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Acta de investigación psicológica
versión On-line ISSN 2007-4719versión impresa ISSN 2007-4832
Acta de investigación psicol vol.2 no.2 Ciudad de México ago. 2012
Las dimensiones del apego y los síndromes culturales como determinantes de la expresión emocional
Cultural Syndromes and Attachment Dimensions Involved in Emotional Expression
María Teresa Frías Cárdenas*1, Rolando Díaz Loving* & Phillip Shaver**
*Universidad Nacional Autónoma de México,
** University of California, Davis.
1 Correspondencia:
Correo: mayteaj@hotmail.com
Original recibido / Original received: 16/04/2012
Aceptado / Accepted: 28/06/2012
Resumen
Las reglas de expresión emocional son normas culturales que dictan el manejo y modificación de las manifestaciones emocionales y se asocian consistentemente con los síndromes culturales. Se propone que las reglas de expresión emocional también son afectadas por la seguridad del apego. A través de una plataforma de internet se administraron instrumentos de auto-reporte a un grupo de estudiantes de México y otro de Estados Unidos, encontrándose que la ansiedad y evitación del apego limitan la expresión de emociones positivas hacia los miembros del endogrupo, mientras que el colectivismo motiva la expresión de estas emociones. Además, la evitación del apego y el colectivismo limitan la expresión de emociones negativas hacia el endogrupo, mientras que el individualismo la favorece. El patrón general de resultados refleja que las dimensiones de ansiedad y evitación del apego afectan únicamente las reglas de expresión de emociones hacia los miembros del endogrupo.
Palabras clave: Reglas de expresión emocional, Ansiedad del apego, Evitación del apego, Individualismo, Colectivismo.
Abstract
Emotional display rules are cultural norms that dictate the management and modification of emotional disclosure depending on social circumstances. They are associated to cultural syndromes. We propose that display rules are also affected by attachment sense of security. Online questionnaires were administered to college students in both México and the United States, finding that attachment anxiety and avoidance constrain the expression of positive emotions toward in-groups members, whereas collectivism encourages emotional expression. Moreover, attachment-related avoidance and collectivism are associated with constrained expression of negative emotions toward in-group members, whereas individualism encourages their expression. The results suggest that attachment anxiety and avoidance affect emotional displays toward in-group members.
Key words: Emotional display rules, Anxiety attachment dimension, Avoidance attachment dimension; Individualism, Collectivism.
El término cultura se refiere a un sistema de información y significados que se transmite a través de las generaciones (Matsumoto & Juang, 2007). Una de sus funciones principales es prevenir el caos y mantener el orden social a través de directrices sobre el pensar, sentir y actuar en un contexto social específico (Matsumoto, Hee, Fontaine, Anguas-Wong, Arriola et al.2008). Se propone que ciertas normas culturales, particularmente las reglas de expresión emocional, también son afectadas por la seguridad del apego y trabajan a favor no sólo del orden social, sino también de las metas relacionales de los individuos. Además, proponemos que los síndromes culturales interactúan con las dimensiones del apego, dando como resultado reglas de expresión emocional más acentuadas.
Las normas que componen un sistema cultural son aceptadas y esperadas por un grupo, reducen la ambigüedad, maximizan la efectividad y funcionalidad del colectivo dentro de una sociedad y, en última instancia, incrementan el potencial de sobrevivencia (Matsumoto et al., 2008). Las culturas establecen diferentes reglas sociales sobre los roles que deben desempeñar los hombres y las mujeres, las conductas apropiadas ante personas con las que se tienen diferentes tipos de relación (p.e. padre, madre, amigo) y la expresión de emociones en diferentes contextos sociales. De hecho, las reglas de expresión emocional se consideran normas que dictan el manejo y modificación de las manifestaciones emocionales dependiendo de las circunstancias sociales (Ekman & Friesen, 1969). Ya que se ajustan a las diferentes formas de organización social, estas normas se asocian con diferentes síndromes culturales. Los síndromes culturales han sido comúnmente estudiados bajo el nombre de individualismo y colectivismo.
Triandis (1995) señaló que los síndromes culturales trascienden a una variedad de fenómenos psicológicos, incluyendo actitudes, valores y creencias. El individualismo es una pauta social que favorece el desarrollo de individuos independientes que se relacionan vagamente (Markus & Kitayama, 1991); están principalmente motivados por sus propias preferencias, necesidades, derechos y los contratos que ellos establecen con otros, cuyas metas personales tienen prioridad sobre las metas de los demás, quienes ponen énfasis en el análisis racional de las ventajas y desventajas de la asociación con otros (Kim, Triandis, Kagitcibasi, Choi & Yoon, 1994) y dan más importancia a las actitudes como determinantes de la conducta.
Por otro lado, el colectivismo favorece la conexión y las relaciones comunales, las personas embebidas en este síndrome se ven a sí mismas como parte de uno o más colectivos (familia, equipo de trabajo, tribu, nación), están principalmente motivadas por las normas y obligaciones impuestas por esos grupos, fomentan el desarrollo de individuos interdependientes y las metas grupales, están dispuestas a dar prioridad a las metas del colectivo sobre sus metas personales y dan más importancia a las normas como determinantes de la conducta.
De acuerdo con esta definición, las normas tienen un significado intrapersonal relativamente mayor en las culturas colectivistas, mientras que los sentimientos personales y su libre expresión reafirman la importancia del individuo sobre las relaciones sociales en las culturas individualistas (Triandis, 1995). Esto no significa que las relaciones interpersonales sean menos importantes para los individualistas, sino que ellos las conciben como elecciones personales y no como obligaciones impuestas (Oyserman, Coon & Kemmelmeier, 2002).
Los síndromes culturales también difieren en el significado que le otorgan y las relaciones que se establecen con miembros del endogrupo y el exogrupo (Triandis, Bontempo, Villarreal, Asai & Lucca, 1988). Aunque, en general, las relaciones con el endogrupo se caracterizan por una historia previa de relaciones compartidas y producen un sentido de intimidad, familiaridad y confianza (Matsumoto et al., 2008), las culturas colectivistas se asocian con la cooperación y mantienen mucha cohesión con el endogrupo (Matsumoto, 1991; Triandis et al., 1988), mientras que los miembros de culturas individualistas tienden a competir entre sí y a distanciarse del endogrupo (Triandis et al., 1988). Curiosamente, los colectivistas también tienden a ser competitivos, pero con los miembros del exogrupo (Oyserman et al., 2002).
Ya que las emociones negativas pueden amenazar la cohesión grupal y las positivas tienden a mantener a las personas unidas; las culturas colectivistas están asociadas con normas de menor expresión de emociones negativas y mayor expresión de emociones positivas hacia el endogrupo; mientras que las culturas individualistas están asociadas con normas de mayor expresión de emociones negativas y positivas hacia el endogrupo.
Por otro lado, las culturas individualistas están asociadas con expresión de más emociones positivas y menos negativas hacia el exogrupo, ya que esta pauta minimiza las diferencias entre el endogrupo y el exogrupo y trata a los miembros del segundo en una forma más igualitaria. Mientras que las culturas colectivistas están asociadas con la expresión de más emociones negativas y menos positivas hacia el exogrupo, porque el hacerlo les permite maximizar la distancia entre el endogrupo y el exogrupo y refuerza la identidad del primero (Matsumoto et al., 2008). Dado que la expresión de las emociones afecta el sentido de intimidad entre los individuos, el presente estudio sugiere que los patrones de expresión emocional también serán afectados por la seguridad del apego, principalmente con los miembros del endogrupo.
Teoría del apego
La teoría del apego (Bowlby, 1969/1982, 1973, 1980) establece que el ser humano cuenta con un sistema de apego innato que se activa ante la percepción de una amenaza, con el fin de mejorar sus oportunidades de sobrevivencia y reproducción. Dicho sistema se manifiesta buscando la proximidad con otro organismo más capacitado para resolver las demandas del ambiente, llamado figura de apego, quien cumple dos funciones principales: proteger al individuo de las amenazas y restablecer el balance emocional. De acuerdo con Bowlby (1973), la eficacia de la figura de apego para resolver las necesidades del individuo da lugar a la formación de un conjunto de creencias sobre el valor del sí mismo y los demás, llamadas modelos de funcionamiento interno. Una figura sensible y responsiva favorece la creencia de que el sí mismo es un ser valioso y merecedor del cuidado de los demás (modelo del sí mismo positivo) y que el cuidador es alguien en quien se puede confiar (modelo del otro positivo). Estas evaluaciones positivas promueven el sentido de seguridad del apego, una sensación dominante de que el mundo es un lugar seguro, que las figuras de apego son útiles cuando se acude a ellas y que es posible explorar el ambiente e interactuar con otras personas de forma efectiva y disfrutable. Si, por el contrario, la figura de apego exhibe un patrón de cuidado inconsistente, siendo algunas veces intrusiva y otras negligente, el individuo tiende a considerarse poco merecedor del afecto y protección de los demás (modelo del sí mismo negativo). Finalmente, si la figura de apego muestra rechazo de manera consistente, el individuo tiende a creer que los otros no están disponibles ni son merecedores de su confianza (modelo del otro negativo).
Estos modelos de funcionamiento también pueden ser entendidos en términos de ansiedad y evitación del apego (Bartholomew & Horowitz, 1991). Quienes hacen una evaluación negativa de sí mismos generan niveles altos de ansiedad hacia las relaciones interpersonales, pues el bajo valor que se atribuyen los mantiene preocupados por la posibilidad de sufrir el abandono de sus seres queridos. Por otro lado, quienes hacen una evaluación negativa de los demás desarrollan altos niveles de evitación de la intimidad, ellos eluden la cercanía en sus relaciones y se esfuerzan por mantener su autonomía a bien de prevenir una nueva experiencia de rechazo. Es bien sabido que la disponibilidad de la figura de apego y su habilidad para responder a las demandas del individuo afectan la forma en que éste lidia con sus propias emociones, principalmente aquellas ocurridas durante eventos estresantes (Shaver & Mikulincer, 2002).
El presente estudio propone que, además de generar diferencias en la experiencia y manejo individual de las emociones, las dimensiones de ansiedad y evitación del apego también afectan la forma en que el afecto es expresado a los demás, y que dicha expresión trabaja a favor de las metas relacionales asociadas con la seguridad del apego.
Se ha documentado que las personas con altos niveles de ansiedad tienden a sostener e incluso exagerar las emociones negativas, probablemente porque el hacerlo coadyuva a la satisfacción de sus necesidades de intimidad. Los ansiosos son guiados por un deseo no satisfecho de recibir más atención y protección confiable de sus figuras de apego (Cassidy & Kobak, 1988; Mikulincer & Shaver, 2003) y una forma de lograr este objetivo es mantener el sistema de apego crónicamente activado e intensificar las demandas de atención hasta lograr cierta sensación de seguridad (Mikulincer & Shaver, 2007). También se ha observado que las personas evitantes tienden a expresar pocas emociones hacia sus seres queridos. Ellos parecen estar motivados por el deseo de suprimir el dolor y estrés causado por la frustración de las demandas de proximidad y apoyo de figuras de apego frías, distantes o rechazantes (Cassidy & Kobak, 1988). Los evitantes tienden a bloquear o inhibir sus reacciones emocionales negativas (también Magai, Hunziker, Mesias & Culver, 2000) activadas por amenazas potenciales y la falta de disponibilidad de sus figuras de apego, ya que tales amenazas son detonantes directos de la activación del sistema de apego (Mikulincer & Florian, 1998; Mikulincer & Shaver, 2007). Consedine y Magai (2003) sugieren que estos bajos niveles de expresión del afecto negativo se asocian con evitación del apego dadas sus connotaciones de debilidad y necesidad personal. También es probable que las personas evitantes ni siquiera noten sus propias reacciones emocionales, lo que vuelve más difícil su expresión. Esta pauta de inhibición y negación de las experiencias emocionales fue llamada exclusión defensiva (Bowlby, 1980).
Con base en lo anterior, se espera que la dimensión de ansiedad del apego predijera negativamente la represión de emociones negativas, mientras que la evitación debería predecirla positivamente. No se plantearon hipótesis con respecto a las emociones positivas ni las expresadas hacia el exogrupo. Apoyar o refutar estas hipótesis aumentaría nuestro conocimiento sobre la interacción entre los procesos internos y las normas sociales como determinantes de la expresión emocional. Si los datos apoyan las hipótesis significaría que ciertos procesos individuales internos, en este caso ansiedad y evitación del apego, afectan la configuración de algunas normas culturales. Es decir, que las normas culturales no sólo contribuyen al logro de los objetivos particulares de cada cultura, sino que también son moldeadas por las metas individuales. Se trabajó con una muestra mexicana y otra estadounidense, entendidas cada una como culturas colectivista e individualista, respectivamente (Díaz Loving, 2005; Hofstede, 2001). Para corroborar que ambas muestras eran buenas representantes de cada síndrome aplicamos una escala de individualismo-colectivismo (Singelis, Triandis, Bhawuk & Gelfand, 1995), que también permitió conocer su nivel de impacto, más allá de la simple presencia o ausencia del mismo.
Método
Participantes
La muestra mexicana estuvo conformada por 158 participantes (116 mujeres y 42 hombres) de 18 a 32 años de edad (M=20.74, DE=1.86), todos ellos estudiantes de licenciatura en la Universidad Nacional Autónoma de México y residentes de la Ciudad de México. En lo que se refiere a estado civil, 99.4% (157) eran solteros y .6% (1) casado. En cuanto a religión, 7% (11) se identificó como protestante, 68.4% (108) como católico, 19% (30) como ateo o agnóstico y 5.7% (9) dijo ser de otra religión.
La muestra estadounidense estuvo compuesta por 264 participantes (192 mujeres y 72 hombres) de 18 a 30 años de edad (M=20.10, DE=1.81), todos estudiantes de licenciatura de la Universidad de California, Davis. Del total, 94.7% (251) eran solteros y 4.9% (13) vivía en unión libre. En cuanto a religión, 19.2% (51) se identificó a sí mismo como protestante, 21.9% (58) como católico, 2.6% (7) como judío, 3.8% (10) como musulmán, 10.2% (27) como budista, 28.7% (76) como ateo o agnóstico, 13.2% (35) dijo ser de otra religión y .4% (1) no proporcionó información al respecto.
Instrumentos
Para la batería en inglés se empleó el Experiencies in Close Relationships Questionnaire (Brennan, Clark & Shaver, P., 1998).). La escala cuenta con 36 reactivos divididos en dos factores: ansiedad (p.e. Me preocupa que me rechacen o me dejen) y evitación (p.e. No me siento a gusto al expresar mis sentimientos), cada uno con 18 reactivos, evaluados con una escala Likert de siete puntos que va de 1 Totalmente de acuerdo a 7 Totalmente en desacuerdo. Para la batería en español se empleó la adaptación de este mismo instrumento desarrollada por Frías (2011).
Para la batería en inglés se utilizó el Inventario de Reglas de Expresión Emocional (Matsumoto, Takeuchi, Andayani, Kouznetsova, & Krupp, 1998) que pide a los participantes que indiquen lo que ellos deberían hacer si sintieran cada una de siete emociones hacia 21 posibles parejas de interacción, en dos ambientes: público y privado. Dada la extensión del instrumento original (399 reactivos), se eligieron sólo cinco emociones: enojo, miedo, felicidad, tristeza y sorpresa; dirigidas a cuatro potenciales parejas de interacción con diferentes grados de intimidad: padre, padre, amig@ cercan@ y conocido; en un ambiente público y uno privado. Finalmente, la versión adaptada constó de 40 reactivos, cuyo formato de evaluación está basado en el modelo teórico de manejo de la expresión originalmente descrito por Ekman y Friesen (1969). Las opciones de respuesta fueron: a) muestro más de lo que siento (expresión amplificada), b) muestro justo lo que siento (expresión directa), c) muestro menos de lo que siento (expresión deamplificada), d) lo muestro pero con otra expresión (expresión modificada), e) oculto mis sentimientos y no muestro nada (expresión neutralizada), f) oculto mis sentimientos y muestro algo diferente (expresión enmascarada) y g) otra. A través de un procedimiento de escalamiento multidimensional, Matsumoto et al. (1998) convirtieron estas respuestas a una escala con el siguiente orden de intervalos: expresión directa, amplificada, deamplificada, modificada, enmascarada, otra y neutralización. Las respuestas del presente estudio fueron recodificadas de acuerdo con esta escala y en adelante la variable fue tratada como intervalar, donde 1 significa alta expresión y 7 alta restricción emocional. Para este estudio se realizó la adaptación de este inventario al español, siguiendo los criterios de traducción-retraducción comúnmente utilizados en trabajos de esta naturaleza.
Para la batería en inglés se utilizó la Escala de Individualismo/Colectivismo (Singelis et al., 1995), que consta de 32 reactivos divididos en cuatro dimensiones: colectivismo vertical (p.e. Haría lo que fuera por complacer a mi familia, aún cuando deteste esa actividad), colectivismo horizontal (p.e. Si un compañero de trabajo se ganara un premio, yo me sentiría orgullos@), individualismo vertical (p.e. Ganar lo es todo) e individualismo horizontal (p.e. Generalmente hago lo que me place), con 8 reactivos cada una. La escala emplea un formato de respuesta Likert de 6 puntos que van desde 1 Totalmente en desacuerdo hasta 6 Totalmente de acuerdo. Se llevó a cabo la traducción-retraducción de esta escala al español.
Procedimiento
Se crearon las baterías en español e inglés con cada una de las escalas descritas anteriormente y se les asignó una dirección url sostenida por la plataforma de internet de la Universidad de California, Davis (UC Davis). Los participantes estadounidenses fueron tomados del grupo de participantes de investigación (subjects pool) de UC Davis a quienes se les presentaron diferentes proyectos de investigación como opciones para completar un crédito en una materia de investigación. Nuestros participantes eligieron voluntariamente tomar parte en este estudio. Los estudiantes de la muestra mexicana fueron contactados vía e-mail y en persona y recibieron un crédito en una materia de psicología social a cambio de su participación.
Resultados
Con el fin de utilizar instrumentos de medición culturalmente equivalentes, se realizaron análisis factoriales de las tres escalas por separado para cada muestra. En los análisis posteriores se incluyeron únicamente los reactivos que mostraron un comportamiento similar en ambas muestras; es decir, aquellos que arrojaron cargas factoriales en el mismo factor y con la misma dirección en los dos casos, sin obtener una carga factorial mayor a .40 en más de un factor. La estructura final de las escalas fue la siguiente: apego 2 factores: ansiedad y evitación; síndrome cultural 2 factores: individualismo y colectivismo; represión emocional 3 factores: represión de emociones positivas hacia el endogrupo (padre, madre y amigo), represión de emociones negativas hacia el endogrupo y represión de emociones negativas hacia el exogrupo (alguien conocido). Las emociones negativas expresadas hacia el endogrupo no mostraron una organización clara, por lo que no fueron consideradas en los análisis posteriores. El número final de reactivos de cada subescala se reporta en la tabla 1.
Análisis descriptivos
Como primer paso se calcularon los estadísticos descriptivos de todos los factores para los dos países (tabla 1).
Diferencias de medias
Se calculó una serie de pruebas t para conocer si existían diferencias de medias entre países en las calificaciones de todas las escalas (tabla 2). Se observa que los niveles de ansiedad y evitación del apego, represión de emociones negativas hacia el endogrupo y el exogrupo fueron significativamente más altos en la muestra estadounidense; mientras que los niveles de individualismo fueron significativamente más altos en la muestra mexicana. A pesar de estos resultados, no se descarta que la cultura mexicana sea típicamente colectivista. Se ha documentado que el nivel educativo aumenta los niveles de individualismo y disminuye el colectivismo (García, 2003) y según el INEGI (2011), el mexicano promedio de 15 años cuenta con 8.1 años de escolaridad, lo que equivale a secundaria incompleta. Adicionalmente, se ha señalado que en zonas urbanas como la Ciudad de México los niveles de individualismo tienen a ser más altos. Estos datos señalan incisivamente que los participantes de la muestra mexicana son atípicos de su cultura y que no pueden ser considerados como ejemplo del síndrome colectivista. Por estas razones, los análisis posteriores tomaron en cuenta las calificaciones de individualismo y colectivismo derivadas de la escala empleada, independientemente del país de residencia de los participantes.
Análisis de regresión
Se calculó una serie de análisis de regresión por el método enter para predecir la represión de emociones a partir de las dimensiones del apego y el síndrome cultural. Un primer análisis de regresión mostró que tanto la ansiedad (β=.11, t=2.42, p=.01) como la evitación del apego (β=.24, t=4.59, p=.00) predicen positivamente la represión de emociones positivas hacia un miembro del endogrupo; mientras que el colectivismo lo predice negativamente (β=-.10, t=2.01, p=.04). No se observaron efectos de interacción entre las variables independientes.
Un nuevo análisis de regresión mostró que la represión de emociones negativas hacia un miembro del endogrupo se predice positivamente a partir de la evitación del apego (β=.27, t=5.52, p=.00) y el colectivismo (β=.10, t=2.09, p<.05) y negativamente a partir del individualismo (β=-.12, t=2.33, p<.05). Nuevamente, no se observaron efectos de interacción entre las variables independientes.
Finalmente, el modelo de represión de emociones negativas hacia el exogrupo no fue significativo (R2=.06), por lo que se sugiere sólo una tendencia a la represión de emociones negativas hacia el exogrupo en el individualismo (β=.09, t=1.53, p=.05).
Discusión
El objetivo del presente estudio fue explorar el rol de las dimensiones del apego sobre la expresión de las emociones. Nuestra hipótesis general sugirió que las dimensiones del apego (ansiedad y evitación) también estarían asociadas con diferentes reglas de expresión emocional.
Con el fin de obtener variabilidad en los niveles de individualismo y colectivismo se trabajó con dos muestras de estudiantes universitarios provenientes de México y Estados Unidos, respectivamente. El primer paso en la comprobación de las hipótesis fue corroborar que los estudiantes provenientes de cada país efectivamente exhibían niveles diferenciales de cada síndrome cultural. En concreto, se esperaba que los participantes estadounidenses reportaran niveles más altos de individualismo y que los participantes mexicanos reportaran niveles más altos de colectivismo; sin embargo, los análisis de diferencias de medias no apoyaron estas hipótesis. No se observó una diferencia significativa en los niveles de colectivismo, mientras que los mexicanos reportaron niveles significativamente más altos de individualismo. La literatura ofrece varios argumentos para explicar este resultado. Los participantes mexicanos fueron residentes de la Ciudad de México, una zona urbana. Triandis (1995) ha señalado que en las regiones urbanizadas los niveles de individualismo tienden a ser más altos, probablemente porque el estilo de vida característico de las grandes ciudades les demanda una postura competitiva para la obtención de recursos, que se vuelven escasos, tomando en cuenta la gran cantidad de personas entre las cuales deben ser distribuidos. Otro factor de suma importancia es el nivel educativo, que bien se sabe aumenta los niveles de individualismo (García, 2003; Triandis, 1995). Los participantes fueron estudiantes de licenciatura, mientras que en México el ciudadano promedio cuenta con 8.1 años de escolaridad, lo que equivale a secundaria incompleta. Lo anterior significa que la muestra mexicana de este estudio sostiene características claves en la modificación de los síndromes culturales, haciéndolos especialmente individualistas. Por todo lo anterior, los resultados fueron analizados tomando en cuenta los niveles empíricos de individualismo y colectivismo de los participantes, independientemente de su país de residencia. Antes de analizar los resultados bajo este criterio, vale la pena discutir otras diferencias significativas por país.
Los participantes estadounidenses reportaron niveles significativamente más altos en las dimensiones ansiedad y evitación, es decir, reportaron mayor inseguridad del apego. Se han documentado factores individuales y ambientales que afectan este sentido de seguridad. Por un lado, la ansiedad está asociada con una historia personal caracterizada por un patrón de cuidados inconsistente, a veces intrusivo y a veces negligente, que deja al individuo cierta esperanza sobre la disponibilidad de sus figuras de apego. Por otro lado, la evitación surge del rechazo y la indiferencia constante del cuidador primario, a partir del cual el individuo tiende a evitar las relaciones interpersonales a bien de evitar una nueva experiencia de rechazo (Shaver & Mikulincer, 2002). Hasta donde se tiene conocimiento, no existe evidencia de una mayor incidencia de estos estilos de crianza en Estados Unidos sobre México. De hecho, se ha documentado que el estilo de apego seguro (baja ansiedad y baja evitación) es la pauta más frecuente en países ubicados en diferentes regiones y con distintas características culturales como los Estados Unidos (65% de los niños fueron clasificados como seguros), Holanda (67%), Alemania (56%), Uganda (57%), China (58%) y Japón (68%) (van IJzendoorn & Sagi, 1999). Por lo tanto, no podemos proponer diferencias en la calidad de los patrones de crianza como una explicación de estas discrepancias.
Al hablar de apego romántico, Schmitt (2008) señaló que, aunque los mecanismos causales que influencian el apego se localizan principalmente en la familia, las perspectivas evolutivas sugieren que algunos aspectos de la cultura podrían estar relacionados con ciertas variaciones en la seguridad del apego, especialmente a través de la dimensión de evitación. Schmitt propuso que la evitación del apego romántico se asocia con ambientes ecológicos altamente estresantes, como escasez de recursos económicos, baja expectativa de vida y un ritmo de vida acelerado, entre otros (también Belsky, 1997). De acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano publicado por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (UNDP, 2011), la expectativa de vida, la media de educación, el producto interno bruto y la seguridad percibida fueron mayores en Estados Unidos que en México durante el 2009, mientras que el nivel de pobreza fue mayor en México. De acuerdo con estos datos, los Estados Unidos deberían haber reportado mayor seguridad del apego; sin embargo, los niveles de bienestar subjetivo y felicidad reportados en el mismo índice fueron prácticamente iguales entre ambos países. Lo anterior pone en tela de juicio las aportaciones de Schmitt (2008) y sugiere que los indicadores objetivos no son de gran utilidad para predecir variables psicológicas.
Vale la pena mencionar que la recolección de los datos se llevó a cabo entre marzo y abril de 2010, un periodo de crisis económica surgida en los Estados Unidos, pero después generalizada a otras regiones, principalmente a México, dada la estrecha relación que ambos países mantienen gracias al Tratado de Libre Comercio, la proximidad geográfica y los millones de dólares anuales que México recibe en remesas de inmigrantes mexicanos trabajando en los Estados Unidos, entre otros factores. Esta situación sugiere que la escasez de recursos económicos representó un factor de riesgo para ambos países; sin embargo, es probable que la seguridad económica tenga un efecto sobre la tendencia a evitar las relaciones interpersonales (dimensión de evitación) a través de la evaluación subjetiva que los individuos hacen de su capacidad de compra y no sólo de los indicadores objetivos. De ser así, la diferencia percibida en la capacidad de consumo generada por esta crisis pudo ser mayor en los Estados Unidos, lo que podría explicar nuestros resultados. Sin embargo, estas son sólo suposiciones y es necesario que las futuras investigaciones hagan una evaluación de estos y otros factores para apoyar o descartar posibles explicaciones.
Por otro lado, los mexicanos reportaron expresar más emociones negativas tanto al endogrupo (padre, madre y amigo) como al exogrupo (conocido). Esta pauta es congruente con las medias exhibidas en las subescalas de síndromes culturales, pues se ha demostrado que los individuos de culturas individualistas muestran bajos niveles de auto-monitoreo y mayor expresión de emociones en general (Matsumoto et al., 2008). Una pauta que probablemente se acentúe entre estudiantes de psicología, inmersos en una ciencia que valida y exalta los procesos internos y su expresión.
Interacción de los factores individuales y culturales sobre las reglas de expresión emocional
Los análisis de regresión mostraron que las reglas de expresión emocional son afectadas tanto por factores individuales (apego) como culturales (individualismo y colectivismo). En primera instancia, los resultados referentes a la asociación entre síndromes culturales y reglas de expresión emocional son congruentes con la literatura. La represión de emociones positivas fue predicha negativamente por el colectivismo, un síndrome cultural que le otorga gran importancia al bienestar del grupo y promueve la expresión de las emociones que favorecen la cohesión grupal (Matsumoto, 1991). Además, los resultados apoyaron las hipótesis. Tanto la ansiedad como la evitación del apego se asocian con la represión de emociones positivas hacia los miembros del endogrupo. En el caso de los ansiosos, limitar la expresión de emociones positivas asociadas con el bienestar y la satisfacción de las necesidades señala su interés de proyectar una imagen del sí mismo devaluada y necesitada a bien de atraer la tan anhelada atención de sus figuras de apego (Mikulincer & Shaver, 2007). Por otro lado, la represión del afecto positivo observada en los evitantes señala su interés por eludir las situaciones que promueven el sentido de cercanía e intimidad con los demás. Parece paradójico que estas dimensiones se asocien con un patrón conductual similar aunque persigan metas relacionales totalmente opuestas. El análisis de regresión no mostró ningún efecto de interacción entre las dimensiones del apego y el colectivismo. Esto quiere decir que la ocurrencia conjunta de estos factores no tiene un efecto particular sobre las reglas de expresión emocional, más allá del resultado que generan por separado.
Otro análisis de regresión mostró que la represión de emociones negativas hacia el endogrupo es predicha positivamente a partir de la evitación del apego y el colectivismo y negativamente a partir del individualismo. Estos resultados son consistentes con el patrón de auto-confianza compulsiva de los evitantes que mantienen cierta distancia emocional con el fin de evitar una nueva experiencia de rechazo (Bowlby, 1980) y con el valor sobresaliente que los intereses personales tienen para los individualistas, permitiéndoles expresar sus emociones, aún cuando estas tengan el potencial de perturbar la armonía grupal (Matsumoto et al., 2008). Los resultados también se adecúan a la suma importancia que reviste la armonía del grupo para los colectivistas y que los lleva a sacrificar incluso sus intereses personales. Estos hallazgos también sugieren que el colectivismo cuenta con características que interfieren con los procesos de apoyo social, pues se ha documentado que la expresión directa de las necesidades se asocia con mayor recepción de apoyo y mejor calidad del mismo (Mikulincer & Shaver, 2007), pero el colectivismo incluye normas que dictan la represión de las necesidades, pues están asociadas con estados negativos como debilidad e indefensión y tienen el potencial de perturbar la armonía grupal.
En general, el poder de predicción que mostraron las dimensiones de ansiedad y evitación del apego, una vez considerado el efecto de los síndromes culturales, señala el potencial que las variables individuales tienen de modificar los patrones dictados por la sociedad. Esto señala que las consecuencias de las historias tempranas con las figuras de apego afectan más que las relaciones de los individuos con sus seres queridos, sino que impactan la relación del mismo con la sociedad general en la que se desenvuelve. Si estos resultados fueran confirmados en estudios posteriores, implicarían que la seguridad del apego es un moderador del proceso de adaptación a las culturas. Sería interesante explorar el rol moderador de las dimensiones del apego (ansiedad y evitación) en los procesos de aculturación y endoculturación que atraviesan los individuos que se encuentran viviendo en sociedades diferentes a su cultura de origen.
Finalmente, el hallazgo de resultados significativos sólo para las emociones expresadas hacia el endogrupo señala la importancia de las dimensiones de ansiedad y evitación especialmente sobre la conducta exhibida hacia las figuras de apego y confirman que las dimensiones de ansiedad y evitación del apego ejercen efectos específicos sobre la relación del individuo con sus seres queridos (Miluincer, Gillath & Shaver, 2002).
Referencias
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