Introducción
La población mexicana según el INEGI (2013) fue de 117.4 millones de personas, de los cuales 24.6 millones corresponden a la población rural. De acuerdo con el índice de marginación a nivel de localidad (UNDAF, 2007), tres de cada cuatro localidades rurales presentan grados de marginación alto y muy alto, y en ellas reside 61% de su población. Según datos de la Secretaría de Desarrollo Social (2002) se considera que 54% de los mexicanos viven en pobreza de patrimonio, lo que indica que vive con menos de 4 dólares diarios, mientras que el 32% lo hace con menos de 2.5 dólares, y 24% con menos de dos dólares. Bajo esta perspectiva, entre los estados de mayor pobreza en el país se encuentran Guerrero, Chiapas y Oaxaca.
La pobreza se encuentra directamente relacionada con la capacidad de generar ingresos y fuentes de empleo, con base en la disponibilidad de recursos, capacidades humanas dadas por niveles de educación, organización, tecnología y acceso a información, así como la disponibilidad de profesionales, técnicos e investigadores que contribuyan a desarrollar medios para la creación de productos y servicios comercializables con valor agregado e infraestructura diversa que permita al sector agropecuario relacionarse económica y laboralmente con otros sectores (Andrade y Luna, 2013). En México, la desigual distribución de la riqueza ha concentrado los ingresos en ciertos sectores como los que se dedican específicamente a la exportación de bienes y servicios, descuidando a otros como el sector agrícola del que depende en gran medida el desarrollo económico del país. La marginación que sufre por lo menos la mitad de los mexicanos, obliga a pensar en estrategias que reviertan directamente el abandono del sector agrícola en su concepción amplia.
Ante los altos niveles de pobreza en el estado de Oaxaca documentados previamente por Ruiz y Campechano (2006); Rodríguez et al. (2013), identificaron los factores que determinan la competitividad de las familias rurales pobres en dos comunidades de la Sierra Sur del estado de Oaxaca, San Jacinto Tlacotepec y Santo Domingo Teojomulco; señalan que la baja competitividad de las familias campesinas, se debe a aspectos multifactoriales, destacando los siguientes factores como determinantes: la escasa organización para la producción desde un punto de vista de negocio, es decir con atención a una demanda de mercado; la escasa tecnología de producción, la superficie de tierra limitada y el bajo nivel educativo de los productores.
Ante la afirmación de que la competitividad como medida de eficiencia económica no es un método de estudio aplicable a las unidades de producción campesina como señalan algunos defensores de la economía campesina, argumentando que el término competitividad es un concepto puramente capitalista, en las últimas dos décadas, los especialistas han coincidido en que las ventajas competitivas ya no descansan fundamentalmente en la obtención de bajos costos de la mano de obra, en la disponibilidad de recursos naturales o de diferenciales favorables de tipos de interés o de tipos de cambio, estos factores materiales de ventajas comparativas están siendo progresivamente sustituidos por otros factores que presentan ventajas más dinámicas (Alburquerque, 1996).
Uno de los aspectos que podrían contribuir a la introducción de innovaciones tecnológicas y organizativas con visión de negocio en zonas de pobreza, sustentados en la incorporación de información y conocimiento, se refiere al desarrollo de las capacidades de los recursos humanos para responder a demandas específicas de mercado, capacidades, que en la actualidad representan el principal determinante del incremento de la productividad y la competitividad en las empresas. Esta situación permite además el mejor aprovechamiento de factores de producción propios como son la tierra, la mano de obra y el capital para propiciar una mayor participación en el mercado y la obtención de beneficios, como son el ingreso monetario y el empleo, lo que contribuiría a solucionar el problema de la pobreza.
Al respecto, Chayanov (1965), Marx (1956) y recientemente Feijóo (2009) obviando las diferencias que pudieran presentar en sus concepciones acerca del campesinado, coinciden en señalar que las unidades de producción campesina están vinculadas en algún grado al mercado. Marx es más explícito al señalar que la economía campesina por definición es una economía mercantil, en el que se da el proceso:
M- D-M’
Donde: M son productos agrícolas que el campesino destina al mercado por lo que se convierten en mercancías; D es dinero que el campesino recibe a cambio de M y M’ son mercancías que el campesino adquiere en el mercado que no produce en su unidad y sirven para cubrir en parte ciertas necesidades. A este proceso se le denomina el proceso de circulación simple de mercancías, el campesino vende para comprar. El campesino destina parte de su producción (aceptemos que sea el excedente que le queda después de cubrir su consumo) al mercado, adquiere a cambio dinero, el cual utiliza para comprar mercancías que no produce en su parcela para cubrir sus necesidades o por lo menos parte de ellas. Desde esta perspectiva M es diferente de M’, la primera representa productos agrícolas que se convierten en mercancías al momento de colocarlas en el mercado y la segunda representa productos provenientes de otros sectores de la economía formal. Aquí la clave está en definir hasta qué grado el campesino cubre sus necesidades de consumo, este cuestionamiento está relacionado con el concepto de pobreza rural.
Marx enfatiza que debido a que la mayor parte de la producción campesina es consumida por la familia (autoconsumo), el proceso de circulación es limitado, de ahí que la lógica campesina es asegurar primero su sobrevivencia alimentaria, aunque no siempre lo logre en términos de consumo mínimo. Sin embargo, debido a que una mayor participación en el mercado y por lo tanto, una mayor participación en el proceso de circulación de mercancías, permite al campesino incrementar D; es decir, sus ingresos y adquirir más bienes que cubran sus necesidades crecientes, este proceso es importante y no debemos soslayar que porque sea el excedente el que se destina al mercado, éste proceso carezca de importancia, más bien debería considerarse que éste es el único medio por el cual el campesino puede diversificar su consumo y cubrir sus expectativas, pero para ello debe participar con mayor agresividad en el mercado colocando más M, aquí, el mercado global actualmente ofrece nuevas perspectivas alentadoras para el campesino para identificar agronegocios aun en su situación de marginación, los nuevos nichos de consumo ofrecen una gama inmensa de oportunidades basándose en las fuerzas locales tal como los productos orgánicos ligados al territorio (denominaciones de origen) como el café, la miel, mezcal, vainilla, productos naturales, artesanías, flores, etc. los cuales contribuirían a la competitividad de las familias.
En la época actual, Porter (1990); Porter (2008) define el concepto de competitividad como una mayor capacidad de participación en el mercado, es decir, existe mayor competitividad en cuanto mayor es la capacidad de participación en el mercado; luego entonces, existe una relación directa entre competitividad y el nivel de participación en la circulación de las mercancías, de tal manera que la rentabilidad y las ganancias se incrementan, se genera mayor valor y, por tanto, los niveles de bienestar también mejoran (Slater, 1996; González, 2009).
Los datos empíricos efectivamente vienen a confirmar lo que plantea Marx, la débil participación del campesino en el proceso de circulación de mercancías ocasiona insatisfacción de necesidades y a eso se le llama pobreza de necesidades, de ahí que la preocupación de los que pensamos que es necesario reposicionar al campesino en el mercado se plantee como un proceso de fortalecimiento en el proceso M-D-M’ mediante una mayor capacidad de mantenerse y aún fortalecer su participación en el proceso de intercambio a través de mayor competitividad. Si consideramos que una débil participación en el mercado está relacionada en forma directa con mayor pobreza y marginación, entonces por que no aportar ideas, métodos, modelos y estrategias para que el campesino fortalezca su participación en el proceso de circulación de mercancías.
Pueden existir varias vías, una de ellas es a través de mayor productividad del trabajo familiar, cuyo objetivo es incrementar sus excedentes, esto se puede lograr a través de la capacitación y la tecnología; al respecto, Chayanov menciona que si bien hay muchos factores que determinan la productividad de la unidad económica campesina (punto de vista holístico), la tecnología puede ser una de las más importantes, en este punto entramos a la discusión de los desarrollistas y los estructuralistas, los primeros señalan que es posible con sus propias fortalezas que los campesinos pobres (con debilidad en M-D-M) pueden posicionarse mejor, identificando los factores concretos que limitan la competitividad y desarrollando agronegocios con base en mejor tecnología, capacitación, organización. Los segundos señalan que solamente cambiando las estructuras económicas se puede mejorar la posición de los campesinos, es decir, cambiando el modelo económico actual.
El objetivo de este trabajo fue determinar el nivel de competitividad de las unidades de producción de localidades de los estados de Oaxaca, Chiapas y Guerrero e identificar los principales factores que inciden en ella.
Materiales y métodos
Localización del área de estudio. Los tres estados objetos de este estudio se encuentran localizados en el sur de México (Figura 1). El estado de Oaxaca se localiza en los paralelos 16° 53’ 53’ latitud norte y los meridianos 96° 24’ 51’ longitud oeste, posee una superficie territorial de 93757 km2, la población total para el año 2010 según INEGI fue de 3 801 962, con 1 819 008 hombres y 1 982 954 mujeres. El Estado de Chiapas se ubica en las siguientes coordenadas geográficas; 16° 24’36’ latitud norte y 92° 24’31’ longitud oeste, posee una superficie total de 73 311 km2 y una población de 4 796 580, de la cual 2 352 807 son hombres y 2 443 773 son mujeres. Guerrero se encuentra ubicado en los paralelos 17° 36’ 47’ latitud norte y los meridianos 99° 57’ 00’ longitud oeste, cuenta con una superficie territorial de 63596 km2 y tiene una población total de 3 388 768; 1 645 561 hombres y 1 743 207 mujeres.
Se seleccionaron comunidades representativas de los tres estados y se recopiló información socioeconómica por medio de cuestionarios como la principal fuente de datos, la cual se complementó con talleres y pláticas informales. Para elaborar el cuestionario fue necesario contar con el mayor acervo de información disponible relacionada directamente con la investigación, realizando previamente una prueba piloto directamente en campo a una muestra de las familias participantes.
Se seleccionaron dos regiones por estado y en cada una de ellas al menos a un municipio con diversas localidades. En el Cuadro 1 se enlistan las localidades por municipio y región consideradas en el estudio, las cuales pertenecen en su mayoría a zonas de alta y muy alta marginación y están comprendidas dentro de la Cruzada Nacional contra el Hambre.
El tamaño de muestra se definió utilizando la fórmula propuesta por Rendón y González (1999) para determinar un tamaño de muestra representativo para estudios con muchas variables, como es el caso de los cuestionarios aplicados.
Donde: n= número de actores a encuestar; N= número total de actores de la población en un listado; d= precisión: 10%=0.1; Z= confiabilidad de 95%=1.64; p= proporción de la población =0.5; q= diferencial de p: (1-p)= 0.5.
El cuestionario se integró por dos apartados, en el primero se exploraron los antecedentes de la unidad familiar, dividido este apartado en cuatro secciones, la primera, la utilización de la tierra en donde se obtuvo tanto la superficie como el valor de la misma; la segunda, el inventario pecuario, que recolectó la cantidad de animales que posee el campesino y el valor que tiene cada uno; la tercera, la mano de obra, en donde es importante conocer el tiempo que asignan a sus actividades tanto el campesino como su familia y la contratación de jornales tanto en tiempo como en salarios; y por último el capital de la unidad familiar que arrojó información del valor de sus terrenos, como de equipo, herramientas, vehículos, insumos y sus ahorros, así como los créditos o préstamos que tiene.
El segundo apartado, contiene las operaciones corrientes de la unidad familiar y se encuentra dividido en cuatro secciones, la primera obtuvo las ventas de la producción agrícola y ganadera; la segunda el consumo de los mismos productos pero que son destinados para la familia; la tercera son los costos de operación que aborda temas como la renta de tractor, la compra de insumos (fertilizantes, semillas, agroquímicos, alimentos, servicios, etc.), que permitió obtener todos los egresos derivados de la producción; la última sección son otros gastos, lo cual da un acercamiento preciso de los gastos familiares.
Respecto a la medición de la pobreza se utilizó el indicador de competitividad, que es un concepto que reúne una serie de factores claves para alcanzar posiciones en el mercado, por ejemplo: productividad, costos, precios y uso óptimo de recursos (Pérez- Infante, 1994), a la vez que muestra las condiciones de competitividad de las familias.
La competitividad se midió mediante la metodología de Sheafer-Kenhnert (1981) y Rodríguez et al. (2013), se codificó la información obtenida en los cuestionarios, posteriormente se estructuraron matrices de datos en Excel y se calcularon los indicadores de valor agregado neto y la relación de competitividad. Para esta actividad se construyó una base de datos en Excel la cual contó con ocho pestañas, la primera que contiene los antecedentes de la unidad familiar, la segunda las operaciones corrientes, la tercera que es de apoyo para la recuperación de capital, la cuarta que es donde se obtienen los indicadores de valor agregado neto y la relación de competitividad. Las expresiones matemáticas del valor agregado y la relación de competitividad se muestran a continuación:
Donde: VA= valor agregado; Xi = cantidad producida por unidad de superficie (generalmente toneladas); Yj = cantidad de insumos comerciables aplicados por unidad de superficie (generalmente una hectárea); Pi= precio del producto en el mercado nacional y Pj= precio de los insumos comerciables en el mercado nacional.
Donde: RCP= relación de costo privado; CFI= costo de los factores internos; y VA= valor agregado.
Resultados y discusión
Características generales de las unidades de producción
En lo que se refiere a las características generales se puede observar en el Cuadro 2 que las unidades de producción rural de Guerrero y Oaxaca cuentan en promedio con 2.9 hectáreas para la siembra de maíz y frijol principalmente, en tanto que en Cintalapa, Chiapas cuentan con 8 y en Tonalá con 27.9; en estos sitios se observó que además de la actividad agrícola también se dedican a la actividad ganadera sobre todo la última región que posee superf icies considerables con forrajes nativos o inducidos. La menor disponibilidad de tierra se observó en Ejutla y en Apoala 2.23 y 2.41 hectáreas respectivamente, en donde existen productores con menos de una hectárea de tierra, lo que determina una limitante para la siembra de cultivos, sobre todo por los bajos rendimientos presentados.
En cuanto a la disponibilidad de ganado, el promedio total estimado por unidad de producción fue de 32 cabezas, siendo la región de Tonalá, Chiapas la que presentó mayor disponibilidad con 73 cabezas, principalmente de bovinos, esto por la vocación de la tierra y con la menor disponibilidad Apoala en el estado de Oaxaca con 18 cabezas por unidad de producción, principalmente de aves y ganado menor ovinos y caprinos.
Respecto a la disponibilidad de mano de obra para la producción, se obtuvo un promedio total para la zona de estudio de 15 meses de mano de obra disponible por unidad de producción, generalmente del jefe de familia y en algunos casos de hijos y la esposa. De acuerdo a esta característica, podría afirmarse que el recurso mano de obra es el menos escaso. La mayor disponibilidad promedio se encontró en Tonalá en Chiapas con 28 meses disponibles, esta mano de obra se dedica al cuidado de los animales y además al cultivo de forrajes por lo que incluso requieren contratar personal para diferentes actividades, mientras que la menor disponibilidad se presentó en Ejutla en los Valles Centrales de Oaxaca con 10 meses, en donde se observó que la mayoría de los encuestados solo el productor trabaja y es mínima la contratación a trabajadores, ya que se apoyan con los vecinos en las actividades sin ninguna remuneración, más que el compromiso que posteriormente también lo apoyará con sus actividades del campo (tequio).
Indicadores económicos preliminares
En el Cuadro 3, se presentan los primeros indicadores económicos de las unidades de producción, para el caso de las ventas como una medida de vinculación al mercado y componente del valor de la producción, la región de Tonalá, Chiapas sobresalió con un nivel de ventas de $220 000.00 anuales; las unidades de producción de la región de la Mixteca y Valles Centrales apenas alcanzaron un nivel de $5 600.00 y $5 563.89 respectivamente, esta disparidad en los niveles de vinculación al mercado se debe a que en Tonalá las unidades de producción son eminentemente ganaderas, mientras que en Oaxaca son pequeños productores agrícolas de autoconsumo, con rendimientos de tres y una tonelada por hectárea respectivamente, aunado a que los productores manifestaron que en este año las plagas perjudicaron la cosecha, lo que provocó que no tuvieron maíz en más de la mitad del año, por lo que fue necesario comprar para asegurar el sostenimiento de la alimentación familiar.
Respecto al autoconsumo como parte del valor generado en la unidad de producción, se estimó un promedio total de $11 619.27 por año, siendo Olinalá, Guerrero con $21 855.86 el que presentó mayores niveles y con el menor nivel fueron las familias de Apoala en la Mixteca de Oaxaca con $5 764.80, ya que su producción no alcanza para su sostenimiento de todo el año, también se observa un bajo autoconsumo en Tonalá, lo cual es debido a que la mayor parte de la producción se destina a la venta y con el recurso obtenido cubren sus necesidades básicas y pueden acceder a una mejor y más variada alimentación.
En cuanto a los gastos de operación para hacer producir la tierra, se observó un promedio total anual de $26 593.49, destacando las unidades de producción de Tonalá, Chiapas con gastos de operación de $77 860.92, gastos que en su mayoría se refieren a la producción de ganado, mientras que las unidades de producción de Ejutla, Oaxaca presentaron los menores gastos de operación con $8 218.99, debido a la poca superficie reportada.
Respecto a otros gastos no necesariamente relacionados con la producción primaria, se observa que las unidades de producción de Tonalá en Chiapas presentan los mayores gastos, mientras que las familias de Apoala en la Mixteca de Oaxaca presentaron los menores gastos indirectos, ya que existen diferencias en el acceso a servicios básicos como la luz, el gas, la comunicación telefónica y la alimentación principalmente.
Indicadores de competitividad
En el Cuadro 4 se presentan los indicadores de competitividad de las unidades de producción. El valor de la producción tuvo un promedio total de $71 587.64 por año, siendo las familias de Tonalá, Chiapas las que generaron el mayor valor de producción con $ 224 106.85, mientras que las unidades familiares de Apoala, Mixteca presentaron los más bajos niveles de valor producido con $11 364.80. El valor agregado es uno de los indicadores básicos de la competitividad, ya que significa el aporte de la unidad de producción al Producto Interno Bruto (PIB), en este caso la Región deApoala es la que generó solo $ 3 635.00 lo cual quiere decir que son unidades de producción extremadamente pobres que generan muy bajo valor, solamente se puede explicar su sobrevivencia por la existencia de ingresos provenientes externos a la unidad de producción como las remesas de los migrantes o los ingresos de los programas Prospera, 60 y más y Procampo. Tonalá Chiapas es la región donde las unidades de producción generan más riqueza con un promedio de valor agregado $184 794.27/ año como aporte al PIB nacional, esto se debe a la naturaleza de la actividad principal como la ganadería.
En cuanto a la relación de competitividad promedio por cada región, como se observa en el mismo Cuadro 4, ésta tuvo un comportamiento variable de acuerdo a la región en específico y a la entidad federativa. A excepción de Tonalá y Cintalapa en los restantes sitios la RCP fue superior a la unidad, lo que quiere decir que las unidades de producción se encuentran en vías de la competitividad, resaltando Apoala con RCP de 5.11. Esta situación indica que el valor agregado producido por las unidades familiares no es suficiente para cubrir el costo de los factores internos, principalmente la mano de obra y la tierra, por lo que el productor no obtiene ganancia neta. Esta situación está relacionada con la poca vinculación al mercado a través del valor de las ventas que fue limitado. Por el contrario, Cintalapa y Tonalá presentaron un índice de competitividad menor que la unidad, lo que quiere decir que el valor agregado producido alcanza para cubrir el costo de los factores internos mano de obra y tierra y le queda al productor ganancia neta, esta situación es favorecida por su mayor vinculación al mercado, ya que en los dos casos se tienen actividades ganaderas lo que permite que obtengan mayores ingresos por sus ventas.
Rangos de competitividad
En el Cuadro 5, se observa la clasificación de las unidades de producción entrevistadas de acuerdo al rango de la RCP que presentaron de acuerdo a su situación socioeconómica actual. De las 145 familias entrevistadas en total, 18 (12%) se ubicaron en el estrato de condición negativa; es decir la RCP presentó signo negativo, esto quiere decir que son familias extremadamente pobres y sus procesos productivos son en suma ineficientes debido a que los costos de operación superan a los ingresos, el valor agregado es negativo, no producen valor de forma suficiente y por lo tanto no contribuyen al PIB nacional de tal manera que sus necesidades no son cubiertas con ingresos provenientes de sus propios recursos como la tierra; es común que estas familias reciben remesas de migrantes y sus ingresos son obtenidos fuera de la unidad de producción. Las características generales de estas familias son que cuentan en promedio con 3.4 hectáreas, 17 animales en su traspatio y la mano de obra disponible es de 11.8 meses, especialmente mano de obra familiar.
Del total de las familias entrevistadas 47 de ellas (32%) se encuentran en el estrato de competitividad positiva con RCP entre cero y uno, estas unidades de producción trabajan con ganancias positivas y con valor agregado suficiente para cubrir los costos de los factores internos. Su aportación al PIB nacional es importante a través del valor agregado. Estas familias se encuentran mayormente vinculadas al mercado dado que su volumen de ventas es significativo; cuentan en promedio con 17 hectáreas, 50 animales entre ellos, aves, cerdos, borregos, etc., y la mano de obra además de ser familiar también es contratada con un aproximado de 20 meses.
De las 145 unidades de producción estudiadas, 80 (55%) se ubicaron en el estrato cuya competitividad fue mayor que la unidad. Estas unidades se encuentran en vías de competitividad porque operan con ganancias netas positivas pero el valor agregado producido aun no es suficiente para cubrir los costos de factores internos como su mano de obra; su aportación al PIB nacional es limitada. Las unidades productivas aquí clasificadas comienzan aunque incipientemente a desarrollar una visión de mercado pero su productividad no es suficiente para destinar mayores excedentes al mercado. Las características en cuanto a superficie son de 4.7 hectáreas en promedio, con 27 animales a su cuidado y con 14 meses de mano de obra disponible especialmente familiar.
Por estados, Oaxaca presentó el mayor porcentaje de familias con competitividad negativa con el 44% y Chiapas presentó la menor proporción de familias con competitividad negativa ya que ninguna unidad de producción presentó esta situación. En resumen se puede afirmar que la mayoría de las familias participantes en este estudio se sitúa en la categoría en vías de competitividad y esta situación es propiciada por una insuficiente vinculación al mercado debido principalmente a los bajos rendimientos productivos.
Conclusiones
El 32% de las unidades de producción estudiadas son competitivas, es decir, operan con ganancias positivas y aportan valor agregado a la economía y se encuentran vinculadas al mercado a través de sus ventas. El 55% de las unidades familiares objeto de estudio resultaron en vías de competitividad, lo que quiere decir que operan con ganancias limitadas, generan un valor agregado pero es insuficiente para cubrir los costos de los factores internos como la mano de obra, es decir los ingresos que obtienen por las ventas de sus productos considerando el autoconsumo alcanza para cubrir sus gastos de operación pero no los costos que les genera la mano de obra, aunque ésta sea familiar; estas familias comienzan a vincularse al mercado a través de las ventas. El 12% de las unidades de producción presentaron competitividad negativa, no generan valor y dependen de ingresos fuera de la unidad de producción como remesas, su vinculación al mercado no es significativa.
La tierra es un recurso limitado, sobre todo para las regiones de Apoala Mixteca y Ejutla Valles Centrales en el estado de Oaxaca, en donde los rendimientos de maíz no superaron la tonelada por hectárea, mientras que en el resto de las regiones esta situación no es tan marcada y los rendimientos de maíz fueron superiores a las tres toneladas por hectárea. La mano de obra es un recurso no limitado, ya que existe disponibilidad de mano de obra familiar que se incorpora al trabajo productivo.