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Revista mexicana de ciencias políticas y sociales

Print version ISSN 0185-1918

Rev. mex. cienc. polít. soc vol.66 n.242 Ciudad de México May./Aug. 2021  Epub Oct 25, 2021

https://doi.org/10.22201/fcpys.2448492xe.2021.242.78238 

Reseñas. Notas de investigación

La explosión de lo social en la sociedad contemporánea

The Explosion of the Social in Contemporary Society

Octavio Spíndola Zago* 

*Flacso, México Correo electrónico:<octavio_spindola@hotmail.com>

Tavera Fenollosa, Ligia; Arteaga Botello, Nelson. (coords.), 2020. Debatir la sociología. Ciudad de México: Flacso.


La alquimia del científico social consuma la transmutación de cualquier fragmento de actividad ordinaria e insignificante en un fenómeno iluminador de los más profundos afluentes de la realidad social. El diálogo al interior de las ciencias sociales, imperativo dadas las elevadas tasas de incertidumbre en los actuales sistemas globalizados -¿agravadas por la pandemia?- y las ostensibles grietas que amenazan con hacer estallar las esferas de la realidad, han abierto nuevos horizontes heurísticos para construir problemas de estudio, así como hermenéuticos y metodológicos para abordarlos. No es anecdótico que en las últimas décadas la sociología, sin perder su identidad disciplinar en torno al problema del orden, la acción y la interacción, ha expandido considerablemente su agenda de investigación, como resultado de la dinamicidad de su núcleo epistemológico. De centrarse exclusivamente en los campos del trabajo, la religión, lo jurídicoc (estimulados por el viraje micro) a lo subjetivo, a las emociones, al cuerpo, al espacio, a las imágenes, a lo efímero y al mundo virtual.

Cuando nos adentramos en el espesor de este bosque, precisamos recursos que nos permitan orientarnos con el entorno, para que lo desconocido se vuelva familiar. Tal es el propósito de Debatir la sociología, publicado bajo el sello editorial de Flacso México y coordinado por Ligia Tavera y Nelson Arteaga. Advertimos por principio que esta obra no se centra en conjuntar investigaciones meticulosamente desarrolladas en las que se plantea una hipótesis -aunque una crítica a los autores podría ser, precisamente, que seechó en falta aterrizar sus síntesis teóricas a problemas empíricos-, sino más bien la intención es mostrar “un crisol de miradas” (Tavera y Arteaga, 2020: 19), es decir, una recopilación de ensayos guiados por el interés de ofrecer al lector (principalmente estudiantes de pregrado y posgrado) claves desde la teoría sociológica para asir la expansiva diversidad de fenómenos sociales de los que la disciplina debe dar cuenta actualmente: lo acontecimental, la pragmática cultural, el fenómeno de la recepción, lo corporal, la política en clave relacional, la multidimensionalidad, lo femenino en el espacio carcelario, el ecosistema digital.

Todos los caminos conducen a París, cuando de institucionalización de las ciencias sociales se trata. En la ciudad de luz, a principios de siglo XX, brilló el positivismo con tal fulgor que arrebataba a las mejores mentes y las tornaba abanderadas de su máxima, el descubrimiento de las leyes que rigen el mundo social. El foco lo acaparó, en aquel entonces, la estructura: aquello que se fija en el tiempo y el espacio. Como muestra un botón, François Simiand expresó en 1903 con claridad las implicaciones de la promesa de cientificidad aferrada a lo permanente: “Si el estudio de los hechos humanos quiere constituirse en ciencia positiva, está llamado a rechazar los hechos únicos para asir los hechos que se repiten, es decir, a excluir lo accidental para arrimarse a lo regular, a eliminar lo individual para estudiar lo social” (De la Calle, 2010: 67). El acontecimiento era así despachado y permaneció fuera del campo de la teoría social hasta que la filosofía contemporánea, también francesa, la invitó a regresar y otorgó carta de naturalización a su validez cognoscitiva. Ligia Tavera rescata estas disquisiciones al plantarse frente al cambio en la historia y la política. Para observarlo

atentamente, propone una “hermenéutica del acontecimiento” que, interpretando su “presencia espectral”, dé cuenta de cómo lo experimentan los sujetos en su pasibilidad y qué relación despliega con la estructura en que emerge. Se trata de una ruptura instauradora que inaugura un tiempo y lo temporiza, de una irrupción que “desborda el lugar, momento y circunstancias de su aparición” (Tavera, 2020: 28), reconfigurando los posibles que le preceden y le advienen.

¿Cómo produce la sociedad actual los mecanismos de los que echa mano para resolver los problemas que enfrenta? Para responder, Nelson Arteaga y Ángela Cardona se dan cita en los linajes del pragmatismo de Pierce y James, de Dewey y Mead, que en la sociología han desplazado la teoría de la elección racional o el estructuralismo más constrictivo, con el objetivo de priorizar lo situacional, la escenificación simbólica y los performances culturales, los juegos del lenguaje; en suma, la capacidad creadora de los individuos. Retomando a Abbott, la estabilidad, tradicionalmente designada como orden social, es interpretada por los autores no en forma de exterioridad sino como un proceso de fijación, reproducido a partir de cooperaciones comunicativas en eventos empíricos concretos; siempre fluctuando entre el acuerdo y la tensión. Esta propuesta constructivista gravita en la órbita de que “la interacción y los procesos de acción colectiva [...] permiten el cuestionamiento y la creación de regulaciones normativas y procedimientos colectivos para negociar los conflictos morales de las sociedades contemporáneas” (Arteaga y Cardona, 2020: 44). Después de lo dicho, es inevitable preguntarse ¿la diferencia entre la subjetividad y el sentido en la creación de significados es de grado o de base?, ¿cómo reinsertar analíticamente lo simbólico a la sociedad, para evitar una abstracción que le escinda de las otras estructuras de la realidad?

Partiendo de un lugar cercano al de Arteaga y Cardona, el tercer capítulo, a cargo de Liliana Martínez, recupera los aportes de Schütz, Goffman, Turner, Geertz y Alexander, conjugados con la historia de los conceptos de Gadamer, Blumenberg, Koselleck y Gumbrecht, para aproximarse al sentido social de la experiencia, sus estratos temporales, y la incidencia de los procesos de recepción en las prácticas sociales, aparejada a su concreción histórica conceptual. El estudio de la producción de presencia temporal, espacial y simbólica ancla al

investigador social [en] la posibilidad de conocer los corpus de representaciones sociales, individuales y colectivas, enmarcados en los procesos de creación y en su relación con las circunstancias temporo-espaciales de su producción; sus orígenes, continuidades y rupturas. (Martínez, 2020: 67)

El potencial de este enfoque teórico se puede calibrar para evaluar de forma más compleja el impacto de los medios de comunicación, de las industrias culturales e incluso, de los procesos de construcción de hegemonía, desde la perspectiva de la “cultura política” propuesta por Lynn Hunt.

En su texto, Santiago Carassale transita el camino señalado por Luhmann: la cultura como una operación de comparación en segundo grado, propia de la modernidad, para la orientación de las sociedades. El sociólogo alemán supone que por cultura no se refiere a objetos socialmente producidos ni a lo expresivo de la conducta humana, sino a una forma particular, epocal, de observar la realidad (Luhmann, 1997: 13). La cultura dispone en el humano tanto de tecnologías del cuerpo como de tecnologías de la comunicación, que le fijan como el heredero de aquellas “criaturas que han escapado a la especialización anatómica” por la emergencia de la técnica y el surgimiento de la memoria. El todo funcional en que devino el cuerpo humano, en su complejidad estética y fenomenológica, “es un campo de localización de la multiplicidad de presentaciones sensuales (que incluyen lo táctil y lo sonoro)” (Carassale, 2020: 79), por cuyo efecto la percepción es una actividad, y no un simple acto de recepción. La percepción, piedra arquimédica de la cultura, requiere de un entrenamiento del cuerpo, un cierto trabajo, por el cual se ponen en acto distintas memorias y modos operativos corporalizados.

Regresando al interés de la sociología por lo político que Tavera bosquejó en el primer capítulo, a cuatro manos Gisela Zaremberg y Carlos Torrealba introducen al lector en las nociones metodológicas del enfoque relacional para el abordaje del Estado, las instituciones y grupos políticos, así como de los movimientos sociales. El superávit de esta perspectiva, asociable con otras nociones teóricas como interfaz sistémica o de arena pública, se cifra en problematizar la falsa confrontación permanente entre movimientos sociales y aparatos estatales, y el falaz dilema entre representación o participación asociada a la innovación democrática. En suma, los autores consideran que la clave relacional permite seguir

el eje de la mutua constitución entre poder social y Estado, entre circuitos de representación, ciudadanías y autoridades, entre gobiernos y beneficiarios de políticas, instituciones e individuos y, más en abstracto, entre la clásica divergencia entre agente y estructura. (Zaremberg y Torrealba, 2020: 102)

Dialogando con los autores, podemos complementar la procesualidad desplegada entre la sociedad civil y la esfera estatal con la de los márgenes en los que la creatividad se desliza. “No existe orden social que sea total, por lo que las normas sociales que le dan forma nunca se reproducen a la perfección, por lo que siempre se encuentran abiertas las posibilidades de resistencia”, en Judith Butler se manifiestan en la performatividad -podría ser de los estigmas, por ejemplo-, así como en Michel de Certeau las prácticas tácticas permiten elaborar resistencias en el espacio cotidiano (Piñones y Valero, 2020: 148).

En 2003, Vandana Shiva publicaba Las guerras del agua, allí “vaticinaba” un escenario futuro en que la escasez del líquido vital a efecto del desarrollo agrícola e industrial, la presión demográfica, el crecimiento urbano y la contaminación, conduciría a su mercantilización -en 2020 finalmente el agua ha sido cotizada en la bolsa, aumentando el estrés hídrico- y detonaría los conflictos más importantes de la geopolítica. En cierta forma, para Shiva dichas guerras del agua empezaron cuando George Bush y Tony Blair anunciaron que el objetivo de declarar la guerra mundial contra el terrorismo era defender el “estilo de vida” estadounidense y europeo, es decir, que 20 % de la población que utiliza 80 % de los recursos naturales del planeta reprodujera esa forma de vivir a costa del despojo del resto y minando la sustentabilidad de la especie.

Gravitando cerca de esta órbita, al tomar como caso de estudio la crisis mundial del agua, enfocada en gran medida como construcción social debido a la intervención humana sobre el medio ambiente -el Antropoceno- y exacerbada con el cambio climático, María Luisa Torregrosa reflexiona en torno a la investigación sociológica multidimensional. No se trata, puntualiza, de un ejercicio interdisciplinar, dados los altos grados de dificultad metodológica que comporta y el nivel de coordinación conceptual que requiere, sino de una investigación que asume, así las limitaciones de sus condiciones profesionales, institucionales y financieras, como la multidimensionalidad de su objeto de conocimiento para tomarlo por un todo, en lugar de diseccionarlo analíticamente. Lo ponía sobre la mesa Bourdieu al afirmar que el mundo social se presenta en la topología sociológica bajo la forma de un espacio multidimensional, “construido bajo la base de principios de diferenciación o de distribución constituidas por el conjunto de las propiedades activas dentro del universo social considerado” (Bourdieu, 1990: 283).

Así, Torregrosa, apuntala los beneficios de la categoría “ciclo hidrosocial” para examinar “cómo el agua fluye dentro del ambiente físico (atmósfera, superficie, subsuelo, biomasa)” y cómo “es manipulada, utilizada, concentrada por los involucrados sociales, las luchas por el acceso y control del agua, y los mecanismos de exclusión y acceso expresada en las instituciones, a través de factores tales como obras hidráulicas, legislación, instituciones, prácticas y significados simbólicos” (Torregrosa, 2020: 113).

La criminalidad y la delincuencia son otra gama de fenómenos atractivos para el estudio de la vida social por lo que informan de la normalidad y la anormalidad, del funcionamiento de las sociedades y sus instituciones de control, de la violencia, las relaciones sociales, la pobreza y la marginación; baste recordar que el clásico de Alexis de Tocqueville, La democracia en América, derivó de un viaje a Estados Unidos encargado por el gobierno francés para analizar sus prisiones, con miras a una reforma penitenciaria. En su aportación al libro, Chloé Constant parte de los análisis de Foucault y de la Escuela de Chicago, para detenerse en una limitación, por demás evidente: ¡no hay cuerpos femeninos en los espacios carcelarios! O al menos no aparecen en los escritos del francés ni de los sociólogos norteamericanos. Alentadas por la efervescencia de la segunda ola del feminismo, Claude Faugeron y Dominique Poggi introdujeron el género en las relaciones de poder, la constitución de la subjetividad y la corporalidad, visibilizando a las mujeres y sus experiencias en los espacios de reclusión. Haciendo eco de Parent, para la autora, “la tarea feminista no consiste solamente en integrar la problemática de las mujeres en la justicia penal, sino también en construir un saber criminológico que proviene del universo social de las mismas mujeres”, esto es,

se trata de entender la criminalidad de las mujeres ya no desde características biológicas o psicológicas [...] sino a partir de un conjunto de factores sociales, políticos y económicos, y evidenciar que los comportamientos de las mujeres trasgresoras de la ley se castigan desde relaciones de poder de sociedades sexistas, racistas y clasistas. (Constant, 2020: 124)

Lecturas no androcéntricas del control punitivo, el encierro y prácticas de resistencia en esta línea, pueden también encontrarse en la prolífera producción de Almeda sobre España, Azaola para el caso mexicano o Coba acerca del Ecuador.

El libro cierra con el balance sobre los desafíos de la gobernanza en ecosistemas digitales esquematizado por Mónica Casalet. La aceleración de la globalización, el conocimiento como factor de producción, la innovación estimulada por la modernización tecnológica, la formación de clústeres electrónicos, el internet de las cosas y el papel clave que adquirieron las redes productivas, son integrados en la “nueva cultura organizacional basada en el aprendizaje acumulativo orientado a resolver problemas de las empresas [...] y la aplicación de las tic” (Casalet, 2020: 139), cimbrando los cimientos de la gobernanza local e introduciendo infraestructuras críticas, como lo son los centros de datos. No obstante, la autora deja en el aire algunas preguntas que habría resultado valioso desarrollar con mayor profundidad: ¿Qué impactos ha tenido este escenario en los riesgos de seguridad, en la gestión de la privacidad digital, en la formación profesional y en la asimetría por el acceso a capacidades técnicas y procesos de digitalización?

La interpretación sociológica echa mano de categorías de la teoría social, dando forma a un pensar conceptual para dar cuenta de lo individual y de la sociedad a partir de lo social, es decir, aprehendiendo lo estructural, lo sistémico y la interacción. Dicho corpus categorial es dotado de sentido a partir de los referentes empíricos de la realidad que describen y a la vez contienen. En su conjunto, el libro se nos ofrece no a la manera de un manual, sino como un concierto de perspectivas novedosas y provocadoras para construir modelos conceptuales, lo mismo que mejores herramientas para testar teorías, que pretenden dar cuenta de lo específicamente social en sociedades de riesgo, globalizadas, volátiles. En fin, para poder asir algo en una época en que todo lo sólido sigue desvaneciéndose en el aire.

Referencias bibliográficas

Arteaga Botello, Nelson y Luz Ángela Cardona Acuña (2020) “Sociología pragmática: interacciones, procesos y cultura” en Tavera Fenollosa, Ligia y Nelson Arteaga Botello (coords.) Debatir la sociología. Ciudad de México: Flacso, pp. 39-56. [ Links ]

Bourdieu, Pierre (1990) Sociología y cultura. Ciudad de México: Grijalbo. [ Links ]

Carassale Real, Santiago (2020) “Cuerpos, técnicas y juegos de espacio” en Tavera Fenollosa, Ligia y Nelson Arteaga Botello (coords.) Debatir la sociología. Ciudad de México: Flacso, pp. 71-86. [ Links ]

Casalet Ravenna, Mónica (2020) “El desafío de las ciencias sociales en la explicación y gobernanza del ecosistema digital” en Tavera Fenollosa, Ligia y Nelson Arteaga Botello (coords.) Debatir la sociología. Ciudad de México: Flacso, pp. 135-152. [ Links ]

Constant, Chloé (2020) “Cárcel y género: una arqueología desde los feminismos” en Tavera Fenollosa, Ligia y Nelson Arteaga Botello (coords.) Debatir la sociología. Ciudad de México: Flacso, pp. 117-134. [ Links ]

De la Calle, Jaime (2010) “Para una teoría social del acontecimiento” Athenea Digital (18): 65-81. [ Links ]

Luhmann, Niklas (1997) “La cultura como un concepto histórico” Historia y Grafía (8): 11-33. [ Links ]

Martínez Pérez, Liliana (2020) “Renovar la sociología cultural desde las teorizaciones de la historia conceptual y la estética de la recepción” en Tavera Fenollosa, Ligia y Nelson Arteaga Botello (coords.) Debatir la sociología. Ciudad de México: Flacso, pp. 57-70. [ Links ]

Piñones, Carlos y Mario Valero (2020) “Frontera y subjetividad” en Dilla, Haroldo y Fernando Neira (eds.) Donde el pedernal choca con el acero. Santiago: RILL, UAP. [ Links ]

Shiva, Vandana (2003) Las guerras del agua. Privatización, contaminación y lucro. Ciudad de México: Siglo XXI. [ Links ]

Tavera Fenollosa, Ligia (2020) “Las ciencias sociales frente al acontecimiento: reflexiones desde la filosofía” en Tavera Fenollosa, Ligia y Nelson Arteaga Botello (coords.) Debatir la sociología. Ciudad de México: Flacso, pp. 21-38. [ Links ]

Tavera Fenollosa, Ligia y Nelson Arteaga Botello (coords.) (2020) Debatir la sociología. Ciudad de México: Flacso. [ Links ]

Torregrosa y Armentia, María Luisa (2020) Reflexiones en torno a la investigación sociológica y la multidimensionalidad” en Tavera Fenollosa, Ligia y Nelson Arteaga Botello (coords.) Debatir la sociología. Ciudad de México: Flacso, pp. 105-116. [ Links ]

Zaremberg, Gisela y Carlos Torrealba (2020) “Sociología política relacional: aportes analítico-metodológicos para la investigación social” en Tavera Fenollosa, Ligia y Nelson Arteaga Botello (coords.) Debatir la sociología. Ciudad de México: Flacso, pp. 87-104. [ Links ]

Recibido: 05 de Febrero de 2021; Aprobado: 02 de Marzo de 2021

Octavio Spindola Zago es Historiador por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y maestrante en Ciencias Sociales por Flacso-México. Sus líneas de investigación son: teoría social del espacio y la frontera, e historia de la cultura política occidental entre los siglos XIX y XX. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: “Il nostro Governo ha basi formidabili nella coscienza della Nazione: Imperialismo, corporativismo e identidad en el fascismo, de Milán a Chipilo (1918-1945)” (2021) Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México (61); “Hemos hecho Italia, ahora tenemos que hacer a los italianos. El aparato educativo transnacional del régimen fascista italiano, 1922-1945” (2020) Historia Mexicana (275); “Espacio, territorio y territorialidad. Una aproximación teórica a la frontera” (2016) Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, 61(228).

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