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Migración y desarrollo

versión impresa ISSN 1870-7599

Migr. desarro vol.8 no.14 Zacatecas ene. 2010

 

Artículos

 

Desarrollo y migración: una lectura desde la economía política crítica

 

Humberto Márquez Covarrubias*

 

* Profesor-investigador del Doctorado en Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Correo-e: hmarquez@estudiosdeldesarrollo.net.

 

Resumen

A partir de una deconstrucción de la visión dominante, este artículo propone nuevos elementos teóricos para cuestionar el papel de las migraciones en la expansión del capitalismo neoliberal. Desde la óptica de los estudios críticos del desarrollo se esboza un modelo analítico que relaciona las categorías de desarrollo desigual, migración forzada y remesas salariales. Nuestro argumento es que el proceso de neoliberalización incuba un régimen de insustentabilidad social que excluye a amplios sectores poblacionales de la producción y consumo, conculca los derechos humanos básicos y destruye los sujetos sociales. En los lugares de origen, el ciclo de reproducción de la vida está fracturado, por lo que la migración forzada aflora como una expresión de la crisis social permanente. Como correlato, la mayor parte de la fuerza de trabajo migrante -barata, flexible y desorganizada- es superexplotada. Una fracción de los ingresos salariales, las remesas, se canalizan para cubrir la subsistencia de los dependientes económicos radicados en los lugares de origen, sin que esto llegue a configurarse como un proceso de desarrollo.

Palabras clave: desarrollo desigual, migración forzada, remesa salarial, economía política de la migración, estudios críticos del desarrollo.

 

Abstract: By deconstructing dominant views of migration, this article posits new theoretical elements with which to question the role played by this phenomenon in neoliberal capitalist expansion. Critical development studies serve to outline an analytical model that links unequal development to forced migration and remittances. I argue that neoliberalization entails an unsustainable social regime that excludes wide sectors of the population from production and consumption processes, tramples basic human rights, and destroys social subjects. Reproductive life cycles in societies of origin are fractured and forced migration becomes an expression of the permanent social crisis. Consequently, most of the migrant labor force-which is cheap, flexible and disorganized-works in conditions of superexploitation. A fraction of earned salaries takes the form of remittances that, far from comprising processes of development, merely ensure the subsistence of financial dependents in places of origin.

Keywords: unequal development, forced migration, remittances, political economy of migration, critical development studies.

 

INTRODUCCIÓN

El cometido del presente artículo es analizar la expansión de las migraciones internacionales durante el proceso de reestructuración y expansión capitalista neoliberal que ha tenido lugar en los últimos 35 años, y que hoy afronta una severa crisis general (Márquez, 2010). Para ello, se desmonta la visión convencional que hace una apología, o al menos una lectura acrítica, del fenómeno a partir de enfoques micro -cuya unidad de análisis es el individuo o la familia-, esquemas analíticos que descansan en factores de atracción y expulsión, descripción de trayectorias socioculturales propias del transnacionalismo y la agenda política internacional de migración y desarrollo.

En el marco de los estudios críticos del desarrollo, se erige un modelo analítico que relaciona las categorías de desarrollo desigual, migración forzada y remesa salarial asignándoles nuevos significados a la luz del papel conferido a la fuerza de trabajo barata -calificada y no- en el proceso de acumulación mundial de capital y su nueva división internacional del trabajo. Nuestra intención es esbozar una alternativa teórica que aporte nuevas preguntas, supuestos, conceptos, explicaciones y prescripciones. Por ello planteamos la necesidad de develar las causas profundas de las migraciones internacionales, particularmente las que van de los países subdesarrollados a los desarrollados, y de entender el papel de los migrantes en las dinámicas del desarrollo desigual, tanto en el abaratamiento laboral como en la subsistencia de los dependientes económicos.

 

VISIÓN DOMINANTE SOBRE LA MIGRACIÓN INTERNACIONAL

Debido a la magnitud alcanzada por el flujo de migrantes y remesas a nivel mundial durante la vigencia de la globalización neoliberal, el nexo entre las migraciones internacionales y el desarrollo ha venido cobrando gran importancia en los ámbitos político, académico y social. La visión dominante sobre migración y desarrollo está asentada claramente en los intereses de los países centrales que captan la mayoría de los flujos migratorios, por lo que se pone de realce los temas de seguridad nacional, gobernabilidad de las migraciones y la idea de que las remesas son fuente del desarrollo para los países de origen (Márquez, 2008a). La visión dominante sobre las migraciones internacionales está compuesta por una amalgama de cinco piezas principales:

1) Enfoque microsocial. Como un subproducto del individualismo metodológico propio de la teoría neoclásica, en el mayor de los casos, la emigración se explica como fruto de una decisión individual o, a lo sumo, familiar (Todaro, 1976). Se trata de la migración como una estrategia -y no precisamente una necesidad- desprovista de causalidades históricas y estructurales, pues se supone que ese fenómeno se reproduce a sí mismo, en tanto cultura o tradición fuertemente arraigada y con al acompañamiento de las redes sociales (Kandel y Massey, 2002).

2) Factores de atracción y expulsión (push-pull). Sin ser una perspectiva teórica, este esquema analítico enumera en dos catálogos los elementos que precipitan la <<expulsión>> y aquéllos que imantan las corrientes migratorias debido a desajustes socioeconómicos entre regiones. Constituye una visión unidireccional de la migración que emana de la teoría etapista de la modernización. Por tanto no se consideran seriamente el contexto, la historicidad, los procesos clave ni los agentes principales.

3) Enfoque neoclásico ortodoxo o neoliberal. La existencia de un diferencial salarial actúa como el detonador de la migración. La decisión de emigrar nos remite a una decisión racional tomada a título individual o familiar, y puede ser considerada una inversión en capital humano. Es decir, el migrante se percibe como si fuese un empresario que invierte en sí mismo y en su familia, en su propio capital humano (Bate, 2001; Orozco y Wilson, 2005; Terry, 2005; Ratha, 2003, 2007). Adicionalmente, los procesos de liberalización neoliberal, como los tratados de libre comercio auspiciados por los países centrales en sus áreas de influencia, se supone que desembocan en la convergencia económica, que a la postre disminuyen las asimetrías, como el diferencial salarial, e inhiben los estímulos a la migración masiva (Garrigues, Meissner, Hormats y Ogata, 1993; Meissner, 1992; U.S. Commission for the Study of International Migration and Cooperative Economic Development, 1990).

4) Transnacionalismo. Las prácticas socioculturales que los migrantes establecen entre sí, enlazando distintos lugares de destino y origen, conducidas por redes y organizaciones sociales que constituyen un capital social, conforman un llamado espacio social transnacional, ante el supuesto desvanecimiento del Estado-nación (Basch, Glick Schiller y Szanton-Blanc, 1994; Guarnizo y Smith, 1998; Levitt y Glick Schiller, 2004; Faist, 2000). Desde una visión positiva, considera que el gran detonador de las migraciones internacionales es la globalización, en particular la difusión de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) que facilitan y abaratan los flujos migratorios. Marca un énfasis en la organización social de la migración y en el papel de la agencia en los procesos de desarrollo. El transnacionalismo resulta una explicación postestructural, pues omite las causas estructurales de la migración, el papel que juegan los migrantes en la acumulación de capital, las dinámicas del capitalismo contemporáneo y el papel del Estado. A partir de una mirada sociológica, deifica las relaciones sociales entre iguales en un plano horizontal que vinculan lugares de origen y destino, sin mácula de contradicciones, por lo que resulta incapaz para analizar las relaciones de producción (explotación) y reproducción (familiar y de fuerza de trabajo).

5) Migración y desarrollo. Desde una visión de conjunto, se alienta la idea de que la migración produce desarrollo para los lugares y países de origen. En esa tónica se postula que las remesas constituyen el instrumento del desarrollo, y la diáspora, la agencia (BID, 2006; OIT, 2007). A fin de hacer eso posible, los organismos internacionales alientan una supuesta <<democracia financiera>> para incentivar la inversión de las remesas, la disminución de los costos de transferencias para incrementar el caudal de ingresos y la aplicación de <<buenas prácticas>> para alentar la gobernabilidad local (Terry, 2005). La migración y el desarrollo aparecen entrelazados desde una visión unidireccional, ahistórica e irresoluta que gira en torno a dos tesis centrales: la migración internacional como fenómeno que beneficia exclusivamente al país exportador de personas y, por añadidura, las remesas como palanca del desarrollo. Esta ha sido la postura de los organismos internacionales como el Banco Mundial (BM, 2005, 2006a, 2006b, 2007), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2000, 2001), el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN, 2004), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2005), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, 2009), la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2010), la Organización Internacional para la Migraciones (OIM, 2003, 2006a, 2006b) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2009), entre otras, además de la mayoría de los gobiernos de los países exportadores e importadores de migrantes.

Estas vertientes analíticas tienen en común el hecho de que no cuestionan las causas profundas de la migración, ni critican el fenómeno de la llamada globalización neoliberal. Por lo contrario, tienden a explicar la migración por sí misma, por lo que descontextualizan la problemática y pierden de vista los complejos problemas del desarrollo que la circunscriben. La mayoría de los analistas, gobiernos y organismos internacionales han centrado el debate migratorio en una supuesta contribución de los migrantes para detonar el desarrollo de sus lugares, regiones y países de origen mediante el envío de remesas. Una peculiaridad de esta visión es que el concepto de desarrollo no suele definirse, sino que se considera como un resultado positivo de la dinámica migratoria y, en particular, de los usos de las remesas, particularmente en la disminución de la pobreza de las familias receptoras y en el desarrollo local mediante el financiamiento a pequeños proyectos productivos y la realización de obra pública. Si el desarrollo no se define, menos se toma en cuenta las causas profundas que generan las migraciones y menos aún se contempla la urgente necesidad de reorientar la inserción de los países subdesarrollados especializados en la exportación de fuerza de trabajo al sistema capitalista mundial, en general, y sus bloques regionales, en particular, ni de cambiar el entramado institucional y político que soporta las políticas de ajuste estructural de corte neoliberal, elementos ambos que están en la base de la expansión de las migraciones forzadas.

 

URDIMBRE MITOLÓGICA DE LA MIGRACIÓN, REMESAS Y DESARROLLO

La perspectiva dominante sobre migración y desarrollo, alentada por los organismos internacionales y gobiernos afines, prohíja una mitología que encierra verdades a medias y falacias, que encubren verdaderas contradicciones y paradojas (véase tabla 1). Entre otros, podemos destacar los siguientes mitos que, vistos críticamente, entrañan paradojas sintomáticas: 

• Primer mito: La migración constituye el rostro humano de la globalización donde todos ganan: migrantes y sus familias, países de origen y destino. Los defensores de la globalización neoliberal crean la imagen de que con el ascenso de los flujos migratorios todos ganan: países de origen (al percibir remesas y evadir problemas como el desempleo estructural) y países de destino (al captar abundante fuerza de trabajo calificada y no calificada barata y desorganizada, sin erogar recursos para sus costos de formación), así como los migrantes (que encuentran empleo y una remuneración inasequibles en su lugar de origen) y sus familias (que reciben ingresos necesarios para la subsistencia). Pero ocultan el hecho de que la globalización neoliberal ha acrecentado las asimetrías entre regiones, países y localidades, y ha profundizado las desigualdades sociales al seno de prácticamente todos los países, a la vez que ha desmantelado las sociedades y economías de los países subdesarrollados y activado la migración forzada. Asimismo se ocultan los costos que representa la migración para los países de origen en términos de pérdida de fuerza de trabajo, deterioro de actividades productivas, transferencia de costos de formación, despoblamiento, desmembramiento de familias, abandono de infraestructura y fractura en procesos de sociabilidad.

• Segundo mito: La integración regional de libre mercado y las políticas de ajuste estructural consustanciales desembocan en una convergencia económica y disminuyen la migración. La configuración de bloques económicos regionales, basados en el <<libre comercio>>, crean la falsa imagen de una libre concurrencia donde los productores y capitales de países periféricos pueden beneficiarse al acceder a una masa inconmensurable de consumidores del mundo desarrollado. No obstante, se oculta el hecho de que en esos mares procelosos deambulan los grandes tiburones, los grandes capitales monopólicos y oligopólicos, que pronto se apropian de los sectores estratégicos y de recursos públicos y privados, naturales y humanos. En realidad, la integración neoliberal amplía las asimetrías y desigualdades sociales y actúa como motor propulsor de las migraciones de las periferias a los centros del sistema capitalista mundial.

• Tercer mito: La migración es un fenómeno que no se puede contener, sólo se puede administrar o gobernar. Los gobiernos de los países emisores enarbolan una explicación de las migraciones que los exime de cualquier responsabilidad política e institucional: en su desencadenamiento nada tiene que ver el modelo económico excluyente, la monopolización y extranjerización de sectores clave o el desmantelamiento del Estado social. La explicación se localiza en una reducción fenomenológica: se trata de una movilidad poblacional ancestral, que se remonta a la historia de los tiempos, una práctica consustancial a la humanidad, sin responsabilidades políticas e institucionales en el presente. No hay causas estructurales ni estratégicas, y las históricas se presentan como una expresión natural. No obstante, de manera subrepticia, estos gobiernos estimulan la migración para desentenderse de problemas como el desempleo estructural y los conflictos sociales, amén de que a la postre reporta dividendos, las remesas, que coadyuvan a mantener los frágiles equilibrios de la gobernabilidad neoliberal. Para los gobiernos, políticos y medios de comunicación de los países receptores, los migrantes representan seres indeseables que acarrean problemas y conflictos; no se repara en que contribuyen a la economía receptora. En tal sentido, los migrantes son considerados, por una parte, como héroes del desarrollo, y, por la otra, como criminales o bárbaros.

• Cuarto mito: La migración es un proceso cultural, una tradición de los pueblos, que se reproduce a sí misma. Esta feliz idea deposita en el individuo o la familia la decisión de emigrar, ya no por la imposibilidad de garantizar local o regionalmente la subsistencia, o por la aspiración de acceder a una vida mejor, imposible de alcanzar en esas demarcaciones, sino porque la migración recurrente, de tan contagiosa, se ha convertido en una cultura que se ha desprendido de sus causas primigenias y se ha consolidado como la causa primera y última de la movilización poblacional. Cualquier alusión a las relaciones de causalidades históricas, estructurales y coyuntura-les son vistas como deterministas y anacrónicas. El interés del individuo, la aspiración de acceder a los canales de movilidad de la modernización capitalista y el señuelo de la vida próspera del Primer Mundo son algunos ingredientes de esta subjetividad migratoria.

• Quinto mito: La migración es una estrategia de las familias e individuos para maximizar sus ingresos. En el plano de la subjetividad, la migración se concibe como una estrategia de individuos y familias para maximizar sus ingresos, para mejorar su condición de vida. Como si fuesen entidades empresariales, que toman informaciones racionales, las familias toman como referente inmediato la imagen del sueño capitalista de las economías centrales, que se presentan como la cristalización del desarrollo, como una tierra de oportunidades y una sociedad libertaria. Las remesas resultan ingresos privados o ganancias. Las causales estructurales resultan elementos secundarios. Las redes sociales son instancias subsidiarias de las familias y de las llamadas comunidades transnacionales, que orientan, informan y protegen los flujos migratorios.

• Sexto mito: Los migrantes son agentes del desarrollo y sus recursos, principalmente las remesas, la palanca. Ante la descomposición socioeconómica que trae consigo la neoliberalización, el Estado y los organismos internacionales pretenden achacar a los migrantes la responsabilidad de generar procesos de desarrollo, principalmente en sus lugares de origen, sin proponer cambios sustanciales en las dinámicas estructurales y en el entramado político e institucional, y no obstante la evidencia de que la mayoría de los migrantes pertenecen al sector laboral expuesto a las peores condiciones de precarización y explotación laboral. Esta proposición paradójicamente alienta la idea de que los migrantes, que se cuentan entre los trabajadores sometidos a las condiciones más ingentes de explotación y precarización laborales, son responsables de resarcir los efectos socioeconómicos más adversos provocados por la política neoliberal.

• Séptimo mito: Las <<buenas prácticas>> representan la mejor estrategia de migración y desarrollo. Las políticas públicas, descontextualizadas e inconexas, abaladas por los organismos internacionales, se postulan como herramientas suficientes para detonar procesos de desarrollo en zonas de alta migración, sin embargo no están acompañadas de una estrategia de diversificación de recursos públicos, privados y sociales, ni de políticas alternativas de desarrollo que se propongan revertir las causas profundas de la migración forzada.

 

 

HACIA UN ENFOQUE ALTERNATIVO: ECONOMÍA POLÍTICA DE LA MIGRACIÓN

Diversos autores, desde distintas perspectivas teóricas y empíricas, han cuestionado la visión dominante (Canales, 2008; Castles y Delgado Wise, 2007; Delgado y Márquez, 2009; Delgado, Márquez y Rodríguez, 2009; Márquez, 2005, 2008a; Binford, 2002; Newland, 2007). La crítica ha logrado desmontar la ideología, argumentación y prescripciones. Sin embargo, aún es necesario fortalecer una propuesta teórico-conceptual alternativa orientada a entender las migraciones en el contexto de la globalización neoliberal. La economía política de la migración puede contribuir a tal propósito.

La economía política de la migración constituye un mirador teórico para el estudio de las migraciones asociadas a las dinámicas de acumulación mundial de capital, la generación de sobrepoblación, la mercantilización de la fuerza de trabajo y la procreación de espacios de insustentabilidad social. Este enfoque analiza las relaciones sociales de explotación, dominación y opresión que sustentan el modelo de acumulación y el sistema de poder en el sistema mundial. El punto crítico es el papel de las migraciones como fuente de abastecimiento de fuerza de trabajo barata para el capital de los países centrales. Para ello se trata de evidenciar las causas estructurales de las migraciones y mostrar las contradicciones inherentes, además de tomar nota de la existencia de sectores sociales y ámbitos espaciales que resultan ganadores y perdedores. En contraposición a la posturas dominantes, se parte del supuesto de que la migración no es una variable independiente, un fenómeno que se reproduce a sí mismo o un dato que se da como dado, sino que es una variable dependiente de las dinámicas del desarrollo desigual que caracterizan al sistema capitalista contemporáneo. Por tanto, la unidad de análisis principal es el sistema capitalista mundial, que para efectos analíticos se descompone en los niveles global, regional, nacional y local, y dentro de esa configuración se estudian los vínculos entre las dinámicas del capital y la movilidad resultante de la fuerza de trabajo.

El estudio de las migraciones transcurre por tres momentos sucesivos, normalmente soslayados por los estudios ortodoxos: 1) análisis de las causas históricas y estructurales de las migraciones en el marco de la problemática derivada de la acumulación de capital, el sistema de poder, el deterioro ambiental, la expansión de las desigualdades sociales y la diferenciación entre zonas desarrolladas y subdesarrolladas; 2) examen de las dinámicas estrategias de la migración, en atención a las prácticas institucionales y políticas basadas en la relación de capital, el papel que juegan las migraciones en los procesos de desarrollo desigual, el sistema de explotación del trabajo migrante y los mecanismos de subsistencia de la familia migrante en lugares de origen y destino, y 3) revisión de las formas de organización y movilización de los migrantes en defensa de sus derechos básicos, la participación para impulsar procesos de desarrollo y eventualmente para promover alternativas de desarrollo.

Entre los supuestos básicos de este enfoque, destacan los siguientes: 1) primacía explicativa de la problemática del desarrollo desigual (variable independiente) sobre la dinámica migratoria (variable dependiente); 2) la globalización neoliberal representa la concentración de capital, poder y riqueza entre una delgada élite social, asimismo significa la dominación económica, política y cultural de las regiones periféricas, lo cual se traduce en una extracción de excedente económico y de recursos naturales y humanos baratos; 3) la neoliberalización promueve la apropiación de sectores estratégicos y rentables de la periferia y promueve las desigualdades sociales como elemento estimulante de la competitividad y rentabilidad; 4) la mayoría de la población padece ingentes condiciones de insustentabilidad social que ponen en predicamento la subsistencia; 5) el capitalismo neoliberal atenta contra las fuentes de la riqueza social (vida humana y naturaleza) y pone en predicamento la reproducción de la vida humana, así como ocasionan una fractura en el proceso metabólico sociedad-naturaleza, y 6) las migraciones son una expresión de la crisis social permanente que asola a localidades y países periféricos.

Para desbrozar los entuertos de la visión dominante sobre migración y desarrollo, afincada en los intereses de los países desarrollados receptores de amplios contingentes de migrantes, conviene plantear preguntas que vayan a la raíz del problema y que sugieran la posibilidad de pensar en alternativas de desarrollo, como condición necesaria para revertir la emigración forzada y sus múltiples manifestaciones de regresión social. Al respecto, nos podemos preguntar: ¿cuáles son las causas históricas, estructurales y estratégicas de las migraciones contemporáneas?, ¿cuál es el papel conferido a las migraciones y los migrantes en el proceso de acumulación mundial centrado en el predominio de los monopolios y oligopolios transnacionales?, ¿qué papel juegan los migrantes y sus recursos, las remesas, en la subsistencia familiar y en el apuntalamiento del modelo neoliberal?, ¿es sustentable el modelo de acumulación mundial centralizado basado, entre otras estrategias, en la flexibilización del trabajo y en la migración forzada?, ¿cuáles son los intereses que encubre la visión dominante sobre migración y desarrollo?, ¿qué alternativas sistémicas existen para superar la migración forzada como mecanismos que sobreexplota el trabajo migrante y profundiza el subdesarrollo de los países de origen?

Dos son las fuentes donde abreva la economía política de la migración: los estudios críticos del desarrollo y los estudios críticos de la migración. Los estudios críticos del desarrollo emergen como una segunda crítica de la economía política, es decir, no es ya la crítica de los clásicos (Smith y Ricardo), sino la crítica del neoclacisismo y el neoliberalismo, representado por Hayek y Friedman, y sus seguidores, y por organismos como el FMI, BM y OMC, que diseñan las políticas medulares de la globalización neoliberal, además instancias como el Foro Económico Mundial y expresiones como el Consenso de Washington.1 La ideología y política neoliberales construyen un modelo de desarrollo centrado en los intereses de los grandes capitales: el mercado total, el desmantelamiento del Estado social, la flexibilización de la fuerza de trabajo y el sometimiento de la naturaleza. En tal caso, es importante desmontar la noción de desarrollo del mainstream basada en la globalización neoliberal y conceptos como crecimiento económico, libre mercado y competitividad. Desde un enfoque histórico, estructural y estratégico, el punto nodal es develar la cuestión del desarrollo, el subdesarrollo y la dependencia. La unidad de análisis principal es el sistema capitalista mundial, cuyo análisis es de corte multidimensional y multinivel. El cometido es cuestionar la teoría y el modelo de desarrollo dominantes y proponer alternativas sistémicas, de corte posneoliberal e, incluso, poscapitalista.2

Los estudios críticos de la migración plantean, en principio, un cuestiona-miento a la visión dominante de las migraciones, consideradas un fenómeno social ensimismado con capacidad de autorreproducción, que gesta una cultura particular y articula prácticas estratégicas de corte transnacional, lo cual dota de capital social y empoderamiento a los migrantes, sin criticar a la globalización neoliberal, sino buscando complementarla. Asimismo, representa la crítica a la agenda de migración y desarrollo enarbolada por la amplia mayoría de organismos internacionales, gobiernos, organizaciones no gubernamentales y centros de investigación. Dicha visión es consustancial a la noción de desarrollo neoliberal. En lugar de ello, se emprende una reconstrucción de la relación, en términos dialécticos, entre desarrollo y migración. Para lo cual se plantean nuevas preguntas, con mayor potencial penetrante y revelador; se redefinen los conceptos centrales, y se formulan nuevas explicaciones.

De la conjunción de ambas fuentes se configura un campo de estudios críticos de migración y desarrollo, que desbroza el discurso del poder, la apología de la migración y la agenda neoliberal que responsabiliza a los migrantes de su propio desarrollo. En esa inteligencia, planteamos que la economía política del desarrollo se aviene como un mirador teórico idóneo para entender las dinámicas del capitalismo contemporáneo y el vínculo con las migraciones internacionales, y que constituye una valiosa caja de herramientas. La perspectiva teórico-metodológica se inscribe en la tradición histórico-estructural, pero la complementa con la dimensión estratégica, que se refiere al marco institucional y político y a las prácticas de los sujetos sociales, pero no encerrados en el llamado espacio social transnacional, sino considerando la práctica de actores del Estado, el capital y el trabajo, donde los migrantes juegan un papel relevante.

Desde una perspectiva teórica histórica, estructural y estratégica, se conjuga una visión transdisciplinaria para la reconstrucción de la realidad y la reflexión teórica. Por definición, la economía política es transdisciplinaria, en aras de construir un mirador del todo social, lo cual es inasequible cuando se trabaja de manera disciplinaria, sea desde la economía, la sociología, la ciencia política o la historia. Para evitar caer en esos reduccionismos disciplinares es que se revisa la integralidad de los problemas sociales.3 A fin de problematizar la dialéctica del desarrollo, la economía política propone hacer el estudio crítico del contexto, los procesos clave, los agentes principales y los problemas jerarquizados.

La estrategia de investigación requiere descomponer la unidad de análisis principal, el sistema capitalista mundial, en diversos niveles y dimensiones. El ámbito espacial se desgrana en niveles complementarios en donde se articulan los procesos de desarrollo y migración: global, regional, nacional y local (véase tabla 2).

Asimismo, para fines analíticos el campo de estudios puede desagregarse en varias dimensiones donde discurren los fenómenos sociales que recortan la problemática del desarrollo y la migración: económica, política, social, cultural, ambiental y poblacional (véase tabla 3).

Al final de cuentas, los niveles y dimensiones se articulan en la reconstrucción dialéctica del desarrollo desigual, migración forzada y remesas salariales, como se explica más adelante.

 

PALABRAS CLAVE

Un punto de partida básico para emprender el análisis crítico de las migraciones es asumir el desafío de repensar los conceptos clave a partir de la compleja realidad del capitalismo contemporáneo, para de este modo estar en condiciones de develar los procesos clave: causas de la migración, contribuciones de los migrantes, problemas del desarrollo y alternativas. Un marco comparativo inicial entre la visión dominante y la alternativa se plasma en la tabla 4. A partir de esta propuesta desplegaremos la siguiente discusión.

Desarrollo desigual: monopolización, neoliberalización y transformación social

El abordaje del problema del desarrollo acontece en dos momentos sucesivos e interrelacionados: el análisis crítico de la realidad y la formulación de alternativas. El tratamiento del desarrollo como análisis crítico de la realidad constituye un atributo singular de este campo de estudios, pues parte de la relación desarrollo y subdesarrollo, pero privilegia la visión de los países subdesarrollados, periféricos o poscoloniales. El propósito es desentrañar las relaciones entre países desarrollados y subdesarrollados, o centrales y periféricos.4 En nuestros días, es necesario dar cuenta de los problemas más acuciantes, como el hecho de que el desarrollo es un proceso histórico que comporta procesos de imperialismo, colonialismo, dependencia, poscolonialismo y subdesarrollo; de que se han expandido las asimetrías socioeconómicas entre países a nivel planetario, particularmente entre países desarrollados y subdesarrollados; y de que se han acentuado las desigualdades sociales al interior de los países, pero no sólo en los países subdesarrollados, sino también en los desarrollados.

El proceso de desarrollo realmente existente, denominado neoliberalización (Harvey, 2007b), se distingue por concentrar el poder, la riqueza y los recursos en pocas manos, en la llamada clase capitalista transnacional, que está conformada por las élites extranjeras en simbiosis con las nacionales. Estas exclusivas capas de la sociedad se apropian de recursos, excedentes, ganancias, dividendos, información. Los agentes centrales son los monopolios y oligopolios transnacionales. En tanto que para la mayoría de la población se cancelan posibilidades de ascenso social en sintonía con la expansión de las desigualdades sociales, la segregación regional y la exclusión social.

La destrucción de los modos de vida y trabajo actúan como motores de las migraciones internacionales y expone a millones de trabajadores a peores condiciones materiales y subjetivas, además de que ponen en jaque a la vida misma de estas personas, no sólo por los riesgos y peligros que afrontan en el tránsito migratorio -sobre todo el que se conduce por la vía indocumentada-, sino también por las condiciones de precarización y exclusión que experimentan en los países de destino, al grado en que son percibidos como trabajadores y, en suma, personas desechables.5

La proposición de alternativas de desarrollo trasciende las nociones normativas y descontextualizadas, pues identifica la necesidad de transformación social como un cambio en el orden estructural, estratégico e institucional, con el propósito de generar mejores condiciones de vida para el conjunto de la población. Desde esa óptica, la migración internacional deviene de la compleja problemática del desarrollo, por lo que si acaso interesa dilucidar la dialéctica del fenómeno migratorio, éste no puede estudiarse en sí mismo. La articulación de un proyecto político transformador reclama la articulación de un agente social y un lugar para la reflexión e investigación críticas.6 El espectro de la investigación en materia de alternativas de desarrollo abarca desde concepciones inscritas en los márgenes del capitalismo neoliberal (<<otro desarrollo>>, desarrollo alternativo, social-democracia), en el espectro posneoliberal (transformación social) hasta el horizonte socialista. Aunque conviene señalar que no hay una sola solución y que ninguna está exenta de contradicciones y sinsabores.

La necesidad de trascender el desarrollo neoliberal desigual y excluyente impone la necesidad de investigar la teoría y práctica del desarrollo alternativo en pauta posneoliberal y de articular un diálogo crítico y creativo con los movimientos sociales alternativos. En esta perspectiva, el concepto de desarrollo debe rebasar los marcos normativos convencionales que invocan asépticamente la idea de mejorar las condiciones de vida de la población (particularmente de los pobres) pero sin modificar las dinámicas estructurales, la arquitectura institucional y las prácticas políticas del capitalismo neoliberal. La pauta está inscrita en el gatopardismo del pensamiento conservador: sugerir cambios para que todo sigua igual. No basta, pues, plantear los Objetivos del Desarrollo del Milenio sin promover cambios en la globalización neoliberal, ni sugerir que el desarrollo es una forma de libertad sin alterar el eje del <<libre mercado>>, ni plantear el desarrollo humano como un simple instrumento estadístico. Es necesario generar alternativas de desarrollo transformador que, ciertamente, tengan como meta mejorar las condiciones de vida de la población, pero para ello es imprescindible activar cambios profundos en las dinámicas estructurales y estratégicas del capitalismo neoliberal.

Migración forzada y exportación de fuerza de trabajo

La definición convencional de migración se refiere al evidente proceso de movilidad poblacional, un proceso que se da como dado, qué sólo se mide y describe, pero no se explica y contextualiza. El problema teórico principal consiste en develar el nexo crítico entre la profundización del subdesarrollo, la gestación de la sobrepoblación, la migración forzada y el papel de los migrantes en los procesos de desarrollo en los lugares de destino y origen. Cuando los trabajadores son desplazados de su fuente de empleo, la población joven no puede insertarse al mercado laboral, los empleados ven drásticamente deterioradas sus condiciones materiales de vida y en general el sistema de subsistencia se deteriora al punto en que ni local ni nacionalmente se puede subsanar, entonces amplios contingentes de personas son arrojados a las filas de la migración que adquiere un matiz de forzada. Estos sectores componen una masa abundante de sobrepoblación que no encuentra condiciones de subsistencia adecuados. La emigración forzada emerge entonces como la respuesta individual y familiar obligada por las condiciones económicas, políticas, sociales, culturales y ambientales adversas para garantizar la subsistencia y reproducción social en el lugar o región de residencia. No constituye una estrategia o decisión adoptada libre y racionalmente, como suponen los enfoques neoclásicos, la elección racional, el transnacionalismo y la sociología cultural. La migración forzada tampoco se refiere exclusivamente al desplazamiento laboral derivado de conflictos políticos, étnicos y religiosos. Hoy por hoy, la causa principal de las migraciones es laboral y atiende a las exigencias de la reestructuración capitalista, a la diferenciación acentuada entre países desarrollados y subdesarrollados y al exacerbamiento de las desigualdades sociales.

Las causas estructurales de la migración se encuentran en la descomposición económica, política, social, cultural y poblacional ocasionada por la dinámica capitalista, actualmente en su faceta de la globalización neoliberal. En el plano local se deterioran las bases materiales y subjetivas de arraigo de la mayoría de la población, como el acceso a un empleo formal digno y bien remunerado (subsistencia familiar: alimentación, vestido, vivienda), el acceso a recursos productivos (financieros, naturales, tecnológicos, humanos) y servicios públicos (educativos, salubridad, infraestructurales), la expectativa de vida y trabajo, el disfrute de tiempo libre, la estabilidad familiar, la articulación de la actividad productiva, la participación política, un ambiente democrático, el ejercicio pleno de la ciudadanía. La fractura de todos estos elementos deterioran la calidad de vida y las expectativas de futuro, por lo que los individuos, las familias y comunidades se ven compelidos a abandonar sus lugares de origen para buscar mejores condiciones de vida en otras demarcaciones, ya sea en otras regiones de su propio país o en el extranjero. Además de estas causas, la migración forzada también incluye los desplazamientos ocasionados por la violencia política, étnica, religiosa o por desastres naturales, circunstancias que no son ajenas, por cierto, a las dinámicas del desarrollo y subdesarrollo. Por tanto, la noción de migración forzada aquí referida amplía aquélla que tradicionalmente se utiliza en los estudios sobre refugiados y asilados, incorporando la dimensión socioeconómica. Sin embargo, dada la crudeza del proceso de neoliberalización, las causales económicas y laborales son ahora las más acuciantes, sin que esto sea una perspectiva economicista de la migración, sino más bien una interpretación crítica de la realidad.7

La economía política del desarrollo, al conceptuar la migración forzada, contempla una visión sistémica al darle particular relevancia a las causas estructurales de la migración, a la generación de una desbordante masa de sobrepoblación, al proceso de reestructuración capitalista demandante de fuerza de trabajo barata calificada y no calificada, al papel conferido a las remesas y otros recursos de los migrantes en la precaria estabilidad socioeconómica del país de origen y al sostenimiento familiar en lugares de origen. El análisis dialéctico del desarrollo y la migración permite comprender cuáles son las contribuciones de los migrantes en los procesos de desarrollo (producción, consumo, fondo fiscal, cultura, reproducción demográfica), cuáles son los costos socioeconómicos que representan estas migraciones (despoblamiento, pérdida de fuerza de trabajo, abandono de actividades productivas, destrucción de familias, pérdida de sociabilidad), cuáles son las transferencias de recursos (humanos, excedente económico, ganancias, dividendos, comercio intrafirma, recursos naturales) del país subdesarrollado hacia el desarrollado, cuáles son las nuevas formas de dependencia (de remesas). Asimismo, esta visión crítica cuestiona los fundamentos teóricos, políticos e ideológicos de la llamada globalización y pone en evidencia su fundamento: se trata de un proyecto de clase que pretende concentrar el poder y la riqueza en la clase capitalista transnacional a costa del desmantelamiento de las economías nacionales y de la cancelación de las condiciones de vida y trabajo de millones y millones de personas en el planeta (Harvey, 2007a; Bello, 2006; Petras y Veltmeyer, 2003). Este proyecto catapulta la migración forzada. Por lo mismo, no es suficiente explicar y comprender estos procesos, sino que también es necesario explorar la gestación de alternativas de desarrollo que reviertan esta migración galopante expuesta a precarias condiciones de explotación laboral, exclusión social y segregación cultural (Delgado Wise y Márquez, 2007a).

Un proceso conspicuo de la migración forzada bajo la globalización neoliberal es la exportación de fuerza de trabajo barata. Los países subdesarrollados, sometidos al proceso de neoliberalización, que pierden el control sobre su modelo de desarrollo nacional y son sometidos a los intereses del capital transnacional, presentan una pérdida de soberanía nacional, entendida como la capacidad de un Estado para generar fuentes de trabajo formal de calidad, digno y bien remunerado, para la mayoría de su población (Márquez, 2008b). La destrucción del aparato productivo, el desmantelamiento del Estado benefactor y la imposición de intereses de los monopolios, generan una desbordante masa de sobrepoblación que ya no encuentra acomodo en el sistema económico ni recursos para garantizar su subsistencia, por lo que se ve orillada a buscar su subsistencia en programas dadivosos del Estado neoliberal (<<combate a la pobreza>>), el empleo formal pre-carizado, el subempleo, la economía informal, la migración laboral o la dependencia de las remesas (Delgado Wise, Márquez y Pérez, 2007).

Para el Estado neoliberal del país subdesarrollado, en principio, la generación de la sobrepoblación significa un problema social para garantizar la gobernabilidad ante la eventual manifestación de formas de resistencia, oposición y rebelión antisistémicas. No obstante, ese mismo Estado encuentra una singular <<válvula de escape>> en la emigración, porque de ese modo se libera de las presiones por empleo, ingreso y servicios públicos. Y, por si fuera poco, le confiere a los migrantes una nueva responsabilidad: enviar remesas para cubrir la subsistencia familiar y cubrir algunos vacíos estatales en materia de servicios públicos. En este sentido, la migración forzada también puede ser vista como un proceso de exportación de fuerza de trabajo impulsado subrepticiamente por el Estado neoliberal, acorde con su empecinada lógica de convertir en mercancía todos los recursos habidos y por haber. En este caso, los excluidos del empleo y la subsistencia se visualizan como una mercancía vendible en el mercado laboral internacional, los migrantes son reducidos a su mínima expresión: su condición de fuerza de trabajo. Esta plataforma exportadora, además de experimentar hoy un verdadero periodo de auge, se compensa por partida doble: el Estado ya no tiene la obligación de procurarles empleo y condiciones de vida digna, y, al mismo tiempo, se beneficia de la entrada de divisas.

Remesas como relación social salarial y nueva forma de dependencia

Desde la visión dominante, las remesas son conceptualizadas como dinero enviado por los migrantes a sus familias (remesas familiares) o por las organizaciones de oriundos a sus lugares de origen (remesas colectivas). El concepto de remesas es retomado acríticamente de organismos como el BM y se refiere a recursos privados o transferencias dinerarias entre migrantes y sus familias y comunidades. Ese concepto es ahistórico, descontextualizado y consustancial a la ideología neoliberal: recursos privados que hay que introducir a la esfera del mercado: banca comercial, microfinanzas o inversión productiva. La cuestión es si contribuyen o no al desarrollo. Esta definición y tipología de remesas resulta muy limitada porque no devela las relaciones sociales que generan y conducen estos recursos, no detecta el papel de los migrantes en los procesos de desarrollo y se queda en una visión fetichista de las remesas. En cambio deifica las relaciones sociales entre migrantes y sus congéneres.

Desde nuestra perspectiva, las remesas entrañan relaciones sociales en dos niveles: 1) relaciones de producción (explotación de los migrantes que conlleva un salario) y 2) relaciones de reproducción (una fracción salarial destinada a la manutención de miembros de la familia o, en su defecto, recursos recaudados por organizaciones de migrantes para abonar a los programas de obra pública en sus lugares de origen). Desde esta perspectiva, las remesas no son recursos para detonar el desarrollo, como pretende la visión oficial que le concede el estatuto de <<instrumento del desarrollo>>, puesto que sólo se tratan de recursos salariales destinados, como ocurre con los salarios, a cubrir la subsistencia salarial de los dependientes económicos mediante la adquisición de bienes-salario, es decir, van al consumo de alimentos, vestido, vivienda, enceres domésticos, bienes ostentosos, transporte, educación, salud, tiempo libre y, en menor medida, al ahorro y la inversión familiar. La peculiaridad de este salario es que se transfiere de un país a otro y que, por tanto, se contabiliza como divisa. El cometido de las remesas es cumplir la función del salario, por lo que es un error teórico atribuirle funciones de política pública: detonador del desarrollo local mediante la inversión productiva, construir obra pública municipal o comunitaria, contrarrestar el fenómeno de la pobreza y marginación, contrarrestar las desigualdades sociales, etc. Estos problemas devienen de las dinámicas estructurales, políticas e institucionales del modelo de crecimiento y acumulación nacional e internacional. Las remesas no son herramientas para el cambio estructural. El punto teórico crítico es que las remesas son una fracción salarial generada en condiciones de superexplotación laboral destinada a sufragar la subsistencia de los dependientes económicos radicados en los lugares de origen, inmersos en el subdesarrollo, que en lugar de propiciar una alternativa de desarrollo generan una nueva forma de dependencia.

La tipología de remesas en boga (familiar y colectiva) no refiere la naturaleza salarial, sino de la entidad receptora, en el primer caso, y de la emisora, en el segundo; además, esta tipología tampoco da cuenta de los procesos de desarrollo a los que se vinculan estos recursos. Desde la perspectiva de la economía política del desarrollo es conveniente elaborar una nueva tipología de remesas: salariales, productivas, participativas y societarias (véase tabla 5).

 

RECONSTRUCCIÓN DE LA RELACIÓN ENTRE DESARROLLO DESIGUAL, MIGRACIÓN FORZADA Y REMESA SALARIAL

El análisis de la relación entre la problemática del desarrollo, migración-remesas transcurre por siete niveles o momentos dialécticos, como se expone a continuación (véase tabla 6).

1) Las dinámicas de neoliberalización, que comandan los monopolios y oligopolios transnacionales, prohíjan una insustentabilidad social en los países periféricos y subdesarrollados, que a su vez catapulta la migración forzada. Bajo el influjo de la globalización neoliberal, el gran capital despliega una estrategia de reestructuración que internacionaliza los procesos productivos, comerciales y financieros, a la vez que se apropia de recursos naturales, excedentes económicos y fuerza de trabajo barata de los países subdesarrollados. En el trasfondo se establecen relaciones de intercambio desigual que implican transferencias de excedentes. Como correlato, en los países subdesarrollados se generan abundantes reservas de sobrepoblación que no pueden garantizar su reproducción. La insustentabilidad social detona la migración forzada, entendida como la movilidad poblacional derivada de la cancelación de condiciones de vida y trabajo dignos y suficientemente remunerados o detonados por conflictos políticos y sociales que ponen en peligro la vida de la población. Esto significa una pérdida poblacional, incluso despoblamiento relativo o absoluto, además de vincularse al abandono de actividades productivas y a la pérdida de riqueza potencial. En este punto, priman los derechos y exigencias del gran capital privado que se apropia de sectores económicos estratégicos y rentables de las economías periféricas, sin importar los costos humanos y ambientales. Por su parte, la mayoría de la población padece pobreza, exclusión e inseguridad. El migrante deviene en un sujeto necesitado que ha perdido el acceso a medios de producción y subsistencia, y que ha visto desmantelarse sus derechos humanos más elementales, y además se ha desdibujado como sujeto social y político en sus propias comunidades y países.

2) Los migrantes, en tanto sujetos necesitados, contribuyen a fortalecer las dinámicas de acumulación, crecimiento y desarrollo en los países receptores. Los países centrales experimentan un proceso paulatino de envejecimiento poblacional y además demandan abundante fuerza de trabajo, calificada y no calificada, como estrategia de competitividad espuria. En principio, la migración representa una doble transferencia: fuerza de trabajo barata y costos de formación implícitos. Pero más aún, los migrantes contribuyen al abaratamiento general de la fuerza de trabajo puesto que laboran en sectores productivos demandantes de trabajo intensivo, generadores de bienes salarios, en proceso de rescate o en sustitución de sectores laborales que perciben mayores salarios y detentan mejores prestaciones. La mayoría de los migrantes indocumentados están sometidos a condiciones de super explotación laboral, que expone a riesgos y peligros con una baja retribución que no les permite ascender en la escala social del país receptor. En conjunto, los migrantes laborales y sus familiares contribuyen al fortalecimiento del mercado interno del país receptor a través del consumo; abonan mediante el pago de impuestos a la formación del fondo fiscal, mismo que no retribuyen proporcionalmente mediante la prestación de servicios y bienes públicos. Además, los migrantes contribuyen a aliviar el problema de las pensiones derivado de la jubilación de la llamada generación del baby boom. En este punto, el migrante es reducido a su condición de mercancía humana barata y es usado como arma competitiva dentro de la estrategia de crecimiento neoliberal.

3) No obstante su condición de fuerza de trabajo superexplotada, los migrantes cubren la subsistencia familiar de sus dependientes económicos y coadyuvan involuntariamente al sostenimiento del modelo de desarrollo neoliberal que previamente los había excluido como productores, consumidores y ciudadanos. La remesa salarial se destina a la subsistencia de los miembros de la familia que radican en los lugares de origen. Las organizaciones de migrantes recaban recursos, la remesa participativa, que se canalizan a la realización de obra pública y proyectos sociales en sus lugares de origen.8 En menor proporción, los migrantes ahorradores o empresarios canalizan sus recursos, remesas productivas, para financiar microproyectos, la mayoría de subsistencia, en sus lugares de origen. En tanto que se recrudecen las condiciones de insustentabilidad social bajo el modelo neoliberal, las remesas se convierten en un recurso necesario para cubrir la subsistencia y darle aliento artificial el modelo neoliberal, pero más que constituir una herramienta de transformación social, se profundiza una nueva forma de dependencia, la dependencia de las remesas. En este nivel, los migrantes son concebidos como agentes del desarrollo, cuando en realidad se les asignan nuevas responsabilidades, en un contexto donde aminoran drásticamente la responsabilidad social del Estado y el capital.

4) La migración forzada y la dependencia de las remesas están inmersas en procesos de degradación social en los lugares de origen. En los lugares y regiones donde tiene verificativo una mayor incidencia de la migración forzada, las condiciones materiales y subjetivas de vida y trabajo se han deteriorado drásticamente al grado que permean condiciones de insustentabilidad social: a) la insuficiencia de empleo asalariado y el deterioro de las actividades productivas enmarcadas en la economía de subsistencia cancelan la posibilidad de que local y regionalmente se garantice la subsistencia familiar. El desmantelamiento progresivo del aparato productivo local se complementa con la ausencia de una gestión pública del desarrollo regional; b) la cancelación de condiciones mínimas para la subsistencia y la ruptura de expectativas de vida digna dan al traste con procesos de socialización local, pese a que intentan ser recubiertas con una <<cultura de la migración>>. Además se manifiestan rasgos de diferenciación social, ruptura del tejido social, entre otros procesos. Pero el aspecto más sintomático es la generación de esa masa de sobrepoblación que se ve orillada a buscar su manutención en la informalidad y la migración, sino es que en actividades ilícitas, como el crimen organizado; c) el deterioro del entorno ecológico está asociado a la degradación socioeconómica y a la dilapidación de recursos naturales, ya sea como medio de sobrevivencia o como mecanismo de capitales voraces; y d) la migración se decanta en severos procesos de despoblamiento, el derroche del llamado bono demográfico y la pérdida de fuerza laboral necesaria para activar procesos locales y regionales de desarrollo. Debido a que las condiciones de subdesarrollo se profundizan, al seno de la población excluida se prohíja nueva fuerza de trabajo migrante. Las remesas salariales terminan, no por formar <<capital humano>>, sino migrantes potenciales.

5) La política de migración y desarrollo encubre la insustentabilidad social y es consustancial al modelo neoliberal. La globalización neoliberal, supuestamente inevitable, postula la idea del mercado total y la maximización de ganancias, a costa de conculcar los derechos humanos, flexibilizar la fuerza de trabajo y desmantelar el Estado social. El modelo neoliberal se basa en la promoción de las desigualdades sociales como un incentivo para el incremento de los márgenes de rentabilidad y el incremento de la competitividad de los territorios ávidos de atraer inversión foránea para supuestamente alentar el crecimiento económico y generar fuentes de empleo remunerado. Un factor de atracción es la baratura de trabajo, además del control político del mercado laboral. El neoliberalismo es un motor generador de migración forzada. Esta ideología concibe un ciudadano mínimo, un individuo egoísta que persigue maximizar sus propios intereses. El <<migrante exitoso>> es el individuo relevante para esta concepción, un migrante que se ha convertido en emprendedor y que tiene la capacidad para modernizar sus lugares de origen con el acervo cultural asimilado en las metrópolis.

6) La migración forzada es una expresión de la crisis social permanente del neoliberalismo, es decir, una arista de la crisis civilizatoria. La irrupción de la crisis general del capitalismo neoliberal pone en entredicho sus ejes estratégicos (financiarización, depredación ambiental y superexplotación laboral) que ponen en riesgo el sustento de la mayoría de la población. No obstante, la irrupción de la crisis mundial, con epicentro en Estados Unidos, es una muestra de la insustentabilidad del modelo neoliberal, pero también de la fractura en la producción y reproducción de la vida humana. Esta crisis es estructural y sistémica, pero un sentido más profundo es una crisis de las relaciones sociales, donde los derechos humanos han sido transgredidos y donde amplios contingentes de la población, entre ellos la mayoría de migrantes, son considerados como un insumo productivo y, llegado el caso, como un recurso desechable.

7) Para revertir la espiral degradante de desarrollo desigual, migración forzada y dependencia de remesas es necesario impulsar un desarrollo alternativo que genere cambios estructurales, institucionales y políticos para mejorar sustancialmente las condiciones de vida y trabajo de la mayoría de la población. La idea de impulsar un desarrollo alternativo plantea la necesidad de derrocar las relaciones asimétricas y de franca dominación que imponen los países desarrollados sobre el mundo subdesarrollado al amparo de principios vueltos fetiches como la democracia electoral, la libertad de mercado y el crecimiento económico, que imponen un sistema de acumulación y de poder que destruyen las bases materiales y subjetivas para la reproducción de la vida humana en la periferia del sistema mundial. Un verdadero proyecto de transformación social que haga partícipe a los sectores sociales migrantes y no migrantes no sólo está llamado a contener la caudalosa migración forzada sino también a revertir los procesos de degradación social propios del subdesarrollo que ponen en predicamento incluso la existencia humana. Un proyecto alternativo de gran calado reclama la configuración de un agente del desarrollo alternativo. Existen algunas experiencias nacionales, aún en ciernes, en la periferia, de gobiernos progresistas que intentan apuntalar modelos de desarrollo nacional alternativos. También son conocidas las proclamas de movimientos sociales altermundistas. No obstante, hoy por hoy, no existe un agente colectivo que haga contrapeso al agente colectivo del gran capital euroestadounidense que moviliza un conjunto articulado de agentes y actores que se mueven en los planos financieros, empresariales, políticos, diplomáticos, militares, comunicacionales, académicos, religiosos y culturales. Este agente colectivo articula también a las élites sociales de los países periféricos.

 

CONTRASTE ENTRE LAS VISIONES DOMINANTE Y CRÍTICA

La visión dominante sobre migración y desarrollo es consustancial a la institucionalidad del capitalismo neoliberal. La migración se plantea como el rostro humano de la globalización neoliberal (OCDE, 2009), un camino para superar la pobreza de los excluidos (BM, 2008), una forma de realización de la libertad humana (PNUD, 2009) y una vía para detonar el desarrollo de los lugares de origen (BID, 2000). Bajo nociones normativas de desarrollo, se omiten proposiciones de cambio estructural, institucional y político. En cambio se asignan nuevas responsabilidad a los migrantes, de por sí sobreexplotados, para que se conviertan en agentes de desarrollo.

Las relaciones unidireccionales y ahistóricas de migración y desarrollo fetichizan las remesas, concebidas como dinero, recurso privado o capital, y considera a la migración como un fenómeno dado. El postulado oculto es responsabilizar a los migrantes de su propio desarrollo, en un escenario donde el Estado neoliberal abandona a su suerte a las regiones migratorias, a la sazón bancos de sobrepoblación. Paradójicamente, no hay evidencias en el mundo de que la migración produce el desarrollo de los lugares de origen, pero sí de que los migrantes contribuyen al desarrollo de los países de destino (Delgado, Márquez y Rodríguez, 2009).

Las migraciones no pueden estudiarse a profundidad si no se considera seriamente la problemática del desarrollo subyacente (contexto, procesos, agentes, conflictos y alternativas). Explicar las migraciones por sí mismas incurre en graves errores teóricos, epistemológicos y políticos. Puede contribuir a explicar trayectorias demográficas, laborales, etc., pero oscurece las causas, dinámicas, procesos, contradicciones y alternativas. Desde otra óptica, la visión crítica parte de plantear cambios estructurales, institucionales y estratégicos para revertir los mecanismos del desarrollo desigual, la crisis de las relaciones sociales, el medio ambiente y la producción de la vida humana, entre cuyas manifestaciones se encuentra la migración forzada. En la tabla 7 se da cuenta de las principales diferencias entre la visión dominante y la visión alternativa.


 

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NOTAS

1 Los estudios críticos del desarrollo también surgen como una alternativa a la visiones normativas del desarrollo que formulan diversas prescripciones enmarcadas en la institucionalidad del capitalismo neoliberal, que sólo buscan subsanar superficialmente algunos problemas sin proponer cambios estructurales, institucionales y políticos, y sin hacer un diagnóstico crítico de la realidad, tales como el posconsenso de Washington (Stiglitz, 1998), objetivos de desarrollo del milenio (ONU, 2000), desarrollo sustentable (Brundtland, 1987), desarrollo humano (Sen, 2000; PNUD, 1990), los caminos para superar la pobreza (BM, 2008) y la propia agenda de migración y desarrollo (BID, 2001; FOMIN, 2004; BM, 2005; ONU, 2005).

2 El problema toral es generar alternativas de desarrollo ante la égida del capitalismo neoliberal basado en los intereses de una delgada clase capitalista transnacional que impone las políticas de ajuste estructural; orquesta una estrategia de reestructuración capitalista que monopoliza a nivel internacional las finanzas, el comercio y la producción; impone la ideología de la globalización y la acumulación por despojo; liberaliza, precariza y transnacionaliza la fuerza de trabajo; acrecienta las desigualdades sociales, las asimetrías económicas entre países; y agudiza problemas ambientales como el cambio climático.

3 Tampoco se trata de una visión multidisciplinaria, donde se trabaja por separado las disciplinas sin llegar a conciliar una visión de conjunto. Una estrategia para desacreditar la perspectiva analítica de la economía política descansa en la idea de que constituye una visión estructuralista y economicista, es decir, determinista. Según esto, el estructuralismo ensalza unas estructuras anquilosadas que actúan como pesadas lozas y cancelan cualquier posibilidad de actuación de los actores sociales, para quienes las posibilidades de futuro están petrificadas. Es cierto que existe una cierta tradición ortodoxa esquemática. Empero, la perspectiva de la economía política del desarrollo se refiere a las dinámicas estratégicas que suponen prácticas sociales estratégicas impulsadas por los agentes sociales. Se trata de un proceso dialéctico donde se manifiestan las principales contradicciones sistémicas, pero también las posibilidades de cambio y transformación. Y se dice que es economicista porque se concentra en la base material de la producción, sin embargo, desde sus comienzos la economía política crítica ha sido transdisciplinaria. Más aún, concede importancia decisiva al estudio de la totalidad social. Hoy por hoy, el verdadero economicismo lo representa la visión hegemónica neoliberal que proclama el triunfo del mercado.

4 La mayoría de las teorías del desarrollo y de las teorías de la migración que están en juego a partir de las Segunda Guerra Mundial están elaboradas según la visión e intereses de los países desarrollados. A los países subdesarrollados se les ha impuesto el instrumental teórico, conceptual y político, gracias a la poderosa influencia que en ellos ejercen los organismos internacionales y los gobiernos de los países desarrollados. El caso cimero lo constituye la ideología de la globalización y el neoliberalismo, lo mismo que el posmodernismo y su relativismo pesimista. De lo anterior, dan cuenta conceptos como libre mercado, fin de la historia y democracia liberal; capital social y guerra contra la pobreza; posdesarrollo o contradesarrollo. No obstante, existen importantes precedentes de pensamiento independiente y autónomo, como ocurrió en América Latina con el estructuralismo de la CEPAL y las teorías de la dependencia. Con distintas concepciones teóricas y conceptuales, y con distintas implicaciones políticas, se planteaba una perspectiva que recuperaba la visión y los intereses de los países subdesarrollados. No obstante, conviene mencionar que ambas perspectivas sucumbieron ante la imposición de la contrarrevolución teórica y política del neoliberalismo.

5 Las élites beneficiarias no dan señales de querer cambiar el rumbo de este modelo de desarrollo, que ha dado muestras de fracaso en términos de crecimiento y acumulación, no así en términos de concentración de poder y riqueza. Tampoco parece haber preocupación por la irrupción de protestas, resistencias y rebeliones, porque el poder dispone del monopolio de la violencia, de mecanismos de disuasión y cooptación y de desinformación y manipulación a través de los medios de comunicación masiva. La prueba está en que, pese a esfuerzos mundiales, regionales y locales (Foro Social Mundial, Ejército Zapatista de Liberación Nacional, Movimiento de los Sin Tierra, y manifestaciones efímeras como las protestas de inmigrantes en Francia y Estados Unidos), hoy por hoy no se cuenta con un proyecto alternativo de desarrollo ni se vislumbra con claridad un agente colectivo que haga frente al poder del gran capital.

6 Es sabido que el análisis crítico de la realidad no se conforma con describirla, explicarla y comprenderla, sino que tiene el cometido de aportar conocimiento, ideas y políticas con el propósito de transformar las estructuras, las instituciones y las políticas. Al final de cuentas, el propósito es generar mejores condiciones de vida y de trabajo para la mayoría de la población, para lo cual es condición necesaria revertir los problemas ya señalados, como las asimetrías entre países y desigualdades sociales. La necesidad del cambio social sustantivo ante el sistema social imperante, el capitalismo neoliberal, desde una perspectiva crítica y realista no puede ser obra solamente de la práctica social -de los agentes sociales alternativos, como los movimientos en resistencia y rebelión y otros sectores-, también es imprescindible alentar la investigación teórica y política sobre el capitalismo neoliberal y las posibilidades de transformarlo o superarlo.

7 Por lo contrario, la visión dominante, postestructural, considera que las migraciones ya no reconocen causas estructurales, puesto que el fenómeno migratorio se reproduce a sí mismo ya que se ha convertido en una especie de cultura o tradición y que el motivo de la movilidad poblacional atiende a una decisión individual y familiar con el respaldo de las redes sociales y el capital social amasado por la comunidad migrante. Este tipo de explicaciones de la migración (redes sociales, sistema migratorio y transnacionalismo), tampoco se preocupa por explicar la contribución de los migrantes al proceso de acumulación del país receptor, que en rigor constituye otro de los elementos explicativos fundamentales, puesto que se remiten casi exclusivamente a evidenciar, y sobredimensionar, las prácticas socioculturales que despliegan los migrantes, las formas organizativas de la migración (redes sociales, comunidad transnacional, organizaciones de oriundos), los vínculos que tensan con sus lugares de origen y con la multiplicidad de destinos (prácticas transnacionales: remesas, llamadas, viajes, etcétera) y las formas de integración o asimilación: identidad, pertenencia, ciudadanía y participación. Por si fuera poco, esta visión toma a la globalización como un proceso dado, al cual hay que asumir como un reto o desafío para, supuestamente, participar en las mejores condiciones. Incluso se alienta la idea de que la globalización, entendida como la proliferación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, explican y alientan el nuevo dinamismo de los flujos migratorios (vuelos aéreos y medios de transporte que facilitan la movilidad poblacional) y de las consecuentes prácticas transnacionales (llamadas telefónicas, uso de internet, es decir, mecanismos que alientan la transferencia de recursos como las remesas, las ideas políticas y la influencia cultural).

8 En casos como México esta práctica se ha institucionalizado en el Programa Tres por Uno, que ha sido replicado en otros países.

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