Introducción
En la última década se ha observado el incremento de los usos de las tecnologías digitales, en específico las vinculadas a la Web 2.0 y, por ende, dependientes de la conexión a internet. A principios del milenio se hablaba de “nuevas” tecnologías de la información y la comunicación (TIC), y con estas también se aludía a una serie de beneficios que impactarían directamente en las actividades productivas, educativas, de comunicación, entre otras (Dutton, 1999).
En la actualidad se observa que las transformaciones proyectadas e imaginadas con las TIC solo se han concretado de forma parcial; esto es, se han dinamizado algunas prácticas y procesos sociales, pero estamos en medio de constantes cambios relacionados con la digitalización y frente a la tendencia cada vez más marcada de un capitalismo digital (Fuchs, 2019). Aun así, internet y la cultura digital se piensan como elementos indispensables para realizar nuestras actividades.
De manera paralela, mientras se proyectaban las realidades impactadas por las tecnologías, también se reconocía que el acceso a las TIC y, por lo tanto, la exploración de sus posibilidades, estaba cruzada por las desigualdades sociales y económicas (Hewitt, 2001). Con el paso de los años, contrario a la ampliación del acceso o la generación de estrategias para reducir lo que se denominó la brecha digital, y a pesar de los desarrollos tecnológicos y su progresiva masificación, el acceso a las TIC y a internet se ha sumado como un indicador de desigualdad (Crovi, 2011; Gómez, Alvarado, Martínez y Díaz, 2018). Aunque las imágenes de la ciencia ficción y de la mercadotecnia simulan un mundo en el que se puede disponer de las TIC de manera generalizada, a nivel mundial el porcentaje de población usuaria de internet es apenas de un 58.8% aproximadamente (Internet World Stats, 2019).
En este sentido, hay dos contextos que fluyen de manera paralela y que nos hacen cuestionar el sentido de internet como un recurso indispensable. Seguramente existen sectores, grupos y personas a quienes les sea inimaginable un mundo sin internet, ya sea porque sus actividades dependen de la disposición de conectividad o porque realizan proyectos en torno a las tecnologías digitales. Al mismo tiempo, hay una amplia franja de la población que es usuaria de internet sin que haya permeado en sus actividades cotidianas, como puede ser el caso de quienes tienen un acceso esporádico, el cual responde sobre todo a las condiciones materiales.
Uno de los sectores amplios de la población que ha experimentado de manera desigual el acceso a las tecnologías digitales y a internet es el de los pueblos indígenas. En el caso de México, de 2000 a 2010 se implementaron programas y propuestas para reducir la brecha digital, tanto gubernamentales (como el Sistema Nacional e-México o los centros regionales del Sistema de Información y Comunicación del estado de Puebla) como de la sociedad civil (por ejemplo, el Telecentro Totolapan en el estado de Morelos, el proyecto de Internet Wixarika en San Miguel Huaixtita en el estado de Jalisco, o el Centro de Formación Kaltaixpetaniloyan de la organización Tosepan Titataniske, en la Sierra Norte de Puebla).
En su mayoría, estos proyectos han logrado objetivos cortos, y en muchas ocasiones de forma local, porque hay otros factores estructurales a atender para generar opciones de desarrollo más sostenibles y equitativos. Aun así, en la actualidad, durante cualquier recorrido por poblados indígenas, es evidente que las personas acceden y utilizan las tecnologías digitales. En este sentido, es relevante indagar en torno a los usos y sentidos que las personas les asignan a las tecnologías digitales, en cómo las incorporan en las actividades cotidianas y su impacto en los colectivos o comunidades.
Este artículo tiene como objetivo analizar las prácticas digitales que realizan los jóvenes de un poblado indígena y, para ello, se realizó un acercamiento etnográfico a las características del acceso a las TIC, así como a los referentes locales que son compartidos por medio de las redes sociales digitales. Se considera que mientras los sentidos de pertenencia comunitaria se hacen más fluidos en los recientes contextos globales, los jóvenes realizan prácticas digitales que involucran sus referentes locales, que van más allá de estampas de sus entornos inmediatos, y que pueden considerarse como elementos significativos con los cuales dimensionan sus identidades y posiciones sociales dentro de procesos cambiantes.
Se trabajó con jóvenes porque son quienes han tenido y tienen mayor acceso a las TIC, además de utilizar aquellas vinculadas a la Web 2.0 y, por lo tanto, dependientes de la conexión a internet. El poblado donde se realizó el trabajo es mayoritariamente indígena; la lengua nahua es hablada por el 68% de la población aproximadamente (INEGI, 2010); en la organización colectiva pueden observase costumbres y tradiciones que dan cohesión comunitaria y, al mismo tiempo, hay negociaciones con consumos culturales variados, brechas generacionales en torno a intereses y actividades, y eventuales viajes por migración laboral.
En este sentido, lo que se observó en la investigación es la maleabilidad en las relaciones sociales, incluso pueden llegar a ser contradictorias. Así, suelen ser fiables las percepciones de algunos adultos de que a las generaciones jóvenes ya no les interesan las costumbres, la historia local, o hablar la lengua materna; pero a la par los jóvenes realizan expresiones de pertenencia comunitaria y muestran interés por los asuntos locales.
Marco conceptual: pueblos indígenas y tecnologías digitales
Un aspecto que se menciona en este trabajo es el de la pertenencia comunitaria. Al referir esta noción, lo que consideramos es la auto-adscripción e identificación que las personas asumen en relación con un grupo o comunidad en medio de distintas relaciones y procesos de incorporaciones, exclusiones y delimitaciones (Ariel de Vidas, 2003; Barth, 1976). El marco para considerar que la población es indígena tiene su fundamento en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (ONU, 2007), la cual hace referencia al idioma que se habla, a la vinculación con el territorio, a la práctica de tradiciones, a la recuperación y uso de las tradiciones orales, a las formas organizativas propias, entre otros aspectos (algunos de estos pueden verse expresados en el apartado de resultados de este artículo).
Cabe indicar que se asume que la identidad étnica y la pertenencia son en sí mismos procesos cambiantes, ya sea por las propias transiciones internas de los pueblos y las comunidades, así como por las transformaciones globales en las que está inmerso lo local (Govers, 2006).
En este sentido, también se considera que los jóvenes indígenas están insertos y participan en la reorganización de una vida más interconectada por los flujos globales y la dinamización de las tecnologías digitales. Las generaciones actuales interactúan en otros espacios y condiciones que confrontan sus sentidos de pertenencia, y dependiendo de los contextos estas relaciones pueden manifestarse en conflictos o en convivencia, en apatía o en redes e iniciativas de rescate y transmisión de saberes y conocimientos, entre otras expresiones (Pérez, 2019). Cobran importancia las referencias locales que circulan entre los jóvenes por ser elementos latentes y significativos de las transiciones que experimentan.
En los últimos años ha sido más común encontrar información relacionada con la conexión a internet por parte de poblaciones que representan diferentes aspectos de desigualdad (Revista NuestrAmérica, 2018). En el caso de este estudio se trata de una población indígena que se conecta a internet desde condiciones básicas de acceso a las TIC. Las aproximaciones a los pueblos indígenas y las TIC se pueden dividir en dos perspectivas: por una parte, se encuentran los estudios que consideran que las TIC deben tener un uso social (Gómez, 2005; Monasterios, 2003) y, por otro lado, los documentos que registran los usos que las personas hacen de las tecnologías de la información y de internet con o sin fines sociales (Dyson, Hendriks y Grant, 2007; Ginsburg, 2002; Ramos, 2020).
Un aspecto que sobresale de estas dos tendencias es que el acceso a las TIC genera relaciones de apropiación de estas diferentes herramientas de comunicación y de información con las cuales las personas dimensionan sus identidades étnicas y locales, sus lenguas maternas, sus referentes culturales, entre otros aspectos (Srinivasan, 2006).
Entre la población de los pueblos indígenas son los sectores juveniles quienes tienen mayor acceso a las TIC por su vinculación con la educación formal y, por ende, con la alfabetización. En consecuencia, son quienes más interacciones realizan por medio de las redes sociales, aunque cabe señalar que esta situación rebasa las condiciones de la procedencia o escolaridad, y es extensiva a la juventud en general (Crovi, 2016; Reig, 2013). Se puede mencionar que el ámbito educativo va más allá de los lugares físicos de las escuelas, sin que sea exclusivo de los estudiantes jóvenes; es decir, se puede observar a personas adultas utilizando las tecnologías digitales, por ejemplo, los encargados de un cibercafé o el profesorado.
En la actualidad, los jóvenes están negociando sus identidades, sus posiciones sociales, están adquiriendo conocimientos de su entorno, entre otras actividades, con la característica de que todo esto se realiza en un contexto que facilita otras acciones con los dispositivos digitales (computadoras, tabletas, teléfonos celulares, cámaras digitales, videojuegos, reproductores de música, etcétera) (Horst, Herr-Stephenson y Robinson, 2010). Lo que se realiza con las tecnologías digitales está vinculado a una serie de recientes formas y maneras de comunicarse y relacionarse que son posibles en los ambientes digitales (Livingston y Sefton-Green, 2016).
En este sentido, ejemplos de prácticas digitales pueden ser: tomar una fotografía y subirla a alguna plataforma digital, publicar algún texto (un post breve en redes sociales o una entrada tipo ensayo en un blog), subir videos a un canal (por ejemplo, YouTube), o la recolección de información con ayuda de un buscador (Ramella, Lehmuskallio, Thielmann y Abend, 2017). Estas prácticas son realizadas con mayor intensidad por los sectores juveniles (Crovi, 2016; Reig, 2013), y en el caso de los jóvenes con quienes se trabajó en la presente investigación, también se observó que un mayor acceso a los teléfonos inteligentes (smartphone) amplía las posibilidades de las prácticas digitales.
Método, técnicas y lugar de trabajo
La investigación se llevó a cabo a partir de una metodología cualitativa, de manera específica desde un acercamiento etnográfico porque se consideró realizar un estudio directo del contexto de la población, de las relaciones sociales y las personas, poniendo mayor atención en las prácticas digitales de los jóvenes. En este sentido, a partir de la presencia en el sitio, se llevó un registro sistemático en un diario de campo junto con otros instrumentos para generar un conjunto amplio de datos que permitieran, de manera posterior, hacer vinculaciones entre las categorías y el material empírico.
Las herramientas utilizadas durante el trabajo de campo fueron la observación participante, la observación en las redes sociales, las entrevistas semiestructuradas y un cuestionario. Además, se implementó un taller de creación de contenidos digitales con un grupo reducido de jóvenes a quienes se realizaron entrevistas respecto de sus prácticas digitales. Otras personas entrevistadas fueron las encargadas de cibercafés y de puntos de venta de telefonía celular, las cuales giraron en torno a los servicios que ofrecían y el tipo de usuarios que identificaban.
Entre las herramientas que permitieron relacionar las prácticas digitales con los referentes locales que se presentan en este texto, se encuentra el cuestionario aplicado a los estudiantes del bachillerato del poblado. En total fueron 114 cuestionarios divididos por sexo: 44 mujeres y 69 hombres, que correspondieron al total de la población estudiantil de este nivel de estudios, es decir, se cubrieron los tres grados escolares.
El cuestionario se dividió en tres partes con preguntas abiertas: una primera para datos generales como la edad, sexo, procedencia y curso escolar; una segunda parte relacionada con el consumo de medios de comunicación masivos, intereses, actividades de la vida cotidiana y desplazamientos hacia otros lugares; la tercera abarcó el acceso a internet, las redes sociales, las prácticas digitales y un punto específico de creación de contenidos digitales a partir de las fotografías y videos que tomaban con sus teléfonos celulares.
Para este último punto las preguntas fueron cerradas y como ayuda se utilizó un cuadro con ocho temas, donde cada estudiante colocó una señal y en algunos casos una descripción en aquellos que correspondían al tipo de contenido que habían subido a las redes sociales. Estos temas fueron: paisajes, naturaleza, tradiciones, eventos escolares, fiestas, actividades oficiales, fotos antiguas y sucesos del pueblo.
Es posible diferenciar entre la observación participante y la observación en redes sociales. La primera se realizó al involucrarse o al acompañar las actividades que realizaban las personas que se fueron contactando, principalmente quienes participaron en el taller de contenidos digitales (por ejemplo, al pasar el tiempo en las tardes, atendiendo un comercio en el mercado de los sábados, o al estar un rato en las casas); también se hizo de manera amplia durante los recorridos por el pueblo, con la premisa de registrar los usos de la telefonía móvil. Por otro lado, la observación en redes sociales se llevó a cabo una vez que se tenían contactos en la principal red social que utilizan las personas: Facebook, y de manera ocasional en Instagram.
El trabajo de campo se desarrolló entre los meses de noviembre de 2018 a marzo de 2019. Cabe indicar que, si bien no se realizó una estancia continua, se cuenta con experiencias previas en el mismo poblado y en otros de la región, lo cual permitió solventar la ausencia de una larga estadía a cambio de tener una perspectiva amplia y comparativa.
El poblado es Huahuaxtla, una junta auxiliar del municipio de Xochitlán de Vicente Suárez, localizado en la parte nororiental de la Sierra Norte de Puebla. Según datos del INEGI, para el año 2010 había 2 471 habitantes, 1 149 hombres y 1 322 mujeres; la lengua materna es el nahua y los hablantes de tres años y más eran 1 674, de los cuales 764 son hombres y 910 mujeres (INEGI, 2010).
En el poblado hay escuelas de preescolar hasta el nivel medio superior, una Plaza Comunitaria de educación para adultos, también un centro de salud, comercios, puntos de venta de celulares y cibercafés. El centro urbano más cercano es la ciudad de Zacapoaxtla, cabecera del municipio del mismo nombre, es una de las ciudades más importantes; tiene buena cobertura de señal de telefonía móvil e internet y concentra las representaciones de diferentes dependencias de los gobiernos estatal y federal; en este municipio también se localiza el Instituto Tecnológico Superior de Zacapoaxtla, a donde asisten jóvenes de distintos lugares de la parte nororiental de la Sierra Norte, por lo que es una de las opciones que tienen los jóvenes de Huahuaxtla para continuar con sus estudios superiores.
La selección de este poblado correspondió a que ya se conocía el lugar, y a algunos de sus habitantes, tras realizar un trabajo de campo para una investigación anterior, con lo cual se tenían identificados algunos puntos de acceso a internet como los cibercafés y un Centro Comunitario de Aprendizaje (aunque este centro ya estaba cerrado al momento del trabajo de campo para esta investigación).
El otro aspecto importante para la selección fue la conjunción entre la posición geográfica y orográfica junto con la cercanía con Zacapoaxtla, porque propician que haya mejor recepción del espectro para alimentar las redes inalámbricas y una buena velocidad de ancho de banda para la conexión a internet (en comparación con otros poblados de la sierra). Esta situación es relevante porque se relaciona con el flujo de gente que acude a los sitios donde pueden conectarse, así como con el constante uso de teléfonos celulares.
Resultados
El acceso cotidiano
Los elementos que se consideraron para realizar la investigación en el poblado de Huahuaxtla fueron, como se mencionó en el apartado anterior, la observación de sitios para conectarse a internet y la gente que acudía, así como personas usando sus teléfonos inteligentes. En las primeras visitas fue evidente que el acceso a internet era reconocido por los habitantes, por ejemplo, al preguntar a cualquier persona en la calle sobre algún cibercafé las respuestas eran claras e incluso señalaban los servicios que se podían encontrar en el sitio indicado.
También se observaron diferentes situaciones en las que era evidente que las personas utilizaban sus teléfonos; asimismo, se reconocieron los modelos y comprobó el uso de servicios vinculados a internet, como las redes sociales o la mensajería instantánea; incluso fue posible identificar que, además de utilizar el celular para hacer llamadas (o escuchar mensajes de voz), su uso cotidiano corresponde a prácticas digitales.
Las entrevistas a las personas encargadas de los cibercafés y también a quienes atienden locales de venta de teléfonos celulares sirvieron para asentar que hay un uso generalizado de dispositivos digitales, específicamente de teléfonos celulares con aplicaciones vinculadas a internet, es decir, del tipo smartphone, y no solo porque sean los que están en exhibición sino porque son los que las personas adquieren.
Durante el taller de contenido digital hubo momentos previos y posteriores a las sesiones que permitieron observar el uso constante del teléfono celular por parte de los jóvenes, por ejemplo, para tomar fotografías, grabar un video, mandar un mensaje por WhatsApp, publicar o reaccionar a una publicación en Facebook, ver un video en YouTube, entre lo más habitual.
Un aspecto relevante del acceso cotidiano a internet fue mencionado por las personas que atienden los cibercafés, quienes indicaron que en años anteriores tenían más usuarios y que las computadoras eran utilizadas durante más tiempo. Aunque los precios de la renta por hora no han aumentado y el ancho de banda tiene una velocidad adecuada (por ejemplo, para ver videos), ellos observan que actualmente hay menos usuarios (en específico, menos jóvenes) y su tiempo de estancia en el cibercafé es inferior.
Según mencionaron, y lo que se registró, este fenómeno se debe a que los jóvenes acceden a una variedad de aparatos digitales, entre los más relevantes se encuentran las computadoras portátiles o de escritorio, ya sea en sus casas o con familiares, y por lo tanto pueden realizar sus tareas escolares, además de otras actividades, sin la necesidad de acudir a los cibercafés; por otro lado, por medio de los teléfonos celulares se conectan a sus redes sociales o navegan en internet.
En las entrevistas a profundidad, los jóvenes afirmaron que iban al cibercafé cuando tenían una tarea escolar o para descargar algo que les interesara, es decir, acudían por alguna actividad específica mientras que el teléfono celular les permitía acceder a sus redes sociales y contactos. En este sentido, el teléfono inteligente es el dispositivo digital que pueden llevar a cualquier lado y desde el cual pueden comunicarse o pasar sus ratos de ocio y entretenimiento (Madianou, 2014); así, este dispositivo es el principal medio de acceso a internet. Esta situación es compartida a nivel nacional, pues según el 15° Estudio sobre los hábitos de los usuarios de internet en México 2018 (Asociación de Internet.MX, 2019), entre los dispositivos para conectarse a internet el smartphone ocupa el primer lugar, seguido por la computadora portátil.
De los servicios vinculados a internet que más utilizan los jóvenes de Huahuaxtla es la red social Facebook. Además de los perfiles individuales que cada persona genera, hay tres perfiles que destacan porque son colectivos, es decir, utilizan el nombre del pueblo para identificarse: uno tiene el nombre del pueblo, otro tiene el nombre del pueblo y del municipio, y un tercero utiliza el nombre de una organización local junto con el nombre del pueblo. Estos tres perfiles son relevantes para los usuarios de la red social, ya que sirven como periódicos murales o como foros; sería algo similar a un punto de encuentro.
En las tres cuentas se publican noticias, fotografías, videos y otras actividades que se llevan a cabo en el poblado. El perfil que solo utiliza el nombre del poblado tiene registrados a 1 143 usuarios, a quienes les gusta la página, mientras que 1 157 personas siguen sus publicaciones; el perfil que tiene el nombre del poblado y del municipio cuenta con 1 636 usuarios a quienes les gusta, y 1 655 personas siguen sus publicaciones; por último, la organización local tiene 1 289 usuarios a los que les gusta la página, y 1 393 personas siguen sus publicaciones.
En este sentido, los perfiles colectivos sirven como ejemplo para indicar que las personas que acceden a internet y la red social de Facebook dan importancia a los referentes locales y, además, se convierte en el espacio digital donde socializan. En este caso, Facebook concentra a los usuarios que se identifican con el poblado de Huahuaxtla, principalmente porque son originarios de este lugar.
Los referentes locales
Lo que se observó, y que también indicaron los jóvenes que se conectan a la red social de Facebook (como ya se comentó antes, el servicio más utilizado), es que sus contactos iniciales son las personas a quienes ya conocen, es decir, sus familiares, sus compañeros de escuela y sus vecinos del pueblo. Al tener como referente al poblado y su vida cotidiana, las publicaciones que se realizan en la red social suelen partir de los referentes locales. Sin pretender presentar una clasificación de los temas que se registraron, se pueden indicar algunos elementos que los jóvenes fueron publicando.
Entre las prácticas digitales vinculadas con las redes sociales que más se realizan, se encuentra la publicación de fotografías del pueblo y de paisajes de los alrededores, lo que provoca reacciones como “me gusta” y genera comentarios. Otras publicaciones refieren las fiestas y celebraciones del pueblo, por ejemplo, la fiesta patronal, los días de muertos, los desfiles cívicos, el carnaval, entre otros.
Entre las publicaciones destacan las de los huapangos (música y baile característicos de la huasteca), también hay toda otra variedad de publicaciones como memes, estados de ánimo, comentarios personales, información sobre alguna actividad, información general y preguntas, que en su conjunto reflejan los intereses de los usuarios de manera individual. Así, puede indicarse una extensión de las relaciones sociales de los jóvenes en el espacio digital, y que una parte importante de las interacciones son los referentes locales.
Del cuestionario que se aplicó a los estudiantes del bachillerato se obtuvieron resultados destacados y se mencionan a continuación. Un apartado del cuestionario estuvo dedicado a la creación de contenidos digitales; se les preguntó por los tipos de fotografías y videos que suben a las redes sociales (ver tabla 1). De los 114 cuestionarios, en 69 el motivo o tema era el de “los paisajes” (esto incluye vistas del pueblo desde lo alto de un cerro, vistas de las montañas, del río Apulco que se localiza al sur del poblado, etcétera); en segundo lugar, con 55 respuestas, se registró el tema de “la naturaleza” (detalles de plantas o árboles, jardines en las casas, cultivos, animales, entre otros).
Tema | Número de menciones |
---|---|
Paisajes | 69 |
Naturaleza | 55 |
Tradiciones | 42 |
Eventos escolares | 37 |
Fiestas | 31 |
Actividades oficiales | 22 |
Fotos antiguas | 12 |
Sucesos del pueblo | 9 |
Fuente: elaboración propia.
Las diferencias entre los dos anteriores radica en la posición de las personas ante lo que observan, mientras que el paisaje está enfocado hacia la distancia y hay una relación contemplativa, para la naturaleza hay cercanía e interacción (por ejemplo, ver los dedos tocando o señalando la hoja de una planta).
En tercer lugar, se mencionaron en 42 respuestas “las tradiciones”, las cuales hacen referencia a diferentes actividades que se efectúan a lo largo del año y que se relacionan con elementos identitarios vinculados con los colectivos del poblado, por ejemplo, las raíces indígenas, las maneras de celebración en las fiestas patronales del pueblo y de los barrios (se puede conectar con las 31 menciones que en el cuestionario se hicieron a “fiestas”), con lo relacionado con la siembra y los cultivos, con las maneras de organizarse para realizar trabajos comunitarios, incluso con la elección de autoridades locales, entre otros.
El cuarto lugar fue ocupado por “los eventos escolares”, lo cual resalta el espacio social donde se desenvuelven los jóvenes, y que está vinculado con las características de la juventud indígena que en los momentos actuales se puede relacionar con el ámbito educativo (Cortés y Hernández, 2016); así reflejan un espacio de socialización que les es relevante (Boyd, 2014; Livingstone y Sefton-Green, 2016).
A partir del trabajo de campo se registró que los horarios de las escuelas de educación básica y media superior marcan las rutinas y dinámicas de las personas, con picos de actividad en las mañanas a la hora de entrada y al mediodía con las salidas (además de los recesos en media mañana, cuando algunos familiares se acercan a las escuelas para dejar almuerzos). Se apreció que en las tardes también hay más personas en las calles, y las canchas de deportes son puntos de reunión de los jóvenes. Con esto se advierte que los jóvenes pasan la mitad del día y de lunes a viernes en las escuelas: son espacios importantes dentro de los referentes de los jóvenes.
Cabe reiterar que las menciones a los temas de fotos y videos se refieren a los que han sido compartidos en las redes sociales (en específico Facebook), con lo cual hay una diferencia con los registros visuales y audiovisuales que se realizan de manera cotidiana y que son compartidos directamente con algún contacto (por ejemplo, por WhatsApp), o que mantienen en los archivos locales (en la memoria interna de las cámaras digitales o de los teléfonos inteligentes, en memorias USB, entre otros).
En este sentido, se refuerza la intención de decidir sobre lo que se comparte, es decir, al subir imágenes se controla lo que se quiere mostrar, mientras que se otras se guardan para personas específicas, para otros momentos o simplemente para el archivo personal; además, se decide lo que se sube a las redes sociales a partir del contenido que se quiere exponer, de las reacciones y de las interacciones que se esperan provocar.
Al inicio de este apartado se mencionó que en las redes sociales se interactúa por medio de los recursos disponibles en cada servicio o plataforma de red social, por ejemplo, se puede hacer un comentario o mostrar una reacción al darle “me gusta”. Lo que se discute a continuación es que estas formas de interactuar se realizan en el espacio digital a partir del entorno material y físico de los jóvenes y, además, en algunos casos pueden propiciar negociaciones de elementos identitarios, de las relaciones con las comunidades, en el poblado y en la región.
Apuntes para la discusión
La relación de las tecnologías de información y los pueblos indígenas depende de las condiciones materiales que posibilitan el acceso a las TIC y a la conexión a internet. En este sentido, cada poblado tiene situaciones particulares. Aun así, con la revisión de la literatura se puede indicar que los sectores de la población que más acceden, sin ser exclusiva, corresponden a las generaciones más jóvenes y escolarizadas.
Precisamente, este sector de la población es señalado constantemente por parte de las generaciones adultas de estar o comenzar a desvincularse de las tradiciones y costumbres de los poblados a los que pertenecen; sin embargo, según se ha podido observar en el apartado anterior, los jóvenes están interesados en los elementos sociales y materiales que van socializando desde sus entornos locales y que van conformando parte de sus identidades (Ariel de Vidas, 2003), junto a ello también muestran interés por los asuntos locales y regionales (Salgado, 2019).
Como se ha visto en la revisión de la literatura, se suele pensar que las generaciones de jóvenes en la actualidad están pasando por cambios que no habían sido experimentados anteriormente (Pérez, 2019), y de manera específica relacionados con el contexto tecnológico (Crovi, 2016; Boyd, 2014).
Un aspecto que se puede indicar a partir de este acercamiento con algunos jóvenes en el contexto de un poblado indígena es que sí hay cambios en las generaciones recientes. Hay casi nulo analfabetismo, pues las generaciones jóvenes están cada vez más escolarizadas y puede observarse que uno de los temas que más comparten en las redes sociales son las actividades relacionadas con las escuelas, lo cual es un reflejo de que este espacio forma parte importante de sus vidas (la conclusión de un nivel escolar, como la secundaria, puede traducirse en la obtención de un smartphone).
Además, hay un mayor consumo de los medios de comunicación masivos como lo programas y series (de televisión), películas en DVD o compartidas en memorias USB, estaciones y programas de radio locales (cuando las hay), regionales y nacionales. Hay mayor movilidad de la población, regional e incluso transnacional (generalmente impulsada por la búsqueda de trabajo). Esto por mencionar algunos elementos de las nuevas situaciones que pueden observarse en las juventudes indígenas actuales, quienes experimentan dos manifestaciones de afinidad de las que forman parte: las situaciones de cambios más rápidos y, al mismo tiempo, en sus poblados socializan maneras de expresarse, de hacer, de identificarse, que provienen de referentes culturales locales (proceso de endoculturación).
La distinción que se puede realizar es que anteriormente los jóvenes tenían menos elementos para negociar sus posiciones sociales y la auto-adscripción (en el sentido amplio que puede leerse en Barth, 1976), por lo que podían considerarse menos evidentes los cambios en la reproducción de las formas socioculturales.
El punto que se resalta en este trabajo es que ahora, con elementos más heterogéneos como pueden ser diversos consumos culturales, las identidades relacionadas con la etnia y la pertenencia comunitaria se dimensionan por parte de los jóvenes sin rechazo o distanciamiento, más bien colocando representaciones y referentes locales en sus espacios sociales (Srinivasan, 2006), los cuales incluyen las redes sociales en donde buscan la interacción con sus contactos (Boyd, 2014; Horst, Herr-Stephenson y Robinson, 2010).
Al seguir con los contenidos de las publicaciones, fotos y videos que comparten en las redes sociales, los ocho temas del cuestionario aplicado pueden circunscribirse físicamente en torno al poblado, la escuela y los alrededores, pero al mismo tiempo los temas abarcan más que la delimitación del espacio físico, es decir, contemplan lo que sucede en el poblado, las actividades escolares y otros elementos relacionados con el entorno donde se encuentra el poblado y sus actividades cotidianas.
Uno de los temas con más menciones es el de las tradiciones y, como ya se referenció en los apartados anteriores, puede comprender las maneras en cómo se organizan las personas para llevar a cabo la fiesta del barrio, o las danzas rituales como las de los Voladores o los Negritos, entre otras; también puede incluir las prácticas rituales y del saber-hacer relacionadas con los cultivos y cosechas.
Otro ejemplo que se puede indicar con los temas señalados por los estudiantes es el de las fotos antiguas del pueblo, que expresa el interés por recuperar visualmente el pasado del lugar donde viven (calles, casas, paisajes, personas, actividades, etcétera); aunque este tema solo cuenta con doce menciones, es relevante al considerar que se trata de una población que ha tenido poco acceso a las tecnologías como las cámaras fotográficas, que no se consiguen de manera fácil.
Los aspectos que se han mencionado en torno a las fotos y videos que se comparten en las redes sociales tienen relevancia en los procesos socioculturales en los cuales se insertan y en los que a su vez participan, en donde la juventud indígena está negociando sus posiciones sociales, su papel en la conformación de comunidades y en sus propuestas de incidencia en el ámbito local (Salgado, 2019).
El análisis de información sugiere que las prácticas digitales (Ramella et al., 2017) tienen un papel relevante, aunque este sea más bien latente; con ello se sugiere que a pesar de que las tecnologías digitales en general están relacionadas con los procesos de transformación de las sociedades, hay más sutilezas a las cuales poner atención. En el caso que se presenta en este artículo se observa que las fotografías y los videos por sí mismos no son imágenes que puedan considerarse determinantes de las representaciones que intentan exponer, aun así siguen siendo importantes los medios por los que se comparten y los temas que se socializan. Así, las redes sociales digitales son un medio relevante para los jóvenes (Crovi, 2016); los temas de fotos y videos son referentes culturales y locales del poblado que los jóvenes posicionan en los contextos que experimentan y que son cambiantes (Govers, 2006; Srinivasan, 2006).
Por último, puede señalarse que el uso intensivo de las tecnologías digitales por parte de los jóvenes que se describe en algunas investigaciones (Boyd, 2014; Horst, Herr-Stephenson y Robinson, 2010; Livingstone y Sefton-Green, 2016) suelen generarse en contextos tecnificados y con amplia digitalización. Por ejemplo, al abrir los ajustes de las conexiones en los teléfonos celulares se puede ver que se dispone de varias señales de red wifi, o bien, al buscar información de lugares alrededor de un punto en específico aparecen distintas opciones que se pueden desplegar y ver textos o imágenes.
Estas opciones aún están por desarrollarse en la Sierra Norte de Puebla y se infiere que la desigualdad del acceso a las TIC puede identificarse en estos aspectos que conforman contextos de acceso diferenciados (Ramos, 2018). En este sentido, lo que se observa entre los jóvenes es el uso intermitente de las tecnologías digitales, en específico del teléfono inteligente y la conectividad a internet, y esto depende de los momentos, de las interacciones y de sus intereses, y que pueden ser desde la fiesta local de un pueblo hasta las manifestaciones en contra de algún proyecto extractivo en la región.
Conclusión
En este artículo se ha elaborado un acercamiento a las características de las conexiones digitales que realizan los jóvenes de un poblado mayoritariamente indígena. Se expuso que los dispositivos portátiles han cobrado importancia por su facilidad de adquisición, en específico los teléfonos inteligentes. Para conectarse a internet, además de los cibercafés, predominan los smartphones porque acceden a las redes sociales con interfaces denominadas apps (aplicaciones), sumado a ello, estos dispositivos incluyen otros elementos como cámaras para tomar fotografías y grabar videos.
También se desarrollaron algunos temas de las fotografías y videos que los jóvenes comparten en sus redes sociales. Se hizo evidente que estos espacios, pese a encontrarse en distintos puntos de acceso, son relevantes en cuanto a su relación con las personas involucradas, con los sucesos, con los usos y costumbres, entre otros aspectos.
En el apartado de discusión de los resultados se indica que las prácticas digitales y los referentes locales involucran sentidos de pertenencia. Si bien la actual población joven está experimentando de una manera más dinámica los procesos de cambio vinculados con las tecnologías digitales, al mismo tiempo está inmersa en los procesos internos de los pueblos indígenas desde los cuales se adscriben a determinado grupo étnico, a un poblado o a una comunidad.
Por ello, son relevantes las prácticas digitales como el registro de referentes locales y compartirlos por redes sociales, ya que involucran aspectos subjetivos, primero del control y decisión del contenido a compartir, y segundo por el mismo contenido. En este sentido, son más que simples registros de sus entornos inmediatos; precisamente en medio de las transformaciones globales (Govers, 2006), demuestran el interés por las costumbres y tradiciones, el territorio, las memorias locales, entre otros. Estos son elementos con los cuales las juventudes indígenas pueden negociar y resignificar sus identidades, las posiciones sociales, las lenguas maternas y su pasado.
La juventud indígena en los momentos actuales se caracteriza por ser una generación en transición (su propia condición en la sociedad ya lo es) que utiliza los dispositivos digitales para relacionarse; esto último por medio de los servicios de las redes sociales. Aunque estos sitios y las plataformas están condicionados por sus diseños y arquitecturas, los contenidos que suben y publican las personas son los que dinamizan las interacciones digitales. En este sentido, y como bien apuntan algunas investigaciones (Srinivasan, 2006), es precisamente con los recursos tecnológicos y los digitales (en específico los que corresponden a la Web 2.0) que los jóvenes resignifican elementos locales e identitarios vinculados con sus sentidos de pertenencia comunitarios y a sus grupos étnicos.
Los jóvenes que se conectan a las redes sociales están interesados en interactuar entre sus contactos, y lo hacen utilizando los referentes locales, para ello utilizan los recursos tecnológicos con los cuales realizan registros de sus vidas en el contexto del pueblo y de la vida comunitaria que, de manera posterior, son socializados, debatidos o complementados en las redes sociales. Si bien los espacios digitales pueden no implicar mayor impacto en la vida de las poblaciones indígenas (al menos que estén vinculados con proyectos colectivos concretos), sí son espacios importantes para los jóvenes que les permiten resignificar elementos locales e identitarios.
Dentro de estas dinámicas, resulta interesante continuar indagando en torno a la apropiación e impactos de las TIC en las poblaciones indígenas. A partir de esta investigación se abren algunos aspectos como el desarrollo de habilidades para tomar fotografías y grabar videos, su impacto en las representaciones locales, y las formas de las narraciones que los jóvenes hacen de sí mismos y de sus pueblos.