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Revista de la Facultad de Medicina (México)

On-line version ISSN 2448-4865Print version ISSN 0026-1742

Rev. Fac. Med. (Méx.) vol.54 n.1 Ciudad de México Jan./Feb. 2011

 

Nuestros maestros

 

Octavio Rivero Serrano

 

Rafael Álvarez

 

 

Semblanza

Don Octavio Rivero es un brillante cirujano del
tórax, jefe de la Unidad de Neumología en el
Hospital General de México; fue presidente de
la Academia Nacional de Medicina y director
de la Facultad de Medicina de la UNAM en 1977,
en 1981 fue rector y creó el "Programa de Superación
del Personal Académico", de gran importancia para la UNAM.

Fue embajador de México en Italia, y de
ís creó el programa Programa Universitario
del Medio Ambiente (PUMA); cuando
estuvo en la secretaría de Salud impulsó
la creación de los medicamentos genéricos.

Además de su incansable actividad académica,
se da tiempo para empuñar el pincel y
pintar al óleo obras que ya han sido expuestas
en varias galerías.

 

¿Quién es Octavio Rivero?

Un médico al que dos decisiones en el comienzo de mis estudios de medicina y en el comienzo de mi vida de médico fueron determinantes en mi carrera. La primera, cuando decidí cambiar las comodidades que significaban mi vida en familia, en la provincia, y estudiar en la universidad de la ciudad de Puebla en donde vivía, para venir a la Escuela Nacional de Medicina en la ciudad de México. La segunda, cuando decidí realizar el internado en el Hospital General de México. La decisión inicial, dio una perspectiva a mi vida que no hubiera tenido si me quedaba en provincia. La segunda, fue el inicio de mi carera en el Hospital General y la oportunidad de tratar ahí a los grandes maestros de la medicina. Así, me formé al lado de Carlos R. Pacheco y Alejandro Celis, y pude colaborar en las direcciones de Clemente Robles y Raoul Fournier.

 

¿Cuál es el mejor regalo que le ha dado la Medicina?

Sin duda, el haber escogido el ejercicio clínico de la misma y dedicarme a la cirugía. Nada es comparable con la satisfacción de realizar un tratamiento, cuyo resultado benéfico para el paciente sea evidente, apenas unos días después de realizarlo. Además, el acto quirúrgico en sí, es estimulante por lo creativo.

 

¿Cuál es su opinión sobre el estudiante de Medicina de hoy?

Tiene que tener, hoy más que nunca, muy clara su vocación. Algunas áreas del ejercicio médico se han visto pervertidas al considerar a la Medicina, no como una profesión altamente humanística, sino como una mercancía. Para ejercerla en beneficio del enfermo es indispensable seguirla considerando la más humana de las ciencias, hoy dotada de inmensos conocimientos y de apoyos tecnológicos.

 

¿Le preocupa el futuro de la Medicina?

Sí, es necesario que regrese a sus valores tradicionales. Considerar a la Medicina una industria, como algún organismo internacional ha pretendido y algunos interesados en este negocio la manejan, ocasiona, sin duda, situaciones en contra del enfermo. El beneficio del enfermo es la primera cualidad ética que debe tener la Medicina. Afortunadamente, cada día se alzan más voces pidiendo volver a sus valores fundamentales.

 

¿Qué médico mexicano, en su opinión, ha contribuido en mayor medida al progreso de la medicina?

En el área de la medicina, Ignacio Chávez; en la cirugía, Clemente Robles. El primero, además de lograr a su especialidad un prestigio internacional, llamó la atención acerca del problema que apenas iniciaba, de cambios en los valores fundamentales de la misma. El segundo, porque no sólo inició la gran cirugía en las tres cavidades del ser humano, sino porque su ejercicio ético de la profesión es un ejemplo.

 

¿A quién o a quiénes admira Octavio Rivero?

A muchos médicos que han sido mis maestros; sobre todo a aquellos que a su sabiduría aunaban un sentido de servicio social en sus acciones. Sí me insistiera en un personaje: sin duda, admiro la vida de Benito Juárez.

 

¿Por qué?

Juárez en su tiempo consolidó a México como nación y su vida fue, sin duda, un ejemplo de tenacidad y honestidad en el gobierno del país. Las luchas que tuvo que realizar para legarnos un país independiente y justo son ejemplares.

 

Usted tiene una vida familiar y personal muy rica, ¿qué opina de la labor de sus hijos?

Vivieron desde niños en un ambiente de cultura y trabajo. Los ejemplos de sus abuelos paternos, con los que convivieron muy de cerca y los de sus dos progenitores, dieron el resultado de cinco humanos que han encaminado su vida, en carreras distintas, pero todas vividas con intensidad y con metas muy claras, cada uno la suya, pero con el común denominador de buscar la excelencia en su trabajo y privilegiar al ser sobre el tener.

 

¿Por qué se dedicó a la pintura?

Fue al dejar de ejercer la cirugía, porque sentí que ya no la realizaba con la excelencia que logré en mis mejores años -la cirugía de pulmón es la única disciplina en la que fui preparado profesionalmente-, necesitaba encontrar algo creativo en los finales de mi vida, y por ello, por la creatividad que supone, lo he encontrado más en la pintura abstracta. No me interesa como resulta, ni si a alguien le gusta o no, realizarla me mantiene interesado en vivir...

 

¿Quién es su escritor favorito?

No puedo encontrar un escritor favorito. Hay temas sobre los que prefiero leer. Desde que llegué a vivir como estudiante a México he sido un lector voraz. Me gustan las biografías, las descripciones de la vida en cierta época o sitio, los libros que describen episodios de la vida de México.

Por ello, he disfrutado por igual, las memorias de Antonio García Cubas, las de Guillermo Prieto o las de Eduardo Liceaga. Leí con mucho interés los cuatro libros autobiográficos de José Vasconcelos, cuando estaba a décadas de cambiar mi vida de cirujano por la de universitario.

De Juárez, he leído todo lo que se ha escrito, incluyendo el último, bellísimo, de Eduardo Antonio Parra. He leído con interés a Mario Benedetti, porque describe su vida y la de un país, o a Estefan Sweig,

cuando describe la vida en Europa en la preguerra de 1914. Así como la saga de Salvador Novo: La Vida en México en Tiempos de... que me recordó mi vida en esta ciudad cuando aún era acogedora.

 

Si salvara sólo uno de sus libros del fuego, ¿cuál sería?

Déjeme contarle mi interés por la historia de México. Cerca de la Escuela, por la calle de la Palma, había una librería que exhibía la edición de lujo de "México a través de los siglos"; en varias ocasiones la había codiciado. Al terminar el tercer año de estudios, me di dos premios: comí en un pequeño restaurante (comía del diario en una casa de huéspedes) y me compre los cuatro libros. Todo mi dinero del mes.

 

¿En que época le hubiera gustado vivir?

En la llamada Década Nacional, de 1857 a 1867. Pero estoy contento con la época que me ha tocado vivir.

 

¿Qué es lo que más detesta?

El resultado de un resentimiento, que generalmente oculta una gran soberbia.

 

¿Le preocupa la muerte?

Me preocupan los grandes adelantos de la ciencia médica, que en ocasiones no prolongan la vida, sino la muerte.

 

¿Cómo quiere ser recordado?

No sé si aparte de mis familiares cercanos, alguien se acuerde de mí, después de haberme ido. quisiera que ellos recordaran el gran cariño que les he tenido.

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