En tres décadas, los estudios sobre Internet han evolucionado significativamente. Inicialmente, se consideraba que la identidad y actividades en línea eran fenómenos separados de la vida presencial. Comparables a ventanas de un sistema operativo que se abren y cierran a voluntad (Turkle, 1995). Hoy en día entendemos que la vida digital es esencial e inseparable de nuestro ethos cotidiano. Nos resulta impensable pasar un día sin pedir un taxi por Uber, comida a domicilio por Rappi, comprar un libro en Amazon, tener una reunión por Zoom, ver una serie en Netflix o estar al tanto de las noticias y actividades de nuestros contactos vía TikTok, Facebook o Instagram. Lo mismo pasa al planificar unas vacaciones con SkyScanner, Expedia o Airbnb. La frontera entre estar conectado o fuera de línea se diluyó hace tiempo.
Las prácticas culturales que realizamos están entrelazadas con los dispositivos tecnológicos que utilizamos para adquirir cualquier bien o servicio y son profundamente mediadas por dinámicas algorítmicas que nos sugieren formas de interactuar, comportarnos y reapropiar los significados que construimos a partir de ellas. Posteriormente, desarrolladores de empresas digitales recalibran estas tecnologías basándose en nuestros comportamientos e historiales de navegación, bajo una lógica de capitalismo de vigilancia basado en el extractivismo de nuestros datos y derechos personales (Zuboff y Albino, 2020).
Frente a este ciclo alienante de generación de inputs y outputs, surge la pregunta: ¿Qué ocurre con las prácticas tecnológicas emergentes de las personas en entornos marginales del sur global, que desafían el modo de vida preprogramado por los oligopolios transnacionales para condicionar nuestra forma de ser y pensar? ¿Cuál es la labor de los investigadores latinoamericanos no solo para estudiar estos comportamientos, sino también para fomentar nuevas formas de apropiación y uso de las tecnologías que respondan a nuestra realidad una responsabilidad social? Estos cuestionamientos son el eje central del libro Tecnologías Vitales. Pensar las culturas digitales desde Latinoamérica (Puertabierta editores, 2022), uno de los trabajos más recientes del etnógrafo digital Édgar Gómez Cruz, profesor e investigador de la Universidad de Texas.
La importancia de “tecnologías vitales” radica en que el autor va más allá de los estudios tradicionales sobre lo digital, llevándonos en un viaje personal donde, con una narrativa fluida, conecta sus experiencias de vida con un recorrido epistemológico fascinante. Nos alerta que, además de un enfoque holístico sobre el uso de las tecnologías, debemos considerarlas desde una perspectiva ontológica y filosófica. Solo así podemos entender que son parte intrínseca de nosotros mismos, ya que nuestra existencia cotidiana es, en mayor o menor medida, inconcebible sin ellas.
“Las tecnologías son vitales porque la vida se constituye cada vez más por y mediante ellas”, enfatiza Édgar. “Planteo, entonces, que las tecnologías han logrado adquirir un estatus de vida, de generadoras de vida, de formas de vivir y, por lo tanto, hay que entenderlas como pertenecientes a la vida” (Gómez Cruz, 2022 p. 34).
A lo largo de cinco capítulos, el autor expone los puntos principales de su propuesta conceptual. Comienza con la reflexión sobre la necesidad de superar las viejas dicotomías (online/offline, social/tecnológico, local/global) para entender cómo las tecnologías articulan, constituyen y son parte de formas particulares de ser y existir en el mundo a través de su uso cotidiano. Debemos pensar en las tecnologías más allá de su adopción, uso o apropiación, situando su estudio en ámbitos más amplios que consideren cómo generan distintos modos de actuar y vivir. Centrar el proyecto en la vitalidad y no en las tecnologías, según Gómez Cruz, hace más evidente el desfase entre la vida y el proyecto tecno-capitalista que dirige nuestra existencia bajo infraestructuras informáticas diseñadas y controladas por empresas con fines de lucro.
Para entender lo tecnológico en la segunda década del siglo XXI, el investigador nos remite a tres transformaciones clave:
El paso del ciberespacio, concebido como una realidad aparte, libre y llena de oportunidades, a una cultura algorítmica de vigilancia y control con una base capitalista.
La consolidación del capitalismo como forma predominante del uso de las tecnologías vitales, donde la “realidad” se entrelaza con los algoritmos que moldean nuestra existencia.
la normalización de las tecnologías en la vida cotidiana, caracterizada por la publicidad, vigilancia y corporativismo, transformando Internet de una plataforma social a un entorno dominado por “likes” y microcelebridades.
Asimismo, Édgar Gómez Cruz propone cinco dimensiones para abordar el uso cotidiano de las tecnologías:
La dimensión histórica: insertándolas dentro de momentos específicos para que podamos concebir el contexto de las narrativas que construyen nuestras nociones sobre usos y apropiaciones tecnológicas.
Dimensión cultural: entendiendo que las tecnologías son dinámicas generadas desde los países del norte. Entran en shock al querer aplicarlas en los países del sur global.
Dimensión de la económica-política: vislumbrando que son generadoras de prácticas y valores sintonizados a los intereses de oligopolios capitalistas.
Dimensión socio-técnica: forman parte de ensamblajes entre prácticas, personas y tecnologías.
Dimensión fenomenológica: centrándonos no solo en ellas, sino en cómo son entendidas, percibidas, sufridas, experimentadas y vividas por las personas. Donde lo importante es responder cómo se estructuran las prácticas y vivencias de quienes usan las tecnologías, sin que estas últimas tengan mayor importancia y así evitar caer en los imaginarios socio-técnicos que nos vende la narrativa de Silicon Valley.
En el epílogo, el autor invita a la reflexión sobre el impacto negativo a la naturaleza que significa la extracción de los insumos para producir los dispositivos, aditamentos y baterías con los que nos conectamos al ecosistema digital. Es necesario generar una tecnología de la liberación en la refundación de una imaginación e independencia centradas en utilizar a las tecnologías para el bien colectivo.
Tecnologías Vitales. Pensar las culturas digitales desde Latinoamérica, es una obra redonda que refleja los saberes que por más de dos décadas ha acumulado Édgar Gómez Cruz, a través de una generosa trayectoria de investigador en las universidades de Leeds, en el Reino Unido, Melbourne, Australia, o la Universitat Oberta de Catalunya. No obstante, siempre ha conservado la perspectiva decolonial y crítica de alguien que viene del sur, desde México. Es el último libro que, asegura el autor, escribirá sobre tecnologías.
En palabras de Édgar, resulta relevante no deslumbrarse por la tecnología de moda sino centrarse en las meta-narrativas y áreas más amplias que se generan por, gracias y a través de las tecnologías digitales. Esto resulta de suma importancia en un momento en el que se pasó de una euforia por la blogósfera y la twittósfera, a la fascinación obnubilada por la Inteligencia Artificial como entelequia prometeica que anuncia el edén de un progreso lineal burgués, que el capitalismo nos viene ofreciendo desde sus inicios sin alcanzarse nunca.
Por ello, Gómez Cruz (2022) enfatiza:
La vitalidad no está en los aparatos, está en el mercado, la calle, el barrio, los memes, los mensajes de Piolín que mandan las tías visibilizando las relaciones en la familia, la solidaridad de los mensajes para donar sangre o buscar personas, los mensajes conspiratorios. Hay que estudiarla en lugares como estos, en los usos hegemónicos y periféricos (p. 191).