Introducción
Sin encontrarse dentro del grupo de naciones con mayor inversión en la región latinoamericana, los conglomerados de Corea del Sur tienen, sin embargo, una presencia importante que revela el peculiar patrón de desarrollo del país a lo largo de las últimas seis décadas. Efectivamente, con una geopolítica particular, en medio de varias potencias, este país, con una economía de mediano tamaño, ha logrado sobresalir y convertirse en una de las principales economías si se juzga, por ejemplo, por su participación en el Grupo de los Veinte (G20). De ser una sociedad en la cual, a finales del reino de Choson y del siglo XIX, triunfaron las corrientes conservadoras que propugnaron por la no apertura al capitalismo occidental, se ha convertido (desde los sesenta del siglo XX) en una economía abierta a los flujos de comercio, inversión y conocimientos.
Pero una de las principales lecciones del modelo coreano consiste en destacar que no se trató de una apertura al “libre comercio de tipo anglosajón”, sino que se sustentó en una estrategia de generación de capacidades para lograr insertarse en el mundo global en áreas dinámicas de la industria. Las capacidades que se generaron se expresan en la actualidad en los grandes conglomerados de origen familiar (Chaebol), que compiten a la par de las correspondientes empresas del mundo altamente industrializado. En Estrada y Landa (2012) se mostró cómo el perfil de desarrollo coreano se expresa en un patrón de especialización industrial y que, a su vez, las relaciones comerciales con las economías de América Latina y el Caribe (ALC) son más marcadamente un intercambio de bienes primarios por industriales.
El propósito de la presente investigación consiste en analizar las modalidades de los flujos de inversión entre Corea del Sur y un grupo de naciones latinoamericanas (México, Brasil, Argentina, Chile, Perú y Colombia). Se explora la hipótesis de la vinculación entre las características de la inversión extranjera directa (IED) con los patrones de especialización, dotación factorial, tamaño del mercado interno y factores institucionales, en especial la existencia de acuerdos de libre comercio o de inversión.
En la primera sección se hace una descripción de las relaciones comerciales y de inversión de Corea del Sur y se tipifica la relación entre flujos de IED y grado de desarrollo de los casos de estudio; se muestra el perfil de inversión de las empresas coreanas en los sectores industriales y de comercio principalmente. Se incluye una revisión teórica sobre la fragmentación de la producción, la inversión y el comercio, para sustentar la hipótesis que orienta el trabajo.
En la segunda sección se establece una asociación entre los flujos de IED de Corea y varias características geoeconómicas, comerciales y de estrategia de desarrollo de las naciones involucradas. En la tercera sección se hace una caracterización por sector de actividad económica, así como a escala de empresa para los casos más representativos. Finalmente, sobre la base de los resultados, se formulan propuestas de política que tienden a favorecer el estrechamiento de relaciones entre Corea del Sur y los países de la región latinoamericana.
1. Comercio e inversión de Corea del Sur: Tendencias y consideraciones teóricas
A pesar de su tamaño, la economía surcoreana sobresale en el ámbito de las relaciones comerciales y de IED internacionales. Desde principios de la década de los sesenta, Corea del Sur optó por una estrategia de penetración de los mercados mundiales, con fuerte dirigismo estatal y subsidios a la exportación, que tuvo éxito a pesar de los riesgos que enfrentó por los vaivenes del sistema mundial. En la actualidad su economía es altamente exportadora, como lo indica la cifra de más de 600,000 millones de dólares (MDD) que ha alcanzado su valor de exportación; sus importaciones, cuyo valor es un poco menor que el de las exportaciones, han hecho que casi todos los años registre un moderado saldo positivo en la balanza comercial. A diferencia de otras economías altamente exportadoras (China y México), la modernización industrial de Corea se ha logrado sobre la base de empresas y conglomerados nacionales y la participación complementaria de la empresa multinacional (EMN). Como los conglomerados coreanos (Chaebol) se han ejercitado en la competencia mundial desde sus inicios, no es de extrañar que más recientemente hayan incursionado en la escena internacional invirtiendo en el exterior.
En un trabajo previo se analizó el cambio estructural ocurrido en el patrón de especialización de Corea. Las exportaciones de este país pasaron de ser mayoritariamente productos intensivos en trabajo a principios de los ochenta (33.4% del total), a incluir bienes con alto contenido tecnológico (42% del total), durante los noventa. Esta tendencia se acentuó, y para la primera década de este siglo esta clase de bienes alcanzaba ya casi dos terceras partes del total exportado (Estrada y Landa, 2012). Por el lado de las importaciones se destaca el predominio de las compras de bienes primarios, así como la de bienes con alto contenido tecnológico, de economías de escala, en particular de componentes (Estrada y Landa, 2012). Esta consideración respecto del perfil comercial de Corea del Sur es relevante -como se precisará adelante- para el estudio de las características de inversión coreana con países latinoamericanos.
En los últimos años, la inversión coreana en el exterior oscila alrededor de los treinta mil millones de dólares, lo que equivale a aproximadamente el 2% del total de los flujos de inversión en el mundo (UNCTAD, 2015). En este aspecto también se observa un cambio estructural significativo: mientras que en 2005 todavía predominaban los flujos de IED hacia Corea (13,643 MDD), por sobre los flujos al exterior (8,330 MDD), para 2010 ya se observa mayor peso a los flujos al exterior (28,280 MDD) y una reducción de la IED hacia el interior (9,497 MDD). Estos flujos de inversión coreana al exterior han estado dominados por la orientación prioritaria de las empresas coreanas hacia el espacio asiático, notablemente China, pero está cambiando para una mayor diversificación hacia otras regiones.
Sobresale la creciente relación con las naciones altamente industrializadas de Europa y Estados Unidos de América (EUA). Entre 2006 y 2012 la magnitud de la IED hacia Europa se quintuplicó, al aumentar de 1,020 a 5,300 MDD,3 lo que equivale a casi una duplicación de la correspondiente participación porcentual en el total de la inversión. Un patrón similar se observa para los flujos de IED hacia EUA.
Los flujos de inversión coreanos hacia América Latina son modestos, pero muestran un dinamismo positivo. Para la mayoría de los últimos años, la participación ha oscilado entre el 3% y el 6% del total, y llegó a registrar más del 8% en los primeros ocho meses de 2015 (Banco Interamericano de Desarrollo, 2015). La inversión que realizan las empresas coreanas se dirige sobre todo a las economías de mayor tamaño poblacional y económico (Brasil y México), aunque también es significativa en otras economías (Colombia, Chile, Panamá); gran parte de los registros de inversión corresponde a los llamados “paraísos fiscales”, de Islas Caimán y Bermudas, los cuales solo se tratan marginalmente en este trabajo.4
El perfil de las inversiones coreanas en el mundo difiere del de las inversiones globales. En 2012, la IED en servicios superó la cifra de 60%, seguida por manufacturas con 26% y el sector primario, con menos de 10%;5 la tendencia ha sido al aumento de la participación de la IED en servicios, a costa de las manufacturas y a la continuidad en la del sector primario.
En el acumulado de inversión entre 2000 y 2014, Brasil registra más del 40% del total; esto equivale a casi 5.6 MMD. Para los últimos cuatro años, de 2011 a 2014, se registra un aumento considerable de poco más de 3 MMD. Para México también se registra un alza entre los dos periodos considerados, aunque en menor proporción que el correspondiente a Brasil. En los últimos años la inversión superó los dos MMD y casi 30% del total. En orden de importancia siguen Panamá y Perú, con más del 10% de la IED acumulada por cada uno de ellos; un poco más lejos están Chile y Colombia, con participaciones de alrededor del 3% cada uno, y Argentina solo registra pequeñas participaciones (Tabla 1).
Fuente: Elaboración propia con datos de Korea Eximbank, 2017. Disponible en: http://211.171.208.92/odisas_eng.html.
Elementos teóricos sobre comercio, inversión y fragmentación de la producción
Una de las principales características del actual proceso de globalización consiste en la racionalidad de fragmentar los procesos productivos que en el pasado se llevaban a cabo en una nación, para localizarlos en diferentes países (Baldwin, 2006; Grossman, y Rossi-Hansberg, 2006; Minian, 2011). Las transformaciones tecnológicas que hacen posible esta fragmentación de la producción son las acontecidas en los ámbitos de la información, las telecomunicaciones y el transporte; los cambios geopolíticos que también operan en esa dirección fueron el establecimiento de la hegemonía del capital en el mundo y la normalidad en los flujos de capital entre naciones. Como consecuencia, una alta proporción del comercio en la actualidad (insumos intermedios, componentes y medios de producción) deriva de este proceso de localización de la producción por parte de las corporaciones.6 En el caso de las economías subdesarrolladas, se ha llegado inclusive a competir por atraer inversiones que puedan promover la producción, la adquisición de conocimientos tecnológicos de punta y aprovechar las externalidades asociadas a la IED y el aprendizaje en la producción.
Efectivamente, en este contexto, varios autores reivindican la política industrial con el propósito de aprovechar dichas economías externas y promover la productividad, en especial en distritos industriales. De hecho, las mismas políticas de atracción de inversión extranjera se consideran parte de una amplia gama de políticas industriales. Así que, aun cuando se rechazan aquellas intervenciones públicas que distorsionen los precios (las llamadas intervenciones duras), se favorecen las que tienden a aprovechar las posibles ventajas comparativas latentes (o intervenciones suaves), para evitar permanecer en equilibrios indeseables cuando existen equilibrios múltiples (Harrison y Rodríguez-Clare, 2010, p. 4069).
Por otra parte, dentro de la perspectiva clásico-marxista resulta más natural considerar que las relaciones interindustriales y la competencia se dan en el ámbito mundial. En un interesante trabajo, Shaikh (1999) elabora modelos de competencia industrial dentro de esta perspectiva, en la cual la formación de una tasa general de ganancia opera en industrias consideradas desde una perspectiva internacional. La competencia entre capitales se da en el plano mundial, mientras que la competencia entre trabajadores y la determinación de sus condiciones de vida y salariales se determina principalmente en la nación. En general, la movilidad de capital responde al móvil de la ganancia en condiciones tecnológicas y nacionales determinadas.
Dentro de esta perspectiva hay que introducir el elemento nacional y, en especial, la diferenciación entre grupos de naciones industrializadas y de altos ingresos y otros grupos de naciones en condiciones de pobreza, atraso económico y con dificultades para desarrollarse. Esta diferenciación hace que la gran mayoría de los flujos de IED se originen en el primer grupo de naciones (donde se genera la tecnología) y se dirijan a su interior o hacia el otro grupo (receptor de tecnología). Sin embargo, este enfoque no excluye los flujos de inversión directa provenientes de naciones con menores grados de desarrollo, en especial las denominadas emergentes, como se observa en años recientes. Corea del Sur es uno de los pocos países que han logrado transitar del segundo grupo para aproximarse a altos grados de IED que caracterizan al primer grupo.
En este sentido, en principio, es de esperar que la mayoría de las empresas coreanas inviertan en países de América Latina de acuerdo con las motivaciones que se han identificado para la corporación multinacional en general. Se suelen distinguir tres tipos de motivaciones para llevar a cabo inversiones directas por parte de la empresa multinacional (Caves, 2007; CEPAL, 2006). El primero incluye la búsqueda y el procesamiento de minerales y metales, con orientación principal a la exportación. El segundo tiene que ver con el atractivo del mercado interno del país anfitrión, el cual depende, para el caso de industrias con importantes economías de escala, del tamaño de la economía. El tercero se orienta a aprovechar las condiciones del país para reducir sus costos de producción y constituir plataformas de exportación, lo que también se llama “búsqueda de la eficiencia”; dentro de estas condiciones se pueden mencionar la mano de obra barata con varios grados de calificación, la cercanía a grandes mercados, como el de Estados Unidos, y la facilidad que otorgan los acuerdos comerciales para el intercambio de insumos intermedios y bienes finales, como en el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
En el caso de la inversión que aquí se estudia, se postula que las características de esta inversión en ALC se vincularán específicamente con el esquema peculiar de industrialización de dicha nación asiática, los propios perfiles de desarrollo de cada nación y ciertas modalidades en cuanto a la vigencia de acuerdos comerciales y de inversión. Es decir, dado el perfil mayormente industrial, se espera que la inversión coreana sobresalga en la industria más que en los sectores de servicios, aunque no hay que olvidar el lugar destacado de Corea en el transporte marítimo; por otra parte, en naciones como México, con fuerte orientación hacia el exterior bajo la modalidad de acuerdos de libre comercio (ALCO), en especial el TLCAN, se espera que la inversión coreana se establezca en el país con mayor orientación a EUA. Finalmente, se espera que la no existencia de ALCO, en economías con atractivos mercados internos, como Brasil, o externos, como México, favorezca la inversión de empresas coreanas.
2. Perfiles de comercio y desarrollo y acuerdos comerciales
En este trabajo se hace una clasificación de las economías seleccionadas sobre la base de ciertos criterios, con el propósito de explorar algunas asociaciones de la IED de Corea del Sur con varias naciones de ALC: (a) tamaño poblacional y de mercado; (b) orientación comercial y exportadora, tanto intensidad comercial como composición de las exportaciones; (c) características geoeconómicas; (d) perfil de desarrollo, incluyendo esquemas de integración relevantes y acuerdos comerciales o de inversión.
El primer criterio se refiere al tamaño poblacional y económico, sobre la base del cual sobresalen dos economías grandes, Brasil y México. Estas dos comprenden más de la mitad de la población de ALC -con una población conjunta equivalente a la de EUA-, y Brasil tiene por sí mismo alrededor de una tercera parte de dicha población. Debido a que el producto interno bruto (PIB) por habitante de Brasil es semejante al de México y ligeramente superior al promedio de la región, su tamaño económico es también un poco mayor que lo que expresa la población. Sin embargo, es conveniente destacar que el PIB por habitante (PIBPH)7 de estas dos economías representa apenas alrededor del 30% del de EUA, si se toma esta economía como referencia. Ello contrasta con los casos de Chile y Corea del Sur, que rebasan el 40% y el 62% respectivamente (Tabla 2 en anexo).
Los siguen economías con población de tamaño intermedio (entre 3% y 8% del total de ALC, aproximadamente), como Argentina, Colombia, Perú y Chile -de los casos seleccionados para estudio-. Se hace referencia de paso a algunas economías pequeñas, como Panamá, que tienen relevancia para el tema de la inversión coreana en las economías de la región.
En cuanto al criterio de orientación comercial, se pueden identificar tres patrones bien definidos. México tiene una economía abierta al comercio exterior, con alto predominio en las exportaciones e importaciones de manufacturas, que responde al patrón de inserción sobre la base de las cadenas de valor internacional; la mayor parte de las exportaciones de México proviene de lo que tradicionalmente se ha conocido como actividad maquiladora, la cual comprende la última etapa de la cadena con mano de obra que se utiliza principalmente para actividades de ensamble de productos finales; los segmentos de otras industrias, como la automotriz, incorporan actividades más complejas y mano de obra con mayores grados de calificación. Este perfil, cuyos inicios ya se podían observar en décadas anteriores, por la vecindad con EUA, se consolidó con la estrategia de integración formal en el TLCAN a partir de 1994. En el estudio de la CEPAL (2006) se tipifica este modelo como de “plataforma de exportación”.8 En realidad, hace falta matizar esta caracterización con el hecho de que el país tiene un comercio de exportación más diverso, con un importante componente de bienes primarios (petróleo, mineros y agrícola) y servicios turísticos, lo que hace que la participación de las exportaciones de mercancías en el total de bienes y servicios rebase el 30% del PIB. En suma, se puede afirmar que México combina el atractivo del enorme mercado de EUA, con el de su mercado interno.
El caso de Brasil es diferente al de México y al de las otras economías latinoamericanas. El grado de apertura comercial, medido por la participación de las exportaciones de bienes y servicios en el PIB, apenas alcanzó el 12% en 2014; esto es bajo cuando se compara con participaciones superiores al 30% por parte de México y Chile, o de más del 50% en el caso de Corea del Sur (Tabla 2). Sin embargo, en el plano geopolítico, Brasil se reconoce como una potencia de nivel intermedio que ha disputado algunas de las estrategias de Washington en el continente americano, en especial la formación del Área de Libre Comercio de las Américas, bajo modalidades similares a las que conformaron el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (EUA, Canadá y México) a partir de 1994. En su lugar, Brasil lideró la formación del Mercado Común del Sur (Mercosur) y más recientemente forma parte del denominado grupo de los BRICS, lo que da idea de su importancia política en la configuración del poder actual.
La estrategia de desarrollo de Brasil también difiere de la mexicana en otros aspectos. Su crecimiento económico ha dependido más del dinamismo de su mercado interno, y tiene menos peso su participación en varias de las cadenas de valor internacionales. Su perfil exportador es más variado, por incorporar productos de los sectores primarios e industriales. Aunque Brasil tiene una participación importante en la exportación de manufacturas al mundo, no participa muy intensamente en las cadenas de valor de los sectores de informática y telecomunicaciones (ITC). Esto se puede comprobar al observar que, para 2014, por un lado, la participación de sus exportaciones de bienes ITC apenas alcanzaba el 0.48% del total de exportaciones (en contraste con México, cuya proporción alcanzó el 16.27%); por otro lado, la participación de las importaciones de bienes ITC en el total de importaciones es del 8.65%, lo que indicaría importaciones para consumo interno, en su gran mayoría. En contraste, las importaciones de dicha clase de bienes por México (17.11%) es el doble de la proporción en Brasil. Este patrón comercial de bienes ITC es más parecido al de Corea del Sur, cuya exportación de bienes ITC supera el 19% y los importa en proporción del 10.44% (Tabla 2); desde luego, hay que notar el papel productor de insumos y componentes electrónicos y de telecomunicaciones de Corea del Sur, lo que, sumado a sus procesos de diseño e innovación, la hace participar en segmentos de mayor contenido tecnológico.
Argentina sobresale por su extraordinaria dotación de recursos naturales y la calidad de la tierra arable, lo que define en buena medida su perfil de especialización, en combinación con su importante avance industrial. En efecto, su cantidad de tierra cultivable por persona (0.956 ha/persona) triplica con creces el promedio de la región de ALC, casi triplica el valor para Brasil (0.365), e inclusive duplica el indicador para EUA (0.494, otra nación con abundante dotación del recurso tierra). En cuanto a productividad, el valor agregado por trabajador en el sector es también muy alto (12,556 dólares),9 pues duplica el correspondiente a Brasil y Chile, y casi triplica el valor para México, aunque está muy por debajo de la cifra para EUA (69,457 dólares). Argentina exporta en mayor proporción alimentos para animales, cereales simples y procesados, grasas y aceites de origen vegetal y minerales, pero también manufacturas que incluyen vehículos para carretera (más de ocho mil millones de dólares que equivalen al 12.2% del total exportado en 2014), petróleo crudo y materiales de la industria química, entre otras.10
Colombia despunta por su buen desempeño económico en los últimos años, dependiente de sus exportaciones de combustibles, en combinación con un alto grado de producción manufacturera. En efecto, si se toma como base el PIB, sus exportaciones de bienes y servicios se encuentran por debajo de la media para la región y más cercanas a la situación de Brasil y Argentina. Su participación en cadenas de valor manufacturero no tiene la misma importancia que en México, y el alto grado de importación de bienes de tecnología de la información parece dirigirse sobre todo al mercado interno.
El resto de las economías seleccionadas tiene un patrón comercial más definido, principalmente por su dotación de recursos naturales. Chile, como se ha estudiado, presenta un patrón de especialización en el que predominan los productos primarios (en gran medida de cobre, combinado con productos agropecuarios de reciente creación como el vitivinícola, el salmón y otros productos del mar). Como se señaló antes, Chile se ha destacado por tener a Corea como uno de sus principales socios comerciales (después de China, EUA y Japón), a partir del Acuerdo de Libre Comercio (ALCO), que ya alcanza más de una década de vigencia. Una de las grandes interrogantes del modelo chileno consiste en cómo responderá su economía una vez que cambie el contexto tan favorable al cobre, lo cual se ha empezado a observar en los últimos meses.
Perú es otra economía que ha aprovechado su orientación primario-exportadora para crecer en forma sostenida en el contexto internacional favorable a este tipo de bienes. Al igual que Colombia, su PIBPH es todavía menor al promedio de la región, y ahora enfrenta términos de intercambio ya no tan favorables a sus productos principales de exportación. Esto se expresa en un cambio en su balanza comercial, que, luego de varios años de superávits, a partir de 2013 ha incurrido en déficits significativos; en 2011 alcanzó un superávit cercano a los ocho MMD y ya para 2014 el déficit se acercaba a los cuatro MMD. El comercio con Corea del Sur es de magnitud moderada (en 2013 la suma de exportaciones más importaciones superó ligeramente la cifra de tres MMD), pero viene a la baja desde entonces.
Las economías de Brasil, Chile, Argentina y Perú disfrutaron desde inicios del milenio y hasta 2011, con excepción de los años de la crisis de EUA y mundial de 2008-2009, de términos de intercambio muy favorables y crecientes (Tabla 3). Esto se debió al incremento de los precios de los bienes primarios minerales y agrícolas, y a la alta proporción de estos en las exportaciones de dichos países. Durante los años de la crisis, estos precios cayeron rápidamente, para recuperarse en un par de años. Sin embargo, con el cambio estructural que se inició en la economía china en 2011 (con el propósito de reducir su tasa de crecimiento de los muy altos promedios de alrededor de 10% anual, a promedios de 7%, al mismo tiempo que se buscaba aumentar el peso del consumo interno y disminuir el de la formación bruta de capital), la demanda de importaciones de bienes primarios ha disminuido en forma significativa, lo que ha ejercido fuerte presión a la baja en sus precios.
Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Mundial, Indicadores del Desarrollo Mundial, 2017. Disponible en: http://databank.bancomundial.org/data/reports.aspx?source=indicadores-del-desarrollo-mundial.
Acuerdos comerciales y de inversión de Corea del Sur
Desde principios del siglo, Corea del Sur ha promovido vigorosamente acuerdos de libre comercio con diversas naciones del mundo, y en particular con América Latina. Hasta 2015, el país tenía acuerdos en vigor con Chile (a partir de 2003), Perú (a partir del 1 agosto de 2011) y Colombia (concluido en 2011, sin entrar en vigencia). Con México ha habido negociaciones para un ALCO, pero, después de un primer avance con el pronunciamiento conjunto de “Building a Strategic Partnership between Korea and Mexico for the 21st Century” (Korea Institute for International Economic Policy, 2005), no se ha concretado un acuerdo formal; pero sí se dispone de un Acuerdo para la Protección Recíproca de las Inversiones (APRI). De hecho, Corea del Sur tiene APRI firmados y vigentes con Argentina, México y Perú, entre otros. En materia de acuerdos, no existe ni se registra que haya habido interés de Brasil por entrar en un ALCO con Corea, aunque sí se registran negociaciones para un acuerdo de tal naturaleza con el Mercosur. Efectivamente, en noviembre de 2004, Corea y el Mercosur acordaron iniciar estudios de factibilidad de un ALCO, aunque no se llegó a un acuerdo definitivo.
A una década del ALCO entre Corea y Chile, los resultados muestran una relación favorable en materia comercial y de inversión. El comercio bilateral se ha expandido de manera considerable, sin implicar el tipo de crecientes desequilibrios que caracterizan las relaciones comerciales entre Corea y otras naciones del continente. De hecho, la proporción de exportaciones de Chile a Corea (con respecto al total de exportaciones de la región) ha aumentado de 28% en el quinquenio 1995-2000 a 33% en 2005-2010 (Estrada y Landa, 2012). En este caso podría ser válido el argumento de que, si las empresas (coreanas en este caso) pueden exportar al país, libres de aranceles y otros tipo de barreras, se perderá el incentivo para invertir en algunas de las áreas protegidas. No teniendo Chile un mercado tan grande, como los de Brasil y México, tal vez no pierda mucho en este sentido y sí lo gane al ampliar el volumen y la diversidad de su comercio.
Este tipo de razones se plantean López, Aceves y León (2012) en relación con el tema de un posible tratado de libre comercio de México con China; los autores concluyen que sería una política más conveniente para países relativamente pequeños, con alta propensión a exportar materias primas y una densidad industrial mediana o escasa, como son los casos de Chile, Perú o Costa Rica, pero no para México, cuyas exportaciones manufactureras compiten con China, se orientan en forma mayoritaria al mercado estadounidense, y carecen de un horizonte significativo de crecimiento en ese país.
En cuanto a la inversión coreana, se puede observar que también responde al patrón de desarrollo de Chile, con su claro perfil primario exportador y énfasis en la minería del cobre, como se verá con mayor detalle en la siguiente sección. Así, se registra que casi tres cuartas partes de la inversión proveniente de aquel país se ubica en la minería (Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, 2014).
Los casos de las economías grandes en el continente plantean situaciones especiales: tanto Brasil como México siguen una trayectoria de crecimiento que se sustenta en procesos de industrialización que compiten en mayor grado con los industriales coreanos. La semejanza es más marcada entre México y Corea que entre Brasil y Corea. En términos generales, ambas economías tienen una fuerte participación en las cadenas globales de valor, según los resultados de OCDE-OMC-UNCTAD que se presentan en la Tabla 4. A pesar de la considerable diferencia en sus patrones de desarrollo, la tabla muestra fuertes similitudes en la inserción industrial entre México y Corea. En valor bruto, para 2009, el valor de las exportaciones de Corea (330,615 MDD) era mucho más alto que el de las mexicanas (182,526 MDD) y brasileñas (107,479 MDD), pero en cuanto al valor agregado estimado la proporción es muy similar entre Corea y México (39.24% y 39.17% respectivamente), y mucho menor que la de Brasil (53.97%).
Fuente: Elaboración propia con datos de OECD-WTO, Statistics on Trade in Value Added, 2017. Disponible en: http://stats.oecd.org/Index.aspx?DataSetCode=TIVA2015_C1#.
A diferencia de Chile, en México la ausencia de un ALCO con Corea podría estar favoreciendo la entrada de IED en ciertos sectores claves de su economía. En efecto, de acuerdo con las cifras de la Secretaría de Economía publicadas en 2017,11 la IED realizada por empresas coreanas registró un alza a partir de 2011, como se puede ver en la Tabla 5; en estos últimos cuatro años, la participación de la inversión coreana en el total se duplicó de casi 0.4% para el periodo 2000-2010, a 0.8 para 2011-2014. Para el primer trimestre del año en curso de 2015, la IED proveniente de Corea registra 366.2 MDD, lo que representa el 4.8% del total trimestral.
Fuente: Elaboración propia a partir de la base de datos de la Secretaría de Economía de México, 2017. Disponible en: (http://www.gob.mx/se/acciones-y-programas/competitividad-y-normatividad-inversion-extranjera-directa?state=published.
3. La IED coreana por sector de actividad económica
Como se vio en la primera sección, la inversión coreana se concentra principalmente en algunos sectores de manufacturas, comercio y primarios. En esta sección se analiza la IED coreana por países y sectores. La hipótesis de trabajo consiste en postular que, dado el perfil de la IED coreana, con predominio en ciertas actividades de la industria manufacturera (electrónica y telecomunicaciones, automotriz, y otras), seguido por actividades de comercio de mayoreo y al por menor, y en menor medida la minería, el perfil de la IED en las economías seleccionadas se esperaría de la siguiente manera: en economías con alta orientación exportadora de manufacturas al mercado de EUA (bajo la modalidad de cadenas de valor), como México, la IED coreana tendería a predominar en estos sectores. En economías altamente exportadoras de productos mineros, como Chile y Perú, la IED tendería a localizarse en sectores extractivos. En economías con mayor orientación hacia el mercado interno, como Brasil, Colombia y Argentina, se esperaría mayor predominio de IED en industria también orientada al mercado interno.
La Tabla 6 exhibe la distribución de la IED coreana acumulada por sector y país para el periodo 2000-2014; el siguiente análisis se lleva a cabo sobre la base de esta información y la de flujos anuales. En Chile y Perú, la inversión coreana registra una alta concentración en actividades de minería, con participaciones en el total de la inversión del 71.5% y el 97.3% respectivamente; en Chile se complementa con inversión en el sector comercial. Esta distribución de la inversión se corresponde con el perfil de especialización de las dos economías. (Chile y Brasil representan por sí solos más del 60% de las exportaciones de ALC a Corea desde 2007, porcentaje impulsado abrumadoramente por unos pocos productos básicos, como el cobre en el caso de Chile, que compone el 72% de sus exportaciones a Corea).
Fuente: Elaboración propia a partir de la información de Korea Eximbank, 2017. Disponible en: http://211.171.208.92/odisas_eng.html.
Argentina es un caso especial, debido a que los montos de inversión coreana son muy bajos. En efecto, entre 2000 y 2014 la cantidad invertida apenas alcanzó 50 MDD, la mayor parte de la cual (68.9%) se ubica en actividades primarias y en el comercio (26.0%).
El caso de México presenta aspectos interesantes. De acuerdo con la hipótesis adelantada, uno esperaría que la mayor proporción de la IED coreana se ubicara en industrias manufactureras; sin embargo, las cifras en la tabla indican una mayor proporción de inversión en el sector de la minería (52.7%), mientras que el 30.5% se registra en las manufacturas y el 11.8% en actividades comerciales. La alta proporción en minería corresponde al boom de IED coreana de que se habló antes, y que se concentra en los últimos años (Tabla 7). Como se puede observar en la tabla, tradicionalmente la inversión coreana se ha dirigido a las manufacturas y al comercio, pero a partir de 2008 se iniciaron proyectos en la minería, en la cual se han invertido a partir de 2012 más de 1,300 MDD.
(a) Suma de 2000 a 2014; n.d., información no disponible.
Fuente: Elaboración propia con datos de Korea Eximbank, 2017. Disponible en: http://211.171.208.92/odisas_eng.html.
El cambio que se observa en el comportamiento de la IED coreana en México también involucra algunos aspectos cualitativos. El primero concierne a la novedad de inversiones en el sector automotor en México, lo cual va aparejado con un auge de inversiones automotrices provenientes de varios países, en especial Japón
Uno de los proyectos más destacados es el minero-metalúrgico denominado “El Boleo” (MMB) en Santa Rosalía, Baja California Sur. El conglomerado coreano KBC se convirtió en el principal propietario de la compañía minera a partir del 17 de octubre de 2012, y su principal interés es la producción de cobre para exportación. La primera exportación de casi 2,000 toneladas de cátodo de cobre electrolítico se llevó a cabo a mediados de 2015. Como se vio arriba, los altos precios del cobre durante más de una década hicieron muy rentable este tipo de operaciones, pero habrá que ver la suerte del proyecto ahora que ha cambiado el contexto mundial para las materias primas, con precios a la baja. Como este, existen otros proyectos mineros en otras partes de la República mexicana, en los cuales también están interesadas empresas coreanas.
En realidad, los principales intereses de los empresarios coreanos se orientan a la manufactura de exportación en los sectores automotriz, electrónico y de telecomunicaciones, entre otros. El cambio que se observa en el comportamiento de la IED coreana en México también involucra algunos aspectos cualitativos. El primero concierne a la novedad de inversiones en el sector automotriz en México, lo cual va aparejado con un auge de inversiones automotrices provenientes de varios países, en especial Japón. Hasta hace poco no había ninguna planta automotriz coreana,12 aunque, por otra parte, ya se vendían automóviles principalmente de las marcas coreanas Hyundai y más recientemente Kia. El que no exista un ALCO entre México y Corea ha dificultado la importación y la comercialización directa desde Corea.
Kia terminó la construcción de una planta en Nuevo León, la cual fue inaugurada en septiembre de 2016. Tras una seria controversia con las autoridades del estado de Nuevo León, y un proceso de negociación, se llegó a un acuerdo más favorable para ambas partes, con lo que la empresa coreana continúa con sus planes de producción y comercialización en México, así como de exportación a América del Norte y el resto del mundo.13 Tomando en cuenta que en 2013 la producción total de vehículos en México alcanzó casi 2,900,000 unidades, de las cuales más del 80% se exportó, se esperaría que la gran mayoría de la producción que abarca Kia también fuera exportada; la inversión consistió en inversión directa por un monto de 1,000 MDD, y otro tanto en inversión por parte de la red de proveedores (Kia, 2017).
Por tratarse de la participación de esta empresa coreana en una cadena de valor de la industria automotriz, es menester destacar que Kia ya opera en EUA una planta con capacidad de producción y características similares a la de Monterrey, por lo que se entiende que la ampliación de su capacidad para competir en el mercado de EUA y en otros la llevó a establecer su planta en un país con mano de obra ampliamente calificada para los requerimientos de la industria (y bajo costo), como la de México, dentro del TLCAN. Esto lo hace una vez que su marca ya está posicionada en dicho mercado; sin embargo, la ampliación de la capacidad de oferta por otras compañías japonesas en América del Norte sugiere un aumento en la intensidad de la competencia.
Una de las restricciones que impone el TLCAN se refiere al contenido mínimo regional para que una mercancía pueda ser exportada a EUA libre de aranceles; esta restricción ha favorecido el establecimiento de proveedores coreanos para sustituir componentes e insumos que originalmente importaban los productores coreanos en México (López y Salas, 2011). Esto es así porque México ha carecido de políticas efectivas para promover la proveeduría de empresas en México que aprovechen la gran cantidad de producción maquiladora e industrial con alto contenido importado, como se vio arriba.
El caso de la inversión coreana en Brasil muestra más claramente la intensidad de las relaciones económicas entre ambos países. En primer lugar, hay que señalar el alto volumen de comercio entre las dos naciones: en 2014, por ejemplo, el valor de las exportaciones de Brasil a Corea superó los 3,800 MDD, mientras que el valor de sus importaciones fue de más del doble del valor exportado (8,526.2 MDD). En segundo lugar, aunque Brasil ha mantenido un considerable superávit comercial con el mundo durante la mayor parte de lo que va del siglo (a excepción de 2014 cuando el país incurrió en un déficit comercial de casi 4 MMD), la relación comercial es deficitaria para todo el periodo. En tercer lugar, la composición de las exportaciones de Brasil a Corea se concentra en algunas categorías de productos, principalmente mineral de hierro y productos relacionados (más del 40% del total)
A partir de la Tabla 6 describiremos la composición sectorial de la IED coreana en Brasil, para después ilustrar con algunos casos de inversión relevantes. El principal sector de inversión es el manufacturo, con más del 50% del total de la inversión realizada para el periodo 2000-2014; se observa una tendencia creciente, y para la mayoría de los años supera a la inversión en minería y otras actividades, con pocas excepciones. En segundo lugar aparece al sector de la minería, que comprende poco más de 30% del total, y que en algunos años registra inversiones superiores a las de la manufactura (por ejemplo, 2008 y 2010).
Algunas de las inversiones más destacadas son las siguientes: la inversión de Hyundai en Brasil data de hace poco más de una década. En 2004 se inició con la apertura de dos plantas en los estados de Goiás y Minas Gerais para producir camiones (Banco Interamericano de Desarrollo, 2015); años después, en 2012, la empresa estableció una planta de producción en Piracicaba, São Paulo, para producir un automóvil, el Hb20, especialmente diseñado para el usuario brasileño; esto corrobora la importancia del mercado interno para las decisiones de inversión, así como la calidad de producción del corporativo coreano en un contexto automotriz altamente competido.14 Ante el éxito de su estrategia, Hyundai aumentó su inversión para ampliar su capacidad de producción en 2014.
Conclusiones y consideraciones finales
En este trabajo se ha comprobado que la inversión directa de Corea del Sur en América Latina, aun siendo modesta, ha mostrado un interesante dinamismo en los últimos años, en especial para las economías con los mayores mercados de la región (Brasil y México). Se sugiere que este cambio responde a una posible reorientación parcial de las inversiones coreanas que, tradicionalmente habían tenido como destino a la región asiática, en particular China, hacia otras regiones y países, incluyendo ALC.
De conformidad con su patrón de desarrollo industrializador, la IED coreana en el mundo se concentra en el sector industrial, seguido por el comercial y el extractivo. Algo similar acontece con la inversión que realizan las empresas coreanas en la región latinoamericana, si se toman en cuenta las modalidades de desarrollo y comercial de la nación que se considere. En principio, se encontró concordancia con la hipótesis de trabajo para las siguientes naciones: en Brasil predomina la IED coreana en manufacturas, seguida por la minería; en Chile y Perú las inversiones en la minería predominan, en concordancia con su marcado perfil exportador; en Panamá, la alta IED coreana se orienta mayoritariamente a los servicios inmobiliario y de alquiler de bienes muebles e intangibles, así como al transporte; la inversión en Argentina y Colombia es pequeña, con predominio en la minería en la primera, seguida por las actividades comerciales, y en la segunda con predominio en manufacturas, seguidas por la minería.
En el caso de México se verifica la motivación dominante de las empresas coreanas por establecer plantas que produzcan principalmente para la exportación, aunque una parte importante se dedica al mercado interno. Sin embargo, para este país se encuentra cierto grado de discordancia con la hipótesis de trabajo formulada: siendo México una economía con alto grado de exportación de manufacturas y en menor proporción de productos mineros (haciendo a un lado la extracción de petróleo crudo), en los últimos años se han registrado importantes flujos de inversión coreana en la minería mexicana (cobre principalmente), lo que muestra un monto de inversión más alto en este sector que en el manufacturero, a lo largo del periodo 2000-2014.
Sin embargo, en el trabajo se identifican cambios significativos que parecen impulsar la economía mexicana en lo que se refiere a su naturaleza de “plataforma de exportación” de manufacturas. El sector automotriz muestra evidencia de haber entrado en una nueva fase de auge, con el establecimiento de nuevas plantas de vehículos y autopartes por empresas japonesas, pero también algunas coreanas. Es de destacar que, por primera vez, en 2015 una empresa coreana (Kia) se involucra en la producción automotriz al nivel de las otras compañías en el mercado altamente competitivo de América del Norte, incluido el mercado mexicano. Esto contrasta con la incursión decidida de Hyundai en el mercado brasileño desde hace ya más de una década.
En el caso de Brasil, por su patrón de desarrollo más equilibrado entre los mercados interno y externo, así como entre industria y actividades primarias, la inversión coreana muestra características peculiares. La mayoría de la IED coreana en ALC se orienta al sector manufacturero brasileño para la venta en el mercado interno, en gran medida en la industria automotriz, de electrónica y telecomunicaciones.
En relación con los acuerdos de inversión y libre comercio entre Corea y las naciones latinoamericanas se encontró lo siguiente. Los ALCO se han firmado con naciones que por sus características geoeconómicas resultan complementarios con el perfil altamente industrial de Corea; tal es el caso de los ALCO en vigor con Chile, Perú y Colombia. No existen acuerdos comerciales con naciones con un perfil industrial competitivo con el de Corea, como Brasil y México, lo que no ha impedido las relaciones económicas altamente significativas entre ellos. Esto ha sido así a pesar de que no se ha concretado el APRI entre Corea del Sur y Brasil.