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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.73 no.2 Ciudad de México oct./dic. 2023  Epub 29-Sep-2023

https://doi.org/10.24201/hm.v73i2.4451 

Reseñas

Sobre José Fernando Ayala López, Autoritarismo y régimen electoral. Historia de las instituciones electorales mexicanas, 1917-1977

Gonzalo Andrés García Fernández1 

1Universidad de Alcalá

Ayala López, José Fernando. Autoritarismo y régimen electoral. Historia de las instituciones electorales mexicanas, 1917-1977. Ciudad de México: Tirant lo Blanch, 2020. 225p. ISBN: 978-841-336-695-1.


La obra del sociólogo e historiador José Fernando Ayala López nos propone abordar y reflexionar sobre un tema denso, problemático y no exento de cierta polémica en México, con legislaciones y constituciones de por medio. A pesar de dicho desafío, el autor hace alarde de su notable capacidad narrativa para que la experiencia lectora sea fluida, mostrándose de forma clara y nítida hacia dónde se quiere ir y por qué. La estructura de capítulos con conclusiones sintetizadoras también favorece la comprensión de las ideas arrojadas en toda la obra, tanto a un nivel específico como en el proceso del entendimiento “del todo” en el libro.

La investigación en cuestión, que se apoya en una importante revisión bibliográfica, versa sobre un problema histórico en el Estado mexicano acerca de cómo los sistemas electorales habrían servido para ejercer una política autoritaria en el país durante gran parte del siglo XX. Unos sistemas, o régimen electoral, que habrían sido presentados con el objetivo de promover y estimular, al menos en apariencia, una apertura y un desarrollo democrático en el país tras los eventos acaecidos tras la Revolución Mexicana a partir de 1917, bajo la presidencia del liberal Venustiano Carranza.

De una forma prematura, en la obra se destaca la imperiosa necesidad de un estudio más abierto y profundo sobre las instituciones electorales en México, un ámbito de investigación que, por parte del autor, se ha considerado restringido casi en exclusiva hacia estudios y trabajos de corte jurídico y politológico. Derivado de ello, se nos advierte enseguida una de las causas del habitual carácter interpretativo depositado en investigaciones o estudios sobre eventos e instituciones electorales en el México del siglo XX, pero también del siglo XXI. Esta situación habría provocado un tratamiento un tanto limitado de las usuales fuentes primarias (leyes, normativas, etc.), así como de los productos analíticos sobre la materia que en el libro se despliegan con un tono abiertamente crítico y reflexivo. Así pues, se nos presenta una obra original, con un contenido que viene a aportar una nueva visión a la comunidad académica en el ámbito de estudio sobre el funcionamiento histórico de las instituciones electorales en México.

Adentrándonos en la obra, nos percatamos de cómo el autor nos señala las limitaciones que existen respecto de los planteamientos metodológicos, los análisis e interpretaciones sobre el proceso de democratización mexicano, asociado al habitual tratamiento investigativo de las instituciones electorales en el país. Entonces, al tratarse de expertos en Ciencia Política y en Derecho los que normalmente se aventuran a estudiar de forma pormenorizada las instituciones electorales en México, el problema central, así como los objetivos de investigación se habrían enfocado casi en exclusiva en las instituciones, dejando vacante un espacio de análisis histórico en profundidad que la presente obra nos proporciona.

El autor hace uso de su mirada histórica, así como de su sensibilidad sociológica, para hacernos comprender que seguramente el problema de fondo se encuentre detrás de las propias instituciones, es decir, de las personas que ejercen la acción política en ellas (grupos de poder, élites) y de cómo éstas la ejercen y la han ejercido históricamente (dinámicas políticas corruptas, corporativismos, etc.). De esta manera, se nos señala una idea que consideramos clave: la urgencia de en tender la historia de las instituciones electorales mexicanas del siglo XX desde un prisma analítico y reflexivo de mayor amplitud y pluralidad interpretativa.

Otro de los elementos fundamentales de la obra es sin duda el (transversal) concepto de autoridad. En los cuatros capítulos del libro, donde se establece una historia del régimen electoral mexicano en el siglo XX desde el año 1917 hasta el año 1977, sobrevuela el conflicto semántico-conceptual establecido entre autoridad y otros conceptos como institucionalidad, gobernabilidad o democracia. El autor identifica que la práctica política autoritaria en México se habría servido de las propias instituciones que nacen con el objetivo de democratizar el país en el siglo XX, sobre todo como forma de aprendizaje ante todo lo sucedido durante el Porfiriato del siglo XIX (1876-1911). De esta forma, en el horizonte se situaría a la democracia como la utopía política, donde el autor nos viene a señalar que ésta en verdad será un mero reflejo producido por las propias instituciones creadas ad hoc y atendiendo como principal prueba de todo ello el errático funcionamiento de las mismas.

En el transcurso del libro, el autor nos presenta una cronología de todas las reformas que se hicieron en el sistema electoral en México, así como de la conformación de nuevos organismos que al respecto tuvieron lugar en los años 1911, 1917, 1946, 1952, 1963, 1973 y 1977. De todas estas fechas, en la obra se identifica especialmente el año 1946 como la más olvidada, el año en que se origina la federalización de la función electoral bajo el mandato de Manuel Ávila Camacho. Ayala López nos explica al respecto que gran parte del legado autoritario en la política mexicana del siglo XX se sustenta en lo propuesto en esos momentos. Según el autor, el otro vector crítico será el año 1977, debido a los sucesos acontecidos en torno a la elección del presidente José López Portillo en el año 1976, cuando fue el único candidato a la presidencia de México, una acontecimiento político que se plantea en el libro como un antes y un después en la historia político-institucional del país en torno al proceso de democratización mexicana.

A raíz de lo anteriormente señalado, Ayala López descubre en su obra su tesis en torno a la idea de una transición a la democracia en México como un proceso más extendido que desafiará a la tra di cional visión de su inicio y final (1977-2000). Según el autor, el relato o narra tiva oficial en México sobre la transición a la democracia sitúa su punto de partida en el año 1977 y su cristalización en el año 2000, producto de la aparición de una alternancia en el Ejecutivo. Al respecto, el libro nos dice que los orígenes de dicha transición se podrían situar antes de 1977, y que realmente todavía no se habría culminado una transición completa hacia la democracia en la actualidad (siglo XXI). De esta forma, la obra propone pensar la transición a la democracia en México como un proceso más distendido en el tiempo, y complejo, sobre todo por el análisis histórico que el autor propone en torno a las prácticas políticas de las instituciones electorales en el país, atravesando el mero análisis legislativo-normativo.

De este modo, la obra de Ayala López nos lleva a pensar críticamente sobre el ejercicio del autoritarismo ejercido en México a través de instituciones aparentemente democráticas; de cómo ello no necesariamente fue un proceso lineal progresivo, sino que en ocasiones hasta fue regresivo, dando atisbos y pistas de que las deficiencias actuales en el sistema electoral mexicano tienen parte de su causalidad tanto en el carácter de las prácticas políticas del siglo XX (régimen electoral) como en la tradicional forma de entenderlas (visión limitada de la transición a la democracia). De alguna forma, el autor nos dice que el autoritarismo sigue vivo y que en parte ha sabido adaptarse por medio del institucionalismo, es decir, una suerte de liberalismo ficcional, estético y vacío de su espíritu axiológico fundacional.

Lo que nos sugiere pensar, tras la lectura de la obra del señor Ayala, es si la democracia entendida como el correcto funcionamiento del ejercicio electoral y la alternancia en el sillón presidencial son realmente el camino para pensar prospectivamente sociedades más justas y plurales. Un siglo XXI en que hemos visto nuevamente cómo los sistemas electorales, por muy afinados que sean, están pensados bajo el prisma del voto y su lógica cuantitativa. La razón cuantitativa del voto es muy clara: a mayor cantidad de votos, mayor razón política se tendrá. Dicho cómputo y lógica electoral se pensó por celebres intelectuales de mediados del siglo XIX, tales como Victor d’Hondt (jurista); de finales del siglo XIX, como Eduard Hagenbach-Bischoff (matemático), o a principios del siglo XX de la mano de teóricos como André Sainte-Laguë (matemático). Estos métodos siguen vigentes al día de hoy en los sistemas electorales del Occidente atlántico, y el problema epistemológico que esto conlleva en parte lo han heredado en sus categorías de análisis e interpretación tanto el campo del derecho como el de la ciencia política que el autor denuncia en su libro.

Finalmente, tras la lectura del libro, y situándonos en las conclusiones del mismo, nos surge una inquietud intelectual acerca de las recientes manifestaciones en América Latina de la creciente desconfianza existente hacia los políticos y “la política”, esta última usualmente asociada sobre todo al mundo parlamentario y ejecutivo. A esto debemos agregarle la habitual participación que los medios de comunicación tienen en todo ello, así como las estrategias de las campañas políticas y de comunicación política, más cercanas al marketing y a la estadística que a la antropología y la problematización histórica. Todo ello tendría en parte su causalidad en lo que Ayala López señala en su libro para el caso mexicano, acerca de la limitación interpretativa que se tiene sobre los procesos democráticos, así como del propio funcionamiento de las instituciones electorales.

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