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Intersticios sociales

versión On-line ISSN 2007-4964

Intersticios sociales  no.25 Zapopan mar. 2023  Epub 27-Abr-2023

 

Sección general

El cura José María Mercado y sus reminiscencias historiográficas

The priest José María Mercado and his historiographical reminiscences

Susi Wendolin Ramírez Peña* 
http://orcid.org/0000-0001-6488-4990

* Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, México. swrp11@yahoo.com.mx


Resumen

Este artículo versa sobre construcción de la figura del cura José María Mercado como héroe de la Independencia a través de tres momentos o etapas de la vida del cura Mercado, narrados por distintos autores posteriores al movimiento insurgente ya en el siglo XIX y XX: su nacimiento, el traslado de la artillería y su muerte. Rescatando varias de las enunciaciones colectivas en prensa decimonónica y del siglo XX como una prueba de la circulación y variaciones que tuvo su participación en la gesta independiente en la República mexicana.

Palabras clave: historia; Independencia; San Blas; José María Mercado; héroe

Abstract

This article deals with the construction of the figure of the priest José María Mercado as a hero of the Independence through three moments or stages in the life of the priest Mercado narrated by different authors after the insurgent uprising in the nineteenth and twentieth centuries: his birth, the transfer of the artillery and his death. Rescuing several of the collective enunciations in the nineteenth and twentieth century press as a proof of the circulation and variations that his participation in the independent movement in the Mexican Republic has had.

Keywords: history; Independence; San Blas; José María Mercado; hero

Introducción

El 15 de septiembre de 1810 el cura don Miguel Hidalgo y Costilla, junto con algunos militares, sacerdotes e intelectuales novohispanos, inició un movimiento armado que poco a poco se extendería por las principales ciudades y puertos del territorio de la Nueva España, la guerra de Independencia. La lealtad al monarca español Fernando VII, secuestrado por el ejército francés, y las condiciones de inconformidad social y política, entre muchas otras condiciones, permitieron la gestación de un movimiento insurrecto que después tomaría el rumbo independentista. En el territorio de Nueva Galicia el movimiento insurgente fue promovido por una serie de personajes que ahora son considerados héroes nacionales, José Antonio Torres en Guadalajara, José María Mercado Luna, el cura de Ahualulco, quien ocupó la ciudad de Tepic y el puerto de San Blas.

El cura Mercado está vinculado al puerto de San Blas como un símbolo de la insurgencia, más tarde se convirtió en un mártir de la Independencia al dar su vida antes de rendirla a los soldados realistas por una traición organizada por el también cura Nicolás Santos Verdín en enero de 1811. Sin embargo, como veremos más adelante, no ha sido recuperado en el panteón nacional como muchos otros curas, abogados y letrados que quedaron en olvido, dentro de los pocos rescates de su figura es el proceso por medio del cual se fue construyendo esa vinculación del héroe insurgente tanto al puerto como a la memoria nacional.

Su ausencia en la narrativa nacionalista no ha impedido que este personaje haya tenido influencia simbólica en una región que se extiende del puerto de San Blas hacia Guadalajara, pasando por Tepic, Ahualulco (hoy Ahualulco de Mercado), Etzatlán y Ameca, creando lazos aún vigentes de visitas oficiales entre munícipes de San Blas y Ahualulco:

Los lazos de unión que surgieron entre San Blas y el estado de Jalisco en el periodo de lucha por la Independencia cada año son refrendados en las visitas que hacen autoridades de aquel puerto al municipio de Ahualulco de Mercado, Jalisco, y las de este hacia San Blas, Nayarit, para recordar las gestas del héroe de la Independencia José María Mercado.1

Sin embargo, probablemente su presencia en la guerra sí trascendió más espacios, aunque fuera en el ámbito de la prensa y en las festividades locales a finales del siglo XIX.

Actualmente vivimos el traslape o apilamiento de interpretaciones de las guerras de independencia desde distintas corrientes historiográficas algunas totalmente contrarias y otras que dan lugar a la complementación interpretativa. Hay una larga fila de autores siguiendo a Robert Palmer y Jacques Godechot con la introducción de las revoluciones trasatlánticas en 1955 desde donde se anunciaba que solo hubo una revolución original, la francesa; y solo una independencia original, la de Estados Unidos de América y estas habrían sido la causa de todas las demás independencias latinoamericanas “there has been more tendency to see an analogous phenomenon at the close of the eighteenth century”.2

Todavía hay muchos hilos que tejer y muchos otros que podrían parecer “caducos” como aquellos que nos llevan a la articulación de nacionalismos e historias oficiales con los matices de cada régimen pero que en gran medida siguen siendo articulaciones decimonónicas de la historia liberal que privilegia a los héroes y a los enemigos de la nación. Y qué decir del largo aliento braudeliano, en relación con estas revoluciones “democráticas” mundiales aún se puede escribir mucho, entre ello las transformaciones de mentalidad en largos procesos temporales, acotados a espacios específicos. Ya lo ha enunciado Elías Palti, algo debió suceder en la cultura política durante el siglo XVIII que ante la crisis de 1808 las alianzas políticas no se mantuvieron intactas, cuando en la crisis de la sucesión de la corona española de la casa de los Austrias a la de los Borbones sí continuaron, añade además cómo en ciertos espacios americanos se dio ‘la teoría del empate’ donde “el liberalismo y el federalismo vinieron a estas tierras a imbricarse con el conservadurismo y el centralismo”.3

En otro orden de análisis mucho más enfocado al ámbito económico y sociológico, en la década de 1970 John Lynch anunciaba pistas administrativas al dar mayor visibilidad a la influencia de las reformas borbónicas y el impacto:

[…] al dar los americanos la visión de un gobierno mejor, y al negarles una participación substancial en su funcionamiento, las reformas de Carlos III, tanto en su aspecto administrativo como en el comercial, contribuyeron a precipitar la caída del régimen imperial que debían prolongar.4

Y con esto tendríamos muy presentes varias de las demandas de distintos grupos criollos y lo que ha estudiado a profundidad Brian Connaughton: el clero secular en la Nueva España,5 en Nueva España ese fue el clero que mayormente se incorporó a la lucha insurgente como es el caso del cura Miguel Hidalgo, José María Morelos, José María Cos y por supuesto José María Mercado. Lynch vinculaba ese descontento con la iglesia secular al señalar cómo esta:

[…] resistió a la política borbónica, y fue apoyada en muchos casos por seglares piadosos. El bajo clero, cuyo fuero era realmente su único patrimonio material, fue enajenado para siempre, y de sus filas salieron muchos de los oficiales insurgentes y dirigentes guerrilleros.6

En el mismo escenario historiográfico internacional un historiador británico, Brian Hamnett, dio un giro hacia la comparación entre un periodo anterior: en los dos grandes virreinatos: La Nueva España y Perú y sus independencias de los conflictos de 1808 “la intensidad del conflicto que tuvo lugar en el interior de las pequeñas élites dominantes de México y del Perú reveló la gran fragilidad de las recién establecidas formas constitucionales de gobierno” cuyo modelo eran las Cortes de Cádiz y Madrid.7

Más adelante tanto Timothy Anna como Jaime Rodríguez recuperaron la visión de cambio como el federalismo y el impacto de la Constitución de Cádiz en las zonas insurgentes además introdujeron un concepto que no había sido discutido ampliamente: el de la autonomía. Anna explica la Constitución de Cádiz en Perú, porque no era claro quién tenía el voto o quién era el “vecino”.8 Y por su parte Rodríguez “la independencia de Nueva España [….] fue la consecuencia de una gran revolución política que culminó en la disolución de un sistema político mundial”9 siguiendo esta línea de nueva historia política no podríamos ignorar la presencia de la obra Guerra y gobierno de Juan Ortiz quien se tomó en serio el registro de ciudades y pueblos insurgentes, realistas y gaditanos a lo largo de los 11 años de guerra, abriendo el debate regional de la afiliación política en el territorio novohispano.10 O más contemporáneo a nuestro tiempo, en esta ola de estudios posicionados desde la historia global, Stefan Rinke y otros más han propuesto las conexiones y ha retomado revisionismos de los nacionalismos latinoamericanos con distancia temporal y los matices regionales que han surgido en los estudios de la heterogeneidad de los movimientos independentistas.

Este estudio parte de un estudio minucioso de los usos de la figura de Mercado. Para lograr esta aproximación histórica regional y con líneas dispersas de difusión hemos trabajado un panorama de fuentes hemerográficas y bibliográficas del siglo XIX y XX, registros de viajeros en el siglo XIX y algunas celebraciones conmemorativas en el siglo XX, específicamente hasta 1960.

La metodología que se siguió fue la siguiente: se confrontaron fuentes historiográficas clave y consolidadas en los tres episodios más importantes, es decir, que narran la participación de Mercado en la guerra de Independencia, especialmente fuentes primarias como los Documentos de Hernández y Dávalos y se hizo una búsqueda exhaustiva en prensa conservada en la Hemeroteca Nacional y digitalmente con las palabras “Mercado” + “San Blas” + “Independencia” en la Hemeroteca digital nacional en la Ciudad de México.

En Nueva Galicia hay poco más de una docena de acontecimientos insurgentes que han sido narrados por los historiadores del siglo XIX, la mayoría corresponden a la primera fase insurgente entre 1810 y 1811. Las batallas del Fuerte y la de Zacoalco; la toma de la ciudad de Guadalajara; la toma de la ciudad minera de Zacatecas; la encomienda de Torres e Hidalgo al cura Mercado para tomar el puerto de San Blas; la toma del sitio minero del Rosario por González Hermosillo; la visita de Hidalgo a la ciudad de Guadalajara donde firma la abolición de la esclavitud en diciembre de 1810; la derrota del Puente de Calderón en enero de 1811; la pérdida del puerto de San Blas por el cura Mercado entre enero y febrero de 1811; y la firma de la Independencia de Nueva Galicia en San Pedro Tlaquepaque por el general Pedro Celestino Negrete en 1821. Aunque entre la primera fase y la consumación de la Independencia sería importante mencionar una serie de batallas de los indios de la isla Mezcala a favor de la insurgencia entre 1812 y 1816. También hay que acotar que el puerto de San Blas fue el único tomado por la insurgencia en ese momento de la lucha.

El cura José María Mercado nació en la ciudad de Guadalajara el 13 de julio de 1781. Estudió en el seminario Tridentino de San José en la misma ciudad, entonces capital de Nueva Galicia y después se trasladó al pueblo de Ahualulco donde era cura para el momento del referido levantamiento en armas. Fue un sacerdote de “conducta intachable” quien se unió al movimiento desde noviembre de 1810, tal vez inspirado por los primeros acontecimientos en Guanajuato y, un interés en los ideales de libertad y de manera más tangible por la correspondencia con José Antonio Torres (el amo Torres) y el cura Hidalgo. Lucas Alamán dedicaría unas líneas sobre este acto:

Me llamó la atención el que Mercado tomase parte en la Revolución, porque gozaba de mucha buena reputación de virtud, y era director de los ejercicios espirituales en Guadalajara, cuando en lo general, los eclesiásticos que se enlistaban bajo los bandos de la insurrección, solían ser los más corrompidos del lugar.11

Su participación fue breve -no duró más de tres meses-, y tuvo tintes muy trágicos. Después de seguir las órdenes del padre Hidalgo, tomó la población de Etzatlán, siguiendo hacia Tepic y continuó rumbo al puerto de San Blas, manteniendo su puesto unas cuantas semanas con la intención de hacer llegar un conjunto de cañones al contingente insurgente hasta que en enero fuera traicionado por algunos de sus hombres y terminara su vida aventándose a un precipicio. Su cuerpo, según cuentan los historiadores, fue arrastrado por las calles y después decapitado como parte de las formas de justicia por sedición.

Derivado de una extensa lectura sobre su participación en el movimiento insurgente, proponemos tres puntos significativos para pensar la construcción de la figura heroica de José María Mercado: su nacimiento, la búsqueda de entregar artillería a Hidalgo desde San Blas hacia Guadalajara y su trágica muerte.

Un héroe nacional. La figura del cura Mercado después de la consumación de la Independencia

¿Por qué regresar a una figura individual? No nos interesa tanto el personaje histórico en sí, sino su devenir en los usos del pasado, las ausencias, los usos periféricos de este. El estudio de la figura de José María Mercado permite observar a través del uso de la historia de su vida, cierta búsqueda de organización del tiempo pasado como un tiempo mítico del panteón nacional que se hizo en el siglo XIX para otros personajes, es decir, de la historia oficial. El cura Mercado no fue un héroe consolidado como Hidalgo o Morelos. Pero a la vez su relativa ausencia en las grandes narrativas de historias nacionales como la de Justo Sierra o de Vicente Riva Palacio, donde aclaramos sí aparece como una figura más de la primera ola de la insurgencia, y su ausencia en las celebraciones de 1910, por ejemplo, en monumentos de Guadalajara y de la Ciudad de México) nos dejan ver cómo el olvido también ha sido un componente organizador del conocimiento histórico.

Por el contrario su reaparición en las notas escritas de prensa de las décadas de 1950 y 1960 es síntoma de una reactivación del tema desde las regiones del país. Lo mismo para los espectadores que lo mencionaron en sus obras sobre la historia de la Independencia. No obstante, la intención de este artículo no es dar una lectura desde la historia gráfica oficial sobre la Independencia sino dar lugar a una reflexión de los procesos de memoria y olvido en relación con los héroes menos reconocidos por la narrativa oficial, una reflexión sobre el uso de los héroes poco conocidos como José María Mercado en su contexto de existencia histórica y fuera de él ya en pleno siglo XX. Y sobre todo presentar las pruebas de origen oral como la rescatada por Dillon Wallace que nos deja ver un camino distinto de conservación del relato, más horizontal y de conservación verdaderamente local.

Aún con la breve introducción de autores y corrientes historiográficas que se manejan hoy en día, los nacionalismos, los regionalismos y en específico la historia oficial que se ha construido como historia nacional en prácticamente toda Hispanoamérica sigue siendo potente y nos remite a una serie de personajes que son incluidos en el panteón de los héroes. La distinción sería cuáles héroes y en qué espacios de interacción se reproduce una figura específica como relevante. El cura José María Mercado ha tenido tres grandes periodos de visibilidad a lo largo de 200 años de circulación y dos amplios lapsos de ausencia lo cual no es ni exclusivo de su presencia en la historia nacional ni limita la pervivencia de relatos o narraciones que lo incluyeran en sus festejos locales ya fuera en el puerto de San Blas o en el pueblo de Ahualulco. Dentro del cuerpo de autores revisados para este artículo, encontramos tres periodos de visibilidad de José María Mercado y dos largos lapsos de ausencia, lo cual no es exclusivo de este héroe tapatío.

El de la escritura de los contemporáneos a la guerra de independencia que se extendió temporalmente entre el momento de la muerte del cura José María Mercado y 1829. Una veta importante fueron los documentos más tarde compilados por el erudito historiador decimonónico e hidrocálido Juan E. Hernández y Dávalos, donde es relevante el testimonio atribuido a Vicente Garro, quien fuera el administrador de correos de Guadalajara. En esta etapa se observa que la necesidad de compartir las hazañas y acontecimientos de la guerra llevaba el doble objetivo de promover simpatía por el movimiento insurgente o realista además de registrar tácticas y decisiones al interior de los distintos grupos que participaron, cuál era el siguiente movimiento que harían como parte de una organización militar. Sin embargo, después de 1821 y sobre todo después de 1824 sí empezó a fraguarse la necesidad de dar cierta descripción heroica a distintos personajes que participaron en las distintas campañas insurgentes, no obstante la noticia que tenemos de 1829 es una excepción al provenir de una leyenda retomada por un viajero en camino de Guadalajara a Tepic. Una característica añadida a este periodo es que aún la enunciación se hacía desde la experiencia propia, de un pasado no distante, de una generación que había vivido la guerra.

Un momento de ausencia en el que no se habló casi nada de su existencia o participación en la guerra de Independencia, con dos breves excepciones: por un lado una mención en prensa en 1852 y por otro también una breve aparición en una nota de prensa de 1867, un momento muy cercano al poder concentrado en la figura de López de Santa Anna pero donde ya había por lo menos dos esfuerzos de consolidar el panteón nacional como ha apuntado María Esther Pérez Salas:

[…] de manera esporádica empezarían a circular las imágenes de algunos héroes en algunas revistas literarias como El Mosaico Mexicano (1840-1842), El Museo Mexicano (1843-1845) así como en algunos almanaques como el Calendario de José María Lara (1839), entre otros.12

Y el otro muy cercano a la etapa juarista, publicado en El Correo de México, periódico dirigido por Ignacio Manuel Altamirano donde participarían varios de los historiadores involucrados en el proyecto que quince años más tarde sería México a través de los siglos, en la cual se dio una nueva lectura al pasado favoreciendo la visión liberal del acontecimiento histórico, no es ingenuo que en esta producción ya se mencionara la historia de la Independencia y se enfocara poco la presencia del cura Mercado sino más bien la presencia de José Antonio Torres quien habría comisionado al cura y quien a su vez como héroe local del mismo momento y región tiene el peso de ser un administrador de la hacienda de Atotonilquillo, es decir, del mundo secular.

Un segundo gran periodo de efervescencia nacional y regional en la producción de narrativas históricas impregnado de contradicciones, sí incluyó a Mercado en su conjunto, y fue el periodo del Porfiriato. Sus diversos ejemplos y asociaciones de héroes y acontecimientos fueron abundantes. Este fue el gran periodo de producción de historias regionales y de historias nacionales, empezando por la ya mencionada obra de cinco tomos, coordinada por Vicente Riva Palacio, México a través de los siglos y seguida de varias aportaciones como la obra de México y su evolución social coordinada en tres tomos por Justo Sierra entre 1900-1902. La obra de Riva Palacio al ser alimentada de los documentos de Hernández y Dávalos para ese episodio en el tomo tercero, sí menciona al cura Mercado13 y en la obra de Justo Sierra ya no lo hizo, solo retomó al amo Torres el “insurgidor” de Nueva Galicia.14 En relación con los ejemplos que se presentarán en este artículo, encontramos un conjunto de referencias al cura Mercado como las de la obra del historiador de Jalisco Ignacio Navarrete (1872) o la obra de otro historiador del mismo estado José Luis Pérez Verdía (1886), así como los historiadores más involucrados con la celebración del Centenario de la Independencia como Alejandro Villaseñor y Villaseñor (1910) y uno que otro periódico local de Jalisco o Zacatecas. En su mayoría se trata de historiadores que intentan construir historias generales del estado de Jalisco o que participaron en la generación de discursos conmemorativos para el Centenario del inicio de la Independencia en 1910 que asimilaban la guerra de Independencia con un presente estable de régimen político. Navarrete sería el más creativo al describir figuras como los indígenas aferrados a los cañones “como hormigas” y Pérez Verdía el más elocuente defensor de la hazaña del cura Mercado; Villaseñor por su parte se enfocó más en los hechos ya descritos en la obra de Riva Palacio.

Un tercer gran periodo de producción de memoria histórica mucho más vinculada a una serie de ejercicios revisionistas de cohorte nacionalista oficial con sus matices por supuesto. El artículo de Gutiérrez Contreras en El Excélsior es revelador porque justamente poco después escribió una obra dedicada al cura Mercado, este historiador compostelano y coterráneo del entonces gobernador del estado de Nayarit, Gilberto Flores Muñoz (1946-1951) quien muy probablemente influyó en esta proyección nacional del historiador nayarita y no solo eso sino que promovió varios proyectos históricos para reconstruir la identidad histórica de su estado, no solo con Gutiérrez sino también con otros historiadores locales como Everardo Peña Navarro. Por su parte, los periodistas Chavari y Ceja, en la década de 1950, trajeron el tema del nacimiento de Mercado y en los sesenta en lugares tan lejanos al área de influencia del cura, como Campeche se habló de sus hazañas al llevar “100 cañones para Hidalgo” o de su “generosidad” hacia los españoles vencidos en San Blas. Mención aparte merece Luis Castillo Ledón quien escribió uno de los libros más tempranos sobre la participación de Miguel Hidalgo en el movimiento insurgente, siendo un joven intelectual nayarita que llegó a ser gobernador en la década de 1930 y dejando su obra para todos los revisionistas de los años cincuenta.15 Por supuesto la década de 1950 fue un momento preparativo. No es ingenuo que en 1953 se volviera a publicar a Pérez Verdía, año que a nivel nacional se denominó el año del Centenario del nacimiento de Miguel Hidalgo, sobre todo si pensamos su obra como producto de una serie de circunstancias particulares del periodo del Porfiriato. Pero más allá de una coincidencia conmemorativa recordemos como lo ha estudiado ampliamente Elmy Lemus, fue en las décadas de 1940 y 1950 cuando “se evidencia el tránsito de la Historia como un conocimiento compartido de la Sociología, Economía, Derecho, la Filosofía -por solo mencionar algunos- a la Historia como profesión con un campo y metodologías bien delimitadas”.16 Lemus describe cómo desde la Facultad de Filosofía y Letras se dio una producción de cursos de invierno que buscaba, junto con el Grupo Hiperión, retomar los estudios sobre el ser mexicano.17 Mientras esto sucedía en el ámbito académico mexicano en la prensa nacional se continuaba incorporando artículos sobre acontecimientos históricos aún con la visión decimonónica de la historia liberal siquiera con variaciones de índole anecdótica regional, si acaso las editoriales en prensa eran las que sí incorporaban miradas críticas al uso del tiempo histórico. ¿Qué se buscaba entonces con la prensa de suplementos y de difusión histórica? Transmitir el conocimiento histórico sí y dar espacio a temas menos conocidos en la narrativa oficial, si acaso seguir lineamientos políticos del momento de enunciación, los años cincuenta consolidaron por un lado el discurso posrevolucionario de estabilidad y cierre de ciclos en el bienestar común visibilizados en el estado y el partido político gobernante, el Sesquicentenario de la Independencia celebrado en 1960 sería un ejemplo ya estudiado por Virginia Guedea y otros colegas.18

Y un último momento de ausencia de escritura, ausencia entre comillas, porque en el ámbito regional sí que ha habido esfuerzos por delimitar la presencia y participación de héroes locales en la guerra de Independencia. Un claro ejemplo está en la compilación que hizo el cronista Juan López de los documentos de Hernández y Dávalos en la década de 1970,19 ya más cercano a nuestro tiempo los esfuerzos de Jean Meyer con la monografía que escribió sobre el estado de Nayarit para la colección de Fondo de Cultura Económica,20 la obra Mario Contreras de también monográfica para la misma casa editorial,21 y la producción de Pedro López González publicada en el año conmemorativo del 2010 todavía enfocada en dar a conocer los acontecimientos principales en relación con el territorio nayarita y sobre todo los personajes involucrados22 y Jaime Olveda con una vasta obra en relación con la Independencia y las Cortes de Cádiz, especialmente los tres volúmenes que coordinó por el Bicentenario de la Independencia publicados en El Colegio de Jalisco donde varios autores reflexionaron en temas acotados sobre conceptos y participaciones en el territorio novohispano, entre otros.23 Y en ese mismo grupo podemos enlazar la obra sobre San Blas coordinada por José María Murià -otro especialista en historia general de Jalisco- donde varios autores retomaron la importancia del puerto para Nueva Galicia antes y después de la guerra insurgente.24 Estos autores que escribieron a finales de la década de 1990 o en los primeros años de la década de los 2000 han mencionado la figura del cura Mercado de una forma más académica y episódica. Pocos le han dado el papel central, si acaso la obra de Pedro López y la de Juan López hasta cierto punto; no obstante, lo que ha predominado es un interés por estudiar el acontecimiento insurgente-realista con las nuevas corrientes historiográficas, metodologías interdisciplinarias, haciendo preguntas al proceso histórico y a sus vinculaciones en términos de cultura política, de estudios sobre intelectuales y de economía política. Esa ausencia de figuras como el cura Mercado entonces estaría justificada.

En un primer momento de uso historiográfico la figura del cura Mercado aparece en la obra de Carlos María de Bustamante y Lucas Alamán,25 sin embargo, no trascendió a los grandes episodios de la historia oficial de la Independencia como lo hicieron las figuras como la de Hidalgo, Morelos, Allende y Aldama por ejemplo. Tal vez los historiadores más interesados en rescatarla han sido los tapatíos Ignacio Navarrete y Luis Pérez Verdía en el último tercio del siglo XIX, y Salvador Gutiérrez Contreras, Pedro López, Jean Meyer, Juan López y Enrique Cárdenas de la Peña en el siglo XX, los dos últimos con un extenso compendio de documentos históricos ligados a la correspondencia insurgente en el primer caso y al juicio posterior al movimiento en el segundo caso, el cual ya había sido publicado por Hernández y Dávalos en la reconocida Colección de documentos para la historia de la Guerra de Independencia.26

No fue sino hasta pasada de la consumación de la Independencia en 1821, que se fue sedimentando el relato coherente y enaltecedor de la guerra dividiéndola en episodios, en el que los atributos de honor y responsabilidad cívica los participantes que incidieron del lado insurgente los legitimaba en mayor o menor grado como héroes nacionales.

Uno de los primeros relatos que encontramos sobre la participación de José María Mercado aparece en la prensa nacional, primero en la Gaceta de México en 1811.27 Y de manera retrospectiva se le reconoció en el Suplemento a los Tres siglos de México en 1852 como víctima del cura de San Blas don Nicolás Santos Verdín, además de haber abandonado cierta artillería “en un punto que creía inaccesible” y su muerte “despeñado en una barranca, donde se encontró su cadáver”.28 En 1867 otro periódico reprodujo el documento de la memoria de sentencia a don José Antonio Torres, en la cual se incluía haber “dado comisión sobre Tepic y San Blas al facineroso José María Mercado”.29

En relación con la capitulación de San Blas ya en 1877, en los ya mencionados documentos de Hernández y Dávalos era posible leer las cartas y oficios enviados por José María Mercado e incluso un compendio biográfico escrito por Luis Pérez Verdía, el 25 de mayo de 1876, donde se explicaba que José M. Mercado había nacido en Teúl en una familia honrada y acomodada, que con inclinación a la carrera de las letras se había decidido por estudiar en el Seminario de Guadalajara con especial dedicación a la teología y se habría ordenado:

[…] cuando estalló la revolución gloriosa de 1810, estaba Mercado de cura en Ahualulco, donde era subdelegado D. Juan José Zea; y teniendo noticia de la toma de Guanajuato por Hidalgo, de la derrota que se dio á los realistas en el Monte de las Cruces y de la que sufrieron los de Nueva Galicia en Zacoalco por D. José Antonio Torres, así como de la marcha de este jefe sobre al capital, se decidió a abrazar la causa de la Independencia, conociendo desde luego que por ella se habría de levantar bien pronto el pueblo entero.30

El cura José María Mercado, como comandante de las Armas Americanas del Poniente, el 26 de noviembre de 1810 escribía:

[…] y hallándome Comicionado [sic] para tomar este Puerto, y resuelto á tomarlo de hecho, á qualquiera [sic] costa, me hé determinado, á poner esta deseoso de destruir las preocupaciones que se tienen contra nuestra Santa Empresa, y evitar por este medio la ruina de innumerables [sic] Europeos que siendo de una excelente conducta y teniendo mui [sic] buenas intenciones, facinados [sic] por los malos, están resueltos á pelear y á correr con una misma suerte con ellos.31

Se contaba la historia completa entre estos oficios, las contestaciones del Comandante de San Blas D. José Lavayen y su comisionado don Agustín Vocalán entre el 28, 29 y 30 de noviembre de 1810. Según esta detallada documentación, una vez ratificada la capitulación de San Blas, hubo una serie de comunicaciones para determinar la situación de los europeos que se encontraban en proceso de emigración, quienes según el juicio de Mercado deberían esperar a ser juzgados libres para hacer uso de sus bienes y hubo una jura de los cuerpos generales ministerio de marina, capellanes, pilotos y cirujanos para con Mercado en el que resolvían ir a Tepic y juraban:

[…] á Dios y al Rey, no tomar en lo subcesivo [sic] las armas en contra, ni en favor de las expediciones, que el expresado Señor General continúe haciendo, por las causas que manifiesta, lo hán obligado á ellas.32

La noticia de la inmediata entrega de las plazas de Etzatlán, Tepic y la capitulación de San Blas fueron explicadas por varios autores decimonónicos, por ejemplo, la versión difundida por Alejandro Villaseñor y Villaseñor atribuye la causa al miedo: en dichas ciudades no había información suficiente, no se sabía de la derrota de Aculco y el miedo permitió que tanto españoles refugiados en el puerto como funcionarios como José de Lavayen dieran por hecho que se trataba de un ejército que había triunfado en la batalla de las Cruces. Lavayen solo sabía lo que los fugitivos de Guadalajara le habían relatado lo grande de los ejércitos insurgentes:

[…] que ocupaban a sangre y fuego las ciudades […] firmó las bases que le propuso Mercado y que fueron aceptadas por la Junta de Guerra y por Lavayen, con excepción de la referente a la detención de los europeos que fuesen delincuentes; Mercado concedió todo lo que se le pedía y únicamente pidió rehenes.33

Esas concesiones del cura a los realistas y españoles exiliados le costaría la vida más tarde cuando se organizarían contra él para derrocarlo el 31 de enero de 1811:

[…] extendió su generosidad a los vencidos, aceptando en sus fuerzas a la marinería y a la maestranza que hipócritamente aparentaban estar dispuestos a combatir de allí en adelante a favor de la causa insurgente, y no tardó en sucumbir traicionado por esos contingentes de falsos aliados.34

El nacimiento

Conforme se revisaron las fuentes bibliográficas y hemerográficas del tema, surgió una confusión sobre el lugar de nacimiento del cura José María Mercado Luna todavía publicada en pleno siglo XX y esto probablemente se deba a la fuente de la que abrevaron los autores para escribir su aportación. Luis Pérez Verdía en 1886 afirmaba que el cura Mercado había nacido en Teúl, Zacatecas, por lo cual no extraña que en plena celebración del centenario de la Independencia en 1910, un periódico de dicha ciudad El Mutualista, lo incluyera entre los insurgentes zacatecanos.35 Incluso en el compendio de Alejandro Villaseñor y Villaseñor Biografías de los héroes y caudillos de la Independencia, repetía que Mercado nació en “Teúl, de la provincia de Zacatecas, colindante de Colotlán”.36

No obstante, la adjudicación de su nacimiento en territorio jalisciense también data de la temporalidad del Porfiriato. En 1905 en la prensa tapatía ya se afirmaba que el cura Mercado era “jalisciense” sin ningún problema de legitimidad en un artículo donde se discutía el paradero de sus restos para hacerle un monumento con los restos originales bajo el mismo: “que es muy digno el ignorado héroe jalisciense, que recibió el nombramiento de Comandante en jefe de las fuerzas del Poniente, cuando Hidalgo se hallaba en Guadalajara”.37

Se ha reconocido la aportación del cronista tapatío Juan López al incluir el acta de bautizo de Mercado realizado en el Sagrario Metropolitano de Guadalajara en 1781 en su obra de la década de 1970. Sin embargo, Salvador Gutiérrez Contreras ya afirmaba el origen tapatío de Mercado en un breve artículo de El Nacional en 1948, “nació este ilustre insurgente paladín de la libertad, el 13 de julio de 1781 en la ciudad de Guadalajara”.38

La disputa por el origen del cura en Teúl, Zacatecas continuó presentándose en prensa nacional, fue Víctor Ceja Reyes quien en 1954 escribía que había en el cura Mercado un destino forjado en cuatro pasos: su nacimiento, el paso por el seminario seguido del curato de Ahualulco “donde anidaron sus primeras inquietudes y donde aflorara, retadora, su decisión por la independencia, por la libertad”.39 Este es un ejemplo de una configuración literaria de la estructura del camino del héroe fuertemente ligada al origen como razón de destino.

También Juan N. Chavari, mencionó ese origen en 1956 e incluyó una explicación frente al “reciente descubrimiento” del acta de bautismo del cura Mercado en la ciudad de Guadalajara:

[…] se sabe que este [Mercado] recibió las aguas bautismales en la misma capital tapatía, por lo que se cree que es nativo de Guadalajara, aunque hay quien desmiente esta versión, entre ellos Bustamante, Riva Palacio y otros historiadores que dan como lugar de nacimiento el de Teúl.40

Para Chavari la auctoritas recaía en la tradición historiográfica más cercana a la vida del héroe y no la lectura contemporánea de un nuevo documento.

Dos años después Rafael Heliodoro Valle rectificó el nacimiento del cura Mercado en Guadalajara, con un error de fecha 1789 en lugar de 1781. Lo anterior no impidió que en pleno año conmemorativo del Sesquicentenario de la Independencia mexicana, 1960, se volviera a publicar que don José María Mercado había nacido en una familia acomodada de Teúl, Zacatecas.41 Esta ambivalencia en el origen del héroe no es asunto menor, pues nos puede dar pautas para entender distintas formas de apropiación identitaria de la figura de Mercado que corresponden al interés de ciertos personajes de que fuera incluido un espacio geográfico en la narración del héroe. Fuera del quehacer de los historiadores, la semilla de Bustamante, Riva Palacio, Pérez Verdía y Alejandro Villaseñor tenía sus seguidores a lo largo del siglo XIX y XX. Como se puede apreciar en la siguiente figura:

Fuente: elaboración propia.

Figura 1 

Donde la vertiente historiográfica que se apropia de la figura de Mercado como nacido en Guadalajara pertenece a una generación de escritores de la segunda mitad del siglo XX. La larga tradición de autoritas que tiene el gremio no sorprende que incluso hoy se afirme en la página oficial del municipio de Ahualulco de Mercado del Gobierno del estado de Jalisco que Mercado fue un cura nacido en Teúl, Zacatecas.

El traslado artillería para Hidalgo, de San Blas a Guadalajara y el paso de la barranca de Mochitiltic

Este aspecto se puede documentar ampliamente. Una de las principales tareas del cura Mercado al tomar la ciudad de Tepic y el puerto de San Blas, era colectar la mayor cantidad de artillería posible y mandarla hacia Guadalajara para que pudiera ser utilizada por el cura Miguel Hidalgo, por lo cual en cuanto logró tomar el puerto de manos del comandante don José de Lavayen consiguió según el informe a Calleja de D. Vicente Garro, administrador de correos de San Blas:

[…] ciento y tantas piezas de artillería de todos calibres y montadas cuarenta de ellas con sus correspondientes municiones y ocho o nueve oficiales de marina; este era el verdadero estado en que se hallaba la plaza de San Blas en l° de Diciembre de 1810, cuando sin haber disparado un tiro para su defensa, se rindió vergonzosamente a unas muy malas y pocas escopetas, hondas, lanzas y flechas manejadas muchas de ellas por ancianos y muchachos de escuela, como todos vieron cuando entró el desordenado y no crecido ejército sitiador con seis cañones de corto calibre que tomó en Tepic.42

La correspondencia que escribió el cura Mercado dirigida al cura Miguel Hidalgo o a don José Antonio Torres en la cual refiere asiduamente los envíos de cierta cantidad de cañones de distintos calibres, fusiles, pertrechos, pedreras en conjuntos de 4 o 6 gracias algunos carros que estaban construyendo para cruzar la Barranca de Mochitiltic.43 Incluso una carta dirigida a su madre Rita Topete recopilada en los Documentos Hernández y Dávalos expresa lo siguiente:

[…] con los cañones pienso estar fuera de los barrancos dentro de ocho días, pasar si puede ser por Etzatlán y Ahualulco y caminando de día y de noche ir a desbaratar ese espantajo de Calleja, en compañía de su alteza.44

Ignacio Navarrete, tapatío, describió en 1872 el traslado como una obra difícilmente lograda, una hazaña sin posible comparación:

Por voladeros de pájaros y sendas por donde quizá por primera vez se estampó la huella humana, sin máquinas, aparejos ni cabríos, sino brazo a brazo, se trasladó la gran batería de gruesos cañones. Centenares de indios se pegaron como hormigas a aquellas enormes piezas y las condujeron hasta la capital; posteriormente hasta Calderón, como más adelante veremos. ¡Hecho digno de unos tiempos heroicos! Todavía existen algunos cañones hundidos en la barranca de Mochitiltic, que se derrumbaron al pasarlos, como testigos dese prodigio de actividad y de los esfuerzos que se hicieron por la independencia de la patria.45

Luis Pérez Verdía retomó el tema del traslado de armamento en su obra, aportando cifras más claras de la cantidad cañones provenientes de Sevilla y Manila, y advirtiendo las limitaciones de precisión en la puntería por el montaje de los cañones en carretas y carros:

Se hallaba más bien preparada la artillería, que, aunque formada por 94 cañones, de los cuales 44 eran calibre de – a 12 de los que habían mandado el Cura Mercado del Real Apostadero de San Blas, y los otros con calibre de 2 a 24 eran en su mayor parte de madera con cinchos de fierro, y a pesar de que en ellos cifraban su esperanza de triunfo los insurgentes.46

Luis Castillo Ledón, al describir la artillería de la Batalla del puente de Calderón, mencionaba 95 cañones y reiteró cómo 51 estaban montados en carretas por lo cual era muy difícil la puntería:

El [ejército] de Hidalgo ascendía a algo más de noventa mil hombres, de los que mil seiscientos eran de infantería, no mal disciplinados; veinte mil rancheros a caballo, provistos de lazos la mayoría y de lanzas la minoría; como setenta mil indios y mestizos con machetes, hondas y flechas, y noventa y cinco piezas de artillería, con su correspondiente personal de montados cuarenta y cuatro en sus respectivas cureñas y las restantes sobre carretas, lo cual hacía difícil fijar su puntería.47

Sin embargo una cuestión importante destacada por quienes afirman que sí se trasladó una cantidad considerable de artillería exitosamente como Alejandro Villaseñor es que “fue un gran recurso para la revolución, pues sin los cañones de él no se da la batalla de Calderón”.48 E incluso añadió:

[…] la hazaña de Mercado sólo es comparable a la de Torres conquistando la Nueva Galicia, pues si bien Tepic no tenía la importancia que aquel reino, el material de guerra adquirido valía en aquellos momentos todo ese Reino, y si a ello se agrega que la conquista no costó ni un sólo tiro, se convendrá sin dificultad en que resultó superior.49

De acuerdo con este autor Villaseñor fueron dos envíos, uno realizado desde Tepic hacia Guadalajara y de San Blas hacia Tepic, concluyendo “a los ocho días de haberse hecho dueño del Puerto, ya había despachado 30 y tantos cañones de grueso calibre bajo la dirección de don Rafael Maldonado”.50 El historiador Pérez Verdía al respecto añadía “sólo quien conozca el camino de San Blas a Guadalajara, podrá comprender los heroicos esfuerzos que para esto se hicieron, pues además de la aspereza del camino, hay que atravesar las profundas e intransitables barrancas de Mochitiltic”.51 El general realista José de la Cruz, comparaba el traslado de 4 cañones pequeños para batir San Blas “tarea superior a muchas batallas”.52

Salvador Gutiérrez Contreras también compartió detalladamente la descripción de las acciones de traslado de artillería organizadas por el cura Mercado 43 piezas, y Alejandro Villaseñor refiere 4753 logradas en una primera fase con el apoyo de Rafael Maldonado y otros insurgentes; y en otra fase de traslado en la que el propio Mercado participó, pero al enterarse de la derrota del puente de Calderón decidió abandonar cuatro cañones despeñados en la Barranca de Mochitiltic y replegarse a San Blas. Entre quince y dieciocho años después, el viajero inglés, Robert W. Hale Hardy escribiría que había visto en la barranca un cañón que según le habían contado estaba en el mismo lugar en que lo había dejado el cura Mercado en 1811.54

El traslado de artillería es, a nuestro juicio, la trama más contundente del quehacer de Mercado en su participación insurgente. La toma militar de la ciudad de Tepic y el puerto San Blas había requerido comunicaciones y un despliegue visual de fuerzas, pero no un enfrentamiento a fuego cruzado. En cambio, la organización de traslado de municiones por un trayecto tan accidentado a través de carros, cargadores indígenas y la desesperada comunicación con el cura Hidalgo para confirmar noticias de este, desgastó al cura Mercado y le preocupó constantemente en su breve periodo como Comandante de las Fuerzas del Poniente. Y por lo menos, en términos de difusión, para 1905 ya era publicado en la prensa de Guadalajara, que Mercado “envió 48 cañones a través de las barrancas de Mochitiltic salvando horribles precipicios y escapadas pendientes”.55

Casi todos los estudiosos coinciden al aseverar factura de los cañones transportados en Sevilla y Manila, no obstante, en la prensa zacatecana y el artículo de Rafael Heliodoro Valle se menciona la factura de cañones en Sevilla y Madrid, por lo cual podría significar que esa información proviniese de una versión alterna a la obra de Pérez Verdía o de otra fuente directa decimonónica. Un dato curioso mencionado por Víctor Ceja Reyes en 1954, es que uno de los cañones de Mercado conocido como “El Niño” que había sido fundido en Manila, remitido a Hidalgo y después de caer en manos de Calleja, pasó a Toluca, fue perdido en Tenancingo y quedó en poder del cura de Carácuaro, José María Morelos.56

En 1961 en un periódico local de Campeche, una nota sobre el héroe de San Blas afirmaba su contribución había sido “enviar parte de la artillería, más de 100 cañones al padre Hidalgo que se encontraba en Guadalajara”,57 lo cual deja ver cómo Vicente Garro seguía siendo una fuente vigente aún con las versiones locales distintas.

En las Figuras 2-4 se sintetiza este apartado, según la Figura 2 la mayoría de los autores que refieren el acto del traslado de armamento atribuyen cierto éxito en el mismo que se vería reflejado tangiblemente en la cantidad de cañones trasladados (Figura 4). La Figura 3 solo nos deja ver dos vías de origen de estos cañones que posiblemente sean complementarios y no excluyentes una de otra. Por el comercio del puerto de San Blas con los puertos del océano Pacífico, no obstante, es más probable el origen de Manila.

Fuente: elaboración propia.

Figura 2 

Fuente: elaboración propia.

Figura 3 

Fuente: elaboración propia.

Figura 4 

Sobre esta Figura 4 se debe aclarar que mencionar que unos describen el monto total de cañones que confiscó en ambas plazas y otros el número de cañones que supuestamente logró trasladar con rumbo a Guadalajara, no olvidemos el papel de Rafael Maldonado en el envío de una primera tanda de estos artefactos. Por las dificultades ya mencionadas, es probable que fueran menos los que en realidad llegaron y muchos más los que se perdieron en el camino.

La muerte del cura Mercado

Antes de la traición a Mercado en el puerto de San Blas, hay variaciones sobre su supuesto encuentro o no con el general José de la Cruz. En alguna versión publicada en 1910 se dice que al enterarse de la derrota de Calderón, además de despeñar los cañones que tenía en traslado hacia Guadalajara, se regresó a Tepic pero se vio obligado a “resistir en la barranca de Taray” y de ahí se va a “Salates de la Cruz” de donde nuevamente se traslada a San Blas.58

Otra versión de 1883 describe que sabiendo que venía Cruz a su encuentro decidió irse a la Barranca de Malinalco “y coloca sus tropas y cañones en puntos altos y escabrosos” y ahí se da una batalla el 31 de enero de 1811 entre Cruz y Mercado, y finalmente Mercado se retiraría precipitadamente a San Blas en donde fue apresado y posteriormente al tratar de fugarse murió al caer por la precipitación del acto.59 Sin embargo, la versión más difundida es que el cura Mercado fue atacado en su alojamiento, que era la finca de la Contaduría, el 31 de enero y de ahí murió al tratar de huir.60

Otra versión muy tardía de 1961 menciona que pasó antes a Tepic a dejar a su padre, de ahí se trasladó a San Blas donde se enteró de que Cruz ya había vencido a Zea.61

De cualquier manera el cura de San Blas Nicolás Santos Verdín jugó el papel del antihéroe en el relato, al organizar a los europeos y promover la contrarrevolución que terminaría con la vida de Mercado. En la versión más reiterada, Mercado fue tomado junto a Joaquín Romero (comandante de San Blas) y Esteban Matehuala quienes trataron de defenderlo.62 Otra versión alude que:

[…] lo tomaron prisionero a él, a D. José Antonio Pérez, a los coroneles D. José Manuel Gómez y D. Pablo Covarrubias, a D. Pedro del Castillo, oficial de la guardia de Corps del cura Hidalgo, a varios eclesiásticos y a 124 indios.

Y todos se dirigían a la fragata “Princesa”, pero el cura Mercado “encontró una barranca que está próxima a su casa, en la cual cayó, acaso por la precipitación con la que intentó fugarse”.63

Hay un signo importantísimo para la consagración de la figura del héroe: su muerte. Como ya se ha mencionado del cura Mercado muere desprendiéndose de un despeñadero en el puerto de San Blas, a un lado del edificio de Contaduría donde se había refugiado o por lo menos eso sucede en la mayoría de las versiones. No obstante, hay por lo menos cuatro variaciones narrativas sobre su muerte.

La nota más antigua publicada en 1811 en la Gazeta del gobierno de México describe:

El padre D. Josef María Mercado se halló al siguiente día muerto en la profundidad de un voladero contiguo a las casas del comandante y ministros del apostadero, quien desde luego experimentó esta desgracia por hacer fuga.64

Sugiriendo que al intentar fugarse había resbalado y caído, donde se omite el castigo a su cadáver “Sepultados sus cadáveres en el mismo día no ha ocurrido novedad que perturbe el sosiego de este público”.65 Ignacio Navarrete en su obra describía la muerte de Mercado como un entramado de tres actos, su huida causada por la seducción de Verdín seguida de la muerte de José Zea y su anciano padre: “murió despeñado en una barranca huyendo de sus mismos soldados, seducidos por el cura Santos Verdín San Blas; después ahorcó a Zenea [sic], segundo de Mercado, y al anciano padre de este”.66

Otra versión hasta cierto punto similar a la de Navarrete atribuye su muerte a la traición de sus propios hombres en la batalla de Mochitiltic, “pocos permanecieron a su lado […] dejando su artillería inutilizada en aquel punto, regresó a San Blas”, y añade que finalmente muere atacado en su propio alojamiento y a su padre lo mandaron ahorcar el 14 de febrero de 1811.67

La versión la fuga frustrada ha sido reproducida por varios historiadores, entre ellos Pedro López con la distinción de que él sí menciona los azotes a su cuerpo y la muerte de su padre;68 y Juan N. Chavari.69 Los azotes ya habían sido registrados en la Colección de documentos de Hernández y Dávalos70 y se publicaron en 1905 en Jalisco libre “fue recogido su cadáver, expuesto al escarnio y flagelado por el cura Verdín, disque para la purificación que reclamaba la sepultura cristiana”.71

Otra variación difundida por Luis Pérez Verdía, reflejó una construcción literaria más cercana a la tragedia, pues Mercado decidía morir antes de caer manos del enemigo, que fueron sus propios soldados y realistas de San Blas, además Santos Verdín ejerciendo traición: “Mercado, viéndose perdido por la traición y la perfidia, se salió de la contaduría y se arrojó por un barranco que se hallaba junto a aquella casa”,72 este acto agregado al azote de su cuerpo por mandato de Verdín justificando “lo purificaría del horrendo crimen de haber combatido por la Libertad de la Patria” ya lo hacía merecedor de “figurar en el martirologio mexicano con letras de oro”, según la prensa zacatecana de 1910.73

Este sacrificio de Mercado también fue reproducido en la obra de Salvador Gutiérrez Contreras de prensa en 1948 y sus libros de 1954 y 1985,74 y otros tantos autores en la prensa nacional del siglo XX como Rafael Heliodoro Valle,75 Emilio Uribe Romo76. El anónimo autor de Mañana en 1950 quien añadió un final laudatorio propio de una figura que ya ha sido incorporada al mito del héroe nacional.

Una silueta altiva, dirigía desde el interior de La Contaduría la defensa. Cuando quedó sola se alzó como para predicar a los horizontes. Era el cura don José María Mercado. Sólo dijo: -¡Viva México! Y se lanzó a los espacios, escribiendo con su sangre en una pena un gesto que resultó -lo estamos viendo- de heroica inmortalidad. Fue en las playas de San Blas, la noche del 31 de enero de 1811.77

Víctor Ceja Reyes añadió lo habrían buscado en el edificio sin fruto alguno hasta que apareció su cadáver la mañana siguiente, logró incorporar en su relato la versión de la fuga frustrada con la decisión de no ser tomado vivo por el enemigo, esta es otra variación sintética.78

Hay una versión más que fue recogida por un viajero inglés alrededor de 1900, Dillon Wallace, él lo había tomado de una leyenda que le contaron en un pueblo cerca de San Blas, según la cual el cura Mercado en lugar de caer despeñado fue ayudado por los ángeles de Dios, ascendió al cielo envuelto en gloria:

Entre las muchas leyendas que se centran alrededor del viejo San Blas y la fortaleza en ruinas hay una, devotamente creída por los peones más viejos, sobre el Padre Mercado, un sacerdote patriota que vivió aquí durante los primeros días de la guerra de Independencia. El Padre Mercado, como dice la leyenda […] Los soldados españoles cortaron su salida, y fuertemente perseguido por ellos, cuyo deseo era capturarlo vivo, corrió al borde del acantilado. Nada le quedaba más que la muerte en las rocas de abajo, o la captura, cuando oh! Los ángeles de Dios intervinieron. El Padre estaba rodeado de un resplandor de gloria, y ante los mismos ojos de sus perseguidores ascendió al cielo.79

Esta versión del relato de la muerte de José María Mercado supera en la trama trágica todas las anteriores, al incorporar elementos religiosos a la figura de un héroe que no lo acercan al relato nacional en sí, sino al relato bíblico del catolicismo. El cura Mercado asciende al cielo así como lo habrían hecho Enoc, el profeta Elías o la Virgen María.80 Esta versión surgiere la difusión entre los habitantes de la región de algún sermón u oración promovida por algún párroco simpatizante de la Independencia, o podría ser producto de una apropiación católica popular de la figura del cura Mercado conservada a través de la tradición oral.

A continuación se muestra la Figura 5 de variaciones sobre el preámbulo de la muerte de Mercado, otro sobre su arresto y otro más sobre la muerte en sí.

Fuente: elaboración propia.

Figura 5 

Fuente: elaboración propia.

Figura 6 

Como se puede observar la complejidad aumenta en relación con el preámbulo de la muerte del héroe y a las distintas facetas del final de su existencia, si fue arrestado, si huyó desde su alojamiento, si cayó, si se tiró o si por alguna razón no se encontró su cuerpo. Estos pequeños árboles de variaciones son apenas un balbuceo de lo que podemos intuir si seguimos investigando a este y otros héroes de guerras bicentenarias como la Independencia que han constituido la columna vertebral de la historia oficial nacional que se ha forjado en reminiscencias, eligiendo unas sobre otras. Por ejemplo, si no fuera por la curiosidad del viajero Wallace, jamás se hubiera recogido el registro de la versión de asunción al cielo del cura Mercado en una villa cercana a San Blas a inicios del siglo XX.

Las Figuras 5 y 7 de complementan muy bien para entender la serie de variaciones que prevalecieron a finales del siglo XIX, sin embargo la Figura 7 es el que más información nos aporta sobre las variaciones más complejas sobre la muerte del héroe y que en cierta manera lo van resignificando hasta emparentarlo con otros héroes que dan su vida voluntariamente por la nación.

Fuente: elaboración propia.

Figura 7 

Conclusiones

¿Qué hace diferente al cura Mercado frente a otros personajes o héroes de la independencia? Si abrimos el abanico de opciones en México, también ha habido un interés en figuras individuales recientemente, claro de héroes consolidados. Por ejemplo, ninguno equipara en espacio y difusión nacional a Miguel Hidalgo en términos de producción historiográfica pero también de políticas públicas de ornato y de obra pública. Hidalgo, ya mencionamos, fue estudiado por Castillo Ledón, otros especialistas importantes como Ernesto Lemoine y Carlos Herrejón Peredo quienes se han detenido en los detalles de su vida y su actividad en esa primera fase de la guerra, y han combinado su estudio con el de héroe consolidado de la Independencia como José María Morelos.81

En un segundo orden están los personajes que tuvieron incidencia en la lucha insurgente de la consumación como Vicente Guerrero o Agustín de Iturbide, con todos los problemas de enunciación liberal del último. Habría un espacio intermedio para aquellos que históricamente se ligaron a Hidalgo como Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Jiménez, Mariano Abasolo. Como María Esther Pérez ha advertido hubo algunos momentos clave en que se identificaron ciertos personajes con un panteón nacional, en 1823:

Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Abasolo, José María Morelos, Mariano Matamoros, Leonardo y Miguel Bravo, Hermenegildo Galeana, José Mariano Jiménez, Xavier Mina, Pedro Moreno y Víctor Rosales, fueron considerados Beneméritos de la patria en grado de heroicos, estableciéndose de esta manera oficialmente a los héroes de la independencia.82

Advertimos la ausencia del cura Mercado o el cura Cos, y a partir de la década de 1940, gracias a obras ilustradas se ordenó de nuevo esa lista incluyendo personajes ilustres de la época -políticos y literatos-.

Otro momento de reordenamiento de la memoria de los héroes patrios fueron la configuración de México a través de los siglos publicada entre 1884 y 1889. En ninguna de estas publicaciones de los años cuarenta u ochenta del siglo XIX se incluyó al cura Mercado quien quedó en la lista de los otros personajes regionales, sacerdotes, abogados, hacendados, mestizos, mulatos, indígenas “sin nombre” destinados quizá a un tercer o cuarto orden del que se alimenta la historia regional sin un orden específico de tiempo, sino más bien siguiendo su relación histórica más cercana o no con la insurgencia consolidada: los movimientos de Hidalgo o Morelos.

La figura de Mercado legitima un episodio con características importantes y muy particulares para la historia de la Independencia mexicana, no obstante se puede intuir que había cierta práctica de respeto y afecto hacia los símbolos nacionales como la patria en el puerto de San Blas en el relato del viajero Basil Hall entre 1820 y 1822, ante una demora Aduanal de varios días y el motín de los comerciantes del puerto por la presencia de la imagen de un águila en los zapatos del cargamento de un buque norteamericano lo cual habría sido una metáfora de desprecio al pisar el águila nacional:

Los habitantes de San Blas sagazmente creyeron que los norteamericanos, al poner un águila en la suela de sus zapatos, insinuaban su desprecio por México ¡pisoteando su insignia nacional! Se suscitó una gran conmoción en unos cuantos minutos, se pararon todos los negocios, cerraron tiendas y casas, y sobrevino un motín, como nunca antes habíamos visto, y no habíamos esperado presenciar en una raza en general tan tranquila.83

Entonces paralelamente a distintas formas de apropiación sobre esas imágenes de nación que iban adquiriendo solemnidad patriótica o de adhesión política a un colectivo nacional mexicano aparecen héroes como Hidalgo o como el cura Mercado. La presencia aleatoria de Mercado permite pensarla en dos sentidos. Por un lado está la construcción de su carácter heroico. En este breve artículo se ha intentado vislumbrar cómo, a través de tres fases de la vida del cura Mercado, se apropió su figura histórica hasta quedar lentamente consolidada y hasta cierto sentido simplificada en una versión dominante, y cómo con algunas variaciones textuales, el mito de un héroe que tal vez no fue principal protagonista en el imaginario nacional sobre la Independencia mexicana, también ha logrado librar el olvido en ciertos espacios del occidente del país, empezando por el puerto de San Blas y el pueblo de Ahualulco.

Lo anterior no niega lo que llegó a apuntar el profesor Jesús Romero Flores, y que los historiadores conocemos como necesaria presencia/olvido de elementos históricos al estabilizarse una imagen de historia oficial sobre un pasado específico. Unos personajes prevalecieron sobre otros, tal vez no por la grandeza de sus actos, sino porque así fue construyéndose la historia política nacional. Sucedió con otras figuras que apoyaron directamente al cura Mercado en Tepic, los hermanos Mariano y Antonio Aldama (sobrinos de Juan e Ignacio Aldama) quienes fueron opacados por las figuras de sus tíos, “no se citan mucho en la historia, aunque por sus hechos patrióticos son dignos de gratitud y recordación”.84

Tal vez estas permanencias de algunos héroes en los espacios locales donde tuvieron influencia sea una forma de hacer justicia simbólica frente a esa presencia/olvido de las historias nacionales, sobre todo si pensamos en la variación de la muerte de Mercado como un ser que “no muere” sino que es ascendido al cielo, es decir, escapa al tiempo y a las vejaciones de la derrota. Hugo E. Bauzá, en su obra El mito del héroe, morfología y semántica de la figura heroica, afirma que los héroes transitan por fases de representación legitimadoras: “cuna y origen misteriosos, abandono, llamado, iniciación, revelación, resistencia, rebeldía, reconciliación, alianza, victoria, derrota, rescate, legado, recompensa, expulsión, exilio, retorno, negación, purificación y glorificación”.85 Es probable que esta propuesta de tres momentos o etapas en la vida de Mercado siga la lógica de esos lugares narrativos que se van reiterando en las distintas versiones de su participación histórica, por lo cual el mito del héroe sigue siendo un ir y venir entre un origen fluctuante, un quehacer de victoria y derrota y un legado de purificación por la muerte o por la gloria en términos literarios.

Por otro lado, si seguimos una veta histórica en estas variaciones de su vida, se puede percibir la apropiación de un personaje que era cercano a la población en términos sociales contemporáneos a los acontecimientos independentistas, lo cual abre la posibilidad de una conservación de la figura no solo por difusión textual sino por estimación en las redes de socialización local cercanas a la guerra en sí. Gracias a las siete figuras presentadas a lo largo de este artículo tenemos una idea más sintética de los procesos textuales que tuvo la figura de Mercado hasta convertirse en el héroe regional que actualmente permanece sin llegar al panteón nacional de los grandes gestores de la Independencia. La Figura 1 dejó ver que la apropiación de Mercado como tapatío corresponde al siglo XX más tardío, los cuadros 2 y 4 dejan ver la dificultad que ha tenido la información histórica de naturaleza militar en ser comunicada de manera concisa a través de las distintas versiones de los relatos históricos, sobre la trascendencia de esa hazaña de cruzar la Sierra Madre Occidental para llegar a Guadalajara y entregar por partes el armamento a Hidalgo antes de la Batalla del Puente de Calderón. Y finalmente las Figuras 5-7 muestran dos fuentes principales para hablar de la muerte de Mercado, La Voz de México de 1883 y Alejandro Villaseñor y Villaseñor, sin olvidar que fue Pérez Verdía quien le dio un giro trágico nacionalista al atribuir el sacrificio y no la caída a la voluntad del cura Mercado, este detalle sumado a la descripción de su cuerpo azotado permitían que el personaje no fuera ya solo un sacerdote más caído en la primera fase de la guerra, sino un personaje entrañable para la nación que seguiría a la Independencia.

En un sentido más histórico y social el cura Mercado y muchos más tendrían razón de ser líderes natos en un movimiento como este, como ha escrito Brian Connaughton, los curas “eran frecuentemente hombres que tenían profundos contactos con el pueblo, y tenían oportunidad de percibir sus problemas,” en Nueva España los párrocos de fines del siglo XVIII ejercían cierta autonomía en sus linderos que escapaba al control del alto clero, esto es perceptible en la dificultosa recolección de fondos para la defensa española ante Napoleón y la poco exitosa participación del alto clero en la contrainsurgencia después de 1810.86

Si a lo anterior se añade la presencia comercial de una puerta al Pacífico, como lo fue el puerto de San Blas, la importancia económica de los reales de minas ligados por caminos entre la urbe de Guadalajara, los centros mineros de Zacatecas, del Rosario, Colotlán y demás, ya tenemos una región económicamente importante conectada al Bajío, cuna de la Independencia.

Además, para el inicio de la guerra de Independencia, Guadalajara como intendencia, era el quinto espacio más poblado según el censo de Revillagigedo, pero el principal del occidente del territorio:

[…] en 1810 las intendencias más pobladas eran, en orden decreciente, las de México, Puebla, Oaxaca, Yucatán, Guadalajara y Valladolid, que sumaban poco más de cinco millones de habitantes, lo que equivale a decir que acumulaban las cinco sextas partes de la población del país.87

Tendríamos así un argumento sólido entre la agencia del cura y el espacio de la actividad insurrecta económicamente fortalecida y ampliamente poblada de pertinencia histórica de índole social sobre la participación del cura Mercado como parte de un movimiento insurgente quien merece un lugar en el panteón cívico como los próceres ya consolidados de la historia nacional.

Ya se desarrolló la difusión textual del mito del héroe en San Blas, sin embargo, en términos de espacios públicos, la presencia del cura Mercado en el siglo XX se ha limitado a los espacios ligados a su quehacer insurgente en los que tuvo fuerza o presencia. La ritualidad del espacio ha mantenido su memoria activa ya sea por los textos de historia local, por los monumentos o jardines y también por las celebraciones conmemorativas que aún se realizan. La nomenclatura local no obstante le dio lugar a este héroe hasta pasada la Revolución mexicana.

Existe la noticia de que en 1900 ya había un Jardín “Mercado” en el Puerto de San Blas, según declaraba el corresponsal de Tepic, “en la noche última del siglo se verificará en el ‘Jardín Mercado’ de la Plaza Principal una serenata, debiendo estar toda la Plaza y jardín elegantemente adornados e iluminados con profusión de farolillos venecianos”.88

Y en 1910, año culmen simbólico del proyecto porfirista sobre la historia por la celebración del Centenario de la Independencia, en la edición especial Recuerdos del Centenario en el Territorio de Tepic publicado por el Eco de Tepic la presencia de un kiosco “Mercado” en la Alameda de la ciudad de Tepic, en el cual se dieron algunos actos conmemorativos; y seguía vigente el Jardín “Mercado” en San Blas.89

Además, para 1948, se haría alusión a una calle y una estatua dedicadas al cura Mercado en el puerto de San Blas, la última se convertiría en el centro en torno al cual se habría conmemorado la muerte del cura Mercado con la pronunciación de discursos cívicos; alocuciones de alumnos de primarias de poblaciones cercanas: Santiago Ixcuintla y Tuxpan, Nayarit; el canto del Himno nacional y ofrendas florales.90

A esa reiteración de la figura del cura Mercado en el espacio público se le han añadido murales y retratos del prócer intercambiados entre los municipios de Ahualulco de Mercado y San Blas. No obstante, también se puede registrar una fiesta conmemorativa vigente que enlaza estas dos poblaciones, el 30 o 31 de enero de cada año conviven delegados y habitantes de ambas poblaciones, al punto en que se ha instalado una representación escultórica de la Piedra Blanca de San Blas en la plaza principal Ahualulco en el 234 aniversario del natalicio de Mercado en 2015, el acto fue respondido con la presentación 15 equipos de escaramuzas charras originarias de Ahualulco.91

De igual manera se le puede encontrar en la nomenclatura de calles de poblaciones ligadas al acontecimiento de los ahora estados de Jalisco y Nayarit, o que por alguna razón mantienen nomenclatura porfiriana y en Teúl de González, Zacatecas, lo cual da continuidad al planteamiento de la apropiación del origen del cura Mercado.92

Sin embargo, también hay un hálito de olvido de su figura en otros espacios del país, como se habría quejado Víctor Ceja en los años cincuenta sobre la ausencia de monumentos dedicados al cura, su presencia sólo trascendió los límites locales a nivel textual cuando algún agente intelectual lo incluyó en la prensa nacional o en alguna obra histórica. Tal vez deberíamos repensar su presencia en el episodio insurgente en los términos de Salvador Gutiérrez al citar la frase de Ignacio Ramírez “fue como una epopeya gloriosa, brillante y rápida. Floración de juventud y holocausto en el altar de la Patria”.93

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1 Jaime Hurtado “Hace un cuarto de siglo”. En San Blas de Nayarit, coordinado por José María Murià (Zapopan: El Colegio de Jalisco-Universidad Autónoma de Nayarit, 2017), 11.

2 Robert R. Palmer, The age of the democratic revolution: a political history of Europe and America, 1760-1800 (Nueva Jersey: Princeton University Press, 2014), 9; Jacques Godechot, La Grande nation: Expansion révolutionnaire de la France dans le monde de 1789 à 1799 (París: Aubier, 1956), 212.

3 Elías José Palti, La invención de la legitimidad. Razón y retórica en el pensamiento mexicano del siglo XIX (Un estudio sobre las formas del discurso político) (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2005), 28.

4 John Lynch, Administración colonial española 1782-1810. El sistema de intendencias del Río de la Plata (Buenos Aires: Eudeba, 1962), 267.

5 Brian Connaughton, “Hegemonía desafiada: Libertad, Nación e Impugnación clerical de la jerarquía eclesiástica Guadalajara, 1821-1860”. En La Iglesia católica en México, editado por Nelly Sigaut (Zamora: El Colegio de Michoacán, 1997).

6 John Lynch, Las revoluciones hispanoamericanas: 1808-1826 (Ciudad de México: Ariel, 1976), 19.

7 Brian Hamnet, Revolución y contrarrevolución en México y el Perú: liberales, realistas y separatistas, 1800-1824 (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2011), 354.

8 Timothy Anna, La caída del gobierno español en el Perú: el dilema de la independencia (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2003), 119-120.

9 Jaime Rodríguez, Nosotros somos ahora los verdaderos españoles’: la transición de la Nueva España de un reino de la monarquía española a la República federal Mexicana, 1808-1824 (Zamora: El Colegio de Michoacán-El Instituto Mora, 2009), 633.

10 Juan Ortiz, Guerra y gobierno. Los pueblos y la Independencia de México 1808-1825 (Ciudad de México: El Colegio de México-Instituto Mora, 2014).

11 Lucas Alamán, Historia de México desde los primeros movimientos que prepararon su independencia en el año 1800 hasta la época presente, tomo II (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 1985), 11. Retomado por Alejandro Villaseñor y Villaseñor, “Don José María Mercado”. En Biografías de los héroes y caudillos de la Independencia, Alejandro Villaseñor y Villaseñor (Ciudad de México: Imprenta El tiempo de Victoriano Agüeros, 1910), 184.

12 María Esther Pérez Salas, “La gráfica y la creación de un panteón nacional: los álbumes de los héroes”. En Tres décadas de hacer historia (Ciudad de México: Instituto Mora, 2011), 81.

13 Vicente Riva Palacio, México a través de los siglos ,tomo III, escrito por Julio Zárate (Ciudad de México: J. Ballescá y Cía., 1889), Libro 1, Cap. 10, 32-33; Cap. 12, 2, 6, 17-19.

14 Justo Sierra, México y su evolución social, tomo 2 (Ciudad de México: J. Ballescá y Cía., 1900), 146.

15 Luis Castillo Ledón, Hidalgo la vida del héroe, 2 tomos(Ciudad de México: Frente de Afirmación Hispanista, 2003). Facsímil de la obra de 1948-1949.

16 Elmy Lemus Soriano, “Para institucionalizar la Revolución mexicana: los cursos de invierno de 1955” (tesis doctoral, Universidad Autónoma de México, México, 2017), 15.

17Lemus, “Para institucionalizar…”, 40, 62

18 Virginia Guedea, La historia en el Sesquicentenario de la Independencia de México y en el Centenario de la Revolución Mexicana (Ciudad de México: UNAM, 2014); Pavel Luna, “El surgimiento de la Galería de Historia en el Año de la Patria”. En 1960 artilugios celebratorios en el año de la patria, coordinado por Alicia Azuela (Ciudad de México: IIE, UNAM, 2020), 82-109; Susi Ramírez, “Los festejos de 1960 en el Bajío y Occidente mexicanos”. En 1960 artilugios celebratorios en el año de la patria, coordinado por Alicia Azuela (Ciudad de México: IIE, UNAM, 2020), 203-238.

19 Juan López, José María Mercado, insurgente tapatío (Guadalajara: Ayuntamiento de Guadalajara, 1973); La insurgencia de la Nueva Galicia en algunos documentos, 2 tomos (Guadalajara: Ayuntamiento de Guadalajara, 1984).

20 Jean Meyer, Breve historia de Nayarit (Ciudad de México: El Colegio de México-Fondo de Cultura Económica, 1997).

21 Mario Contreras, Nayarit. Historia breve (Ciudad de México: El Colegio de México-Fondo de Cultura Económica, 2010).

22 Pedro López, La lucha por la Independencia en Nayarit, un esbozo y breve diccionario biográfico, (Tepic: Crisis perpetua editores, 2010).

23 Jaime Olveda, “La historiografía independentista del noroccidente de México”, Estudios jaliscienses 74 (2008): 5-20; Jaime Olveda (Coord.), Independencia y Revolución. Reflexiones en torno al bicentenario y el centenario, 3 vols. (Zapopan: El Colegio de Jalisco, 2008).

24 José María Murià, (Coord.), San Blas de Nayarit (Zapopan: El Colegio de Jalisco-Universidad Autónoma de Nayarit, 2017).

25En su momento lo anunció Luis Pérez Verdía, el episodio de traslado de artillería para Hidalgo aparece en Carlos María de Bustamante, Cuadro histórico de la Revolución mexicana, tomo I (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 1985), 124; Alamán, Historia de México desde los primeros, 11.

26 Juan E. Hernández y Dávalos, Colección de documentos para la historia de la Guerra de Independencia de México de 1808 a 1821, tomo 1 (Ciudad de México: José María Sandoval, 1877), 256-427. Documentos Número 86-102, 105-109, 111-118, 121-140, 142-147, 149, 151-152, 154, 156-166, 170, 172-174, 176, 178, 181-182, 189, 192, 194.

27Gazeta extraordinaria del Gobierno de México, 1 de febrero, 1811, 129.

28Suplemento a los Tres siglos de México, 1 de enero de 1852, 288.

29“Documento para la historia de la Independencia”, El Correo de México, 4 de octubre de 1867, 3.

30“94. Apuntes biográficos del Sr. Cura D. José María Mercado (impreso)”. En Colección de documentos para la historia de la Guerra de Independencia de México de 1808 a 1821, Juan E. Hernández y Dávalos (Ciudad de México: José María Sandoval, 1877), 421-422.

31“87. Primer oficio del Sr Mercado, intimando rendición á la guarnición de San Blas”. En Colección de documentos para la historia de la Guerra de Independencia de México de 1808 a 1821, Juan E. Hernández y Dávalos (Ciudad de México: José María Sandoval, 1877), 257.

32“101. Lista del juramento de los habitantes de San Blas al cura Mercado, firmada por los mismos, el primero de diciembre de 1810”. En Colección de documentos para la historia de la Guerra de Independencia de México de 1808 a 1821, Juan E. Hernández y Dávalos (Ciudad de México: José María Sandoval, 1877), 277.

33 Alejandro Villaseñor y Villaseñor, Biografías de los héroes y caudillos de la Independencia (Ciudad de México: Imprenta El tiempo de Victoriano Agüeros, 1910), 185-186.

34 Emilio Uribe Romo, “El insurgente Mercado en San Blas”, Periódico Oficial del estado de Campeche, 24 de enero de 1960, 4.

35“Insurgentes Zacatecanos”, El Mutualista, Zacatecas, septiembre, 1910, 5. Esta confusión se dio porque el padre de José María Mercado tenía el mismo nombre y él sí había nacido en Teúl, Zacatecas. No es poco común algún error de este tipo datos en obras generales, por ejemplo la obra del padre Mariano Cuevas, confunde la zona de influencia de Mercado con la del cura Matamoros: “la campaña del P. Morelos en Oaxaca, la del P. Verduzco en Zitácuaro, la del P. Mercado en Michoacán, la del P. Sánchez en Querétaro, la del P. Matamoros en Jalisco, la de Hidalgo en las Cruces”. Mariano Cuevas S. J., La Historia de la Iglesia en México, tomo V, libro 1 (El Paso: Editorial Revista Católica, 1928), 96.

36Villaseñor y Villaseñor, Biografías de los héroes y caudillos, 183.

37¿Han desaparecido los restos del cura Mercado?”, Jalisco Libre, 10 de octubre de 1905, 2.

38Salvador Gutiérrez Contreras, Jueves de Excélsior, 16 de septiembre de 1948, 20. Aunque también existe la versión de que nació en el poblado de Teúl en Zacatecas, cfr. Juan López, José María Mercado, insurgente tapatío (Guadalajara: Ayuntamiento de Guadalajara, 1973); Juan López, La insurgencia de la Nueva Galicia en algunos documentos, 2 tomos (Guadalajara: Ayuntamiento de Guadalajara, 1984).

39Víctor Ceja Reyes, El Nacional, 11 de agosto de 1954, 6, 10.

40Juan N. Chavari, Sucesos para todos, 19 de junio de 1956, 22.

41Impacto, 15 de febrero de 1960, 58.

42 Luis Pérez Verdía, Apuntes históricos sobre la guerra de Independencia en Jalisco (Guadalajara: Instituto Tecnológico de Guadalajara, [1886] 1953), 44-45.

43Juan López, La insurgencia de la Nueva. Documentos 59, 75, 80, 87, 88.

44“156. Carta a Doña Rita Topete, Tequepespan, 15 de enero de 1811”. En Colección de documentos para la historia de la Guerra de Independencia de México de 1808 a 1821, Juan E. Hernández y Dávalos, tomo 1 (Ciudad de México: José María Sandoval, 1877), 385. Publicado también en El Informador, 16 de septiembre de 1922, secc. 3, 2.

45Ignacio Navarrete, Compendio de la historia de Jalisco (Guadalajara: Tipografía I. Banda, 1872), 71

46Pérez Verdía, Apuntes históricos sobre la guerra, 29.

47Luis Castillo Ledón, Hidalgo la vida del héroe (Ciudad de México: Frente de Afirmación Hispanista, [1948] 2003), 341-42.

48Villaseñor y Villaseñor, Biografías de los héroes y caudillos, 186.

49Villaseñor y Villaseñor, Biografías de los héroes y caudillos, 187.

50Villaseñor y Villaseñor, Biografías de los héroes y caudillos, 187.

51Pérez Verdía, Apuntes históricos sobre la guerra, 46-47.

52Villaseñor y Villaseñor, Biografías de los héroes y caudillos, 187.

53Pedro López menciona 47 piezas en su obra La lucha por la Independencia en Nayarit, un esbozo y breve diccionario biográfico (Tepic: Crisis perpetua editores, 2010), 95.

54“Habíamos avanzado algo por el camino cuando desde la cumbre observamos un cañón de 16 libras desmontado. Era el que el padre Mercado había dejado hacía seis u ocho años y en la misma posición en la que se encontraba hoy. A la orilla del camino vimos plantaciones de maíz que ya habían cosechado. A la derecha hay un pueblo bastante grande. Ya habíamos viajado tres leguas y nos acercábamos al pueblo de Astlan [Ixtlán]. Tres leguas más adelante hay otro pueblo llamado Aguacatlán, a donde llegamos a las cuatro p.m. y nos quedamos la noche”, Robert William Hale Hardy, Travels in the interior of México in 1825, 1826, 1827 & 1828 by Lieut. R. N. (Londres: Henry Colburn and Richard Bentley, 1829); José María Murià y Angélica Peregrina (Comps.), Viajeros anglosajones por Jalisco en el siglo XIX, traducido por Pastora Rodríguez Avinoa (Ciudad de México: INAH, 1992), 63.

55“¿Han desaparecido los restos del cura Mercado?”, Jalisco libre, 10 de octubre de 1905, 2.

56Víctor Ceja Reyes, El Nacional, 8 de diciembre de 1954, 10.

57Padre José María Mercado”, Periódico Oficial del estado de Campeche, 7 de febrero de 1961, 6.

58Villaseñor y Villaseñor, Biografías de los héroes y caudillos, 188.

59La voz de México, 12 de agosto de 1883, 1.

60Periódico oficial del estado de Nayarit, 14 de febrero de 1892, 1.

61“Padre José María Mercado”, Periódico Oficial del estado de Campeche, 7 de febrero de 1961, 6.

62Villaseñor y Villaseñor, Biografías de los héroes y caudillos, 188.

63La voz de México, 12 de agosto de 1883, 2.

64Gazeta extraordinaria del Gobierno, 129.

65Gazeta extraordinaria del Gobierno, 129.

66Navarrete, Compendio de la historia, 76-77.

67Periódico Oficial del estado de Nayarit, 14 de febrero de 1892, 1.

68López, La lucha por la Independencia, 42, 44.

69Juan N. Chavari, Sucesos para todos, 19 de junio de 1956, 22.

70Hernández y Dávalos, Colección de documentos, tomo 2, 223.

71“¿Han desaparecido los restos del cura Mercado?”, Jalisco Libre, 10 de octubre de 1905, 2.

72Pérez Verdía, Apuntes históricos sobre la guerra, 50-51.

73“Insurgentes Zacatecanos”, 6.

74Salvador Gutiérrez Contreras, Jueves de Excélsior, 16 de septiembre de 1948, 20; Salvador Gutiérrez Contreras, José María Mercado. Héroe de nuestra independencia (Ciudad de México: UNED, [1954] 1985).

75Rafael Heliodoro Valle, El Nacional, 22 de julio de 1958, 5.

76Uribe Romo, “El insurgente Mercado en San Blas”, 3.

77Mañana, 20 de mayo de 1950, 31.

78Víctor Ceja Reyes, El Nacional, 11 de agosto de 1954, 10.

79Traducción propia. “Amongst the many legends centring around old San Blas and the ruined fortress is one, devoutly believed by the aged peons, of the Padre Mercado, a patriotic priest who lived here during the early days of the war of Independence. Padre Mercado, as the legend goes […] The Spanish soldiers cut off his retreat, and hotly pursued by them, whose desire it was to capture him alive, he ran to the edge of the cliff. Nothing but death on the rocks below, or capture, seemed left to him, when lo! The angels of God intervened. The Padre was surrounded by a blaze of glory, and before the very eyes of his persuers ascended to heaven!”, Dillon Wallace, Beyond The Mexican Sierras (Londres: Hodder and Stoughton, 1910), 23-24.

80“Caminó, pues Enoc con Dios, y desapareció porque le llevó Dios”, Gn. 5:24; “Elías subió al cielo en un torbellino”, 2 Re 2:11.

81 Ernesto Lemoine, Morelos y la revolución de 1810 (Ciudad de México: Gobierno del Estado de Michoacán, 1984); Carlos María de Bustamante y su apologética historia de la revolución de 1810 (Ciudad de México: UNAM, 1984); Insurgencia y república federal. 1808-1824, estudio histórico y selección documental (Ciudad de México: Banco Internacional, 1986); Carlos Herrejón Peredo, Morelos: vida preinsurgente y lecturas (Zamora: El Colegio de Michoacán, 1984); Hidalgo: razones de la insurgencia y bibliografía documental (Ciudad de México: SEP, 1987); Hidalgo antes del grito de Dolores (Morelia: UMSNH, 1992); La Ruta de Hidalgo (Ciudad de México: INEHRM, 2011); Morelos, 2 tomos (Zamora: El Colegio de Michoacán, 2015); Morelos: Revelaciones y enigmas (Ciudad de México: Penguin Random House, 2019).

82María Esther Pérez, “La gráfica y la creación…”, 80.

83Extracts from a joumal, written on the coasts of Chili, Peru and Mexico, in the years 1820, 1821, 1822, bv captain..., Royal Navy, author of a voyage to Loo Choo, vol. II (Edimburgo: Archibald Constable and Co., 1824), 183-231, 288-320, citado en Murià y Peregrina, Viajeros anglosajones por Jalisco, 43.

84Jesús Romero Flores, El Nacional, 28 de abril de 1948, 3.

85 Hugo E. Bauzá, El mito del héroe, morfología y semántica de la figura heroica (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 1998), 23-25.

86Brian Connaughton, “Hegemonía desafiada: Libertad, Nación e Impugnación clerical de la jerarquía eclesiástica Guadalajara, 1821-1860”. En Nelly Sigaut, La Iglesia católica en México (Zamora: El Colegio de Michoacán, 1997), 146.

87 Enrique Florescano (coord.), Actores y escenarios de la Independencia. Guerra, pensamiento e instituciones 1808-1825 (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica-Museo Soumaya, 2010), 27.

88La Democracia, Seminario de política, información literaria, variedades, anuncios, México, 11 de noviembre de 1900, 2.

89Mejoras materiales inauguradas en las fiestas del primer Centenario de la de nuestra Independencia en el Territorio de Tepic, septiembre 15 de 1910 (Tepic: Gobierno del Estado de Nayarit, 2010) 40, 46. Edición facsímil.

90El Nacional, 17 de febrero de 1948, 4.

91La distancia son 226 kilómetros, un viaje de casi 3 horas en automóvil, Causa ciudadana, “Ahualulco y San Blas hermanados por la historia y tradición”, Causa ciudadana. El sentido común de la expresión a la opinión pública, 18 de agosto de 2012, disponible en https://www.causaciudadana.com/1/ahualulco-y-san-blas-hermanados-por-la-historia-y-tradicion/; Ayuntamiento de San Blas Nayarit, “Visitó Layín Ahualulco de Mercado”, 14 de julio de 2015, disponible en https://muchosdocpr.blogspot.mx/2015/07/visito-layin-ahualulco-de-mercado.html

92Guadalajara tiene una calle José María Mercado justo en el corazón de San Juan de Dios, San Blas conserva el nombre de una de las calles principales, Ahualulco incorporó el nombre de Ahualulco de Mercado en diciembre de 1846. Actualmente tiene una secundaria y una Caja popular con el nombre del héroe Mercado, esta última tiene sucursales en Etzatlán, Teuchitlán, Tala, Cocula, San Martín y Ameca, Jalisco; Tepic también tiene una calle con el nombre del prócer, Xalisco, Mexpan y Compostela en Nayarit, la mantienen también. Llama la atención que Teúl de González, Zacatecas tenga la nomenclatura del héroe en una de sus calles principales y compartiendo el nombre con “16 de septiembre”.

93Gutiérrez Contreras, José María Mercado, 20.

Recibido: 28 de Septiembre de 2021; Aprobado: 14 de Marzo de 2022

Doctora en Ciencias Humanas con especialidad en estudios de las Tradiciones por El Colegio de Michoacán, México.

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