Introducción
La comunicación es una herramienta de trabajo en el sector agropecuario, donde captar la atención de una persona, un grupo o una comunidad entera constituye una tarea compleja. Para lograr introducirse en el ánimo y el gusto de una persona o de un grupo en particular, la persona que desea vender una idea, un producto o un servicio deberá planear una estrategia de comunicación para alcanzar el objetivo; es decir, el interesado que desea entrar en ese círculo de personas, entiéndase, comunidades, grupos de productores o ganaderos. Desde los prolegómenos de la comunicación tal es el caso de la retórica Aristotélica donde “… Alguien dice algo, a través de un medio y alguien lo capta” … y todo con un fin, poder gestionar la innovación para que el conocimiento existente sea usado por los potenciales usuarios, por ello es necesario que los nuevos extensionistas o el trabajador moderno de la extensión tenga diversas herramientas para realizar de mejor manera su trabajo. El documento contiene la definición del proceso de comunicación; el proceso del extensionismo en México y el proceso de adopción. En este escrito se tratará indistintamente, el concepto de agricultor, campesino, productor, aunque existan diferencias por el acceso al mercado, a las tecnologías en el caso de último y del destino de la producción entre el primero y el segundo.
Proceso de comunicación
La palabra comunicación viene del latín “comunis”, significa comunicarse, y de acuerdo con la Real Academia Española de la Lengua, significa transmitir señales mediante un código común al emisor y al receptor. Según esta definición se debería entender por comunicación a la acción de comunicarse, de establecer una comunidad con alguien, de compartir información, ideas, conceptos y actitudes. Otra definición nos menciona que la comunicación es el mecanismo a través del cual es posible la interacción y consecuentemente, las influencias recíprocas, es también por medio de las diversas formas de comunicación que se conocen y hacen comunes ideas, inquietudes, sentimientos, creencias y otros rasgos socioculturales de los integrantes de la sociedad (Vejarano et al., 1982).
El grupo interinstitucional de extensionismo de México (GIE) sustituyó el termino de comunicación como el intercambio de saberes entre los académicos y los campesinos o las diferentes tipologías de productores (GIE, 2015). Para ello la comunicación efectiva se da cuando el emisor y el receptor -dado que este normalmente tiene una percepción diferente de quien envía la información- están en la misma sintonía: es decir, se entienden lo que uno está diciendo y el otro le responde acerca del tema en discusión. Sin embargo, existe la distorsión o interferencia, que resultan aquellos obstáculos que pueden ser deliberados o circunstanciales, como el ambiente, interferencias mecánicas, electrónicas, etc., uno o varios elementos en su conjunto afectan generalmente en forma negativa la claridad, fidelidad y eficiencia de nuestros mensajes, distorsionándolos.
Un proceso más complejo que una comunicación, intercambio de saberes o desarrollo de capacidades mediante la educación no formal, la constituyen los procesos de extensionismo agrícola. Los cuales a pesar de esfuerzos gubernamentales para que sean los productores quienes paguen por el proceso, no se ha logrado, por lo que se han operado con recursos públicos y esto ha prevalecido hasta la fecha. El Gobierno local juega un rol importante en el desarrollo económico y dado su carácter de bien público, justifica la inversión que se realiza en tales servicios (Anderson y Gershon, 2004).
Para Cash (2001), los sistemas de extensión agrícola tienen dos retos comunes: vincular la ciencia a la toma de decisiones (horizontal), y la ciencia y la toma de decisiones a diferentes niveles de operación (vertical), al respecto Cadena (1995), estudió la toma de decisiones en productores de la Sierra Madre de Chiapas y encontró que: si los productores obtienen la información completa, sin distorsión, entonces entran en juego los procesos de razonamiento para tomar una decisión en este caso aceptar la innovación o modificarla, posteriormente se traduce en una acción, esta se refleja en el trabajo que desempeñe en su parcela o en su rancho el productor (Díaz, 1971). Por otro lado, Maier (1980), menciona que las personas pueden apoyar ciertas decisiones porque convienen a sus necesidades, le agradan y tiene el respaldo de quienes deben llevarla a la práctica o por otras razones.
Se considera que una decisión efectiva será la que produzca los mejores resultados deseados, la que ocasione menores efectos colaterales, tenga bajo costo y un esfuerzo mínimo, así como que los efectos secundarios sean los más convenientes a los intereses de quien tomó la decisión. Este concepto forma parte del proceso de cambios considerados en el desarrollo comunitario o individual. El concepto se presta a diferentes interpretaciones, de las cuales sobresalen la psicológica, la económica y la política. En los tres casos quién toma la decisión es un ser racional que después de analizar las alternativas posibles para la solución de una situación problema, selecciona aquellas que presentan mejores ventajas en la eliminación del problema, en términos de la comunicación humana se denomina “el receptor”.
El proceso de la toma de decisiones está constituido en tres etapas, las cuales parten de la deliberación del problema, posteriormente se toma la decisión y finalmente se evalúa la decisión tomada. La primera etapa se inicia cuando en el individuo o el grupo existe la necesidad de tomar una decisión, situación que se presenta como consecuencia de haber recibido nueva información durante el desarrollo de una actividad específica. La segunda etapa se da cuando la persona o el grupo ha analizado las alternativas posibles para la solución del problema y se decide eventualmente a seleccionar aquella que satisface sus necesidades. La tercera etapa es la evaluación, si los resultados de la decisión tomada son negativos, el individuo tratará de desechar esa decisión y empezará a analizar otras alternativas, (Edwards, 1977, citado por Cadena, 1995).
Retomando lo mencionado por Cash (2001), el primer reto se relaciona con un enfoque lineal asociado a la perspectiva del cambio tecnológico (Stoneman and Diederen, 1994), mientras que el segundo tiene mayor relación con la innovación tecnológica bajo una orientación que Lundvall (2011) denomina sistema de innovación. Para esto, Reynolds et al. (2012) mencionan que se requiere cerrar las brechas entre la investigación agrícola y las necesidades de las comunidades rurales. Para ello, dentro del sistema de extensión agrícola existen organizaciones intermediarias que tienen como objetivo central mantener vínculos que generen beneficios entre productores y usuarios del conocimiento.
Con base en la forma de operación de los involucrados y el tipo de innovación, se conocen otros términos para referirse al proceso de intermediación del conocimiento, entre los que destacan: intermediarios de la innovación (Howells, 2006; Klerkx et al., 2009), organizaciones intermediarias de la innovación (Tura y Bishop 2011; Dutrénit et al., 2012), intermediarios de innovación abierta (Alexander y Martín, 2013; Hallerstede, 2013), intermediarios de la innovación en colaboración abierta o crowdsourcing (Silva y Ramos, 2011; Billington y Davidson, 2013), intermediarios de base o grassroots (Hargreaves et al., 2013), organizaciones colaterales (Cash, 2001) o simplemente intermediarios (Peng et al., 2014).
Al respecto del concepto de innovación, la fundación COTEC (2006) y retomada por Aguilar et al. (2010); Roldan (2013), la definen como todo cambio basado en conocimiento que genera riqueza. Esta riqueza, es entendida como la generación de satisfactores tangibles e intangibles, que se convierte en un factor determinante para la reducción de las brechas sociales existentes en el medio rural de México, en donde la actividad agropecuaria es la principal actividad económica. La generación de riqueza en el sector agropecuario nacional enfrenta tres grandes desafíos: 1) mejorar su competitividad y productividad; 2) reducir la pobreza rural; y 3) aumentar la sostenibilidad de los recursos naturales (Aguilar et al., 2010). A partir del año 2000, las instituciones del sector Agropecuario y de Enseñanza Superior en México en respuesta a la ausencia parcial de los procesos de asistencia técnica, conscientes o inconscientemente empezaron a planificar y operar procesos de extensión, más de demanda que de oferta de las tecnologías, por lo que a partir de esa fecha en todo proceso de extensión se busca la gestión de la innovación.
El modelo de extensión aplicada en México tiene sus orígenes en el modelo norteamericano del “Land Grand Collegue”, el cual se define por tres características principales: 1) la investigación y extensión a cargo del gobierno a través de los institutos nacionales de investigación agrícola, pecuaria y forestal, y organismos de extensión; 2) se enfoca en resolver problemas agronómicos para aumentar la productividad; y 3) en dicho modelo, tanto los institutos de investigación como los organismos de extensión, formaban parte de una red de empresas y organismos paraestatales a través de la cual se ofrecía crédito, se compraban cosechas y se suministraban insumos (Aguilar et al., 2010; Zavala, 2011). No obstante, este modelo de extensión en México ha presentado cambios en su orientación. En un primer momento el enfoque fue de tipo corporativo, para posteriormente implementarse bajo un esquema de libre demanda, concluyendo con la creación de un mercado de servicios profesionales (Aguilar, et al., 2010).
Sin embargo, para McMahon et al., (2011), señalan una ausencia total de un sistema nacional de extensionismo, aun cuando existen todos los elementos necesarios para su formación, fuentes oficiales de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) del Gobierno de México señala la existencia de un padrón de 25 mil extensionistas, sin que ellos estén ocupados por parte del Estado. Freire (1973), atribuye los bajos impactos de los sistemas de extensionismo a la visión ingenua de la realidad, y en el caso más común, a un claro sentido de superioridad, de dominación, con la que los prestadores de servicios profesionales se enfrentan a los campesinos, mismos que se encuentran insertos en una estructura agraria tradicional.
Por su parte, Engel (2004), lo atribuye a cinco características del extensionismo actual: 1) carácter lineal superado ampliamente por los enfoques participativos operacionalizados en México; 2) desprecios por los conocimientos no científicos; 3) falta de orientación hacia las demandas de los productores y las exigencias del mercado; 4) enfoque paternalista; y 5) atención al productor de manera individual. Este enfoque está plenamente superado con los métodos participativos impulsados por los Organismos No Gubernamentales (ONG’s), Instituciones de Enseñanza Superior e instituciones públicas de Investigación del Gobierno Mexicano.
Los procesos de extensión rural han presentado una serie de inconsistencias, entre las que destacan la unidisciplinariedad del método, a los prestadores de servicios profesionales (PSP) se les contrata para un sector rural en específico y de los componentes o estructuras del sistema de extensión rural el más generalizado es la capacitación y la demostración en terrenos de productores, en la cual se exhiben tecnologías, generan demandas y validan soluciones tecnológicas, el cual introduce un elemento técnico y de control riguroso que garantice el resultado de las tecnologías en los procesos productivos al ser adoptadas.
En México este componente demostrativo ha recibido diferentes denominaciones en las diversas iniciativas de extensión tales como: parcela demostrativa (Castro, 2002; Martínez y Sagastume, 2005; Sánchez, 2007), vitrina tecnológica (De la Garza, 2005; Cadena et al., 2009; Deschamps y Escamilla, 2010), rancho modelo (Aguilar et al., 2003), escuelas de campo (Guevara et al., 2003; López et al., 2008; FAO, 2013; Gallagher (2003); Morales y Galomo (2006); Morales (2007); Morales (2008); Cadena et al., (2009); Cadena et al. (2013); Cadena et al., (2015); Cadena (2016); Morales et al., (2016) escuela campesina (Mata et al., 2007), productor experimentador (Villarreal, 2000) y recientemente modulo demostrativo (CIMMYT, 2013).
El desarrollo del sector rural en México ha sido materia de las políticas agrícolas para generar empleo, mejorar productividad y elevar el nivel de vida de las familias. Desde la década de los 40’s se han planeado programas de desarrollo regional, (Miler, 1975; Comisión de Agricultura, 1996; OCDE, 1997; Barkin et al., 1982; PESA, 2006; Herrera, 2009). Estos con fines de aprovechar los recursos naturales, mejorar la productividad del campo y reducir la pobreza de la población rural en las regiones del país. Sin embargo, aspectos como la pobreza prevalecen y se incrementan (Comisión de agricultura, 1996; Cumbre del milenio de la ONU, 2000 citado por Belik, 2004; FAO, 2006), tanto que en México datos de la CONEVAL (2011) indican que, de los 120 millones de mexicanos, 51% son pobres y que de estos, 27 millones son pobres y marginados.
La investigación agropecuaria y forestal, así como la aplicación de sus resultados, son básicos para impulsar el crecimiento económico del país. El Instituto Nacional De Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) ha generado innovaciones para incrementar el rendimiento de cultivos por unidad de superficie, las cuales han sido adoptadas por productores del sector agropecuario, también ha realizado el desarrollo de capacidades a partir de las tecnologías tanto en técnicos, o productores; sin embargo, han olvidado o no se ha logrado cumplir con exactitud, la generación del valor agregado a los productos primarios y los planes de mercado para generar mayores ingresos y contribuir a la gestión de la innovación (Cadena et al., 2013).
El INIFAP ha desarrollado desde su creación su propia estrategia de transferencia para hacer llegar las tecnologías y los conocimientos a los usuarios del sector primario en la mayoría de las veces. Los cuales van desde el modelo tipo revolución verde, para la generación de conocimiento con el fin de coadyuvar a la soberanía alimentaria y el abasto de la industria. Posteriormente el sistema de extensión se encargaba y se entendía que una vez puesta a disposición de los productores, por ser superior a la tecnología usada por ellos, se usaba. La principal deficiencia de este modelo es que los generadores y promotores, anticipaban que los productores tenían las mismas condiciones productivas, económicas, sociales y culturales, con lo cual, al demostrar las tecnologías o ponerlas a disposición de los productores, por este simple hecho, todos la usaban o incorporaban a su sistema productivo (Cadena et al., 2013).
En la década de los 80’s, se intentó cambiar el modelo productivista por un esquema de transferencia-extensión cuya base fue el proceso de comunicación, que partía del supuesto que, en todo proceso de transferencia, debería tener un tratamiento individualizado en cada una de las etapa o elementos que conforman el modelo de comunicación. Sin embargo, dicho esquema no funcionó dado que de las atribuciones del INIFAP, que el Estado le confirió no era precisamente el de fomentar la extensión, sino más bien ser la fuente de conocimientos donde se retroalimentaban los PSP y no fue sino hasta el año 2000, donde al INIFAP cuyo mandato, entre otras cosas decía que a través de la investigación, se contribuyera al fomento del desarrollo sustentable y se coadyuvara a la innovación…, es en este parteaguas donde se inician los procesos para fomentar la extensión por parte de una institución de investigación.
Proceso de extensionismo en México
La extensión rural se puede concebir de diferentes maneras, ya sea desde el punto de vista teórico o práctico (Bunting, 1986). De acuerdo con Ardilla (2010), la extensión puede tener la característica de ser un bien público, privado o semi-público, esto depende que la población a la que se esté brindando el servicio. De acuerdo con Freire (1973), dicho concepto engloba acciones que transforman al campesino en una cosa, objetos de planes de desarrollo, negándolo, así como sujeto de transformación del mundo, algo que en el sexenio de 2012-2108, la SAGARPA, en el Nuevo Extensionismo Integral del Estado, ha considerado a los productores como parte de las tomas de decisiones y prioritariamente como persona, antes que como agente económico, busca favorecer la innovación y el desarrollo tecnológico y desarrolla capacidades.
Según Dominic (2012), la extensión debe adaptarse al perfil de las unidades de producción; en las cuales por su carácter complejo (Christoplos, 2010) se relacionan múltiples actores (instituciones, productores, técnicos, intermediarios, entre otros) integrados en redes (Rendón y Aguilar, 2013). Por tanto, el extensionismo debe facilitar la interacción de estos actores (Aguirre, 2010), en la cual la investigación esté alineada a las demandas existentes (García, 2010). Por ello se requiere crear condiciones que favorezcan el desarrollo rural más que la productividad, además de generar lazos de colaboración en interacción entre los diferentes actores (Rodríguez et al., 2009).
Actualmente, la extensión en México se oferta como un servicio prestado por agentes públicos y privados y en menor proporción por instituciones de educación, cuya función principal es trasmitir conocimiento al productor, en el cual en ese proceso puede participar de forma lineal o sistemática. De acuerdo con Evenson (1994) y Rath (1996), la visión lineal refiere al proceso por el cual la tecnología producida o generada en un lugar, se aplica directamente en otro; considera en ese proceso la generación, validación, transferencia (extensión o difusión) y la adopción. Dicha visión incluye a tres actores: 1) investigadores, los cuales desarrollan tecnologías e innovaciones; 2) extensionistas que transfieren a los productores agrícolas o ganaderos el mensaje estandarizado por los investigadores; y 3) los productores agrícolas o ganaderos simplemente desempeñan el papal de los que adoptan o rechazan las tecnologías desarrolladas por otros (Haverkort, 1991).
Aunque en México, los programas de extensión, son convocados en los primeros meses de cada año lectivo, las ventanillas para las postulaciones se abren en el mes de marzo y se dictamina y opera a finales de los primeros seis meses, de tal suerte que los extensionistas contratados llegan a formar sus grupos en el segundo semestre del año, por otro lado no se tiene la certeza de que los PSP, Agentes de cambio, facilitadores, extensionistas, tengan o cuenten con los recursos de comunicación, métodos de participación para dar asistencia técnica para que los productores puedan desarrollar los procesos de extensión y posteriormente ellos puedan incorporar los componentes o la tecnologías para convertirlas en una innovación.
Proceso de adopción
La adopción es una serie de actos por los que atraviesa un individuo hasta el momento de usar una novedad, ya sea una idea o un producto. Este proceso consta de cinco etapas mentales, las cuales pueden cubrir un período de tiempo considerable; para su mejor identificación se les ha asignado las siguientes categorías: la primera etapa es la toma de conciencia o el conocimiento, en todos los individuos antes de adoptar una práctica o una idea, debe saberse de qué se trata, se llega a tener conciencia de su existencia cuando se conocen o no los detalles.
La segunda etapa es el interés, una idea o práctica puede intrigar a los individuos, por ello surgen las preguntas ¿de qué se trata?, ¿cómo funciona?, en esta etapa se da un interés general. La evaluación es la tercera etapa, el interés general se convierte en interés personal, mentalmente se sitúa la idea o práctica con relación a la propia, de esta etapa surgen varias preguntas, ¿cómo se puede realizar?, ¿dará resultado en el caso particular?, ¿será fácil?, ¿qué se obtendrá de ella? Si la idea pasa la prueba de evaluación, el sujeto estará en condiciones de ensayarla; normalmente la evaluación o prueba se da en una pequeña superficie. La última etapa es la adopción de la idea o de la práctica; si la etapa de prueba dio el resultado esperado, se estará en condiciones de poner en práctica todo un proyecto, ello implica realizar una aplicación en gran escala (American Association of Agricultural College Editors, 1973).
Aguilar et al. (2010), analizaron los procesos de extensión en México, y encontraron que los resultados no son los que se esperan después de haber invertido sumas importantes de dinero hacia la contratación de los PSP, indican que el proceso de adopción depende no solo de las ventajas económicas, productivas, sociales o de manejo de una tecnología per se, sino que en concordancia con, Ayala (2014), indican que las tecnologías o los métodos de transferir los conocimientos son contextuales y por ello la adopción no siempre es el resultado de un proceso, sino que muchas veces es un fenómeno que depende de la observación, la inteligencia, la decisión y el riesgo de los propios productores.
Al respecto y en un estudio realizado en la región sur sureste de México, en áreas marginadas de Los Tuxtlas, Veracruz, se encontró que la gestión de innovaciones para el desarrollo eco nómico y social del sector productivo rural de éstas áreas, es un proceso de alta complejidad social, ins titucional y organizacional, por lo que requiere vin culaciones institucionales con actores tomadores de decisiones y proveedores de apoyos y servicios (Zambada et al., 2013). La adopción es un proceso de apropiación de tecnología por los productores y considera el cambio cognoscitivo como prerrequisito (Leeuwis, 2000).
Diferentes estudios realizados por organismos nacionales e internacionales de investigación, como el INIFAP y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), han encontrado diversos factores que influyen en la adopción de innovaciones agrícolas son: cosmopolitismo y contacto con instituciones del sector agropecuario, contacto con distribuidores de productos agropecuarios, edad, escolaridad, empatía, exposición a medios de comunicación, ingresos económicos fuera de la finca (Castillo, 1996), nivel de capacitación, perfil ocupacional (Rigada y Cuanalo, 2005), recursos económicos disponibles (Regalado et al., 1996), relación con agentes de cambio o extensionistas, políticas locales, superficie cultivada Según Floy et al., (1999).
La exigencia institucional luego de las reformas estructurales del sector agropecuario, originó que los especialistas en socioeconomía y la otra red de divulgación, se dedicaran a la realización de otro tipo de actividades, como la propuesta de proyectos de investigación en áreas donde no se habían formado. Sin embargo, se han realizado algunos estudios de adopción de tecnologías en ciertos campos experimentales del INIFAP, tal es el caso de la serie de estudios que científicos del INIFAP y del CIMMYT realizaron en los estados de Chiapas, Jalisco, Oaxaca y Guerrero, enfocados principalmente a la conservación de los recursos naturales (Van et al., 1992; Van et al., 1994; Cadena, 1995; Erenstein y Cadena, 1997; Cadena et al., 1997; Erenstein et al., 1998; Erenstein, 1999), además de los anteriores también se desarrollaron trabajos con PROFRIJOL e INIFAP; lo anterior, se observa en los trabajos de Viana y Villar, 2001 y Villar y López, 2005, sobre el impacto de la variedad de frijol y la adopción de las variedades de frijol generadas por el INIFAP y El Programa Cooperativo Regional de Frijol para Centro América, México y El Caribe.
Por su parte el propio INIFAP, en ocasiones con financiamiento propio y en otras con fuentes de financiamiento externo, lograron hacer algunos estudios de adopción en frijol, maíz y recursos naturales, además del análisis de política agropecuaria y la emergencia de los nuevos actores en el sector agropecuario (Cadena, 2004). Por ello Habit (1982), señala a la transferencia tecnología mediante una correcta comunicación forma parte de un proceso mayor como la extensión, que es una actividad educativa interrelacionada, mediante el proceso de aprender-haciendo, la discusión y el diálogo, donde agricultores, campesinos, extensionistas, técnicos e investigadores aporten sus experiencias, puntos de vista y conocimientos científicos, aprendiendo uno de otros, en el análisis conjunto de situaciones y problemas.
Conclusión
Los procesos de comunicación, extensionismo y adopción, son conceptos interrelacionados y para lograr una adopción es necesario, no solo que una tecnología a transferir sea buena o que en teoría sea superior en diversos aspectos que las tecnologías usadas por los productores, si no que se requieren que los actores involucrados tengan los recursos y herramientas para hacerlas llegar a los usuarios finales de estas, además de puntos torales como el acceso a insumos, el riesgo a incorporar nuevos elementos a su unidad de producción o a su proceso tecnológico, por tanto se requiere que los programas establecidos por el Gobierno de México sean oportunos, que la selección de los PSP postulados y posteriormente contratados cuenten con las herramientas y métodos de comunicación ad hoc a las circunstancias de los productores, una interrelación de instituciones que apoyen a los usuarios finales para que la adopción de tecnologías coadyuven a una verdadera innovación.