ANTECEDENTES
La disfunción sexual femenina es una alteración que suele afectar a mujeres de edad media (mayores de 40 años), con principal repercusión en la calidad de vida, sobre todo en la autoestima, integridad de la persona y relaciones interpersonales. México no cuenta reportes epidemiológicos acerca de este padecimiento; sin embargo, algunos estudios muestran una prevalencia de 38 a 63%, lo que provoca un efecto social importante.1,2
La definición de disfunción sexual femenina se adoptó durante el Cuarto Consenso Internacional de Medicina Sexual (ICSM), llevado a cabo en junio de 2015. El origen de la disfunción sexual femenina puede ser desconocido o multifactorial. Comúnmente se ve afectado el deseo, la excitación, el orgasmo, la lubricación o satisfacción sexual. La mayor parte de las clasificaciones que establecen el diagnóstico de disfunción sexual femenina son descriptivas.3,4
Aunque se han propuesto diferentes escalas para establecer el diagnóstico de disfunción sexual femenina, hoy día las más utilizadas son la Clasificación Internacional de Enfermedades (10ª edición; ICD-10), avalada por la Organización Mundial de la Salud, y el Manual de Desórdenes Mentales, Diagnóstico y Estadística (4ª y 5a ediciones, DSM-1V-TR y DSM-5, respectivamente), aprobado por la asociación Americana de Psiquiatría. Estos cuestionarios dividen las alteraciones en causas orgánicas (vaginismo y dispareunia) y no orgánicas (falta de deseo o aversión sexual; placer disminuido, falla de respuesta genital, disfunción orgásmica, vaginismo no orgánico, dispareunia no orgánica e impulso sexual desmedido).5,6
Para establecer el diagnóstico de disfunción sexual femenina, la Clasificación DSM-5 requiere la manifestación de síntomas de al menos 6 meses, en aproximadamente 75% de las relaciones, que causen un estrés significativo y no sea consecuencia de algún desorden mental o cierta relación interpersonal disfuncional, incluso que se atribuya a un medicamento. Además, debe diferenciarse si la alteración ha coexistido:
Durante toda la vida (la anormalidad inició desde que la persona es sexualmente activa) o fue adquirida (comenzó posterior a un periodo relativamente normal de sexualidad).
Generalizada (no limitado a ciertos tipos de estimulación, situación o pareja) o situacional (ocurre solamente con ciertas estimulaciones, situaciones o parejas).
La manifestación de síntomas en los últimos 6 meses ha sido mínima, moderada o severa.
Con base en lo anterior, el objetivo de este estudio fue estimar la prevalencia de disfunción sexual femenina en un hospital de tercer nivel de atención de la Ciudad de México.
MATERIALES Y MÉTODOS
Estudio prospectivo y descriptivo, al que se incluyeron mujeres de 20 a 60 años de edad, quienes asistieron a consulta o formaron parte del equipo médico y de trabajo del Hospital Dr. Manuel Gea González, entre noviembre de 2016 y junio de 2017, para responder el Cuestionario IFSF de disfunción sexual femenina. Todas las participantes dieron su consentimiento informado antes de la entrevista. Se eliminaron del estudio a las mujeres que no respondieron completamente el cuestionario, quienes no tuvieron actividad sexual en el último mes o se encontraran en etapa de menopausia. Se dividieron por grupos de edad en: 20-29, 30-39, 40-49 y >50 años, para aplicar un cuestionario estándar demográfico y analizar la edad, estado civil, número de parejas sexuales en los últimos 4 meses, escolaridad, tabaquismo, alcoholismo e índice de masa corporal (IMC).
La disfunción sexual femenina se evaluó mediante el cuestionario IFSF,4 que valora la función o alteraciones sexuales en las últimas cuatro semanas. De acuerdo con el IFSF, se incluyen los dominios de deseo, excitación, lubricación, orgasmo, satisfacción y dolor (dispareunia) durante la relación sexual. El deseo sexual se evaluó de acuerdo con la frecuencia y el nivel de deseo en dos preguntas; la excitación se refirió según la frecuencia, nivel de confianza y satisfacción en 4 preguntas.5 Lubricación se determinó con el grado de frecuencia y dificultad, además de la frecuencia y dificultad para mantenerlas, en 4 preguntas. El orgasmo se evaluó con 3 preguntas que incluyen frecuencia, dificultad y satisfacción. La satisfacción de la relación se refiere a la cercanía con la pareja, la relación sexual y vida sexual en general. La dispareunia se evaluó de acuerdo con su manifestación durante la penetración vaginal, frecuencia y grado. En total se plantean 19 preguntas divididas entre los rubros, con un valor de 1 a 5 puntos.8-10
La disfunción sexual se calculó para cada dominio con un puntaje menor a 3, clasificándose como función sexual normal al puntaje mayor de 28 y disfunción sexual al puntajes menor a éste.
Para el análisis estadístico se utilizó el programa SPSS, versión 1.0.0, además del ANOVA y t de Student para la comparación entre los grupos y dominios.
RESULTADOS
Durante el estudio se aplicaron 200 encuestas; sin embargo, solo se aprobaron 171 (85.5%). Las características demográficas de la población se muestran en el Cuadro 1. La edad media registrada fue de 34.6 ± 11 años, número de parejas sexuales de 1.1 e IMC de 27. 48 ± 6.63 kg/m2, con mayor predominio de pacientes con sobrepeso (n = 89, 52%). En cuanto a toxicomanías, 61 (35%) mujeres refirieron tabaquismo y 71 (45%) alcoholismo. Las comorbilidades identificadas con mayor frecuencia fueron: ansiedad, depresión e hipotiroidismo. En relación con la escolaridad, 100 (58%) mujeres contaban con licenciatura y 59% estaban solteras.
Variable | Valor (n = 171) |
---|---|
Edad promedio | 34.65 ± 11 |
Parejas sexuales promedio | 1.1 ± 0.49 |
Estado civil | |
Solteras | 102 (59%) |
Casadas | 60 (35%) |
Unión libre | 7 (4%) |
Viudas | 2 (2%) |
Escolaridad | |
Licenciatura | 100 (58%) |
Posgrado (maestría) | 25 (14.6%) |
Preparatoria | 37 (21.3%) |
Secundaria | 6 (3.5%) |
Primaria | 3 (1.7%) |
IMC | |
Sobrepeso (IMC 25-29) | 89 (52.04%) |
Obesidad (IMC>30) | 54 (31.5%) |
Normal (IMC18-24) | 28 (16.3%) |
Comorbilidades | |
Ansiedad | 9 |
Asma | 2 |
Cardiaca | 1 |
Colitis | 3 |
Depresión | 6 |
Hipertensión | 1 |
Dermatitis | 2 |
Hipotiroidismo | 8 |
La prevalencia de disfunción sexual aumentó conforme a la edad, principalmente en el grupo de 40-49 años, con un total de 14 (43%) mujeres (Cuadro 2).
Grupo de edad | Disfunción | Sin disfunción |
---|---|---|
20-29 años | 12 (17%) | 57 (83%) |
30-39 años | 14 (28%) | 35 (72%) |
40-49 años | 14 (43%) | 18 (56%) |
>50 años | 5 (5%) | 16 (77%) |
El Cuadro 3 expone la media del puntaje por cada dominio de la encuesta, dividido por grupos de edad. La única variable con diferencia estadísticamente significativa fue el deseo sexual (p = 0.001). En cuanto a los demás dominios, la disfunción sexual se encontró en 48 (28%) mujeres; deficiente excitación en 29 (17%) y lubricación disminuida en 18 (11%) casos; disfunción del orgasmo en 29 (17%), alteración de la satisfacción sexual en 22 (13%) y dispareunia en 18 (11%) mujeres. En total se registraron 45 (35%) mujeres con disfunción sexual.
Parámetros | 20-29 (n = 69) | 30-39 (n = 49) | 40-49 (n = 32) | >50 (n = 21) | p | Promedio total del puntaje (± DS) | Total |
---|---|---|---|---|---|---|---|
Deseo | 3.9 ± 1.4 | 6.5 ± 1.2 | 4.36 ± 1.4 | 3.4 ± 1.5 | 0.001 | 2.1 ± 1.01 | 47 (28%) |
Excitación | 3.33 ± 1.8 | 3.71 ± 1.7 | 4.14 ± 1.6 | 4.20 ± 1.9 | 0.11 | 3.57 ± 1.8 | 29 (17%) |
Lubricación | 4.83 ± 1.7 | 4.22 ± 1.9 | 3.36 ± 1.8 | 4.13 ± 1.7 | 0.8 | 3.73 ± 1.9 | 18 (11%) |
Orgasmo | 3.42 ± 1.4 | 5.44 ± 1.6 | 5.36 ± 1.9 | 3.70 ± 1.7 | 0.257 | 2.72 ± 1.95 | 29 (17%) |
Satisfacción | 4.08 ± 1.9 | 3.86 ± 1.8 | 2.64 ± 1.7 | 3.3 ± 1.9 | 0.445 | 3.08 ± 2.5 | 22 (13%) |
Dispareunia (dolor) | 5.25 ± 1.8 | 2.5 ± 1.9 | 2.07 ± 1.4 | 3.5 ± 1.8 | 0.356 | 3.2 ± 1.25 | 18 (11%) |
Global | 24.81 ± 5.5 | 26.16 ± 4.5 | 21.93 ± 5.4 | 22.23 ± 5.7 | 0.01 | 18.11 ± 4.6 | 45 (35%) |
En el grupo de 20-29 años de edad se encontraron 9 mujeres con disfunción sexual femenina, de las cuales 2 tuvieron trastorno de ansiedad, 1 dermatitis atópica y 6 obesidad, con escolaridad de secundaria (n = 1), nivel medio superior (n = 2) y licenciatura (n = 6). En el grupo de 30-39 años se registró un 1 caso de asma, 1 de hipercolesterolemia, 1 de hipotiroidismo y 1 de obesidad. En el grupo de 40-49 años, 1 paciente manifestó hipotiroidismo, 1 depresión, 1 ansiedad y 5 padecían obesidad. En el grupo de más de 50 años se encontró 1 mujer con diabetes, 1 con depresión y 2 con obesidad.
DISCUSIÓN
La disfunción sexual femenina en urología es un tema poco estudiado. El ensayo de Pérez-Martínez y su grupo, realizado en Chihuahua en 2006, en el que aplicaron el IFSF a 44 pacientes de 17 a 49 años de edad, reportó una prevalencia de 34% de disfunción sexual femenina, cuyos trastornos más frecuentes fueron: deseo sexual disminuido (20.4%), deficiente excitación sexual (27.7%), anomalías en la lubricación (34%) y anorgasmia (18.8%). Entre los factores más importantes para padecer disfunción sexual se encontraron la edad (34.5 años) y el estado civil.2
En este estudio no comparamos los factores de riesgo asociados con la deficiencia sexual femenina; sin embargo, se observó que el deseo sexual fue la disfunción más común, quizá debido a múltiples situaciones, como lo expone el estudio de Wen-Jia y sus coautores,11 quienes evaluaron a 4697 pacientes de 20 a 60 años de edad y encontraron una prevalencia de disfunción sexual de 63.3%. Entre los factores de riesgo reportaron: insatisfacción con la pareja, pobre afecto en el matrimonio, imposibilidad por parte del esposo, vivir en una zona rural, bajo nivel de educación y estado posmenopáusico. Los trastornos más frecuentes fueron: dificultad para lograr la excitación (80%), alteraciones en la lubricación (32.4%), disfunción orgásmica (29.9%) y dispareunia (31.6%).9 También se observó que mientras más alto es el nivel de educación existe mayor preocupación por la satisfacción sexual y lograr orgasmos. Con base en esto, es más difícil identificar ciertos factores de riesgo en mujeres con bajo nivel de educación.
McCool y sus colaboradores12 realizaron un metanálisis entre 2000 y 2014 de prevalencia de disfunción sexual y encontraron 135 artículos, con reportes de Europa, Estados Unidos, Egipto, Marruecos, Brasil, Malasia, Turquía, China, Japón y Tailandia. La prevalencia estimada en esos países fue de 40.9% y los trastornos más comunes fueron la dificultad de lubricación (20.6%) y deseo sexual hipoactivo (28.2%). También observaron que a mayor grado de estudios, las mujeres se encontraban más consientes de identificar y reportar los trastornos sexuales, además de relacionarse con mayor decepción de las relaciones sexuales.10
Otro de los factores con mayor riesgo de disfunción sexual es la obesidad. Rabiepoor y su grupo13 efectuaron un estudio en mujeres Iraníes y reportaron esta alteración en pacientes con sobrepeso y obesidad. El estudio incluyó 200 pacientes de 29 años de edad (17 a 45 años), con nivel de estudios de licenciatura y al menos 5 años de matrimonio, y encontraron como trastornos más comunes la disfunción orgásmica, excitación y dispareunia. El 69.7% refirió baja satisfacción o insatisfacción y solo 30.3% se encontraba satisfecha.11 Aunque en nuestro estudio no encontramos una relación importante con este trastorno y la mayoría de las mujeres tenía sobrepeso, 51.3% padecía obesidad considerable; sin embargo, si la muestra fuera más grande tendríamos una correlación con la obesidad.
Diversos estudios señalan elevada prevalencia de disfunción sexual en mujeres de 40 a 65 años de edad; por lo tanto, es importante aplicar cuestionarios de calidad de vida en pacientes menopáusicas, pues representa un problema que va en aumento en México. Worsley y su equipo de trabajo,14 quienes evaluaron a 2,020 mujeres australianas mediante el IFSF, establecieron el diagnóstico de disfunción sexual en las pacientes que obtuvieron puntuaciones menores de 5. Así mismo, agregaron otras escalas, como el Cuestionario de Calidad de Vida en la Menopausia, aplicado a pacientes de entre 51 y 65 años, y encontraron una prevalencia de 69.3%, incluso reportaron que 69.75% mostró deseo sexual disminuido, sobre todo las mujeres que no tenían pareja sexual, mientras que quienes tenían pareja, esta variable fue de 75%, con mayor incidencia en mujeres de 60 a 65 años. Los factores de riesgo más comunes para disfunción sexual fueron, después de la edad, la resequedad vaginal, síntomas depresivos y consumo de alcohol.7 En nuestro estudio, al comparar la estabilidad de la pareja y el consumo de bebidas alcohólicas, no encontramos una relación significativa en este rubro. Casi todos los estudios sugieren que la mayoría de las mujeres con disfunción sexual son casadas o viven en matrimonio, lo que contrasta con nuestra investigación, donde a pesar de tener un mayor registro de soltería, no se encontró afectada la disfunción sexual.
Jaafarpour y sus coauotres1 realizaron un estudio para estimar la prevalencia e identificar los factores de riesgo para padecer disfunción sexual en mujeres Iraníes. Seleccionaron 400 pacientes de 18 a 50 años de edad y encontraron una prevalencia de disfunción sexual de 22% en mujeres menores de 20, mientras que en pacientes de 40 a 50 años reportaron 75.7%. Los trastornos más comunes fueron: lubricación deficiente (41.2%), dificultad para la excitación (37.5%), alteraciones para lograr el orgasmo (42%) y dispareunia (42.5%). Lo anterior se reportó, principalmente, en mujeres mayores de 40 años, quienes experimentan menos de tres relaciones sexuales a la semana.1 Al igual que en todo el mundo, nuestro estudio también sugiere que la prevalencia de disfunción aumenta conforme a la edad; sin embargo, no todo se debe a la menopausia, sino a problemas multifactoriales. Por lo tanto, esta alteración debe estudiarse con mayor amplitud, para tener un efecto positivo en la salud de las pacientes.15-18
CONCLUSIONES
La prevalencia de disfunción sexual femenina fue similar a la reportada en la bibliografía mundial. El trastorno más común fue la disminución del deseo sexual y, aunque en nuestra población se reportó un alto índice de obesidad, no se correlacionó directamente con la disfunción sexual. Se requieren estudios adicionales que evalúen con mayor profundidad este tema.