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Perfiles educativos

Print version ISSN 0185-2698

Perfiles educativos vol.24 n.95 Ciudad de México  2002

 

Artículos

 

La universidad vivida. Visión de los profesores de ciencias sociales de tres facultades de la Universidad Central de Venezuela

 

Alexander López*

 

* Profesor asociado de la Universidad Central de Venezuela y director de la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos de la misma universidad. lopezalexucv@hotmail.com

 

Resumen

Este artículo se basa en la valoración que hace un grupo profesores de ciencias sociales de tres facultades de la Universidad Central de Venezuela sobre sus experiencias como universitarios (la universidad vivida). Los docentes profesan una visión integral de la labor académica, según la cual un profesor debe desempeñarse apropiadamente en la docencia, la investigación y la extensión (o servicio). Sin embargo, los profesores demuestran un apego considerable hacia la docencia y declaran que la investigación no es una actividad tan habitual como lo especifica el ideal universitario. Los profesores están conscientes de las inconsistencias de su papel en la Universidad; admiten que enfrentan el imperativo de desempeñar su profesión de una manera desigual; afirman que la Universidad no los apoya suficientemente. Aunque reconocen algunas mejoras, consideran que todavía hay obstáculos institucionales que retrasan el desarrollo de la profesión académica. En las conclusiones el autor llama la atención hacia la conveniencia de vincular el perfil integral con la universidad vivida: tener muy presente la diversidad de la docencia, la investigación y la extensión, modalidades y acepciones que se están formando literalmente ante nuestra mirada.

Palabras clave: Educación Superior en Venezuela, Profesor universitario, Ciencias sociales, Universidad vivida, Satisfacción del académico.

 

Abstract

This article describes the view of a group of social sciences professors from three faculties of the Central University of Venezuela. Professors show high regard for a harmonious and integral image of higher education. They visualize themselves participating symmetrically in teaching, research and community programs. However, for most of them teaching is about the only activity they can effectively accomplish. A major concern for professors is that the University does not adequately support their professional development. The persistent politicization of higher education further complicates the links between professors and the University. Finally, the article shows how critically academics perceive themselves, particularly their role as researchers. Although they recognize some improvement, structural constraints still delay the development of the academic profession. In the conclusion, the author suggests that it may be helpful to relate the integral image of the academic profession to what professors experience in their professional life, that is, the diversified relation of teaching, research and community programs.

Keywords: Higher Education in Venezuela, University professor, Social sciences, Social research, Academic gratification.

 

La actual docencia universitaria pareciera estar signada por lo siguiente: centrada en la enseñanza más que en el aprendizaje. Este énfasis en la enseñanza supone un profesor transmisor de "conocimientos" y un alumno receptor de los mismos. Mas, aunque está generalizada la percepción de que el profesor universitario transmite conocimientos, lo que en realidad transmite es información y saberes. Información y saberes que no le son propios y que en consecuencia, debe reproducir para presentarlos a sus alumnos, quienes, a su vez, completan el proceso reproductivo mediante la memorización. Por supuesto, esta práctica sólo demanda del profesor universitario las habilidades y artilugios necesarios para facilitarle al alumno ese proceso de memorización y algo de comprensión (Villarroel, 1998, p. 7).

Según la cita anterior, extraída de un trabajo sobre la capacitación del profesor universitario en Venezuela, la función académica enfrenta obstáculos que exigen una respuesta inaplazable. Este cuadro es realmente grave si tomamos en cuenta que el académico representa el punto donde convergen todas las fuerzas que constituyen la vida de la universidad. Se puede pensar que existe un conocimiento establecido sobre el tema, en particular cuando se reconoce la importancia del papel del profesor. Se han realizado muchos estudios internacionales sobre la profesión académica; sin embargo, en el caso venezolano no se han llevado a cabo suficientes investigaciones y el conocimiento del tema se encuentra en su fase inicial.

Este artículo presenta los resultados parciales de una investigación que estudia la profesión académica tal como la vive un grupo de profesores de ciencias sociales de la Universidad Central de Venezuela. Seguiremos el camino de abordar el testimonio del profesor universitario en relación con sus varias actividades, por medio de su propia palabra tanto en los trabajos que la Universidad le exige para ascender en el escalafón universitario, como en otras publicaciones. También se tomarán en consideración las entrevistas realizadas a los autores de los trabajos examinados como parte de este estudio. La expectativa es que esas manifestaciones parciales, interpretativas, aparentemente dispersas, proporcionen claves del papel del académico venezolano en la vida diaria de su disciplina y -más allá de ésta-en lo que es la parte vital de su presencia en la universidad. En fin, esperamos que este artículo constituya un aporte a la tarea de entender la profesión académica y la especificidad de su lugar en la institución universitaria.

Nos centraremos en la universidad vivida, es decir, en la valoración que exponen los profesores en relación con su propia experiencia universitaria. Trataremos de identificar dos dimensiones principales. La primera tiene que ver con el conocimiento y la interpretación sobre aspectos relacionados con la actividad profesional desempeñada: se trata hasta cierto punto de la descripción del propio desempeño. Pero cuando se examina algo que es tan determinante en la experiencia de una persona, es primordial considerar los aspectos emocionales en los cuales se basa gran parte de la valoración. Por ello, la segunda dimensión se refiere a las vivencias que relata el profesor, mediadas por su sensibilidad.

En la actualidad se están haciendo esfuerzos por cambiar el modelo universitario que ha predominado en Venezuela desde 1958. Los profesores están en el centro de este debate académico y político, aunque su voz se escuche con resonancia diversa. En un momento los profesores son los autores de las proposiciones; en otro, son el objeto de decisiones tomadas fuera de las universidades. Algunos los consideran el punto de partida para las posibles soluciones; otros creen que representan gran parte de los males que hoy sufren las universidades. La realidad es múltiple y permite muchas lecturas, pero nadie puede negar la importancia de saber qué piensan los miembros de la profesión que Harold Perkin llamó "la profesión clave", y que hoy pasa por un momento de crisis en el mundo entero.

 

LA INVESTIGACIÓN

Para acceder al testimonio de los profesores se acudió en primer término a los trabajos de ascenso, que constituyen un tipo de texto académico que el personal docente y de investigación presenta para cumplir con los requisitos de permanencia y ascenso en el escalafón universitario;1 asimismo, se procedió a la realización de un conjunto de entrevistas, en las cuales participaron 30 de los autores de los trabajos analizados. También se examinaron otras fuentes relacionadas con la vida del académico.

Se consideraron trabajos de ascenso presentados por profesores de las Facultades de Ciencias Jurídicas y Políticas, Ciencias Económicas y Sociales, y Humanidades y Educación, por ser las facultades donde se desarrolla la mayoría de los programas de ciencias sociales en la Universidad Central de Venezuela. Se examinaron 70 trabajos presentados para ascender a diferentes niveles del escalafón universitario: Asistente, Agregado, Asociado y Titular.2 El criterio de selección de cada texto se basó en el nivel de relación con el tema planteado en la investigación, es decir, en su relevancia.

Los trabajos de ascenso fueron examinados cuidadosamente siguiendo un instrumento que contemplaba las siguientes dimensiones: información bibliográfica, marco teórico, metodología y técnicas, visión de la Universidad, visión de las ciencias sociales, y valoraciones y propuestas. El instrumento también tomó en cuenta los aspectos materiales del texto: el formato académico, los procedimientos tipográficos, y la difusión.

Finalmente, se procedió a entrevistar a 30 profesores seleccionados entre los autores de los trabajos leídos. Este grupo estaba formado por 16 hombres y 14 mujeres, todos con una antigüedad superior a diez años en la profesión académica. A estos 30 profesores se les aplicó una entrevista, que contenía preguntas relacionadas con su visión de la vida académica: forma de ingreso a la Universidad, estudios realizados, actividades cumplidas, imagen de la Universidad, nivel de satisfacción en relación con las funciones desempeñadas, apoyo brindado por la institución.

 

LA UNIVERSIDAD VIVIDA

El estudio toma como punto de partida las contribuciones de la literatura sobre la profesión académica, con un repertorio de temas muy amplio. Así, la literatura es un marco donde es posible distinguir varios tópicos importantes para este trabajo, entre otros, la formación y orientación de los profesores e investigadores, libertad académica y aspectos institucionales, actitudes hacia los estudiantes, opiniones acerca de la sociedad y diversos aspectos de la cultura, condiciones de trabajo y salarios, discurso académico y la representación de factores disciplinarios y contextuales (Altbach, 1996; Bourdieu, Passeron y Saint Martín, 1994; Clark, 1987, 1997; Neave, 1983).

En América Latina se han realizado estudios que examinan la concepción que el investigador expresa en su obra, no sólo respecto al objeto de investigación, sino también a la profesión académica misma y su lugar en la cultura nacional e internacional (Albornoz, 1991; Álvarez, 1984; Béjar Navarro y Hernández Bringas, 1996; Casanova y García Guadilla, 1991; Castro, 1988; Díaz Barriga y Pacheco Méndez, 1997; García Guadilla, 1996; Parra, 1998; Villarroel, 1998).

La institución universitaria ha presenciado las transformaciones de la subjetividad humana desde los tiempos medievales hasta el controversial presente posmoderno. En ese recorrido, el académico, el habitante principal de la universidad, ha sido siempre un resonador de la naturaleza precaria de la relación entre la personalidad y su medio. Sin embargo, la resonancia aludida no ha sido siempre comprendida, ni siquiera investigada. Foucault (1984) sugirió que el hombre se inventa por medio del discurso, revelación que permite diferenciar la vida vivida de la vida pensada. La vida pensada es externa y compartida, la vida vivida es necesariamente interna y única.

Así, tenemos que admitir que hay una materia múltiple que es parte de la universidad y por consiguiente de la vida vivida del profesor universitario. ¿Cómo se ha manifestado esta situación en la literatura sobre el tema universitario y en particular sobre el profesor universitario? ¿Cómo se ha reflejado esa emergencia de lo subjetivo?

Víctor Córdoba señala que:

En este caso, novedoso quiere decir emergencia de lo subjetivo, cuya existencia en la práctica social es muy vieja: la emergencia de la experiencia vivida, la emergencia de los relatos en los cuales los distintos actores no sólo narran lo vivido sino también lo dado socialmente y problematizan su vida alrededor de su experiencia (Córdoba, 1992, p. 10).

Este estudio sobre el profesor universitario ausculta la tensión entre lo social y lo individual, es decir, la conexión entre el profesor como individuo y la universidad colectiva. Puede haber discontinuidades y desencuentros, pero no existe separación terminante entre estos órdenes y por ello cada uno es un lugar legítimo para entender el otro (Ferraroti, 1988).

El lenguaje es clave para escuchar la voz (o mejor las distintos voces) del profesor universitario, por ello nuestro estudio trata de inducir un acercamiento a las composiciones propias de los hombres y mujeres que viven la universidad. De ahí se deriva la conveniencia de acudir a una de las formas más características del texto académico en Venezuela. Vemos aquí una exigencia teórica y metodológica que demanda el relato personal e institucional, una búsqueda triple de la biografía, la historia y la estructura (Plummer, 1989).

El documento humano (en este caso el texto académico) con su carga subjetiva y antirreglamentaria es el enlace con otros signos. Una manifestación ejemplar es el texto por medio del cual se difunden las investigaciones sociales (por ejemplo, los trabajos de ascenso en la universidad venezolana). Aquí encontramos un punto culminante de esa relación del individuo con su contexto. N. F. McGinn (1998) habla de una tensión entre lo ideológico y lo utópico, tensión que repercute en el investigador; según McGinn, en el enfoque ideológico se admiten las proposiciones básicas de lo que existe y de lo que puede existir, transformándose el trabajo del investigador en una reafirmación del mundo social y cultural en el cual vivimos. El enfoque utópico, por otra parte, está orientado a esbozar una posible sociedad nueva y a expresar un rechazo de la actual estructura social.

De acuerdo con McGinn (1998, p. 228), "el contenido de la investigación científica está determinado por las opciones que hagan los hombres y mujeres", lo cual le otorga una gran importancia a lo que ocurre fuera del investigador y que lo puede inclinar hacia uno u otro lado. Pero, indudablemente, al mismo tiempo diferencia un espacio, en gran parte desconocido, en donde se siente la repercusión de la vida individual e institucional de quienes llevan a cabo los estudios.

Así, nuestra visión del profesor está impregnada de una sensibilidad especial debido a que el propio medio académico nos recuerda la crisis del individuo y las dificultades del principio de identidad. Dos dimensiones se hacen notar: la primera, la emergencia de la voz individual del profesor, su punto de vista; la segunda, la forma como esa voz es capaz de capturar la vida por medio de descripciones y metáforas que se desprenden de la cotidianidad (Ferraroti, 1988).

 

CONTEXTO INSTITUCIONAL

La Universidad Central de Venezuela fue fundada en 1721 y aún en la actualidad constituye el más importante centro de estudios superiores del país. Alberga unos 50 mil estudiantes y en ella laboran aproximadamente 6 mil profesores, los cuales se desempeñan en once facultades. Las tres facultades consideradas para este estudio son: Ciencias Jurídicas y Políticas, Humanidades y Educación, y Ciencias Económicas y Sociales. Fueron seleccionadas porque en ellas se lleva a cabo la casi totalidad de los programas académicos directamente relacionados con las ciencias sociales.

En Venezuela existe un sistema de educación superior diverso con más de 80 instituciones. El sistema universitario tiene un carácter doble que comprende las universidades autónomas y las universidades experimentales. Esta separación tiene una historia política y académica particular que llevó a la creación de dos sistemas educativos paralelos (Corso, 1988; López, 1998a). La Universidad Central de Venezuela forma parte del sistema autónomo, que se rige por una ley particular que es la Ley de Universidades promulgada en 1958 y reformada en 1970. Las universidades autónomas mantienen una mayor independencia programática y la ley determina la elección de las autoridades rectorales por el claustro universitario.3

La Universidad Central de Venezuela ha pasado por varios momentos importantes en la definición de su perfil académico y cultural. De acuerdo con el historiador Manuel Caballero (1974), la función pública ha cambiado con el tiempo y ha adquirido diferentes connotaciones ideológicas; asimismo ha marcado también el carácter y la función social de los académicos.

Un momento especialmente importante en ese proceso histórico lo constituyó la transición democrática ocurrida en Venezuela alrededor del año 1958. En aquel tiempo la UCV desempeñó una importante función política, primero por ser un centro de oposición a la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez y luego por transformarse en los hechos en una extensión del sistema político convencional. En ese momento se empezaron a trazar las líneas de lo que sería el marco institucional en el futuro inmediato, tanto en lo académico como en lo político.4

Francisco De Venanzi, primer rector de la era democrática, se preocupó por forjar consenso alrededor de "un modelo universitario autónomo y democrático" (Homenaje a De Venanzi en el Primer Aniversario de su Muerte, 1988). Como lo señala el Estatuto Universitario de 1958, la Universidad es un espacio para la crítica, abierto a todas las corrientes del pensamiento universal. El carácter autónomo de la institución permitió que todas las corrientes del debate político nacional tuvieran presencia en la institución. Los grupos de izquierda particularmente encontraron un marco institucional para su supervivencia en la década de los sesenta, periodo durante el cual el pacto dominante los había excluido de la política legal (López, 1998a).

Las nuevas autoridades introdujeron cambios importantes para afianzar la docencia y la investigación. Se estableció la carrera académica sobre bases formales; se delinearon exigencias sustantivas para que el profesor se dedicara a la investigación al mismo tiempo que al trabajo docente. En esa línea, la institución puso en vigencia un reglamento para el personal académico y se fundó el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico para apoyar las investigaciones y la formación continua de los profesores. De acuerdo con el reglamento, todos los miembros del personal docente y de investigación debían escribir trabajos para mantenerse y ascender en el escalafón universitario.

La expansión de la educación superior hizo que el número de profesores creciera en forma rápida. Según Manuel Caballero (1974), ese desarrollo de la profesión académica constituye uno de los acontecimientos clave de ese periodo. El sector profesoral comenzó a perfilarse como una importante fuerza en la conducción de la institución y al mismo tiempo como un influyente gremio con relevancia nacional.5

Un rasgo del periodo que sigue a 1958 fue la gran influencia de la política en la vida universitaria. Esa presencia de la política afectó de manera particular a las ciencias sociales, pues miembros de las escuelas de ciencias sociales protagonizaron muchas de las iniciativas políticas de los sesenta (Albornoz, 1970; López, 1998a).

Las facultades, escuelas e institutos de investigación constituyen el contexto institucional donde laboran los profesores e investigadores de la Universidad Central de Venezuela. Hasta el momento la Universidad está organizada siguiendo el patrón tradicional de facultades y escuelas. La máxima autoridad es el Consejo Universitario, presidido por el rector, dos vicerrectores y el secretario.

Ese contexto institucional tiene un impacto definitivo sobre la carrera universitaria, definida como:

aquella decisión de hacer de la docencia e investigación el campo fundamental de la actividad profesional y, en consecuencia, exige para su desarrollo una dedicación exclusiva o como mínimo un tiempo completo (Política y organización de la investigación en la UCV, 1991, p. 219).

La anterior apreciación reconoce que la docencia y la investigación son inseparables en la profesión académica. Por consiguiente, la organización universitaria está en la obligación de proveer los recursos institucionales para que el profesor pueda realizar el ideal contenido en la ley y en la cultura académica. Desde el punto de vista conceptual, esto está incorporado a la normativa universitaria y forma parte del discurso de las autoridades.

En la práctica, sin embargo, la estructura universitaria sanciona una separación entre la docencia y la investigación, lo cual se observa en la desigualdad de los mecanismos de ingreso, la distinción entre institutos y escuelas, y en el reconocimiento de cargas de trabajo diferentes para profesores e investigadores.

En la universidad venezolana la cátedra es la unidad fundamental de la vida académica; constituye el núcleo de las actividades de docencia, investigación y extensión. Este lugar preferente de la cátedra en la estructura académica le confiere un gran potencial para promover el desarrollo integral del profesor universitario. Independientemente de su debilidad en un momento dado, la cátedra se erige como el punto de inserción particular para cada profesor, quien puede estar adscrito administrativamente a un departamento, una escuela o un instituto pero simultáneamente pertenece a una o más cátedras.

 

EL PROFESOR DE CIENCIAS SOCIALES

Por medio de su propia narrativa los profesores nos dicen quiénes son, de dónde vienen y cuál es la orientación académica que predomina. El relato repite varios itinerarios para el ingreso a la profesión académica. El primero, el más frecuente, dice: "Ingresé a la Universidad Central de Venezuela como profesor contratado". Este nuevo profesor pudo permanecer en esa condición especial (como contratado) en algunos casos por unos meses o un año, pero en otros, la mayoría, por varios años. Esa condición de contratado tiene una gran importancia en la vida del académico, ya que mientras se mantiene en esa posición se congela su posibilidad de adquirir estabilidad y recibir todos los beneficios que la institución ofrece a su personal. Esa primera contratación se realiza luego de un concurso de credenciales, que por lo general se divulga en las carteleras universitarias y en la prensa nacional.

El siguiente paso en el proceso de ingreso es la participación en un concurso de oposición. Aprobar ese concurso representa sin duda alguna uno de los momentos cruciales en la vida del profesor universitario venezolano; para muchos definitivamente es la más difícil y persistente de las memorias; es un hecho que distingue y sienta las bases para la relación entre el docente y la institución; es un paso definitivo hacia la estabilidad laboral y para lo que algunos han llamado "la ciudadanía universitaria". Muchos profesores han tenido que esperar varios años para llegar a ese momento; esos retrasos afectan negativamente las posibilidades de ascenso y desarrollo profesional del académico.

Sólo tres profesores informan que el ingreso a la profesión académica se dio directamente por concurso de oposición, sin pasar por la fase de contratado. Otro grupo, de apenas seis profesores, dice que la condición de contratado se mantuvo por el lapso muy discreto de algunos meses.

La mayoría de los profesores detentaba únicamente el título de licenciado en el momento de la contratación. En muchos casos poseían un título en la misma especialidad en la cual impartirían clases; algunos reportan títulos en campos diferentes, pero se trata de la minoría. En ese sentido, muchos profesores recuerdan que la incorporación al personal de la Universidad los obligó a prepararse en forma rápida para el ejercicio de la docencia, en algunos casos sólo meses después de la graduación como licenciados.

También es muy frecuente que el profesor enseñe en la misma escuela y facultad en donde obtuvo el título de licenciado (en esta situación se encuentran 20 de los 30 entrevistados). Seis profesores tenían títulos otorgados por otras facultades de la Universidad Central de Venezuela y cuatro de otras universidades. Este punto revela una tendencia de los egresados con inclinación académica a vincularse profesionalmente con su propia institución de origen. La mayoría ha permanecido en la misma escuela o instituto del ingreso original; pocos han cambiado de sitio de adscripción o realizan actividades en varias facultades de la Universidad.

En todos los casos, una parte sustancial de su formación académica tuvo lugar luego del ingreso a la actividad docente. Seis profesores poseían un título de posgrado en el momento de la contratación, pero ninguno el título de doctor; ingresaron con el título de licenciado en la mayoría de los casos, minoritariamente con el título de especialista o maestría. Cinco habían participado en programas de doctorado en Venezuela o en el exterior, es decir, tenían estudios inconclusos de doctorado. Todos reportan haber continuado la formación mediante cursos de especialización, maestría o doctorado, en Venezuela y en el exterior. Dieciocho de los profesores que participaron en el estudio ya habían culminado su formación doctoral en el momento de la entrevista.

La experiencia de trabajo al momento del ingreso presenta un cuadro algo diverso. Dieciocho profesores iniciaron su vida activa de manera profesional en la Universidad Central de Venezuela, lo cual era previsible por el alto número de egresados contratados por la misma escuela o facultad en donde obtuvieron la licenciatura. Doce entrevistados reportan experiencias de trabajo previas en otros lugares. En cinco casos los profesores ya habían adquirido experiencia docente en instituciones públicas o privadas; tres habían impartido clases en educación secundaria.

Luego de la contratación, los profesores muestran una marcada preferencia por la prestación de servicios exclusivamente en la Universidad Central de Venezuela. Consideran que ésta es la condición preferible y que la Universidad debe fomentar este tipo de relación laboral; sin embargo, informan algún grado de participación en actividades fuera de la Universidad. En algunos casos, esa actividad es remunerada, para poder desempeñarla obtienen la autorización de las autoridades universitarias. Debido al deterioro de los salarios, un número importante de profesores está evaluando realizar otros trabajos remunerados fuera de la UCV; 3 reconocen que ya trabajan fuera regularmente y consideran que es la única manera de obtener el ingreso suficiente para las necesidades más apremiantes.

El diseño del estudio requería que todos los profesores entrevistados se encontraran en el escalafón universitario. La inserción en la muestra se dio a partir de al menos un trabajo de ascenso. De los profesores entrevistados, 29 habían avanzado en el escalafón y se encontraban en las categorías de Agregado, Asociado o Titular. Uno de los profesores se encontraba todavía en la posición de profesor asistente, pero se mantuvo alejado de la Universidad por un largo periodo. Por lo general, el tiempo de permanencia en los diversos niveles no se apega estrictamente a los lapsos fijados en el Reglamento de Personal Docente y de Investigación, sino que refleja las circunstancias particulares de cada profesor.

 

LA VIDA EN LA UNIVERSIDAD

Según las respuestas obtenidas en las entrevistas, la actividad académica del profesor está marcada por un propósito preferente, una "actividad integral"; es decir, el profesor universitario desea desarrollar todos los quehaceres que en su criterio implica la profesión académica. Considera que la actividad académica comprende en teoría las formas tradicionales de la docencia, la investigación y la extensión (o servicio); pero a pesar de esa valoración integral, los profesores sienten un apego innegable hacia la docencia, que por lo general se mantiene dentro del ámbito de las formas tradicionales. Ésta es entendida principalmente como intercambio entre el profesor y el estudiante, intercambio visto como una posibilidad de compartir contenidos provenientes de todas las posibles fuentes personales e institucionales, ideológicas y culturales que se involucran en la vida y la formación del profesor.

Como afirma Alfonso Orantes (1980), las modalidades de enseñanza en el medio universitario venezolano giran en torno a la clase tradicional; se trata de una práctica que se ha venido transmitiendo de generación en generación, y constituye actualmente la actividad predominante de la docencia universitaria. Según Orantes (1980), esta inclinación hacia la docencia no ha recibido una atención adecuada, por lo cual no se han superado las dificultades propias de una fase incipiente. El ejercicio de la docencia se basa en el sentido común y en el innegable esfuerzo personal de los profesores. La complejidad propia de las situaciones ha hecho necesario el desarrollo de programas de formación docente.

¿Qué consecuencias tiene ese predominio de la docencia tradicional en el cumplimiento de la función académica y qué impacto puede esperarse en la formación de los estudiantes que pasan por las aulas universitarias? ¿Qué relación tiene la situación de la docencia con las otras actividades del académico venezolano?

Lo que transmiten las entrevistas y los trabajos que se refieren al punto, es que el profesor universitario está consciente de muchas de las inconsistencias de la universidad real; reconoce que se enfrenta con el imperativo de ejercer su profesión de una manera desigual: en primer término la actividad docente y, luego, en cierta medida, la investigación y la extensión. La participación en estas últimas actividades no es parte de la vida cotidiana de la mayoría de los docentes.

Este privilegio de la docencia tiene un impacto visible para el propio profesor, ya que es él quien percibe la necesidad de trabajar en función de las tres responsabilidades fundamentales que debe cumplir la Universidad. Pero, para la gran mayoría, esa síntesis no ha pasado de ser un deseo; en la práctica, sus actividades han estado orientadas predominantemente hacia la docencia tradicional; admiten que la dedicación a la investigación y a la extensión no recibe el mismo tiempo y cuidado que la dedicación a la docencia (Villarroel, 1972).

Más allá del sentimiento de que algo falta en su vida profesional, podemos concluir que actualmente los profesores manifiestan una tendencia marcada a considerar la docencia como la actividad preferible y más satisfactoria. En realidad, afirman que quieren y esperan realizar una "actividad integral", pero por motivos personales o por exigencias del marco institucional se inclinan por la actividad docente, y de acuerdo con las posibilidades y necesidades atienden otras tareas.

Valmys Ludovic (1989, p. 91), en un trabajo de ascenso sobre la educación superior en Venezuela, afirma:

el desarrollo de las investigaciones está condicionado en buena medida al interés individual de los profesores, sin que se logre una orientación que responda plenamente a las necesidades más apremiantes del país.

Es posible afirmar que a la investigación se la percibe como escasamente institucionalizada y de relevancia secundaria; muchas veces se ve como una obligación que se relaciona más con procedimientos administrativos que con la generación de conocimiento. Esto por supuesto tiene un impacto profundo en las características del trabajo académico, en particular tiene consecuencias sobre la calidad de los resultados que se pueden obtener en esas condiciones. La investigación universitaria se realiza sobre una base institucional precaria que obstaculiza la formación de círculos de trabajo con asientos definidos. Era común hasta hace poco que los académicos se refugiaran en el apego superficial a las tendencias dominantes; no afrontaban los desafíos teóricos y metodológicos que son parte de las diversas tendencias de las ciencias sociales. Por ello, según Ramírez Tulio (1986, p. 6):

por lo general los investigadores concluyen sus investigaciones redescubriendo lo que muchas veces por simple sentido común se conoce, es decir, descubriendo una realidad que no es ajena a la percepción del común de los hombres.

Orlando Albornoz (1986, p. 87) afirma drásticamente que "la universidad venezolana es estrictamente profesionalizante, docente y con escasa producción de conocimientos". Resulta innegable que esa inclinación profesional de la actividad universitaria respondió a causas muy poderosas y rindió importantes frutos al país. Así pues, no se trata de presentar una evaluación negativa de esa tendencia específica, sobre todo si se relaciona con el contexto en el cual se cumplió esa función. Asimismo, agrega:

en los últimos años y específicamente en la década de los ochenta dicha profesionalización requiere de un proceso de crítica y revisión en cuanto a las relaciones que se establecen entre la formación que proporcionan las diferentes universidades [...] con la capacidad de absorción del mercado laboral.

Esta situación declarada por los profesores tiene que ser atendida en el marco más amplio de una concepción de universidad. Hernando Salcedo (1998, p. 177) expresa apropiadamente que

cualquier intento de perfeccionamiento integral del profesorado universitario exige, como condición previa, la definición clara y precisa de las dimensiones, funciones y procesos implicados en dicho perfeccionamiento.

Para Salcedo (1988, p. 179), "las funciones de docencia e investigación adquieren un carácter simbiótico". Esa condición revela imperativos que se formulan en un determinado momento y que sirven para evaluar los resultados de un desempeño. Este autor aboga por la definición de un perfil integral del profesorado universitario; visión integral que coincide con la aspiración de los profesores que participaron en este estudio. Sin embargo, hay un problema muy relevante que se expresa en la falta de correspondencia entre esos imperativos y lo que viven los propios interesados en su relación diaria con su trabajo como profesores. Podemos mitigar la crítica con la afirmación de que se trata de una mirada dirigida hacia la comunidad académica del futuro, lo cual no impide que se plantee una situación muy cruel cuando vemos a profesores que cotidianamente creen en la unidad entre docencia, investigación y extensión, pero están conscientes de que su labor en la universidad vivida tiene una sola dimensión.

 

EL RELATO DE LOS PROFESORES

Muchos sienten la necesidad de explicar ese énfasis desigual que los lleva a dejar al margen aspectos que ellos mismos consideran como consustanciales a la vida académica. En este sentido, manifiestan de manera enfática (si bien algo espontáneamente) que esa diferencia en la atención se debe al tiempo que le dedican a la docencia. Los profesores hablan del tiempo destinado a "investigar para las clases", preparar los programas, elaborar los exámenes, aplicar las evaluaciones, etc. En otros casos, mencionan el peso de las actividades administrativas que la Universidad les asigna. Aquí se refieren a nombramientos como jefes de cátedra, jefes de departamento, miembros de diferentes comisiones de trabajo, miembros de los consejos de las escuelas o facultades, etcétera.

Los entrevistados llamaron la atención hacia el hecho de que el deterioro ha tocado todos los aspectos de la actividad universitaria. A pesar de la inclinación manifestada, admiten que el énfasis en la docencia ha tenido consecuencias negativas sobre la calidad de la institución como un todo. Los profesores insisten en que ese deterioro de la enseñanza superior ha tenido mucho que ver con los tipos de experiencias curriculares y la poca producción de conocimientos de los docentes universitarios, lo cual conduce inevitablemente a un empobrecimiento general.

Entre las razones esgrimidas para explicar por qué la docencia recibe más atención, se pueden observar:

• La institución le exige al académico mayor dedicación a la función docente, restándole de esta manera tiempo a la actividad de investigación.

• El apoyo que la institución le brinda al académico para el desarrollo de sus investigaciones no es el adecuado. Los profesores reconocen que ha habido progresos, pues el apoyo actualmente no es tan precario como antes, pero todavía no es suficiente, lo cual provoca que las motivaciones para investigar sean limitadas.

• Se observa una inclinación a criticar el insuficiente apoyo institucional (de los jefes de cátedra y de departamento, de los directores de escuela) que recibieron al momento de realizar sus propias investigaciones y al momento de publicar sus trabajos, algunos galardonados por su originalidad con la mención "Publicación" (se refieren normalmente a los trabajos de ascenso). En muchos casos los profesores se han visto en la difícil tarea de buscar otras instituciones fuera de la Universidad para publicar sus trabajos. Los profesores consideran que la Universidad debe procurar que los nuevos conocimientos se difundan en beneficio del desarrollo académico y de la sociedad; al hacer esta observación resaltan particularmente el escaso desarrollo de los sistemas de información académica.

En resumen, los profesores no se sienten conformes con el ejercicio de sus funciones. Es lógico arribar a esta posición cuando están conscientes de que en la estrecha relación entre la docencia, la investigación y la extensión está la clave de su desarrollo profesional; ésto lo repiten constantemente. Dado que es patente que no hay un equilibrio en el ejercicio de la profesión académica, ya que, evidentemente, una actividad se sobrepone a las otras, se puede concluir que hay un punto de partida un tanto equívoco en cuanto a la definición de los roles. El profesor, al hablar de su profesión como académico, parte de una incongruencia entre la representación y el desempeño.

 

LOS TÉRMINOS DE LA SATISFACCIÓN

Podemos acercarnos a la percepción de la universidad vivida observando hasta qué punto el profesor se siente satisfecho con lo que hace profesionalmente en la Universidad. Como era previsible, aquí se presenta una situación diversa, ya que los profesores valoran de distinta manera el cumplimiento de las funciones de la educación superior. Se pudo observar una visión difusa, muy amplia, de las relaciones del profesor con la Universidad. Ese marco encierra la academia, el grupo de intelectuales, los colegas más cercanos, los alumnos, las áreas de docencia que desarrolla el profesor y su relación con la investigación, las publicaciones, etcétera.

El profesor tiende a reconocer que su satisfacción depende de la posibilidad de avanzar intelectualmente, con sus trabajos, con la generación de nuevos conocimientos, con la publicación de los resultados de sus investigaciones, con todo aquello que directa o indirectamente lo vincule con la Universidad. En este sentido, es coherente con la visión integral que manifiesta invariablemente como ideal: su satisfacción depende de la posibilidad de llevar a cabo su concepto de lo que es la profesión académica.6

Si desagregamos los resultados, encontramos que el profesor parece situarse entre dos extremos. Primero vemos una opinión que reconoce un nivel alto de satisfacción por la labor realizada en la Universidad. Esta opinión se manifiesta a su vez por medio de dos tipos de testimonios. El primero se refiere a una evaluación favorable de la actividad realizada: "Todos los aspectos de la vida académica producen satisfacción", expresó uno de los entrevistados. Los profesores aprecian muy particularmente el apoyo y la seguridad que ofrece la institución. La Universidad aparece así como el factor determinante del desarrollo profesional del profesor. Uno de los profesores afirmó: "Considero que ésta es la institución donde he encontrado más apoyo y más oportunidades".

Un alto grado de satisfacción también se basa en los resultados perceptibles del trabajo realizado. En este caso los profesores se refieren a productos de la docencia y la investigación. Demuestran así una alusión consciente a lo que podría constituir el indicador preferido de la labor desempeñada. Una profesora se refirió a la formación de estudiantes que al egresar ocupan posiciones relevantes en la Universidad y en otras instituciones. Esta referencia es congruente con el lugar que ocupa la docencia en el desempeño del académico venezolano.7

Identificamos también el otro extremo, en el cual encontramos un grupo muy reducido de profesores que se declaran abiertamente insatisfechos con su situación en la Universidad. La verdad es que todos los profesores perciben aspectos que producen insatisfacción y que obstaculizan su desempeño; pero esto es normal en un grupo diverso. Por ello, aquí se refieren los casos que no remiten a una simple crítica o un malestar ocasionado por algo específico. Lo que más perturba es que se trata de un sentimiento de alienación que lleva a hacer afirmaciones como: "trabajar en la Universidad es una tortura" y "éste es un ambiente estéril y desértico". Estas afirmaciones fueron hechas por profesores que han alcanzado posiciones altas del escalafón. Resulta por lo menos desconcertante la permanencia de estos profesores en la Universidad, si ciertamente no comparten los valores y las prácticas institucionales.

No se puede pasar por alto el aspecto material a la hora de examinar el nivel de satisfacción del profesor de ciencias sociales. Aunque no podemos decir que sea el tema al cual se refieren con más insistencia o espontáneamente, su importancia radica en que en las alusiones se pone de manifiesto el convencimiento de que el ingreso condiciona el desempeño del profesor. Las referencias al salario se hacen para denotar la importancia que tiene, visto en general y en relación con las condiciones actuales. El salario es considerado insuficiente, pero esa insuficiencia es aún más palpable si el salario se relaciona con las funciones inherentes al cargo desempeñado. Se aprecia, en este sentido, que de alguna manera la desvaloración social de la profesión de docente universitario se expresa en la desvalorización de su salario.

Es necesario subrayar, sin embargo, que el tema del salario no es el más frecuente ni el que recibe más énfasis, lo cual puede coincidir con investigaciones recientes, según las cuales los profesores universitarios atribuyen gran importancia a los aspectos significativos de su profesión, que compensan por la ausencia de otros beneficios más tangibles como altos salarios y poder (Altbach, 1996).

Con frecuencia los profesores se refieren a la politización de las universidades como un factor que distorsiona el funcionamiento institucional. Algunos entrevistados indicaron que la politización del sistema educativo, visible en la influencia de la "partidocracia", es la causa de que el reconocimiento a las labores académicas se concentre en una élite. Perciben en esta situación un factor que favorece el desapego institucional. Asimismo, estiman que la politización ocasiona una tendencia a tomar la docencia y la investigación como derivadas de un interés netamente personal o grupal.

Se advierte, sin embargo, que el profesor universitario no se considera amenazado directamente por razones políticas. Su crítica a la politización se refiere a las distorsiones que este fenómeno traslada a la vida académica y no a una inseguridad en el trabajo debida a persecuciones ideológicas.

 

DECLARACIONES SOBRE LA PARTICIPACIÓN

Según la normativa universitaria, todo profesor tiene el derecho y el deber de participar directamente en la concepción, ejecución, evaluación, seguimiento y control de los diferentes programas académicos. Esa participación debe tener su asiento en las unidades básicas, que son la cátedra y el departamento. En principio, la participación en los programas académicos debe realizarse democráticamente; pero también se admite que la idoneidad debe ser el elemento más importante al momento de ejercer efectivamente esa participación.

Los profesores se ven a sí mismos como protagonistas de los programas académicos. En sus respuestas se nota claramente que reclaman un predominio natural en la vida institucional, lo cual es perfectamente congruente con una de las grandes tradiciones universitarias. Afirman que todos los programas se encuentran en sus manos. La importancia de esta participación se ve acentuada por la libertad de cátedra que apoya la convicción profesoral de su gran capacidad de actuación.

Es notable el predominio de la respuesta afirmativa de la mayoría de los profesores en cuanto a que los programas académicos son el producto de la participación de la comunidad. En este sentido se puede pensar en una cierta incongruencia con otras situaciones de insatisfacción detectadas previamente. Por lo general, una alta participación debería estar ligada a un nivel alto de compromiso y muy posiblemente a un nivel también alto de satisfacción. De acuerdo con lo que llevamos dicho, ese grado de satisfacción no es uniforme.

Existen varias posibles explicaciones para esta incongruencia. Una es que la respuesta es una consecuencia o "prolongación" de la idea que tiene el profesor de su actividad; es decir, se afirma que en principio todo profesor tiene el deber y el derecho de participar en los diferentes aspectos de los programas académicos. Pero el profesor valora particularmente aquel campo en el cual efectivamente participa, y este aspecto condiciona totalmente su respuesta. La contribución a la docencia, por ejemplo, justifica afirmar que hay una alta participación en la conducción de los programas. El profesor se siente satisfecho por participar en la docencia y en los aspectos laborales que más le atañen. Esta inclinación es congruente con una tendencia observada en un estudio de la profesión académica en 14 países (Altbach, 1996). El académico parece distinguir las áreas en las cuales espera participar -que le afectan directamente- de aquellas que relaciona con otras instancias de decisión universitaria -reservadas a las autoridades.

Otra opinión, no predominante, critica la forma como se ha concebido la participación en la Universidad por el desconocimiento de los méritos académicos. Esta posición señala particularmente la inconsistencia de los mecanismos institucionales que organizan las relaciones entre los miembros de la comunidad universitaria. En este sentido, más bien se denuncia un "exceso" de participación. Los profesores que comparten este punto de vista se expresan con cinismo y hasta amargura sobre una noción de democracia que estaría afectando terriblemente la capacidad de la Universidad de innovar en el terreno académico.

 

A MANERA DE CONCLUSIÓN

El profesor de ciencias sociales comparte un conjunto de experiencias, a partir de las cuales cada uno construye la especificidad de su estancia en el medio universitario venezolano: la universidad vivida.

Normalmente, el profesor ingresó a la carrera docente por medio de una contratación provisional, que en muchos casos se prolongó por varios años. Su ingreso definitivo al escalafón universitario tuvo lugar cuando presentó y ganó un concurso de oposición; ganar este concurso colocó al profesor en el camino que lo llevaría a adquirir la "ciudadanía universitaria". El periodo como profesor contratado y ganar el concurso de oposición son marcas indelebles de la carrera académica en la Universidad Central de Venezuela.

Los profesores reflejan una amplia gama de nociones sobre lo que debe ser la Universidad. En general, exponen tales visiones conscientes de los grandes cambios que la educación superior está sufriendo en este momento. Saben que tendrán que afrontar numerosos desafíos.

A pesar de que la percepción profesoral es un tema no suficientemente explorado, hay claves importantes en las tendencias que se observan en relación con la visión de la universidad y la participación en los programas académicos. Los profesores tienden a considerar que su participación en la universidad debe reflejar un desarrollo armónico de todas las funciones universitarias (una visión integral). Reconocen, no obstante, que en la actualidad existe una mayor atención a la docencia; dicen que la investigación y la extensión no forman parte de la experiencia cotidiana de un gran número de profesores. Algunos consideran que la investigación se asocia con obligaciones administrativas, como el ascenso y el escalafón, y no con la producción de conocimientos.

Los profesores aprecian altamente su trabajo en la Universidad. Sin embargo, la satisfacción no es completa; hay factores que obstaculizan el desarrollo de la labor académica y tienen un impacto en los resultados de su desempeño y en la percepción del profesor. Citan, por ejemplo, las condiciones de trabajo, el insuficiente apoyo recibido en el momento de llevar a cabo las investigaciones, el deterioro del salario y la influencia de la politización en la comunidad académica.

Los profesores se pronuncian por la dedicación exclusiva a las actividades de la Universidad Central como la condición preferible. Sin embargo, las dificultades económicas actuales, especialmente el deterioro del salario, han hecho que muchos piensen en dedicar una parte importante de su tiempo a realizar otras actividades remuneradas fuera de la Universidad.

En los momentos actuales la comunidad universitaria se plantea la necesidad de acometer cambios profundos en la Universidad, los cuales, si realmente se van a ejecutar, tendrán que considerar en primer término la participación del profesor universitario, quien constituye uno de los pilares de la institución.

En tal sentido, es importante que se tome en cuenta la visión del profesor de ciencias sociales. Éste contribuye con su ethos particular a la creación del modelo universitario de cada tiempo, en la medida en que influye en la formación de un lenguaje académico, es decir, participa en la formación de una manera de concebir y tratar el tema universitario. Es muy conocida en América Latina la inclinación del profesor de ciencias sociales a participar en el debate académico.

Es importante resaltar un aspecto muy positivo de la opinión del profesor: su fuerte compromiso con la Universidad; siente que la Universidad es su lugar natural y desea permanecer allí, a pesar de los bajos salarios y otros motivos de insatisfacción.

Pero hay algo que tiene que ser atendido con urgencia: se trata de la falta de equilibrio que aprecia el profesor universitario en su desempeño. El profesor piensa en una síntesis de la docencia, la investigación y la extensión (o servicio) a la hora de definir su trabajo, pero esto no pasa de ser la declaración de un deseo, pues la mayoría sólo desempeña labores docentes tradicionales. Muy internamente, el profesor se detiene en esta incongruencia que lo obliga a figurarse una imagen parcial de su propio desempeño.

Todo esto nos lleva a pensar que la Universidad no puede postergar una revisión de los roles académicos. Esa preferencia por la visión integral puede corresponder a ideales muy arraigados, pero que mantienen un vínculo práctico con el presente. Muchos profesores son principal o únicamente docentes. Algunos son docentes y administradores, otros se dedican a la investigación. Esto podría estar formalizado en los términos de la función académica y considerado en la contratación. De cualquier manera, es recomendable que el perfil integral se defina tomando en consideración las condiciones de la universidad vivida por el profesor.

Los resultados del estudio sugieren la conveniencia de vincular el perfil integral con la diversidad encontrada en la universidad. El profesor de ciencias sociales de alguna manera nos informa sobre una posible salida a los problemas. No puede evaluarse la labor de todos los docentes e investigadores con un solo patrón, como si en realidad todos hicieran lo mismo o como si fuera deseable que todos hicieran lo mismo. Es necesario incluir en nuestras valoraciones más factores y dimensiones de los que normalmente utilizamos. Sobre todo, es necesario que consideremos que cuando hablamos de docencia, investigación y extensión estamos hablando de modalidades y significados que se están definiendo y multiplicando literalmente ante nuestra mirada.

 

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Notas

1. Los profesores elaboran los trabajos de ascenso con el objeto de cumplir con la responsabilidad de investigación asociada con su designación. La Ley de Universidades y los reglamentos universitarios establecen que los trabajos de ascenso son una parte integral del sistema de ingreso y permanencia en el escalafón.

2. El profesor generalmente ingresa formalmente al escalafón como instructor en proceso de formación.

3. A partir de 1970 el gobierno nacional definió la diversificación de la educación superior como una parte central de su política educativa, a pesar de que la Ley de Universidades sólo distinguía las instituciones universitarias. La Ley Orgánica de Educación de 1980 incorporó la educación superior como uno de los niveles del sistema educativo venezolano (CRESALC-UNESCO, 1984; López, 1998b; Parra, 1998). Para una visión del impacto cuantitativo de estos cambios en la profesión académica, véase Parra, 1998.

4. Esa incidencia de lo político tiene que verse en relación con los proyectos estratégicos que se enfrentaron al inicio del periodo democrático en Venezuela: fundamentalmente un proyecto militarista tradicional, un proyecto reformista y democrático, y un proyecto de cambio revolucionario (López Maya y Gómez Calcaño, 1989, p. 69). La Revolución cubana tuvo una influencia considerable en la politización de las universidades.

5. El rápido crecimiento de la educación superior transformó las universidades y tuvo consecuencias en todo el sistema, muy particularmente en el aumento del número de estudiantes, profesores y egresados (Navarro, 1991).

6. Al revisar los casos particulares, se notan variaciones, debido a la dedicación que tiene el profesor en la Universidad y los otros intereses que atiende fuera de la institución. Se mencionan en primer lugar las dificultades económicas que enfrenta el profesor universitario. Este punto vale la pena discutirlo, ya que por lo general los niveles de satisfacción en la profesión académica tienden a ser independientes de la gratificación económica. Cuando se observa una relación muy marcada es porque se presenta un deterioro en los otros aspectos considerados como más importantes. En todo caso, una comunidad académica funcional supone un grado de consenso sobre aspectos importantes como el diseño curricular (López, 2001).

7. La apreciación del apoyo recibido presenta cierta ambigüedad. Muchos profesores informan que no obtuvieron apoyo por parte de la institución y de sus supervisores. Muchos profesores no acuden regularmente a dependencias que están pensadas para apoyar al personal académico.

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