En esta colaboración desarrollaré primero algunas generalidades; luego, en una segunda parte, resumiré las ideas principales de los artículos recibidos y expondré algunas consideraciones personales sobre los contenidos de las áreas temáticas, con las que buscaré hacer una distribución de los más de 100 artículos presentados.
I. Generalidades
Fui director de la Revista Estudios Sociológicos desde el número 42 (vol. XVI, septiembre-diciembre, 1996) hasta el número 53 (vol. XVIII, mayo-agosto, 2000).
Primero expondré algunas cuestiones de forma, que indican por sí mismas parte de las políticas de la revista.
En el periodo de 12 trimestres se publicaron un total de 105 artículos y notas críticas, 93 de autor único, 10 de dos autores y dos de tres autores.
Por país de residencia de los autores, casi la mitad tenía residencia en México (50); luego, en orden decreciente, eran residentes en Argentina (16), Estados Unidos (10), Francia (ocho), España (cuatro), Brasil (cuatro), Chile (tres), Canadá (dos), Gran Bretaña (dos). Publicaron un artículo autores residentes en Cuba, Uruguay, Costa Rica, Holanda, República Checa, Israel y Perú.
Importa destacar que de los artículos de autores con residencia en México:
- doce fueron de diferentes Centros de El Colegio de México (siete del CES, dos del CEDDU y un artículo del CEE, CEI, CELL y CEAA),
- once de la Universidad Autónoma Metropolitana,
- seis del CIESAS,
- seis de la UNAM,
- cuatro de la Universidad de Guadalajara,
- cuatro de El Colegio de la Frontera Norte,
- dos de la Flacso,
- dos del CIDE,
- dos de la Universidad Autónoma de Puebla y,
- un artículo de El Colegio de Sonora, El Colegio Mexiquense, la Universidad Autónoma de Yucatán, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Universidad Autónoma de Chiapas y la Secretaría de Gobernación.
Colaboraron principalmente sociólogos, politólogos, economistas, antropólogos e historiadores. Por tópicos, los artículos trataron -entre otros- los temas de teoría y metodología; del desarrollo y la política económica y social de México y América Latina; de trabajo, ocupación, sindicalismo, empresarios, identidades y reestructuración productiva. Varios trabajos trataron temas de familia y otros sobre la cuestión regional. Fueron numerosos los artículos en el campo de la política de partidos y elecciones, de reforma del Estado, de movimientos comunitarios, sociales y de ciudadanos, así como de los nuevos partidos confesionales y el papel de la Iglesia en México y América Latina.
Se trabajó bastante para ordenar la revista, buscando minimizar las erratas y fortalecer los esquemas de extensión de las colaboraciones de otras instituciones en el espacio nacional e internacional. Por otra parte, la oferta de artículos para su publicación fue abundante y todos los artículos presentados, salvo algunos especiales solicitados, fueron sometidos a evaluaciones por parte de especialistas en los temas. Una proporción alta de artículos no fue recomendada por los evaluadores para su publicación. A los artículos y ensayos aceptados se les otorgaron, cuando fue el caso, plazos para su corrección. De esta manera, en el breve periodo de la dirección conseguimos poner la revista al día. Afortunadamente el prestigio de la revista era alto y el apoyo de la dirección del Centro fue efectivo y fuerte, por lo que cumplimos en buena medida con los objetivos mencionados arriba.
Por mi parte aprendí mucho de la lectura de los artículos presentados, y aunque a veces no coincidía con los evaluadores, los artículos aprobados se publicaron. Salvo en algunos temas, desempeñamos con Francisco Zapata labores editoriales en el sentido de impulsar algunos tópicos, por lo que invitamos a colaborar a algunos autores y publicamos a solicitud, entre otros, artículos de Alejandro Portes, Fernando H. Cardoso, Alain Touraine, Michael Maffesoli, Joseph Love, Michael Mann, Michael Balinski, Richard Jung, Enrique Krauze y Rodolfo Stavenhagen. También favorecimos la problemática del desarrollo en América Latina, especialmente con varios artículos sobre la obra de Raúl Presbich y de Celso Furtado. Francisco Alba se encargó de coordinar cinco estudios sobre el impacto de la integración a la economía internacional en algunas regiones de México.
Los temas de política y economía fueron favorecidos en una buena cantidad de artículos no solicitados, muchos de ellos relacionados con política económica y programas de estabilización, especialmente después de las crisis de las décadas de 1980 y 1990 en Argentina, Brasil, Perú y México; a la vez que se presentaron varios análisis comparativos, especialmente entre Brasil y México. Relacionados con esos temas se presentaron artículos sobre la pobreza en América Latina, así como algunos orientados hacia políticas públicas vinculadas con la pobreza y asociadas a programas como el de Solidaridad y Progresa, en México. Otros artículos detallaron las estrategias de sobrevivencia de pequeños campesinos y el seguimiento ocupacional de jóvenes. Varios fueron los artículos sobre empresarios y sus reacciones ante las reformas en Perú y en varias regiones de México. Se presentó un artículo sobre el problema del petróleo en México y su dependencia de la APEC. En el campo de la formación profesional de los economistas se presentó un artículo comparativo (Chile y México), su incorporación a la tecnocracia y sus acuerdos y desacuerdos con la política de gobierno.
II. Apreciaciones sobre teoría y metodología en las ciencias sociales
Habiendo pasado 30 años desde el primer número de la revista, me tomé el tiempo de hacer una relectura. Ahí encontré algunas ideas que enriquecieron en aquellos tiempos algunas de mis perspectivas, al tiempo que en la actualidad puedo acordar y desacordar con varias de ellas.
Van algunas de estas cuestiones:
La sociología y el desarrollo de la teoría
La revista reflejó en buena medida la situación ambigua de la sociología como una disciplina que, por una parte, parece no haberse desprendido de la filosofía como una disciplina independiente. Por la otra -como ya I. Horowitz y R. Collins nos habían advertido para la academia (y antes Talcott Parsons)-, la sociología se estaba descomponiendo como producto de cabildeos para promover agendas políticas, al tiempo que perdía coherencia, desperdigándose en una serie de especialidades, cada una centrada en sus temas y despreocupada de lo que hacían las otras. Creo que entre las disputas y las exigencias de la nomopragmática, algunas fueron alejándose para constituirse en disciplinas en su propio mérito. Así, los estudios sobre la población, dominada en un principio por demógrafos, incorporaron a arquitectos interesados en la cuestión urbana y tomaron importancia como especialidad propia. También se alejó el estudio de las organizaciones para quedar en manos de los especialistas en administración privada y pública. Del mismo modo, la sociología, que en un tiempo atendía los problemas de criminología, pasó a ser una especialidad a cargo de abogados y otros especialistas.
Para Horowitz, la descomposición era más producto de una “especie de suicidio”, antes que de ataques provenientes de la maquinaria represiva que operó en Europa con el fascismo y el comunismo (y aun en América Latina con los gobiernos militares y autoritarios). Hubo incluso un momento en que la sociología, como alguien dijo, se volvió sinónimo de contracultura y los temas de la ciencia, objetividad, democracia, individualidad, racionalidad, eficiencia y muchos otros, se asociaron a una ideología burguesa, al tiempo que los estudios centrados en algunas instituciones fueron etiquetados de remediales y reformistas.
Con la caída del muro de Berlín, la época de este tipo de desgarre interno se fue atenuando en la producción del periodo. Pero habría que agregar a todos estos cuestionamientos un costo muy alto en el hecho de que la psicología (en el análisis de la acción) y la psicología social (en el análisis de la interacción), irían ocupando más espacio en la reflexión sociológica, que el análisis de la transacción, objeto más propio de ésta.
Claro está, como se verá más adelante, que en muy buena parte de la sociología y en parte de las otras disciplinas en las ciencias sociales, sigue firme la posición que pone el acento teórico-metodológico en un fuerte rechazo a la filosofía moderna y su prolongación en el idealismo y el positivismo (este último no sólo como un paradigma de conocimiento, sino firmemente identificado con un empirismo crudo defensor de un único modo de hacer ciencia). Se asocia esto también al capitalismo, su emergencia y evolución en la medida que la crítica al mismo parecía depender de una crítica al pensamiento racional.
Vale recordar que desde la Antigüedad clásica y hasta casi el siglo XVIII, los filósofos se encargaban de todo el conocimiento, al tiempo que también hay que reconocer la revolución que produce la filosofía moderna con el desprendimiento y la especialización, primero de las matemáticas, la astronomía, la física, la química, la biología y luego de algunas de las humanidades, ciencias sociales y de la conducta. Asimismo, no mucho más tarde, con Kant y los idealistas alemanes, tener en cuenta el impacto del surgimiento de la universidad moderna de investigación en Königsberg (entonces Prusia, ahora Alemania) hace unos 250 años, que multiplica las especialidades académicas. En el mundo de la academia, tanto la filosofía moderna como la universidad moderna dominan la vida intelectual desde entonces (Collins, 1998). Me interesa destacar que es totalmente legítimo no desprenderse de la filosofía, particularmente cuando se busca en el estudio de su objeto el punto de vista de la totalidad y la universalidad. Esto recordando que el desgajamiento de la filosofía de las ciencias particulares se hizo con un enfoque deliberado y especializado, por su capacidad de circunscribir una parte de la realidad, definirla bien y dedicar su atención a esa parte. En esto la sociología tiene sus problemas. Y no es punto del comentario minimizar la importancia de la contribución de los filósofos a las disciplinas.
La perspectiva disciplinaria y las interacciones entre ellas, en las ciencias sociales en general y de la sociología en particular, se va a mostrar en la revista de forma casual (esto es, no deliberada ni producto de una intervención editorial), en la que se acomodaron un par de artículos relativos a la intrusión de una disciplina en otra: en el artículo del primer número en que me tocó actuar como director se presenta una perspectiva donde la transgresión ocurre en una actividad en la que coexisten los procesos sociales de competencia, cooperación y conflicto y que puede tener la utilidad de desafiar enfoques hegemónicos, así como para propiciar su resurgimiento. En el otro artículo, del último número, una “pesimista” que reclama por un regreso al pasado. En el medio, otros artículos buscaron dar cuenta de por qué no hay acumulación de conocimiento en la disciplina o sobre la suerte de algunas de las corrientes teóricas.
Hago brevemente algunos resúmenes y comentarios:
a) El primer artículo ejemplifica el tema de la transgresión interdisciplinaria y sus tipos o formas de intrusión con la idea (muy compartida por Randall Collins, Colony, Alexander y otros) de que en las ciencias en general (y las ciencias sociales en particular) siempre existen conflictos y rivalidades entre distintas convicciones, que en muchos casos produjeron importantes avances e innovaciones: en la dialéctica de la confrontación entre los ortodoxos y sus impugnadores, existiendo el peligro de que, si ganan éstos, la disciplina podría perder sus fundamentos y disgregarse en feudos rivales; pero si ganan los ortodoxos, sus principios podrían adquirir el carácter de doctrina en la que no se aceptan refutaciones. La transgresión sería importante porque serviría como catalizador del progreso.
b) El reclamo por un retorno a la tradición de los clásicos del tipo economíapolítica, al materialismo-histórico, o hacia la “totalidad”, también surge de un diagnóstico sobre el “traspaso entre fronteras disciplinarias”, como sugiere un ensayo inspirado en el Informe Gulbenkian, encabezado por I. Wallerstein a mediados de la década de 1990 y en el que anuncian el final de un ciclo antiteórico en las ciencias sociales, producto de la crisis del paradigma positivista y de las propuestas analíticas que emergían desde el siglo XVIII con la filosofía moderna cartesiana, todo esto emparentado con el desarrollo del capitalismo y un “empirismo disciplinario” de fragmentación del objeto de estudio (Wallerstein, 1996). El descrédito que se atribuye a la teorización en la sociología, la economía y la política (entre otras ciencias sociales) de nuestra época, es evidente cuando se la compara con las contribuciones del “esplendor europeo” del siglo XIX y albores del XX con la obra de figuras como Weber, Marx, Durkheim, Simmel, Töennies, Pareto, Freud, Smith, Ricardo, Gramsci y otros. Toda esta riqueza fue abandonándose de forma progresiva en el refugio que tomaron la economía, la sociología y la política en una “ultraespecialización” como resultado del modelo de ciencia inspirado en el paradigma “newtoniano-cartesiano” que ahora estaría en crisis, al tiempo que se rechaza la “sensibilidad” posmoderna y su nihilismo antiteórico. Sugiere una ciencia teórica que, no basada en las premisas del empirismo positivista, conduzca a una constitución de los saberes de las ciencias sociales distinta a la de los bloques independientes que se dan en economía, sociología, política, historia, antropología.
Nuevamente, no hay nada ilegítimo en buscar una aproximación a la totalidad, en el entendido de que una vez denunciado el problema, hay que asegurarse de lo que esto significa y adoptar, por ejemplo, los criterios que definen los métodos de la filosofía, con todas las implicaciones que tenga para las instituciones académicas en la formación profesional.
Las cuestiones del método
Se presentaron siete ensayos en este apartado que, desde distintas perspectivas, buscaron dar cuenta de: a) el uso de la estadística desde una epistemología genética; b) la definición y estructuración de un conjunto de conceptos lógicos para captar información de hechos sociales; c) el examen de algunos conceptos básicos de control social en el tiempo; d) desde la antropología, los enfoques metodológicos en ciencias sociales y en la sociología de la salud; e) desde la demografía, el concepto de “estrategias”; f) sobre el conocimiento sociohistórico y su utilidad para los sujetos sociales; g) sobre la gramática de los hechos y un análisis de la acción social.
No hay espacio aquí para resumir y comentar contenidos, salvo para, tomando como referencia una de las contribuciones más polémicas, argumentar sobre algunos de sus señalamientos. Para los que se interesan en el tema recomiendo revisar los otros artículos de esta sección, especialmente los de un economista sobre marcos descriptivos, en los que define y estructura un conjunto de conceptos lógicos para captar información de hechos sociales; la de un sociólogo sobre la gramática de los hechos, donde trata el tema de la descripción de la acción social a partir de la correspondencia entre los hechos y el lenguaje común que los expresa. O más aún, el de otro sociólogo que ofrece una visión general de la comunicación y el control social, utilizando cibernética de los sistemas semánticos, donde encadena las definiciones de sus conceptos, y las enfoca en la comunicación en el tiempo.
El artículo que referimos abre un debate sobre el estatus metodológico y epistemológico en la utilización de la estadística social, y en general de los procedimientos de los que se valen los investigadores cuando utilizan técnicas de variables múltiples en el análisis, aplicando ya sea métodos inductivos o deductivos, al tiempo que exploran el tratamiento de la causalidad en la estadística, así como la contribución de la epistemología genética para superar algunos de los problemas. En relación con la generación de conocimiento y los enfoques de los métodos inductivo e hipotético deductivo, va a generalizar algunas de las prácticas de la investigación empírica, sosteniendo, de manera poco elaborada y escasamente apropiada, que la inducción sería “la teoría de aquellos que se apoyan en la estadística para salir a la cacería de datos, establecer regularidades en el comportamiento de las variables y pescar en sus relaciones...”. Para la óptica hipotética deductiva, la estadística se utilizaría para contrastar hipótesis y decidir a cuáles aceptar o rechazar, afirmando que “la estadística rasuraría las hipótesis enviando al averno a las rechazadas y manteniendo en el limbo a las no rechazadas...”. Rechazará incluso alguna posición intermedia, como la del empirismo moderno, encontrando satisfactoria la epistemología propuesta por Piaget y García, donde “el investigador decide tomar unos objetos y no otros, construir y estudiar solamente las variables relacionadas con los conceptos teóricos [...] despejando un conjunto de interrogantes antes de rechazar las hipótesis...”. A partir de esto y sin mayor argumentación, sostiene que el marco de referencia que ofrece la epistemología genética no sólo provee una buena caracterización del proceso de investigación tal como acontece en la práctica, sino que supera la posición del empirismo lógico, la hipotética deductiva y la versión moderna del empirismo.
En la guerra entre distintas perspectivas, se polemiza con frases categóricas, y en el supuesto de que todos los investigadores (sepan o no que utilizan los protocolos indicados por las perspectivas del empirismo lógico, o del método hipotético deductivo, o de su versión moderna) cometen los errores que menciona cuando expone algunos de los problemas de las técnicas del análisis de variables múltiples en Blalock y Boudon.
En ciencias sociales son escasas las prácticas de rutinas que se utilizan en algunas disciplinas que enuncian y prueban resultados experimentales de otros (que abundan, por ejemplo, en la biología). Si bien existen las prácticas que menciona, a nivel de los artículos que aparecen en la revista en el periodo que comento, este no es el caso. Aunque hay que decir que definitivamente predomina lo descriptivo sobre lo explicativo y mayormente ensayos que artículos con metodología experimental.
Lo que importa en la forma es el tratamiento con poca justicia a los métodos de la inducción y especialmente al método hipotético-deductivo, que ciertamente sobrepasa la docimasia de las hipótesis, en una secuencia reflexiva que comienza por un problema (que puede surgir de la insuficiencia de una teoría para dar cuenta de una situación o un hecho o por incumplimiento de las expectaciones de la misma), a la propuesta hipotética de una solución (es decir, de una nueva teoría), a deducciones y proposiciones contrastables a partir de la última (es decir, a intentos de refutación, principalmente a través de experimentos, observación y/u otros medios), para al final establecer preferencias entre teorías que se han puesto a competir. Lo mismo que con los métodos de la inducción, que no voy a entrar a detallar por ser más conocidos. Estoy de acuerdo con el autor en que hay que mantener la vigilancia en cuanto a los niveles de medición de las variables y al isomorfismo entre modelo y teoría, por ejemplo.
El tema de las explicaciones adquiere relevancia cuando se manifiestan preferencias por la epistemología genética, con lo que uno podría estar de acuerdo, pero que nos remite a los tipos o estructuras de la explicación (determinística, estocástica, funcional y genética), donde habría que decir, primero, que algunos de esos modos son más apropiados que otros, dependiendo del tipo de sistema que se esté postulando. No voy a entrar en detalles de todo esto porque la extensión de este informe es limitada. Pero sí hay que tener en cuenta que un sistema genético es un sistema funcional en el que algunos o todos los valores de las variables (o algunos o todos coeficientes de sus relaciones) pueden estar dados como función de tiempo. Y que en términos de causalidad en los sistemas funcional y genético se pueden diferenciar tres clases de variables para tres momentos en el tiempo: para el momento inicial se asigna a la(s) variable(s) independiente(s); para un momento subsiguiente a la(s) variable(s) interviniente(s); y para el momento final a la(s) variable(s) dependientes(s) (y de esta manera transformamos la explicación determinística en explicación causal - R. Jung, 2007-). Este tipo de explicación implica la existencia de estadios del desarrollo en el sistema, como en los ejemplos que cita de Piaget sobre los procesos intelectuales y morales, al que podríamos agregar la de estadios típicos de desarrollo en las formulaciones de Freud para los estadios psicosexuales, las de Erikson en las etapas de desarrollo de la infancia a la madurez, las de Gessel sobre las etapas fisiológicas del desarrollo. Incluso, como dice R. Jung, solamente G. Mead, Erikson y Parsons han intentado formular sistemáticamente las relaciones entre el desarrollo psicosocial y las variables externas del sistema social, donde efectivamente las descripciones de Piaget sobre las conductas de grupos de niños en términos de “monólogo colectivo” y “contagio emocional” son de las más avanzadas. Pero también las de Freud sobre la familia nuclear en términos del desarrollo y la supresión del celo sexual y la rivalidad entre hermanos. Y en cuanto a la influencia del sistema social sobre el sistema psicológico, son otro ejemplo las formulaciones de Mead sobre la transformación de un sistema biológico en un sistema psicológico en el individuo mediante la comunicación simbólica y la toma del rol del otro. O la de Parsons sobre la internalización de roles. O las de Goffman en su idea de “instituciones totales” como complementos dominantes sobre el individuo (Jung, 2007).
III. Distribución temática de los artículos
Aportaciones en el tema de política
Los artículos centrados en el tema de la política se constituyeron en una mayoría de los publicados (contabilizamos unos 33, sin contar los referentes a las políticas económicas enfocadas en economía, o a los de sindicalismo centrados en relaciones laborales, o en un par de huelgas que podría haberlos colocado en la categoría de política). Esto no es de extrañar por lo conocido de la preocupación y producción latinoamericana sobre el tema.
Los politólogos parecen tener un acuerdo en las dimensiones principales para su análisis, así como para su metodología. Los artículos se concentraron en democracia y en el examen de los diferentes aspectos de los procesos de democratización, vía movimientos sociales, sistemas y procesos electorales, actores locales, identidades y ciudadanía, así como a la formación de nuevos partidos políticos. Es de resaltar que en el lenguaje de los especialistas no aparecen, salvo para acotarlas, las categorías de clases sociales y el de lucha de clases (que aparecieron solamente en algunos artículos sobre sindicalismo o movimientos sociales en Bolivia, pero atenuando y buscando modernizar el lenguaje). Así como en el tema del poder y el cambio van desapareciendo el de lucha de clases, los conceptos e ideas que dominaron son los de democracia, ciudadanía, reforma del Estado, elecciones, partidos políticos, religión y otros.
En la parte general, de los artículos que me parecieron relevantes destaco:
el de los movimientos obreros en la Europa de los siglos XIX y XX, donde se examinan las preferencias y rechazos de los obreros por los partidos (socialistas, anarco-sindicalistas, comunistas, liberales, o fascistas), mostrando que la movilización de las clases depende de cuestiones como capitalismo, religión, Estado-nación y otras variables que se dan de manera diferente por países, regiones, sectores de la economía, creencias religiosas, género, grupos de edad, donde no hay un problema de clases, sino de confrontaciones y alianzas ideológicas;
el que trata sobre las dimensiones de la democracia, donde, tomando como referencia Estado, sociedad civil y partidos políticos y con base en las dimensiones que las conectan, construye una tipología y diagnostica, para la mayoría de los países de América Latina a finales del siglo XX, un proceso democrático débil, incompleto y frágil.
los artículos de dos autores, uno para Brasil y otro sobre México. El primero trata sobre la expoliación urbana y describe, para las ciudades principales de Brasil, los problemas de “robarle” a la urbanidad el carácter de tal a través del crimen, el desempleo, los niños abandonados en las calles, la drogadicción, los barrios y las casas miserables de los pobres y la suciedad, que van a despedazar los procesos básicos de ciudadanía, creando ciudadanos de primera, segunda y tercera clases. El artículo sobre México, que trata sobre la transición en su política contemporánea, realiza observaciones sobre los climas de violencia tanto en el sistema de poder, como sobre la situación de la espoliación en el país, estableciendo una relación entre crisis económicas y una violencia que se va a ir generalizando desde diversas formas de violencia desorganizada (robos, secuestros y otros crímenes que se iban haciendo habituales en las grandes ciudades) a la influencia organizada de los cárteles de la droga dentro del sistema político y la sociedad, y su vinculación con la corrupción y violencia.
Una contribución destaca, al interior de un partido en México, la importancia de las redes para dar cuenta del papel que desempeñan componentes tales como amistad, lealtad, compatibilidad, eficacia, representación en las estructuras del poder y otras en la conformación de grupos alrededor de uno o varios líderes, así como para la renovación de las élites. Todo esto como una forma de confrontar el tema más allá de las relaciones clientelares o de actuación de camarilla, y abriendo espacios para el análisis de relaciones no sólo horizontales sino verticales.
Se presentaron también artículos sobre Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Chile, Costa Rica y Cuba, que dan cuenta de procesos en los que operan (en ambientes de inestabilidad política y económica) los programas para el combate a la inflación con políticas neoliberales -que analizamos con más detalle en los temas de política económica- a la luz de las presiones hacia la democratización de los sistemas políticos con el surgimiento de nuevos actores.
Ya que algo más de un tercio de los artículos se refieren a México, parece oportuno para este periodo un artículo sobre el desmembramiento del Partido Revolucionario Institucional (PRI), un antecedente importante para la multiplicación de los partidos políticos. Examina el proceso que comienza con la conformación de una “corriente democrática” y que culmina rápidamente con la renuncia de sus integrantes y la conformación de un nuevo partido para las elecciones presidenciales, que conjuntará a algunos partidos de izquierda, para luego a su vez desmembrase a sí mismo en otro conjunto de partidos -en la actualidad-. Otros artículos harán referencia a la dinámica de los movimientos sociales y a la conformación de grupos de poder local y regional que irán multiplicando los partidos o generando apoyo o rechazo a los partidos dominantes, como en Guanajuato, donde se destaca la importancia para la conformación de un grupo local y apoyo al Partido Acción Nacional, que ganará las elecciones presidenciales del año 2000 para terminar con más de 70 años de dominio del PRI y comenzar un ciclo de rotaciones en el poder. El tema del análisis de los sistemas electorales y de sus reformas fue muy importante en la determinación de sus alcances y límites, desde algunos realizados por especialistas que luego de analizar elecciones en el país (1988 y 1994) realizan propuestas para hacer un sistema más idóneo desde la perspectiva lógica y matemática, antes que desde la lógica de partidos que no son neutrales a la hora de su diseño. También podemos resaltar otros artículos que tratan los temas de cómputo de votos, delitos electorales, la representaciones en las Cámaras; así como de la importancia en la dinámica electoral, del ausentismo, la movilización electoral y la volatilidad electoral en las ciudades, para los resultados de las elecciones.
Aportaciones en los temas de economía
Desarrollo la presentación de 35 artículos de este capítulo, en cuatro campos: economía en general; teorías del desarrollo y la modernización; pobreza; sindicalismo y movimiento obrero.
Economía en general
Los 12 artículos en los dominios de este segmento fueron realizados por economistas, sociólogos y politólogos. Otros artículos fueron remitidos a otras áreas como las de sociología de la familia, de estudios regionales o de formación de identidades. Los trabajos más generales refieren a las reformas económicas de la década de 1980 y 1990. Otros a la reacción de empresarios, la estructura del empleo en regiones deprimidas, redefiniciones del trabajo femenino en las áreas rurales. Un trabajo trata sobre petróleo y otro el tema de administración en condiciones de alta rotación laboral.
En relación con las políticas económicas de los noventa, algunos artículos comparan las estrategias de México y Brasil, apuntando al análisis de las políticas de austeridad fiscal, la apertura económica al exterior y la desregulación económica recomendados por organismos internacionales y que van a producir las consecuencias que se han señalado con frecuencia tanto en este dominio como en el que analizamos por separado de la política: en lo que aquí compete, el saneamiento de las finanzas públicas y una disminución de una inflación que alcanzaba en algunos países de Sudamérica tasas anuales de cuatro dígitos. Estas medidas no condujeron a una estabilización duradera, sino que incrementaron la concentración del ingreso y aumentaron los niveles de pobreza, de desempleo y subempleo. Si bien Brasil y México venían desde la década de 1970 con estrategias de desarrollo distintas: México tomando como modelo las estrategias de “desarrollo hacia afuera”, haciendo de las exportaciones el motor de su crecimiento; mientras que Brasil adoptaba el modelo de sustitución de importaciones, esto es, de un desarrollo hacia adentro. Sin embargo, las “apuestas económicas opuestas” condujeron a resultados similares: si en el caso asiático el patrón exportador producía los niveles de desigualdad más bajos del mundo, en el caso mexicano producía lo inverso, los más altos del mundo. Para el caso brasileño y de otros países con patrones de sustitución de importaciones, sugerido por la CEPAL, los resultados en desigualdad fueron similares. Como va a observar otro colaborador, los analistas no cuestionan la apertura comercial, la liberalización de los mercados financieros o el saneamiento de las finanzas públicas, a condición de que fueran precedidas por el Estado y con una redefinición de las mediaciones institucionales que fortalecieron el clientelismo y la corrupción. Y también se insiste, al igual que señalaba Raúl Presbich, que sin la reducción de las desigualdades no es posible una conciliación entre economía de mercado y democracia.
La reacción de los empresarios en los procesos de reestructuración coincidió en general con lo observado por varios autores: en los primeros periodos de éxito en estabilización y control, fuerte apoyo, mientras que en los periodos de crisis, las relaciones se complican y surgen desacuerdos por los problemas de corrupción, violación de derechos, etcétera. Algunas situaciones registradas en México en relación con las acciones de empresarios pequeños y medianos frente a la crisis, apuntan a que se refugiaron no innovando, o cerrando sus empresas, o convirtiéndose en distribuidores de lo que producían. Por otra parte, en el caso de una industria extranjera exportadora, se muestran tácticas y estrategias efectivas frente a la rotación de personas y que aprovechan las ventajas comparativas en la producción exportadora. El ejercicio sobre petróleo y los mercados como fuente potencial de conflicto, utilizando algunas estimaciones para escenarios entre 1993 y 2010 sobre la demanda de energéticos, nos dan una idea no tanto sobre las conclusiones a las que llega el autor, sino sobre la extrema debilidad de los modelos que se tomaron en consideración para determinar las fluctuaciones de la demanda, el vaivén de los precios y muy especialmente del papel de la tecnología en la producción.
Se observó que las estructuras de empleo y estrategias de sobrevivencia, principalmente en regiones deprimidas, se ven agravadas especialmente en jóvenes y en mujeres, apelando en sus estrategias de sobrevivencia en algunos casos de agricultores a vender sus productos a mayoristas o a emplearse en trabajos asalariados fuera de sus predios. Los detalles sobre el trabajo femenino en tres regiones y en tres momentos de la historia de México señalan que la caracterización de un mundo rural sinónimo de agricultura y quehaceres agrícolas en los que el trabajo femenino “ayuda” y/o “complementa” la familia no es apropiada, al apuntar procesos de diversificación y ampliación del trabajo femenino, dentro y fuera del hogar y en situaciones cambiantes.
Teorías del desarrollo y la modernidad
Se presentaron cuatro ensayos como homenaje a Raúl Prebisch, algunos tomando como base la última obra de este autor, Capitalismo periférico: crisis y transformación (México, FCE, 1981). Otro, recuperando los años de 1964 a 1968 cuando Prebisch fue Secretario General de la United Nations Conference for Trade and Commerce (UNRACD). Todos los autores reconocen los avances sustantivos y el liderazgo activo en la obra y las actividades de Prebisch, tanto en la CEPAL como en la UNTACD. Destacan que si desde el comienzo de la obra de Prebisch se resaltaba la condición de las economías en la periferia, se reconocían también los problemas de concentración de los ingresos y los comportamientos distintivos de las élites empresariales no conducentes al desarrollo. Señalaron, en cuanto a la obra de Presbich, sus categorías analíticas centrales en el análisis de la dinámica del desarrollo en la periferia como componente del excedente estructural, enumerando las formas de poder subyacentes a las luchas por su apropiación y analizando los mecanismos económicos de captación y retención, su dinámica estructural; diferenciando a la vez entre capital reproductivo y no reproductivo y el uso social del excedente. Hicieron también aportaciones personales en el contexto de su obra, destacando grandes temas del desarrollo: los de la revolución tecnológica, la globalización, los problemas del empleo y el papel del Estado, en los que entran en detalle en cuanto al avance tecnológico, los procesos de innovación y de aprendizaje en el entorno donde operan las empresas y la investigación y desarrollo. Finalmente apuntaron a que la opción transformadora sustentada por Prebisch en su último libro entre socialismo y liberalismo, implica preservar una libertad económica unida a la libertad política y que la salida para los círculos viciosos de las crisis en América Latina se romperían por una transformación estructural, síntesis entre liberalismo y socialismo.
Los tres artículos sobre Celso Furtado destacan su importancia teórica como figura principal en las escuelas económicas del estructuralismo y de la dependencia en economía, así como su trayectoria como funcionario público en Brasil y su experiencia en investigación en la CEPAL. Furtado fue uno de los autores importantes de la llamada “teoría de la dependencia”, que calificaba la economía internacional como un conjunto de relaciones entre un centro industrializado y una periferia exportadora de alimentos y materias primas, señalando el desempleo estructural generado por la incapacidad de las industrias exportadoras de productos primarios para crecer y por su propensión a importar productos industriales. Compartirá también con Prebisch y otros funcionarios preferencias teóricas con algunas hipótesis keynesianas en la identificación de los factores estructurales que habían contribuido al desarrollo y el subdesarrollo económicos. En su obra teórica, uno de sus rasgos principales es su avance más allá del estructuralismo en su búsqueda por encontrar, en la historia particular, la naturaleza de los problemas contemporáneos de cada país.
Una presentación que recuperamos destacó la importancia de una globalización que si bien ocurre a lo largo del siglo XX, aparece a finales de ese siglo con efectos contrapuestos, algunos positivos, otros negativos y perversos, como la concentración del ingreso y la exclusión social. Ante esto la reacción debe ser política, en el sentido de que hay que cambiar al Estado de manera que la acción política adquiera mayor peso y de manera tal que los valores de justicia y solidaridad tengan un papel importante. Señala transformaciones importantes de la economía, como el cambio de los actores principales, las nuevas formas del capital y de la organización del trabajo; sugiere algunas ideas sobre la forma en que se puede profundizar en algunos temas de importancia en condiciones de incremento del desempleo estructural. Enfatizó asimismo que se está fragmentando la creencia de que una clase u otros grupos sociales son los portadores de las transformaciones futuras, ya sea la clase obrera o los intelectuales con la revolución, o la clase media a la estabilidad democrática, o la burguesía conductora al progreso.
Pobreza
Para seguir uno de los hilos conductores temáticos que a partir de los teóricos de la CEPAL describían la concentración de la riqueza y el incremento de la pobreza, comentamos brevemente cuatro artículos que se vincularon directamente con el tema de la pobreza y con los programas de gobierno que en México se orientaron hacia un atenuante de la pobreza extrema. El primer artículo se concentra en una definición bien elaborada de “pobreza” a partir de la cual se examinan los programas con que se va a la búsqueda de su atenuación; los otros tres artículos detallan sobre los comités de Solidaridad, la economía política del gasto social con criterios y recursos principalmente nacionales y buscando la participación activa de las comunidades, aunque con criterios clientelistas. Un artículo sobre aspectos filosóficos de Progresa se centra en los criterios y financiamiento que emergen principalmente de organizaciones internacionales. Con diferentes nombres, como Oportunidades o Prospera, los programas han seguido existiendo bajo distintos gobiernos hasta nuestros días.
El ensayo más importante despliega información sobre la incidencia de la pobreza en América Latina y una crítica a los dogmas neoliberales relativos a las formas de incrementar los niveles de bienestar de la población. Más importante, examina los significados y situaciones que significan el término “pobreza”, apuntando a que incluye mucho más que el ingreso en términos monetarios. Y que los cálculos de “líneas de pobreza” representan ejercicios arbitrarios porque inciden en necesidades básicas no satisfechas en nutrición, salud, vivienda, educación. “Pobreza” no significa simplemente carencia de bienes mínimos de bienestar; es más compleja, ya que margina y excluye a grupos enteros de población de los procesos de generación y apropiación de la riqueza, representando un estado permanente de privaciones, una falta de empoderamiento, una sujeción, una dominación en la “no-democracia” como una forma de existencia, en la que ocurren violaciones frecuentes e intensas a sus derechos, junto a represiones violentas y un manejo sesgado en la administración de la justicia. La pobreza es objetiva y subjetiva; absoluta y relativa; creciente y polarizada.
Sindicalismo, democracia y relaciones laborales
De los ocho los ensayos que se van a incluir en esta sección, dos trataron sobre el trabajo en la reestructuración industrial; otros dos sobre organizaciones de trabajadores y la movilización política; tres artículos se refieren a la maquila en el norte de México. Uno hace un análisis comparativo del sindicalismo en la industria automotriz en Brasil y México; y finalmente un artículo detalla algunas negociaciones entre gobierno y sindicatos en Argentina.
Al analizar el sindicalismo y los movimientos obreros, uno de los temas que se heredan desde el siglo XIX hasta casi finalizado el siglo XX es su papel en el cambio social y político, así como en las tensiones y conflictos que se derivan de las relaciones obrero-patronales en la producción industrial. Este tema entra a ser revisado, por así decirlo, en función de las elaboraciones y observaciones sobre las causas de la dependencia, los cambios en los procesos de acumulación, los mercados, el papel del Estado, los usos del excedente y otras consideraciones. Todo esto a la luz de los cambios en los modos de producción, la globalización, los diferenciales en productividad, la revolución tecnológica, las innovaciones y otras cuestiones sobre las que abunda la literatura especializada.
Varios artículos publicados en Estudios Sociológicos han elaborado análisis sobre el tema; destacamos en nuestro periodo los de autores como Alain Touraine, Fernando H. Cardoso, Michael Mann, Raúl Presbich y Celso Furtado, entre otros. La situación mencionada se refleja en los ensayos sobre el tema, donde en un extremo ubicamos la propuesta de una organización sindical nueva a la que exhorta el ensayo sobre la historia de la Central Obrera Boliviana y el de la revisión de la huelga de Cananea en 1906. Refleja esto también en parte el ensayo sobre la búsqueda del trabajo perdido y de una sociología capaz de encontrarlo, y particularmente el trabajo sobre relaciones laborales, el desarrollo y la democracia en el siglo XXI, que es mucho más analítico proponiendo comparaciones entre las perspectivas de una transición como la descrita por Drucker para el paso entre las sociedades centradas en la producción y las centradas en el conocimiento, con la situación existente en países como los del sureste asiático, o Chile, Brasil y México. Aquí también se ubicaría una descripción sobre las negociaciones de los sindicatos con un gobierno peronista, pero con proyectos neoliberales, que proporciona elementos interesantes de lo que parece ocurrir al sindicalismo cuando se debilita el neocorporativismo en el gobierno. Más tradicional es la descripción de sindicalismos subordinados y conservadores en las maquilas de la frontera norte de México, o sobre la resolución de conflictos laborales en la misma región. Incluso el de las estrategias comparativas entre México y Brasil sobre el sindicalismo en la rama automotriz.
Regiones
Cinco autores reflexionaron sobre las regiones en México, como referencia a la integración del país a la economía internacional a partir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte con Canadá y Estados Unidos. Se evidencia en los artículos los impactos que afectarán en forma diferente a las regiones del norte, centro y sur del país, no solamente por las cuestiones de la proximidad geográfica a EUA, sino por otros factores materiales y no materiales. Todos los autores coinciden en describir fracturas en la integración regional de México, exhibiendo las disparidades entre regiones, estados, municipios, particularmente para la región más atrasada del sur con relación al centro y al norte. A su vez, destacan las disparidades interregionales, particularmente en el centro, frente a un norte más homogéneo. En términos de industrialización y configuración de diferentes grados de modernización a partir del peso que alcanza la industria o sus niveles de modernización, los autores encuentran que frente a otros sectores de la economía, y en comparación con la contribución del PIB industrial entre los años 1980 y 1993, muestran la importancia del norte y centro del país. Y que en condiciones en las cuales el norte mejora su posición tanto en el PIB total como en manufactura, el sur permanece estancado (con la excepción de Campeche con el petróleo y Quintana Roo con el turismo). Por zonas y subzonas, el comportamiento industrial en el centro (particularmente en el centro-centro) lo hace más productivo, contra un sur siempre rezagado. En lo que se refiere a la cuestión fiscal, se observa también un desequilibrio regional que se analiza desde la década de 1940 hasta finales de 1990, para mostrar que las zonas con menor nivel de desarrollo no se benefician de los periodos de crecimiento económico. La distribución territorial de los recursos públicos ha contribuido asimismo a la estructura regional descrita previamente. Se llega a tres grandes conclusiones: a) tanto el ingreso como el gasto público se han concentrado fuertemente en el gobierno federal y esto se explica por un Sistema Nacional de Coordinación Fiscal que lo hizo más eficiente; b) por el lado del gasto, la gran discrecionalidad en su asignación territorial, en la que no existe transparencia, genera un desequilibrio vertical; c) se sugiere la necesidad de reformar el sistema hacendario si se desea disminuir los desequilibrios. La distribución y la tendencia de la escolaridad en el país muestran diferencias regionales en el sentido de diferenciación de las regiones entre el centro, norte y sur del país y otras caracterizaciones de ocho o nueve subregiones. Se muestran para ellas su perfil y rezago educativos y escolaridad de adultos, así como la participación del grupo -24 años de edad en la escuela. Sugiere que la diferenciación educativa tendería a crecer más que a homogeneizarse. En cuanto a la población se analiza la transición demográfica sobre cinco regiones donde el D.F. tenía para la década de 1990 niveles de fecundidad y mortalidad cercanos a los países desarrollados, mientras que en el extremo opuesto en Chiapas y Oaxaca prevalece la incidencia de enfermedades y una fecundidad elevada.
Sociología de la familia
Cinco artículos trataron de la institución familiar, desde un cuestionamiento al uso del término “solidaridad familiar”, a la participación en la comunidad de mujeres de clase media, a pautas de organización familiar en Europa y el Caribe. Dos de los artículos usaron la misma muestra para describir las estrategias de ocupación en personal despedido de una refinería de Pemex en el caso de adultos y de niños. Claudia Zamorano Villarreal cuestiona en su ensayo el término “solidaridad familiar” para referir a la salarización de las mujeres e hijos en su contribución a la economía familiar, ya sea como parte de una estrategia de vida en contextos de crisis económica, ya sea como respuesta a los aspectos materiales de la vida en situaciones existenciales concretas o culturales; o como gramática del comportamiento. Las considera complementarias y como una “representación social” en la división social del trabajo familiar. Partiendo de entrevistas a familias nucleares de clase media en un suburbio de clase media alta de la Ciudad de México (Ciudad Satélite), se describen prácticas familiares en condiciones de una alta participación comunitaria de las mujeres, que en su inmensa mayoría son amas de casa; lo que significaría una conversión del interés familiar en interés público. Otro artículo describe comparativamente la formación de uniones conyugales entre parejas de diferente sexo que comparten una esfera sexual y afectiva, pero no residencial en el Caribe y en Europa occidental, mostrando que en el Caribe los arreglos conyugales a distancia tienen una larga tradición histórica que probablemente se origina en las prohibiciones de establecer uniones domiciliarias entre los esclavos, y que en la actualidad son comunes entre todas las clases sociales; mientras que en Europa el cambio en esta dirección es reciente. Un ensayo sobre el trabajo en niños y niñas menores de 16 años que desempeñan empleos formales, así como participación en quehaceres del hogar que tienen como propósito “la reproducción de sus condiciones de vida y del grupo familiar”. Otro trabajo sobre la misma población y con una muestra de trabajadores describe las condiciones de existencia de un grupo que, luego de pertenecer a un sector de “trabajadores bien pagados” y con casa propia, van a desempeñar varias actividades por su cuenta.
Migraciones y cambios de actitudes
Un ensayo relata el cambio social del ritual que celebran las iglesias católicas a raíz del retorno masivo de migrantes de EUA y de diversos lugares de México a sus pueblos de origen con motivo de las fiestas patronales. Se sitúa en Los Altos de Jalisco, donde con las constantes idas y venidas que se hacen desde unos 200 años, los migrantes encuentran actitudes cambiantes por parte de la Iglesia y los curas locales. Visualizada como una fuente de conflicto por la “americanización” de los migrantes que se percibía por algunos como “una amenaza a la identidad nacional”; por otros, como una “firmeza de la identidad mexicana frente a los Estados Unidos”; o por otros como la portación de valores positivos (como modernidad, democracia, cultura laboral). Si a principios del siglo XX los párrocos denunciaban que los migrantes volvían con demasiado dinero y portando alcoholismo, drogas y homosexualidad; a mediados de los setenta, la Iglesia haría más trabajo pastoral, ya que un buen porcentaje de los migrantes mostraban otra religión; o porque se recibían millones de dólares provenientes de remesas, junto con problemas de desintegración de hogares, e incremento de alcohol y drogas.
Un ensayo analiza, en Chiapas y desde la Conquista hasta finales del siglo XX, las imágenes construidas por indígenas sobre “los otros”, profundizando primero en los conquistadores y haciendo de la religión cristiana una versión indígena mágica. Describe las imágenes que se van haciendo los diferentes grupos.
Otro ensayo encuentra algunas vetas no estudiadas en las formas como han abordado el tema de las identidades otros especialistas, particularmente en la sociología, por ejemplo las de quienes hacen el trabajo. A partir de esto detalla algunos de los elementos que intervienen en la construcción de su identidad, mostrando el caso de los obreros desfibradores en Yucatán.
Para el caso de España, un artículo sostiene que debido al grado de modernización que se va alcanzando desde los años sesenta, se han producido cambios en el consumo alimenticio tanto en la composición de la dieta, como en el grado de elaboración de los alimentos, así como la proporción del gasto familiar destinado a éstos. De una composición de la dieta integrada por productos tradicionales, como cereales panificadores, tubérculos, legumbres y aceites, se evoluciona hacia una disminución de éstos y a un incremento en el consumo de pescados, carnes, leche, huevos y derivados lácteos. Más adelante se incrementarán las comidas precocinadas al tiempo que se comienza a tener más cuidado con el consumo de calorías, una mayor calidad de los productos, agricultura ecológica y cuestiones por el estilo.
Dos trabajos cierran, por así decirlo, el círculo de nuestra reflexiones, cuando anuncian el fin del individualismo en lo que concierne a la identidad ideológica, política, sexual o profesional, con lo que se enfrentan las “incertidumbres inmediatas y que conduce desde la lógica de la identidad hasta una lógica de la identificación más colectiva”. Se cuestionan si en los orígenes de toda representación o de toda acción existe una sensibilidad colectiva y un común acuerdo no lógico que sirven como fundamento de la existencia social, de donde es posible que existan muchas actitudes sociales que se consideran frívolas o inmorales “y donde el cuerpo es utilizado para hacerlo destacar, [...] construido únicamente para que sea visto [...] expuesto únicamente para que sirva como espectáculo [...] (para) hacer que ese cuerpo participe en un cuerpo social, y para preguntarnos si existe el homo aestheticus”.