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Historia mexicana

versión On-line ISSN 2448-6531versión impresa ISSN 0185-0172

Hist. mex. vol.71 no.2 Ciudad de México oct./dic. 2021  Epub 18-Oct-2021

https://doi.org/10.24201/hm.v71i2.3946 

Reseñas

Sobre Márcio Couto Henrique, Sem Vieira nem Pombal. Índios na Amazônia do seculo XIX [Sin Veiria y sin Pombal. Los indios en la Amazonía durante el siglo XIX]

Chantal Cramaussel1 

1El Colegio de Michoacán

Couto Henrique, Márcio. Sem Vieira nem Pombal. Índios na Amazônia do seculo XIX, [Sin Veiria y sin Pombal. Los indios en la Amazonía durante el siglo XIX, ]. Río de Janeiro: Universidade do Estado do Rio de Janeiro, 2018. 258p. ISBN: 978-857-511-463-6.


Este libro ofrece un panorama de la historia de los indios de la Amazonía en el siglo XIX después de la desaparición de sus dos principales y longevos protectores: el jesuita Antonio de Vieira (1608-1697), cuya fama en el Brasil colonial es hoy semejante a la de Bartolomé de Las Casas, y el Marqués de Pombal (1699-1782), el reformador portugués que tuvo un papel comparable con el de José de Gálvez en la Nueva España. Pero en la época colonial pocos fueron los asentamientos creados en el norte selvático del Brasil actual.

El avance imperial en Amazonía durante el siglo XIX se debió en buena parte a la alianza de los europeos con los munduruku, aunque como lo explica el autor, no todos los indios de ese grupo permaneció fiel al gobierno brasileño. El proceso de colonización fue interrumpido en 1835 por la sangrienta rebelión llamada Cabanagem, en la que los alzados, en buena parte indios desarraigados, ocuparon durante seis meses Belén, la capital del Gran Pará, y amenazaron la presencia misma del imperio en la región amazónica. Una vez aplastada la insurrección, poco a poco los indios se involucraron en el comercio del caucho, de la harina de mandioca y de la guaraná (un estimulante como el café, originario de la Amazonía), y después de 1860 proveyeron de leña a los barcos para la navegación de vapor. En las 45 misiones capuchinas que se establecieron en la región a mediados del siglo XVI a lo largo de los ríos y cercanas a los fuertes militares, se reunieron a varios grupos de indios. Pero las tierras que se les asignaron pronto fueron invadidas y apropiadas por los no indios. También se trató de impulsar la fundación de colonias militares que tampoco tuvieron éxito y fueron igualmente afectadas por repetidas epidemias. Siguió la esclavitud de los indios, sobre la que habría que investigar mucho más, mientras que las misiones poco progresaban porque fracasó el asentamiento de indios en pueblos sedentarios.

El libro en el que Márcio Couto Henrique incorpora importantes trabajos suyos publicados desde hace dos décadas se divide en cuatro capítulos. En el primero se resume la historia anterior al decreto de 1845, que normó en Brasil la actividad misional, la cual fue confiada a partir de entonces a la orden capuchina. El segundo se centra en las misiones capuchinas que se multiplicaron en la Amazonía durante la segunda mitad del siglo XIX, y en su relación con el poder civil. En el tercero se explica cuál fue la política del gobierno hacia los indígenas. El último versa sobre el comercio con los indios, que representaba una importante vía de penetración en los pueblos de la región, y se describen los vínculos que mantuvieron los nativos con los mercaderes.

A todo lo largo del libro, se destacan las estrategias implementas por la población india en ese renovado proceso de colonización. En el capítulo 3 se explica por ejemplo cómo los objetos considerados como baratijas eran en realidad de mucha utilidad para las sociedades indígenas, que los obtenían también de las Guayanas francesa y holandesa. Además de las herramientas metálicas (entre las cuales destacaban los anzuelos y las agujas), estaban las telas, el tabaco y el alcohol, las cuentas de vidrio y los espejos, y la sal. Los indios fingían muchas veces provenir de la selva para que se les obsequiaran esos objetos a cambio de prometer asentarse en pueblos. Pero no pasaron a residir de continuo en las misiones, sino que se reunían en éstas para comerciar u organizar fiestas. En las misiones se comercializaban hacia el exterior tanto excedentes agrícolas como productos de la selva, a los que se añadió el caucho, por lo que también para recogerlo los indios se tenían que alejar de los pueblos donde paradójicamente se pretendía que permanecieran. Los enemigos de los misioneros y competidores en el comercio eran los regatones, individuos originarios de muchos países que practicaban el trueque de mercancías con los indios. Las autoridades siempre autorizaron ese negocio sobre el que cobraban grandes impuestos, lo que generó al mismo tiempo un constante contrabando, difícil de controlar en los laberintos fluviales de la Amazonía. Además de que varios de esos aventureros formaban parte de redes encabezadas por reconocidos tratantes de Belén o de Manaus, que funcionaban con base en el adelanto de bienes a cambio de otros por conseguir en los pueblos de indios, muchas veces gracias a intercambios interétnicos.

Con el tiempo, los indios que habían aprendido la lengua portuguesa y adquirido costumbres del mundo europeo ya no fueron identificados por su grupo étnico. En el mejor de los casos se les llamó indios a secas, pero con frecuencia en la documentación oficial se les consideró mestizos (llamados caboclos en Brasil, por ser producto de la unión de blancos con indias); de ahí que, al igual que en los países que habían pertenecido al Imperio español, sólo una investigación acuciosa como la de Márcio Couto Henrique permite reconocerlos y restituir a los pueblos indígenas actuales un pasado que había sido borrado.

A pesar de la fama que tiene la antropología brasileña en toda Latinoamérica, el conocimiento de la historia indígena es muy reciente en Brasil. Los historiadores se han centrado en el pasado de los negros, de los conquistadores portugueses y de sus descendientes, mientras que los indios, de los que sólo se ocupaban sobre todo los antropólogos, permanecían prácticamente invisibles después de la expulsión de la Compañía de Jesús por el Marqués de Pombal en 1759. La extensa bibliografía de 32 páginas que ofrece Márcio Couto Henrique al final del libro representa una guía para todos aquellos que buscan adentrarse en la historia y la antropología de la Amazonía en el siglo XIX. La bibliografía incluye también trabajos en español sobre la Amazonía ecuatoriana, peruana y boliviana. Junto con libros recientes se citan fuentes publicadas en la centuria antepasada, muchas de estas escritas por viajeros; se incluyen otras referencias a textos legales y a muchos manuscritos conservados en la Fundación de la Biblioteca Nacional y en el Arquivo Público do Pará. El especialista hubiera preferido desde luego que las publicaciones del siglo XIX, fuentes de archivo y libros de autores contemporáneos fueran consignados por separado.

Sorprende la enorme cantidad de estudios de la última década del siglo XX y del siglo XXI sobre los indios del Brasil, tanto entre los libros publicados como entre las tesis hechas sobre todo en las universidades brasileñas y unas cuantas en Estados Unidos. El libro seminal es el de John Monteiro titulado Negros da terra: indios e bandeirantes nas origens de São Paulo, publicado en 1995. Monteiro, historiador de padre portugués y madre estadounidense, avecindado en Brasil y muerto accidentalmente de manera prematura a los 57 años en 2013, hizo escuela entre historiadores y antropólogos y fomentó el diálogo entre ambas disciplinas. Entre sus seguidores que trabajaron sobre distintas regiones de Brasil se encuentra por ejemplo Izabel Missagia, especialista en los botocudos de Minas Gerais: Civilizacão e revolta: os Botocudos e a catequese na província de Minas (2004), quien retomó la documentación dejada por los capuchinos en el siglo XIX. Otra referencia obligada es la obra de Mary Karasch sobre Goaiás; sus primeros estudios datan de 1997-1998 y su último libro se titula Before Brasilia: Frontier Life in Central Brazil (2016). Márco Couto Henrique, formado en la Universidad Federal de Pará en Belén (UFPA), es digno representante de esa corriente que da su lugar a los indios como sujetos de la historia, incluso durante el siglo XIX, después del periodo en el que imperaron las misiones jesuitas y franciscanas. Como suele ocurrir en Brasil, ese combate académico acompaña la lucha de los pueblos indios por su reconocimiento y sus derechos. Comprobar la continua presencia india a lo largo de los últimos siglos en la Amazonía permite fortalecer las demandas de los que las leyes no han reconocido como indios por haber sido considerado demasiado pronto como mestizos.

A los historiadores de las fronteras del imperio español y del norte mexicano, les sorprenderán los paralelos que se pueden establecer con esa colonización tardía de la Amazonía. A pesar de las diferencias fundamentales entre los pueblos indios, cuya civilización material fue más desarrollada en la gran selva sudamericana, llaman la atención las similitudes, como las estrechas relaciones entre fuertes militares y misiones, la importancia del comercio en la incorporación de los nativos al mundo occidental y la progresiva invisibilidad de los indios al asentarse en pueblos sedentarios, donde primó un mestizaje cultural que no acabó del todo con los conocimientos adquiridos a lo largo de siglos por los amerindios.

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