Introducción
Las actividades humanas han provocado una acelerada degradación, reducción o pérdida de los ecosistemas naturales, y para atender esta problemática se debe involucrar a toda la sociedad (CONABIO, 1998; Álvarez-Icaza, 2014). Esta situación debe requerir planteamientos, responsabilidades, acuerdos sociales y políticos que permitan la regulación, protección y uso sustentable de los recursos naturales (Álvarez-Icaza, 2014). La conservación de la diversidad biológica requiere estudios desde las ciencias naturales y sociales, debido a que involucran los servicios ecosistémicos, dinámicas culturales y socioeconómicas, entre otras (Chávez y Chávez, 2006), lo cual permite entender y analizar las formas en que las decisiones afectan al ambiente y el bienestar social (Kareiva y Marvier, 2012). La reducción de áreas boscosas ha sido la principal amenaza para la supervivencia de la diversidad biológica (Lejía, 2016). En México, durante 2018 los cuatro estados con mayor pérdida de cobertura fueron Chiapas, Campeche, Oaxaca y Veracruz, donde el primero tuvo la mayor pérdida de cobertura forestal, con 54 mil 339 hectáreas (López-Portillo, 2019).
La conservación de especies amenazadas merece una aproximación de las ciencias biológicas multidisciplinarias que incluyan el impacto humano sobre la biodiversidad y la planeación ambiental para prevenir la extinción de las especies en vida silvestre (Primack et al., 2001; Raigoza, 2014). Un caso que puede ser atendido de forma interdisciplinaria es el de la guacamaya roja (Ara macao), cuyas poblaciones han disminuido drásticamente o incluso desaparecido, por factores antropogénicos como son la deforestación por la tala ilegal, el cambio en el uso del suelo, los incendios forestales y el comercio ilegal (Cantú et al., 2007). Por lo tanto, esta especie se encuentra en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) desde 1986 (Wiedenfeld, 1994), y desde 1988 se encuentra a nivel internacional en categoría de preocupación menor, pero con poblaciones en declive (BirdLife International, 2021).
En México, Ara macao se distribuía originalmente en la vertiente del Golfo de México desde el sur de Tamaulipas, Veracruz, este de Oaxaca, Chiapas, Tabasco y sur de Campeche hasta Honduras (Navarro-Sigüenza y Peterson, 2007). Esta especie en México se encuentra en la categoría de peligro de extinción de acuerdo con la Norma Oficial Mexicana- 059 (SEMARNAT, 2010) ya que se ha estimado una pérdida importante de su área de distribución, reduciéndose desde el 80 hasta el 86 % (Ríos-Muñoz y Navarro-Sigüenza, 2009). Actualmente sus poblaciones originales se encuentran solamente en la selva Lacandona, Reserva de la Biosfera de Montes Azules (REBIMA) en Chiapas, y selva de Los Chimalapas en Oaxaca (Monterrubio-Rico y Charre-Medellín, 2013). Debido a esto se han implementado diversas estrategias de manejo y conservación, desde su reproducción en cautiverio en Quintana Roo (Quintana, 2013), hasta la introducción de individuos en Los Tuxtlas, Veracruz y en Palenque, Chiapas, además de la instalación de cajas para anidación y así recuperar poblaciones en vida silvestre (Estrada, 2014; Olguín, 2018; Escalante et al., 2019).
Desde 1986 en el ejido de Reforma Agraria en el municipio de Marqués de Comillas, Chiapas, localizado en la zona de amortiguamiento de la Reserva de la Biosfera Montes Azules, se han establecido diferentes actividades y estrategias para la conservación de la guacamaya roja (Sociedad Cooperativa Ara macao, 2020): la creación de una sociedad cooperativa para establecer un Centro Ecoturístico asignado como una Unidad de Manejo para la Conservación (UMA), mantener una área forestal inscrita como Área Destinada Voluntariamente a la Conservación (SEMARNAT, 2017) y actividades de ecoturismo. El ecoturismo provee un valor para la conservación de especies y sus hábitats, y al mismo tiempo, un incentivo económico de impacto y desarrollo social en las zonas rurales (Diamantis, 1999; Goodwin, 2002). El objetivo de este estudio fue describir el proceso y la implementación de las estrategias de manejo y conservación para la guacamaya roja en el ejido de Reforma Agraria y cómo estas actividades han impactado en sus poblaciones. Así como también, describir la percepción de la comunidad de Reforma Agraria, Chiapas, sobre la implementación de estas estrategias.
Área de estudio
El ejido Reforma Agraria está ubicado en el municipio de Marqués de Comillas (16°15.3758’N y 90°51.7192’O) en el estado de Chiapas, México. El ejido se localiza frente a la Reserva de la Biosfera Montes Azules (INEGI, 2015) (Fig. 1). Este ejido se fundó en 1980 por personas de origen chinanteco provenientes del estado de Oaxaca (Cano, 2018). Es una población pequeña conformada por 134 personas, 37 de ellas tienen de 0 a 14 años (33.5 %), 37 de 15 a 29 años (27.6 %), 39 de 30 a 59 años (29.1 %) y 13 tienen 60 o más años (9.7 %) (INEGI, 2015).
La zona de estudio presenta un clima cálido húmedo o subhúmedo con abundantes lluvias en verano. La precipitación media anual es de 1 500 a 3 500 mm con temperatura mínima de 21.4 y máxima de 31.7° C (CONAGUA, 2017). La vegetación es selva mediana y alta perennifolia donde dominan especies como la caoba (Swietenia macrophylla), el chicozapote (Manikara zapota), el palo mulato (Bursera simaruba), la pimienta (Pimienta dioica), el cedro (Cedrela odorata), el cortés amarillo (Terminalia amazonia) y el coyol (Acrocomia aculeata) (Ku, 2018). En la reserva ejidal se tienen las siguientes especies: copaiba (Copaífera officinalis), ficus (Ficus involuta), palmera cola de pescado (Caryota mitis), palma (Chamaedora spp.), corozo (Scheelea preusii), palo de zope (Guatteria anomala) y mamey amarillo (Mammea americana) (Cano, 2018; CONANP, 2019).
Las principales actividades económicas en el ejido son la agricultura y la ganadería. En la parte agrícola se cultiva maíz dos veces al año, aproximadamente entre abril-agosto y octubre-noviembre. La ganadería extensiva es de bovinos que se alimenta con pastizales Monbasa y Johnson. El ecoturismo es una actividad económica importante que se realiza a través del Centro Ecoturístico Las Guacamayas. El Centro Ecoturístico está en un área de 2 ha. y su estructura organizacional es la siguiente: presidente, secretario, tesorero y empleados (administrador/ contador, personal en la recepción, cocineros (as), guías turísticos y camaristas).
En cuanto a las estrategias de manejo y conservación que impactan directa e indirectamente a la población de la guacamaya roja y las cuales se han implementado en el ejido, están la instalación de cajas de anidación, el centro ecoturístico asignado como una Unidad de Manejo Ambiental (UMA) y la reserva ejidal Las Guacamayas con 1 454 ha.
Método
Para indagar sobre el proceso e implementación de las estrategias de manejo y conservación para la guacamaya roja en el ejido, así como identificar las percepciones sobre estas acciones de manejo, se realizaron 20 entrevistas semiestructuradas. Las entrevistas se realizaron a los prestadores de servicios ecoturísticos, así como a los socios de La Cooperativa Ara macao y ejidatarios (38.5 % de la población). La herramienta se elaboró con base en la metodología utilizada por Carrillo et al. (2017). La primera parte consistió en los datos demográficos y características sociales de las personas que incluyó: sexo, edad, escolaridad, lugar de residencia, actividad principal y actividades económicas. Esta información se analizó con distribuciones de frecuencias de cada categoría.
En la segunda parte se establecieron cuatro categorías de preguntas dirigidas para describir: a) la organización social: origen, cuál fue el proceso de organización, así como el ordenamiento del área ejidal y del Centro Ecoturístico; b) las actividades económicas en el ejido; c) las estrategias de manejo y conservación para la guacamaya roja, y d) los obstáculos para la conservación (Anexo I). Para el análisis, los datos se sistematizaron mediante la conceptualización de las ideas y pensamientos; posteriormente estas se ordenaron y categorizaron, lo que permitió organizar las percepciones más relevantes de los entrevistados de los procesos sociales, así como la situación de la guacamaya roja y finalmente la información se estructuró cronológicamente (Mejía y Sandoval, 2003).
También se realizó una búsqueda de información documental en diversas fuentes bibliográficas (libros, artículos científicos, informes técnicos y de investigación), sobre la historia de la organización del ejido y del Centro Ecoturístico. Se investigó sobre las estrategias de manejo y conservación implementadas y la situación de la población de la guacamaya roja. Esta información documental se organizó con las cuatro categorías establecidas de las entrevistas lo que ayudó a reforzar la información de los entrevistados, su organización, estrategias de conservación y situación de la población de la guacamaya roja.
Los resultados se describen cronológicamente mediante una línea de tiempo utilizando las respuestas de las entrevistas y la información bibliográfica consultada. Se identificaron cuatro periodos de tiempo para explicar los procesos sociales en el ejido, las actividades humanas que incluyen las estrategias de manejo y conservación, así como la situación poblacional de la guacamaya roja. Estos períodos fueron: 1) El establecimiento del ejido y los efectos en las poblaciones de guacamayas rojas (de 1976 a 1990); 2) iniciativas de manejo y conservación para las guacamayas rojas (de 1991 al 2000); 3) rumbo a la consolidación de las estrategias de manejo y conservación (de 2001 al 2010), y 4) el ecoturismo y su importancia en la conservación de la guacamaya roja (de 2011 al 2020). Finalmente se describen los obstáculos identificados para la conservación de esta especie. La información documental se integró de acuerdo con cada periodo de tiempo para reforzar los datos de campo y complementar los vacíos de información que debido a la pandemia COVID-19 se limitó el acceso al ejido y contacto directo con las personas.
Adicionalmente, se analizaron los datos de eBird (https://ebird.org/home) que presenta información de las observaciones de aves por naturalistas, aficionados e investigadores; y brinda información sobre la distribución y abundancia de las aves. En este estudio se analizaron los registros de la guacamaya roja en el ejido, los cuales fueron agrupados por años, fechas y horas. Se consideró depurar la base de datos para minimizar sesgos, ya que algunos registros se repetían. Para esto se consideraron dos criterios: se eliminaron todos los registros repetidos en fecha y hora y se seleccionaron entonces los datos que presentaban mayor número de registros. Algunos años presentaron muy pocos registros con un rango de 2 a 5 observaciones, los cuales no se incluyeron en el análisis para evitar sesgos. Los años con estas características fueron 2013, 2014 y 2015. Entonces los años analizados en este estudio fueron 2012 y de 2016 a 2019.
Cuando se depuró la base de datos de eBird, los registros se ubicaron en un mapa con el Programa QGIS 3.16. Para el análisis, se calcularon los promedios anuales de los registros de individuos y sus desviaciones estándar. Se realizó la prueba no paramétrica de Kruskal-Wallis para comparar las medias de los registros anuales.
En 2019 se obtuvo el mayor registro anual de guacamayas con registros en casi todos los meses del año. Estos datos se agruparon en cuatro zonas en el área de estudio: el área urbana de Reforma Agraria y el Centro Ecoturístico Las Guacamayas; el río Lacantún y límites con la REBIMA; y la zona de dormidero de guacamaya roja y zona pecuaria. Para cada zona se obtuvieron las medias de los registros y las desviaciones estándar.
Para estimar la abundancia de la guacamaya roja en el ejido, durante enero y febrero de 2020 se utilizaron dos transectos lineales y dos puntos elevados de observación. Sólo se realizaron cuatro muestreos en enero y siete en febrero, ya que debido a la pandemia por COVID-19, no fue posible continuar los muestreos en el año. La distancia de los transectos lineales fue de 2.5 Km cada uno y se recorrieron a una velocidad aproximada de 1 km/h de 06:00 a 08:30 h el primer transecto y de 16:30 a 19:00 h el segundo y se intercalaron en los siguientes muestreos. Los métodos usados también se intercalaron (transectos y puntos elevados) en cada día de muestreo. El intervalo de tiempo entre muestreos fue de 23 días. Durante cada muestreo se utilizaron binoculares 10x50 para contabilizar a las guacamayas detectadas visualmente durante el recorrido, se registró también la ubicación y dirección hacia donde se movían las guacamayas, lo cual evita contar más de una vez a los mismos individuos (Bibby et al., 2000).
El primer transecto inició desde la comunidad de Reforma Agraria y continuó con dirección norte hacia Pico de Oro. El segundo transecto inició a 500 m del entronque que conduce hacia Reforma Agraria y continuó dirección sur hacia el Ejido Adolfo López Mateos (Fig. 1). Adicionalmente, se establecieron dos puntos elevados de observación sobre el dosel de la selva para una mayor visibilidad y conteo de las guacamayas con una distancia de separación ente ellos de 1.3 km (Fig. 1). Este método considera un campo visual de 120° con un radio de 1000 m por un tiempo de muestreo de 2h 30m (Ralph, 1996). Los muestreos se realizaron de 06:00 a 08:30 h y de 16:30 a 19:00 h. El primer punto estuvo localizado en el tramo carretero Reforma Agraria-Pico de Oro y el segundo en dirección Reforma Agraria-Adolfo López Mateos. Se consideraron los conteos totales y se calculó para cada método un índice de abundancia como el total de registros por esfuerzo de muestreo. En el caso de los transectos fue el promedio de individuos por kilómetro recorrido (ind/km) y para los puntos elevados fue el promedio de individuos por hora de observación (ind/h).
Resultados y discusión
De acuerdo con las características de los 20 entrevistados; 13 fueron hombres y 7 mujeres. La mitad de los entrevistados presentaron edades de 30 a 39 años, aunque hubo personas entre 20 y 29 años, así como más de 60 años. La mayoría de los entrevistados tuvieron una escolaridad de primaria y secundaria (55 %), también hubo de preparatoria (20 %), algunos presentaron licenciatura (15 %), pero otros no tienen estudios (10 %). Las principales actividades que realizan en el ejido se relacionan al ecoturismo (60 %), donde las mujeres reportan una mayor actividad que los hombres (72 % -54 %). Otras actividades que mencionaron y que se alternan con el ecoturismo fueron la agricultura, ganadería y carpintería. Recientemente también hay personas que se dedican al Programa Federal establecido de Sembrando Vida. Las mujeres que tienen licenciatura ocupan el cargo de recepcionista, administradora y técnica de la UMA.
En este estudio se identificaron cuatro períodos que explican los procesos sociales en el ejido relacionados a las estrategias de manejo y conservación de la guacamaya roja.
Colonización y efectos en las poblaciones de guacamayas rojas (período de 1976 a 1990)
Las políticas gubernamentales impulsaron el asentamiento humano en la ocupación de tierras en el sureste mexicano, principalmente en Veracruz, Tabasco y Chiapas con repartos agrarios, explotación forestal y ganadera. En el municipio de Marqués de Comillas llegaron pobladores provenientes de otras regiones de Chiapas o de Oaxaca que fueron desplazados por conflictos agrarios (Cano, 2018). En 1976 los primeros habitantes que llegaron a Reforma Agraria fueron de los Distritos Tuxtepec y Choapan, quienes obtuvieron posesión oficial de 2 463 ha. de tierra en 1980. En esa década establecieron sus autoridades ejidales, elaboraron su reglamento interno y acordaron el ordenamiento de su territorio. La distribución de las tierras fue entre 40 ejidatarios (50 ha. cada uno); donde cada ejidatario destina 20 ha. para trabajar (16 ha. para ganadería y cuatro ha. para agricultura) y 30 ha. para conservación (Comunicación personal con trabajadora ecoturística. Reforma Agraria, enero 2020).
En 1980, los cambios en el uso de tierras no se reflejaban directamente en la población de la guacamaya roja, ya que se estimaban entre 850 a 900 individuos para la cuenca del río Usumacinta y parvadas de más de 50 individuos (Íñigo, 1999). Sin embargo, en 1983 el Banco Nacional de Desarrollo Rural a través del Fondo Nacional de Apoyo a las Empresas en Solidaridad contribuyó al desarrollo de la ganadería extensiva como la principal actividad económica en la región (Andrade y Solís, 2015). Así mismo aumentó la colonización en la región de Marqués de Comillas y surgieron áreas para las actividades ganaderas y agrícolas (Cano, 2018), por lo que incrementó la demanda de tierras (deforestación) y el comercio ilegal de guacamayas rojas (Íñigo, 1999). En 1988 esta especie se incluyó en la lista internacional de especies en riesgo con categoría de preocupación menor, la cual permanece hasta la fecha (BirdLife International, 2021).
En 1989, el Instituto Nacional Indigenista impulsó el programa de educación ambiental para el manejo de los recursos naturales, debido a la cercanía con la Reserva de la Biosfera de Montes Azules (Andrade y Solís, 2015). Sin embargo, en 1988, 1991 y 1993 fueron años claves para las poblaciones de la guacamaya roja, ya que en la selva Lacandona aumentó su comercialización. Cada individuo en el mercado ilegal tenía un valor monetario de 450 pesos (46.87 USD), considerado alto para la región al comparase con el ingreso por día de cultivos como el chile jalapeño (200 pesos: 20.8 USD), el maíz 10 pesos (1 USD) y el cacao 80 pesos (8.3 USD) (Íñigo, 1999). En 1990, el valor monetario que se generaba por la venta ilegal de individuos y la reducción de su hábitat natural habían ocasionado una disminución en las poblaciones de la guacamaya roja.
Iniciativas de conservación para las guacamayas rojas (período de 1991 al 2000)
A finales de 1993, las estimaciones de las poblaciones de las guacamayas rojas se redujeron considerablemente, ya que se estimaban entre 200 a 250 individuos en la selva Lacandona y 80 parejas reproductoras en la cuenca del río Lacantún (Íñigo, 1999). Esta situación propició empezar a establecer estrategias para su recuperación a partir de 1991. Fue entonces cuando en el ejido Reforma Agraria se realizaron colaboraciones con instituciones de gobierno, académicos y actores sociales con interés en el manejo y conservación de la guacamaya roja y los recursos naturales (Cano, 2018).
En 1996 se constituyó la Sociedad Cooperativa Ara macao S.C.L de C.V. y dio origen a la marca Las Guacamayas del Centro Ecoturístico con la participación de 16 de 40 ejidatarios (Cano, 2018). El proyecto se estableció en un área de dos hectáreas y fue apoyado por la Secretaría de Desarrollo Social, la Secretaría de Turismo y el Fondo Nacional de Apoyo para las Empresas en Solidaridad. El objetivo del Centro Ecoturístico fue promover un turismo de conservación (ecoturismo) y el desarrollo comunitario para los habitantes de Reforma Agraria (Andrade y Gómez, 2015), con su lema ¡De la grandeza de la selva depende nuestro desarrollo, de la nobleza de nuestros corazones, su conservación!
Entre 1998 y 1999 se impulsó el primer proyecto de conservación de guacamaya roja a través de la reproducción por medio de cajas de anidación construidas de madera y PVC (Carreón e Iñigo 2000). Veinte cajas se instalaron en la Reserva de la Biosfera de Montes Azules y 20 en la zona de Marqués de Comillas (Reforma Agraria). También en el ejido se prohibió tener en cautiverio cualquier especie de fauna silvestre y así minimizar los saqueos de guacamaya roja (Comunicación personal con socio del Centro Ecoturístico. Reforma Agraria, septiembre 2020).
Rumbo a la consolidación de las estrategias de conservación (periodo de 2001 al 2010)
En este periodo el Centro Ecoturístico Las Guacamayas inició sus certificaciones enfocadas al turismo sustentable. Las actividades de conservación de la guacamaya roja involucraron a la cooperativa, actores locales del ejido y organizaciones gubernamentales. En 2003, se destinaron 1,695 ha. para la creación de la Unidad de Manejo para la Conservación de Vida Silvestre (UMA). Como parte de la UMA, existen siete encierros establecidos donde se mantienen 15 guacamayas rojas anilladas. Estos individuos fueron decomisados de la región Marqués de Comillas por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) y se pusieron a disposición de la UMA de Reforma Agraria (Comunicación personal con socio del Centro Ecoturístico. Reforma Agraria, septiembre 2020). Estos ejemplares son con fines de exhibición para el ecoturismo por lo que no se realizan actividades de reproducción.
Debido a las actividades que se iban estableciendo en el Centro Ecoturístico, en 2007 recibieron el reconocimiento al programa de calidad Moderniza con el distintivo M, que avala las mejores prácticas y una distinción de empresa modelo. Este es el máximo reconocimiento que otorga la Secretaría de Turismo (SECTUR, 2011) (Comunicación personal con trabajadora ecoturística. Reforma Agraria, 2020). En 2008, se instalaron y se dio mantenimiento a 21 cajas de madera, algunas instaladas una década antes (Ku, 2018).
En 2010, dentro del ejido Reforma Agraria se destinaron 1 454 ha. de selva como una Área Destinada Voluntariamente a la Conservación y certificada por 99 años. En esta área se permite la investigación científica y actividades turísticas a través del sendero interpretativo de 2.5 km de longitud, con el nombre de “Saraguato”. A la fecha, la guacamaya roja se sigue considerando internacionalmente como una especie de preocupación menor, pero con poblaciones decreciendo. Sin embargo, aunque tolera la fragmentación, se estima que las poblaciones disminuirán alrededor del 25 % en tres generaciones (BirdLife International, 2021).
El ecoturismo y su importancia en la conservación de la guacamaya roja (periodo de 2011 al 2020)
El Centro Ecoturístico Las Guacamayas es una cooperativa conformada actualmente por 20 socios entre ejidatarios, esposas e hijos de ejidatarios. El proyecto turístico está certificado por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), y ha permitido oportunidades de empleos para las personas de Reforma Agraria, y para algunas personas que no residen en el ejido. Las entrevistas indicaron que ambas acciones, tanto la conservación como el ecoturismo pueden ser vinculadas para proveer ingresos económicos a los habitantes del ejido.
El Centro Ecoturístico brinda servicios de hospedaje con capacidad óptima para 65 personas con cabañas dobles, triples y colectivas (SECTUR, 2021). Las actividades que se ofrecen en el centro son los recorridos tanto en lancha por el río Lacantún, así como recorridos en los senderos de la reserva ejidal, en la Reserva de Montes Azules y también la observación de guacamayas en sus dormideros, en las cajas de anidación y en los encierros.
El Centro Ecoturístico ha recibido tres certificaciones. La marca Chiapas que reconoce identidad y calidad de la empresa en 2014 (Secretaría de Economía, 2021). En este mismo año recibió el distintivo Punto Limpio por la incorporación de buenas prácticas de higiene en los modelos de gestión de empresas turísticas (SECTUR, 2020). Y en 2016 se certificó como Ecoturismo Sustentable por la Norma Mexicana (NMX-133), que reconoce a los centros ecoturísticos en el desempeño sustentable y buenas prácticas ambientales, la cual venció en abril de 2020 (SEMARNAT, 2018; Comunicación personal con trabajadora ecoturística. Reforma Agraria, enero 2020).
Existen dos proyectos adicionales aún no constituidos legalmente y sin aportaciones económicas al ejido. Se trata del parador turístico Biohidroselva que brinda servicios de cabañas para 17 personas, áreas para acampar y servicio de alimentación. El otro es un proyecto familiar, parador turístico El Retoño que ofrece servicios de alimentación, renta de cabañas y áreas de acampar para aproximadamente 10 personas. Ambos proyectos solo ofrecen recorridos en lancha como servicio a turistas. Por acuerdos establecidos localmente, no pueden realizar recorridos dentro de la comunidad o en el sendero interpretativo (Comunicación personal con habitante. Reforma Agraria, 2020).
De las personas entrevistadas, el 60 % asociaron sus actividades económicas directamente al ecoturismo. El 10 % se dedica a la agricultura, el 10 % a la agricultura-ganadería, el 10 % a la agricultura-ecoturismo, el 5 % a la agricultura-carpintería y otro 5 % al Proyecto “Sembrando Vida”. De una población dedicada a las actividades primarias, ahora un número importante se dedica a la venta de servicios turísticos. Se ha reportado que la influencia del ecoturismo en las actitudes hacia la conservación de la biodiversidad puede presentar beneficios directos (Obombo y Velarde, 2019). Sin embargo, existen limitaciones en esta actividad, desde problemas en la infraestructura y acceso a los destinos, hasta dificultades en las relaciones entre actores e incluso a las condiciones locales de cada sitio (Neger, 2021).
¡Hacer conservación!: los acuerdos colectivos
Las personas entrevistadas mencionaron que la conservación de los recursos naturales del ejido se rige mediante acuerdos establecidos en las asambleas ejidales. Las reuniones se realizan cada dos meses donde se establecen normas y reglas, además se da seguimiento a las normas establecidas. La coordinación de las autoridades permite el cumplimiento de las reglas y acuerdos. Por ejemplo, todas las personas en el ejido están obligadas a no tirar basura en el área ejidal y destinar un día al mes a la limpieza del ejido, incumplir este acuerdo deriva en sanciones.
El Centro Ecoturístico aporta un incentivo económico anual aproximado de $1,500 pesos mexicanos ($72 USD) por ejidatario que no sea socio del Centro Ecoturístico. Este incentivo ayuda a que las personas participen en el mantenimiento de áreas comunes en el ejido, se mantenga la reserva ejidal y se permita que la fauna se acerque a los solares por alimento (Comunicación personal con socio del Centro Ecoturístico. Reforma Agraria, septiembre 2020).
En 2011, el Centro Ecoturístico Las Guacamayas, con las utilidades económicas del proyecto compró 6.5 ha. en el área ganadera. En esta área se realizaron labores de restauración con plantas nativas y frutales que permiten tener refugio y alimento para la fauna silvestre. Se plantaron especies de árboles como zapote prieto (Diospyros digyna), ramón (Brosimum alicastrum), caoba (Swietenia macrophylla), cedro (Cedrela odorata), corozo (Scheelea preusii), palo mulato (Bursera simaruba), guapaque (Dialium guianense), guatope (Inga fissicalyx), plumillo (Calliandra tweediei) y aguacate (Persea sp).
Un acuerdo ejidal en 2016 fue la prohibición de la cacería del venado o jaguar, entre otras especies. La cacería permitida solo para consumo es aquella que causa daño a la agricultura como los tejones que se alimentan del maíz. Además, las resorteras están prohibidas, así como el extraer guacamayas y contribuir a su comercio ilegal. La sanción máxima al no respetar los acuerdos es la expulsión del ejido.
Otra de las actividades que se establecieron fue la instalación de 40 cajas de anidación en potreros; en 2019 se dio mantenimiento a 10 cajas que estaban en mal estado. Sin embargo, no existe un protocolo de monitoreo establecido sobre el uso u ocupación de las cajas por las guacamayas rojas. No hay personal asignado a esta actividad, ya que se ocupan principalmente para las actividades ecoturísticas (Comunicación personal con trabajadora ecoturística. Reforma Agraria, enero 2020). Snyder et al. (2000) exponen que el desarrollo del ecoturismo puede aportar beneficios económicos a las comunidades, conservar el ecosistema del cual dependen los psitácidos y al mismo tiempo utilizar estas especies carismáticas como un atractivo turístico.
Con base en las entrevistas, el 8 % percibe que las cajas no tienen ningún impacto y/o beneficio para la especie e incluso lo consideran como una mala inversión económica, debido a que son ocupadas por abejas (Apis sp). Sin embargo, el 92 % de los entrevistados perciben que la implementación de las cajas de anidación ha tenido efectos positivos para las guacamayas. Por ejemplo: “La disminución de la guacamaya no se ha visto, cada vez hay más. Desde que empezaron los proyectos de nidos artificiales, pues se ven más las guacamayas y se acercan más a la comunidad” (Comunicación personal con trabajador ecoturístico. Reforma Agraria, enero 2020).
Sin embargo, no hay datos de campo y monitoreo sobre el uso y éxito de anidación de las guacamayas en las cajas de anidación. Los socios y trabajadores del Centro Ecoturístico han reconocido que las actividades implementadas como las cajas de anidación, mantenimiento de la reserva ejidal y compromiso con los acuerdos son importantes para la conservación de la guacamaya roja. Esto abona en el convencimiento de las ventajas de la conservación, lo cual puede interpretarse como un insumo para el fortalecimiento del capital social. Ya se ha planteado que la participación de las comunidades locales con enfoques participativos en la gestión de recursos y conservación tiene beneficios importantes, incluso la decisión conjunta de manejo (Charles, 2021). En este sentido, los acuerdos establecidos y las actividades de conservación enfocados para la guacamaya roja en Reforma Agraria ilustran los beneficios del Ecoturismo. Sin embargo, se necesitan estudios puntuales para evaluar los impactos directos hacia el ambiente, así como los impactos económicos, sociales y culturales de esta actividad en el ejido (Diamantis, 1999; Goodwin, 2002).
Obstáculos en la conservación
Se registraron pocas opiniones sobre los obstáculos para la conservación de la guacamaya roja. Sin embargo, los entrevistados identificaron algunas consideraciones: 1) La reducción o finalización de los programas gubernamentales. Por ejemplo, en 2019 finalizó el programa de los pagos por servicios ambientales, incentivo económico de $500 pesos ($25 USD) por ha. para conservar la reserva ejidal (Comunicación personal con habitante. Reforma Agraria, septiembre, 2020); 2) Alguna fauna silvestre como los monos arañas, saraguatos e incluidas las guacamayas son percibidos por algunas personas como plagas, debido a que ingresan al ejido para alimentarse en los solares por la disponibilidad de alimento que ahí encuentran y no deben ser ahuyentados por los pobladores. Asimismo, esta fauna también se aprecia como atractivo visual para los turistas al ingresar al ejido, y 3) Los nidos naturales son considerados una limitante para la reproducción de las guacamayas en vida silvestre (Comunicación personal con trabajador ecoturístico. Reforma Agraria, enero 2020), así como el continuo saqueo de pollos para la comercialización ilegal que aún existe por personas provenientes de lugares fuera de los límites del ejido.
Hay veces que hay saqueos de guacamayas. Por eso se trata de cuidarlos hoy en día. Fue en un inicio, cuando se dejaba ahí que se reprodujera, pero al final, nos dimos cuenta de que sí había saqueo. Nosotros tratamos de cuidar todo lo que está en el perímetro de Reforma. (Comunicación personal con trabajador ecoturístico, Reforma Agraria, enero 2020).
Por medio de las asambleas en el ejido de Reforma Agraria se establecieron diversos acuerdos sobre la conservación de los recursos naturales. Con la participación de 40 ejidatarios se determinó que: 1) Repartición del territorio con una extensión de 50 ha. para cada ejidatario, el cual deberá destinarse de la siguiente manera: 16 ha. para ganadería, 4 ha. para agricultura y 30 ha. para conservación; 2) La coordinación de la autoridad ejidal supervisará el cumplimiento de las reglas y acuerdos; 3) Se establecieron sanciones en caso de incurrir en los acuerdos. Por ejemplo, toda persona está obligada a no tirar basura en el área de la comunidad, en caso de ser sorprendida tendrá una multa de 10 salarios mínimos ($1 410.70; salario mínimo en 2021), y 4) La limpieza ejidal se realiza obligatoriamente la última semana de cada mes. En caso de no cumplir este acuerdo, hay una multa y la persona deberá limpiar el área que le corresponde. Los acuerdos aplican a nivel ejidal haciendo responsables a los dueños de las viviendas o proyectos para mantener las áreas verdes de las casas, del Centro Ecoturístico Las Guacamayas, paradores turísticos El Retoño, Biohidroselva y áreas públicas (Comunicación personal con trabajadora ecoturística. Reforma Agraria, enero 2020).
En los proyectos ecoturísticos en todo el mundo, se han reportado varios obstáculos o limitaciones que incluyen desde problemas económicos y búsqueda de fondos, problemas sociales dentro de la organización, el establecimiento de acuerdos con los diferentes actores, problemas en la infraestructura y su mantenimiento, acceso al sitio, manejo de los residuos generados, capacitación del personal, seguridad para el turista, entre muchos otros (Goodwin, 2002; Neger, 2021). En el Centro Ecoturístico Las Guacamayas no se identificaron conflictos entre los integrantes de la sociedad. Sin embargo, esto no excluye algunas limitaciones u obstáculos que puedan enfrentar en el proyecto. Es necesario más estudios para identificar estos obstáculos.
Los dos proyectos de paradores turísticos establecidos en el ejido pueden ocasionar tensiones entre los involucrados. El parador El Retoño inició hace 10 años como comedor, ofreciendo alimentos para los visitantes que llegaban al ejido y permitía buenas ganancias económicas. Al principio no se generaron conflictos con los socios del Centro Ecoturístico porque solo funcionaba para la venta de comida. Sin embargo, hace 5 años (2016) se inició la reforestación en un terreno a la orilla del río Lacantún y entonces comenzaron la construcción de dos cabañas para conformar un parador turístico. El segundo proyecto es el parador Biohidroselva, el cual inició con una cabaña pequeña, debido a la demanda de hospedaje que se tenía en el Centro Ecoturístico. Posteriormente se construyó un comedor (el cual se incendió) y cabañas, actualmente este parador ofrece solo hospedaje. Como acuerdo entre los socios y los habitantes del ejido que desean brindar algún servicio turístico, consideran que los nuevos proyectos no podrán ofrecer recorridos turísticos en el sendero interpretativo Saraguato ubicado en la reserva ejidal, ni recorridos dentro del ejido. Sin embargo, las personas que deseen iniciar sus proyectos en ecoturismo pueden proponer y diseñar nuevos recorridos en sus terrenos, como los espacios ganaderos o de agricultura, ya sea para observación de fauna o algún atractivo de interés.
Abundancia de la guacamaya roja
En general, la información poblacional de la guacamaya roja es insuficiente (BirdLife International, 2021), ya que no existe un protocolo de monitoreo a largo plazo y unificado para evaluar su dinámica poblacional. Existen varios estudios en donde se han estimado la abundancia de la guacamaya roja en la zona de Montes Azules y Marqués de Comillas, pero con diferentes protocolos de muestreo lo que dificulta sus comparaciones (e.g. Iñigo- Elías, 1996; Carreón e Iñigo, 2000; Carreón-Arroyo, 2006; de la Maza et al., 2014, Ku, 2018). En los años 80, la población de la guacamaya roja se estimaba entre 850 a 900 individuos en la cuenca del río Usumacinta (Iñigo, 1999), pero la población disminuyó a finales de 1993 con registros totales de 200 a 250 individuos (Iñigo, 1999). Algunas estimaciones se realizaron en 1989-1990 a una escala espacial amplia en 120 km y 12 transectos lineales, tanto en la zona de Montes Azules con estimaciones de 3.86 ind/km2 en bosque continuo, como en la zona de Marqués de Comillas en áreas perturbadas con 5.80 ind/km2 (Iñigo-Elías, 1996). Otro estudio posterior realizado en 2013-2014 también a una escala amplia en la zona de Montes Azules en 120 km y 7 transectos, estimaron un total de 138 individuos en la subcuenca del río Lacantún, con 105 individuos en promedio al mes (de la Maza et al., 2014). Este estudio reportó que la distribución de la guacamaya roja no es homogénea en toda su área de distribución, varía de acuerdo con las características de la zona y seguramente a la disponibilidad de alimento, en donde reportaron mayores avistamientos en la porción media de la subcuenca del río. Así mismo describieron menores individuos en las zonas más perturbadas de la región (de la Maza et al., 2014).
Los registros de la guacamaya roja reportados en eBird durante
los 5 años analizados presentaron una media total de 5.3 ± 5.82 registros y no
variaron significativamente entre años (H = 2.31, P = 0.65) (Fig. 2). En 2019, febrero, abril y agosto
presentaron los mayores registros de guacamayas (
En 2013-2014, los registros de la guacamaya roja reportados fueron en su mayoría parejas y regularmente parvadas de 7 a 10 individuos, así como pocos registros de parvadas de 20 hasta 46 individuos (de la Maza et al., 2014). En los registros de eBird para Reforma Agraria, se reportan pocos registros de individuos solitarios, donde las parvadas de 3 a 10 individuos sobresalen con el 57.3 % del total de los registros, y un 31.3 % fueron registros en parejas en los 5 años analizados. Asimismo, existieron pocos registros con parvadas de más de 10 y hasta 25 individuos.
En este estudio, el 47 % de los registros en los transectos fue de parejas, y lo
mismo sucedió en los puntos elevados, donde fue del 55.5 %. El 46 % fueron
individuos solitarios en los transectos y en los puntos elevados se registraron
parvadas de hasta 7 u 8 individuos. En el estudio de López-Muñoz (2021), realizado en Reforma Agraria en 2020,
pero en los meses de marzo, junio, julio y agosto, el 45 % de las guacamayas
registradas fueron en parejas, pero también se registraron parvadas de 14, 18 y
hasta 28 individuos en los transectos. También se registraron 81 guacamayas
rojas en los transectos, el número máximo de individuos en enero y febrero fue
de 19 por muestreo. El índice de abundancia estimado fue de
Es difícil realizar comparaciones de las estimaciones de las poblaciones de guacamaya a lo largo de 40 años desde el establecimiento de las poblaciones humanas en la región. Esto es porque los muestreos no fueron similares espacialmente, algunos son muy locales realizados en el ejido de Reforma Agraria y otros son a una escala más amplia, a lo largo del río Lacantún en la zona de Montes Azules. Algunos muestreos son temporalmente cortos, además que varían las unidades de las estimaciones. A pesar de esto, lo que es claro es la reducción de las poblaciones de guacamayas de aproximadamente 900 individuos estimados en los años ochenta (Iñigo, 1999), 250 individuos estimados en los años noventa, y para inicios delo 2010 las estimaciones fueron de 138 individuos para la subcuenca del río Lacantún (de la Maza et al., 2014). Ahora bien, de acuerdo con el promedio de parvadas vistas, en 2014 se observaban grupos de entre 7 y 10 individuos, pero se llegaron a observar parvadas de hasta 46 individuos (de la Maza et al., 2014). Ya en años posteriores la mayoría son registros de grupos de 3 a 10 individuos con reportes de parvadas de hasta 25 individuos, e incluso el año pasado (2020) hubo parvadas de hasta 28 individuos (López-Muñoz, 2021). La guacamaya roja puede utilizar ambientes modificados o fragmentados como bordes de selvas, áreas abiertas o pastizales arbolados, pero siempre está asociada a vegetación conservada (Ríos-Muñoz y Navarro-Sigüenza, 2009). Los individuos de la guacamaya roja en la zona de Montes Azules se mueven entre las zonas de la Reserva de la Biosfera Montes Azules hacia el ejido. Esta reserva con una extensión boscosa de 331.200 ha. ha permitido en gran medida su conservación en la zona.
La distribución de la especie no es homogénea, por lo que las acciones de manejo y conservación por parte de las comunidades locales como las implementadas en Reforma Agraria han ayudado también a la persistencia de las poblaciones de guacamaya. Por ejemplo: brindar cajas para anidación, prohibir el saqueo de pollos en los nidos y permitir que las guacamayas se alimenten en los solares. Así como proteger un área forestal en el ejido que permite la conectividad de zonas forestales y el movimiento de las guacamayas. Se ha reportado que en la parte baja de la subcuenca del río Lacantún hay condiciones similares a otros sitios con un número importante de registros de guacamayas, pero actualmente esta zona ha tenido un importante cambio en el uso del suelo (de la Maza et al., 2014).
Conclusiones
La historia del ejido Reforma Agraria ha sido muy particular, desde su establecimiento, desarrollo, permanencia e implementación de actividades y estrategias para la conservación de la guacamaya roja. La guacamaya roja es una especie muy carismática y llamativa que también ha permitido utilizarla en estrategias para su conservación. No solamente para ayudar a la conservación de sus poblaciones, sino para la conservación de todo el ecosistema donde habitan. El compromiso y respeto a los acuerdos que han adquirido los socios y habitantes del ejido, sumado a las actividades ecoturísticas como alternativa de ingresos económicos, ayudan a la conservación, lo que ha permitido que individuos de la guacamaya roja se puedan registrar durante todo el año en el ejido.
El ejido de Reforma Agraria ofrece a las guacamayas rojas una zona de refugio y disponibilidad de alimento en colindancia con la Reserva de la Biosfera Montes Azules. Sin embargo, es necesario realizar el monitoreo sistemático de los individuos, así como la revisión y ocupación de las cajas de anidación y su éxito reproductivo. Esta experiencia de 25 años en el centro ecoturístico, involucra principalmente a los actores locales para mejorar sus modos de vida, ya que es una actividad que puede ser económicamente sustentable, pero también involucra a actores de gobierno que brindan incentivos y promueve la conservación de una especie amenazada en México.
En el ejido de Reforma Agraria hacen labores de conservación y manejan el ecoturismo como una actividad económica que minimiza los impactos al ambiente dentro del ejido. Sin embargo, las sinergias de este ejido con las instituciones de gobierno y académicas son importantes para fortalecer proyectos de conservación. El objetivo de consolidar actores externos con el ejido de Reforma Agraria puede permitir que se generen intercambios de experiencias para sumar ejidos aledaños en la conservación y para mejorar las actividades económicas minimizando el impacto al ambiente y la conservación de una especie altamente amenazada en México.