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Revista mexicana de ciencias agrícolas

versión impresa ISSN 2007-0934

Rev. Mex. Cienc. Agríc vol.5 no.7 Texcoco sep./nov. 2014

 

Artículos

 

Desempeño competitivo de la fruticultura mexicana, 1980-2011*

 

Competitive performance of the Mexican fruit production, 1980-2011

 

Rita Schwentesius Rindermann y Dora Ma. Sangerman-Jarquín2

 

1 Universidad Autónoma Chapingo. Carretera México-Texcoco, km 38.5. C. P. 56230, Chapingo, Estado de México. §Autora para correspondencia: rschwent@prodigy.net.mx.

2 Campo Experimental Valle de México-INIFAP. Carretera Los Reyes-Texcoco, km 13.5. A. P. 10. C. P. 56250, Coatlinchán, Texcoco, Estado de México, México. Tel. y Fax. 01 595 92 1 26 81. (sangerman.dora@inifap.gob.mx).

 

* Recibido: noviembre de 2013
Aceptado: julio de 2014

 

Resumen

Con la finalidad de analizar la competitividad de la fruticultura mexicana se utilizó el enfoque macroeconómico, que considera variables como, indicadores de la producción de frutas y su relación con la economía agropecuaria e indicadores de la apertura comercial y el comercio internacional, que fueron relacionados entre si. Durante 1980-2011, la producción de frutas de México creció a una tasa media anual de 2.04%, mientras que el valor de la producción aumentó en 0.15%, este fenómeno se explica en 80.04% por el incremento en la superficie, 11.4% por innovaciones y 8.16% por la interacción de ambos. La ventaja competitiva revelada aditiva y el índice de autosuficiencia alimentaria tuvieron un desarrollo constante, pero en los años 2008 y 2011 han decrecido. A pesar de que la producción de las frutas en México va en aumento, su competitividad en el ámbito nacional e internacional ha caído, ya que ésta depende de diversos factores. Las ventajas comparativas, como la posición geográfica, el clima, recursos naturales o la mano de obra, permitieron la complementariedad con otros mercados y el aumento de la competitividad. Sin embargo, actualmente ya no son cuestión determinante para asegurar la permanencia de la fruticultura en los mercados. Finalmente, la fruticultura muestra un comportamiento extensivo de la producción debido a que los rendimientos crecen en menor proporción que la superficie. Para asegurar la permanencia en el mercado internacional es necesario que los productores sean cada vez más competitivos e implementen estrategias que les permitan continuar en él.

Palabras clave: fruticultura, indicadores macroeconómicos, productividad, ventaja competitiva revelada aditiva.

 

Abstract

In order to analyse the competitiveness of the Mexican fruit production, a macroeconomic approach was used, considering variables as indicators of fruit production and its relationship to the agricultural economy and indicators of trade liberalization and international trade, which were interrelated between themselves. During 1980-2011, the production of fruits in Mexico grew at an average annual rate of 2.04%, while the value of production increased 0.15%, this phenomenon is explained by 80.04% due to the increase in the area, 11.4% due to innovations and, 8.16% for the interaction of both of them. The additive revealed comparative advantage and food self-sufficiency rate had a constant development; however, during the years 2008 and 2011, have been decreased. Even though, fruit production in Mexico is constantly increasing, its competitiveness in the national and international level has fallen, as it depends on several factors. The comparative advantages such as geographical location, climate, natural resources or labour, allowed complementarity actions with other markets and, increase in the competitiveness. However, nowadays, these are not decisive questions to ensure the permanence of fruit production in the markets. Finally, fruit production shows an extensive increased behaviour because yields grow in a lesser extent than the surface. In order to ensure its permanence in the international market is necessary that, the producers become increasingly competitive and, implement strategies to continue that work.

Keywords: additive revealed comparative advantage, fruit production, macroeconomic indicators, productivity.

 

Introducción

La fruticultura mexicana es una de las actividades agropecuarias más redituable del sector agropecuario, ya que la superficie cosechada con frutales representa 6.44% de la nacional y el valor de su producción 20.67% del total de México, lo cual significa que cada hectárea cultivada con frutales fue tres veces más rentable que el promedio del resto de los cultivos (SAGARPA-SIACON, 2013). Además, mantiene una balanza comercial positiva dentro del sector rural, ya que el volumen de frutas exportado fue 4.7 veces mayor que el importado desde 1961 a 2010 (FAO-FAOSTAT, 2013), particularmente por la ventaja comparativa que brinda el clima para la producción de frutales tropicales, en relación a otros países.

Así mismo, el volumen de producción de los frutales prácticamente se ha duplicado de 1980 a 2011, pasando de casi 8.5 millones a 15.7 millones de toneladas (SAGARPA-SIACON, 2013). En 1980/82 la superficie ocupada por los frutales era 5% en relación a la total de México y el valor generado de 16%, mientras que para el 2008/2011, la superficie ocupada fue 6% y tuvo un valor de la producción del 18% (SAGARPA-SIACON, 2013). El constante incremento de los precios de los insumos y el decreciente precio medio rural pagado a los fruticultores (Almaguer et al., 2010), generan una reducción de la competitividad de este sector, pero se desconoce si existen los elementos que garanticen su mejoramiento.

Por otro lado, la fruticultura mexicana se define por un desarrollo extensivo de la producción mientras que su competitividad en el ámbito nacional e internacional ha caído. Por lo anterior, el objetivo del presente trabajo fue analizar las características macroeconómicas de la competitividad de la fruticultura mexicana y las alternativas para mejorarla, considerando que a pesar de que la producción de las frutas en México va en aumento, su competitividad en el ámbito nacional e internacional ha caído, ya que está basada únicamente en ventajas comparativas.

 

Materiales y métodos

De acuerdo a la clasificación realizada por SAGARPA-SIACON (2013), se consideran 66 especies distintas de frutas y 164 que toman como referencia a las diferentes variedades, que conforman a la fruticultura en México. En este estudio, para determinar la competitividad de la fruticultura a nivel nacional se utilizó el enfoque macroeconómico ex post que considera información del pasado (Avendaño y Schwentesius, 2005). Los tipos de indicadores que permitieron analizar la competitividad fueron los siguientes: descomposición de factores del crecimiento de la producción, indicadores sobre la producción de frutas y su relación con la economía agropecuaria, la apertura comercial y el comercio internacional.

Descomposición de factores del crecimiento de la producción. Éstos determinan de manera precisa el grado de influencia que han tenido factores como los rendimientos, como indicador de innovación y la superficie cosechada y un efecto combinado en el crecimiento de la producción, durante el periodo de estudio 1980-2009, para lo cual se modificó la fórmula de Contreras (2000) y se tomaron los datos de SAGARPA-SIACON (2013):

Pt= Y0(At-A0)+Ao(Yt-Y0)+(At-A0)(Yt-Yo);

Donde: Pt= incremento total de la producción para el periodo de análisis; Y0(At-A0)= cuantifica la contribución por superficie; Ao(Yt-Y0)= cuantifica la contribución por rendimiento; (At-A0)(Yt-Yo)= cuantifica el efecto combinado de superficie y rendimiento; A0= superficie promedio cosechada inicial (1980= 770 345 ha); At= superficie promedio cosechada final (2009= 1 316 998.42 ha); Y0= rendimiento promedio inicial (1980= 10.24), en t ha-1; Yt= rendimiento promedio final (2009= 11.28), en t ha-1.

Si el incremento total de la producción para el periodo 1980-2009 es igual a 100%, es posible determinar la proporción que corresponde a cada factor, para determinar si el crecimiento ha sido intensivo o extensivo. El crecimiento extensivo consiste en el aumento de la producción vía el incremento de la superficie cosechada, situación que remite a obsolescencia tecnológica. El crecimiento intensivo se relaciona con el aumento en la producción vía incremento en rendimientos, hecho que remite a un mayor nivel tecnológico. Un crecimiento combinado remite a incremento de superficie y rendimiento por igual (Zarazúa et al., 2009).

Indicadores de la producción de frutas y su relación con la economía agropecuaria. Se calcularon datos y el valor de la producción de frutas, y su porcentaje de participación en el Producto Interno Bruto Agrícola (PIBA).

Medición del ingreso per cápita nominal. Se estimó el valor de la producción de frutas per cápita como magnitud que mide la riqueza material disponible. Se calculó como el valor de la producción de la frutas dividido entre el número de habitantes (IICA, 2008).

Productividad laboral en las frutas. Se detalló el valor de la producción de las frutas por trabajador agrícola, que equivale a la población económicamente activa (PEA) en el sector primario, que es lo mismo que el producto medio del trabajo agrícola (PMeL) (IICA, 2008).

Salario por productividad. Este indicador se calculó para mostrar la evolución del salario en relación a la productividad media del trabajo salario/(PMeL) (IICA, 2008).

Indicadores de la apertura comercial y el comercio internacional: ventaja competitiva revelada aditiva. La competitividad es un componente importante a medir en los flujos de las exportaciones de un país en el mercado internacional, lo cual se mide a través de indicadores indirectos, tales como la participación de mercado o algún índice de ventaja comparativa revelada, con la conveniencia de que pueden estimarse utilizando estadísticas de comercio internacional (Avendaño, 2008).

Para conocer la competitividad en el contexto internacional, se utilizó la metodología de la ventaja competitiva revelada aditiva (VCRA) propuesta por Hoen y Oosterhaven (2006). El periodo de análisis fue de 1961 a 2011, con datos disponibles en la base de datos de FAO, FAOSTAT, 2013. Esta ventaja competitiva fue estimada para México en relación al mundo, para identificar la situación actual del dominio de mercado. Mediante el cálculo de los índices se ilustra el comportamiento de la competitividad y se hacen una serie de consideraciones en torno a su tendencia predecible en los próximos años.

La fórmula empleada fue:

VCRAia= (Xia/Xin) - (Xra/Xrn)

Donde: X= valor de las exportaciones agroalimentarias en dólares; a= cualquier producto en lo particular; i= país de origen; r= resto del mundo; n= años.

La VCRA es un índice que puede adoptar valores de -1 a +1, y como media el cero. Considera que valores positivos son competitivos y un valor de 1 implica una especialización del país en el producto analizado (Hoen y Oosterhaven 2006).Otros indicadores fueron los siguientes:

Autosuficiencia alimentaria en frutas. Se utilizó para definir la competitividad que tiene un país con relación a su dependencia alimentaria en toneladas, y fue calculada con la siguiente fórmula:

Autosuficiencia= producción/ ((producción + importaciones)- exportaciones)

Índice de apertura comercial total y agrícola. El indicador de apertura comercial se obtuvo de la suma de las importaciones más exportaciones como porcentaje de la producción de las frutas todos estos valores en toneladas: (expotaciones + importaciones)/producción de las frutas.

 

Resultados y discusiones

Indicadores de la producción de frutas y su relación con la economía agropecuaria. La producción de frutas en México ha tenido una tasa de crecimiento media anual (TCMA) de 2.04% desde 1980 hasta 2011 (Figura 1). Sin embargo, en los últimos años el valor de la producción (a precios de 2003, precios reales) ha crecido a una tasa media anual de sólo 0.15% en el periodo mencionado (Figura 2).

Descomposición de factores en el crecimiento de la producción frutícola. El crecimiento de la fruticultura nacional ha sido extensivo; es decir, se ha dado por incremento de la superficie en 80.04%, mientras que sólo se ha tenido un aumento en el volumen de producción de 11.4% por incremento en rendimiento y 8.16% por la combinación de ambos factores, para el periodo 1980-2011 (Cuadro 1).

Por otro lado, la producción en México se concentró en seis frutas, que agrupan 52% de la producción y que son la naranja (Citrus sinensis (L.) Osbeck.), aguacate (Persea americana Mill.), limón (lima ácida mexicana, Citrus aurantifolia Crist L. Swingle y 'Persa' Citrus latifolia Tan.), aguacate (Persea americana) y mango (Mangifera indica L.) y bananos (Musa acuminata); para el caso del valor de la producción 25% lo aportó el aguacate, 34% restante se distribuye en naranja, limón agrio y Persa, plátano (de acuerdo a la clasificación de SAGARPA-SIACON (2013), existen 9 tipos de plátano: plátano criollo, plátano dominico, plátano enanogigante, plátano macho, plátano manzano, plátano morado, plátano pera, plátano tabasco, plátano valery, aunque la mayoría son bananos (Musa acuminata) y los plátanos serían Musa balbisiana; nuez pecanera (Carya illinoensis), uva fruta (Vitis vinifera L.) y papaya (Carica papaya L.) .

La contribución del valor de la producción de las frutas al Producto Interno Bruto Agrícola (PIBA) se ha reducido (Figura 3) y su participación es cada vez menor. Su TCMA fue de -0.3% entre 1980-2011, aun cuando México posee una riqueza de climas y ecosistemas que permiten la adecuada producción de frutas durante todo el año, lo cual constituye una de las principales ventajas ante otros competidores potenciales.

Cabe resaltar, que la fruticultura en México ha incrementado la superficie plantada de 1980 a 2011, de 693.08 mil a 1 272 mil has en 30 años, a una tasa de crecimiento media anual de 1.43% (SIACON, 2012).

El valor de la producción de frutas per cápita (2003= 100) ha tenido una tasa de crecimiento medio anual negativa de -0.57% de 1980 a 2011 (Figura 4). En 2011, este indicador resultó ser trece puntos menor al de 1980. El valor negativo es resultado del poco crecimiento de la producción (0.61%), aunado a que la población creció a un ritmo mayor (TCMA 1.48%).

Sobre la productividad laboral agrícola en frutas existe una tendencia positiva, con una TCMA anual de 7.45%, entre 2004 y 2011. El dato anterior es resultado del crecimiento en el valor de la producción de frutas y el decrecimiento de la PEA en el sector primario, que es de -3.17%. La relación entre estas variables repercute directamente en que la productividad laboral agrícola muestre una tendencia creciente. Lo anterior significa que con un menor número de trabajadores se está obteniendo mayor producción (Figura 5). El salario por productividad muestra la evolución del ingreso agrícola en relación al producto medio del trabajo en frutas. Este valor se ve afectado por el deterioro de los salarios en el sector agrícola, que entre marzo de 2003 y diciembre de 2009, se redujeron en 15% (Figura 5), a pesar de existir una productividad laboral creciente.

Indicadores de la apertura comercial y el comercio internacional. De acuerdo al índice de la ventaja competitiva revelada aditiva, México ha tenido una competitividad con altibajos, con tendencia creciente (Figura 6). La posición del sector frutícola mexicano ha estado oscilando entre una competitividad negativa y una muy ligera competitividad positiva, cabe resaltar que la ventaja competitiva revelada aditiva tuvo un incremento constante, para los años 2008 y 2011 han decrecido, esto coincide con lo señalado por Avendaño y Schwentesius (2005), quienes mencionan que la competitividad del sector en el mercado internacional es decreciente.

El incremento en la competitividad durante la década de los 1960, de acuerdo a Schwentesius y Gómez (2000) se dio porque existía una dependencia de la situación económica del país y en esos años, se dio el llamado Milagro Agrícola. La disminución de los apoyos a la investigación y la carencia para la innovación tecnológica, aunado a la falta de una política adecuada para favorecer las exportaciones de los frutales en los que se tiene ventajas comparativas, frenaron la tendencia positiva desde inicios de la década de los 70 hasta finales de la década de los 90. Sin embargo, para el subsector en su conjunto se alcanzaba un valor menor a cero en 1978 a 1997. A partir de 1998 hasta 2005 inicia su crecimiento con una recuperación aparente.

Las exportaciones de frutas tropicales que no pueden producirse tan fácilmente en otros países por factores climáticos, propició que la competitividad se volviera positiva a finales de los 1990s. En promedio México exporta 11% de la producción de frutas tropicales consideradas en los mercados internacionales como frutas exóticas, las cuales representan un mercado todavía incipiente, México domina el mercado mundial en limón Persa, mango y papaya (Schwentesius y Gómez, 2000). En el caso específico de mango que ocupa el tercer lugar en cuanto a superficie sembrada en México (SAGARPA-SIAP, 2013). Es uno de los productos con más alto potencial económico en el extranjero y representa para México una importante fuente de divisas.

En los último años los volúmenes exportados crecieron en más de 172%; para 1983-1985, se exportaron 27.9 miles de toneladas, en cambio para 2007-2009 fue de 232.7 miles de toneladas, en promedio (FAO, FAOSTAT, 2013). El mango representa el tercer producto de exportación, después del café y junto con la naranja son los principales frutales proveedores de divisas (SAGARPA-SIAP, 2013).

De acuerdo a Ayala y Almaguer (2009), México ha sido el principal país oferente de mango en los mercados internacionales siendo Estados Unidos su principal comprador, ya que recibe 56% del total de las exportaciones mexicanas (Huang y Huang, 2007). Esta destacada participación de México es porque cuenta con las condiciones climáticas y condiciones geográficas adecuadas para que se tenga un pleno desarrollo de este cultivo. Sin embargo, si se analiza detenidamente la participación porcentual de México en el mercado internacional, se observa que va perdiendo dinamismo; para 1995, en promedio México aportaba 40%, en tanto que sus competidores más cercanos (India, Brasil) en conjunto aportaban apenas 10%. En contraste, para el 2009, las exportaciones de México representaron 23% aproximadamente, mientras que India y Brasil, aportaron 30.1% (FAO, FAOSTAT, 2013). Lo anterior lo confirma Huang y Huang (2007), al indicar que México ha sido líder en la oferta de mango para Estados Unidos de América; sin embargo, otros países han incrementado su participación.

El índice de autosuficiencia alimentaria de las frutas en México tiende a aumentar (Figura 7). El que las exportaciones sean mayores que las importaciones ha permitido el crecimiento de este índice. A pesar de lo anterior, las importaciones han crecido a una mayor tasa anual (11.44%), que las exportaciones (8.53%), de 1980 a 2011.

El mayor crecimiento de las exportaciones mexicanas se observó durante la primera mitad de la década de 1991-1998, cuando el crecimiento promedio alcanzó 25% pero presentó una disminución de 16% entre 1996-2000. Desde 2000 a 2005, la tasa de crecimiento de las exportaciones ha sido cada vez menor. De acuerdo a Schwentesius y Gómez (2000) las frutas de clima templado, con excepción de la uva, se destinan al mercado interno y enfrentan la competencia en el mercado doméstico de frutas de otros países como EE.UU. y Chile, que desde la década de los ochenta empezaron a enviar cantidades cada vez mayores a México (Figura 8). Por otro lado, Macías (2010) menciona que aunado al hecho de que la producción de frutas requiere grandes inversiones también es altamente riesgosa, es necesario que los productores mexicanos desarrollen estrategias de diversificación no sólo de productos, sino de compradores y destinos de exportación, no obstante los retos que ello representa.

El incremento de las exportaciones e importaciones en México es consecuencia de que México entró en una etapa de inserción más intensa al mercado mundial, lo que se refleja en una balanza comercial positiva (Figura 9), en promedio, el saldo es de US $802.58 millones de dólares (2004-2008). El principal destino de las exportaciones es EE.UU., México es su principal proveedor de frutas sobre todo frescas (Schwentesius y Gómez 2000).

De acuerdo a USDA-ERS (2011b), la exportación de productos agrícolas mexicanos, se ha enfocado a lo largo de la historia por completo hacia Estados Unidos de América, esto se debe entre otros factores a la ubicación geográfica de ambos países. Los productores mexicanos envían principalmente mangos, limón Persa, uvas, piña, papaya, aguacate y fresas. La proximidad geográfica y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) proporcionan a México con una ventaja competitiva sobre otros países exportadores, con menores costos de transporte y aranceles.

En este contexto, Macías (2010) menciona que México es altamente competitivo en la producción y comercialización de frutas, sus ventajas por ahora parecen concentrarse sólo en unos cuantos cultivos que se venden en el mercado en fresco y en un sólo mercado: el de Estados Unidos de América. En referencia con el párrafo anterior influye la cercanía geográfica de dicho mercado, así como por las dificultades de logística para exportar a otros países, pero así también constituye un factor de vulnerabilidad para la producción mexicana. Esto quedó demostrado en el caso del melón, donde sus productores resultaron severamente perjudicados a raíz de las restricciones impuestas por EE.UU en 2002.

México presenta ventajas en el mercado internacional, lo que le permite ser el mayor proveedor de frutas frescas y congeladas a los Estados Unidos de América, representa más de 30% del volumen y valor de las importaciones que realiza ese país (Cuadro 2). Cabe resaltar que México cuenta con ventajas comparativas y competitivas, mientras que EE.UU. es el principal participante en el mercado internacional de frutas y hortalizas frescas y a la vez ocupa el segundo lugar como importador y exportador de los mismos (Ayala et al., 2012).

No se debe dejar de lado que hay que diversificar el mercado, ya que el destino tradicional de las exportaciones mexicanas sólo ha sido Estados Unidos, quien recibe más de 90% de México, por las relaciones y la cercanía con ese país. Esta concentración hace que esta actividad sea vulnerable: los productores mexicanos están sometidos a las condiciones del mercado estadounidense, sus cambios en los patrones de compra y consumo y, en general, al ritmo de esa economía. Los productores en México deben de tomar en cuenta que en el país vecino están cambiando los patrones de consumo, entre 1980 y 2011, el consumo per cápita de frutas frescas en Estados Unidos de América incrementó a TCMA de 1%, mientras que en México creció en 0.57%. Lo anterior es en respuesta de que la población tiene una mayor preferencia por la demanda de productos frescos. A pesar de un mayor dinamismo en la tasa de crecimiento en el consumo per cápita, en Estados Unidos se consumen 110.9 kg por habitante, mientras que en México se consume 115.95 kg de frutas, (FOA-FOASTAT, 2013). En términos generales, se prevé un aumento de la demanda de frutas mientras siga habiendo un incremento de los ingresos en los países desarrollados. Con los cambios asociados en los estilos de vida, la demanda de productos en los países en desarrollo probablemente se verá afectada por los mismos factores que han influido en la demanda de los países desarrollados. Factores como la disponibilidad, la conveniencia, la preocupación por la salud, etc., probablemente influenciarán el consumo futuro de las frutas y hortalizas en todo el mundo (Pollack, 2001).

Un aspecto fundamental ha sido la reducción en los apoyos a la ciencia y tecnología en frutales. Rodríguez y Becerril (1993), mencionan que se requiere de un apoyo gubernamental adecuado a la educación, ciencia y tecnología frutícola, sin embargo, este apoyo se ha reducido considerablemente (Almaguer et al., 2010). Por lo anterior, México necesita modificar la composición de sus instrumentos de política para frutas, con la finalidad de impulsar de manera sólida el desarrollo de ventajas competitivas, que le permitan combinar la innovación como motor de la competitividad con las ventajas comparativas que se tienen. El cambio de políticas que desarrolle la innovación como motor de la competitividad es indispensable porque el productor actual se enfrenta a un mercado donde el consumidor cada vez exige mercancías diferenciadas, productos certificados y orgánicos, con atributos especiales, etc.

Los cambios actuales y futuros en la sociedad mexicana indican que tipo de alimentos debemos de producir. La tendencia decreciente del número de integrantes por hogar mexicano, el incremento de la participación femenina en el trabajo fuera de casa y participación en el gasto de los hogares el incremento de la esperanza de vida de la población y la reducción de la tasa de natalidad, hace que se incremente cada vez más el porcentaje de personas mayores de 50 años en relación al resto de la población, por el paulatino mejoramiento de los servicios de salud, higiene y medicina (Brambila, 2006). Éstas tendencias orientan al productor a reflexionar sobre la necesidad de cambios en su actitud. Anteriormente, la forma de producción era masiva, genérica y no se preocupaba nadie por el consumidor. Cada vez se individualizan más los alimentos, además de tener el reto de producirlos a bajo costo (Brambila, 2006).

 

Conclusión

La fruticultura mexicana ha mostrado un crecimiento constante en la producción en el período de 1980 a 2011. Dicha tendencia se refleja también en la evolución del valor de la producción. También ha tenido un incremento en las exportaciones e importaciones, lo que ha influido en que el índice de apertura comercial esté creciendo, esto como consecuencia de que México entró en una etapa de inserción más intensa al mercado mundial. Su competitividad macroeconómica tiene también una tendencia a la alza, en gran medida impulsados por una mejora en la productividad laboral, aunque los salarios estén reduciéndose.

Sin embargo, la fruticultura mexicana se define por un desarrollo extensivo de la producción, debido a que los rendimientos crecen en menos proporción que la superficie, es decir, el aumento en volumen de producción se debe sobre todo a mayores superficies y no tanto a la aplicación de innovaciones y que en conjunto ponen en riesgo la competitividad de la fruticultura mexicana, porque se está basando únicamente en ventajas comparativas. A pesar de que la producción de las frutas en México va en aumento, su competitividad en el ámbito nacional e internacional ha caído. Las ventajas comparativas, como la posición geográfica, el clima, recursos naturales o la mano de obra, permitieron la complementariedad con otros mercados y el aumento de la competitividad, sin embargo, actualmente ya no son cuestión determinante para asegurar la permanencia de los frutales en los mercados.

 

Literatura citada

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