SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.4 número7Los textos escolares como forjadores de imaginarios territoriales en Argentina: Una mirada sobre los espacios marítimosRelatos de vida productiva alrededor del maíz: Cultura, conocimiento y aprendizaje índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Cultura y representaciones sociales

versión On-line ISSN 2007-8110

Cultura representaciones soc vol.4 no.7 Ciudad de México sep. 2009

 

Artículos

 

La Huasteca chilanguense y sus prácticas culturales en la Ciudad de México

 

José Luis Flores Torres

 

* Maestro en Comunicación por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Xochimilco. Académico de la carrera de Comunicación Organizacional en la Universidad Emilio Cárdenas. Correo electrónico: jluisflorest@hotmail.com

 

Resumen

El propósito de este artículo es analizar la presencia cultural de la comunidad huasteca radicada en la Ciudad de México. El estudio se centrará en la manera en que esta colectividad, autonombrada Huasteca chilanguense, busca los espacios para recrear constantemente parte del universo simbólico (la música, el baile y la comida) de la Huasteca, en la capital del país.

 

Abstract

The purpose of this article is to analyze the cultural presence of the Huasteca community based in Mexico City. The study will focus one's attention on the manner in which the collectivity, autonamed Huasteca chilanguense, looks for the spaces to recreate in a constant way the Huasteca's symbolic universe (music, dance and food) in Mexico City.

 

Résumé

Cet article analyse la présence culturelle de la communauté "huastèque" émigrée dans la ville de México. Il s'agit d'étudier la manière dont ce groupe ethnique qui se fait appeler "La Huastèque chilanguense" (chilangos étant le sobriquet populaire donné aux habitants de la ville de México), recherche les espaces qui lui permettent constamment de recréer en partie l'univers symbolique (musique, danse, nourriture) de la región Huastèque dans la capitale du pays.

 

Introducción

En el presente estudio se analizará la forma en que la comunidad huasteca busca espacios para recrear el universo simbólico aprendido en su región de origen antes que tuvieran la necesidad de migrar a la Ciudad de México. Lo que aquí nos interesa es conocer lo que sucede con estas prácticas cuando son recreadas fuera de su contexto original, en un escenario urbano.1

Una parte de esta comunidad huasteca radicada en la Ciudad de México y su zona conurbada es justamente la que da vida a la Huasteca chilanguense, denominación que hace referencia a un fenómeno propio de la Ciudad de México (la palabra "chilanguense" se deriva del término "chilango", que comúnmente se utiliza en México para identificar a todos los originarios o radicados en la capital del país y su zona conurbada).

La Huasteca chilanguense está presente en varias partes del Distrito Federal (DF) y su zona conurbada (que abarca algunos municipios del Estado de México), pero ante la imposibilidad de abarcarla en su totalidad, en esta investigación tomamos como objeto de estudio la región norte de la ciudad, analizando concretamente algunos lugares en la delegación Gustavo A. Madero y los municipios de Tlalnepantla de Baz y Ecatepec de Morelos, ubicados estos últimos en el Estado de México, espacios en los cuales suelen recrearse con cierta frecuencia las prácticas culturales originarias de la Huasteca, debido a los siguientes factores: 1) constituye la puerta de entrada de muchos de los migrantes que vienen de la Huasteca para radicar de manera permanente o temporal en la Ciudad de México; 2) se caracteriza por la notable la cantidad de personas de la Huasteca avecindadas en esta zona; 3) se caracteriza igualmente por la amplia actividad cultural que la Huasteca chilanguense desarrolla en esas demarcaciones políticas del DF y del Estado de México.

También cabe mencionar que para nuestro estudio resultó importante la concepción de la cultura del antropólogo inglés John B. Thompson, quien define las prácticas culturales como...

... el conjunto de comportamientos, acciones, gestos, enunciados, expresiones y conversaciones portadoras de un sentido, en virtud de los cuales los individuos se comunican entre sí y comparten experiencias, concepciones y creencias (Thompson, 1993: 197).

Esta definición nos permitió comprender cómo las prácticas culturales recreadas por la Huasteca chilanguense cobran significados peculiares al difundirse en la Ciudad de México gracias a la iniciativa de los migrantes que, al parecer, buscan alimentar y rememorar a través de ellas sus lazos identitarios con su lugar de origen (la Huasteca).

 

La Huasteca

La Huasteca es una región cultural mexicana con cerca de 3 mil 500 años de antigüedad. Atendiendo a criterios estrictamente históricos, geográficos y culturales, lo que llamamos Huasteca abarca la parte norte del estado de Veracruz, sur de Tamaulipas, oriente de San Luís Potosí, noreste de Hidalgo, una porción de Querétaro y norte de Puebla.

Una de las principales características de la región es su carácter pluriétnico y multicultural, pero dentro de la misma tanto indígenas (de los grupos Teenek, Náhuas, Totonacos, Tepehuas, Otomíes y Pames) como mestizos se reconocen como huastecos, al tiempo que enfrentan particularidades que los distinguen incluso de una comunidad a otra.

No obstante, —comenta Román Güemes, antropólogo de la Universidad Veracruzana—,

... si bien es cierto que etnográficamente no existe una gran unidad que pueda expresarse en una sola cultura, es válido en cambio reconocer elementos y rasgos culturales comunes, compartidos o asimilados, que le dan el sentir huasteco a las diversas etnias territorialmente, arqueológicamente e históricamente unidas.

Es justamente este conjunto de elementos y rasgos culturales comunes, compartidos y asimilados, presentes en aquella tierra, lo que podríamos llamar el universo simbólico de la Huasteca. Este conjunto está constituido por prácticas culturales que son (o fueron) producidas por sujetos originarios de aquella parte del país y que cobran significado en la interacción con otros sujetos que las interpretan de acuerdo a su contexto, su región, sus gustos, su educación y sus intereses. Dichas prácticas son parte de la vida cotidiana de los habitantes de la Huasteca. En dichas prácticas se combinan arte (música, baile, canto, verso), tradición (a la vez indígena, española y mestiza), festividades (privadas, públicas y litúrgicas), elementos mítico-religiosos (el culto al maíz, el carnaval, el culto a la muerte y a otras deidades) y vida cotidiana (comida, bebida, vestimenta). Por último, las prácticas en cuestión tienen un carácter a la vez simbólico (son prácticas significativas) y comunicativo, y constituyen uno de los elementos a partir de los cuales se construye la identidad de los habitantes de aquella región.

 

Migración, arraigo y apropiación del espacio

De acuerdo al estudio sobre migración en la Huasteca realizado por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), la historia de la región está íntimamente relacionada con sus corrientes migratorias que datan desde antes de la llegada de los españoles.

Siguiendo el diagnóstico antes referido, el flujo migratorio hacia la Ciudad de México se vuelve constante a partir de la década de los ochenta del pasado siglo, cuando el éxodo se extiende hacia el Distrito Federal y otras ciudades del Golfo y del sudeste del país.

A este respecto resulta pertinente señalar que cuando la gente migra hacia las grandes ciudades, se apropia (territorial y simbólicamente) de ese nuevo espacio y en ciertas condiciones suele producirse, como lo comenta la doctora Margarita Quezada (2007), un "reacomodo simbólico y cultural", es decir, los migrantes no abandonan en su lugar de origen el universo simbólico que ha dado sentido a su vida: lo llevan consigo y buscan, en la medida de lo posible, activarlo en el nuevo lugar de residencia.

Este reacomodo simbólico y cultural parece presentarse en urbes como la Ciudad de México debido al constante flujo de personas que arriban a la capital en busca de las oportunidades que su región les ha negado.

En el ámbito de la Huasteca chilanguense pueden observarse precisamente fenómenos de migración, identidad, arraigo, apropiación de espacio, reacomodo simbólico y cultural y, desde luego, la recreación (y su consecuente resemantización) de las prácticas culturales, que funcionan como formas de comunicación elaboradas por individuos capaces de crear significados.

 

La huasteca chilanguense

Hablar de la existencia de una Huasteca en la Ciudad de México podría parecer erróneo para muchos, sobre todo si tomamos en cuenta que dicha zona está perfectamente definida y delimitada a partir de criterios geográficos, históricos y culturales. Sin embargo, si utilizamos como criterio sólo la cultura y su difusión fuera de su territorio de origen, podemos entender la presencia de elementos simbólicos propios de la Huasteca en la capital del país y su área metropolitana, lo cual justifica la denominación arriba empleada.

Referirnos a la Huasteca tomando en cuenta sólo criterios geográficos nos llevaría a considerarla como un espacio perfectamente trazado y desde luego definido a partir de acuerdos estatales y nacionales. Sin embargo el territorio es algo más que el simple pedazo de tierra en el cual un grupo de personas se establece de manera temporal o permanente. El territorio, apuntan Lecoquierre y Steck, citados por Giménez,

... es aquella porción de espacio apropiada por las sociedades humanas para desplegar en ella sus actividades productivas, sociales, políticas, culturales y afectivas y a la vez inscribir en ella sus estrategias de desarrollo y, todavía más, para expresar en el curso del tiempo su identidad profunda (Giménez, 2007: 151).

Por lo tanto, el territorio debe ser entendido como un espacio apropiado y construido física y simbólicamente, dentro del cual las personas elaboran sus relaciones sociales familiares y de trabajo. Dentro de su ámbito los habitantes manufacturan todo un universo simbólico constituido a partir de prácticas culturales que dan sentido a su quehacer cotidiano y les dotan de elementos identitarios que generan lazos de solidaridad, apego al terruño y sentido de distinción con respecto a otros territorios.

En este contexto tiene sentido afirmar la existencia de la Huasteca chilanguense, ya que la Huasteca tiene como elemento fundamental una frontera cultural extendida y difusa, en virtud de la cual podemos emplear un criterio menos estricto para establecer sus límites, sobre todo cuando está de por medio la circunstancia de que los pobladores de aquella región del país han tenido que migrar a la Ciudad de México, llevando consigo, además de sus pertenencias, todo el universo simbólico que dio sentido a su vida en la región de origen.

De esta manera podemos definir a la Huasteca chilanguense como un grupo de paisanos (en su mayoría originarios de la Huasteca) avecindados en el DF y su zona metropolitana, quienes, buscando evocar el recuerdo de sus orígenes, actualizan o recrean de manera más o menos constante prácticas culturales propias de aquella zona del país, las cuales, al ponerse en circulación en una región distinta, suelen cobrar significados diferentes.

 

Esbozo histórico de la presencia cultural huasteca en la Ciudad de México

Al referirse a los inicios de la presencia cultural de la comunidad huasteca en la Ciudad de México, Eduardo Bustos Valenzuela afirma que...

... la imagen del huapango (música tradicional de la huasteca) fue creciendo conforme se dio a conocer en nuestra capital, cuando auténticos exponentes del son huasteco lo difundieron por primera vez a través de la XEW y mediante el celuloide quedó retratado en la película "Los Tres Huastecos", realizada por Ismael Rodríguez en 1948. Esta misma época fue la del famoso "Salón Huasteco", que se ubicaba en la Plaza Loreto del centro de la ciudad. Ahí acudían todos los que eran originarios de la región pero radicaban en el DF; se iba a gozar bailando y cantando el son huasteco (Bustos, 1993: 90).

De esta manera, en los años cuarenta del siglo pasado podemos señalar al "Salón Huasteco" como uno de los primeros lugares de reunión de los huastecos en el D.F.

Años más tarde, por la década de los setenta, surge en el Centro Histórico de la Ciudad de México el restaurante llamado "La Huasteca Hidalguense", al cual acudían a comer el zacahuil (el platillo más representativo de la región huasteca) los hijos de la primera generación de huastecos llegados años atrás a la capital; "era otro núcleo donde nos juntábamos, en este caso los hijos de los huastecos como yo, que iba con mi papá y con mi mamá, y ahí nos encontrábamos los paisanos."2

El lugar todavía funciona, sin embargo ha dejado de tener la importancia que tenía, ya que hace treinta años el espacio se había constituido como un lugar de encuentro de los paisanos llegados de la Huasteca; "todos los domingos de rigor era estar conviviendo con gente de Zacualtipán, Chicontepec, Huautla, Atlapexco, Tulancingo y de todas las entidades huastecas" (Ibíd).

No fue sino hasta una década más tarde cuando la influencia huasteca comienza a llegar a la zona norte del DF, ya que según el señor Evodio Federico Isidro, integrante del "Patronato Cultural de la Cultura Huasteca en Ecatepec", en los años ochenta la zona aledaña a la Basílica de Guadalupe se convirtió en el lugar de reunión de la comunidad huasteca avecindada en la capital: "atrás de la Villa había un lugar que se le conocía como 'El Zopilote', ahí fue donde empezó el Huapango en la zona, por la Calzada de los Misterios y la Villa."3 Dicho establecimiento, siguiendo a sus antecesores, se convirtió en un referente para quienes, radicando en la capital, deseaban bailar o solamente escuchar música de la huasteca: "abría cada domingo y ahí nos concentrábamos cierto grupo de gente huasteca, aunque había personas a las que le daba vergüenza bailar, siendo que venían de allá." (Ibíd).

Para principios de los noventa, Eduardo Bustos y Rolando Hernández, este último mejor conocido como el "Quecho", comenzaron a difundir de manera más formal y académica la música huasteca en la capital del país dando vida al taller de violín huasteco en la Casa de la Música Mexicana ubicada en el populoso barrio de la Lagunilla. Posteriormente el propio "Quecho" establece en 1992, en la colonia Santo Tomás, el conocido "Balcón Huasteco" que funciona a la vez como restaurante de comida huasteca, como un lugar en el que se puede bailar o simplemente escuchar sones de aquella tierra y como un centro de enseñanza adonde suelen acudir los chilangos que desean aprender a interpretar la música huasteca. Por su parte, Bustos continúa con su labor de enseñanza del violín huasteco en la "Escuela Normal Superior de Maestros", en la delegación Azcapotzalco.

Según investigaciones realizadas por Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, desde hace poco más de quince años podemos hablar de un incremento considerable de la presencia cultural huasteca en la capital: "razón por la que la comunidad huapanguera nacional ha empezado a denominarla Huasteca chilanguense" (Trejo, 2003).

En la actualidad, señala Bustos Valenzuela, "podemos hablar de que en la capital del país existen alrededor de 80 tríos de son huasteco con presencia laboral y social permanente" (Ibíd). Sin embargo, el vicepresidente del Grupo Huasteco de Tamaulipas, A.C. en el D.F., Ezequiel Castillo Martínez, asegura que "la cifra rebasa los 200 grupos, pues tan sólo los tríos tamaulipecos con asentamiento chilango llegan al medio centenar, no considerando los que eventualmente van y vienen a la capital" (Ibíd).

 

La Huasteca chilanguense y sus características

Lo primero que tenemos que señalar respecto a la Huasteca chilanguense es que, si bien podemos reconocer su origen en la migración de personas de la Huasteca a la Capital, en realidad son tres las categorías de individuos que componen esta peculiar Huasteca capitalina:

1) los nacidos en la zona huasteca pero que por alguna razón tuvieron que venir a radicar en el Distrito Federal;

2) los hijos de migrantes de la Huasteca nacidos en la capital del país, pero que mantienen fuertes vínculos familiares y afectivos con la citada zona;

3) los chilangos sin ningún vínculo familiar con la zona huasteca, pero que muestran un genuino interés por todo lo relacionado con las prácticas culturales desarrolladas en la Huasteca.

Así, aunque el origen de estas tres categorías de personas que componen la Huasteca chilanguense es distinto, todos coinciden en lo importante que resulta poner en circulación las prácticas culturales de aquella región. Por ello organizan de manera constante en diferentes partes de la ciudad eventos como:

• Huapangueadas, que son celebraciones populares propias de la Huasteca en donde se interpreta el son y el baile propios de aquella región.

• Talleres en donde se enseñan el baile y la música huasteca a los habitantes del Distrito Federal.

• Concursos de baile huasteco.

• Grabación y presentación de discos.

• Reuniones informales en donde músicos, bailarines y aficionados a la música huasteca se juntan en alguna celebración privada.

Diversos son los lugares en la Ciudad de México y su zona metropolitana en los cuales se reúne la comunidad huasteca para interpretar, bailar o escuchar la música de aquella zona del país. Algunos de estos sitios incluso cuentan con el apoyo de instancias oficiales. Tal es el caso del "Museo de las Culturas Populares", la explanada de la delegación de Tlalpan, el jardín Hidalgo en Coyoacán y casas de la cultura de algunas de las delegaciones del Distrito Federal en donde además se enseña el baile y la interpretación de la música huasteca.

Un caso aparte lo constituye la "Casa de la Cultura de Tamaulipas en la Ciudad de México", que fue abierta hace poco más de diez años gracias al esfuerzo independiente realizado por habitantes de aquel estado radicados en la Ciudad de México. En este lugar los tamaulipecos domiciliados en el DF difunden la enseñanza del baile y la interpretación de la música huasteca además de organizar huapangueadas.

Otra opción la constituyen algunos restaurantes en donde, además de servir comida proveniente de aquella región, se presentan espectáculos relacionados con la música y el baile de la huasteca. Entre ellos podemos destacar la "Casa Nery", en la Colonia Portales, y el "Balcón Huasteco" en la colonia Santo Tomás.

En las orillas de la ciudad (cerca de los municipios de Tlalnepantla y Ecatepec de Morelos) podemos encontrar dos lugares que constituyen importantes espacios en donde los integrantes de la comunidad huasteca radicada en la Ciudad de México y zona metropolitana suele reunirse. Estos lugares son los siguientes:

• El paradero del metro Indios Verdes, ubicado al norte de la Ciudad de México (en la delegación Gustavo A. Madero). Es el espacio adonde acuden quienes desean escuchar sones huastecos interpretados por algunos de los muchos tríos de huapango que llegan al lugar para ofrecer su música en plena calle. El paradero también sirve como punto de reunión desde el cual los referidos músicos parten para recorrer las calles de la ciudad de México y algunos municipios mexiquenses interpretando sones huastecos en el interior de cantinas, restaurantes, pulquerías y a bordo del transporte público urbano.

• el Bar la Cantera, localizado a unos cuantos metros del paradero de Indios Verdes. La Cantera se ha convertido en un importante lugar de fiesta dominical para quienes gustan bailar o sólo escuchar la música referida.

Por otro lado podemos señalar la intensa actividad cultural que la comunidad huasteca realiza en la zona metropolitana de la ciudad. Así, es común encontrar eventos relacionadas con la Huasteca en municipios y colonias mexiquenses como Tecámac, Ciudad Netzahualcóyotl, Tonatitla, Tultitlán y Cuautitlán Izcalli. No obstante, por la frecuencia con la que se realizan los eventos y por la manera en la que se organiza la comunidad huasteca, destacan los municipios de Tlalnepantla de Baz y Ecatepec de Morelos. Es tal la importancia que se da en estas demarcaciones a las actividades relacionadas con la Huasteca, que algunos de sus habitantes han llegado incluso a constituir diversas organizaciones (como el "Patronato Cultural de las Huastecas en Ecatepec"), las cuales organizan de manera constante festividades en las que se difunde la música, el baile y la comida de la región referida.

Cabe destacar, además, la forma en que los integrantes de la comunidad huasteca radicada en la Ciudad de México suelen mantenerse comunicados entre sí. Algunas de estas formas de interacción son las siguientes:

• Redes informales de comunicación: los integrantes de esta comunidad suelen tener un contacto directo y constante entre sí creando redes informales de comunicación que incluyen a paisanos que establecen contacto entre sí para diversos asuntos, como consultas sobre problemas personales o familiares, invitación a celebraciones (privadas o públicas), visitas a la zona huasteca, etcétera.

• Celebraciones privadas o públicas: son fiestas que sirven, por una parte, como una forma de esparcimiento, y por otra, como oportunidad para recrear en diversos espacios de la Ciudad de México y su zona metropolitana prácticas culturales de la Huasteca tales como el baile, la comida, la música y la vestimenta. Estos encuentros sirven, al mismo tiempo, como un lugar de encuentro para quienes son originarios de aquella zona y que por alguna razón se encuentran radicando (de manera temporal o permanente) en la capital o su zona metropolitana.

• Medios masivos de comunicación: en este caso sólo Radio Educación incluye (de manera esporádica) huapangos en su programación normal, además de contar con dos programas ("Sonidos de la Huasteca" y el "Chahuiztle") en las que se informa sobre eventos relacionados con el huapango a realizarse en la Ciudad de México y su zona metropolitana.

• Asociaciones, que pueden tener un carácter educativo (como la Casa de la Cultura de Tamaulipas en la Ciudad de México, en la cual se difunde sin afán de lucro la música y el baile de aquel estado) o lucrativo (como el "Patronato Cultural de las Huastecas en Ecatepec", que organiza de manera constante huapangueadas en aquel municipio mexiquense).

Internet: existen páginas que tienen variados propósitos como: informar sobre los eventos relacionados con el huapango que habrán de realizarse en la Ciudad de México y su zona metropolitana (como la página: http://www.huapango.com.mx); dar a conocer a los capitalinos algunos aspectos culturales de la Huasteca (por ejemplo: http://huapanguero.blogspot.com); páginas periodísticas con reportajes, entrevistas con músicos y reseñas de las huapanguadas más concurridas (http://www.azteca21.com); blogs en donde se discuten temas diversos relacionados con la Huasteca (como el blog: http://mx.groups.yahoo.com/group/paginahuapango); y páginas de tríos de música huasteca que dan a conocer sus próximas presentaciones (como el blog: http://www.unaguacerodesones.blogspot.com/). Un caso aparte constituye el servicio de correo electrónico que mantiene vinculada a la comunidad huasteca de la Ciudad de México con familiares de aquella zona del país o con pares avecindados en la capital.

 

Análisis de las prácticas culturales

Según Clifford Geertz, la cultura constituye una "telaraña de significados" que cada quien ha tejido a su alrededor y dentro de la cual quedamos ineluctablemente atrapados. En esta construcción de significados nunca estamos solos, ya que nos acompañan siempre personajes y escenarios variados que van desde la familia y los amigos, hasta el contexto geográfico, económico, social y demográfico en el que nos tocó crecer.

En este sentido lo que sucede en el ámbito de la Huasteca chilanguense también tendría que ser percibido como una compleja construcción simbólica elaborada de manera paciente durante años, principalmente por aquellos que, siendo originarios de la Huasteca, han tenido la necesidad de desplazarse a la capital del país. En este caso lo importante es la intención de desplazar consigo el universo simbólico de aquellas tierras más allá de la frontera física que las contiene.

De acuerdo a los testimonios recogidos durante la investigación, los huastecos chilangos, al mismo tiempo que buscan importar a la ciudad de México parte del citado universo simbólico, reconocen que los significados que cobran estas prácticas son diferentes a los que parecen tener en su escenario original (la Huasteca).

En efecto, interpretar algo del vasto repertorio musical de la Huasteca, bailarlo o simplemente escucharlo, portar los atuendos propios de aquella región, comer algo de la vasta gastronomía de la Huasteca (como el tradicional zacahuil, los bocoles, pemoles o enchiladas) forman parte de la vida cotidiana de la gente que habita aquella región del país. Pero, si tomamos en cuenta que el contexto es fundamentalmente operador de sentido, todo este repertorio cultural cambia de sentido cuando se lo recrea en el ambiente urbano propio de la Ciudad de México, entre otras razones porque:

• el escenario campirano huasteco (que va del paraje montañoso a la costa) contrasta con el paisaje urbano característico de la Ciudad de México;

• las prácticas culturales huastecas forman parte de la cotidianidad en su contexto original, pero cuando son recreadas en la Capital, significan evocaáón del terruño y ruptura de la cotidianidad por parte de los huastecos en su vida en la ciudad;

• en efecto, una palabra comúnmente usada por nuestros entrevistados para definir lo que significa la Huasteca chilanguense es justamente la palabra evocación, es decir, la posibilidad de rememorar los lazos identitarios que los vinculan con la Huasteca. Este sentido evocativo no está necesariamente presente para quienes viven en la Huasteca.

• Las personas que entran en contacto con estas prácticas culturales en la Capital tienen características diversas, y por eso las hemos agrupado preferencialmente en tres clases: aquellos nacidos en la Huasteca que radican de manera temporal o permanente en la Capital; los hijos de migrantes huastecos avecindados en la Capital; y por último los capitalinos (o chilangos) de nacimiento, sin ningún vínculo familiar con la Huasteca.

• Los que pertenecen a cada una de estas clases entrarán en contacto de manera particular y diferenciada con las prácticas culturales de la Huasteca, dependiendo, entre otros factores, del grado de vinculación que tengan con la Huasteca chilanguense.

Aquí podemos destacar, a la manera de John Fiske, que la Huasteca chilanguense produce y comparte ante todo prácticas culturales llenas de significados que se presentan como un texto. Lo importante con respecto a este texto compartido es, en primera instancia, la relación activa que en este proceso se genera entre quienes recrean el universo simbólico de la Huasteca en la Ciudad de México y quienes lo reciben. En este caso nadie es más importante que el otro, puesto que cada quien, de alguna manera, juega un papel destacado en el proceso.

Así, quienes asisten a una huapangueada en Ecatepec o Tlalnepantla, beben algunas cervezas en el bar "La Cantera" o acuden a buscar a los músicos de huapango en el paradero del metro Indios Verdes, son ante todo sujetos activos que:

• interpretan o escuchan los sones de la huasteca;

• bailan la música huasteca;

• preparan o se alimentan con la comida de aquella región;

• portan algún tipo de atuendo que los vincula con dicha zona;

• conviven con sus paisanos.

Todo esto, a final de cuentas, forma parte de un proceso por el que, principalmente los huastecos radicados en el DF, toman conciencia de las características que cobran sus vínculos originarios y su identidad al desplazarse a la Ciudad de México.

Aquí observamos lo que la doctora Quezada Ortega, siguiendo a Gilberto Giménez, llama reacomodo simbólico, como resultado del trasplante de la propia identidad socioterritorial de la huasteca a la Ciudad de México. Con este reajuste parece generarse en los huastecos chilangos una peculiarforma de identidad que reivindica al mismo tiempo tanto lo huasteco como lo capitalino (lo chilango).

Es decir, los huastecos chilangos viven su vida cotidiana en un ambiente urbano (con todo lo que ello implica), pero buscan de manera constante oportunidades para recrear las prácticas culturales aprendidas en la huasteca.

Cabe señalar de manera concreta algunas de las características culturales más importantes de la Huasteca chilanguense:

• La Huasteca chilanguense está relacionada, ante todo, con migrantes originarios de la Huasteca o que poseen algún tipo de relación familiar o afectiva con esta zona. Se trata, por lo tanto, de un fenómeno cultural vinculado con la migración.

• Esto es, cuando las personas migran de la Huasteca a la Ciudad de México, portan consigo todo el universo simbólico adquirido en su lugar de origen. Este universo les permitía, por una parte, comunicarse con las personas de su entorno, y por otra, afirmar su identidad en el mismo proceso de comunicación.

• De acuerdo a nuestros entrevistados, al llegar a la ciudad parece haberse producido un proceso de reacomodo simbólico y cultural que los hace buscar integrarse al ritmo de la Ciudad de México, pero dejando al mismo tiempo un espacio para recrear elementos del universo simbólico de la Huasteca.

• Al llegar a la Capital, los migrantes suelen crear redes informales de solidaridady de comunicación con pares con quienes comparten un genuino interés por reactivar algunos aspectos del universo simbólico de la huasteca en la Ciudad de México.

• Podemos observar que los integrantes de la Huasteca chilanguense frecuentemente refuerzan y radicalizan su voluntad de construir vínculos identitarios con la región de origen a través de algunas prácticas como, por ejemplo, los constantes regresos a la zona huasteca, el contacto con los pares en la Capital, y sobre todo, la búsqueda de espacios para recrear prácticas culturales originarias de la Huasteca

Como dejamos dicho anteriormente, la Huasteca chilanguense está constituida por diferentes tipos de personas, las cuales entran en contacto de manera muy particular con las prácticas culturales que producen.

Así, de acuerdo a las entrevistas realizadas, para los huastecos de nacimiento avecindados en la Ciudad de México la Huasteca chilanguense significa:

• la evocación de la tierra de origen;

• la apropiación simbólica de algunos espacios en la Capital para construir (o recrear), de manera simbólica y temporal, una pequeña Huasteca en la misma;

• una manera de tender vínculos identitarios con la Huasteca (aunque sea a distancia);

• la posibilidad vincular a los hijos con algunos aspectos del universo simbólico de la Huasteca;

• la posibilidad de mantener y fortalecer la relación con sus pares en la Capital.

• Para los hijos de huastecos nacidos y avecindados en la Ciudad de México, la Huasteca chilanguense significa:

• la evocación de la tierra de sus padres y la posibilidad de tender lazos identitarios con esta región;

• la posibilidad de entender y compartir las costumbres de sus padres;

• un espacio (simbólicamente apropiado) en el que se pueden aprender algunas prácticas culturales de la Huasteca;

• la posibilidad de prolongar o de continuar la herencia cultural de los padres.

• Por último, para los capitalinos de nacimiento, sin ningún vínculo familiar con la Huasteca, las prácticas culturales de la Huasteca chilanguense significan:

• la expresión de un genuino interés (no mediado directamente por la migración) por conocer y recrear las prácticas culturales de la Huasteca;

• la posibilidad de conocer un mundo diferente (distante en kilómetros y culturalmente extraño), del cual se quiere participar por gusto;

• la adquisición de una identidad vinculada, por una parte, con lo urbano (por nacimiento) y por otra, con lo huasteco (por gusto);

• una opción para salir de la rutina de la vida urbana.

• De este modo, al recrearse en la Ciudad de México, las prácticas culturales huastecas se resemanti%an, es decir, adquieren un significado diferente del que tienen en su lugar de origen. Podemos observar algunos aspectos de dicha resemantización en las siguientes prácticas culturales:

• A diferencia de la Huasteca, donde la celebración puede extenderse por varios días, en la Ciudad de México y su zona metropolitana las huapangueadas (fiestas tradicionales de la Huasteca) duran apenas unas cuantas horas.

• Para la realización del festejo, la comunidad huasteca radicada en la Ciudad de México se apropia simbólicamente de algún espacio (cualquier solar es bueno) para adornarlo y llenarlo de elementos que lo habrán de convertir temporal y simbólicamente en una metáfora de la Huasteca.

• De igual modo, las huapangueadas se convierten en un espacio que posibilita la convivencia tanto de personas venidas de las distintas regiones que componen la Huasteca como de capitalinos que nunca han puesto un pie en aquellas tierras, pero que al estar presentes en alguna de las festividades se hacen una idea de cómo puede ser aquella región.

• En la Ciudad de México la comida, el baile, la música y el vestuario de la Huasteca cobran significados diferentes a los que tienen en su lugar de origen. En efecto, mientras que allá cada elemento está vinculado con la vida cotidiana de las personas, en la Capital del país implica romper con la cotidianidad de la vida urbana, ya que aquí comer zacahuil, bailar o escuchar los sones huastecos o portar las prendas típicas de la región significan algo excepcional y transitorio.

• Por lo que toca a la alimentación, en la Huasteca el tamal tradicional (zacahuil), además de ser parte de la gastronomía regional, es un ingrediente fundamental de las más diversas ceremonias y rituales mítico-religiosos que van desde ofrendar a la tierra en agradecimiento por la cosecha obtenida, hasta al culto a los familiares muertos. En la Capital del país la ingesta de este alimento sólo parece relacionarse con la evocación de la región de origen y el mantenimiento de los vínculos identitarios a pesar de la distancia.

• La música también se resemantiza en la Capital, ya que en la Huasteca existe un repertorio amplio de ritmos que incluye el huapango, el son huasteco, el son de costumbre, el minuete, el son arribeño y las bandas de viento, cada uno de los cuales está vinculado con regiones, ceremonias, festividades y momentos precisos. En cambio, de acuerdo a nuestros entrevistados, en la Capital todo este repertorio se pierde, ya que la mayoría de la gente sólo reconoce los huapangos.

• Según nuestros entrevistados, no es muy reconocido el trabajo que los músicos de huapango realizan en la Capital, ya que muchos capitalinos (que desconocen el repertorio musical huasteco) les solicitan ritmos ajenos como corridos, música norteña, música ranchera, boleros, duranguenses, etc. Esto genera cierta molestia en los intérpretes al sentir que su música es poco apreciada; sin embargo, prefieren adaptarse y aprender a interpretar los ritmos ajenos a su cultura, ya que ello constituye una forma de ganarse la vida.

• Con el baile sucede algo parecido, puesto que la huasteca cuenta con una serie de danzas relacionadas con ceremonias, rituales, regiones y momentos precisos. En la Capital esta actividad sólo representa una forma de entretenimiento e interacción, aunque también constituye una forma de vincularse identitariamente con la región.

• La indumentaria ha sido sometida al mismo proceso de resemantización, ya que en tierras huastecas existen diferentes tipos de atuendos vinculados con regiones y ceremonias precisas, mientras que en la capital todo esto pierde significado, ya que la ropa sólo representa, a lo sumo, una forma de vincularse simbólicamente con la región huasteca. Cabe señalar que los clásicos hipiles y camisas con el bordado huasteco, las botas, huaraches y zapatos de faena, los sombreros de cada una de las regiones que componen la Huasteca y los morrales o talegas huastecas son portados con mucho orgullo en la ciudad de México por los huastecos chilangos, aunque los combinan con elementos propios de la tradicional indumentaria urbana como los pantalones de mezclilla, tenis, gorras, playeras y chamarras.

 

Conjeturas finales

Como podemos apreciar, de acuerdo con nuestros entrevistados y al trabajo de observación realizado, las prácticas culturales huastecas analizadas en esta investigación (la música, el baile, la vestimenta y la comida de la Huasteca) han cobrado nuevos significados en la Ciudad de México, donde desempeñan básicamente una función evocativa del lugar de origen y sirven para alimentar y reafirmar los vínculos identitarios con el mismo.

Sin embargo, dichas prácticas de evocación y de reafirmación identitaria son simbólicas y episódicas, ya que la mayoría de los huastecos chilanguenses se han integrado plenamente a la dinámica de la vida urbana, y sus prácticas culturales —que apenas son una selección de la cultura vigente en sus lugares de origen— sólo representan breves paréntesis en su vida cotidiana, en espacios conquistados circunstancialmente en la ciudad. Todo esto contrasta con las prácticas culturales en la región huasteca, donde las mismas forman parte del universo simbólico global de los habitantes, quienes las integran de manera natural a su vida cotidiana como marcadores de su identidad. Sin embargo, en la Ciudad de México los huastecos chilanguenses optan por recrear selectivamente algunas de las prácticas culturales de la Huasteca rompiendo la cotidianidad de la vida urbana, ya que lo "huasteco" es visto aquí como algo lejano y ajeno a la vida citadina.

Podríamos decir, por último, que esta especie de ejercicio de multiculturalidad constituye precisamente el espíritu del "ser chilango", ya que permite la convivencia pluricultural en una gran urbe construida a partir de migraciones, y que continúa recibiendo constantemente a miles de personas procedentes de los más diversos lugares y poseedoras de las más heterogéneas costumbres y tradiciones.

En este sentido, la Ciudad de México se nos presenta, por así decirlo, como una ciudad constantemente "trasvestida" con los más diferentes ropajes culturales por sus habitantes, quienes al tiempo que la habitan, la (re)construyen cotidianamente de acuerdo a su imaginario cultural. Así, mientras por un lado el DF se constituye como una de las urbes más grandes y cosmopolitas del planeta, por otro lado es capaz de reservar espacios para la expresión y recreación de las más diversas culturas locales, regionales y/o étnicas, generando de este modo una atmósfera de interculturalidad que hace posible que nadie se sienta completamente extranjero dentro de su ámbito.

 

Bibliografía

Bustos Valenzuela, Eduardo, 1993, "La Música en la Huasteca". Artículo incluido en "Huasteca", coordinado por Ruvalcaba, Jesús y Alcalá, Graciela. Editorial CIESAS. 1a edición. México.         [ Links ]

Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2008, "Diagnóstico de los pueblos indígenas de la Huasteca", en la página http://www.cdi.gob.mx/ini/perfiles/regional/huasteca/06_migracion.html, consultada el 23 de Marzo.         [ Links ]

Giménez Montiel, Gilberto, 2007, Estudios sobre la cultura y las identidades sociales, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente. Primera Edición. México.         [ Links ]

Güemes Jiménez, Román, 2003, La Huasteca. Una Aproximación Histórica. Ediciones del Programa de Desarrollo Cultural de la Huasteca. Primera Edición. México.         [ Links ]

Quezada Ortega, Margarita de J., 2007, "Migración, arraigo y apropiación del espacio en la recomposición de identidades socioterritoriales". Artículo publicado en la revista electrónica "Cultura y representaciones Sociales": http://www.culturayrs.org.mx/revista/num3/quezada.pdf consultada el día 7 de Septiembre de 2007.         [ Links ]

Thompson, John B., 1993, Ideología y Cultura Moderna. Editado por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, México.         [ Links ]

Trejo, Ángel, 2003, "El DF es la décima entidad federativa que reivindica la influencia del son huasteco" Nota publicada en el portal de la Comisión Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) http://www.conaculta.gob.mx/saladeprensa/2003/29ago/huapango.htm consultada el 23 de Marzo de 2008.         [ Links ]

 

Notas

1 Cabe señalar que este análisis forma parte de la tesis de maestría titulada "Prácticas culturales presentes en la 'Huasteca chilanguense' en la zona norte de la ciudad de México", presentada en mayo de 2009 en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. Así, en este artículo habremos de exponer las partes fundamentales del marco teórico y conceptual que guiaron dicho estudio así como la interpretación de los datos empíricos obtenidos a partir de la aplicación de entrevistas profundas a algunos integrantes de la Huasteca chilanguense, así como de la observación selectiva no participante realizada en algunos de los lugares más característicos en donde se reúne esta colectividad.

2 Entrevista realizada para esta investigación al profesor Eduardo Bustos Valenzuela en septiembre de 2008.

3 Entrevista realizada para esta investigación al señor Evodio Federico Isidro en Septiembre de 2008.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons