Introducción
Durante la contienda electoral de un proceso específico, los partidos políticos compiten por el poder de gobierno, a través de la acumulación de votos de los electores contabilizados por las reglas del sistema electoral, a fin de obtener una posición en el sistema de partidos. En los últimos procesos electorales en México, esta ruta culmina por la vía judicial a partir de las sentencias que emiten como última instancia los tribunales electorales, lo que algunos autores ubican como gobernanza electoral.3
Si bien el mecanismo de evolución de los partidos políticos es variado,4 su dinámica de interacción se clasifica principalmente por criterios numéricos de competitividad,5 en los que las reglas procesales dan forma a la democracia, que permite el cambio de gobernantes sin violencia.6
Sartori pregunta: ¿cómo unas estructuras socioeconómicas similares no se traducen en sistemas de partidos similares? Encuentra la respuesta en la mecánica del sistema.7
En sentido opuesto, Lipset relaciona el grado de desarrollo económico que conecta a los sistemas políticos con la sociedad, e identifica índices de riqueza, industrialización, urbanización y educación.8 La conexión de sistema de partidos, alineamiento electoral y clivajes reorientó los estudios sobre las elecciones.9
En esta investigación, se analizan los resultados electorales para la contienda a la Jefatura Delegacional en Miguel Hidalgo, Ciudad de México, durante el periodo 2003-2015. Los datos fueron solicitados al IEDF,10 mediante la Unidad de Transparencia, durante los meses de octubre y noviembre de 2016.
Se anotan las principales teorías que han dirigido los estudios electorales, con objeto de destacar el aporte de esta investigación. Para tales fines, se propone el uso de sistemas de información geográfica como herramienta metodológica, a partir del análisis del grado de marginación, la densidad poblacional y los estilos de consumo. Se identifican coincidencias con los resultados electorales a la Jefatura Delegacional en Miguel Hidalgo durante el periodo 2003-2015 con asociaciones socio-espaciales desde el uso de los sistemas de información geográfica (SIG). La importancia del uso de esta metodología se debe a dificultades por la desigual en la base de datos generada por las instancias oficiales. El uso geográfico de la información ayuda a resolver problemas complejos desde la visualización de datos referenciados, lo que responde, principalmente, a la diferente forma en que son presentados los datos: secciones electorales, colonias, Área de Geoestadística Básica (AGEB),11 por parte de los distintos institutos (INE, INEGI, CONAPO).12
Los objetivos específicos se centran en 1) discutir desde una agenda metodológica y desde una teoría alternativa el análisis de los resultado electorales; 2) utilizar los sistemas de información geográfica como herramienta metodológica para analizar los resultados y cotejarlos con otros datos para ubicar un habitus ciudadano, y 3) presentar una propuesta de análisis surgida de la coincidencia geográfica en la georreferenciación de los datos.
La investigación tiene una trayectoria de 2011 a 2016 en Miguel Hidalgo, específicamente durante los procesos electorales 2011-2012, 2014-2015 y 2016.13 Este documento pretende mostrar, a partir de la georreferencia a grados de marginación y densidad poblacional, coincidencias con tendencias de voto.
Los sistemas de procesamiento de información geográfica funcionan como herramienta útil para la gestión de información en diversas disciplinas “al ser capaces de facilitar y agilizar todos los procesos implicados”; mediante análisis locales, de reclasificación y de superposición de mapas (capas),14 donde los datos no necesariamente se encuentren obligados a estar inscritos en una misma escala territorial. Es decir, puede existir una referenciación espacial de la información desde diferentes capas de registro.
En dicho sentido, la referenciación espacial posee “una expresión espacial que puede ser georreferenciada […] con respecto al origen de un sistema de coordenadas determinado.15 Para el interés de este artículo, los sistemas de información geográfica “nos permiten almacenar, en un mismo ambiente, en forma de capas, la información ordenada para poder analizarla y obtener de ella nueva información”,16 proponiendo un soporte visual que va más allá de la presentación de tablas.
Recurrir a los sistemas de información para este texto y este tipo de análisis admite una novedad, pues, salvo contadas excepciones los sig son utilizados como una simple herramienta de georreferencia y no precisamente de análisis, por lo menos en las cuestiones electorales. En el análisis que aquí se presenta, fue posible hacer coincidir 311 secciones electorales,17 118 AGEB, 79 colonias, un pueblo y cuatro unidades habitacionales, que son demarcaciones geográficas con datos electorales, de marginación y de densidad poblacional, respectivamente.18
El trabajo se organiza de la siguiente manera: se destaca la literatura representativa sobre estudios electorales y se dimensiona en tres conceptos centrales el estudio: 1) los partidos políticos, 2) los clivajes, 3) el habitus y la apropiación del espacio conectado con estilos de consumo. A la discusión teórica, se suman los resultados electorales de Miguel Hidalgo en la Ciudad de México.
Si bien Miguel Hidalgo representa 3.17% del total de la Ciudad de México, ubicada al norte-poniente con 100% de suelo urbano,19 ha sido seleccionada para este estudio debido a la trayectoria de investigación electoral desde 2011. Sus características de conformación ciudadana se encuentran representadas por cuatro tipos de diferenciación: tipo de trabajo y nivel de ingreso, tipo de habitación, tipos de controles ante el problema de inseguridad, y tipo de comportamiento religioso. Todo esto permitió encontrar expresiones de habitus ciudadanos. En Miguel Hidalgo se presentan los cuatro niveles de marginación: alto, medio, bajo y muy bajo,20 expresados en diseños urbanos que muestran el capital económico (desde casas de cartón hasta grandes residencias). Existen lugares con elevados controles de seguridad en exclusivas zonas residenciales y mansiones de acceso restringido; en contraste, hay también espacios menos seguros, donde ocurren actos de vandalismo e inseguridad, como la llamada ciudad perdida de Tacubaya. Ver Mapa 1.
La diferenciación urbana es relativamente evidente en la delegación Miguel Hidalgo y coindice con tendencias electorales. El objetivo de este texto es presentar dicha conexión, inspirado en el concepto sociológico de habitus acuñado por Pierre Bourdieu.
Los estudios electorales
Una corriente teórica de los estudios electorales ubicó en los clivajes, los requisitos sociales para el desarrollo de la democracia.21 Las evidencias empíricas muestran sistemas democráticos caracterizados por organizar la elección de gobernantes, que garantiza el cambio de gobierno por la vía pacífica. Por tal motivo, las investigaciones sobre estudios electorales han buscado explicar el proceso de elección de los gobernantes en sistemas democráticos.
Para algunos autores, todo sistema electoral influye sobre los resultados de las elecciones y sobre el sistema de partidos, y estos efectos pueden medirse sobre la estabilidad gubernamental, la conformación de mayorías parlamentarias, las relaciones interpartidistas para coaliciones de gobierno, la existencia de minorías representadas en el parlamento, las dinámicas internas del funcionamiento y, finalmente, también en el formato y funcionamiento del sistema de partidos.22 Otros, por el contrario, han sugerido que son las características de los sistemas de partidos, sus candidatos, la estructura y el funcionamiento de estas instituciones políticas, la naturaleza de los intereses representados y su distribución e influencia para resolver los problemas sociales los que realmente influyen en el régimen democrático.23 Incluso se ha sumado el papel de los medios de comunicación como parte del conocimiento electoral desde ángulos diferentes.24
Los estudios orientaron la atención en los sistemas electorales como generadores de efectos en el sistema de partidos desde su fragmentación, competitividad, polarización y volatilidad.25 También identificaron a los sistemas electorales como aquellos que influyen sobre los resultados de las elecciones, y sobre el sistema de partidos con efectos en la estabilidad gubernamental, la conformación de mayorías parlamentarias y las relaciones interpartidistas.26
Desde otro abordaje, se ha estudiado al sistema de partidos en sus dimensiones temporal y espacial, a fin de encontrar explicaciones con los resultados electorales. El índice de volatilidad ejemplifica la dimensión temporal, que permite medir los cambios electorales entre dos votaciones consecutivas, y su variación en el tiempo con relación al apoyo electoral y a las transferencias individuales del voto.27
Dos tradiciones históricas han abordado desde la teoría el estudio de los sistemas de votación. Una tiene sus orígenes en la economía matemática y en la filosofía; se destaca la teoría de la elección racional, la teoría de la elección pública y la teoría espacial, en que se utilizan herramientas de la lógica simbólica formal, de la economía matemática del bienestar social, de la microeconomía y de la teoría de juegos.28 La otra tradición histórica centra su atención en el número y en la estructura de los partidos políticos, en las características de los sistemas electorales de votación, en el grado de desproporcionalidad de los votos y escaños legislativos y en los efectos del sistema electoral en el sistema de partidos. En el primer grupo, se encuentran Anthony Downs, Kenneth Arrow y Joseph Colomer; en el segundo, Maurice Duverger, Douglas Rae, Giovanni Sartori, Arend Lijphart, Rein Taagepera y Matthew Shugart.
Para los seguidores del método de elección racional, las explicaciones sobre grupos deben ser entendidas a partir de las acciones que se toman de manera individual. De esta manera los actores escogen, prefieren, creen, aprenden y sus acciones son producto de la intención. Una de las aportaciones más interesantes de este enfoque consiste en haber demostrado cómo ciertos procesos colectivos producto de las acciones intencionales de los individuos pueden llevar a resultados no deseados, por no decir francamente irracionales [...] los individuos calculan sus acciones en función de dos parámetros: 1) en función de las acciones que realizan otros individuos, especialmente si estas últimas afectan el objetivo buscado [...] 2) en función de las restricciones materiales e institucionales que le son impuestos por el entorno.29
Una crítica al enfoque de elección racional consiste en reducir el proceso electoral al acto de la decisión razonada individual; allí, cada votante hace un balance a partir de la relación costo-beneficio. Desde la teoría económica,30 y de diferenciación,31 se ha investigado el sentido del voto en estudios actuales.
Tagina separa los estudios sobre comportamiento electoral, como 1) voto económico inspirados en la elección racional de Anthony Downs, de donde se desprende la tipología de Susan Stokes sobre voto económico; 2) voto de clase propuesto por Lipset y Rokkan con los clivajes sociales que evolucionan a la emergencia de la hibridación de las desigualdades sociales que propone Pakulski; 3) voto influido por campañas electorales que se inicia con el análisis sobre la era de la información que teoriza Castells.32
Sobre comportamiento político, otros trabajos añaden aspectos psicológicos y muestran el papel de la cognición motivada que suma elementos de personalidad y necesidades vinculadas al conservadurismo.33 La problematización separa dos abordajes: la falta de diferenciación entre los aspectos psicológicos de los ideológicos, y el análisis de las diferencias individuales, que omiten aspectos situacionales y disposiciones.34 La tendencia al conservadurismo político se encuentra influida por una multiplicidad de motivadores social-cognitivos.35 Los motivadores social-cognitivos se distinguen en motivadores epistémicos, motivadores existenciales, y motivadores ideológicos.36 Los motivadores social-cognitivos (preocupaciones) se relacionan con estímulos medioambientales, y con la posición política conservadora, en que se conjuntan variables significativas como miedo y agresión, dogmatismo e intolerancia a la ambigüedad, evitación a la incertidumbre, necesidad personal de estructura, cierre cognitivo y racionalización de intereses, gestión basada en grupos y dominación al sistema.37
La decisión del votante involucra motivaciones social-cognitivas que descansan en emociones, discursos y acciones ante la posibilidad de votar en la modalidad de participación política (como posicionamiento ideológico, contextual y de elección con los recursos informativos disponibles), y en modalidad de participación ciudadana con énfasis en lo electoral (desde el análisis jurídico procedimental específico).
Un estudio reciente sobre preferencias electorales revisa la relación habitus con la opinión política y el sentido del sufragio de los votantes franceses.38 Inspirados en Pierre Bourdieu, analizan la correspondencia entre el espacio de la posición social y la opinión política, en la que un fuerte capital económico no necesariamente conlleva un fuerte capital cultural, y se destaca la ausencia de un determinismo social a partir del análisis de los procesos electorales presidenciales.39
Los partidos políticos
¿Cómo se pasó del sistema de 1850 al de 1950? La pregunta no nace sólo de la simple curiosidad histórica: del mismo modo que los hombres conservan durante toda su vida la huella de su infancia, los partidos sufren profundamente la influencia de sus orígenes.40
Tres teorías explican su surgimiento: la institucional, con Duverger y Sartori; la que lo explica por la crisis, teoría impulsada por Lipset y Rokkan, y la basada en la modernización, teoría fomentada por LaPalombara y Weiner.41 Para Ostrogoski, “el gobierno de los partidos se convirtió en una institución regular”.42
Existe una vasta literatura que analiza a los partidos políticos desde diversos abordajes por su origen, características, funciones e importancia. No obstante, la definición se valida a partir del tiempo y del lugar.43 Incluso los partidos políticos se clasifican en tipologías por número, ideología, estructura y función.44
¿En qué tipo de espacio compiten los partidos? Desde luego, no compiten en el espacio geográfico o físico de Hotelling y Smithies. Y tampoco es respuesta suficiente decir que los partidos compiten en un espacio simbólico o figurativo. Además, la transición de una configuración espacial de la política a un tipo ideológico de espacio es algo que, con excesiva frecuencia, se supone con demasiada facilidad.45
Permítaseme sencillamente recordar que dos partidos no son lo mismo que un sistema bipartidista.46
Lipset y Rokkan ubican en el génesis de los contrastes y el conflicto, el origen de posturas político-partidistas diferenciadas por clivajes.47 “El congelamiento de los clivajes sociales” fue cuestionado cuando las evidencias en los países donde surge esta teoría mostraron el debilitamiento del voto de clase; no obstante, “los efectos de diferenciación social serían amplificados por la centralidad del consumo” y su ampliación en el tiempo invertido, en paralelo con la reducción del tiempo laboral, que acompañó la emergencia de la compleja red híbrida “de las desigualdades sociales”.48
Los clivajes
¿Cuál conflicto es primero y cuál después?, se preguntan Lipset y Rokkan, quienes ubican condiciones para el desarrollo de un sistema estable de escisiones (clivajes) que impulsan posturas de oposición en la vida política.49 Inspirados en la teoría de la acción de Talcott Parsons, proponen un modelo de escisiones (clivajes) basado en contrastes, y ubican dimensiones concretas de tensión: la primera, territorial-cultural, como escisión nacional estructural en contraposición con la dimensión funcional.50 Ubican tensiones típicas entre cultura y religión, y contrastes producto de la migración e industrialización entre los trabajadores rurales más tradicionales de los urbanos con perfil burgués.51 Elementos como lenguaje, religión y moralidad identificaron a los territorios de oposición al sistema.52
La revolución industrial incrementó resistencias étnicas, lingüísticas o religiosas, marcando escisiones entre las provincias de las periferias en acompañamiento con históricos privilegios de la iglesia que detonaron posiciones contrarias entre dueños y trabajadores.53 De esta forma, surgen los intereses de la iglesia en contraposición con los del Estado, lo que ubicó sus posiciones en torno a temas como el matrimonio y el control de la educación.54
La élite nacional y sus particulares estándares culturales impulsaron una ola de emancipación y movilización desde redes de organización que soportaron sus causas, en que los variados movimientos nacionalistas reflejaron las reacciones de los estratos de clase.55
El trabajo compara conflictos, escisiones y oposición, y muestra condiciones que integran y separan posiciones políticas; también evidencia dicotomías con impacto en el modelo de partidos.56 Las escisiones que impulsaron y debilitaron cíclicamente partidos en Inglaterra y Francia fueron a) centro-periferia, b) Estado-Iglesia, c) rural-urbano industrial, d) propietarios-trabajadores.57 Hallando en la sociología política la explicación a estructuras de división y alineamiento electoral, “¿con qué rapidez los partidos fueron capaces de obtener apoyo entre las nuevas masas de ciudadanos con derecho a voto y cuáles eran las características básicas de los grupos de votantes movilizados por cada partido?, ¿con qué rapidez los cambios en las condiciones económicas, sociales y culturales, producidos por el estancamiento o crecimiento económico, se tradujeron en cambios en las fuerzas y en estrategias de los partidos?”, se preguntaron Lipset y Rokkan.58
Cuestionando los cambios sobre el comportamiento de las clases sociales, Pakulski recupera a Weber y a Durkheim; retoma enfoques marxistas y revisa el trabajo de Lipset y Rokkan. Incluso retoma la distinción de Bourdieu para proponer la tipología de conceptos alternativos que articulen los análisis desde otras rutas.59 El consumo clarifica las nuevas tensiones en el comportamiento. Allí la inequidad se complejiza y evidencia sistemas sociales híbridos desde la siguiente tipología: sistema híbrido, inequidad dominante, estratificación dominante, híbrida estratificación y compleja inequidad.60 La compleja combinación permite la coexistencia de formas híbridas de inequidades de clase, estatus y posiciones sociales, en que los segmentos de mercado, desde el consumo y las ocupaciones de género, ejemplifican estas complejas condiciones combinadas de identidades sociales.61 Pakulski se refiere a tres escenarios que influyeron en la formación histórica y en la descomposición de la sociedad de clases: las sociedades industriales en sus inicios, las sociedades industriales organizadas en modelos capitalistas, y la posmodernidad, con las sociedades postindustriales que transitaron a formas de estratificación híbrida e inequidades complejas.62 De esta forma, los efectos de la diferenciación social son amplificados por los rasgos en el consumo y los tiempos dedicados a consumir. Se volvió cada vez más simbólico el ordenamiento social.63
Habitus, apropiación del espacio y estilos de consumo
Encontrar un equilibrio entre el análisis de los resultados electorales y el análisis espacial al reconocer una realidad cada vez más compleja requiere hallar nuevos clivajes: clivajes que se vinculan con preferencias de votación. Esta particularidad sugiere una comprensión espacial, que sólo a veces es reconocida por aquellos análisis de conceptos generales. Retomando a Walker,64 lo que se pretende en dichos análisis es identificar cómo las condiciones espaciales determinan y son determinadas por las relaciones sociales, la interacción de las personas con el entorno y consigo mismas, y por las relaciones de poder.
Por tal motivo, la aplicación de enfoques interdisciplinarios para tratar temas electorales ha cobrado resonancia. El espacio no es sólo un contenedor de las actividades económicas o humanas,65 sino, por el contrario, el espacio es identificado como “político y saturado de una red compleja de relaciones de poder/saber que se expresan en paisajes materiales y discursivos de dominación y resistencia”.66 Allí, además, “se constituye el mundo social representativo, esto es, el espacio de los estilos de vida, siendo el consumo el indicador principal del mismo”.67
No se entiende el espacio como “un objeto científico separado de la ideología o de la política”, sino, por el contrario, como político e ideológico, como “un producto literariamente lleno de ideologías”.68 Es decir, el espacio “no constituye tan sólo un soporte, un marco sobre el que se desarrollan las acciones humanas, sino que produce a su vez significados y reproduce mecanismos sociales y económicos”,69 a partir de la forma como pensamos, lo representamos, lo vivimos y lo creamos, lo que propicia la aparición de espacios sociales diferenciados.70 En otras palabras, “como una representación concreta -y completa- que nos proporciona el punto de vista, a partir del cual los agentes ordinarios dirigen sus miradas hacia el mundo social; es el punto material que permite el enfoque que enmarca la creación simbólica de lo social”.71
El espacio es más que un escenario pasivo. El espacio actúa en y sobre las relaciones sociales de manera dialéctica, donde, al mismo tiempo las relaciones sociales intervienen directamente en la producción y reproducción del espacio.72 Es un espacio contenedor de la complejidad de habitus.
El habitus es ese principio generador y unificador que retraduce las características intrínsecas y relacionales de una posesión en un estilo de vida unitario, es decir, un conjunto unitario de elección de personas, de bienes y de prácticas.73
El habitus incluye mecanismos de comprensión de los agentes que forman parte de éste, que lo comparten como algo vivido, cotidiano, y con un origen histórico. Son prácticas que incluyen percepciones, pensamientos, acciones y apreciaciones conjuntas del grupo. Se refleja en un estilo de prácticas que son resultado del capital económico y cultural de los grupos sociales. Los estímulos actúan al encontrar agentes condicionados a reconocerlos.74 El habitus como sistemas de estructuras cognitivas y motivadoras se distingue por los modos de empleo y por los procedimientos, como parte de esquemas de percepción y de apreciación que definen la posición del sujeto frente al objeto ante el cual se actúa.75 Es la proximidad o la separación de estas prácticas las que dan como resultado “la distinción”.76
Estructuras estructuradas, principios generadores de prácticas distintas y distintivas -lo que el obrero come y sobre todo su manera de comerlo, el deporte que practica y su manera de practicarlo, sus opiniones políticas y su manera de expresarlas difieren sistemáticamente del consumo o de las actividades correspondientes del industrial-, estructuras estructuradas, los habitus son también estructuras estructuradas, esquemas clasificatorios, principios de clasificación, principios de visión y de división, de gustos, diferentes. Producen diferencias diferentes, operan distinciones entre lo que es bueno y lo que es malo, entre lo que está bien y lo que es vulgar, etc. Así, por ejemplo, el mismo comportamiento o el mismo bien puede parecer distinguido a uno, pretencioso a otro, vulgar a un tercero.77
Frente a situaciones similares, se presentan opiniones y acciones diferentes, marcadas por las distintas construcciones de la realidad, donde las diferencias de gusto son también diferencias sociales, posiciones sociales relacionadas con las disposiciones (habitus) y las elecciones de los agentes sociales.78 La distinción es la “propiedad relacional que no existe sino en y por la relación con otras propiedades”.79
La distinción permite diferenciar las unidades de estilo que unen o separan a los agentes sociales, las prácticas y el conjunto de rasgos distintivos que generan diferencias simbólicas que conforman un tipo de lenguaje.80 Las condiciones de existencia se asocian a posiciones estructuradas y estructurantes de prácticas.81
En el habitus, el capital simbólico representa esa red de aliados y de relaciones que sostienen un conjunto de compromisos y deudas de honor, las cuales se interrelacionan con el capital económico, y pueden representar beneficios generacionales acumulados para los agentes. El nombre, la cara y el honor son una forma de crédito para generar confianza en los agentes, la acreditación que mueve la creencia del grupo para conceder “garantías materiales y simbólicas”, lo que genera mecanismos en que un capital va a otro capital.82
El capital cultural es el patrimonio, son las formas de comportarse, y se transmite en los modos de vida en el seno de las familias, en que se comparten los recursos que tienen valor conjunto y, por tanto, se comparten también las formas de entendimiento de este sistema de valores.83 La variable educativa ubicada en el capital cultural es tan poderosa como la riqueza del capital económico.84
Así como la riqueza económica no puede funcionar como capital sino en relación con un campo económico, tampoco la competencia cultural, en ninguna de sus formas se constituye como capital cultural sino en las relaciones objetivas que se establecen entre el sistema de producción económica y el sistema de producción de los productores (constituido él mismo por la relación entre el sistema escolar y la familia).85
Capital económico y capital cultural son elementos centrales de habitus, que marcan la distinción evidenciada por los diversos estilos de vida. Para Bourdieu, la distinción es la clase que se expresa en “las luchas por la apropiación exclusiva de los signos distintivos”.86 De esta forma, el habitus como generador y unificador de características intrínsecas y relacionales de posesión de un estilo de vida, que determina bienes y prácticas87 paralelamente, define la apropiación de los espacios con influencia en las tendencias electorales, a su vez influidas (no determinadas) por las particularidades del espacio, desde motivaciones y prácticas direccionadas en momentos electivos:
[…] el espacio en los alrededores de la vivienda que corresponde generalmente a un tipo específico de hábitat, como el barrio, la colonia, la unidad habitacional, el conjunto residencial, el pueblo conurbado[…] En algunos casos, la experiencia del espacio local puede caracterizarse por permitir o favorecer una multiplicidad de relaciones sociales, que pueden constituir un tejido relativamente denso y así favorecer el sentido de pertenencia y arraigo local. El segundo, el espacio metropolitano, igual que el anterior, puede ser el escenario de múltiples relaciones, cuya geografía responde a la lógica y a las estrategias de movilidad de los sujetos y a sus relaciones con la metrópoli. En este espacio, los sujetos dibujan sus relaciones en kilómetros.88
Habitar significa “ser localizable”; hay un habitar instrumental y un habitar simbólico.89 El habitar es una relación sujeto individual-sujeto colectivo, lugar, relaciones y presencia.90
[…] definimos al habitar como el conjunto de prácticas y representaciones que permiten al sujeto colocarse dentro de un orden espacio-temporal, y al mismo tiempo establecerlo. Es el proceso mediante el cual el sujeto se sitúa en el centro de unas coordenadas espacio-temporales, mediante su percepción y su relación con el entorno que lo rodea. Habitar la metrópoli alude por lo tanto al conjunto de prácticas y representaciones que hacen posible y articulan la presencia -más o menos estable, efímera, o móvil- de los sujetos en el espacio urbano y de allí su relación con otros sujetos.91
La diferencia ente habitar y residir se basa en la inserción “socio-espacial” de relaciones, que da significado a la presencia social, en que habitar relaciona “significados compartidos”, en tanto que el lugar de residencia sólo refiere acciones concretas de descanso, alimentación y guarda de objetos. Por tanto, el espacio de residencia no necesariamente involucra una presencia social de “vínculo con los demás”; se puede residir sin habitar y a la inversa.92 La proximidad del habitus influye en la integración social. Sin embargo, no existe un carácter ni mecánico “ni lineal de los efectos del lugar”; se mira al “espacio para entender las relaciones”, en tanto que se observan “las relaciones sociales para leer el espacio”.93
Distintos individuos pueden compartir ciertos “juicios de gustos” de acuerdo a sus particulares clases de habitus (Bourdieu, 1984), pero una clase social en sí misma no tiene habitus.94
Duhau y Giglia estudian los “contextos socio-espaciales de las metrópolis”, e identifican diferentes formas de organización y de prácticas de apropiación del espacio urbano, que permiten establecer relaciones “con el resto del territorio”, donde no sólo intervienen “diferencias culturales, sociales o éticas entre los sujetos”, sino también su “ubicación socio-espacial”. Por tanto, los sujetos como residentes, se encuentran en el espacio urbano resultado de “su posición social y cultural en la metrópoli”.95
La estructura del espacio social se manifiesta en los contextos más diferentes, en la forma de oposiciones espaciales, en las que el espacio habitado (apropiado) funciona como una suerte de simbolización espontánea del espacio social. En una sociedad jerárquica no hay espacio que no esté jerarquizado y que no exprese las jerarquías y las distancias sociales, de un modo (más o menos) deformado y sobre todo enmascarado por el efecto de naturalización que entraña la inscripción duradera de las realidades sociales en el mundo natural […]96
Los “contextos urbanos” con los “universos de significado” son favorables a ciertas prácticas, y destacan las relaciones con la vivienda, el entorno y la metrópoli, que recalcan posiciones socialmente diferenciadas.97 El habitus organiza prácticas sociales “correlacionadas con las posiciones dentro del campo social”.98
Hay diferencias sutiles que muestran sub-espacios, y reflejan disposiciones y percepciones diferentes. El espacio social refiere las diversas “posiciones que socialmente se ocupan de acuerdo con volumen de capital poseído”, y muestra la cercanía y la distancia de los bienes apropiados, y de las prácticas comunes de diferenciación,99 consumo simbólico implicado en procesos de ordenamiento social.100
Este trabajo propone otras explicaciones de clivajes que no necesariamente surgen del conflicto, lo que denominamos el habitus ciudadano desde la sociología de Bourdieu a través del voto en una jornada electoral.
Miguel Hidalgo: partidos políticos y clivajes
El Partido Acción Nacional (PAN) logró colocar delegados en Miguel Hidalgo desde la primera jornada para elegir autoridades locales, exceptuando la votación de 2012, cuando ganó el candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Ver Tabla 1. En el ámbito nacional, los dos partidos que han ganado la elección presidencial son el PRI y el PAN. Actualmente (2018), los partidos PRD y PAN han unido posturas políticas, capital económico, social y electoral para contender por la Presidencia de la República; asimismo, como un desprendimiento del PRD, se conformó el partido político de cobertura federal, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). En el nuevo escenario político, militantes tradicionales del PAN han migrado a opciones partidistas con posiciones menos conservadoras.
Partido político | Delegado/Delegada | Periodo |
PAN | Arne Aus den Ruthen Haag | 2000-2003 |
PAN | Fernando Aboitiz | 2003-2006 |
PAN | Gabriela Cuevas Barrón1 | 2006-2009 |
PAN | Demetrio Sodi de la Tijera2 | 2009-2012 |
PRD | Víctor Hugo Romo Guerra | 2012-2015 |
PAN | Xóchitl Gálvez Ruiz | 2015-2018 |
Fuente: elaboración propia con datos de la delegación Miguel Hidalgo.
Con la reforma electoral de 2014, se mandató al Instituto Nacional Electoral (INE) para organizar, por solicitud de los partidos políticos, las elecciones de sus dirigentes. El 7 de septiembre de 2014, en todos los distritos electorales del INE, se “celebró la jornada electiva para la elección nacional de integrantes del consejo nacional, consejos estatales y municipales y Congreso Nacional del Partido de la Revolución Democrática”.101 La Delegación Miguel Hidalgo comprende el distrito 10 del INE Ciudad de México. Por acuerdo conjunto con la dirigencia de este partido político, las mesas receptoras de votación se ubicaron en espacios con cercanía perredista. Ver Mapa 2.
Fuente: elaboración propia a partir del encarte 2014 en Miguel Hidalgo para ubicar mesas receptoras de votación.
Se colocaron de siete a ocho mesas receptoras de voto en las Colonias Anáhuac, Popotla, Pencil, Torre Blanca, Nuevo México e Ignacio Manuel Altamirano al Norte; y al Sureste en la Colonia Tacubaya. Otras colonias con mesas receptoras de votación fueron, al noreste, Argentina, Nueva Argentina, Tlaxpana, y al sureste, América, Daniel Garza y Ampliación Daniel Garza.
Sobre el origen e identificación ideológica de los partidos políticos en México, existe literatura que recupera la historia del PAN, del PRI y del PRD. El PAN fue fundado en 1939, con identificación ideológica social cristiana e ideales al bien común.102 El PRD se fundó en 1989, con identificación ideológica de lucha por la igualdad y la justicia social, en proclama a la unidad democrática por los resultados de las elecciones presidenciales de 1988.103 Y el pri, fundado en 1946, identificado con la socialdemocracia, el nacionalismo revolucionario y el populismo.104
La complejidad social existente en Miguel Hidalgo combina la aceptación de ideologías partidistas principalmente del PAN y PRD. La compleja inequidad y la híbrida estratificación se refleja en dos tipos de clivajes que evidencian un cambio en las preferencias electorales entre una elección y otra: la densidad poblacional y los índices de marginación. Ver Cuadro 2 y Mapa 3. La compleja combinación de posiciones muestra cambios en el espacio urbano, que coincide con las preferencias electorales.
Muy baja marginación | Baja marginación | Media marginación | Alta marginación | |
Baja densidad poblacional | PAN | PAN | PRD | PRD |
Alta densidad poblacional | PAN | PAN - PRD | PRD | PRD |
Fuente: elaboración propia.
Colonias con alta densidad poblacional en el norte son Tacuba, Torre Blanca, Nueva Argentina, Argentina, Pencil, Nextitla, Anáhuac, Santo Tomás, Agricultura, Plutarco Elías Calles. Y en el sureste: Observatorio, Tacubaya, parte de Escandón, América, Daniel Garza, parte de Ampliación Daniel Garza. Ver Mapa 3.
San Lorenzo Tlaltenango está clasificado con alta marginación, mientras que Tacuba, Torre Blanca, Pencil, Argentina, parte de Anáhuac en el Norte tienen una clasificación media. Por otra parte, Tacubaya, Daniel Garza y 16 de Septiembre en el sureste tienen una clasificación de alta marginación. En cambio, Escandón y San Miguel Chapultepec son de baja marginación.
Los lugares con muy baja marginación y menor densidad poblacional presentaron una tendencia de voto al Partido Acción Nacional. En contraparte, los lugares con baja marginación y mayor densidad poblacional han votado indistintamente por el PAN o el PRD entre una elección y otra. Estas colonias colindan con la Condesa, perteneciente a la delegación Cuauhtémoc, y con la colonia San Pedro de los Pinos, de la delegación Benito Juárez. Los lugares con alta y media marginación presentan una tendencia de voto a candidaturas abanderadas por el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Ver Mapa 4.
El grado de marginación ha sido un clivaje que diferencia el sentido del voto. La baja marginación presenta una tendencia panista, mientras que la media y alta marginación, una tendencia perredista. Por otra parte, la densidad poblacional es un clivaje vinculado con el grado de marginación; dispara una tendencia al cambio en el sentido de la votación entre una elección y otra. Ver Mapa 5.
Al igual que en 2003, en las elecciones de 2006 se presentaron resultados favorables al PRD en la contienda delegacional, en un contexto político donde el PRD tuvo un posición destacada en la candidatura a la Presidencia de la República.105
La densidad poblacional como clivaje al sentido del voto en las colonias Escandón y San Miguel Chapultepec, con muy baja marginación -y mayor densidad poblacional- presentaron una votación favorable al PAN en 2003, y al PRD en 2006. En cambio, la presencia del PRI en 2003 fue mínima, y en 2006 apareció triunfando en varias secciones electorales de la Colonia Polanco.
El PRD obtuvo votación en secciones electorales ubicadas en territorios de alta, media y baja marginación con cambios en el clivaje de la densidad poblacional en 2006. No obstante, la tendencia del voto no es una regla, pues aunque el PRD obtuvo votos de manera constante en las colonias San Lorenzo Tlaltenango, Ignacio Manuel Altamirano, Huichapan, Argentina Antigua, Argentina Poniente, Torre Blanca, Popotla, Tacuba, Anáhuac, Agricultura, Plutarco Elías Calles, Santo Tomás, Un Hogar para Nosotros, Nextitla, Tlaxpana, hay una sección en el área del Instituto Politécnico Nacional que se inclina a votar por el PAN, a pesar de rodearse de tendencia perredista.
En la delegación Miguel Hidalgo, los resultados electorales de 2003, 2006, 2009 y 2015 favorecieron a Acción Nacional; sin embargo, el PRD ganó la jornada concurrente del 2012 en una coyuntura marcada por el posicionamiento de los partidos en el ámbito nacional, por la construcción de candidaturas y por la evaluación de los diferentes estilos de gobierno delegacional abanderados por el PAN.
Incluso en 2012 la constante de los lugares con menor densidad poblacional se mantuvo con una tendencia de votación hacia el PAN, en tanto que los lugares con mayor densidad poblacional se inclinaron a opciones del PRD, o en algunos casos tendieron a cambiar las preferencias entre una elección y otra. Ver Mapa 6.
Nuestra tesis sostiene que el habitus ciudadano influye en la decisión política, y los clivajes densidad poblacional y grados de marginación detonan los cambios en las preferencias electorales. El habitus ciudadano atravesado por los capitales cultural y económico, y la cercanía a candidaturas y/o partidos políticos desde motivadores social-cognitivos, emociones y racionalidad, se combinan en una coyuntura electiva, pero este trabajo se centra en ubicar los clivajes densidad poblacional y marginación como detonadores del cambio en las preferencias electorales (swing),106 en que la posición social está marcada por las distintas construcciones en el espacio, expresadas en las formas de habitar la ciudad, que simbolizan distinción.
La tendencia al PAN se halla en las colonias Lomas Altas, Molino del Rey, Lomas de Chapultepec, Lomas de Reforma, Lomas de Bezares, Bosques de las Lomas, Polanco, Chapultepec Polanco, Anzures y Nueva Anzures. Algunas de estas colonias se caracterizan por tener un número elevado de zonas residenciales con acceso restringido y sistemas de seguridad privada. En Miguel Hidalgo, las diferentes formas de habitar que involucran significados relativamente compartidos en el espacio (social-simbólico y político), desde una integración social no lineal con efectos electorales de habitus ciudadanos, revelan nuevos clivajes producto de los cambios de la urbe.
La elección de 2015 se caracterizó por la alternancia delegacional y el regreso del PAN a la jefatura en Miguel Hidalgo. El sentido de los resultados en las secciones electorales no cambió mucho respecto de los procesos previos a 2012. De nueva cuenta, el cambio en las preferencias electorales (swing) apareció en Escandón y San Miguel Chapultepec. Ver Mapa 7.
Desde un análisis global, se encontró una tendencia de voto dividido PAN-PRD, principalmente en aquellas secciones electorales con clivajes de marginación y densidad poblacional; por ejemplo, las colonias cercanas a las delegaciones Cuauhtémoc y Benito Juárez con mayor densidad poblacional y bajo grado de marginación presentaron una tendencia al cambio en las preferencias electorales (swing).
Los lugares con muy baja marginación y menor densidad poblacional presentaron una tendencia de voto al Partido Acción Nacional. En contraparte, los electores de secciones electorales ubicadas en colonias con baja marginación y mayor densidad poblacional han votado por PAN y PRD entre una elección y otra. Lugares con alta y media marginación presentan una tendencia de voto a candidaturas abanderadas por el PRD.
Habitus, apropiación del espacio y estilos de consumo en Miguel Hidalgo.
Las construcciones han cambiado en los últimos quince años y ha aumentado su valor. Ejemplos como el terreno de la fábrica automotriz, que ahora sostiene al complejo habitacional Parques Polanco, se replican en la delegación, y, en paralelo, una creciente densidad poblacional acompaña a una compleja red de relaciones sociales y de consumo, así como a ciertos tabuladores del valor del suelo.
Miguel Hidalgo se caracteriza por la diversidad de habitus evidenciada en el capital cultural (tipo de comportamiento religioso, tipo de controles ante la inseguridad), y económico (tipo de trabajo-nivel de ingreso y tipo de habitación). Los significados compartidos condicionan los espacios desde la diferenciación en el consumo constante, como una distinción que proyecta la compleja inequidad de lo híbrido.
El habitus ciudadano se expresa a partir de las ciudadanías múltiples como una pauta de comportamiento político y electoral que puede cambiar, combinando interacciones simbólicas de inequidades desde capitales cultural y económico. El habitus ciudadano expresa una posición ante un acto político tal como lo es el sufragio, caracterizado por coyunturas, contextos y formas de habitar desde la racionalidad y las emociones.
El habitus ciudadano expresa la compleja red de gustos y distinción caracterizada por el tipo de consumo, un consumo electoral que muestra coincidencias entre las formas de habitar, la estratificación híbrida, la complejidad en las inequidades y los rasgos de distinción marcados por los clivajes urbanos: densidad poblacional y grados de marginación. Se debe proponer conceptos alternativos que permitan comprender los espacios desde otros clivajes de arreglos sociales, para entender las relaciones con las preferencias políticas. Ver Mapas 8 y 9.
Allí donde los grados de marginación son bajos o muy bajos, donde la densidad poblacional es media, y donde los resultados electorales han favorecido al PAN, se localizan las tiendas de consumo gourmet Superama. Este fenómeno permite identificar ciertas pistas de investigación respecto de una construcción y apropiación del espacio desde prácticas de consumo, que, como ya hemos señalado, expresan una variedad de habitus ciudadanos, y a su vez de tendencias electorales y/o cambios en las preferencias.
Por otra parte, si bien se rechaza la existencia de un habitus Starbucks [o de un habitus Superama], como lo sostiene Typaldos, hay coincidencia al considerar “una interacción entre la estructura social de Starbucks y el comportamiento de cada cliente individual”, que ofrece experiencias “más allá del café”:107 un comportamiento individual y una aceptación colectiva de consumo, sin que signifique -necesariamente- comprarlo, sino simplemente tener acceso. Lo anterior da como coincidencia, en nuestro caso, que los Starbucks y las tiendas Superama tienden a ubicarse en territorios con tendencia al voto panista. Algunos de estos lugares se encuentran entre oficinas y comercios.
Los consumidores de Starbucks y Superama no necesariamente residen en la sección electoral; no obstante, la coincidencia en la ubicación de estos comercios de consumo específico muestran estilos de vida y construcción de prácticas.
El conjunto de prácticas de consumo constante establece presencia desde la relaciones en el espacio a partir de experimentar gustos compartidos. Se constituye un tejido, un arraigo y una permanencia híbrida, compleja e inequitativa. La ciudad como reflejo de la densidad del espacio, que conjuntamente proyecta resultados electorales a través de votos.
Consideraciones finales
La tensión teórica desde los clivajes responde, desde un ángulo diferente, a la problematización de Sartori: ¿cómo unas estructuras socioeconómicas similares no se traducen en sistemas de partidos similares?”108 y “¿en qué tipo de espacio compiten los partidos?” Para responder, identificó por qué hay partidos y los criterios del sistema de partidos, centrando la atención en los sistemas electorales.
También Lipset y Rokkan arrancaron su análisis con la ubicación de la génesis de los partidos políticos en Inglaterra y Francia, y entendieron que detrás había clivajes de diferenciación que daban como resultado un tipo de respaldo social (de clase);109 “¿con qué rapidez los partidos fueron capaces de obtener apoyo entre las nuevas masas de ciudadanos con derecho a voto y cuáles eran las características básicas de los grupos de votantes movilizados por cada partido? ¿Con qué rapidez los cambios en las condiciones económicas, sociales y culturales, producidos por el estancamiento o crecimiento económico, se tradujeron en cambios en las fuerzas y en estrategias de los partidos?”, preguntaron Lipset y Rokkan.110
Pakulski duda sobre el comportamiento de las clases sociales, y articula su análisis desde la ruta del consumo, clarificando nuevas tensiones del comportamiento al proponer la tipología: sistema híbrido, inequidad dominante, estratificación dominante, híbrida estratificación y compleja inequidad.111 La compleja combinación permite la coexistencia de formas híbridas de inequidades de clase, estatus y posiciones sociales, con segmentos de mercado desde el consumo y ocupaciones de género que ejemplifican estas complejas condiciones combinadas de identidades sociales. El ordenamiento social se vuelve cada vez más simbólico.112
Desde esta problematización, con el abordaje teórico de habitus de Bourdieu, se propone el concepto habitus ciudadano, construido desde clivajes espaciales; se ubica el estudio a partir de los resultados electorales a la Jefatura Delegacional en Miguel Hidalgo, en la Ciudad de México. La herramienta metodológica son los sistemas de información geográfica (SIG), enfocada en identificar pautas socio-espaciales de comportamiento electoral, desde la estructura: partidos políticos, clivajes, habitus y apropiación del espacio conectado con estilos de consumo.
El resultado muestra, a través de la sobreposición de capas de datos diferentes, mapas que evidencian características espaciales de tipos de consumo electoral y comercial desde los clivajes urbanos: densidad poblacional y marginación. La complejidad híbrida de estratificación evidencia, con sutileza, cómo trabajan los constructores de campañas electorales, y da pistas sobre el manejo de los contenidos ante las ciudadanías múltiples producto de habitus ciudadanos.