Introducción
¿O recorremos juntos los últimos tramos de esta crisis, ayudándonos mutuamente por el camino, desde compartir las vacunas de manera justa, hasta ofrecer consejos exactos, compasión y cuidados a todas las personas que los necesiten, como una familia que se extiende por todo el mundo?
La decisión es fácil.
Hay luz al final del túnel, y llegaremos allí siguiendo el camino juntos.
Tedros Adhanom Ghebreyesus
La alarmante situación epidemiológica en relación con la pandemia de COVID-19 ha persistido durante el último año. Este hecho está afectando gravemente a nivel global y regional, provocando invaluables daños económicos, sociales, políticos, medioambientales, entre otros.
Ya se han reportado casos de contagios en 221 países, territorios y áreas de las seis regiones de la OMS (América, Europa, Asia Sudoriental, Mediterráneo Oriental, Pacífico Occidental y África). Cifra que asciende a 83,322,449 casos confirmados (740,221 casos nuevos) y 1,831,412 defunciones (12,502 nuevas defunciones) y una tasa de letalidad global del 2.2% (hasta el 3 de enero de 2021). Específicamente en México, se han confirmado 1,448,755 casos totales y 127,213 defunciones totales por COVID-19 (Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud, 2021).
La pandemia también ha ido aumentando su incidencia de forma vertiginosa en el estado de Quintana Roo. Se evidencia al considerar que fue el 13 de marzo cuando la Secretaría de Salud publicó la noticia: “Hemos identificado el primer caso positivo en Quintana Roo” (Secretaría de Salud, 2020). Y desde entonces “se han notificado 2 mil 43 defunciones y 16 mil 117 casos positivos” (SESA, 2021).
Con los preludios de año nuevo, y la autorización de varios tratamientos y vacunas contra el virus SARSCoV-2, se revive la esperanza de que cada día está más próximo el fin de la pandemia. Aunque esta expectativa no tiene una fecha de cumplimiento, al aprobarse la Política Nacional para ejecutar el Programa de Vacunación contra este virus en México, se percibe “una luz al final del túnel”:
Entre diciembre de 2020 y diciembre de 2021 se recibirán por negociación directa suficientes dosis para inmunizar 17.2 millones de personas (…) Además, se suman 25.8 millones de dosis mediante el mecanismo COVAX, con un total máximo de 116.7 millones de personas vacunadas en México en un período máximo de 18 meses (Cortés, Gómez y Alba, p.8).
Vacunar a la totalidad de la población llevará su tiempo; por tanto, la OMS advierte que: “debemos seguir observando las medidas probadas y acreditadas que pueden protegernos a todos y cada uno de nosotros. Ello significa mantener la distancia física, ponerse mascarillas, practicar la higiene de manos y respiratoria, evitar los lugares concurridos cerrados”, entre otras (OMS a, 2020).
En este escenario, la División de Ciencias de la Salud (DCS) de la Universidad de Quintana Roo (UQRoo), abre un nuevo ciclo escolar: “Primavera 2021”. En el que los estudiantes, personal académico y administrativos realizarán las actividades laborales desde casa y de manera virtual; como se ha estado haciendo desde el mes de marzo de 2020. Asimismo, se deberá seguir afrontando esta situación de desastre sanitario, que ha retado la resiliencia de todos los miembros de la comunidad educativa, la cual tiene la peculiaridad de que muchos de sus profesores y estudiantes forman parte de la primera línea de atención a los enfermos por COVID-19.
Ante estas circunstancias, surge la propuesta del proyecto de generación del conocimiento: Desarrollo y fortalecimiento del proceso de resiliencia en la División de Ciencias de la Salud de la Universidad de Quintana Roo ante la pandemia de COVID-19, el cual responde a las problemáticas de:
Desarrollo
Un suelo es resiliente cuando tras un incendio la flora y la fauna se recuperan, vuelven a la vida, aunque no del mismo modo que antes.
Aparecen una nueva flora y fauna, a veces muy bellas, pero distintas.
Ésta es la más bella imagen de la resiliencia.
Boris Cyrulnik.
Antecedentes
En este apartado se reflexionará en relación con los principales antecedentes que sustentan la propuesta del proyecto. Específicamente, se estará discutiendo acerca de las implicaciones de la pandemia de COVID-19 en la salud mental. También se definirá la Psicología Positiva y la resiliencia como enfoques de investigación y de praxis. Se presentará el Proyecto Universitario de Atención Primaria a la Salud y su vinculación con la propuesta que se sustenta en este trabajo. Por último, se abordarán las Acciones Estratégicas de Resiliencia (AER).
Desarrollo
Salud mental y COVID-19
La gestión global, territorial, comunitaria, familiar e individual para contener el brote de COVID-19, está generando serias afectaciones psicológicas y emocionales. En una entrevista que se le realizara a Dévora Kestel (2020), directora de Salud Mental de la OMS, la funcionaria argumentó: “En las emergencias, guerras o catástrofes una de cada cinco personas va a estar afectada por un trastorno mental, ansiedad, depresión o patologías severas. Y eso es lo mismo hoy. No cambia. Pero ahora es masivo y eso nos tiene que preocupar para poder responder. Uno de cada cinco ya es muchísimo, muchísimo, y muchos más pueden estar afectados por angustia, estrés, pero eso no llega a ser clasificado como una enfermedad mental. Es más, o menos el doble de lo que puede pasar en situaciones normales”.
Particularmente, en el personal de salud, se pueden agravar las manifestaciones disfuncionales. Las mismas estarían relacionadas con la sobreexposición al riesgo de contagio y con la intensificación de su labor ante una sobredemanda de atención en la situación de crisis. Los tipos de manifestaciones más comunes en este sentido pudieran agruparse en:
➢ Emocionales: miedo, ansiedad, culpa, impotencia, frustración, tristeza, depresión, irritabilidad.
➢ Cognitivas: dificultad para concentrase y tomar decisiones, inseguridad, sensación de irrealidad, confusión, negación, imágenes intrusivas.
➢ Conductuales: incomodidad por el uso obligatorio de los medios de protección individual, cefaleas, mareos, dificultades respiratorias, molestias gastrointestinales, dolores musculares, insomnio, trastornos alimenticios y del sueño, hiperactividad, llanto incontrolado, dificultad para descansar y desconectarse del trabajo, consumo de sustancias (café, tabaco, alcohol). (Medina, Cruz y Avila, 2020 p. 61).
Todas estas reacciones se consideran como “normales” ante “situaciones anormales”; no obstante, deberán ser atendidas pertinentemente para que no deriven en una enfermedad de estrés laboral crónico, por ejemplo, en el síndrome de burnout o de desgaste profesional. “Para prevenir y contrarrestar estos efectos se proponen medidas a nivel individual, grupal, institucional y macrosocial que deben ser adoptadas en aras de su cuidado y autocuidado. La atención y preocupación por el bienestar psicológico del personal sanitario debe ser una prioridad” (Medina, Cruz y Avila, 2020. p. 68).
En materia de salud mental, la intervención deberá dirigirse tanto a los aspectos individuales de los afectados, así como a su entorno psicosocial. “Es reconocida la imperiosa necesidad de programas de intervención especializados desde la psicología, en las diferentes fases de la epidemia de la COVID-19” (Lorenzo, Díaz y Zaldívar, 2020). Supuestos sobre los cuales se erige el presente proyecto.
Psicología Positiva y resiliencia
Enfocar esta problemática desde la Psicología Positiva y la resiliencia, enrumba el análisis a favor de resaltar el proceso de reactivar las fortalezas y virtudes humanas, aun en los momentos más críticos. Las raíces de la Psicología Positiva se remontan desde los antiguos griegos; pero resurgió en los años 50 con el trabajo de Maslow cuando hablaba de las necesidades y su influencia en el bienestar (Contreras & Esguerra, 2006); sin embargo, su nacimiento oficial, quedó marcado a partir del discurso inaugural que, como presidente de la American Psychological Association (APA), realizara Martin Seligman en 1998, el cual fue pionero en investigar acerca de cómo las emociones positivas son un factor clave para hacer frente a los problemas de la vida que nos resultan incontrolables o invencibles. Se ha demostrado que ciertos atributos tienen una relación favorable con la posibilidad de ser personas resilientes; no obstante, este es un proceso dinámico que comparte la concepción del carácter bio-psico-social del individuo. Jugando un papel primordial en su potenciación, los agentes socializadores (familia, grupos, escuela, comunidad, etc.) que actúan a través de los mecanismos del proceso enseñanza-desarrollo en un contexto histórico cultural concreto (de la Yncera, 2019).
Profundizando en la historia del término de resiliencia se puede plantear que tiene su origen en la metalurgia, utilizándose para referir la capacidad de los metales de recobrar su forma original después de haber estado sometidos a altas presiones. La Asociación Americana de Psicología (APA, 2016, s/p) define la resiliencia como: “El proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes. Significa "rebotar" de una experiencia difícil, como si uno fuera una bola o un resorte”.
En este sentido, se retoma el tema desde la perspectiva de la “Resiliencia Comunitaria” para indagar acerca de sus manifestaciones en la comunidad educativa que será objeto de estudio. Elbio Néstor Suárez Ojeda es considerado el fundador de esta concepción en Latinoamericana. En sus publicaciones resaltó que a pesar de que algunas comunidades o grupos humanos desaparezcan o se reduzcan frente a las catástrofes; contrariamente, “otros grupos humanos mostraron una gran capacidad de sobreponerse, enfrentar la adversidad, persistir y surgir fortalecidos” (Suárez Ojeda, 1996, p.55). Estas comunidades presentaban las siguientes características que contribuían a su resiliencia: “(...) muy pronto se organizan y reconstruyen, mejorando su planta urbanística y distribuyendo mejor los servicios y funciones, basados en conceptos de equística, lo que luego tiene repercusión favorable en la salud de los habitantes y en el sentido de pertenencia de todos los ciudadanos. Es evidente que estas comunidades han contado con una especie de escudo protector, surgido de sus propias condiciones y valores, lo que les permitió “metabolizar” el evento negativo y construir sobre él (Suárez Ojeda,2011, p. 71).
¿Qué nos está demostrando la crisis generada por la pandemia de COVID-19? Que el trabajo en cuanto a la prevención de riesgos y promoción de resiliencia debe ser una tarea permanente y constante en la sociedad actual. La resiliencia no es una cualidad estática, el ser resiliente o no, dependerá de la relación transaccional que se establezca con el contexto de riesgo en el cual emerge este proceso.
De manera general, se puede plantear que en este proyecto de investigación se estará asumiendo un proceso de resiliencia en la comunidad educativa: “A partir de reorganizar todos sus recursos y reconstruir su sistema. Y una vez superada la adversidad, sus miembros habrán alcanzado niveles superiores en su desarrollo. A partir de la interacción con un “otro significativo” y desde la interrelación sistémica de cada uno de los niveles (individual, grupal, institucional) se pueden alcanzar estos logros. Y combinando estas acciones con la fuerza mancomunada que emana de la multidisciplina y la intersectorialidad. Actuando desde la prevención, la educación y asumiendo una postura histórica-cultural, ética y comprometida con el mejoramiento humano y el bienestar psicosocial (De la Yncera, 2019).
Proyecto Universitario de Atención Primaria a la Salud
Los estudiantes de la DCS, desde su primer período de clases hasta que cursan su cuarto período, están incorporados al Proyecto Universitario de Atención Primaria de Salud (PU-APS). Entre los autores de este trabajo, las profesoras que laboran en la DCS también forman parte del PU-APS. Desde sus roles como docentes, contribuyen a la organización y acompañamiento de las intervenciones de salud que se realizan en comunidades cercanas a este centro de estudios.
“En este nivel primario de intervención, nuestros estudiantes de Medicina, Enfermería y Farmacia tienen la posibilidad de acercarse a toda la población: tanto a la que padece alguna enfermedad, como a la sana. Como se ha manifestado en otros estudios, este aspecto es muy importante, ya que contribuye a evitar que los factores de riesgo de enfermar que puedan estar presentes lleven a las personas a una condición que pueda comprometer su salud” (De la Yncera & Peña, 2019, p.145).
Debido a la pandemia de COVID-19, se suspendieron las actividades del PU-APS en estas comunidades. En la nueva modalidad, las acciones de promoción de salud estarán dirigidas hacia los estudiantes y sus propias las familias. Muchas de las cuales, están relacionadas con temas de salud mental y autocuidado. En este sentido, se es del criterio que han sido muy positivas estas acciones, ya que contribuyen también al fortalecimiento y la educación psicosocial en desastres en la comunidad educativa de la DCS.
¿Qué ocurre hoy en estos tiempos de COVID -19? Se ha develado la necesidad de formar a la población en primeros auxilios psicológicos y otros temas de salud mental. A medida que hay menor conflictividad, mayor autocuidado, mayor bienestar; los individuos y grupos pueden por sí mismo tener mayor capacidad de reactivar, de amortizar y de retomar el control de las situaciones de crisis.
“La primera ayuda psicológica es algo que hay que cultivar desde la niñez y la infancia. En la familia, en la comunidad, en cada nivel de enseñanza y particularmente en la universidad, desde la enseñanza universal, y en particular desde la profesión que se estudia” (Lorenzo, 2020).
Acciones Estratégicas de Resiliencia (AER)
El término de Acciones Estratégicas de Resiliencia (AER) es un concepto que ha emergido de la investigación en diversos escenarios de práctica (de la Yncera,2019; de la Yncera & López, 2019; de la Yncera & Peña, 2019). Los resultados del presente proyecto continuarán argumentando teórica y metodológicamente este término.
Para su definición se ha considerado que las estrategias son formas de realizar la planificación y dirección de las acciones encaminadas para alcanzar determinados objetivos, teniendo en cuenta dos cuestiones: el contexto o ámbito concreto sobre el que se pretende incidir y la especificidad del objeto hacia el cual se dirigen, lo cual es posible debido a su carácter consciente, intencional y dirigido a la solución de problemas de la práctica (Porter, 1997), manifestándose como “procedimientos adaptativos”, o conjunto de ellos, a través del cual se organiza la acción (Saturnino de la Torre, 2000). Asimismo, algunos autores argumentan que a partir de las estrategias se transforma el objeto desde un estado real a uno deseado; mediante el conjunto de acciones secuenciales e interrelacionadas que parten de este estado inicial, que está dado por el diagnóstico, y permiten dirigir el paso a un estado ideal, que es consecuencia de la planeación (Valle Lima, 2007).
Otra cuestión primordial que no se debe descuidar, es que las estrategias tienen un carácter personalizado e irrepetible. O sea, su validez depende del momento y el contexto para los que fueron organizadas; lo que no significa que muchas de sus acciones y proposiciones carezcan de generalización. No lo vemos así, solo que, como “trajes a la medida”, éstas deberán ajustarse a cada uno de los escenarios, objetos y protagonistas.
En resumen, se puede plantear que para garantizar los resultados favorables en la ejecución de las acciones estratégicas se deberá tener un diagnóstico donde se identifique el estado real del objeto, así como fortalezas, debilidades, amenazas y oportunidades de este y de su entorno inmediato. También se partirá de un objetivo general que enunciará el estado deseado con la aplicación de la estrategia.
Las acciones estratégicas específicas estarán orientadas hacia las actividades a emprender, con sus correspondientes objetivos, modo de actuación para alcanzarlos e indicadores de medición de los avances logrados. Por último, se deberá evaluar el cumplimiento de los indicadores definidos. Además de los logros, obstáculos que se han ido venciendo, se hace una valoración de la aproximación lograda al estado deseado.
Específicamente, las Acciones Estratégicas de Resiliencia (AER) comparten estas características antes mencionadas, y están encaminadas a “fortalecer el proceso de resiliencia ante eventos adversos y desarrollar competencias de dominio ético y de profesionalismo para el desempeño exitoso” ante la actual y futuras crisis (de la Yncera & Peña, 2020).
En los últimos dos años: antes y durante la pandemia de COVID-19, se han ejecutado varias AER en la DCS, de las cuales se presentan algunos ejemplos en la Figura1.
Acciones | Objetivos |
---|---|
1. Curso-taller. Resiliencia aplicada al desarrollo de comunidades educativas | Compartir estrategias para fortalecer el proceso de resiliencia en las comunidades educativas mediante el trabajo grupal y desde una concepción humanista |
2. Taller; Resiliencia aplicada al desarrollo de comunidades educativas en tiempos de crisis | Compartir estrategias para fortalecer el proceso de resiliencia en las comunidades educativas en situaciones de crisis por COVID-19 |
3. Talleres de tutoría para estudiantes de nuevo ingreso | Favorecer en los estudiantes de nuevo ingreso el proceso de inserción en la educación superior que se refleje en un bajo índice de deserción en el primer año escolar |
4. Jornadas de concientización sobre tolerancia y la no violencia | Sensibilizar sobre la importancia de la tolerancia y la no violencia, con la finalidad de fomentar responsabilidad, respeto y conciencia en la comunidad educativa |
5. Murales temáticos | Divulgar de manera atractiva temas de salud y resiliencia, fechas conmemorativas y otros temas de interés de los estudiantes |
6. Actualización curricular de los programas de asignatura | Fortalecer en los programas educativos de la DSC las competencias socioemocionales |
7. Desarrollar proyectos de investigación | Fortalecer la investigación en las temáticas relacionadas con la resiliencia en comunidades educativas |
Fuente: De la Yncera & Peña, 2020.
En una publicación que salió a la luz recientemente (de la Yncera & Peña,2020) se explica cada una de las AER que se presentan en la figura anterior. De manera general, se puede decir que “La implementación de AER en la DCS (…) ha sido una herramienta de planificación útil para orientar las actividades por emprender, con sus correspondientes objetivos, modos de actuación y los indicadores de medición de los avances logrados” (de la Yncera & Peña, 2020).
Justificación
Ante la contingencia del desastre sanitario de COVID-19, muchas veces los mecanismos que han sido utilizados para afrontar otras eventualidades cotidianas se vuelven inefectivos, razón por la cual se perturba el equilibrio emocional de los damnificados y pueden aparecer alteraciones del psiquismo de carácter transitorio o duradero; proceso en el que juega un papel fundamental el grado en que el sistema social sea capaz de organizarse, y de incrementar su capacidad de aprender de desastres pasados, a fin de protegerse mejor en el futuro, y mejorar las medidas de reducción de los riesgos.
Se comparte la premisa, de que para ayudar a otros, debemos aprender primero a ayudarnos a nosotros mismos; por tanto, resulta muy pertinente implementar acciones dirigidas a elevar la cultura psicosocial en desastres en el ámbito de las comunidades educativas dedicadas a las ciencias de la salud, para fortalecer su resiliencia ante las crisis.
En la planificación de este proyecto se consideró que el mismo debería encaminarse a la preparación psicosocial de la comunidad educativa de la DCS, ya que resultaba esencial continuar estimulando en dicho espacio su responsabilidad ante el manejo de los riesgos con un elevado nivel de preparación que fortaleciera su capacidad de respuesta (Guasch, 2006).
Derivada de esta necesidad, el presente proyecto estará encaminado a responder la siguiente pregunta de investigación: ¿Cómo se manifiesta el proceso de resiliencia en la División de Ciencias de la Salud (DCS) de la Universidad de Quintana Roo (UQRoo), para generar intervenciones encaminadas a su desarrollo y fortalecimiento en los miembros de esta comunidad educativa ante la pandemia de COVID-19?
Como ya se ha expuesto anteriormente, la DCS, como el resto de las instituciones de educación superior de la república mexicana, tuvo que afrontar el reto de la “nueva normalidad” ante la pandemia. Como profesionales de las ciencias psicológicas, los autores del presente trabajo ratifican que en esta situación adversa se van a desarrollar con mayor frecuencia y profundidad alteraciones psicológicas; por tanto, resulta inminente la necesidad de preparar, desde las evidencias científicas, a los miembros de la comunidad educativa en temas de salud mental y primeros auxilios psicológicos, y otros que fortalezcan sus pilares de resiliencia.
En la Guía para la prevención, preparación y la gestión de emergencias en el contexto del COVID-19 propuesta por el CENAPRED se recalca que: “La planeación de la recuperación post-emergencia o desastre deberá considerar acciones en materia de salud mental para el retorno a clases y a los centros de trabajo con el objetivo de prevenir el bullying, estigmatización, actitudes de violencia y favorecer el manejo adecuado de emociones y del estrés” (CENAPRED, 2020, p. 12).
Objetivos
A continuación, se hará referencia a los objetivos general y específicos que guiarán las acciones del presente proyecto.
Objetivo general: Comprender cómo se manifiesta el proceso de resiliencia en la División de Ciencias de la Salud de la Universidad de Quintana Roo, para generar intervenciones encaminadas a su desarrollo y fortalecimiento en los miembros de esta comunidad educativa ante la pandemia de COVID-19.
Objetivos específicos:
Caracterizar los pilares de resiliencia presentes en los miembros de la comunidad educativa de la DCS de la UQRoo.
Plantear un Mapeo Teórico relacionado con el proceso de resiliencia ante la pandemia de COVID-19.
Argumentar teórica y metodológicamente las Acciones Estratégicas de Resiliencia (AER).
Implementar Acciones Estratégicas de Resiliencia (AER) encaminadas al desarrollo y fortalecimiento de este proceso en los miembros de la comunidad educativa de la DCS ante la pandemia de COVID-19.
Metas
Por la novedad del tema de estudio, las metas que se propone este proyecto están dirigidas a la comprensión de cómo se está manifestando el proceso de resiliencia en la comunidad educativa de la DCS ante la pandemia del COVID-19; además de implementarse Acciones Estratégicas de Resiliencia (AER) encaminadas a fortalecer los pilares de resiliencia en este contexto.
Metodología
La presente investigación estará orientada desde la metodología cualitativa con un diseño flexible y abierto. Mediante la investigación- acción se realizará el proceso de producción de conocimientos para guiar la práctica, el cual conlleva a la modificación de una realidad dada como parte del mismo proceso investigativo; por tanto, el conocimiento se produce simultáneamente a la modificación de la realidad, llevándose a cabo cada proceso en función del otro, o debido al otro (Oquist, 1978), mediante una perspectiva crítica, formativa, de construcción de conocimientos y de cambio social (Goyette y Lessard Hebert, 1987).
De acuerdo con los objetivos del proyecto, se pondrán en práctica Acciones Estratégicas de Resiliencia (AER), las cuales se fundamentarán a partir de los resultados alcanzados en la investigación.
Se utilizará en el análisis de los resultados la Teoría Fundamentada mediante la cual se someten los datos recopilados a un proceso de análisis por codificación y categorización (Strauss y Corbin, 2002).
Los participantes en este estudio se elegirán teniendo en cuenta el muestreo intencional, no probabilístico y por “la técnica de bola de nieve”, donde unos sugieren a otros.
Los criterios de inclusión serán los siguientes:
a) Ser miembro de la comunidad educativa de la DCS: estudiantes, familiares, profesores, decisores.
b) Tener más de 18 años.
c) Tener disposición para participar y que firmen el consentimiento informado: A través de este proceso se les comunica los objetivos de la investigación, el procedimiento y aspectos éticos a considerar. Así como los datos de procedencia de quienes están realizando el estudio, respetando los principios de voluntariedad de las personas.
Infraestructura disponible
Las actividades del proyecto están alineadas a las del PU-APS. Por tanto, se contará con la participación de estudiantes y profesores de este otro proyecto universitario. También se considera la opción de que al retorno al trabajo presencial, se puede usar el laboratorio de APS, el cual está equipado y con buenas condiciones. Mientras se continúa el trabajo en línea, se utilizarán los recursos personales de computadora, y otros que sean necesarios.
El proyecto será sometido a convocatorias para buscar financiamiento y recursos que contribuyan a su puesta en práctica de manera más exitosa; por ejemplo, las convocatorias de PRODEP y los Fondos Mixtos CONACyT.
Incidencia del proyecto en documentos estratégicos institucionales o cuerpos académicos
Este proyecto se insertará en el Cuerpo Académico: Comunicación, educación y comunidad; inscrito en la DCS de la UQRoo. Además, desde el año 2018, se han realizado acciones dirigidas a comprender y fortalecer el proceso de resiliencia ante situaciones de crisis en la comunidad educativa de la DCS. Dentro de los productos obtenidos por estas acciones figuran: la participación como ponente en varios eventos nacionales e internacionales, dos capítulos de libros, un curso de postgrado y varios talleres impartidos.
Productos entregables
Se planifica al menos dos tesis de Licenciatura vinculadas al proyecto y al menos tres artículos científicos en revistas científicas de impacto. Asimismo, la participación como ponentes en 4 eventos nacionales y 4 eventos internacionales.
Participantes o formación de recursos humanos
Como ya se ha referido anteriormente, en el presente proyecto se planea que se integren algunos estudiantes y profesores que están insertados al PU-APS. En este caso, se encuentran las autoras de este artículo que trabajan en la DCS. La Dra. Nadiosly de la Caridad de la Yncera Hernández, quien figura como responsable del proyecto, desde su rol como docente de la asignatura de Salud Pública I, participa en el espacio de prácticas del PU-APS. En el caso de la Mtra. Lilia Denisse Peña Salazar, también se inserta en el PU-APS, y además, es estudiante de doctorado en el Centro de Estudios para la Calidad Educativa y la Investigación Científica. Su tesis aportará importantes resultados.
A pesar de que el contexto de aplicación del proyecto se refiere a la División de Ciencias de la Salud (DCS) de la Universidad de Quintana Roo (UQRoo), la presencia de investigadores de otras universidades internacionales lo ha estado enriqueciendo desde su planteamiento. Se ha venido realizando trabajos colaborativos con el Dr. Alexis Lorenzo Ruiz, con amplia experiencia en Psicología de emergencias y desastres, autor también de este artículo. Asimismo, se están proyectando acciones hacia otros espacios universitarios nacionales e internacionales, y el intercambio de académicos y estudiantes.
Conclusiones
En una situación de emergencia y desastre de magnitud mundial, como la que se está viviendo actualmente, resulta prioritario fortalecer el proceso de resiliencia ante esta crisis en nuestras comunidades educativas. Específicamente, los centros de educación superior dedicados a las ciencias de la salud, que forman al personal que cuida y ayuda a otros; deberán priorizar los aspectos psicosociales y de salud mental, con el fin de fortalecer las estrategias de autocuidado y autoayuda en cada uno de sus miembros; por tanto, se considera muy pertinente ejecutar proyectos como el que se presenta en este trabajo, que estén dirigidos a comprender cómo se manifiesta el proceso de resiliencia, para generar intervenciones encaminadas a su desarrollo y fortalecimiento, desde un enfoque investigativo, proactivo, formativo, psicosocial y participativo.