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Revista mexicana de opinión pública

versión On-line ISSN 2448-4911versión impresa ISSN 1870-7300

Rev. mex. opinión pública  no.36 Ciudad de México ene./jun. 2024  Epub 04-Feb-2025

https://doi.org/10.22201/fcpys.24484911e.2024.36.87263 

General

Votantes permisivos: la tolerancia ciudadana a las transgresiones a la integridad electoral1

Permissive voters: Citizens’ tolerance of transgressions of electoral integrity

Alejandro Monsiváis-Carrillo* 
http://orcid.org/0000-0001-8661-5935

* Profesor-investigador en El Colegio de la Frontera Norte, AC. (www.colef.mx). amonsi@colef.mx.


Resumen

Los votantes que se identifican con el gobierno en turno tienden a mostrar mayor confianza en las instituciones políticas. Sin embargo, en algunas circunstancias, estos votantes también pueden mostrar mayor tolerancia a las transgresiones perpetradas por el ejecutivo en contra de la democracia. Ese artículo aporta evidencia de que los votantes identificados con el gobierno muestran mayor permisividad ante las violaciones a la integridad electoral cuando el ejecutivo promueve elecciones manipuladas e inequitativas. Este estudio utiliza los datos de la Encuesta Mundial de Valores para analizar las actitudes hacia la integridad electoral en catorce países de América. Estos fueron clasificados en democracias liberales, democracias electorales y autoritarismos competitivos. Los resultados muestran que las percepciones de integridad y malas prácticas electorales están asociadas a la identificación de la ciudadanía con el ejecutivo y al tipo de régimen político. El análisis revela, en lo particular, que los ciudadanos afines al gobierno y que viven en un régimen autoritario-competitivo tienden a ser más permisivos, pues perciben tanta integridad electoral como los votantes en democracias liberales. Estos hallazgos contribuyen a investigar las condiciones asociadas a la tolerancia ciudadana a las transgresiones a la integridad electoral.

Palabras clave: integridad electoral; malas prácticas electorales; democracia; autoritarismo competitivo; votantes ganadores y perdedores; opinión pública

Abstract

Voters identified with the incumbent government are usually more trustful of political institutions. Under certain circumstances, however, these voters are also more tolerant of executive transgressions of democratic norms and institutions. The present article provides evidence that voters identified with the incumbent are more permissive of infringements of electoral integrity, especially when it is the executive who biases the playing field and manipulates elections. This study leverages World Value Survey’s data from fourteen countries in the America. Each country is classified as a liberal democracy, electoral democracy and competitive authoritarianism. The results show that perceptions of electoral integrity and malpractice are both correlated with citizen’s identification with the incumbent government and the regime type. In particular, the analysis reveals that citizens who support the government and live in competitive authoritarian regimes are the most permissive, as they perceive as much electoral integrity as voters in liberal democracies. The findings contribute to studying the conditions that enhance the public’s tolerance of electoral malpractice and transgressions of integrity.

Keywords: Electoral Integrity; Electoral Malpractice; Democracy; Competitive Authoritarianism; the Winner-Loser Gap; Public Opinion

Introducción

Los votantes que se identifican con el gobierno suelen tener más confianza en las instituciones políticas que los que se identifican con la oposición (Martini y Quaranta, 2019). La predisposición de los votantes del gobierno a dar su apoyo a las instituciones se considera, regularmente, una condición favorable para la estabilidad democrática. En cambio, el sentimiento de descontento de los partidarios de la oposición es visto como una fuente de inestabilidad (Anderson et al., 2005; Esaiasson, 2011). Sin embargo, en algunas ocasiones, los roles pueden invertirse. Los votantes afines al gobierno pueden respaldar procesos de autocratización promovidos desde el poder ejecutivo (Cohen et al., 2022; Singer, 2018), mientras que los votantes opositores pueden defender los contrapesos, la legalidad y el orden democrático, por deficitario que este sea (Mazepus y Toshkov, 2021; Moehler, 2009).

La pregunta que aborda este artículo es: ¿qué tanto influye la identificación de las y los votantes con el partido o los partidos gobernantes en sus actitudes hacia la integridad de las elecciones? Cuando las elecciones se celebran bajo condiciones democráticas, se esperaría observar diferencias en la percepción de integridad y malas prácticas electorales en función de la identificación de los votantes con el gobierno en turno. No obstante, cuando las elecciones están condicionadas por la manipulación o las disparidades implementadas por el gobierno: ¿qué tanto los votantes afines al ejecutivo están dispuestos a reconocer las malas prácticas en la organización y conducción de las elecciones? El argumento que desarrollaré es que las y los votantes que son partidarios del gobierno responderán de forma coherente con sus preferencias políticas y se mostrarán tolerantes de las violaciones a la integridad electoral perpetradas por los gobernantes.

La integridad electoral es la implementación de las etapas y procesos del ciclo electoral con apego a los estándares reconocidos por instrumentos y convenios internacionales en materia de elecciones (Garnett et al., 2022; Norris, 2014). Una de las agendas de investigación en este campo es la evaluación ciudadana de la calidad de los procesos electorales (Monsiváis-Carrillo, 2022b; Norris, 2019). Investigar la percepción ciudadana de la integridad electoral es importante para conocer cómo se relaciona la opinión pública con los atributos institucionales y el desempeño de los sistemas políticos en materia integridad y reducción de las malas prácticas electorales. Este estudio es una aportación al estudio de los determinantes de la percepción ciudadana de la integridad de las elecciones en regímenes democráticos y no-democráticos en catorce países de América. Los hallazgos contribuyen a investigar las condiciones asociadas a la tolerancia ciudadana a las transgresiones a la integridad electoral. La evidencia muestra que los votantes identificados con el gobierno muestran mayor permisividad ante las violaciones a la integridad electoral cuando el ejecutivo promueve elecciones manipuladas e inequitativas.

En la siguiente sección de este texto desarrollaré el argumento teórico de la investigación. Primero viene una introducción al estudio de la integridad electoral, luego el argumento de que las actitudes hacia la integridad electoral están influidas por la identificación política de las personas electoras. La siguiente sección contiene la descripción los datos, la medición de las variables e información descriptiva de las mismas. En la tercera parte se reportan los resultados del estudio y la discusión de sus implicaciones. El artículo concluye con un balance de las aportaciones y limitaciones de este estudio.

Votantes permisivos e integridad electoral: teoría e hipótesis

Integridad electoral

Las elecciones son un componente esencial de la democracia, el mecanismo que refuerza la permanencia del régimen a lo largo del tiempo (Przeworski, 2005). Sin embargo, organizar y celebrar elecciones democráticas, que garanticen la imparcialidad en la competencia, la libertad del sufragio y la transparencia en los resultados, entre otros ideales y principios políticos, es una tarea de enorme complejidad. En ese sentido, el concepto de integridad electoral permite tener una visión unificada de los múltiples retos normativos, administrativos y políticos implicados en la organización de las elecciones (Norris, 2013). Este concepto se utiliza cada vez más para conceptualizar, medir y promover elecciones apegadas a las normas e ideales de la democracia (Garnett et al., 2022).

La integridad electoral es la aplicación, a lo largo de todas las etapas del ciclo electoral, de los estándares y normas globales sobre la conducción de elecciones reconocidos en convenios e instrumentos internacionales (Norris, 2014, p. 12). El ciclo electoral comprende once procesos divididos en tres etapas: 1) la fase previa a las elecciones; 2) la jornada electoral y 3) la etapa posterior a las elecciones; que son susceptibles de conducirse con integridad o de ser objeto de manipulación o malas prácticas. Este planteamiento distingue el concepto de integridad electoral de las definiciones de la democracia (Norris, 2014). Esto permite “separar de manera conceptual y metodológica la integridad de las elecciones del tipo de régimen en el que se llevan a cabo” (Tarouco, 2023, p. 51). Por ejemplo, aún en democracias estables y consolidadas se pueden presentar prácticas fraudulentas o la calidad de los comicios ser de baja calidad. Asimismo, la integridad de las elecciones puede variar significativamente de unos comicios a otros, aún en un mismo régimen político.

Los debates conceptuales y metodológicos en torno a la integridad electoral siguen abiertos (Tarouco, 2023). En un plano normativo -con implicaciones importantes para la investigación empírica y la práctica de la organización electoral- persiste el interés de repensar la relación entre la integridad electoral y los principios de la democracia como la igualdad política o la deliberación y la equidad en la competencia (Birch, 2023; Garnett y James, 2020, pp. 115-116). En paralelo, el concepto de integridad electoral ha ganado presencia en los proyectos nacionales e internacionales de asistencia y promoción de la democracia (Long, 2023). También está asociado al asociado al desarrollo de nuevas agendas de investigación (p. ej., Birch y Van Ham, 2017; Frank y Martínez i Coma, 2017; Méndez de Hoyos et al., 2019 y Van Ham y Lindberg, 2015). Por ejemplo, los estándares de integridad de las elecciones han sido utilizados para impulsar estudios en el plano subnacional (Méndez de Hoyos et al., 2021; Mendez y Perez Arellano, 2023). Asimismo, si bien es una temática que se ha desarrollado primordialmente en la academia anglosajona, ha sido considerado clave para conceptualizar y enfrentar los retos de la calidad de las elecciones en América Latina (Carranza, 2023).

Votantes permisivos

Una de las agendas emergentes de investigación desde la perspectiva de la integridad electoral es la evaluación de la calidad de las elecciones en la opinión pública (Flesken y Hartl, 2018; Monsiváis-Carrillo, 2021, 2022b; Norris, 2019). De acuerdo con la literatura, es de esperar que la percepción de integridad y malas prácticas electorales entre la ciudadanía está asociada con sus afinidades y preferencias políticas. Una extensa bibliografía muestra que los votantes ganadores, o que apoyaron en las urnas al partido, partidos, o al presidente electos, se sienten más satisfechos con la democracia o tienen más confianza en las instituciones, mientras que los votantes perdedores están más insatisfechos o manifiestan mayor desafección institucional (véase: Martini y Quaranta, 2019).

Las diferencias entre ganadores y perdedores en las elecciones se consideran compatibles con la estabilidad de la democracia, mientras tales diferencias sean relativamente pequeñas. Sin embargo, diversos estudios han mostrado que la brecha entre los votantes ganadores y perdedores aumenta sistemáticamente conforme se deteriora la calidad de la democracia (Dahlberg y Linde, 2016; Monsiváis-Carrillo, 2020). En ese mismo sentido, estudios recientes ha encontrado que los votantes ganadores no solo están más satisfechos con el status quo, sino que también expresan mayor disposición a tolerar violaciones a las normas e instituciones de la democracia, siempre y cuando sean perpetradas por el gobierno en turno (Cohen et al., 2022; Cornejo, 2023; Monsiváis-Carrillo, 2020, 2022a; Singer, 2018; Singer, 2021). La permisividad mostrada por las y los votantes hacia las transgresiones antidemocráticas del ejecutivo representa una amenaza a la democracia, pues les confiere legitimidad a los procesos de autocratización.

Mi argumento es que la probabilidad de que las y los votantes adopten actitudes permisivas hacia las transgresiones a la integridad electoral o la implementación de malas prácticas es mayor cuando se presentan dos condiciones: la primera es el sentimiento de representación entre el electorado (Singer, 2018). El vínculo de representación política hace de las elecciones instrumentos de la democracia (Powell, 2000). Este vínculo se expresa como la identificación con el presidente o los partidos en el gobierno, o bien con los partidos o candidatos opositores, ya sea por motivos ideológicos, temáticos o estratégicos. A través de la identificación política y el sentimiento representación, los votantes participan de forma indirecta en el ejercicio del poder, autorizando a sus representantes a gobernar y tomar decisiones (Manin et al., 1999; Pitkin, 1967; Urbinati y Warren, 2008). La segunda condición asociada a las actitudes permisivas de las y los votantes es un poder ejecutivo que, de forma sistemática y deliberada, promueve o profundiza la autocratización del régimen (Haggard y Kaufman, 2021), un proceso mediante el cual el régimen político pierde sus atributos democráticos (Lührmann y Lindberg, 2019, pp. 1098-1100). Es decir, las libertades civiles y políticas, las elecciones y los límites legales e institucionales al poder ejecutivo se ven atacados, debilitados o suprimidos, ya sea de iure o de facto. El resultado es un régimen en el que el poder ejecutivo se ejerce, progresivamente, de forma discrecional y arbitraria, sin rendir cuentas ante el electorado (Maerz et al., 2023).

Entonces, en los países en los que el Ejecutivo promueve la autocratización del régimen y, en particular, ataca las libertades y condiciones institucionales necesarias para la celebración de elecciones libres y limpias, los votantes que han expresado su apoyo en las urnas al presidente o al partido gobernante se mostrarán más permisivos hacia la subversión de la integridad electoral. El mecanismo que explica esta disposición es el razonamiento políticamente motivado: la predisposición a buscar y procesar información que sea compatible con, o que sirva para reforzar, creencias y actitudes políticas previas (Druckman, 2012; Taber y Lodge, 2012, pp. 159-162). En un escenario de polarización, en la que el gobierno y los partidos de oposición adoptan posturas cada vez más antagónicas e irreconciliables, la identificación política o partidista de los votantes servirá como un filtro para procesar la información, reforzando las creencias y actitudes políticas previas (Druckman et al., 2013). Como ha mostrado Svolik (2020), la polarización refuerza las lealtades políticas y la identificación partidista hasta el punto en que los votantes afines al gobierno están dispuestos a tolerar transgresiones a la democracia (Graham y Svolik, 2020).

Una forma de evaluar el impacto de las transgresiones del ejecutivo en contra de la democracia en las percepciones ciudadanas de integridad electoral es comparando las actitudes de las y los votantes en autoritarismos competitivos, democracias electorales y democracias liberales. Las elecciones son cruciales en los tres tipos de regímenes políticos. La clave está en que, en los autoritarismos competitivos, las elecciones se celebran en condiciones que favorecen de forma decisiva al gobierno en turno (Levistky y Way, 2010). En los autoritarismos competitivos, las restricciones a las libertades democráticas, las grandes disparidades en la competencia electoral y el menú de prácticas fraudulentas implementado por el gobierno reducen al mínimo la incertidumbre que debe caracterizar a los procesos electorales en una democracia (Levitsky y Way, 2010; Schedler, 2002 y 2013). Sin embargo, aún en tales condiciones, las elecciones son cruciales para legitimar el mando del gobierno autoritario. El presidente y sus aliados partidistas deberán, entonces, asegurarse de que obtendrán tramposamente la victoria en las elecciones. Al mismo tiempo, también deberán tolerar un cierto grado de autenticidad en la competencia, pues su legitimidad política depende, al menos en parte, de mostrar que el electorado respalda a quienes están ya en el gobierno.

Con base en los planteamientos formulados, la hipótesis general de este estudio es que el tipo de régimen político condiciona la percepción de integridad electoral de los votantes identificados con el gobierno y los votantes identificados con los partidos opositores. Específicamente, la percepción de integridad electoral será mayor entre los votantes del gobierno que entre los votantes opositores, pero la diferencia será mayor en los regímenes autoritario-competitivos. En los autoritarismos competitivos, los votantes del gobierno se mostrarán tolerantes de las transgresiones a las malas prácticas electorales, pues seguirán confiando en que las elecciones se celebran de forma imparcial y libre, sin distorsiones autoritarias.

Datos, variables y método

Para evaluar la hipótesis, el diseño de investigación adoptado fue el de un estudio observacional con datos transversales. Los datos provienen de los catorce países de América incluidos en la séptima ronda de la Encuesta Mundial de Valores (EMV-v7) (Haerpfer et al., 2022). Las encuestas de la EMV-v7 son representativas de la población adulta de cada país. La base de datos utilizada en el análisis cuenta en total con 22,926 observaciones como se muestra a continuación:

Tabla 1 Países incluidos en el análisis 

Elección presidencial previa a WVS-7 Año de la Encuesta Mundial de Valores (WVS-7) Número de observaciones
Argentina 2015 2017 1,003
Bolivia 2014 2017 2,067
Brasil 2014* 2018 1,762
Canadá 2019 2020 4,018
Chile 2017 2018 1,000
Colombia 2018 2018 1,520
Ecuador 2017 2018 1,200
Estados Unidos 2016 2017 2,596
Guatemala 2019 2019-2020 1,229
México 2012 2018 1,741
Nicaragua 2016 2020 1,200
Perú 2016 2018 1,400
Uruguay 2019 2022 1,000
Venezuela 2018 2021 1,190

Fuente: elaboración propia a partir de Haerpfer et al. (2022).

La medición de las variables dependientes se realizó siguiendo el método adoptado por Norris (2019). La EMV-v7 contiene una batería de preguntas (Q224-Q233) que captura la opinión de la gente acerca de la integridad de las elecciones y las malas prácticas en el ciclo electoral. La ventaja de estas preguntas es que formulan cuestionamientos acerca de la frecuencia con la que se observan ciertas actividades o prácticas de índole electoral. Por ejemplo, como se muestra en la Tabla 2, el cuestionario inquiere acerca de “qué tan frecuentemente los funcionarios electorales son justos” o “qué tan frecuentemente se prohíbe participar en las elecciones a las y los candidatos opositores” las opciones de respuesta son cuatro y van de nada frecuente a muy frecuentemente. Al formular así las preguntas, se invita a responder con base en opiniones acerca de hechos, más que de sentimientos o evaluaciones afectivas.

Tabla 2 Percepciones de integridad y malas prácticas electorales. 

Factor 1 Factor 2
Análisis factorial: proporción de la varianza= 0.27 0.22
Percepción de integridad electoral
Las autoridades electorales son justas -0.40 0.64
Los periodistas hacen una cobertura objetiva de las elecciones 0.20 0.58
Los votos se cuentan limpiamente -0.30 0.71
Los votantes tienen opciones reales entre las cuales elegir 0.03 0.73
Las mujeres tienen igualdad de oportunidades para ser candidatas a puestos de elección popular 0.07 0.66
Alpha de Cronbach = 0.68
Percepción de malas prácticas electorales
Se prohíbe competir a candidatos de la oposición 0.57 0.01
Los noticieros de televisión favorecen al partido gobernante 0.62 0.09
Hay compra de votos 0.81 -0.10
Los ricos compran las elecciones 0.73 -0.02
Se amenaza a los votantes con violencia en las urnas 0.70 -0.09
Alpha de Cronbach = 0.74

Fuente: a partir de Haerpfer et al. (2022). N=19,484.

Las variables dependientes fueron obtenidas con base en un análisis factorial cuyos resultados se muestran en la Tabla 2. La Percepción de integridad electoral es una variable que resulta de la correlación conjunta de las preguntas de la batería con el segundo factor, el cual explica el 22% de la variación total y tiene un indicador de confiabilidad (alpha de Cronbach) de 0.68. A su vez, la Percepción de malas prácticas electorales es una variable que representa el 27% de la varianza total y agrupa a los reactivos que indagan, precisamente, por prácticas de manipulación o fraude durante las elecciones (alpha = 0.74). La distribución de las variables obtenidas a partir del análisis presentado en la Tabla 2 se muestra en la Gráfica 1. Ambas están medidas en puntuaciones estandarizadas. La percepción de integridad electoral tiene media = 0.13, desviación estándar = 0.98 y un rango de -2.88 a 2.06. La percepción de malas prácticas electorales tiene media = -0.003, desviación estándar de 1.00 y un rango de -2.54 a 2.49.

Nota: Percepción de integridad electoral: media = 0.13, desviación estándar = 0.98, rango = -2.88 a 2.06. Percepción de malas prácticas electorales: media = -0.003, desviación estándar de 1.00 y rango = -2.54 a 2.49.

Fuente: a partir de Haerpfer et al.,(2022).

Gráfica 1 Percepción de integridad y malas prácticas electorales: histogramas 

Para medir la identificación con el gobierno en turno utilicé la pregunta Q223: “Si mañana hubiera elecciones, ¿por cuál partido votaría usted?”. De esta forma, la Intención de voto captura la identificación con el gobierno cuando los entrevistados responden que votarían por el partido que postuló al titular del ejecutivo en la elección presidencial inmediatamente anterior al año en que se realizó la encuesta. Las personas que declaran tener intención de votar por partidos de la oposición son clasificadas como opositores. Quienes declaran tener intención de anular su voto, no votar o alguna otra alternativa son agrupados en una misma categoría. Dado que las hipótesis no contemplan predicciones específicas para las personas que están en esta categoría, en el análisis subsecuente serán incluidas solamente en las pruebas estadísticas, pero la discusión se centrará entre las diferencias entre votantes del gobierno y votantes de la oposición.

Por otra parte, los países fueron clasificados según el tipo de régimen que prevalecía en el año de la encuesta. La clasificación que utilicé es la desarrollada por Lührmann et al. (2018) con datos del proyecto Variedades de la democracia (Coppedge et al., 2023).Lührmann et al., (2018) clasifican a los países en democracias liberales, democracias electorales, autocracias electorales y autocracias cerradas (véase la Tabla 3). Las democracias liberales son regímenes en los que, además de los atributos de una poliarquía, prevalecen el estado de derecho y los contrapesos institucionales al poder ejecutivo. Las democracias electorales celebran elecciones libres y limpias, pero tienen deficiencias en el estado de derecho y los componentes liberales del régimen. Las autocracias electorales o autoritarismos competitivos son regímenes en los que se celebran elecciones, pero las libertades ciudadanas son objeto de restricciones o violaciones sistemáticas y/o la competencia electoral tiene lugar condiciones significativamente desfavorables para los partidos de oposición (Lührmann et al., 2018, p. 63). Las autocracias cerradas son sistemas políticos en los que los atributos democráticos del régimen han sido suprimidos por la élite gobernante. Nótese, en la Tabla 3, que Canadá es considerada una democracia electoral. Hasta 2019, el índice de Regímenes del mundo consideraba a Canadá una democracia liberal, pero el debilitamiento de controles institucionales al poder ejecutivo provocó un cambio de régimen en este país. Los resultados del análisis que se discutirán más adelante son robustos a la clasificación de Canadá como democracia electoral o democracia liberal.

Tabla 3 Regímenes políticos en las Américas. 

Regímenes políticos Países (Año de EMV-7)
Democracias liberales Chile (2018)
Estados Unidos de América (2017)
Uruguay (2022)
Democracias electorales Argentina (2017)
Bolivia (2017)
Brasil (2018)
Canadá (2020)
Colombia (2018)
Ecuador (2018)
Guatemala (2019-2020)
México (2018)
Perú (2018)
Autoritarismos competitivos Nicaragua (2020)
Venezuela (2021)

Fuente: elaboración propia a partir de Lürhmann et al. (2018) y datos de Coppedge et al., (2023)

Nota: datos ponderados con la variable S018. PIE = Percepción de integridad electoral, PME= Percepciones de malas prácticas electorales.

Fuente: elaboración propia a partir de Haerpfer et al. (2022) y Coppedge et al. (2023).

Gráfica 2 Percepciones de integridad y malas prácticas electorales en las Américas por tipo de régimen 

Puesto que las variables dependientes son variables continuas, la evaluación de las hipótesis la realicé mediante modelos de regresión lineal con errores estándar robustos y datos ponderados utilizando la variable S018, ya incluida en la base de datos. Esta variable pondera las observaciones de cada país para que las muestras sean equivalentes a un máximo de 1,600 observaciones. Los resultados son los mismos si el análisis omite la ponderación de las observaciones.

Los modelos de regresión incluyeron una batería de variables de control. En esta batería están contemplados el sexo de las personas (Q260), los años de edad (Q262), el nivel de escolaridad (Q275, medido en ocho categorías desde la educación preescolar o menos hasta el nivel de doctorado), el nivel de ingreso mensual en el hogar (Q288) -una variable ordinal de diez categorías-la condición de empleo (Q279) y el tipo de residencia, urbana o rural (H_URBRURAL). También se incluyeron indicadores de la confianza interpersonal (Q57) y satisfacción con la vida (Q49). La confianza interpersonal es una variable con dos opciones de respuesta: “Se puede confinar en la mayoría de las personas” versus “Se tiene que ser muy cuidadoso al tratar con la gente”. La satisfacción con la vida es una variable ordinal con diez categorías desde completamente insatisfecho(a) a completamente satisfecho(a). Otras dos variables de control son la participación socio-política y los medios digitales de información. La participación socio-política es una escala que agrupa a las preguntas Q97-Q104 (alpha = 0.8294), las cuales preguntan por el tipo de membresía en alguna de las siguientes asociaciones: sindicatos, partidos políticos, organizaciones ambientalistas, asociaciones profesionales, organizaciones humanitarias, organización de consumidores, grupos de auto-ayuda o ayuda mutua y grupos de mujeres. El indicador de consumo de medios digitales de información es el promedio de las preguntas Q204-Q205 (alpha = 0.8491), las cuales miden la frecuencia con la que se obtiene información a través del teléfono móvil, correo electrónico, Internet o redes sociales. Por último, el interés en la política y la comprensión de la democracia. El interés en la política (Q199) es una variable ordinal de cuatro categorías que van desde “nada de interés” hasta “mucho interés”. La comprensión de la democracia mide el grado en que las personas entrevistas tienen un conocimiento informado de lo que significa la democracia. Para construir este indicador, a un grupo de tres preguntas que capturan el significado de la democracia liberal (Q243, Q246 y Q249) se le restan tres preguntas que suponen una comprensión autoritaria de la democracia (Q242, Q245, Q248).

Las preguntas que miden la comprensión liberal de la democracia son estas:

  • 243. La gente elige a sus líderes a través de elecciones libres,

  • 246. Los derechos civiles protegen a la gente de la opresión del Estado,

  • 249. Las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres.

Las que miden una comprensión autoritaria son las siguientes:

  • 242. Las leyes son interpretadas al final por las autoridades religiosas,

  • 245. El ejército toma el poder cuando el gobierno es incompetente,

  • 248. Las personas obedecen a sus gobernantes.

Todas están medidas en una escala de 1 a 10.

Resultados y discusión

Los resultados del análisis se muestran en la Tabla 4. Los modelos M1 y M2 reportados en esta tabla tiene como variable dependiente a las percepciones de integridad electoral y de malas prácticas electorales. Estos modelos contienen la evaluación de la relación directa entre la intención de voto y las variables dependientes. Como puede verse en la Gráfica 3, los resultados son congruentes con los hallazgos reportados por la literatura: en promedio, los votantes identificados con el gobierno perciben más integridad en las elecciones que los votantes identificados con los partidos de oposición. De igual forma, quienes se ven representados por el partido en el poder consideran que las malas prácticas electorales son menos frecuentes. Simétricamente, las personas que votarían por partidos opositores encuentran menos frecuentes las muestras de integridad y más frecuentes las de malas prácticas en las elecciones.

Tabla 4 Determinantes de la percepción de integridad (PIE) y malas prácticas electorales (PME) en América 

M1 PIE M2 PME M3 PIE M4 PME
Intención de voto por partido en el
gobierno (categoría de referencia)
Oposición -0.21***
[0.019]
0.19***
[0.019]
-0.78***
[0.060]
0.85***
[0.065]
Ninguno/nulo/otros -0.32***
[0.019]
0.10***
[0.019]
-0.89***
[0.046]
0.40***
[0.048]
Autoritarismo competitivo (categoría
de referencia)
Democracia electoral 0.19***
[0.023]
0.51***
[0.024]
-0.25***
[0.039]
0.82***
[0.040]
Democracia liberal 0.44***
[0.030]
-0.12***
[0.030]
-0.11*
[0.047]
0.17***
[0.048]
Oposición x democracia electoral 0.00
[0.000]
0.00
[0.000]
Oposición x democracia liberal 0.69***
[0.064]
-0.82***
[0.069]
Ninguno x democracia electoral 0.64***
[0.051]
-0.34***
[0.052]
Ninguno x democracia liberal 0.97***
[0.066]
-0.47***
[0.066]
Comprensión de la democracia 0.67***
[0.056]
-0.75***
[0.054]
0.71***
[0.056]
-0.77***
[0.054]
Confianza interpersonal 0.14***
[0.020]
-0.35***
[0.020]
0.15***
[0.020]
-0.35***
[0.020]
Satisfacción con la vida 0.03***
[0.004]
-0.00
[0.004]
0.03***
[0.004]
0.00
[0.004]
Medios digitales de información -0.09***
[0.007]
-0.05***
[0.006]
-0.09***
[0.006]
-0.05***
[0.006]
Participación social 0.13***
[0.020]
0.20***
[0.020]
0.13***
[0.020]
0.20***
[0.019]
Interés en la política 0.09***
[0.009]
-0.04***
[0.009]
0.08***
[0.009]
-0.03***
[0.009]
Sexo: Mujer -0.08***
[0.016]
-0.06***
[0.016]
-0.08***
[0.016]
-0.06***
[0.015]
Años de edad 0.01***
[0.001]
-0.00***
[0.001]
0.01***
[0.001]
-0.00***
[0.001]
Nivel educativo -0.02***
[0.005]
-0.03***
[0.005]
-0.02***
[0.005]
-0.03***
[0.005]
Nivel de ingreso -0.00
[0.004]
-0.02***
[0.004]
0.00
[0.004]
-0.03***
[0.004]
Residencia urbana -0.04*
[0.020]
0.09***
[0.019]
-0.05*
[0.019]
0.09***
[0.019]
Condición de empleo -0.09***
[0.016]
0.00
[0.016]
-0.10***
[0.016]
0.00
[0.016]
Constante -0.76***
[0.067]
0.79***
[0.066]
-0.38***
[0.074]
0.51***
[0.072]
N= 18,146 18,146 18,146 18,146
R cuadrada 0.137 0.151 0.155 0.163

Fuente: Elaboración propia a partir de Haerpfer et al. (2022) y Coppedge et al. (2023).

Nota: Datos ponderados con la variable S018. PIE = Percepción de integridad electoral, PME= Percepciones de malas prácticas electorales.

Las variables de control se mantienen en su nivel promedio.

Gráfica 3 Intención de voto y percepciones de integridad y malas prácticas electorales con base en los resultados de los modelos M1 y M2 de la Tabla 3  

Los mismos modelos M1 y M2 muestran que el tipo de régimen también está asociado con diferencias significativas en las variables de respuesta. Hay que hacer notar que el tipo de régimen es una variable que adopta un mismo valor para todas las personas agrupadas en un mismo país. En ese sentido, los modelos evalúan los efectos fijos asociados a vivir en un régimen político de cierto tipo en comparación con otros. Como puede verse en el Gráfico 4, el tipo de régimen está correlacionado positivamente, de forma lineal, con la percepción de integridad electoral. Esto significa que, en promedio, en las democracias liberales la percepción de integridad electoral es mayor que la percepción de integridad electoral en las democracias electorales. A su vez, en las democracias electorales el promedio de percepción de integridad electoral es más alto que el promedio de esa variable en los autoritarismos competitivos. Estos resultados son consistentes con estudios previos y son congruentes con las expectativas teóricas: en países en los que las elecciones suelen conducirse con mayores garantías de imparcialidad y libertad, la ciudadanía percibe mayor integridad en las elecciones.

Fuente: predicciones marginales con base en los resultados de los modelos M1 y M2 de la Tabla 3. Las variables de control se mantienen en su nivel promedio.

Gráfica 4 Tipo de régimen y percepciones de integridad y malas prácticas electorales 

Sin embargo, el panel de la derecha de la Gráfica 4 muestra algunos resultados contra-intuitivos. Esta figura se basa en el modelo M2 de la Tabla 3, que tiene como variable dependiente a la percepción malas prácticas electorales. Los datos muestran que, como sería de esperar, en las democracias electorales se percibe que las malas prácticas acontecen con mayor frecuencia que en las democracias electorales. De hecho, la diferencia en las medias estimadas es de una magnitud considerable: 0.28 versus -0.35 (0.63 puntos de diferencia). Sin embargo, en los autoritarismos competitivos, el promedio estimado de percepción de malas prácticas en las elecciones (-0.23) está más cercano al de las democracias liberales (-0.35) que al de las democracias electorales (0.28). A pesar de que en los autoritarismos competitivos las elecciones padecen distorsiones y manipulación sistemáticas, las y los votantes consideran que las malas prácticas poco frecuentes, mucho menos que en las democracias electorales. Como se verá más adelante, este hallazgo responde a la polarización que existe entre votantes del gobierno y votantes opositores en los autoritarismos competitivos.

Los modelos M3 y M4 de la Tabla 3 someten a prueba la hipótesis de que la relación entre la identificación con el gobierno en turno y la percepción de integridad y malas prácticas electorales está condicionada por el tipo de régimen político. El modelo M3 tiene como variable dependiente a la percepción de integridad electoral. Los resultados muestran que el tipo de régimen político está asociado con diferencias significativas en las actitudes de las y los votantes. Como puede verse en el Gráfico 5, en las democracias liberales, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la percepción de integridad electoral de votantes del gobierno y votantes opositores. En las democracias liberales, independientemente de si se ven representados por el ejecutivo o no, los votantes coinciden en que las elecciones se organizan y conducen con integridad. En cambio, en las democracias electorales, las diferencias entre un grupo y otro ya son significativas. Los votantes del gobierno (0.055, IC95%=0.02, 0.09) perciben más integridad que los opositores (-0.034, IC95%= -0.067, -0.00), aunque la diferencia es pequeña: 0.09.

Fuente: predicciones marginales con base en los resultados de los modelos M3 y M4 de la Tabla 3. Las variables de control se mantienen en su nivel promedio.

Gráfica 5 Intención de voto, tipo de régimen y percepciones de integridad electoral 

Sin embargo, la diferencia más notoria se observa en los autoritarismos competitivos. En este tipo de régimen, los votantes del gobierno y los votantes opositores difieren significativamente unos de otros. Para quienes de identifican con el ejecutivo, la percepción de integridad es tan alta (0.299, IC95%=0.23, 0.37) como la que se observa entre los votantes del gobierno en democracias liberales. En contraste, los votantes de la oposición perciben un déficit de gran magnitud (-0.48, IC95%=-0.57, -0.48). La diferencia es de 0.77 puntos, como se puede ver en la Gráfica 4.

El análisis se replicó teniendo como variable dependiente a la percepción de malas prácticas electorales (M4). Los resultados son, en gran medida, simétricos a los descritos previamente y se pueden ver en la Gráfica 6. En el análisis se encontró que los votantes identificados con el gobierno en las democracias liberales perciben significativamente menos malas prácticas que sus contrapartes identificadas con partidos de oposición. En ambos casos, sin embargo, el nivel percibido de malas prácticas es considerablemente bajo, sobre todo si se les compara con las opiniones de los votantes en las democracias electorales. En las democracias electorales, tanto los electores cercanos al gobierno como los opositores perciben un alto nivel de malas prácticas en las elecciones, al punto que no se observan diferencias estadísticas entre ellos. En los autoritarismos competitivos los resultados son contrastantes. Por un lado, los votantes que se identifican con la oposición perciben que las malas prácticas electorales ocurren con mucha frecuencia. Por otro, los votantes que se sienten representados por el gobierno opinan lo contrario. Desde su punto de vista, las malas prácticas electorales son muy poco frecuentes (-0.58, IC95%= -0.65, -0.51). Menos frecuentes, incluso, que las que perciben los votantes del gobierno en democracias liberales (-0.41, IC95%= -0.476, -0.35). La diferencia en la percepción de malas prácticas electorales entre votantes del gobierno y votantes de la oposición en las autocracias electorales es la de mayor magnitud (0.854) de las observadas en este análisis.

Fuente: predicciones marginales con base en los resultados de los modelos M3 y M4 de la Tabla 3. Las variables de control se mantienen en su nivel promedio.

Gráfica 6 Intención de voto, tipo de régimen y percepción de malas prácticas electorales 

Los resultados son consistentes con la hipótesis de que el tipo de régimen político condiciona las actitudes de los votantes del gobierno y la oposición hacia la integridad y las malas prácticas electorales. Cabe destacar que la percepción de integridad y malas prácticas en las elecciones es congruente con el tipo de régimen, siempre y cuando el régimen sea democrático. En las democracias liberales, tanto los votantes identificados con el ejecutivo como con la oposición perciben mayor integridad y menos malas prácticas que los votantes en democracias electorales. En las democracias liberales, los votantes del gobierno y los opositores perciben el mismo nivel de integridad, aunque los identificados con el ejecutivo son menos severos con las malas prácticas y los opositores son más exigentes. Esto sugiere que el Estado de derecho y la fortaleza de las instituciones tiene un efecto favorable en la legitimidad de las elecciones. En las democracias electorales, los votantes del gobierno perciben más integridad que quienes prefieren a la oposición partidista, pero ambos grupos comparten la opinión de que las malas prácticas todavía son frecuentes en el régimen político. De acuerdo con la opinión de la ciudadanía, ya sea que se identifiquen con el ejecutivo o no, las elecciones en las democracias electorales pueden ser todavía más íntegras y todavía deben reducir considerablemente las prácticas fraudulentas o que distorsionan la calidad de las elecciones.

En los autoritarismos competitivos, la opinión publica acerca de la calidad de las elecciones está significativamente polarizada. Por un lado, los votantes identificados con el gobierno se muestran significativamente más permisivos con las violaciones a la integridad electoral y la implementación de malas prácticas. Consideran que las elecciones se celebran con tanta integridad como en las democracias liberales y perciben que en su país las malas prácticas son incluso menos frecuentes que en las democracias liberales. Por otro, los votantes afines a los partidos de oposición perciben poca integridad electoral y un alto nivel de malas prácticas. Dadas las características del contexto, la versión de los votantes opositores es mucho más verosímil.

De acuerdo con el argumento teórico desarrollado en este estudio, la identificación de los votantes con el gobierno en turno sería el mecanismo que los motiva a mostrarse tolerantes y permisivos con las transgresiones a la democracia y la integridad de las elecciones perpetradas por el ejecutivo. Si este es el caso, como lo muestra la evidencia, ¿por qué se observa esta relación en los autoritarismos electorales y no en las democracias liberales o electorales? Los datos utilizados en esta investigación son insuficientes para responder tal pregunta, pues solo muestran que la correlación entre el tipo de régimen y las actitudes de los distintos tipos de votantes son consistentes con la hipótesis de los votantes permisivos. No obstante, aun reconociendo estas limitaciones, es importante destacar lo siguiente: en los autoritarismos competitivos, en las elecciones se pone en juego la continuidad de ese régimen. Esto eleva considerablemente la apuesta tanto para el gobierno como para los opositores. Recurriendo a múltiples formas de manipulación institucional y electoral, e incluso a la violencia política, el grupo en el poder hará todo lo que esté a su alcance para triunfar en las elecciones e impedir que los opositores leguen a ocupar posiciones estratégicas: la presidencia, la mayoría en el congreso, importantes gobiernos locales.

Bajo estas condiciones, las contiendas electorales no solo estarán desequilibradas y manipuladas, sino que también estarán caracterizadas por la conflictividad y la polarización. El ejecutivo y sus aliados harán lo posible por desacreditar a sus críticos y descarrillar las candidaturas competitivas de la oposición. Por lo tanto, es de esperar que los votantes que se identifican con el gobierno privilegiarán sus afinidades políticas al momento de decidir si las elecciones son libres y limpias. En este estudio, los países clasificados como autoritarismos competitivos son Nicaragua y Venezuela. Precisamente, desde la presidencia, Daniel Ortega y Nicolás Maduro se han caracterizado por atacar por distintos medios a los opositores y manipular las elecciones a su favor. Al momento de la encuesta del EMV-v7, no solo contaban con apoyo popular y electoral. Por lo que se ha observado, muchos votantes estaban dispuestos a tolerar violaciones a las normas de democráticas a condición de que el presidente y su respectivo partido permanecieran en el poder.

Ahora bien, en las democracias electorales y liberales sería de esperar que los votantes mostraran actitudes permisivas cuando se presentan procesos de autocratización gradual promovidos desde el ejecutivo. En la medida en que un gobierno despliega acciones dirigidas a manipular las reglas y los procesos electorales a su favor, es de esperar que también emprenda campañas de desinformación y desacreditación de las instituciones democráticas y los partidos opositores. De acuerdo con Mauk y Grömping (2023), las campañas de desinformación en línea perjudican la creencia en la equidad de las elecciones. En esa misma media, es previsible que la opinión pública se polarice y el razonamiento políticamente motivado se afiance. Por lo tanto, aunque los hallazgos de este estudio están circunscritos a los autoritarismos competitivos incluidos en el análisis, las predicciones pueden extenderse hacia otros regímenes en los que se observen procesos de autocratización promovidos desde el gobierno. La evidencia muestra que algunos votantes sí están dispuestos a tolerar las transgresiones a la integridad electoral. Aunque hace falta más investigación al respecto, es muy probable que esta disposición también se haga presente en democracias liberales y electorales.

Conclusiones

En este artículo analicé la percepción de integridad y malas prácticas electorales en catorce países de América. El principal objetivo fue evaluar la disposición de los votantes que se identifican con el gobierno a tolerar transgresiones a la integridad electoral. Analizar los factores asociados a la tolerancia de la ciudadanía a las transgresiones de las normas e instituciones de la democracia ha ganado importancia como agenda de investigación. Ante la erosión de la democracia impulsada desde el poder ejecutivo, es necesario conocer las condiciones que motivan a la ciudadanía a respaldar u oponerse a la autocratización.

Los resultados constatan que, en general, identificarse con el partido en el poder favorece la creencia de que las elecciones se realizan con mayor integridad y menos prácticas fraudulentas. El significado de esta relación, sin embargo, está asociada al tipo de régimen político. En las democracias liberales se observó, en promedio, el más alto nivel de percepción de integridad electoral y el más bajo nivel de percepción de malas prácticas. En la segunda posición se ubicaron las democracias electorales. En ambos casos, la diferencia entre votantes del gobierno y votantes de la oposición tiende a ser mínima o incluso pueden no existir diferencias estadísticamente significativas. En gran medida, tanto los votantes identificados con el ejecutivo como los votantes opositores coinciden en su juicio acerca de la integridad de las elecciones. Así, aun cuando en las democracias electorales se perciben considerablemente una mayor frecuencia de malas prácticas en las elecciones, esta percepción es compartida por los votantes del gobierno y los opositores.

En contraste, en los autoritarismos competitivos, los votantes identificados con el partido en el gobierno se comportan como votantes permisivos: perciben que las elecciones son íntegras y están libres de malas prácticas. Es decir, en países en los que la competencia electoral está distorsionada para favorecer la permanencia en el poder del presidente y su partido, los votantes que se identifican con el gobierno perciben que la integridad electoral es tan frecuente como las democracias liberales y que las malas prácticas son incluso menos frecuentes que en ese tipo de democracia. Los votantes afines a la oposición, en cambio, tienen el punto de vista opuesto, pues perciben muy poca integridad electoral y un alto nivel de malas prácticas.

Estos resultados son coherentes con el argumento formulado en este estudio: los votantes adoptan actitudes permisivas hacia las transgresiones que vulneran la democracia cuando se identifican con el gobierno que perpetra estas violaciones. Los resultados muestran que la identificación con el gobierno favorece la tolerancia hacia las malas prácticas electorales y la violación de la integridad electoral, precisamente en esos países que son autoritarismos competitivos, o regímenes en los que los gobiernos recurren a la manipulación de las elecciones y las prácticas fraudulentas para mantenerse en el poder. Los datos utilizados no permiten evaluar cuáles son los determinantes específicos de las actitudes permisivas en los autoritarismos competitivos. Sin embargo, es importante explicar por qué este tipo de actitudes hacia la integridad electoral no se observaron, en igual medida, en las democracias liberales o electorales. El argumento formulado aquí es que la polarización promovida desde el ejecutivo, en un contexto de manipulación institucional y libertades democráticas débiles o restringidas, afianza la lealtad y el razonamiento políticamente motivado de los votantes afines al gobierno. Futuras investigaciones son necesarias para evaluar este argumento u otras posibles explicaciones.

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1El autor agradece a los revisores anónimos por sus observaciones. Una versión previa de ese artículo se presentó en el seminario “Integridad y Justicia Electoral” de la “Cátedra Giovanni Sartori” en el ITESO. Por sus aportaciones al desarrollo de este estudio, los agradecimientos se hacen extensivos a Azul Aguiar, Daniel Tacher e Irma Méndez de Hoyos. El autor agradece también a Miguel Armando López Levya por las facilidades otorgadas en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM para llevar a cabo este trabajo.

Recibido: 27 de Noviembre de 2023; Aprobado: 15 de Diciembre de 2023

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