En un diálogo que tuvo sitio recientemente en la ciudad de Lyon, Nancy Fraser y Luc Boltanski¹ se formularon la siguiente pregunta: ¿cuál es el objeto de la actual Teoría Crítica de la Sociedad? Si de lo que se trata es de ofrecer medios conceptuales a las luchas sociales de nuestro tiempo, esto es: si queremos comprender el rostro que asume el sistema de explotación y dominación social contemporánea, inevitablemente nos topamos con la realidad del neoliberalismo. Pero al identificar nuestro presente como un tiempo signado por la forma social neoliberal, ¿no se pierde de vista su inscripción esencial en el patrón de acumulación capitalista?

Los textos que componen este dossier presentan lecturas que se mueven alrededor de la inevitabilidad de este debate, toda vez que el pensamiento radical del siglo XXI no desiste de ofrecer una correcta caracterización de nuestro mundo social. Estas variaciones parten del reconocimiento de que hoy en día fenómenos cruciales como el deterioro de las soberanías políticas de los Estados nacionales, la brutal imposición de programas de austeridad fiscal, el crecimiento de las deudas públicas y privadas, la precarización laboral, o la emergencia inusitada de movimientos sociales neofascistas y liderazgos políticos autoritarios, no pueden reducirse a una expresión doméstica de una población específica, sino que revelan una lógica que atraviesa distintas realidades coyunturales, modulándose de forma singular en cada caso. “Neoliberalismo” parecería ser así un nombre, acaso el nombre, que permitiría sintetizar todo eso, a condición de preguntarse entonces qué es aquello singular que el nombre invoca.

Pero cuando queremos responder a esta cuestión, lo que nos aparece es su inevitable heterogeneidad constitutiva: histórica, puesto que contamos con una larga duración en la que reconocemos mutaciones estructurales desde la década de los setentas hasta nuestros días; y geográfica, puesto que no se ha expresado de la misma forma de este lado y de aquel del Atlántico, ni tampoco ha forjado su poder por las mismas vías al Sur y al Norte de nuestra región.

El modo en que la teoría crítica contemporánea ha respondido a esta “identidad de lo idéntico y de lo no-idéntico” permite a su vez reflejar en sí misma la conflictividad inmanente al objeto de sus cavilaciones. En efecto, una de las determinaciones fundamentales de la actual Teoría Crítica de la Sociedad es su apertura a una diferencia que atraviesa todos los aspectos en los que su conceptualidad se edifica.² Es cierto, ella se origina en la búsqueda de un programa de investigación multidisciplinar cuya principal virtud era la potenciación mutua de la filosofía y las ciencias sociales.³ Pero aun cuando la pluralidad de voces nutría su riqueza epistemológica, sólo es en la actualidad que la diferencia se expresa activamente como diferimiento ilimitado: en términos de fundamentación teórica, porque ya no teme a los diálogos entre tradiciones filosóficas heterogéneas como el marxismo, el estructuralismo, la deconstrucción o la biopolítica; pero también en cuestiones de género, nación, raza o clase por parte de quienes asumen la posición de enunciación que denominamos crítica. Las teorías críticas del presente no se dejan hablar bajo ningún aspecto por un sujeto singular.

El presente dossier asume estas cuestiones meta-teóricas como condiciones fundamentales de su indagación acerca del presente. Los trabajos que lo integran pretenden ayudar a pensar aspectos de la actual fase neoliberal del sistema capitalista, como pueden ser la economía de mercado, la política democrática, las distintas formas actuales de dominación, las manifestaciones culturales, la ideología, así como la violencia que constituye los procesos de subjetivación contemporánea. A tales fines, las y los autores recurren a perspectivas teóricas diversas, que hoy podemos incluir sin reparos en el repertorio bibliográfico de la escena filosófica contemporánea, como las que ofrecen Jürgen Habermas, Louis Althusser, Jacques Lacan o Michel Foucault.

Esa heteroglosia filosófica es justamente la que permite, sin presuponer falsas síntesis que borren las persistentes fricciones lógicas y políticas entre las perspectivas, un enfoque integral del neoliberalismo contemporáneo. Este enfoque requiere para su logro de una diferenciación materialista de los niveles y las instancias en las que se sostiene, muchas de las cuales no coinciden entre sí sino que dan lugar a un desarrollo desigual y combinado.

Las teorías críticas que aquí se presentan asumen como una premisa de su despliegue este desafío.