, la descripción semántica de pero, en una frase del tipo P pero Q, indicará, por un lado, que el topos empleado para el enunciado de Q debe tener un consecuente opuesto al del topos utilizado para el enunciado de P; y, por otro lado, que el topos utilizado para el enunciado global es el que se hubiera utilizado en un enunciado de Q solo (cf. Raccah, 1987 para una descripción más técnica). Concentrando su atención en la descripción de pero que acabamos de recordar, el lector se habrá dado cuenta de que no hace intervenir ninguna hipótesis sobre la situación de enunciación, ni sobre las creencias del locutor: dicha descripción sólo involucra constricciones (en francés: contraintes) sobre dichas creencias y, por lo tanto, es una descripción puramente semántica.

Estas observaciones —y muchas otras— confirman que él significado de las frases no se reduce a elementos de información sino que integra indicaciones sobre el potencial argumentativo de sus enunciados, indicaciones basadas en reglas de inferencia graduales. Este hecho podría interesar sólo al lingüista, dado que, incluso si los medios lingüísticos que permiten transmitir conocimientos están regidos por dichos modelos argumentativos, de esto no se desprende en forma inmediata que los conocimientos en sí mismos estén estructurados según este modelo argumentativo. Mi propuesta requiere una hipótesis suplementaria, que deriva de preocupaciones cognitivas. Se trata de la hipótesis según la cual la lengua es, de alguna manera, un espejo de las representaciones cognitivas y culturales de los locutores. La aceptación de esta última hipótesis (que no justificaré aquí),19 nos lleva a pensar que, por lo menos ciertos aspectos de las estructuras de nuestros conocimientos son homomorfos a las estructuras lingüísticas de la argumentación. Es así como el estudio de los conectores y operadores argumentativos pudo enriquecer nuestra comprensión del razonamiento y, por ende, proveer bases nuevas para su modelización en inteligencia artificial.20

3.2 Encadenamiento y léxico

Hasta una fecha bastante reciente, la mayor parte de la investigación sobre la argumentación se refería en forma exclusiva a las articulaciones lingüísticas, las marcas de los encadenamientos, las huellas de los razonamientos implícitos de los sujetos hablantes. Incluso los trabajos basados en el marco teórico de la Argumentación en la Lengua propuesto inicialmente por Anscombre y Ducrot, se centraban en el estudio de los articuladores argumentativos (operadores y conectores), a pesar de la hipótesis característica de dicho marco teórico, según la cual, precisamente, "hay argumentación en la lengua". Al preocuparse fundamentalmente por el encadenamiento, la semántica de la argumentación solo era una 'macro-semántica', y dado el interés existente sobre todo por estas marcas de la actividad de inferencia, la proximidad de esta concepción de la semántica con la pragmática bastaba para que la amalgama fuera inevitable. No obstante, las hipótesis de la SPV no conciernen sólo los encadenamientos argumentativos marcados por los conectores y otros articuladores: en la actualidad se están realizando trabajos de descripción del léxico que revelan el papel esencial que, como lo hemos visto en el párrafo precedente, desempeñan las relaciones argumentativas en la construcción del sentido.

Las hipótesis de la SPV no imponen un enfoque exclusivamente pragmático. Por el contrario, permiten un tratamiento semántico profundo de la argumentación, a condición de prestar cierta atención a los fenómenos léxicos. Esto es al menos lo que espero demostrar. Por supuesto, como ya lo vimos anteriormente, la argumentatividad de un enunciado, simple o complejo, no puede determinarse sólo a través de la semántica, ya que la orientación argumentativa depende de los topoi efectivamente utilizados en la enunciación, mientras que la descripción semántica solo proporciona relaciones (contraintes) entre los topoi. Dichos topoi reflejan al mismo tiempo las creencias y las intenciones de los locutores y, por ende, no pueden determinarse solo por medio del análisis de la frase. Pero las palabras elegidas limitan los topoi posibles (o, desde el punto de vista opuesto, los topoi que uno quiere utilizar limitan la elección de las palabras): no cualquier topos puede asociarse a cualquier frase. Se podría hablar aquí de una subdeterminación, en un sentido positivo (es decir, en el sentido en el que sub-determinar implica cierto grado de determinación).

Desde este punto de vista, el estudio lingüístico de la argumentación no puede limitarse al análisis de los morfemas utilizados para articular los argumentos y las conclusiones. Dicho análisis sólo constituye uno de los aspectos, una de las direcciones posibles de la investigación lingüística sobre la argumentación, por cierto importante, pero que no debe ocultar un segundo aspecto: la (sub) determinación de los topoi durante la construcción de las frases.

Por otra parte, como lo vimos en el párrafo precedente, la descripción del léxico necesita una conceptualización de la noción de punto de vista, conceptualización que los campos tópicos de la Teoría de la argumentación en la lengua pueden proporcionarnos. El párrafo siguiente describe en qué modo se pueden utilizar los campos tópicos para describir el léxico.

3.3 Campos tópicos léxicos

Intentaré demostrar cómo una descripción léxica en la cual aparecen campos tópicos asociados a las palabras, no sólo permite apoyar la construcción de las constricciones sobre la argumentación que intervienen en los enunciados de una frase, sino también dar cuenta de sus connotaciones habituales, y describir, por lo tanto, la manera como el léxico cristaliza las creencias y conocimientos colectivos necesarios para la comunicación lingüística en el interior de un grupo lingüístico. La idea general de esta descripción puede esquematizarse de la siguiente forma.

Podemos concebir un topos como una pareja de campos tópicos, pareja en la que el primer término es el antecedente del topos y el segundo, el consecuente. Un campo tópico es, en líneas generales, una "forma de ver" una entidad, una propiedad o una relación. Esta forma de ver está determinada, a su vez, _por la forma como vemos otra entidad, otra propiedad u otra relación: esto es, por otro campo tópico. Así, podemos representar un campos tópicos mediante una cadena de campos tópicos colocados unos dentro de otros, de modo que cada campo tópico se caracteriza, por una parte, por un campo conceptual (la entidad, la propiedad o la relación), y por otra, por el campo tópico que contiene, el cual, a su vez, se caracteriza por un campo conceptual y por el campo tópico que contiene, y así sucesivamente hasta un campo tópico elemental. Este último, al ser un principio de evaluación, introduce una graduación en el campo tópico que lo contiene. De este modo llegamos a la siguiente definición recursiva:21

La pareja (X,Y) es un campo tópico únicamente si se respeta una de las dos condiciones siguientes:

Esta definición permite construir cadenas crecientes de campos tópicos a partir de campos tópicos elementales, que contengan una valuación: el principio de graduación introducido por la valuación contenida en el campo tópico elemental repercute sobre la totalidad del campo tópico que lo contiene. Esto es lo que permite considerar un campo tópico no solo como una forma de ver un campo conceptual, sino también como un principio de graduación para otros campos tópicos.

Es interesante observar que los campos tópicos elementales, que corresponden con valuaciones o juicios sobre los campos conceptuales, tienen mucho que ver con las regiones de identificación positiva o negativa que introdujimos en el párrafo 2, a propósito del 'mapa' de la personalidad. De hecho, esta semejanza nos permite abrir el campo de investigación sobre el léxico, la sociedad y la constitución de la personalidad, campo en el cual consideramos la cuestión de las. realidades virtuales como un caso particular ya que, como vimos en el párrafo 1, las realidades virtuales no son más que un caso particular de las realidades sociales.

Así, el dispositivo conceptual de descripción del significado se puede completar de la siguiente manera:

- A cada campo tópico CT (= <CC,CT'>) le corresponde un topos, asociado a él canónicamente: se trata de la pareja //CT,CT'//.

- A cada palabra se asocian uno o varios campos tópicos.22 Un campo tópico asociado a una palabra se denomina intrínseco a esa palabra. Un topos intrínseco a una palabra es el topos canónicamente asociado a un campo tópico intrínseco a dicha palabra.

- Un enunciado de una frase con una palabra M puede utilizar, ya sea un topos intrínseco a M: se trata entonces de un enunciado doxal, ya sea otro topos, que puede ser contrario al topos intrínseco a M (en este caso se habla de enunciado paradoxal), o simplemente distinto (enunciado a-doxal). En todos los casos, el antecedente del topos es un campo tópico intrínseco a M.

3.4 Ejemplos

Los tres ejemplos siguientes, a pesar de ser analizados en forma breve, permitirán ilustrar estos últimos puntos:

(1) Juan trabajó mucho, debe estar cansado.

(2) Juan trabajó mucho, debe estar en muy buena forma.

(3) Juan trabajó mucho, María debió aburrirse.

Con Sylvie Bruxelles y Oswald Ducrot23 consideramos que la descripción semántica de trabajar debe mostrar que, para que una actividad pueda considerarse trabajo, debe (entre otras cosas) implicar cierto cansancio (para convencerse de esto, basta con notar que, para oponerse a la idea según la cual alguien habría trabajado, es suficiente hacer ver que no está cansado...) Si admitimos esta hipótesis externa, comprenderemos que asociamos al lexema trabajar el campo tópico (actividad, cansancio), en el cual actividad es el campo conceptual principal de trabajar y cansancio es el campo tópico desde el punto de vista del cual se considera la actividad. El topos canónicamente asociado a este campo tópico es

// (ACTIVIDAD, cansancio), cansancio //

que también puede leerse:

// cuanto más actividad se realiza, más se cansa uno //

Los enunciados de la frase (1) son doxales dado que utilizan un topos intrínseco a uno de sus lexemas: un locutor de (1) no agrega nada a la doxa codificada en la lengua. Los enunciados de (2) pueden provocar una primera reacción de asombro, que se disipa en cuanto se comprende que el locutor se presenta oponiéndose a la doxa sugerida por la palabra "trabajar": el topos utilizado

// cuanto más actividad se realiza, en mejor forma se está //

se opone a uno de los topoi intrínsecos a "trabajar": los enunciados de (2) son para-doxales. Por último, los enunciados de la frase (3) recurren a un topos del tipo

// cuanto más trabaja una persona, más se aburre su entorno//

que podría obtenerse mediante la concatenación de dos topoi:

// cuanto más se trabaja, menos se ocupa uno de su entorno //,

y

// cuanto menos se ocupa uno de una persona, más se aburre esa persona //.

Estos enunciados proponen un punto de vista que habitualmente no está "codificado", por lo menos eso creo, en la palabra "trabajar". No obstante, y este es el motivo que permite considerar el léxico como "cristalizador" (véase también párrafo 4.3): en una comunidad lingüística que utilizara de forma regular dicho topos, lo que llevaría a que el punto de vista al que corresponde se volviera doxal para esta comunidad (en ese caso podríamos decir "no marcado", para retomar la terminología clásica de los lingüistas), la inferencia de "trabajar" a aburrimiento de los seres cercanos, al hacerse automática, podría llegar a pertenecer al significado de la palabra, para dicha comunidad.

 

4. Cristalización de las ideologías en las palabras

Podría parecer una empresa desesperada el intentar tomar en cuenta los puntos de vista en la descripción científica del significado: los puntos de vista, por definición, son subjetivos y no se entiende por qué ni cómo podrían caber en una descripción científica. Lo mismo se podría decir del sentido, entendido como resultado de la interpretación de un enunciado. Ahora bien, el hecho de que algunas entidades sean subjetivas no implica que las relaciones entre dichas entidades tengan que serlo: las relaciones entre los puntos de vista y entre los sentidos podrían ser objetivadas a pesar de que lo que dichas relaciones relacionan puedan no serlo. Eso es la hipótesis que adoptamos al describir las palabras con topoi léxicos.

Aplicando esta hipótesis estudiaremos en qué sentido se puede decir que las ideologías se cristalizan en las palabras; para este estudio, seguiremos con atención la manera como se construye el sentido de los enunciados que contienen la palabra francesa "riche" y la compararemos con lo que sucede con la palabra española "rico". De este estudio,24 sacaremos algunas hipótesis sobre las relaciones entre ideologías socialmente aceptadas, realidad, lenguas y sujeto, hipótesis que propondremos, a modo de conclusión, para la reflexión de los lectores.

4.1 Una descripción del adjetivo francés "riche"

En el intento de describir el significado de la palabra francesa "riche", observando los efectos de sentido de enunciados de una frase como

(4) Jean est riche.25

es posible notar que la posesión atribuida a Juan depende, en lo que concierne su naturaleza y su cantidad, de la situación de enunciación. Sin embargo, es posible proponer una descripción general de la información que los oyentes pueden recabar al oír un enunciado de esta frase en función de la situación en la cual han de interpretar dicho enunciado. Así, se puede decir que "riche" se refiere a la posesión de una cantidad de algo que supere un determinado umbral (precisado implícitamente por la situación).

Ahora bien, si tal descripción del adjetivo puede bastar, por ejemplo, para un empleado de banca, no da cuenta de un fenómeno del francés que ha de importar al lingüista: el lexema "riche" produce otros efectos, de los cuales la descripción precedente, por general que sea, no puede dar cuenta. Así, por ejemplo, un enunciado de la frase

(5) Ce bébé est riche.26

sorprende e incluso puede parecer paradójico. Es cierto que el efecto añadido proviene del contraste entre "bébé" y "riche", pero esta última observación no basta para dar cuenta de dicho efecto: no es el hecho objetivo de que un crío posea algo lo que sorprende, sino la manera como el hecho está formulado en (5). En cambio, los enunciado de la frase (6)

(6) Ce bébé a hérité d'une forte somme.27

no provocan el mismo efecto, a pesar de que impliquen la posesión de dinero por parte del infante.

Para que la descripción semántica de (5) pueda dar cuenta del efecto de sorpresa que sus enunciados provocan, tiene que explicar la razón del contraste entre "bébé" y "riche". Y, como acabamos de ver, dicha razón no puede ser una razón de re sino de dicto: no puede aludir al estado del mundo, sino a la manera como los enunciados de (5) proponen verlo.

Explorando esta pista, entendemos que el contraste entre "bébé" y "riche" es debido al hecho de que el uso de la palabra "bébé" supone ver a la persona a la cual el enunciado se refiere como dependiente, sin autonomía, sin poder de decisión, ni de acción propias; al contrario, el uso de la palabra "riche" supone ver a la misma persona como dotada del poder de acción que puede conferir la posesión. Lo dicho en el párrafo precedente nos conduce a la necesidad de que la descripción de "riche" despeje el punto de vista según el cual la posesión permite la acción: diremos que cuando un locutor utiliza la palabra "riche", su enunciado presenta la posesión como fuente de poder28

Para poder proporcionar indicaciones de este tipo en la descripción semántica, fue necesario romper con el planteamiento 'informacional' del significado y proponer un sistema de descripción semántica, inspirado en el de la tal (Teoría de la argumentación en la lengua), que permite evocar rigurosamente los puntos de vista a los cuales nos hemos referido informalmente.

Así, utilizando el dispositivo de descripción expuesto en 3.3, buscamos un campo tópico para "riche" cuyo topos canónicamente asociado permita ver la posesión como fuente de poder: este topos tiene la forma

//cuanto más posee uno, más poder tiene//

topos que corresponde al campo tópico

<POSESIÓN, poder>

En este campo tópico, como lo vimos en la definición general _de los campos tópicos, el segundo miembro (poder) es el campo tópico a través del cual se percibe el campo conceptual de la posesión. Dicho campo tópico del poder se define, a su vez, como un punto de vista sobre el campo conceptual de la posibilidad de acción. Aquí caben dos posibilidades en función de cómo se valora la posibilidad de acción:

poder1 : <posibilidad de acción, bien>

poder2 : <posibilidad de acción, mal>

Estas dos posibilidades, que se despejan en los dos topoi

//cuanto más poder tiene uno, mejor// (o sea:

«POSIBILIDAD DE ACCIÓN, bien>, bien>)

//cuanto más poder tiene uno, peor// (o sea:

«POSIBILIDAD DE ACCIÓN, mal>, mal>

corresponden con las dos posibilidades de argumentar a partir de la idea de poder (la primera, por ejemplo, asocia el poder con la libertad y la segunda, por ejemplo, con la corrupción).

Con esta descripción de "riche", podemos dar cuenta del efecto particular de los enunciados de (5)

(5) Ce bébé est riche.29

tal como los habíamos analizado al principio de este párrafo: el topos intrínseco a "riche" impone que se vea la posesión como fuente de poder (considerado como positivo o como negativo), lo cual contrasta con el punto de vista impuesto por el uso de la palabra "bébé". El modo como nuestra descripción da cuenta de este efecto 'capta' la intuición que tenemos sobre dicho Contraste. Además, la descripción en términos de topoi léxicos permite prever otros efectos de interés, relacionados con la noción de doxalidad, efectos que podemos observar analizando enunciados de las tres frases siguientes:

(7) Jean est riche, il peut t'inviter.30

(8) Jean est riche, il ne peut pas t'inviten31

(9) Jean est richaj! tlinvitera32

(7) no hace más que especificar el sentido de "riche" utilizado en la situación de enunciación (enunciado doxat); para poder entender los posibles enunciados de (8) —que parece contradictorio—, se necesitan hipótesis específicas sobre la situación de enunciación33 (enunciado para-doxal); los enunciados de (9) 'dicen' algo más que especificar el sentido de su primer miembro (enunciado a-doxal): de hecho, el locutor de un enunciado de (9) podría estar equivocado aunque el primer miembro fuera cierto.

4.2 "Riche" y "rico"

A los efectos específicos de (4), sobre los cuales nos apoyamos para elaborar la noción de campo tópico intrínseco se añaden, en castellano, otros efectos de sentido, que, por ejemplo, se observan en (10)

(10) Este bebé es rico.

Esta diferencia de efectos impone que se haga una diferencia en la descripción semántica de los dos ítems léxicos "riche" y "rico". El hecho de que sea necesario proporcionar descripciones semánticas diferentes para palabras casi equivalentes en dos idiomas diferentes no nos debe preocupar: al contrario, es signo de que el dispositivo de descripción capta el hecho de que las lenguas no se limitan a ser sistemas de codificación de sentidos 'absolutos' y externos. Ahora bien, si la necesidad de una diferencia semántica entre "riche" y "rico" no nos debe preocupar, sí nos debe interesar como fenómeno de lingüística general. En los dos párrafos siguientes, propondremos una reflexión acerca de este fenómeno, reflexión que sólo pretende poner en relación algunos hechos para constituir, luego, la base de una posible hipótesis explicativa.

4.3 Un desvío hacia la etimología de "riche"

Según los diccionarios etimológicos, la palabra francesa "riche" viene del fráncico °riki (poderoso) y tiene el mismo origen indoeuropeo que el antiguo alemán rice (en alemán reich), que el indostaní raja y que el latín rex. La derivación por el fráncico, relacionada con la del alemán corresponde al sentido de poder, descrito en antiguo alemán y que se encuentra en las primeras apariciones atestadas de la palabra francesa (1050).

Este paralelo entre la descripción tópica que proponemos y la derivación etimológica de la palabra no tiene por qué ser, en principio, más que una coincidencia. Pero, tomando en consideración la posibilidad de tomar en serio esta coincidencia, hemos examinado la etimología de varias palabras cuyos campos tópicos imponen un punto de vista de interés y hemos encontrado otros paralelos semejantes. Así, por ejemplo, trabajar/trabajo cuyos campos tópicos relacionan la actividad con cansancio y sufrimiento, proviene del latín tripalium (suplicio por el cual uno se moría de agotamiento); lavorare/lavow (italiano), con los mismos campos tópicos, proviene del latín labor, lapsus sum (tropezar bajo el peso de la carga).

Estos pocos ejemplos por supuesto no bastan para justificar la hipótesis de una relación entre la descripción tópica del léxico y la etimología. Pero sí permiten formularla y explorar algunas de sus consecuencias, de modo que sabiendo que una investigación exhaustiva aún podría, en principio, invalidar esta hipótesis, podemos consolarnos con la idea italiana según la cual "se non é vero, é ben trovato"... Dicha hipótesis se podría formular del modo siguiente:

Cuando una palabra, por su evolución histórica, adquiere un significado nuevo, no pierde completamente sus significados pasados: su denotación pasada se transforma en el punto de vista a través del cual ha de buscarse su nueva denotación.

4.4 Descripción de "rico"

El español "rico", por lo visto, proviene del gótico reiks, con el mismo sentido de poderoso. Sin embargo, contrariamente a lo que ha pasado en Francia, el personaje del rey, en la representación cultural española, no encarna el poder absoluto: de los Reyes Magos (cuyo papel es casi inexistente en Francia) al niño-rey, la representación del rey en la cultura española conlleva cariño y felicidad. Un argumento a favor de esta idea se encuentra en el hecho de que, en español, y no en francés, se suele dirigir a los niños llamándoles "rey", como lo atesta la oposición entre la normalidad de (11) y la impresión de ridículo que produce (12):

(11) ¿Qué quieres, mi rey?

(12) * Que veux-tu mon roi?

Así, si hacemos la hipótesis que "rico" y "rey", por un lado y "riche" y "roi", por el otro están relacionados semánticamente, y si tenemos en cuenta la diferencia entre las representaciones culturales de lo que es un rey en España y en Francia, podemos entender por qué una cena rica es buena, mientras ._ qu£_u/z repas riche es sólo pesado... Lo mismo pasa con la diferencia entre (4) y (10).

 

5. Conclusiones y perspectivas

Nos detuvimos considerablemente en esta diferencia entre "riche" y "rico", casi insignificante para un observador poco sensible a los aspectos subjetivos de la construcción del sentido: esta reflexión fue sin embargo útil, espero yo, para familiarizarnos con el concepto de ideologías sociales y para entender concretamente de qué modo las lenguas, en su estática misma, las vehiculan en los discursos. Si queda claro que el estudio de un ejemplo no tiene valor de demostración, sirve, por lo menos, para ilustrar las tesis defendidas. En este caso, se trata de la plausibilidad de la idea según la cual cada enunciación, por las palabras mismas que utiliza, evoca puntos de vista que pertenecen a la cultura de una comunidad lingüística y respecto a los cuales el hablante tiene la facultad de pronunciarse. Asimismo, hemos visto el papel de las representaciones colectivas en la construcción de la realidad que constituye el objeto del discurso. El sujeto, expuesto a los discursos que circulan en su comunidad, construye su personalidad refiriéndose a esta realidad.

Además, si es correcta la descripción que proponemos para los campos tópicos léxicos, los mecanismos de construcción del sentido, por identificación positiva o negativa con campos tópicos enlazados, se emparientan con los mecanismos de constitución de la personalidad, por identificación positiva o negativa relacionadas con regiones del substrato ideológico social: las posibilidades que me ofrece la sociedad para desarrollar mi personalidad, me las ofrece, en gran parte, a través del léxico de la lengua principal que me permite adquirir. Si, para dominar el léxico de una lengua, necesito esa inversión afectiva que implican las identificaciones con los puntos de vista cristalizados en él, se abren nuevas puertas para entender las múltiples relaciones entre la adquisición de la lengua materna, el desarrollo de la personalidad y la construcción del mundo virtual, que es el único real para el sujeto. Desde este punto de vista, los mundos virtuales de la informática (como por ejemplo los de los video-juegos), de manera similar a aquellos de la literatura o de las diversas mitologías, desde el momento en que el sujeto los frecuenta tan a menudo como lo que seguiremos llamando por convención, "el mundo real", participan, ya sea en la constitución de la personalidad, o en el desarrollo de la capacidad lingüística: en lo mejor y en lo peor...

Al autor de este artículo no escapan varios puntos débiles de esta reflexión. El primero de ellos, ya lo hemos comentado: la metáfora de la personalidad como conjunto de áreas de identificación es sólo una metáfora y ello debilita, en parte, la aportación del trabajo. Otro vicio aparente de este trabajo, que, sin embargo, puede considerarse una fuerza, es el hecho de que hace visible la necesidad de realizar varias investigaciones más completas sobre diversos temas afines a los que he tratado aquí. Me limitaré a mencionar algunos de estos temas, que constituyen el objeto de programas de investigación actuales.

5.1 Topoi discursivos-topoi culturales-topoi léxicos

Analizando el uso del concepto de topos en el modelo tópico de la semántica de los puntos de vista, el lector habrá notado que el término topos se utiliza para referirse a tres categorías de entidades:

(1) Las reglas de inferencia gradual, directamente heredadas de las ideas de Ducrot, a partir de las cuales, según las hipótesis de la teoría, los enunciados constituyen la base de una argumentación.

Dichas reglas son abstracciones de los garantes de las argumentaciones: su determinación depende de la apreciación, por los hablantes, de las situaciones; depende de las creencias y de los objetivos de los mismos. Éstas constituyen los topoi discursivos, también llamados topoi dinámicos; no caracterizan nada más que la argumentación que se desprende de un discurso; cualquier enunciado destinado a favorecer una orientación argumentativa se apoya en un topos discursivo. Numerosos son los trabajos de análisis del discurso que han comprobado la validez de las ideas de Ducrot respecto a los topoi discursivos y, aun cuando la hipótesis es bastante fuerte (ya que excluye el recurso directo, por parte de las lenguas humanas, de otras formas de reglas argumentativas diferentes de los topoi), puede considerarse lo suficientemente establecida desde el punto de vista de la pragmática.

(2) Las reglas de inferencia gradual que constituyen una manera de expresar la base cultural de las creencias mencionadas en el párrafo precedente.

Detrás de esta denominación, yace la hipótesis de que dicha base cultural, dichas creencias características de una comunidad lingüística pueden formularse en su totalidad en forma de topoi. Así que si un enunciado se apoya sólo en un topos cultural para favorecer una orientación argumentativa, dicho enunciado no hace más que formular el sentido común de una comunidad social: enunciados de este tipo se dicen culturalmente doxales. La hipótesis de los topoi culturales, necesaria para el funcionamiento del sistema de descripción semántica propuesto, es fuerte porque no hay a priori razones que impongan esta propiedad de la base cultural: sólo argumentos empíricos (es decir, de acuerdo con los objetivos de la semántica, argumentos basados en la observación de los hechos de interpretación) permiten establecer la pertinencia de esta concepción. De momento, no se han encontrado casos en los que las creencias culturales utilizadas en una argumentación no puedan expresarse" de forma tópica; si se encontrasen algunos de esos casos, ello constituiría una objeción seria a nuestras hipótesis.

(3) Los puntos de vista lexicalizados, o sea, las constricciones,34 derivadas de los campos tópicos léxicos, que, según el modelo, participan —en conjunción con los topoi culturales— en la determinación de los topoi dinámicos.

Esta concepción de los procesos semánticos supone (i) que toda la contribución del léxico a dichos procesos puede expresarse en términos de topoi y (ii) que la estructura tópica puede siempre expresar las constricciones que las palabras imponen sobre los topoi dinámicos. Esta segunda hipótesis ha sido demostrada en Raccah, 1990 y detallada en Bruxelles et al, 1995. Sin embargo, la confirmación de la primera de estas dos hipótesis requiere de un trabajo empírico considerable como, por ejemplo, la construcción de un diccionario de los topoi léxicos de una lengua (o, mejor, de varias lenguas).35 Una consecuencia de estas dos hipótesis es que si un enunciado evoca sólo el topos léxico de una des sus palabras para favorecer una conclusión argumentativa, dicho enunciado no hace más que especificar el significado de la palabra en cuestión y da al oyente una fuerte impresión de redundancia: enunciados de este tipo se dicen semánticamente doxales.

Un motivo de perplejidad que puede suscitar el hecho de utilizar la misma denominación para tres entidades diferentes (abstracción de los garantes de los enunciados argumentativos; expresión de las creencias características de las culturas; expresión de los puntos de vista cristalizados en el léxico) es la diferencia esencial entre las entidades que se designan con el mismo término. Ello produce, como primera impresión, un efecto de incoherencia terminológica. Esta impresión desaparece cuando uno entiende las hipótesis evocadas en relación con (2) y con (3), o sea, la hipótesis según la cual las creencias culturales características de una comunidad lingüística pueden describirse todas en términos de estas reglas graduales, y la otra hipótesis según la cual todas las constricciones que las palabras de las lenguas humanas imponen en los puntos de vista pueden expresarse de esta misma forma. Pero, si la impresión de incoherencia terminológica desaparece, nacen dudas sobre la verosimilitud de dichas hipótesis. Cuando las hipótesis son refutables (y, en este caso, lo son), son precisamente estas dudas sobre la verosimilitud de las hipótesis que constituyen la fuerza de un marco teórico: si las teorías científicas no hicieran más que formular el sentido común, no hubieran permitido progresar en el conocimiento del mundo... Obviamente, es necesario que dichas hipótesis sean refutables, o sea, tales que permitan buscar situaciones en el mundo en las que, si no fuesen ciertas, se podrían observar indicios de su impropiedad. Y es precisamente lo que ocurre con las hipótesis mencionadas, que, a pesar de ser refutables, no han sido refutadas de momento, a pesar de que varios grupos de investigación, en varios países trabajen sobre este tema.

El esquema siguiente resume las relaciones entre las diversas entidades.

5.2 De la objetividad de la determinación de los topoi léxicos

Descartadas las objeciones externas, quedan críticas de factibilidad. Una de ellas concierne la posibilidad de evitar el recurso a la intuición para decidir si un topos debe considerarse como perteneciente a la descripción léxica o si, al contrario, las decisiones de este tipo sólo dependen del parecer del lingüista, en cuanto hablante. Por supuesto, si la situación correspondiera a la segunda hipótesis, ello constituiría un defecto importante del marco teórico, por lo que la pregunta siguiente se vuelve una pregunta clave del marco teórico: "¿Cómo averiguar si un topos determinado ha de pertenecer a la descripción semántica de una palabra determinada en una lengua determinada?".

Dos programas de investigación examinan, en la actualidad, dos aspectos de esta cuestión. El primer eje de investigación atañe la elaboración de pruebas lingüísticas (tests) que permitan evidenciar el carácter léxico de los topoi cristalizados en las palabras contrastándolos con los topoi que dependen sólo de la cultura. La idea general de estas pruebas se basa en la descripción de algunos articuladores semánticos,36 y en la noción de presupuesto argumentativo?37 Varios programas de investigación estudian, en la actualidad, esta cuestión a propósito de diversas lenguas (entre otras: castellano, catalán, francés, húngaro). Las pruebas más utilizadas en francés implican las descripciones de "done", "parce que", "trop". El segundo eje examina la cuestión de manera indirecta suponiendo que abemos determinar los topoi léxicos de una palabra, este conocimiento, añadido al conocimiento de la situación de enunciación de una frase que contiene esta palabra, debería permitirnos determinar los topoi discursivos del enunciado de esta frase en esta situación. Los programas de este eje examinan los procesos lingüísticos de construcción de los topoi dinámicos a partir de los topoi léxicos y de la caracterización de las situaciones. Éstos análisis, a su vez, informan sobre las propiedades salientes de los topoi léxicos y restringen así las posibilidades ofrecidas por las pruebas directas.

5.3 Procesos de lexicalización de los topoi culturales

De los 'territorios' científicos que han sido abierto por el marco teórico de la Semántica de los Puntos de Vista, algunos, como los que acabamos de ver, contienen respuestas a objeciones externas (como los 'territorios' estudiados por los programas presentados en 5.1), o a objeciones internas (como los estudiados por los programas presentados en 5.2); otros no contienen respuestas a objeciones sino respuestas a preguntas de curiosidad interdisciplinaria. Muchos temas de curiosidad interdisciplinaria han sido abiertos por los semánticos y los analistas del discurso que utilizan el marco teórico de la Semántica de los Puntos de Vista: desde la relación con el psicoanálisis hasta las cuestiones antropológicas, a través de las cuestiones cognitivas de gestión del conocimiento o de construcción de la personalidad, las hipótesis de la SPV imponen una concepción de la semántica como disciplina autónoma en la interfaz de todas las disciplinas humanas y sociales, cuyo objeto hace intervenir las lenguas humanas. La curiosidad interdisciplinaria de que se habla aquí lleva a preguntarse qué tipo de influencia puede tener la elección de dichas hipótesis sobre las demás disciplinas, ya que pertenecen a una disciplina que consideramos situarse en el cruce entre ellas.

De entre todas las numerosas preguntas de este tipo, muchas pertenecen a dominios de investigación muy alejados de los puntos de interés de esta revista. Sólo hablaré de dos de estas preguntas porque la disciplina que les corresponde siempre pertenece al conjunto de disciplinas afines a la lingüística: se trata de cuestiones diacrónicas.

La primera, ya la evocamos en nuestro estudio de "riche", emerge de la observación etimológica insospechada relativa a la relación entre la raíz indoeuropea de la palabra y su campo tópico léxico: ¿es posible que, de manera general, los campos tópicos léxicos actuales de una palabra estén motivados por la denotación pasada de su raíz? La respuesta a esta pregunta no pertenece al campo de la semántica sincrónica de la que nos ocupamos; sin embargo si dicha respuesta fuera positiva, ello daría nuevas perspectivas en muchos aspectos de la lingüística.

La segunda pregunta de índole diacrònica que nuestras hipótesis pueden suscitar es: "¿cómo se lexicalizan los topoi culturales y por qué algunos sí lo hacen y otros no?". Dos programas de investigación, uno en Porto Alegre (Brasil) y otro en Limoges (Francia) examinan dos respuestas diferentes (y compatibles), basadas sobre hipótesis diacrónicas muy fuertes (probablemente demasiado fuertes: los resultados de los estudios habrán de permitir las modificaciones apropiadas).

5.3.1 El papel de las expresiones idiomáticas

Una respuesta posible a la pregunta es que el proceso de cristalización de los topoi hacia las palabras de una lengua podría implicar a las expresiones idiomáticas de dicha lengua. Con esta hipótesis, la idiomaticidad de la expresión se explicaría por el hecho de que, contrariamente a lo que pasa con un sintagma no idiomàtico, los topoi dinámicos que tal expresión permite construir se apoyan en un topos cultural específico semi-lexicalizado en la expresión, en vez de apoyarse en los topoi lexicalizados en las palabras de dicha expresión.38 Así, según esta hipótesis, antes de cristalizarse en una palabra del léxico, un topos ha de volverse el topos específico de una expresión idiomàtica, y, por lo tanto, no todos los topoi culturales se han lexicalizado porque no todos corresponden con expresiones idiomáticas.

5.3.2 El papel de los proverbios

Otra respuesta a la misma pregunta propone una fase de semi-cristalización proverbial. Según esta idea, algunos de entre los enunciados que permiten acceder a los topoi culturales frecuentemente evocados en una comunidad lingüística llegan a adquirir un estatuto particular: el de proverbio. En una fase ulterior, el significado de algunas palabras se modifica para que dichas palabras permitan acceder a los topoi de una parte de estos proverbios. Un argumento a favor de este dispositivo es el hecho de que la mayoría de los proverbios tienen una de las tres propiedades siguientes:

(1) expresan directamente un topos,

(2) o expresan que un topos determinado no es aplicable,

(3) o bien expresan que, en vez de aplicar un topos determinado, habría que aplicar otro, también determinado.

En la actualidad, un programa de investigación científica examina la aportación de este conjunto de hipótesis a la elaboración de la base semántica de un diccionario de los puntos de vísta lexicalizados.39

5.4 Relación entre estructuralismo, lingüística y cognición

Sería incompleto el examen crítico del marco teórico si no nos detuviéramos un poco para examinar una objeción de carácter epistemológico, que algunos de los teóricos de la Argumentación en la lengua hacen al uso del concepto de topos y, por ende, a la Semántica de los Puntos de Vista.

Uno de los dogmas más vigentes del estructuralismo es la idea de que "cualquier descripción de la lengua debe hacerse en la lengua misma". Asimismo, para un estructuralista purista, el concepto mismo de topos es defectuoso, y eso, por dos razones.

(1) Los campos tópicos, que constituyen los topoi, se definen como parejas <campos conceptuales, juicio de valor>, cuyos elementos pertenecen a la lógica y a la cognición (respectivamente). Por lo tanto, se definen fuera del lenguaje y no pueden servir para describirlo.

(2) Si los topoi permiten describir estados cognitivos como creencias culturales o conocimientos expertos,40 entonces pertenecen a las disciplinas que estudian la cognición y su uso para describir fenómenos semánticos viola lo esencial de la doctrina estructuralista.

Si el dogma no tuviera ninguna base de justificación, no valdría la pena examinar las objeciones fundadas en él. Lo que no tiene justificación es... el carácter dogmático de dicho dogma. De hecho, la posición estructuralista no es más que una formulación normativa de la afirmación de la autonomía de la lingüística respecto a otras disciplinas. Asimismo, el famoso dogma podría reformularse como el simple rechazo de un reduccionismo injustificado. Quitándole a la posición estructuralista su carácter dogmático, no se debilita la objeción (todo lo contrario...): queda cierto que si los topoi son entidades fenómenos que pertenecen al dominio de la cognición, pretender que los fenómenos semánticos se puedan describir sólo en términos de topoi es pretender que los fenómenos semánticos se reduzcan a fenómenos de cognición. Sin embargo, ambos argumentos expuestos a favor de esta posición son equivocados.

El primer argumento da por cierto que, si se utilizan dos entidades (aquí campo conceptual y juicio de valor) para definir una tercera entidad (aquí topos), esta última pertenece necesariamente al dominio (¿o a los dominios...?) de las primeras. Esta presuposición es evidentemente errónea (la creencia en ello caracteriza la mentalidad pre-científica...). Lo que, en realidad, implica el uso de los topoi en semántica es que la relación entre campos conceptuales y juicios de valor pertenece a la semántica; y ello, no implica que los dos miembros relacionados pertenezcan también a la semántica.

El segundo argumento es más serio y necesita un examen profundizado de la relación entre conceptos teóricos y entidades observables. A partir de las reflexiones epistemológicas de principios del siglo veinte, es generalmente aceptada la idea de que los conceptos teóricos utilizados en un modelo que describe el dominio observable de manera suficientemente adecuada, llegan a "nacer" en el mundo (por lo menos en la representación del mundo que los científicos y, por ende, los seres humanos, se hacen del mundo —lo que podríamos llamar, siguiendo nuestro estudio de los mitos, "el mundo virtual de la ciencia"). Asimismo, el concepto teórico de fuerza, que, en algunos modelos teóricos del siglo diecisiete, permitía relacionar las representaciones que el modelo proponía para la masa, la posición en el espacio, y varias otras cosas, se incorporó (en el sentido propio) al mundo representado como real, para volverse una entidad observable. Los epistemólogos nos han proporcionado muchos ejemplos de este desliz 'realizante', que ocurre solamente en los casos en que el modelo teórico llega a ser considerado como describiendo 'la verdad sobre el mundo'.

Ahora bien, este segundo argumento estructuralista contra el uso de los topoi asimila el concepto teórico (las reglas graduales que facilitan la descripción de los procesos argumentativos o de algunos procesos cognitivos) con entidades 'reales' pertenecientes a uno u otro de los dominios observables: el dominio de los fenómenos semánticos y el de los fenómenos cognitivos. De no aceptar esta asimilación, el oponente no podría lamentarse de que se utilice un mismo concepto puramente teórico y formal en dos disciplinas distintas: lo que es inaceptable para el estructuralista (y, en una medida menos extrema, también para cualquier pensador que no defienda el reduccionismo), es la idea de que los fenómenos de semántica se reducen a fenómenos cognitivos. Una respuesta a la objeción podría ser, por lo tanto, que los topoi son conceptos teórico-formales y no tienen pretensión a volverse entidades ontológicas.

Sin embargo, no es esa nuestra respuesta. Una razón evidente para no adoptar esta línea de defensa es que pensamos que el modelo teórico de la SPV describe satisfactoriamente los fenómenos semánticos como para no excluir la eventualidad de un desliz 'realizante', de esos que hemos descrito en los párrafos precedentes. Nuestra respuesta se apoya en la corrección de un error de razonamiento que presupone la objeción que examinamos. El error es que la objeción no toma en cuenta la simetría de la relación entre las dos disciplinas que utilizan el concepto de topos: el hecho de que los topoi, considerados —esta vez— como fenómenos, pueden servir para describir, ya sea fenómenos semánticos como fenómenos cognitivos, no implica que su uso sea una reducción de la semántica a la cognición. Lo que sí implica es que uno de los dos conjuntos de fenómenos sea reducible al otro... Y la posición que queremos defender es que una parte de los fenómenos cognitivos se reduce a fenómenos semánticos. Pero esto será el objeto de otros artículos...

 

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Notas

1 Véase la noción de Umwell desarrollada por Von Uexküll (1956) y utilizada de modo convincente en las recientes corrientes de la ecología (cf., por ejemplo, de Gaulejac y Gallo. 1996).

2 Es importante observar que no llegamos a asimilar completamente esta noción de causa con la que empleamos en la vida cotidiana: la atracción universal no es la causa de la trayectoria de los planetas en el mismo sentido en que los celos de Otelo causaron la muerte de Desdémona.

3 Véase van Fraasen, 1986, para una argumentación semejante (aunque desde otra perspectiva).

4 Lo que la pragmática searliana llamaría "direction of fit" a propósito de la fuerza ilocutoria.

5 Las reflexiones que condujeron a la elaboración de la primera versión de esta metáfora fueron financiadas gracias a la generosidad de la fundación Duque de Soria, quien fomentó, en diciembre de 1998, la Mesa Redonda de Trujillo sobre la realidad virtual.

6 Puede ser (y es lo que yo espero, por supuesto...) que esta metáfora, con el tiempo y con el interés y la precisión de las predicciones que se puedan hacer utilizándola, se convierta en un modelo científico...

7 Véase párrafo 3.

8 Una lectura superficial, con búsqueda de palabras claves y asociaciones rápidas, podría hacer pensar en alguna filiación con algunas ideas de Rosch (1978) o con algunas concepciones defendidas (mal) por corrientes que se han llamado 'gramática cognitiva' o 'semántica cognitiva'. Respecto a las primeras asociaciones, se pueden encontrar unos estudios, por ejemplo en Dubois y Resche-Rigon (1996), relativos a la relación entre tipicidad y topicidad, y a la eventualidad de importar el concepto de topos en la psicología cognitiva. Una discusión detallada de cómo la semántica cognitiva, a pesar de su interés estratégico, queda fundada sobre un error categórico: la confusión entre lengua y lenguaje, se puede encontrar en Raccah (2004a).

9 Es importante entender que, si bien queda claro que los oyentes pueden construir varios sentidos, la frase determina la manera de construir el sentido: ésta es una sola si la frase no es ambigua.

10 Véase, por ejemplo, la diferencia entre los enunciados que contienen poco y los que contienen un poco (Raccah, 1998) o sus traducciones en francés -peu y un peu- (Ducrot, 1980, 1988 o Raccah, 1990) o en inglés -little y a liltle- (Raccah, 1987). Véase también los análisis de pero o de sus traducciones (mais, en francés, but en inglés) en los mismos textos.

11 Los sentidos de un enunciado de "Este pan es bueno" no pueden describirse como derivados de una propiedad objetiva del pan, sino como derivados de ciertas relaciones entre el hablante y el pan.

12 Si alguien deja una casucha C para mudarse a una mansión, es probable que otra persona, de menos recursos, pudiera dejar otra vivienda, en peor estado que C, irse a vivir a C y considerar, a su vez, que se trata de una mansión: ¿Entonces qué sería C 'en realidad"? ¿Una casucha? ¿Una mansión?...

13 Véase, por ejemplo, Anscombre y Ducrot, 1983, para mas información sobre la noción de argumentación en la lengua.

14 Las varias versiones de dicha teoría se caracterizan por sus modelos principales: las escalas argumentativas para el modelo preliminar; los campos tópicos atómicos para la primera versión del modelo tópico; los campos tópicos léxicos para la versión más reciente del modelo tópico; los bloques semánticos, para una aproximación más 'purista' desde el punto de vista estructuralista.

15 Tenemos presente que un ejemplo no puede servir para demostrar la validez de unas hipótesis, ni la adecuación de un modelo: para ello es necesario apoyarse, como bien se sabe, en todo el aparato de análisis de contraejemplos aparentes, respuestas a objeciones, estudios de los efectos descriptivos y predictivos secundarios debidos al uso de dichos modelos, etc. Dicho aparato existe y ha sido presentado en la abundante literatura sobre la Teoría de la argumentación en la lengua y la Semántica de los Puntos de Vista, a la cual se refiere este artículo.

16 Obviamente, sin saber (o pretendiendo no saber...) que el razonamiento era erróneo.

17 Insisto en que éstas son dos de las muchas situaciones posibles en que (i-2) puede ser utilizado como argumento y. por tanto, los topoi posibles no se limitan a los dos que hemos contemplado.

18 Pido disculpas por la fealdad del término utilizado: el término frecuentemente utilizado en castellano, "restricción" para traducir el inglés "constraint" o el francés "contrainte", no da cuenta del carácter dinámico de la derivación de "constreñir": la acción a la cual me refiero no es restringir, sino constreñir.

19 Cf. Raccah, 1990.

20 Cf. por ejemplo, Davis, 1989, o Cerbah et al, 1990.

21 Cf. Raccah, 1990 y Bruxelles et ai, 1995.

22 Existen dos maneras (combinables) de asociar varios campos-tópicos a una palabra. En el primer caso, los diferentes campos se asocian conjuntamente a una palabra: el significado de la palabra integra estos diferentes campos tópicos; los encadenamientos pueden concernir uno solo de estos campos, pero también pueden integrar varios campos. En el segundo caso, los campos se excluyen unos a otros: la palabra es argumentativamente ambigua, fenómeno que se produce con bastante frecuencia, incluso en el caso de palabras informativamente no-ambiguas (cf. Raccah, 1987): es el caso de tibio, que puede asociarse, o bien al campo del calor (como en "Esta cerveza está tibia"), o bien al campo del frío (como en "Este café está tibio"). Por último, se pueden imaginar (no encontré, pero tampoco busqué...) casos de asociaciones combinadas.

23 Véase, por ejemplo, Bruxelles et al, 1995.

24 ...que utiliza una parte de un trabajo expuesto en Raccah, 1998, y reelaborado en 2002.

25 Una traducción aproximada, aunque no fiel (véase más adelante) es "Jean es rico".

26 "Este bebé es rico". Aquí, la traducción se aleja más aún del ejemplo original...

27 "Este bebé acaba de heredar una gran suma de dinero".

28 Se trata, por supuesto, del poder relativo a la capacidad de acción y no necesariamente del poder de mando. Una descripción análoga sería necesaria para "bebé", en la cual se subrayara que el uso del lexema "bébé", para referirse a una persona, conlleva ver a esta persona como sin poder. Aquí, sin embargo, nos centraremos en la descripción de "riche".

29 "Este bebé es rico."

30 "Jean es rico, te puede invitar."

31 "Jean es rico, no te puede invitar."

32 "Jean es rico: te invitará."

33 Recordamos que una secuencia de signos escritos sólo puede representar una frase, la cual da lugar a una infinidad de enunciados posibles. En principio, cualquier enunciado de cualquier frase sintácticamente correcta puede entenderse, a veces a costa de imaginar un mundo o una situación muy extraños (o, como en este caso, un mundo no tanto extraño pero crudamente revelador de una pesada ideología de clase...).

34 Sigo encontrando muy fea esta traducción del francés "contraintes" o del inglés: "constraints".

35 La investigación preliminar a este programa se ha desarrollado en el marco de un proyecto hispano-francés apoyado por el CNRS y varias universidades españolas, titulado "La inscripción de los sesgos socio-cognitivos en la lengua" (pies 853 del CNRS).

36 Operadores como "poco", "aun", "incluso", etc. o conectores como "pero", "entonces", etcétera.

37 Para la presentación de esta última noción, véase, por ejemplo, Raccah, 1987. Para las últimas descripciones de algunas de estas pruebas lingüísticas, cf. Chmelik, 2003 o Raccah, 2004b.

38 Véase Creus, 2004, para un trabajo profundizado sobre las expresiones idiomáticas y su descripción tópica.

39 Programa, cofinanciado por la Universidad y la Región de Limoges. Una parte-de este programa se está elaborando en el marco, de una tesis de doctorado, también financiada por la Región de Limoges.

40 Véase, por ejemplo. Raccah, 1987, Bruxelles el al.. 1987 o 1989, Davis, 1989, Fournier et al, 1990, o Cerbah et al, 1991.

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