“La politización de las masas
se propone no infantilizar a las masas,
sino hacerlas adultas”.
(FrantzFanon, 1983)
Introducción
La liberación del ser humano abarca, en general, a hombres y mujeres inmersos en situaciones de opresión y violencia política-económica. En cuanto objeto de reflexión, la liberación del ser humano ha sido abordada por el pensador martiniqués Frantz Fanon a través de cuatro obras, aunado a los artículos que abordan el pensamiento de Fanon en esa veta. En este sentido, se comienza el análisis por la cuestión de la liberación mediante lo cultural-subjetivo, en tanto que Fanon lee la realidad histórica desde una perspectiva psiquiátrica, aunque, acontecimientos como la lucha por la independencia en Argelia, le permitieron entender que la liberación no solo tiene que ser mental, sino también política. Así pues, se considera que la liberación del ser humano debe ser total o rotunda, pero no totalitaria.
La desalienación es un momento de la liberación, pero se necesita de la revolución para consumarla. No debe olvidarse que Fanon leyó a Hegel, quien acude a las etapas-momentos dialécticos, como se constata en su “Fenomenología del espíritu” (2017). La digresión es pertinente porque permite decir que la liberación del ser humano implica la transformación del orden social imperante. Es decir, tienen que ser superadas la opresión y la violencia para que el ser humano se manifieste sin más. Los oprimidos y violentados no son bestias, sino que la animalización e inferiorización los ha perjudicado para beneficiar a una minoría que se considera el pináculo y representante de lo humano.
La liberación del ser humano no ha perdido vigencia histórica y teórica, y aunque no es que todo permanezca igual, la opresión y violencia no han cesado de repercutir en hombres y mujeres. La lectura de la obra de Fanon es necesaria, dado que lo dicho por el pensador martiniqués teórica y políticamente tiene sentido en algunos aspectos del presente, por ejemplo, la discriminación hacia los migrantes y la explotación a gran escala. Ahora bien, se leyó a Fanon en cuanto guía y provocador, es decir, se ha entendido grosso modo su pensamiento. A partir de ahí, los cuestionamientos aparecen súbitamente: ¿es necesaria la liberación respecto al libre mercado y la globalización económica? ¿Por qué se rehúye del otro y se opta por incluirlo bajo las categorías del poder dominante? La liberación no ha caducado, puesto que las estructuras e instituciones sociales formalmente democráticas impiden de facto la realización histórica y política de las minorías en términos económicos y étnico-culturales.
La máscara o la alienación humana
En la obra intitulada “Piel negra, máscaras blancas” (2009), Frantz Fanon se propone problematizar al “negro”, y tal propósito necesita una mediación, para que el negro sea objeto y sujeto a la vez. Además, problematizar al negro es visibilizarlo, mostrar su ser desplegándose en la historia. Al mismo tiempo, al abordar al negro en tanto problema Fanon detecta que aquel está alienado, pues da todo de sí para parecerse al blanco, el cual se torna en el canon de lo civilizado:
Sí, tengo que vigilar mi elocución porque se me juzgará un poco a través de ella... Dirán de mí, con mucho desprecio: ni siquiera sabe hablar francés… Es el hombre negro frente a la lengua francesa lo que nos interesa. Queremos entender por qué le gusta tanto al antillano hablar francés. (Fanon, 2009:51-55)
La blancura para Fanon es más que un asunto referido a la piel y, aunque su dominio parte de ahí, lo relevante es que se convierte en una Weltanschauung.1 Así pues, el antillano desea hablar francés porque se percata que el hablante de esa lengua ocupa lugares de privilegio en la sociedad: burocracia, escuela, plaza pública; dado el panorama pareciera que el blanco es libre. Sin embargo, Fanon considera que este también se encuentra alienado, por lo tanto, el desafio es desalienar al negro y al blanco en aras de que se muestre al ser humano sin más.2 La alienación respecto a la cultura dominante, ahí radica el meollo del asunto.
Por otro lado, el negro no va a liberarse mientras siga aspirando a apropiarse de la lengua y los ideales de la cultura que necesita dominar a los otros para ser, y que además mantiene a los suyos extraviados y fuera de sí. Ahora bien, es necesario acotar que el negro alienado es el culto y letrado, su alienación repercute en los suyos en la medida en que se hace cargo de las instituciones de la sociedad. Si la cultura dominante es segregacionista, el que aspira a apropiarse de sus valores, cuando logre dicho cometido, va a replicar el segregacionismo hacia aquellos que considera inferiores a él, en tanto que no se han apropiado de la lengua civilizada: la francesa, inglesa, española.
Frantz Fanon, como psiquiatra, considera que la desalienación tiene que comenzar por la psique, y esta se constituye en la cultura: tradiciones, educación. En este sentido, el “yo“ que se controla a sí mismo y el mimético no aparecen por casualidad en la historia, su manera de mostrarse es deudora de lo que les ha sido transmitido. Sin embargo, al apelar a la desalienación, Fanon está lejos de ser un pensador de las esencias y los determinismos: “Toda crítica de lo existente implica una solución, si es que uno puede proponer una solución a su semejante, es decir, a una libertad” (Fanon, 2009:77). Aunque el blanco también esté alienado, él no va a desear transformar la cultura dominante, dado que se beneficia de ella. Así pues, le corresponde al negro cuestionar sus prácticas e intentar superar la cultura segregacionista y violenta.3
¿Cómo desalienar la psique si por doquier se alude a la obediencia? La lengua dominante no solo es una forma de hablar, sino también de pensar. En este orden, al decir negro se hace alusión a lo sucio, feo y desobediente. Ahora bien, nadie quiere ser expulsado de la sociedad, por lo tanto, el de piel negra se propone obedecer las reglas de la cultura dominante: “Como no podía ennegrecer nada más, como no podía negrificar el mundo, ella intentó, en su cuerpo y en su pensamiento, blanquearse” (Fanon, 2009:68). No obstante, el blanco también está alienado y no tiene caso imitar su cultura, por lo que entender esa situación es crucial para asumir la crítica de lo existente. Además, la libertad empieza ahí en donde se asumen las consecuencias de una decisión, no hay libertad para el temeroso.
Para Fanon, la sociedad por venir es aquella que esté conformada por seres humanos libres, donde la libertad no dependa de una Weltanschauung específica, mas no es que pretenda suprimirla, ya que al ser humano le es imposible orientarse en la historia sin ella. No obstante, es absurdo reducir la libertad a determinados cánones culturales puesto que, si la libertad depende de algo, es de las condiciones materiales del yo que asume el riesgo de decidirse. En este sentido, la libertad es limitada, pero no innecesaria. Por otra parte, en el contexto en que Fanon enuncia la importancia de aspirar a construir una sociedad libre, denunciando la alienación de la sociedad existente, lo relevante radicó principalmente en la crítica del orden y en señalar que tanto blancos como negros se hallaban alienados dentro de la cultura dominante.
Esta cultura dominante y detonadora de la alienación, a juicio de Fanon, impide que se dé un encuentro sano entre el blanco y el negro, situación que el autor cree que al desalienar la psique de ambos puede virar. La cura de la psique necesita desechar los prejuicios que sostienen a la cultura dominante: los blancos nacieron para mandar y son aptos para pensar racionalmente, y el negro solo mediante la imitación puede acceder a la cultura. Además, la cura de la psique tiene que ser permanente, y así, evitar que nuevos prejuicios impidan encuentros y relaciones sanas, se trata de transformar el mundo, no de repetirlo.4
La alienación de la que son objeto tanto el blanco como el negro repercute con mayor violencia en el negro, puesto que es víctima del racismo. Es decir, no solo se gobierna sobre él porque es “desobediente y reacio al aprendizaje”, sino porque la naturaleza “así lo ha determinado”. Sin embargo, es necesario recordarlo, el racismo es una práctica circunscrita a la historia y, por lo tanto, puede ser erradicada a través de la resistencia de las víctimas:
Yo empiezo a sufrir por no ser un blanco en la medida en la que el hombre blanco me impone una discriminación, hace de mí un colonizado, me arrebata todo valor, toda originalidad, me dice que yo parasito el mundo, que tengo que ponerme, lo más rápidamente posible, a la altura del mundo blanco. (Fanon, 2009:102)
¿Por qué el mundo blanco se asume como el mejor de los posibles? ¿Quién le dijo al blanco que su ser en la historia es el único capaz de poblar el espacio e instaurar una cultura? Si el blanco está alienado es porque no se da cuenta que su mundo solo es un fragmento de la realidad y porque su ansia de totalidad lo desespera. Gobierna sobre los otros, pero no sobre sí mismo. El gobierno sobre los otros es inestable, puesto que en cualquier momento surge la rebelión, la disconformidad por el estado de las cosas. Esta inestabilidad hace que el blanco recurra a la violencia, y así, desaparece de la historia lo que trastoca el orden social. Ahora bien, si el negro se rebela es porque la integración ha sido insuficiente para su realización: ha logrado parecerse al blanco, pero solo a través del mimetismo, de ahí que nunca esté en igualdad de condiciones respecto al creador de la Weltanschauung dominante.
Frantz Fanon no deja de insistir en que el blanco constituye al “yo” del negro, por lo que afirmarse como negro es una cuestión de estrategia y no de esencia. Es decir, el negro es diferente en palabra y acción, y debe manifestar esa diferencia para disolver el dominio de la Weltanschauung del blanco. Sin embargo, no se trata de establecer una hegemonía de lo negro, sino de tensar la realidad sociohistórica para abrirle la posibilidad a la libertad y la manifestación del ser humano sin más:
La conciencia negra es inmanente a sí misma. Y no soy una potencialidad de algo, soy plenamente lo que soy. No tengo que buscar lo universal. En mi seno ninguna probabilidad se realiza. Mi conciencia negra no se ofrece como carencia. Ella es. Es seguidora de sí misma… Hemos dicho en nuestra introducción que el hombre era un sí. No dejaremos de repetirlo… Sí a la vida. Sí al amor. Sí a la generosidad… Pero el hombre es también un no. No al desprecio del hombre. No a la indignidad del hombre. A la explotación del hombre. Al asesinato de lo que hay más humano en el hombre: la libertad. (Fanon, 2009:128-183)
La desalienación de la cultura repercute en la psique y las actitudes. Por ejemplo, dejar de pensar como amo y dar cabida a lo que Fanon denomina “reconocimientos recíprocos”. Dicho así, pareciera que se apuesta por lo imposible, esto es, transparentar la sociedad. No obstante, aspirar a una sociedad en la que el ser humano sea libre le resta resignación a la existencia y propicia que se anime a cuestionar el estado de cosas. Con ello, el presente deja de ser trágico y la libertad se manifiesta en situaciones específicas: el blanco deja de creerse el dueño del mundo, el negro se reivindica, y los derechos del amo se valoran como instrumentos, pero dejan de ser finalidad en sí mismos. Sin embargo, los fantasmas retornan; el blanco no desiste y quiere continuar siendo el principio y el fin de la historia. Además, al liberarse, el negro con frecuencia incurre en injusticias con aquellos que considera inferiores. ¿Es la historia humana un eterno retorno? ¿Necesitan las sociedades de las jerarquías para persistir? Fanon considera que es posible otra historia y otra sociedad, pero es necesario que el ser humano decida liberarse y no haga depender sus acciones de la Historia, de la Raza.5
La desalienación de la psique a través de la revolución
Frantz Fanon considera crucial modificar la psique del ser humano, desalienarlo para que pueda manifestarse libremente, sin máscaras. Ahora bien, en su obra intitulada: “Sociología de una revolución” (2012), Fanon encuentra una forma concreta para que el ser humano se libere de la alienación y la opresión. Aunque dicho texto se refiere a la revolución argelina, no es descabellado extender o universalizar el caso, en el sentido de mostrar cómo, mediante la intervención política, el ser humano puede convertirse en alguien verdaderamente libre.6
La revolución argelina no es una acción sustentada por la idea de la lucha de clases, pues su objetivo es erradicar el colonialismo. Sin embargo, lo que pareciera ser benéfico para una población es en realidad la causa de su opresión, por ejemplo, dada la riqueza de Argelia, el francés emprende acciones opresivas contra el árabe: “El colonialismo pelea por reforzar su dominio y su explotación humana y económica. Procura también mantener idénticas la imagen que tiene del argelino y la imagen devaluada que el propio argelino tenía de sí mismo” (Fanon, 2012:10). La revolución quiere superar el dominio y la explotación, de ahí que Fanon se muestre entusiasta ante lo acaecido en Argelia.
No basta con decir que ya no se quiere replicar las actitudes del amo, sino de hacer algo para que las actitudes dominantes sean erradicadas. En este sentido, la revolución no solo trastoca las condiciones materiales, sino también las subjetivas. Si la dominación genera segregación, la revolución requiere la comparecencia de los oprimidos y marginados, además de dar cabida a situaciones sociopolíticas que no pidan a los participantes imitar una Weltanschauung para tener voz y voto. Ahora bien, es preciso delimitar la acción y evitar su dispersión, de ahí que Fanon avizore una nación argelina en términos estratégicos, es decir, la nación es pensada en tanto oponente político del colonialismo. Además, esta nación no solo le pertenece al árabe, sino también a las demás minorías oprimidas y segregadas por el colonialismo, como, por ejemplo, los negros. La nación para Fanon es política y no identitaria, pues el colonialismo no solo incide en la subjetividad, sino también en lo objetivo o material.
Fanon se muestra entusiasta ante la revolución en Argelia, ya que percibe en ella la agonía del colonialismo, más la revolución también trastoca al mundo árabe en tanto que la mujer interviene en el acontecimiento. La mujer árabe, históricamente, estaba bajo potestad del varón -el padre, el hermano, el esposo- y dicha situación, a los ojos del colonialista francés, debía desaparecer, aunque él tampoco pretendía la liberación de la mujer, sino su apropiación:
En el programa colonialista, la mujer está encargada de la misión histórica de desviar y empujar al hombre argelino. Convertir a la mujer, ganarla para los valores extranjeros, arrancarla de su situación es a la vez conquistar un poder real sobre el hombre y utilizar medios prácticos y eficaces para destruir la cultura argelina. (Fanon, 2012:19)
La mujer argelina es vista como instrumento para el colonialista, quien no la considera para coexistir, sino para instrumentalizarla, y así, destruir a los árabes. Sin embargo, la revolución modifica las actitudes de la mujer árabe, quien le dice no tanto a sus costumbres como a la apropiación colonial, con lo que se da una doble negación para obtener la libertad. Además, la intervención es necesaria para superar la opresión, por eso la dominación propaga la inacción. Con la revolución, la árabe se convierte en sujeto e inquiere sus costumbres, pero también la opresión e invasión sustentada en la Weltanschauung de la fraternidad, libertad e igualdad.7
Los ideales de la ilustración francesa son pulverizados por la realidad histórica y política de la Francia colonialista, para quien los otros no son libres, iguales y fraternos. De hecho, ¿por qué fomentar e imitar los ideales de una nación que invade y se apropia de territorios y pueblos? ¿Son necesarios los ideales ilustrados para que una revolución tenga validez? La mujer argelina anhelaba liberarse de la potestad del varón y del colonialismo francés, por lo tanto, son los acontecimientos políticos e históricos los que van provocando las revoluciones-liberaciones, no hay acción sin esperanza. Es decir, los disconformes con lo que ocurre esperan un cambio en la situación, por lo que se deciden a intervenir, a veces, a costa de sus propias vidas. Sin embargo, la lucha por la libertad no es una oda al sacrificio, pues se quiere ser libre respecto algo en específico: el colonialismo, la explotación.
La libertad para los oprimidos se consigue a través de la lucha, donde ellos mismos se liberan. Por otro lado, un acontecimiento de gran calado como una revolución cambia el significado de los símbolos, las palabras y las cosas en general. En este sentido, lo que en un momento es considerado opresivo y non grato de pronto se asume en tanto factor de resistencia; por ejemplo, en el caso de la revolución argelina, el velo y la radio fueron útiles para propagar y afianzar el acontecimiento. Cualquier proyecto político fracasa sin creatividad, es decir, la falta de apertura mental y flexibilidad puede condenar al fracaso a las revoluciones y movimientos de liberación, donde también es crucial el pragmatismo para hacer uso de los medios al alcance.
Es fundamental la disposición a salir de sí, y poder adquirir del otro lo que enriquezca el modo de vida. En este tenor, para Fanon no se trata de particularizar, sino de universalizar, ya que su crítica se dirige hacia lo Uno en tanto dominio a través de una Weltanschauung en particular: francesa, inglesa. Así pues, Fanon no ve con recelo el cambio en los significados de los símbolos, las palabras y las cosas mediante la reflexión. Ahora bien, el colonialismo propaga la pasividad, y pretende que los colonizados solo se dediquen a imitar y obedecer. Por lo tanto, no es casual que Fanon se muestre entusiasta respecto a la intervención de la mujer en la revolución argelina, ya que en ella el prejuicio de que los “inferiores” únicamente imitan y obedecen ha ocasionado una violencia sin parangón:
Las mujeres en Argelia, a partir de 1955, comienzan a descubrir sus propios modelos. En efecto, en la sociedad argelina circula la historia de muchas mujeres que, en los djebels o en las ciudades, mueren y son encarceladas para que nazca la Argelia independiente. Esas mujeres militantes encarnan los sistemas de referencia en torno a los cuales la imaginación de la sociedad femenina de Argelia entrará en ebullición. La mujer-para-el-matrimonio desaparece progresivamente y cede su lugar a la mujer-para-la-acción. La joven es sustituida por la militante y la mujer indiferenciada por la hermana (Fanon, 2012:83).
La independencia repercute tanto en la liberación política de una sociedad como en la de la subjetividad individual. Es decir, cuando hombres y mujeres deciden romper con las tutelas, detonan una transformación en el estado de cosas y, al mismo tiempo, en su percepción. Así pues, la desalienación de la sociedad no forma parte de lo irrealizable, aunque el proceso no es sencillo, en cuanto está atravesado por crisis y conflictos.
Frantz Fanon destaca la importancia de matizar el pensamiento, puesto que, si ya en “Piel negra, máscaras blancas”, le era imperante humanizar al blanco y al negro para desalienarlo; con lo ocurrido en Argelia se percata que eso solo es posible a través de la lucha e intervención política, y en la medida en que estas sean ejercidas se van a transformar las condiciones materiales y percepciones del mundo. La libertad, en cuanto autonomía del ser humano y soberanía nacional, va erradicando la alienación en tanto enajenación e imitación de la conciencia y las acciones.8
La opresión se intenta humanizar, esto es, declara que se le ofrece a los oprimidos el ingreso a la cultura dominante: ideales, educación, derechos. No obstante, el negro, el árabe, la mujer, están cuasi fuera de la Historia, porque no se les permite tomar decisiones; su voz es un balbuceo que de pronto estalla en movimientos libertarios y revolucionarios: “La lengua y la cultura no bastan para formar parte de un pueblo. Es necesario algo más: una vida común, experiencias y recuerdos comunes, metas comunes. Todo esto me faltaba en Francia” (Fanon, 2012:152). Frantz Fanon piensa la política en tanto acción libertaria y común, ello embona con su pensamiento respecto al ir más allá de una nación basada en parámetros culturales e identitarios.
La liberación de la opresión es lo que vio Fanon en Argelia, de ahí su entusiasmo en cada acción analizada y explicada. Ahora bien, las liberaciones no son absolutas, sino históricas; lo ocurrido en Argelia sirve para hacer constar que la lucha por la libertad vale la pena. Es decir, no es infructuoso oponerse a los poderes y su respectivo deber ser, ya que cada acción emprendida sirve para limitar la dominación. Por supuesto que es deseable su erradicación, sin embargo, en términos estratégicos el todo o nada es fútil. Así pues, esperar que el mundo sea tal cual la imaginación y el deseo lo proyectan es renunciar a la realidad. Por ejemplo, en un caso extremo, más no improbable, pueden estar violentando a hombres y mujeres al tiempo que, en el mismo espacio, alguien da un discurso sobre ética y humanismo y el orador no interviene porque lo que está sucediendo no afecta y tampoco interpela a los hombres y mujeres que habitan en su modelo del mundo: República, Revolución, Humanismo.9
Liberación o fin de la opresión
La opresión suscita condiciones socioeconómicas desfavorables para los oprimidos y también los aliena. En este sentido, Frantz Fanon en “Los condenados de la tierra” (1983), piensa la liberación en tanto acción que repercute en la subjetividad y el cuerpo de los oprimidos. Así pues, la liberación es revolucionaria y no reformista, pues modifica de raíz las condiciones y posibilidades de vida. Es decir, al liberarse, los otrora oprimidos ya no esperan indicaciones para vivir, además proyectan lo que anhelan llegar a ser:
La descolonización, que se propone cambiar el orden del mundo es, como se ve, un programa de desorden absoluto. Pero no puede ser el resultado de una operación mágica, de un sacudimiento natural o de un entendimiento amigable. La descolonización, como se sabe, es un proceso histórico: es decir, que no puede ser comprendida, que no resulta inteligible, traslúcida a sí misma, sino en la medida exacta en que se discierne el movimiento historizante que le da forma y contenido. (Fanon, 1983:17)
Los oprimidos en los que piensa Fanon son los colonizados, quienes han sido violentados y reducidos a la nada, en tanto se les animaliza y aliena. Sin embargo, a pesar de la pulverización de su ser, recurren a la acción y, a partir de ella, impugnan el estado de cosas. Ahora bien, la cultura que los ha oprimido va a trivializar y denostar su liberación; para ella, lo idóneo sería declarar que les ha otorgado a las colonias la libertad y soberanía, y así, poder reiterar que sus ideales ilustrados y su vocación humanista no han perdido vigencia.10
La violencia, en tanto facultad del Estado, se traslada a la colonia. En este sentido, si el colonizado hace uso de la violencia para liberarse del sistema colonial, será castigado o aniquilado por osar desordenar el mundo establecido. Ahora bien, ¿deben los colonizados conformarse con mantenerse vivos? ¿No es irracional e indigno para el ser humano vivir bajo tutela? Fanon sostiene que el estómago de los oprimidos tiene hambre, y ellos saben que en un sistema injusto no van a saciar su apetito. Por ello quieren destruirlo, ya que reformarlo es apostar por la continuidad de la cultura dominante y avalar la violencia sobre sí mismos.
La acción en la que piensa Frantz Fanon para que los oprimidos consigan su liberación no se fundamenta en la deliberación y el consenso. Empero, tiene estrategia porque su objetivo es la liberación. En otras palabras, la acción desde la opresión se afinca en la violencia, puesto que es necesario combatir contra el ocupante, quien también va a luchar para que su Weltanschauung siga siendo dominante, es ese el modus operandi que le ha permitido esparcirse:
La impugnación del mundo colonial por el colonizado no es una confrontación racional de los puntos de vista. No es un discurso sobre lo universal, sino la afirmación desenfrenada de una originalidad formulada como absoluta. El mundo colonial es un mundo maniqueo. No le basta al colono limitar físicamente, es decir, con ayuda de su policía y de sus gendarmes, el espacio del colonizado. Como para ilustrar el carácter totalitario de la explotación colonial, el colono hace del colonizado una especie de quintaesencia del mal. (Fanon, 1983:20)
La violencia es el medio, no el fin, y de eso está consciente Fanon en su calidad de médico que pretende sanar dolores y traumas. Es decir, no se trata de la destrucción permanente, sino de la erradicación de aquello que impide la manifestación del ser humano sin más, de ahí que, en el ámbito político, pugne por el establecimiento de la unidad nacional sin redundar en nacionalismo, ya que, para Fanon, no se trata de reivindicar una identidad, sino de superar la opresión. La liberación total, pero no totalitaria, es lo idóneo para Fanon. Esto implica que el colonizado ponga punto final a la sujeción psíquica y corporal, para que de esa manera se manifieste en cuanto humano frente a sí mismo como ante aquellos que le han negado tal condición.11
La liberación, según Frantz Fanon, se logra a través del combate, ya que es imposible conseguir la pacificación y el respeto sin inmiscuirse en el conflicto de la opresión. Así pues, unos van a combatir con las armas y otros con la razón, pues no se debe olvidar que el colono sitúa en la nada al colonizado, en tanto que lo aliena y animaliza. En este sentido, es prioritario desalienar la psique y transformar la denominación hacia el colonizado y su mundo, lo que tiene que ser expresado en un lenguaje que no denigre las acciones solo porque no se adscriben al racionalismo.
Un mundo sin opresión requiere, al entender de Fanon, a un ser humano rehabilitado, lo cual es dable a partir de la crítica y la revolución. Sin embargo, la tabula rasa es imposible, ya que los comienzos a partir de la nada son prácticamente míticos. Por tanto, Fanon no alude a ellos en tanto que considera importante la politización del oprimido, en la medida en que si se politiza va a criticar e impugnar el modo bajo el cual funciona el mundo. La experiencia política previa debe servir para no replicar opresiones, ya que no se desean los retornos, sino rehabilitaciones que coadyuven a revolucionar el estado de cosas:
El racismo, el odio, el resentimiento, "el deseo legítimo de venganza" no pueden alimentar una guerra de liberación. Esos relámpagos en la conciencia que lanzan al cuerpo por caminos tumultuosos, que lo lanzan a un onirismo cuasipatológico donde el rostro del otro me invita al vértigo, donde mi sangre llama a la sangre del otro, esa gran pasión de las primeras horas se disloca si pretende nutriste de su propia sustancia. (Fanon, 1983:69)
La guerra de liberación se da en un contexto específico. No obstante, Frantz Fanon no opta por fundamentar los particularismos, ya que estos deben ser superados en aras de una universalidad genuina, que haga constar la perversidad de la Weltanschauung dominante en cuanto propagadora de mimetismo y opresión. Ahora bien, es oportuno preguntar: ¿cómo establecer una sociedad sin segregaciones? Se pregunta por los medios y no por la esencia, en tanto que es cardinal que la esperanza por un porvenir sin opresión se afinque en lo alcanzable, y así, evitar la desesperanza en tanto propagadora de inacción.
Un mundo sin opresión no es la promesa dada por un ente externo, sino la posibilidad histórica dada a través de la acción de los oprimidos, quienes han experimentado la violencia absoluta, aquella que destruye la esperanza y priva de alimento al cuerpo. No se trata de propagar ilusiones, de ahí que sea toral la autonomía del ser humano y la soberanía de la nación a la cual se adscribe. Asimismo, la conciencia de sí o desalienada le indicará al ser humano sus alcances y limitaciones. El ser humano sin más no es un demiurgo, aunque tampoco es un desamparado que requiere de la tutela y el paternalismo para sobrevivir. En ese sentido es primordial evitar el reduccionismo del humano.12
¿Quién es un ser humano para la cultura dominante? El oprimido es un ser humano por más que se le reduzca al ámbito animal, además de inducirlo al mimetismo. El ser humano oprimido no busca libertad, igualdad y fraternidad, sino liberación en tanto que sabe lo imposible que es afirmarse en la historia a partir de los ideales de la Weltanschauung dominante. La liberación cimbra los fundamentos de la cultura, es un acto político inesperado, más no espontaneo y sin propósito, pues su objetivo es finiquitar la opresión:
El objetivo del colonizado que lucha es provocar el final de la dominación. Pero igualmente debe velar por la liquidación de todas las mentiras introducidas en su cuerpo por la opresión. En un régimen colonial, tal como existía en Argelia, las ideas profesadas por el colonialismo no influían sólo en la minoría europea, sino también en el argelino. (Fanon, 1983:158)
El oprimido no es un animal e imitador por esencia, le han hecho creer que esa es su condición para evitar que irrumpa políticamente en la sociedad. En este sentido, Fanon considera medular que el oprimido se politice, pues de esa manera será autónomo, independiente y no dejará que otros decidan por él. Así pues, la politización del oprimido requiere organización, que no necesariamente debe ceñirse a un partido, sino que le es suficiente con las bases populares puesto que es el pueblo en concreto el que se libera en aras de soberanía y justicia.13
Fanon aduce que Europa habla del ser humano, pero lo asesina en todas partes, y cuando no es así, pues lo reduce. El oprimido es un ser humano reducido, y no se podrá desarrollar cabalmente siguiendo los valores y las costumbres vigentes. Así pues, al oprimido no le basta con la integración; tiene que crear su cultura y nación para estar en condiciones de manifestarse en la historia. En este sentido, liberación y no integración es la consigna, aunque la historia no sucede y tampoco se transforma solo con exclamar consignas, se debe combatir para destruir aquello que impide al ser humano mostrarse al mundo. Se destruyen las costumbres y los valores que socavan al humano, no importa que ellos aludan a lo bello y verdadero, pues es inútil la grandilocuencia si la soberanía y la dignidad se reservan para los opresores.
La insistencia de la liberación o por la revolución africana
En su serie de artículos reunidos bajo el título: “Por la revolución africana” (1965), Frantz Fanon aborda someramente lo que en sus obras principales analiza con detenimiento. Ahora bien, lo que se retoma de esos textos son las alusiones a la liberación en tanto acto cardinal para afincar relaciones sociales que rebasen el colonialismo y la violencia. Por otro lado, no hay colonización que no recurra a la violencia, ya que esta también se efectúa mediante el saber. Fanon conoce cómo a través de la medicina se le da una categorización a la vida y al cuerpo de los colonizados:
Este hombre que tú cosificas llamándolo sistemáticamente Mohamed, que tú reconstruyes, o más bien que tú destruyes, a partir de una idea, de una idea que tú sabes nauseabunda… Se les ha metido Francia en todas partes en las que, en su cuerpo y en su alma, había lugar para algo aparentemente grande. (Fanon, 1965:23-24)
El llamado sistemático de Mohamed está vigente; para Occidente el mundo árabe sigue siendo lo que impide la realización de las luces. Así pues, Mohamed tiene que seguir las indicaciones que dicta el especialista en medicina, economía, derecho, si es que quiere ser reconocido como humano. Ahora bien, ¿basta con el reconocimiento de los que explotan el territorio y anulan la historia de Mohamed para que él pueda realizarse en tanto ser humano? Occidente no ha querido esparcir las luces y tampoco contribuir a que Mohamed u otros pueblos periféricos, por ejemplo, los pueblos mayenses, mejoren sus condiciones de vida, ya que su objetivo es adueñarse de los territorios y los cuerpos de los pueblos árabes, mayas y demás, por lo que ellos se resisten y no quieren asimilar la razón del colonizador.
El pensamiento de Frantz Fanon no conduce al diálogo en cuanto estrategia para erradicar la colonización; su propuesta es radical al optar por la revolución. No obstante, la revolución en cuanto acto de liberación no solo requiere la toma de las armas, sino también la destrucción de las categorías con las que el colonizador trata al colonizado. En este sentido, Mohamed, el negro, los pueblos indios, tienen que dejar de existir en tanto nombres que la razón del colonizador les ha asignado a los habitantes de los territorios invadidos.14
La revolución en Fanon tiene el objetivo de liberar y recuperar al ser humano, de ahí que no solo se trata de la toma del poder, sino también de la posibilidad de decidir de forma absoluta sobre la vida, la prioridad es transformar la forma en la que se vive. Fanon quiere que se erradique la discriminación, para lo que es necesario desmitificar la inferioridad en la que han sido colocados los árabes, los negros. Así pues, es necesario hacer constar que la discriminación es una cuestión cultural y su objetivo es político-económico, en tanto que busca mandar y explotar a los inferiorizados:
El racismo salta a la vista porque está, precisamente, en un conjunto característico: el de la explotación desvergonzada de un grupo de hombres por otro que ha llegado a un estadio de desarrollo técnico superior… El colonialismo no se comprende sin la posibilidad de torturar, de violar o de matar. (Fanon, 1965:45-71)
La discriminación es racial y cultural. En otras palabras, se inferioriza a los otros por su color de piel y su forma de significar el mundo. La naturaleza y la razón son útiles para el colonialista en tanto que le permiten justificar su presencia y dominio, y es a partir de la colonización que el territorio y pueblo invadido son situados en la nada. En este sentido, Occidente piensa al ser en referencia a su historia y deseos, de ahí que no es que los colonizados carezcan de ser, lo que sucede es que han sido inferiorizados e instalados en la nada.
Los inferiores se rebelan y cuestionan a los que ostentan el dominio del mundo, la rebelión no quiere integración, sino superación del estado de cosas. Asimismo, es necesario exterminar la discriminación, por eso la revolución en Frantz Fanon no se hace para invertir al amo y al esclavo, sino para que la sociedad esté conformada por seres independientes y autónomos, lo que permitiría evitar la instauración del dominio y la reproducción permanente de la violencia. Ahora bien, lo que esperó Fanon de la revolución hasta ahora no ha sido cumplido, puesto que cuando los revolucionarios han accedido al poder, solo han replicado las prácticas que los han inferiorizado. Sin embargo, también lo que esperó Frantz Fanon no ha perdido vigencia, en tanto que indica la posibilidad de virar el mundo.15
¿Por qué la revolución se propone recuperar al ser humano, si se insiste en la escuela, el derecho y la ética que la razón moderna e ilustrada ha colocado al Hombre en el centro de la historia? Occidente cuenta sus hazañas, pero no dice cómo las consiguió, se guía bajo el principio de que el fin justifica los medios, y en ese sentido para él todo lo que está fuera de su historia y entorno únicamente es un medio que debe ser aprovechado al máximo. El Hombre se coloca por encima de los seres humanos, en otras palabras, no importa si para salvar al Hombre se destruyen pueblos e historias. Asimismo, el Hombre de Occidente se expresa en el capitalista, quien necesita explotar territorios y cuerpos para aumentar su capital:
El colonialismo no es un tipo de relaciones individuales sino la conquista de un territorio nacional y la opresión de un pueblo; eso es todo. No se trata de una cierta conducta humana ni de una modalidad de relaciones entre individuos… El pueblo colonialista no será curado de su racismo y de su debilidad espiritual más que si, realmente, acepta considerar la antigua posesión como una nación absolutamente independiente. (Fanon, 1965:88-123)
La beneficencia y el altruismo hacia los inferiorizados, en tanto racializados y explotados, son meros paliativos; de ahí que es oportuno proceder políticamente. En este sentido, Fanon confía en la revolución para erradicar el colonialismo y su Weltanschauung, que justifica y condiciona relaciones sociales. Ahora bien, la revolución para Frantz Fanon no busca el poder per se, sino la liberación y recuperación del ser humano, y así, superar los prejuicios. El objetivo revolucionario es no dominar a los otros ni tampoco valorarlos a través de categorías que son absurdas para sus contextos.16
La revolución es el medio para derrocar al colonialismo y la alienación de las conciencias. En este sentido, no se trata de perpetuar la revolución hasta esencializarla; por el contrario, es necesario pensarla en cuanto acción coyuntural que permite solucionar problemas: racismo, explotación. Respecto a la liberación, esta no se consigue a través de la paz y la concesión de los opresores, sino que es preciso que el oprimido luche por ella, inclusive si en la lucha se destruye alguna de sus costumbres.
Fanon afirma que es necesario desobedecer el tiempo colonialista o la Historia. Asimismo, sostiene que la descolonización no es posible sin la violencia. Por otro lado, reconoce que no solo los pueblos colonizados son oprimidos, también los explotados, de ahí que apele a la interdependencia de los movimientos de liberación. En este sentido, la liberación y rescate del ser humano es un llamado que no solo interpela a las colonias, sino a su vez a las metrópolis, pues en ambos contextos se procede a violentar a los otros para perpetuar la dominación:
Lo que quieren los países coloniales no es un “buen gesto” del amo, sino precisamente la muerte de este amo… Vencer el desierto, negarlo, reagrupar el África, crear el continente… Tomar el absurdo y el imposible a contrapelo y lanzar un Continente al asalto de los últimos bastiones de la potencia colonial. (Fanon, 1965:136-203)
La muerte del amo es de carácter simbólico. Es decir, no se pretende el exterminio de los colonizadores y explotadores, sino de su razón en cuanto condicionante de la praxis histórica. El fenecimiento simbólico del Occidente colonialista y capitalista, que ha recurrido a la inferiorización del otro por su color de piel y su manera de pensar, es lo que permitiría el rescate del ser humano. En este sentido, la revolución ha de matar al amo, y así, posibilitar el surgimiento de relaciones sociales ajenas a la discriminación y explotación.17
Fanon considera a Argelia una guía del presente y del porvenir, porque decidió luchar y erradicar el colonialismo francés a través de la revolución, la cual se propuso matar al amo, expulsando de su territorio y pueblo las prácticas e ideas colonialistas. Por otro lado, se requiere dejar de llamar al árabe “Mohamed”, esto es, prescindir de las abstracciones y recurrir a lo concreto. A partir de ahí, es posible percatarse que los inferiorizados por el colonialismo también piensan y actúan. La erradicación del colonialismo comienza cuestionando su forma de nombrar el mundo, pero para completarla es necesario transformar las relaciones políticas y económicas, puesto que no se quiere amos y esclavos, sino seres humanos autónomos.
Conclusión
La liberación del ser humano en el pensamiento de Fanon tiene presupuestado lo sociocultural, por lo que se requiere de una acción contundente, esto es, la revolución, para que no quepan dudas en cuanto a que los oprimidos e inferiorizados: colonizados, explotados, mujeres, necesitan terminar con la opresión e inferiorización, y así, puedan vivir su ser a cabalidad. Ahora bien, ¿actualmente es necesaria la liberación del ser humano? ¿Cómo realizar la liberación en el contexto del capitalismo financiero y global?
El pensamiento de Fanon y su propuesta de liberar al ser humano, para que se muestre por sí mismo y sin la categorización que lo oprime e inferioriza sigue vigente, en tanto que hace patente lo necesario que es la crítica al orden. Además, el ser humano no ha cesado de ser jerarquizado e instaurado en la zona del no ser, lo que hace que los planteamientos de Frantz Fanon pueden ser una guía de apoyo para la transformación sociocultural actual, de forma similar a lo que él anhelaba fuera Argelia para los movimientos sociales de liberación acaecidos en el siglo XX.
Considerar al pensamiento de Fanon en tanto guía para la actualidad no tiene que implicar fetichizarlo, porque eso sería contravenir a su propuesta libertaria. La guía no es para seguirla al pie de la letra, sino para comprender a través de ella que los movimientos por la liberación son de larga duración, y que la transformación del orden no es perenne, pero sí necesaria. Es decir, no hay proyecto libertario que pueda terminar de una vez y para siempre con los problemas sociopolíticos, ya que aparecerán otros problemas de acuerdo con las condiciones históricas, y el ser humano los ha de resolver apoyado en las guías y ejemplos de liberación.
El ser humano tiene que enfrentarse a su historia y transformarla si no le satisface. No obstante, los opresores de ayer y hoy insisten en evitar que los oprimidos se confronten con su historia, y así, les recomiendan delegar su libertad en las instituciones so pretexto de que a cambio serán protegidos, aunque esto no es así, en tanto que lo recibido con frecuencia es violencia e injusticia; de ahí que sea necesario y prioritario no renunciar a la autonomía y actuar para evitar que esta sea cancelada y exclusiva.