El trabajo coordinado por Marcela García Sebastiani y Xosé Manoel Núñez Seixas busca insertarse dentro de los nuevos parámetros historiográficos que responden a una perspectiva transnacional, dando así un enfoque tan enriquecedor como necesario a los estudios sobre migraciones y exilios. La abundante producción en dicho campo (historiográfica, sociológica, antropológica, etc.), de desigual calidad y alcance analítico, se ha mostrado esencialmente anclada en marcos que responden a fronteras nacionales. Este volumen parte de unas premisas diferentes que justifican la necesidad de nuevos enfoques renovadores. También a la hora de abordar el nacionalismo -estatal o subestatal-, en la época de su expansión global y a través de sus interacciones con los movimientos de personas, tema nuclear del libro, toda vez que las fronteras de lo nacional, tal y como puede constatar el lector de este volumen, están lejos de circunscribirse a aquellas del Estado-nación.
El conjunto del trabajo es razonablemente coherente, si bien su lógica integral no resulta clara en lo que concierne a algunas contribuciones, con un carácter más de ensayo autónomo que de capítulo de libro colectivo. Algo que ocurre con buena parte de este tipo de publicaciones, pero que debería ser parte intrínseca de la naturaleza de los mismos. En ese sentido, cabe señalar que las diferentes contribuciones que conforman Hacer patria lejos de casa no siempre atienden al mismo tipo de inquietudes y problemáticas, y algunas de ellas tampoco se insertan de forma plenamente satisfactoria en el tipo de análisis renovador que plantea la obra.
Otro aspecto discutible es la justificación de los extremos cronológicos. El inicio puede resultar aceptable, dado el panorama histórico que caracterizó el último tercio del siglo XIX a nivel global, y que España resintió muy particularmente. Dado el predominio de estudios de caso, las cronologías abordadas resultan de muy distinto alcance. Pese a contribuciones que inevitablemente remontan ciertas premisas de análisis a inicios de dicho siglo, la esencia de las problemáticas tratadas no es anterior al punto de partida del volumen. Sin embargo, su fecha de cierre no parece tan justificable, dado que la mayoría de los trabajos terminan el relato -o cuando menos la parte nuclear del mismo- décadas antes de 2010, y en otros casos el análisis llega a nuestros días, lo que implica una década adicional al marco cronológico explicitado en el título. Y precisamente se trata de un decenio marcado por un nuevo tipo de ola migratoria española, en la que resulta imposible detenerse aquí, pero que ha contado con un carácter muy diferente a diásporas pasadas.
A lo largo del volumen se combinan ensayos temáticos transversales y de cierta entidad autónoma, como ya se ha apuntado (casos de las contribuciones de Emilio Grandío o Anxo Luxilde), con capítulos geográficos, que comprenden todos los principales focos (Argentina, Cuba, México, Estados Unidos, Francia y Europa), y que conectan, analizan e interpretan historias y actuaciones transnacionales a través tanto de los Pirineos como del Atlántico. Es decir, a través de -y no necesariamente a partir de- los dos grandes ámbitos de proyección y transferencia en el exterior para España, como lo son Europa y el conjunto de las Américas, los dos continentes-destino de diásporas de distinta naturaleza, a la par que configuradores de la identidad española desde el exterior.
Un factor mediador de las construcciones identitarias, por un lado, y de arraigos y desarraigos, por otro, y que oscila a caballo entre lo emocional y lo tangible, es el relativo a la percepción de distancias y proximidades. No siempre la geografía implica la mayor cercanía. Los nexos, lazos históricos -en toda su diversidad- y lógicas culturales de un país americano pueden motivar, a decenas de miles de kilómetros, una familiaridad y arraigo de naturaleza mucho más profunda a la que permiten los pocos miles -en ocasiones incluso cientos- de kilómetros que separan el terreno de origen del europeo de acogida.
En este terreno de análisis entran en juego la interpretación y reinterpretación de lo nacional, influenciadas por factores diferenciadores, a la par que explicativos, tales como el país de recepción, el papel que desempeña lo nacional en dicho lugar o la relación bilateral entre éste y el de origen (en este caso España) en los planos histórico, sociocultural y político-diplomático. También lo hacen las fronteras y los elementos tanto comunes como distintivos -a veces disruptivos- a la hora de conformar la concepción nacional de emigrados o exiliados. Aspectos todos ellos que representan una multiplicidad de caminos a explorar y de desafíos variados a la hora de complejizar y mejor comprender un pasado que, en este caso, sigue y seguirá gozando de plena actualidad, dado que tanto el nacionalismo como las migraciones y los exilios -de una naturaleza u otra- no parece precisamente que estén próximos a extinguirse en un mundo crecientemente globalizado e interconectado como el actual. Será necesario en el futuro analizar el carácter y naturaleza de las migraciones de españoles en estas primeras décadas del siglo XXI.
Naturalmente, el énfasis de los diferentes capítulos en torno a migraciones y exilios varía en función de su objeto de estudio y, sobre todo, del ámbito geográfico en que éste se encuadra. En los casos argentino y cubano, el componente migratorio (marcado en ambos por un fuerte y significativo componente de identidad regional) se impone por sí solo en las lógicas analíticas, sin dejar de estar presente un compo nen te de exilio, particularmente en el primer caso. Ocurre lo mismo en otros como el relativo a la diáspora a Europa iniciada en los años cincuenta. Sin embargo, para Francia y México, destinos de migraciones y de exilios masivos (empezando por el exilio por antonomasia en la historia española, como es el republicano de 1939) en la época contemporánea, la combinación y comparativa entre migración y exilio se hace inevitable, complejizando sus fronteras e interacciones, a la par que enriqueciendo las perspectivas de estudio. En tal sentido, el capítulo relativo al caso mexicano, escrito por Tomás Pérez Vejo y Jorge de Hoyos, resulta de un enorme interés. En él se combinan, de forma equilibrada, rigurosa y precisa, las experiencias y vicisitudes de los españoles en el que ha sido por excelencia el terri to rio más comple jo, heterogéneo e intrínsecamente ligado a una larga historia compartida, partiendo de una migración heredera, ya fuera con mayor o menor consciencia, de la suerte de la combinación de hispanofobia e hispanofilia derivada del periodo virreinal y de sus reformulaciones al calor de la dialéctica liberalismo-conservadurismo del último tercio del siglo XIX, seguido del radical parteaguas en términos de exacerbación nacionalista que supuso la revolución mexicana a inicios del XX, y terminando con unos transterrados republicanos, exiliados bajo una naturaleza que, como señalan los autores, fue más que difusamente comprendida en la sociedad de acogida, marcada por una presencia estereotipada durante más de cuatro siglos y configuradora esencial del evolutivo relato de la identidad nacional mexicana.
Entre los textos que conforman el volumen destacan análisis en torno a aspectos como el tipo de “asociacionismo étnico” en el contexto de la migración económica a Europa en el ecuador del siglo XX; la defenestración internacional y las (im)posibilidades de la causa republicana a partir de final de la segunda guerra mundial; las tensiones políticas migratorias en el caso francés, en el marco de las políticas públicas y educativas, así como la dicotomía entre olas de migración económica y exilio tras la guerra de España; la configuración del tradicional asociacionismo español en Argentina, al que se unió una reformulación nacionalista -y regionalista- en el contexto de la relación bilateral Franco-Perón, que condujo a reinvenciones identitarias mutuas no exentas de buenas dosis de pragmatismo o conformismo político; los cambios en las concepciones e identidades entre los españoles en Cuba, derivadas de la traumática pérdida del mundo ultramarino para España; o el trabajo dedicado a la presencia española en Estados Unidos, a través de un recorrido analítico particularmente perspicaz en cuanto a la problemática abordada y a la forma en que lo hace, y la contribución que representa en el terreno -siempre insuficientemente estudiado y menos aún comprendido- de la tensión esencial entre los lazos de un pasado vinculante con España y la voluntad panamericanista promulgada desde Washington DC.
La presencia real de lo transnacional en el conjunto de la obra resulta limitada. En la mayor parte de contribuciones, se deriva o se interpreta dicha dimensión transnacional a partir de apuntes o asomos, sin que resulte un elemento caracterizador de las mismas. Hay excepciones positivas, con una marcada perspectiva transnacional, como el capítulo dedicado a los Estados Unidos, por Ana Varela Lago, o el ensayo introductorio, por Xosé Manoel Núñez Seixas. Se extraña, por último, la ausencia de un balance final que conecte las distintas contribuciones a la obra.
Una línea de trabajo futuro deberá estar marcada por la necesidad de problematizar y profundizar en torno a una categoría de híbridos, de diásporas de naturaleza difícil de discernir unas veces, a caballo otras, entre migraciones y exilios. Movimientos y decisiones vitales en las que lo económico interactúa con lo social, pero también con lo político e ideológico, especialmente en una época histórica caracterizada por las nuevas comunicaciones y la reducción de tiempos en las distancias físicas y geográficas, con sus consecuencias en el ámbito de las emociones y de la producción intelectual.
Otro terreno por trabajar en estudios futuros en el campo de las diásporas es el relativo a enfatizar las relaciones cambiantes y las continuidades bajo los diferentes regímenes de acogida. En casos como los que se recogen en este volumen, sin ir más lejos, el análisis e interpretación de las diferentes actuaciones, posicionamientos y reacomodos bajo el priismo o el peronismo, que caracterizaron la mayor parte del siglo XX mexicano y argentino, respectivamente, resultaría de enorme riqueza a nivel multidisciplinar. En cuanto a Cuba, representa un caso de estudio único, dados los cambios radicales que implicaron la españolidad diferencial del siglo XIX, derivada de su convivencia con una metrópoli ya insertada en una autopercepción y lógicas de actuación en clave de Estado-nación, su sustitución por una nueva subordinación frente al dominio estadounidense, o la revolución y el castrismo en la segunda mitad del pasado siglo.
Un terreno de análisis adicional englobaría la labor de sujetos dinámicos, a menudo nómadas, con base en la teoría y la acción derivadas de ideologías de carácter internacionalista. Unas concepciones movilizadoras que caracterizaron experiencias transfronterizas, desde el anarquismo decimonónico hasta el movimiento comunista internacional, y que resultan una experiencia fundamental para el enfoque de historia transnacional. Algo que ha estado ausente en la mayoría de estudios de migraciones y exilios.
En definitiva, este volumen colectivo abre terreno a la historiografía al presentar, desde una perspectiva original, contribuciones en torno a un tema de estudio más que recurrido, como el nacionalismo, a través de ámbitos de producción también especialmente abundantes, como son las migraciones y los exilios. Una perspectiva que quizá no se perciba ampliamente como necesaria, a ojos de la (¿necesaria?) frialdad que caracteriza el accionar de los hacedores políticos, circunscritas o constreñidas sus responsabilidades al marco de las fronteras nacionales y a las necesidades de quienes viven insertados dentro de éstas; es decir: los votantes políticos y actores socioeconómicos. Pero que sí resulta importante para comprender las construcciones y reconstrucciones, las interpretaciones y reinterpretaciones, de una identidad colectiva, nacional, bajo una perspectiva única, distorsionada por la distancia en unos aspectos y clarificada por esa misma lejanía del punto de observación en otros. Y para poder apreciar y comprender sensibilidades y naturalezas profundas que sólo bajo los influjos del desarraigo llegan a aflorar de forma analizable y comprensible.
Quedan, pues, perspectivas para la mejor comprensión de cuestiones como la generación y superposición de identidades, los ámbitos de pertenencia e imaginarios compartidos, con mayor o menor grado de idealización y con base en la realidad -siempre cambiante- del lugar de origen o territorio de referencia, a la par que de arraigo y desarraigo. También en relación con las dificultades de asimilación e integración en las sociedades de acogida, y con experiencias y concepciones a menudo ancladas en tiempos pretéritos. El presente volumen abona dichos terrenos y apunta nuevos caminos para el trabajo en torno a los mismos.