La sección Otros temas del número 75 de Iztapalapa, Revista de Ciencias Sociales y Humanidades integra tres textos que, a evaluar por sus títulos, podría pensarse que no guardan relación alguna entre sí. Se trata de un trabajo de Alejandro Toledo Patiño y Ana María Vizcaíno Guerra, que lleva por título “Institucionalismo: actor, cultura y cognición. Convergencias con la antropología y la neuropsicología”; un texto de Isabel Neila Boyer titulado “Supermanes modernos: utopía y crisis social en el nuevo vivir tzotzil en Chiapas, México” y una colaboración de Leandro Drivet Barale sobre “El cuerpo en el lenguaje: renegaciones del psicoanálisis”. A pesar de los estilos, objetivos y filiaciones disciplinarias de los autores, muy diferentes entre sí, emergen algunas líneas de fuerza que atraviesan los tres textos, y que están presentes en buena par te de las grandes discusiones actuales de la teoría social. El primero y el tercero son trabajos de reflexión teórica, con las necesarias implicaciones metodológicas. En cambio el segundo se presenta como resultado de una investigación empírica, de tipo antropológico. No obstante, está claro que los tres comparten preocupaciones de fondo. Precisamente una de las líneas de fuerza que acerca a estos tres aportes es el interés por construir aproximaciones holísticas a lo social, en las que predominen los hilos transversales que articulen lo que en apariencia está desarticulado y, de manera simultánea, que le otorguen visibilidad a dimensiones de la vida social que durante mucho tiempo han estado invisibilizadas por miradas instituidas.
El artículo de Toledo y Vizcaíno, desde la economía, esboza un camino para abordar problemas económicos que trascienda las fronteras de esta disciplina. Parte del institucionalismo económico, porque es una perspectiva que incluye cuestiones tales como los hábitos, que en lo esencial son de carácter cultural. Los autores muestran que, aun desde estas miradas económicas más amplias, los resultados han tendido a quedar aislados de las otras ciencias sociales, por ejemplo de la sociología, de la antropología o de la psicología social. Con esa preocupación, Toledo y Vizcaíno encuentran que las motivaciones, la intencionalidad, el principio humano de la emulación (la repetición) son cuestiones centrales para el institucionalismo, porque dan claves para comprender el comportamiento económico de las personas. Y ello los conduce a reconocer que las miradas económicas de corte institucionalista deben abrirse y retroalimentarse de la antropología y de las ciencias cognitivas, porque tanto las motivaciones, como la intencionalidad y la emulación, no pueden ser explicadas exclusivamente en términos económicos, sino que ameritan la referencia a procesos culturales y cognitivos -a los procesos de apropiación de lo social por parte de los individuos, a la adquisición de habilidades y a la transmisión de conocimientos-, pues en todos ellos media el lenguaje como construcción sociocultural. Por ende, los autores exponen que el camino más transitado por el institucionalismo económico, el de la especialización económica, resulta en extremo limitado, y proponen acercamientos holísticos al homo institucionalis.
El trabajo de Isabel Neila Boyer, con un claro carácter antropológico, analiza un ejemplo iluminador de las formas complejas e inesperadas bajo las cuales se pre senta lo social. Es el caso de los tzotziles de los Altos de Chiapas. ¿Cómo se en tretejen ahí las paradojas? En el contexto local de este grupo indígena, el avance de la modernización (las transformaciones productivas y en las formas de empleo, en la tenencia de la tierra, la universalización de la educación, la ampliación de los medios de comunicación…) exacerba la exclusión, la pauperización y la marginación social de los grupos étnicos. En otros momentos históricos, de acuerdo con las tradicionales concepciones del tiempo cíclico, ese tipo de crisis era interpretado como ciclos que se cierran y dan paso a otros que restituyen la armonía. Sin embargo, la autora encuentra que la actual profundización de la miseria alimenta el hecho de que se adopten cultos mesiánicos que -siempre y cuando no atiendan los deseos del cuerpo (por ejemplo, de consumo)- prometen transformar los cuerpos enfermos en cuerpos sanos. Se extiende así un mesianismo que asegura la salvación del cuerpo en la vida diaria y el aleja miento del dolor, la aflicción y la enfermedad mediante la creencia reforzada por el marcado físico del cuerpo. Así, Neila Boyer revela cómo la vida social, en ese caso específico, entreteje lo religioso y lo cotidiano gracias a una mediación clave como son las múltiples expresiones del cuerpo.
Por su parte, Leandro Drivet -con un fuerte acento filosófico y apoyándose en Nietzsche y Freud- plantea que un retorno actual a estos dos pensadores permite avanzar hacia el reposicionamiento del cuerpo en cuanto modo de comprensión de lo social que la tradición judeocristina contribuyó a desdibujar. El autor da un paso más y propone que la recuperación de la dupla Nietzsche Freud es una forma de otorgarle visibilidad al cuerpo, y al cuerpo entretejido en el lenguaje. En consecuencia, Drivet reitera que así como somos “sujetos del lenguaje” también somos “sujetos del cuerpo” y “sujetos hablados por el cuerpo”. Sin duda alguna, su texto, desde el pensamiento filosófico, se articula con una de las grandes orientaciones de las ciencias sociales vigentes, a partir de la que es posible in terrogar al mundo de hoy: los estudios sociales del cuerpo y las emociones.
En suma, las tres colaboraciones dibujan partes del horizonte de las ciencias sociales: las búsquedas holísticas y transversales, para descifrar la complejidad contemporánea. Y en ese esbozo de horizontes, aún poco transitados, aparecen una y otra vez el cuerpo, el lenguaje, los deseos, las motivaciones y las intencionalidades de los sujetos.
Finalmente, Iztapalapa reitera su interés por difundir y debatir el conocimiento que se está produciendo desde diversas trincheras del pensamiento. Por ello, su número 75 presenta cuatro reseñas de obras publicadas en años recientes que han traído consigo nuevas ideas e interrogantes a la investigación social de nuestros días. En la primera de ellas, Ana Lourdes Vega y Jiménez de la Cuesta analiza una de las últimas obras de Angela Giglia, titulada El habitar y la cultura: perspectivas teóricas y de investigación, coeditada en 2012 por Anthropos y la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa (UAM-I). A continuación, René Valdiviezo discute la obra de Silvia Gómez Tagle y Willibald Sonnleitner, Mutaciones de la democracia: tres décadas de cambio político en América Latina (1980-2010), producida por El Colegio de México en 2012. En tercer lugar, Camilo Sempio Durán reseña Lévi-Strauss, escrito por María Eugenia Olavarría, publicada en 2012 por la UAM-I. Para cerrar el número, Francisco Javier Castillejos Rodríguez nos introduce al libro de Dulce María Granja y Teresa Santiago Oropeza intitulado Moral y derecho: doce ensayos filosóficos, editado en 2011 por la UAM-I y la Suprema Corte de Justicia de la Nación.