Introducción
El rambután es un cultivo frutícola de importancia económica en la región Soconusco, Chiapas. Su incorporación surge como una alternativa de reconversión y diversificación productiva más rentable y atractiva, sobre los cultivos predominantes de cacao y café en la zona (Méndez et al., 2009). Esto ha favorecido un crecimiento importante en superficie, que en los últimos años ha propiciado una alta producción de fruta que no se logra comercializar adecuadamente, debido principalmente a los deficientes canales de comercialización existentes y al desconocimiento de la fruta por un amplio sector de la población, lo que repercute negativamente en la rentabilidad de los productores.
Lara (2008) refiere que en la orientación de procesos hacia la solución de problemas debe haber reciprocidad y depender de la confianza, y que esto permita que se trabaje de manera conjunta para lograr objetivos comunes. En el medio rural, existe una fuerte cultura hacia la forma de producción individual debido, principalmente, a la desconfianza prevaleciente entre los productores lo que limita la realización de acciones conjuntas (Teja, 2010; Mamani, 2012), esto favorece una baja vinculación entre productores rurales en la suma de recursos y capacidades, que resulta en menores oportunidades de desarrollo, pues implica una sociedad desarticulada que difícilmente puede lograr beneficios comunes (Pérez et al., 2011).
En las sociedades existe un tejido de intercambios que pueden constituir una red social; éstas al lograr cierto grado de estabilidad, permiten responder a determinadas necesidades de las personas involucradas a través de una serie de conexiones que abren un horizonte de posibilidades que permiten constituir una forma de comunicación, organización y asociación basados en la reciprocidad, valores y esfuerzos comunes que permiten la generación de cooperación, compromiso y confianza (Carosio, 2009).
El capital social puede ser entendido como el contenido de ciertas relaciones sociales que combinan actitudes de confianza con conductas de reciprocidad y cooperación (Lin, 2001; Durston, 2002), que proporciona mayores beneficios a aquellos que lo poseen en comparación con lo que podría lograrse sin este activo (Putnam, 1993); lo que facilita la coordinación, cooperación y la reciprocidad generalizada hacia los beneficios colectivos (Coleman, 1990) y que se ha mostrado como un elemento clave que contribuye al crecimiento económico y al desarrollo sostenible (Gómez et al. 2012). Su presencia en un territorio, conduce a un desarrollo social cohesionador, en el que los agentes interactúan sobre la base de unos valores éticos compartidos y unas normas formales eficientes que sustentan el proceso de desarrollo (García - Valdecasas, 2011). El capital social deriva de la pertenencia a las redes sociales en donde las relaciones de confianza generan obligaciones de reciprocidad y a la vez fomentan la consolidación de compromisos de cooperación (Herreros, 2012).
Rovere (1999 y 2004) establece que las redes son redes de personas, en donde se conectan o vinculan personas por lo cual define a las redes como el lenguaje de los vínculos, en donde en el proceso de construcción de redes existen diferentes niveles o profundidad de vínculo cuyo conocimiento sirve para organizarse y monitorear los grados de consistencia de una red con base a valores presentes que fluyen en las relaciones que se da en cinco niveles, en donde cada uno sirve de apoyo al siguiente, estos niveles son: 1) reconocimiento: expresa que el otro existe, como interlocutor, aún como adversario; valor presente: aceptación; 2) conocimiento: lo que el otro hace, lo que el otro es; valor presente: interés; 3) colaboración: prestar ayuda en forma esporádica, valor presente: reciprocidad; 4) cooperación: compartir actividades y conocimientos; valor presente: solidaridad; y 5) asociación: sostener proyectos o inciativas conjuntas que involucra compartir recursos; valor presente: confianza. Este proceso de construcción de vínculos, plantea como finalidad la generación de relaciones profundas de confianza; las cuales son más dinámicas para poder conducir a la acción colectiva en influir positivamente en el desarrollo y crecimiento económico (Teilmann, 2012; Koutsou et al., 2014) ya que la esencia de las redes la constituye la asociatividad (Rovere y Tamargo, 2005).
A través del análisis de redes sociales (ARS) es posible analizar las formas en que los individuos u organizaciones se conectan o están vinculados, con el objetivo de determinar la estructura general de la red, sus grupos y la posición de los individuos u organizaciones singulares en la misma, de modo que se profundice en las estructuras sociales que subyacen a los flujos de conocimiento o información, a los intercambios, o al poder (Sanz, 2003) que son clave para entender el comportamiento de los actores dentro de cada red y el desempeño de la red en su conjunto (Aguirre, 2011). La importancia de contar con estudios que permitan profundizar en el nivel de integración y articulación social a través del análisis de las relaciones sociales presentes entre productores rurales constituye una importante herramienta que permite analizar la influencia que estas ejercen en el funcionamiento de los grupos colectivos y en el alcance y efectividad de resultados, producto de la realización de acciones conjuntas que contribuyan en la mejora de problemas comunes.
Con base en lo anterior, la presente investigación tuvo como objetivo analizar la influencia que ejerce el comportamiento de las relaciones sociales entre productores de rambután para la realización de acciones conjuntas que contribuyan a la mejora de la comercialización de la producción.
Materiales y métodos
La investigación se realizó en la región Soconusco, Chiapas, en los municipios de Tuxtla Chico, Cacahoatán, Metapa de Domínguez y Frontera Hidalgo durante los meses de junio y julio de 2014. Para la colecta de la información, se elaboró una encuesta semiestructurada aplicada por entrevista directa a los 22 productores que conforman la agrupación “Fraternidad”. Esta encuesta integró preguntas referidas a edad y escolaridad del productor, y sus años en la actividad, datos básicos de la unidad de producción, su nivel de innovación y la profunidad de sus relaciones sociales, empleándose las preguntas propuestas por Zarazúa et al. (2012). tomándose como referencia la categorización de la escala de Rovere realizada por Mamani (2012). Con la información recabada, se elaboró una base de datos que permitió la construcción y cálculo de indicadores de redes empleando la metodología propuesta por Rendón et al. (2007) que fueron: densidad e índice de centralización de entrada y salida por cada nivel empleándose los programas UCINET 6.523®, (Borgatti et al., 2002) y Gephi 0.8.2® (Bastian et al., 2009).
El índice de adopción de innovaciones (IAI) y el índice de adopción de innovaciones por categoría (IAIC) se calcularon empleándose la metodología desarrollada por Muñoz et al. (2007). Se realizó un análisis de conglomerados jerárquicos usando distancia euclidiana al cuadrado y método de Aglomeración de Ward (Pérez, 2004), prueba de t para igual de medias y Chi Cuadrada, a un conjunto de 25 variables relacionadas con atributos del productor, de la unidad de producción, dinámica de innovación tecnológica y antecedentes organizativos, con el propósito de evaluar el grado de similitud existente entre los productores que integran el grupo estudiado, empleándose para ello el software estadístico SPSS - PASW Statistics 18®.
Resultados
El Cuadro 1, muestra el perfil de los productores estudiados y de sus unidades de producción. La información indica que los atributos que presentaron mayor coeficiente de variación corresponden a las superficies de los predios, superficie en producción con rambután y años dedicados a la actividad productiva. Los años dedicados a la actividad productiva, indican que los productores en promedio han dedicado cerca de 25% del total de su edad a las labores relacionadas con este cultivo tomando en cuenta la edad promedio de los mismos. Con respecto a los años de escolaridad, este grupo de productores presenta un nivel educativo alto, el 76% cuentan con estudios de nivel medio superior a superior y ejercen actividades como docentes, comerciantes, profesionistas, burócratas, entre otras relacionadas con el sector servicios, lo que permite configurar un grupo de productores diverso en cuanto a actividades económicas.
En 72% de los productores, en sus inicios la producción de rambután fungió como una actividad económica complementaria a su actividad económica principal. Con el paso del tiempo la actividad ha tenido un crecimiento importante, en donde el 64% menciona que esta participa con 55 - 60% de sus ingresos totales y es su actividad económica principal y la de mayor importancia. En relación a la infraestructura y equipo básico para la producción, se observa un grupo relativamente homogéneo, en donde destacan principalmente los caminos, bodegas, sistemas de riego, medios de transporte e infraestructura eléctrica, los que son indispensables para las diversas labores culturales del cultivo.
En cuanto a la dinámica de la adopción de innovaciones presente entre los productores, la Figura 1 indica que la adopción de innovaciones es superior al 50% para la mayoría de las categorías a excepción de la categoría de administración y organización (V y VI).
Fuente: elaboración con datos de campo. Categorías. I= nutrición; II= sanidad; III= manejo sostenible de recursos; IV= establecimiento y manejo de la plantación; V= administración; VI= organización; y VII= cosecha.
A pesar de la presencia de un InAI de 52.86% dentro del sistema productivo rambután, se detectaron ciertas áreas de mejora necesarias de atención que constituyen limitantes para la actividad productiva y comercial no solo para el caso de los productores estudiados sino también aplicables para un amplio grupo de productores de rambután presentes. Estas áreas de mejora a atender son: i) una alta diversidad de material genético (selecciones y variedades) en las plantaciones, lo que genera una heterogeneidad en la calidad de la fruta producida; ii) desconocimiento generalizado sobre el adecuado control y manejo de plagas y enfermedades de importancia, entre ellas el piojo harinoso que es una plaga cuarentenada que constituye una barrera fitosanitaria para la fruta destinada al mercado de exportación; iii) deficiente y en muchos casos inadecuada realización de las labores culturales, como lo son las podas, el control de malezas y la fertilización; más recurrente entre los productores minifundistas que contemplan a la actividad como de recolección; iv) poca a nula renovación de huertas con materiales de calidad comercial a través de re injertos o replantes; v) mínima realización de buenas labores de cosecha y poscosecha, especialmente en la zona alta del Soconusco, donde el transporte de la fruta provoca fuertes lesiones que merman su calidad comercial y repercute en altos porcentajes de fruta de rechazo en las empacadoras; y vii) desconocimiento de las normas de calidad que rigen en el mercado de exportación por un amplio número de productores minifundistas. Estas limitantes contemplan un escenario factible para la realización de acciones de manera conjunta por los productores de manera organizada, que les permita alcanzar resultados más satisfactorios que beneficien colectivamente al sector; esto involucra su participación e involucramiento en la gestión de innovaciones que contribuyan hacia un mayor desarrollo económico y social del sector.
En la categoría referente a la situación organizativa, el resultado de adopción es bajo con un valor de 5%, destacándose con los niveles más bajos a nulos en esta categoría las innovaciones referentes a la realización de acciones conjuntas entre los productores como son: las compras y ventas consolidadas, la contratación de servicios profesionales y de asesoría técnica, la pertenencia y participaciones activas en una o varias organizaciones económicas que actualmente estén en funcionamiento. Esta situación se vio reflejada entre los productores miembros del grupo analizado en un comportamiento decreciente en los niveles de integración para el trabajo colectivo conforme se incrementa el nivel de articulación con se puede apreciar en la Figura 2.
En los niveles de identifica y aporta catalogados por Mamani (2012) como superficiales se localiza el mayor número de relaciones, lo que permite indicar que las actividades que habitualmente los productores realizan con sus pares estuvieron relacionadas con el interés a emprender acciones conjuntas, como son la prueba nuevos productos y compartir ideas e información. En una menor proporción se ha dado el intercambio de información relevante que repercuta positivamente en su actividad productiva, como son recomendaciones de dosis de fertilización, realización de ciertas labores culturales, y referencia de viveristas con buenos materiales genéticos para la siembra de nuevas áreas. La alta desarticulación existente en los niveles profundos de colaboración, cooperación y asociación configura un escenario donde prevalece un flujo limitado y escaso de valores colectivos de reciprocidad, solidaridad y confianza tal como lo muestran los indicadores de densidad (Cuadro 2).
De acuerdo con Burt (2000) el indicador de densidad determina la fuerza de unión entre los vínculos que conforman la red y, que a su vez, es un indicador que permite medir el grado de similitud de las opiniones, apreciaciones y creencias comunes en un grupo social Williner et al. (2012). Este comportamiento relacional entre los productores estudiados favorece un escenario de desunión productiva causado principalmente por la alta desconfianza prevaleciente entre ellos, condición que hace poco factible la culminación de acciones conjuntas exitosas. Coleman (1990) menciona que una comunidad más densa tiene mayor posibilidad de sobrevivir en la media en que sus lazos de confianza, reciprocidad y cooperación son mayores.
Con respecto al índice de centralización, de acuerdo con Williner et al. (2012) es un indicador de la red que hace evidencia de un actor o grupo de actores controlando o influyendo de manera importante sobre el resto del conjunto, en la centralización de entrada en los dos primeros niveles de identifica y aporta hace referencia a un grupo de actores concentrando las relaciones, que de acuerdo a la opinión del resto de los productores mencionan que presentan características sobresalientes relacionadas principalmente con su nivel de innovación, experiencia y disposición al trabajo compartido, atributos sobresalientes que los incentiva a fortalecer sus relaciones para la realización de actividades colectivas. Mamani (2014) destaca que las razones por las que los productores mencionan a sus pares como referentes, están fuertemente relacionadas con las cualidades de su carácter, dedicación al trabajo, orden en sus actividades, de buen ánimo, experiencia y conocimientos suficientes y una alta disposición por compartir conocimientos y experiencias.
Para la identificación del nivel de simetría presente entre los productores de rambután estudiados, se realizó un análisis de conglomerados (clusters) jerárquicos usando distancia euclidiana y el método de aglomeración de Ward acorde con la metodología desarrollada por Pérez (2004), como se muestra en la Figura 3.
El análisis permitió la identificación de dos sub grupos a partir de un total 25 variables relacionadas con atributos del productor, de la unidad de producción, dinámica de innovación y actitudes, percepciones y comportamientos de sus compañeros en antecedentes de trabajos organizativos. El conglomerado I integró a 9 productores y el conglomerado II a los 13 restantes. Para constatar la diferencia entre los subgrupos generados, se realizó una prueba de T de comparación de medias para las variables cuantitativas y la prueba de Ji cuadrada para las variables cuantitativas o categóricas considerando una probabilidad de 10% (p< 0.1). En el Cuadro 3 se presentan variables empleadas para la separación de los subgrupos generados.
Diferente letra (a, b) en la misma fila indica diferencia estadística de acuerdo con la prueba de T para igualdad de medias (p< 0.10) P. ϕ No se asume homogeneidad de varianzas de acuerdo a la prueba de Levene (p> 0.05). INAI: Índice de adopción de innovaciones. INAC: Índice de adopción de innovaciones por categoría. Más de dos calderas (¶, ¶¶) en la misma fila asumen diferencia estadística de acuerdo a la prueba de Ji cuadrada. Significancia (p< 0.1). Fuente: Elaboración con base en datos de campo.
Dini (2010) menciona que la presencia de simetrías en aspectos como: tamaño (unidad de producción), capacidad de inversión económica, homogeneidad en la calidad del producto final, nivel tecnológico, innovaciones realizadas, visión y objetivos comunes, finanzas sanas, disposición a participar e invertir tiempo y recursos en el diseño y realización de las diversas actividades colectivas derivadas de la pertenencia a una organización, pronostican el éxito en la realización de acciones conjuntas y de cooperación dentro de una organización. El comportamiento en la dinámica de innovación puede constituir un factor que pueden incidir en el funcionamiento del grupo y el alcance de acuerdos y compromisos derivados de la acción colectiva. Sebastian (2000) plantea que en la conformación de las redes de cooperación, un factor limitante lo constituye la excesiva heterogeneidad de sus integrantes, en donde la heterogeneidad se relaciona con las asimetrías en las capacidades y aportaciones de los asociados; las redes, cuando ésta es excesiva puede dar lugar a la pérdida gradual del interés de los participantes con la consiguiente separación de algunos de ellos o la dilución de la red.
Con relación a los factores relacionados a comportamientos y actitudes percibidas de sus compañeros en antecedentes organizativos no se muestra diferencia significativa, lo que permite suponer de manera generalizada los productores refieren que en sus experiencias de trabajo en conjunto, los comportamientos más prevalecientes en sus compañeros están el incumplimientos de acuerdos, los malos manejos financieros, violación de normas establecidas, egoísmo, oportunismo, visiones diferentes de negocio y prevalencia de intereses personales sobre los colectivos lo que genera un ambiente de alta desconfianza y la presencia de una débil cultura colectiva y organizativa y de bajos a nulos valores socio culturales para el trabajo colectivo.
Estos resultados concuerdan con los reportados por la FAO - SAGARPA (2014) en el estudio sobre el desarrollo de institucionalidad de las organizaciones rurales en México, en donde reportan los principales motivos por los cuales las organizaciones dejan de operar son: 1) conflictos o desacuerdos internos; 2) debilidad de liderazgo de la organización; 3) constitución de la organización con el propósito único de gestionar recursos públicos; 4) desinterés de los socios por la organización; 5) malos manejos de los recursos financieros; 6) desconocimiento y desinformación en muchos de los integrantes sobre las actividades que se desarrollan en la organización; 7) poco involucramiento de los miembros; 8) deficientes reglas y mecanismos formales para el cumplimento y sanción; 9) objetivos poco claros para todos los miembros que integran la organización; y 10) débil compromiso al interior del grupo. Con respecto a este último, Sebastian (2000) menciona que el incumplimiento de los compromisos erosiona el interés de los participantes y destruye las posibilidades que ofrece un espacio para el beneficio mutuo.
Rovere y Tamargo (2005) mencionan que al unir individuos con intereses y composiciones muy diferentes con el propósito de conformar grupos de trabajo colectivo para el alcance de objetivos comunes, se abre una oportunidad de reconocer la existencia del conflicto, dialogar y negociar con otros para producir acuerdos y concesos que deriven en acciones orientadas en alcanzar los logros derivados de la acciones colectivas.
Conclusiones
Se observó que los vínculos existentes en el grupo de productores de rambután estudiados, se encuentran en mayor medida en los dos primeros niveles de identificación y aportación. Los valores de relacionamiento superficiales permiten suponer que los compromisos, obligaciones y responsabilidades compartidas entre los productores son bajos a nulos.
Las redes de relacionamientos profundos (colabora, coopera y asocia) se encuentran desarticuladas y los valores colectivos de reciprocidad, solidaridad y confianza son escasos, así como un fuerte predominio hacia el trabajo individual y una alta presencia de desconfianza, atribuible principalmente a las experiencias y resultados negativos obtenidos en antecedentes organizativos, situación que limita el emprendimiento y realización de acciones conjuntas efectivas que contribuyan a mejorar la comercialización de su producción.
La gestión de innovaciones de manera conjunta y organizada constituye un escenario factible que permita una mayor consolidación de vínculos profundos dotados de confianza y de una cultiva colectiva que contribuya hacia un mayor desarrollo económico y social del sector rambután en el Soconusco Chiapas.