“La historia del sueño de Cataluña”, como la denomina Jordi Canal , profesor investigador de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París (EHESS), hunde sus raíces en las últimas décadas del siglo XIX (bajo la égida de la Renaixença), sufriendo una especie de reelaboración tras la recuperación de ciertas libertades coartadas por la dictadura de Francisco Franco en territorio español. Pese a que el nacionalismo fue desplazado por los enfoques marxistas durante el auge de dichas teorías, revivió con fuerza desde la década de 1990 y ha llegado a su paroxismo en lo que va corrido del siglo XXI, asevera Canal. El libro se encuentra atravesado por una fuerte crítica hacia los usos instrumentales de la historia de Cataluña llevados a cabo por los dirigentes políticos nacionalistas de dicha Comunidad Autónoma, una entidad territorial donde la disciplina histórica ha tenido, para beneplácito de unos y desazón de otros, “una dimensión muy especial, seguramente más decisiva que en algunas otras partes del mundo, a la hora de pensar el presente y el futuro”. Cataluña, afirma Canal, es “una sociedad enferma de pasado. Y los historiadores no siempre han sabido o no han querido protegerse frente a ello, poniendo en peligro en ocasiones uno de los fundamentos de su propia profesión, el espíritu crítico” (p. 13).
Una problemática de tan crucial importancia en nuestros días como la posibilidad de la independencia política de la pretendida “nación catalana” frente al Estado español es el hilo conductor que atraviesa la narración de Canal. Su argumentación se basa en la premisa de que nunca ha existido tal ente político digno de llamarse “nación catalana” en términos esencialistas, dado que la idea de “una Cataluña eterna resulta, simple y llanamente, a histórica. Nada ha existido siempre, ni nada está condenado a perpetuarse” (p. 15). Esto queda claro cuando se constata que a comienzos de la Baja Edad Media, la entidad que hoy denominamos Cataluña apenas estaba empezando a definir los contornos de su identidad cultural, producto de su “confrontación casi permanente con el islam” (p. 39), aunque el gentilicio catalanes y el topónimo Cataluña a duras penas gozaban de algún reconocimiento en la práctica. En palabras deJordi Canal , el reino de Cataluña en el siglo XII es fruto de ciertas “construcciones historiográficas y políticas contemporáneas” (p. 46).
Dichas construcciones discursivas podríamos catalogarlas como pseudohistoriográficas, ya que resulta evidente que los eruditos catalanes decimonónicos, aupados en el corcel del nacionalismo, imbricaron con entusiamo historia y mito, “puesto que mientras la historia era necesaria para fundamentar el pasado del presente y sus reivindicaciones, el mito constituía un instrumento de conciencia y movilización” (p. 81). En torno a este binomio conceptual Jordi Canal afirma que entre nuestras obligaciones como historiadores está “separar el mito de la historia y poner de manifiesto las perversiones que genera su confusión”, poniendo de relieve que una historia digna de considerarse crítica “es siempre revisionista” (p. 82). Entre los mitos más socorridos con intenciones político-electorales en la Cataluña actual, el autor trae a colación lo relativo a la invocación sistemática de determinados símbolos identitarios, como la conocida bandera de franjas amarillas y rojas -la señera- y por ende la estrella blanca que la complementa -la estelada-. Ni qué decir de la celebración de la “principal festividad” de la comunidad autónoma, la Diada, “inseparable de la evolución del nacionalismo catalán” (p. 120) y usada instrumentalmente en pro de reivindicaciones independentistas por los últimos gobernantes de Esquerra Republicana de Catalunya.
Probablemente el vínculo cultural con mayor potencial político aglutinante sea en la actualidad el uso y la defensa de la lengua catalana, que pese a ser denostada episódicamente tanto dentro como fuera de la actual comunidad autónoma, constituye un rasgo identitario (otra mezcla de mito y realidad) que diferencia abiertamente a los catalanes del resto de habitantes de la península ibérica. Canal señala algunas de las percepciones que diversos líderes políticos esgrimieron en torno al uso del catalán tanto en la educación pública como en los actos administrativos oficiales, o su casi plena proscripción durante la dictadura de Franco, aunque tal vez peque de laconismo en lo tocante a un plausible análisis más profundo de lo que ha significado la lengua catalana como vehículo de transmisión cultural, tanto entre los habitantes del campo como dentro de grupos intelectuales de diversas tendencias, o de qué modo los dirigentes actuales la han instrumentalizado para ganar adeptos en pro del separatismo, reivindicando a partir de la lengua a una hipotética nación diluida en la Monarquía española desde aquel 1714.
A modo de colofón, nos atrevemos a afirmar que si bien esta obra no está dirigida propiamente a especialistas de la historia europea o española, cumple con creces los objetivos explícitos de divulgación que caracterizan la identidad de estas Historias Mínimas editadas o coeditadas por El Colegio de México. El texto que ahora nos ocupa procura poner ante los ojos de los lectores la relación de los hechos y los personajes más sobresalientes de la historia cultural, económica, política y social del territorio que actualmente conocemos como Cataluña. Ello lleva al autor a construir una narración donde el peso del elemento descriptivo es sobresaliente, así como el énfasis puesto en el siglo XX, si bien todo ello se encuentra acompañado e incluso justificado por el análisis crítico de temáticas tan complejas y cruciales ya mencionadas, como la del nacionalismo separatista catalán. Bien lograda en esta obra la labor de la síntesis histórica, así como el ejercicio crítico -y revisionista, según la promesa de Canal- del pasado y del presente catalanes, queremos suponer que ejercicios de esta índole habrán de constituir valiosos aportes, o al menos insumos introductorios para el conocimiento de ciertos procesos históricos europeos escasamente estudiados, y que resultan la mayor parte de las veces insólitamente desconocidos para la academia latinoamericana.