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Tzintzun. Revista de estudios históricos

On-line version ISSN 2007-963XPrint version ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  n.71 Michoacán Jan./Jun. 2020  Epub July 30, 2020

 

Artículos

¿REVOLUCIÓN EN LA REVOLUCIÓN? LA BRIGADA SIMÓN BOLÍVAR EN LA REVOLUCIÓN NICARAGÜENSE

REVOLUTION IN THE REVOLUTION? THE SIMÓN BOLÍVAR BRIGADE IN THE NICARAGUAN REVOLUTION

RÉVOLUTION DANS LA RÉVOLUTION? LA BRIGADE SIMÓN BOLÍVAR DANS L’RÉVOLUTION NICARAGUAYENNE

JAIME ORTEGA REYNA1 

1Departamento de Política y Cultura, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco


Resumen

En el marco de la revolución nicaragüense, un pequeño grupo de militares internacionalistas se organizó para colaborar con el triunfo del movimiento insurreccional, su nombre fue la Brigada Simón Bolívar. Tras la caída de Anastacio Somoza, y una vez instalado el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), la brigada tuvo una corta pero intensa vida política. En este sentido, el texto aborda su origen ideológico, su desarrollo organizativo, así como el lugar que ha tenido su formación y expulsión del país centroamericano dentro de la literatura especializada.

Palabras clave revolución; internacionalismo; Nicaragua

Abstract

Within the framework of the Nicaraguan revolution, a small group of internationalist militants were organized to collaborate with the triumph of the insurrectionist movement, its name was Simón Bolívar Brigade. After the fall of Anastasio Somoza, and once the government of the Sandinista National Liberation Front (FSLN) was installed, the brigade had a short but intense political life. In this sense, the text addresses its ideological origin, its organizational development, as well as the place that its formation and expulsion from the Central American country has had within specialized literature.

Keywords revolution; internationalism; Nicaragua

Résumé

Dans le cadre de la révolution nicaraguayenne, un petit groupe de militants internationalistes s´organisa pour collaborer au triomphe du mouvement insurrectionnel, dont le nom fut Brigade Simón Bolívar. Après la chute d’Anastasio Somoza et une fois le gouvernement du Front sandiniste de libération nationale (FSN) installé, la brigade eut une vie politique courte mais intense. En ce sens, le texte aborde son origine idéologique, son développement organisationnel, ainsi que la place qu´a eu sa formation et son expulsion du pays d’Amérique centrale dans la littérature spécialisée.

Mots clés révolution; internationalisme; Nicaragua

INTRODUCCIÓN: La Última Revolución del Siglo

La revolución nicaragüense fue el último acontecimiento político de gran relevancia en América Latina. Al menos si lo consideramos dentro de las transformaciones sociales progresivas después de 1959, encuadradas en los registros conflictivos entre democracia y revolución. Ocurrida en 1979, es considerada la última revolución triunfante, un proyecto radical que colocó a ese pueblo en la posibilidad de construir un Estado democrático enclave nacional-popular, sustituyendo a una de las más rancias dictaduras de la región y acelerando un periodo de confrontación abierta y cruenta que se encontraba latente en Centroamérica. Diversos aspectos confluyeron en su triunfo: la lucha armada unificada, la alianza con sectores medios y de la burguesía antisomocista, y el diálogo entre cristianos y marxistas.

Gran parte de la historiografía, a propósito de dicho evento, ha puesto de relieve las dimensiones de estos aspectos, recargando la interpretación según la mirada y el objetivo. Quizá por el lapso tan breve de los hechos, quizá por el hecho de que sus participantes principales sigan actuando políticamente, y ante la radical transformación del contexto en el que aquel acontecimiento ocurrió, sería difícil señalar tendencias claras de los rumbos histriográficos. Sin duda alguna las memorias de los participantes, los relatos inmediatos, la figura de los principales líderes así como sus distanciamientos posteriores, y finalmente la “caída” del gobierno que surgió de aquella revolución, son elementos que sobredeterminan cualquier valoración.

En tiempos muy recientes, ha sido la investigadora Verónica Oikión 1 quien mejor ha realizado un primer balance historiográfico sobre la formación de la organización que se identificó con la revolución, esto es, el Frente Sandinista, así como de sus principales inspiraciones teóricas y políticas. El balance que hace Oikión, resulta sumamente revelador y de las más importantes tendencias que ocuparon el quehacer historiográfico en los años setenta y ochenta principalmente. Su balance historiográfico sin embargo, no ahonda —y lo dice explícitamente—, en el momento posterior al triunfo revolucionario, pues su objetivo se centra en el estudio del periodo guerrillero. No obstante, existe una literatura amplia a propósito de las dinámicas políticas de la tradición sandinista. 2 Es por ello que, en este texto expondremos una de las experiencias políticas que quisieron realizar un intento de radicalización. Esto es, una experiencia que al interior de la revolución nicaragüense se planteó horizontes más ambiciosos de los que se visibilizaron al comienzo de aquel acontecimiento.

Cruzados por una época donde la radicalidad política estaba a la orden del día, y la cristalización de organizaciones era un signo inequívoco de congelamiento y burocratización a la luz de experiencias pasadas, un grupo de jóvenes trató de romper con cualquier órgano burocratizado, explicando decididamente su intento de transitar hacia el socialismo. El añadido especial se da, sin duda, a partir de que esos jóvenes eran ante todo procedentes de distintas partes de Latinoamérica: en términos estrictos, fue la última experiencia reconocida de una brigada internacional en la región.

En este sentido, hablaremos aquí de una experiencia internacionalista de combate al seno de la revolución nicaragüense, pero también de un intento fallido de radicalización de la misma. Los combatientes internacionales no fueron una rareza en la revolución nicaragüense.

Se encuentra muy bien documentado, por ejemplo, el papel que jugaron los militantes chilenos que a la postre pasarían a ser cuadros relevantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), quienes años después se batirían en contra de la terrible dictadura de Augusto Pinochet y a quienes mencionaremos más adelante. Sin embargo, a diferencia de aquella experiencia militante controlada desde los aparatos de la influencia comunista, la Brigada Simón Bolívar (BSB), nombre que adoptó nuestro objeto de reflexión, proporciona una experiencia muy distinta y en algún momento quizá hasta contraria a la comunista. Se trata en primer lugar de una experiencia latinoamericana, cuyo apellido político sería el de trotskista. Pero además, una forma muy peculiar del trotskismo, como veremos también más adelante.

No existe el día de hoy un trabajo monográfico extenso sobre la experiencia que convocó a militantes de izquierda de distintos países de América Latina, a enrolarse en la BSB que partió a distintos rumbos de Nicaragua. Tengamos en cuenta que la experiencia de las brigadas de combatientes internacionales ha sido una constante en el siglo XX, particularmente entre los sectores de izquierda, siendo la más conocida la que acontece en el transcurso de la Guerra Civil Española. Lejos de aquella experiencia, durante los años setenta, un grupo de jóvenes decidieron enrolarse en una aventura que hoy parecería muy difícil de emular. Si pensamos en los distintos episodios de la lucha armada, esta experiencia tendría que ser definida a partir de algunas matrices: a) el llamado internacionalismo; b) la lucha armada en el contexto de la postrevolución cubana; y c) la experiencia militante.

El caso nicaragüense destaca entre las experiencias que siguieron a la revolución cubana, en la medida en que logró su objetivo inmediato: el derrocamiento de la dictadura comandada por la familia Somoza. Las “guerras intestinas”, como la nombró un autor, registran el intercambio internacionalista, tanto en Guatemala como en El Salvador. La historia de estos intercambios trasnacionales tiene su primera impronta en la Legión del Caribe que combatió por democratizar el área en los años treinta, 3 y en menor medida, en la presencia de combatientes mexicanos y argentinos en las primeras organizaciones armadas guatemaltecas. El internacionalismo se volvió una bandera política de ciertas perspectivas que consideraban demasiado estrechas las perspectivas “nacionalistas” o “localistas”, en la que el comunismo soviético y sus distintas versiones latinoamericanas habrían incluido. Asumiendo una tradición proveniente del siglo XIX, y reafirmada durante los años treinta, los jóvenes militantes de los sesenta decidieron enrolarse para combatir la dictadura de la dinastía de los Somoza.

En segundo lugar habría que dimensionar las tensiones que generó la discusión en torno a la viabilidad de la lucha armada. Si bien, es sabido que esta táctica política fue privilegiada por los grupos que recibieron influencia directa del triunfo cubano de 1959, lo cierto es que pronto esa forma de emprender la lucha política pasó a otros grupos que hasta entonces eran totalmente ajenos a ella. Es el caso más significativo del trotskismo en la vertiente que organizó la BSB. Resulta paradójico que un método que rechazaron en el momento de la polarización política en Argentina, fuera aceptado para el caso Centroamericano. De esto hablaremos más adelante a propósito del “morenismo” como corriente política e ideológica y como fuente de una perspectiva narrativa que no se ha instalado aún en los registros historiográficos sino de manera contingente, aunque ya existen atisbos de su estudio académico. 4

En tercer lugar, hay una experiencia militante en este segmento de la historia que no ha sido aún explorado, y que brinda posibilidades para ser productivo en términos del conocimiento de la izquierda y es en gran medida sobre la que nos asentamos nosotros: la revisión de la narrativa que una corriente política construyó para evitar su total invisibilización. Si bien, los comandantes y jefes guerrilleros del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) triunfante pudieron expresarse a través de diversos canales, como periódicos, discursos y una cantidad importante de libros de gran difusión regional, no sucedió lo mismo con otras experiencias que han sido relegadas, como es el caso de la que hablamos ahora. Ante ese relegamiento e invisibilización se construyó una narrativa propia, anclada en su perspectiva política y determinada por el resultado al que arribó después de confrontarse con el gobierno revolucionario.

Como cualquier otro fenómeno de la realidad histórico y social de la región, podrá observarse que se trata no de un solo punto de vista, sino que tiende a abarcarse multidimensionalmente. Si bien, los trabajos que pueden servir como archivo para abrevar algunos de los puntos más candentes de la experiencia que trataremos, son discutidos esencialmente en clave política y militante, no se limita ahí su posibilidad de ser utilizados. El texto aborda el caso de una experiencia internacionalista durante los últimos años de los setenta y primeros de los ochenta, mostrando las contradicciones y tensiones que supuso su emergencia e intervención.

EL “MORENISMO”: LOS ORÍGENES DE LA BRIGADA SIMÓN BOLÍVAR

El trotskismo ha sido una de las múltiples vetas que ha tomado la izquierda alrededor del mundo. Cruzada por la lucha contra la Unión Soviética y fragmentada ante la ausencia de un liderazgo reconocido al que todos sus miembros adhirieran tras la muerte de León Trotsky, ocurrida en México en 1940, se desarrolló como la corriente política más fragmentada que ha conocido la historia del mundo moderno. En el caso que nos ocupa, el de la formación de la BSB, una de ellas toma centralidad. Nombramos en este texto a esa corriente como “morenismo” al ser identificada con el nombre del personaje que marcó su desarrollo: Nahuel Moreno, dirigente trotskista argentino cuyo verdadero nombre fue Hugo Bressano. Su militancia arranca en los años cuarenta a través de diversos grupos que se forman y disuelven: formó el Grupo Obrero Marxista (GOM) que devino en Partido Obrero Revolucionario (POR), y en los años cincuenta tuvo un acercamiento al peronismo con el Partido Socialista de la Revolución Nacional (PSRN). 5

La tendencia trotskista, esto es, de la izquierda no comunista, tuvo en su perspectiva política un sesgo claramente obrerista, esto lo lleva a ser cercano del peronismo en algún momento para después distanciarse de dicha corriente, hegemónica entre los trabajadores argentinos. Será hasta los años sesenta que logró, con otros núcleos militantes, formar una organización trotskista independiente. El nombre de aquella organización fue el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Dicho partido fue una creación importante, pero efímera. Bajo la influencia de la revolución cubana, un sector importante del partido liderada por el ya mítico dirigente Mario Roberto Santucho, Robie, se separará de él para optar por la vía armada. De esa experiencia de ruptura, surgirá el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), que desarrollará la lucha armada en la argentina hasta el golpe de Estado de 1976.

Resulta importante señalar que Moreno decide separarse de dicho grupo, al no tener simpatía por la línea de la lucha guerrillera, ni tampoco sentirse tan cercano a la dirección que conducía a la revolución cubana a la que denomina despectivamente como “castrismo”. Años más tarde, escribirá algunos opúsculos de dura crítica a la perspectiva planteada por Ernesto el “Che” Guevara, a propósito de esa táctica política. 6 Una vez consumada la ruptura del PRT en dos corrientes, una versión no armada y otra armada, Moreno fundará el Partido Socialista de Trabajadores (PST), organización que pasa a la clandestinidad con el ya citado golpe de Estado, el más terrible entre los múltiples de la historia argentina. La corriente trotskista que decide quedarse en la breve “legalidad” previa al golpe y no pasar a la lucha armada es justamente el “morenismo”. Moreno y su grupo tuvieron siempre la perspectiva que la versión guerrillera o “foquista”, al ser sobre todo campesina y con fuerte presencia estudiantil, era ante todo “pequeñoburguesa”. Su supuesto, el obrerismo, lo alejaba de dicha perspectiva política y apuntaba a la construcción de sindicatos y formas tipo “soviet”, emulando el recuerdo de la revolución rusa triunfante medio siglo atrás.

A nivel regional y mundial, habría que señalar que el “morenismo” mantiene una postura igualmente variable. En términos del trotskismo a nivel mundial (particularmente europeo), Moreno es quizá el más importante de los dirigentes “criollos”, 7 esto es, que no se subordina a las organizaciones europeas ni norteamericanas, todo lo contrario, busca plantear ruptura con los dirigentes históricos, como el economista de origen belga Ernest Mandel, 8 con quien sostendrá una durísima polémica a propósito del partido político, pero también lo hará con otros como el griego Michel Pablo, ambos referentes indiscutibles de dicha corriente a nivel mundial. En tanto dirigente “autónomo”, siempre tuvo una presencia constante en la política trotskista regional, logrando influir en otras organizaciones y núcleos militantes de otros países. Limitada y contenida en algunos grupos, sin lugar a dudas su presencia fue factor durante los años sesenta y setenta. Entre los casos más emblemáticos se encuentra la formación de los sindicatos campesinos en el Perú a principios de los años sesenta, dirigidos por un militante cercano en ese momento a Moreno: Hugo Blanco. En Chile, el historiador Luis Vitale hacía parte de esa corriente. En México, el morenismo logró dividir al PRT, la organización trotskista más grande que ha conocido ese país, formando una agrupación menor que con el tiempo se desvanecería. En Colombia, país en el que se formará la BSB, Moreno se encontraba exiliado junto a un grupo de argentinos, 9 impulsando la creación del PST colombiano del cual surgirá en el año 1979 la posibilidad de formar la BSB. En el PST colombiano militaron personajes de la cultura como la escritora Laura Restrepo.

El “morenismo” ha sido una corriente señalada en repetidas ocasiones como “oportunista” 10 dentro de los núcleos trotskistas, señalamiento que se replica con frecuencia en una corriente política tan fragmentada y enemistada consigo misma. 11 Lo cierto es que ha tenido que recurrir a crear su propia narrativa, esto es, ante la invisibilización a que se les condenó por su perspectiva política, con lo cual ha articulado momentos para visibilizarse como corriente histórica. 12 Esto es, ha realizado su propio ejercicio de pensarse a sí misma con el objetivo de mantener vivas las “enseñanzas” de su propio pasado, pero también, para marcar líneas de demarcación con uno de los fetiches más recurrentes de la corriente: demostrar su ejercicio de ortodoxia plena con el trotskismo, particularmente su énfasis en el obrerismo. Lo que haremos más adelante, es recurrir a esa narrativa que el morenismo construyó sobre su experiencia en la revolución nicaragüense, contrastándola con versiones historiográficas más difundidas (u “oficiales”) de dicha revolución.

La importancia de pasar revista a esta tendencia del trotskismo regional, se debe a que fue su intervención e iniciativa la que dio vida y forma a la BSB. Sin la presencia de Moreno y su labor de convencimiento de que las distintas secciones nacionales debían participar de una revolución dirigida por una fuerza no socialista —el FSLN—, habría sido difícil lograr un esfuerzo organizativo como el de la brigada.

FORMACIÓN Y DESARROLLO DE LA BRIGADA SIMÓN BOLÍVAR

La noticia oficial de la formación de la BSB se da el 13 de junio de 1979 en la ciudad de Bogotá, donde el PST convoca a una rueda de prensa para anunciar el arranque del esfuerzo internacionalista. Inmediatamente se dan reacciones de adhesión a la propuesta del partido, dada la simpatía que genera el FSLN y la animadversión de la familia Somoza. La más importante aparece en el periódico de circulación nacional El Tiempo, firmada por el reconocido periodista Daniel Samper, en ella se anunciaba el lugar de reclutamiento y se ofrecían testimonios de los voluntarios:

No dan trabajo ni prometen enriquecer aspirantes de la noche a la mañana a través de la venta de enciclopedias. Lo único que ofrecen es la posibilidad de perder la vida, someterse a riesgos e incomodidades y llevar durante un tiempo incierto, una vida llena de peligros. A cambio, solo brindan la oportunidad de luchar por la liberación de un pueblo. En ese lugar funciona la oficina de reclutamiento de combatientes colombianos que quieran voluntariamente alistarse en la lucha armada contra la dictadura de Anastasio Somoza. 13

El crecimiento de la BSB estará marcado por la adhesión fuera de los círculos del PST y por el entusiasmo que generaba entre la juventud la lucha sandinista. La organización de la BSB, según sus propios constructores, enfrentó el gran dilema de financiar dicha campaña, en tanto que los recursos humanos no faltaron, los voluntarios se cuentan en alrededor de 700, 14 aunque al final el número de enviados a combatir sea considerablemente menor. La mayor parte de ellos (500) provienen de Bogotá. La BSB tiene que consolidarse y para ello habrá varios momentos: por un lado, la adhesión de intelectuales y artistas, por el otro, estrechar vínculos con otras organizaciones que se solidarizaban con Nicaragua. Recordemos que por aquellos días el FSLN ya era reconocido como una fuerza beligerante por algunos Estados en América Latina, y Colombia era uno de ellos. Esto es, no había ningún acto que el gobierno nicaragüense pudiera reclamar al colombiano por lo que estaba ocurriendo en su territorio. Los voluntarios se trasladarán a Costa Rica, desde donde más tarde partirán a dos frentes principalmente: el Sur y el Atlántico. Es de hacer notar la rapidez con la que la organización creció. En poco más de un mes la ofensiva final sobre Managua selló el fin de la dictadura, y en menos de tres meses, los brigadistas fueron expulsados definitivamente de Nicaragua.

Teniendo en cuenta la rapidez de los acontecimientos, no es difícil imaginar la premura con la que se convocó y formuló la idea de la BSB. El esfuerzo internacionalista contaba con varios elementos a su favor, dos de ellos significativos: el primero es el geográfico, la centralización en Colombia, este esfuerzo supuso una ventaja en la medida que permitió un traslado más rápido hacia la región central del continente; y el segundo, que los promotores contaban con una importante red regional, tanto por los exilios que vivían, como por la fortaleza de algunas de sus organizaciones.

¿REVOLUCIÓN EN LA REVOLUCIÓN? LA(S) NARRATIVA(S) DEL ASCENSO Y DECLIVE

Dentro de los registros historiográficos que podríamos denominar como oficiales producidos al calor de la revolución, la BSB es un hueco, un espacio vacío, un silencio y en el mejor de los casos una gran incomodidad, ante la radicalidad de sus planteamientos. Hay pequeñas referencias, veremos algunas de ellas, pero en general la “historia” de la propia BSB la construyó la corriente política que le dio vida, por tanto, su visión de los hechos está determinada a partir de su derrota como proyecto político y su memoria.

Lo que se denomina el “morenismo” como corriente “criolla” del trotskismo, esto es, versión local de una corriente de miras mundiales, creó su propia narrativa sobre el ascenso y caída de la BSB. Por supuesto, fue una narrativa que estuvo sobre determinada siempre por la pugna que de principio se tenía con la dirección del FSLN, por su proyecto político de radicalización de la propia revolución y por su postura intransigente frente a los aparatos organizativos que lentamente comenzaban a surgir, y que no caminaban como ellos pretendían que se avanzara. Aunque el FSLN compartió con miles la llegada de la revolución, el momento de su andar llevó a algunos por caminos distintos, en el caso de la BSB los llevó a la denuncia de una revolución que, tal como Trotsky viera a la rusa, era “traicionada”.

Partiendo de distintas concepciones de la revolución, tanto la BSB como la Dirección Nacional del FSLN, avanzaban en dos líneas absolutamente divergentes. Es este el punto nodal para entender la diversidad y la bifurcación de los senderos, no podemos dejar de mencionar las (escasas) referencias que de la brigada hicieron algunos de los que en aquel momento era cuadros fundamentales del sandinismo. Por ejemplo, Sergio Ramírez recuerda en sus memorias de esta manera la experiencia internacionalista:

La Brigada Simón Bolívar, compuesta por sudamericanos, troskistas en su mayoría, que había combatido en el Frente Sur, y que una vez en Managua se dedicaron a predicar la revolución mundial alentando a los trabajadores a reclamar el control obrero de las fábricas, fueron llamados una noche a una reunión en las instalaciones de la Loma de Tiscapa; allí se les capturó y en la madrugada del día siguiente fueron puestos en un avión […]. 15

Tomás Borge, otro de los líderes históricos de la revolución sandinista, solo atina a recordar a la brigada por su participación en ciertos abusos que se daban en lo interno de las cárceles una vez consumada la revolución:

“Eran de los remanentes de una ‘Brigada Simón Bolívar’; inmediatamente lo sacamos del país”. 16 Algo similar ocurre con Ernesto Cardenal, poeta, teólogo y luego ministro de cultura tras la revolución. En sus memorias recuerda su expulsión, debido a que buscaban reorientar el camino de la revolución; sin embargo, los recuerda como un grupo de “suecos, alemanes, españoles”. 17

Pero volvamos, ya no a las construcciones mínimas que se han hecho desde el sandinismo sobre la brigada, sino a lo que los animadores de ella dijeron. El “morenismo”, a través del periódico El Socialista del PST colombiano, retrata de mejor manera la narrativa que la propia brigada crea de sí misma. Habría varios momentos de dicho intento de construir su narrativa. Ubicamos en grandes términos dos que resultan fundamentales: la participación de la BSB dentro del contexto de la guerra contra Somoza y en segundo momento, la actividad política posterior a la entrada a Managua por parte del FSLN y la instauración del nuevo gobierno. En estos dos momentos claves se constituye la parte medular de la narrativa “morenista” sobre la revolución, la actuación de la brigada y en último término el futuro de la revolución.

En total, de todos los inscritos como voluntarios solo 110 realizaron el viaje. 18 Todos siguieron una ruta similar para el entrenamiento militar: pasaron por Costa Rica, donde el gobierno y el pueblo de ese país apoyaban con decisión al FSLN en la parte final del combate. La mayor parte de los combatientes se integró al Frente Sur, zona ya célebre por la experiencia pastoral que aconteció junto al lago Nicaragua, conducida por Ernesto Cardenal. 19 Ahí surgió la primera polémica, pues la BSB buscaba mantener una línea política que les permitiera conservarse de manera independiente del FSLN, aunque combatiendo a su lado. Este es el primer gran punto de la narrativa que el “morenismo” construyó en torno a la participación de la BSB: la integración del Frente Sur era muy importante, pues en esa zona del país se encontraban los últimos resquicios de fuerte resistencia de las fuerzas somocistas. Particularmente la Guardia Nacional de la ciudad de Rivas, fue el lugar donde de manera más decidida el somocismo resistió los embates de las fuerzas revolucionarias. En tanto que poblaciones como Cárdenas y Peña Blanca, dos ciudades fronterizas con Costa Rica habían sido ya tomadas por el FSLN, pero faltaba Rivas, la ciudad de camino a Masaya y Managua. Más adelante citaremos la perspectiva de Moreno a propósito del Frente Sur y la participación de la BSB, particularmente en lo que respecta al jefe militar somocista, muy conocido por su dureza como “Comandante Bravo”. Por el momento diremos lo siguiente: la BSB participó de las acciones armadas del Frente Sur, sin tener algún papel más relevante que otros combatientes. Lo interesante en términos historiográficos, es que ninguna reseña de las intensas actividades del Frente Sur, al menos de las más recientes, menciona la participación de la brigada como algo anómalo, especial o de destacar. Lo que sí sucede en cambio, es la mención de la participación de combatientes chilenos, miembros del Partido Comunista Chileno (PCCH) y futuros integrantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. 20 La diferencia que se traza entre los internacionalistas trotskistas y los comunistas es visible en varios sentidos, ya que además de haber sido estudiados con más detenimiento, 21 son reconocidos por los sandinistas como un esfuerzo loable y que se recuerda heroicamente, cosa muy distinta a la que ocurrirá con la BSB. Este silenciamiento ha sido exaltado por Moreno al momento de explicar el porqué la brigada participó en el Frente Sur, quizá llevado a extremos insostenibles.

Dentro del elemento de la narrativa “morenista”, a propósito de la lucha armada en contra de la dictadura de Somoza, existe otro punto: la participación de BSB en la toma de la ciudad Atlántica de Bluefields. La mayor parte de esta parte de la narrativa corre a cargo de Eduardo Sorans, un militante trotskista argentino que en su juventud hizo parte de la BSB. Según su testimonio, al encontrarse ya un grupo de los brigadistas combatiendo en el Frente Sur, se motivó para enfilar las baterías hacia una zona de la que el FSLN tenía poco control político y apenas existía como fuerza militar. Cito en extenso el testimonio que me parece relevante sobre la propia concepción que los brigadistas proyectan:

La Costa Atlántica, lo que debería haber sido el Frente Oriental de la revolución, nunca fue tomada en cuenta, no sabemos por qué razón por el FSLN. Nosotros teníamos la información de que había un puñado de combatientes espontáneos, jóvenes negros de la zona, que estaban haciendo acciones y que se escondían en los montes cercanos a la ciudad. Estos combatientes se reivindicaban sandinistas pero no tenían ninguna relación, no política ni militar, con el FSLN. Teníamos informes detallados de todo lo que pasaba en Bluefields por los nicaragüenses de la zona que llegaban refugiados a Puerto Limón, en Costa Rica. A través de ellos llegó el pedido de apoyo, en armas y hombres. En San José, la capital Costa Rica, el centro del FSLN era fortalecer el Frente Sur y quebrar la dura resistencia de la Guardia Nacional en Rivas. La brigada tenía ya un contingente de combatientes allí. Por eso decidimos tomar ese llamado nosotros y formar una columna de 70 combatientes para ir a Bluefields. 22

Esta cita, largo recuerdo de Sorans y miembro de la BSB, devela varios elementos a ser considerados para un análisis de la iniciativa internacionalista. En primer lugar, que la llegada de los brigadistas a esa zona fue más bien casual y partía del hecho de que ahí no existía una estructura militar fuerte del FSLN, permitiéndoles a los internacionalistas mayor autonomía, pero también devela que los propios internacionalistas desconocían la situación de la Costa con respecto a la capital y al resto del país. Efectivamente existe —también— un silencio grande por el proceso revolucionario en esa parte del país centroamericano. En las memorias que ha compilado Mónica Baltodano, 23 por ejemplo, no existe una sección especial para esa zona del país, como sí se le dedican a otras zonas relevante para el triunfo revolucionario. Igualmente, la extensísima literatura que se produjo durante los años ochenta a propósito de la costa Atlántica nicaragüense, a raíz de las discrepancias de grupos indígenas con el gobierno del FSLN, no dan datos sobre ese espacio político durante la revolución, sino solo sobre los efectos de la instalación del gobierno revolucionario, 24 es como si la Costa Atlántica existiera como territorio de conflicto y de disputa a partir del triunfo revolucionario. Existe un vacío a este respecto. El vacío sin embargo, es de una doble consideración: político como lo demuestra el testimonio del combatiente, en tanto que para el FSLN aquella zona no era relevante; pero el vacío es también historiográfico, puesto que el periodo último de la lucha contra Somoza no ha sido estudiado en esta zona.

Será en el puerto atlántico de Bluefields donde la BSB tendrá su primera actuación relevante, pues ante la carencia de combates como los que se daban en el Sur y la ausencia del FSLN como estructura organizativa política y militar, los brigadistas pudieron conformarse como una fuerza independiente. Llegaron el 18 de julio, al día siguiente, el 19 de julio caía el somocismo en Managua y por lo tanto también en el puerto de Bluefields. En realidad, la presencia de los brigadistas en esa zona no fue militarmente relevante, pues no había puestos de combate que disputar, ni grandes destacamentos de fuerzas de la Guardia Nacional que vencer. En lo que si hubo una ruptura con respecto al proceso revolucionario a nivel nacional, fue en la insistencia obrerista que los brigadistas trajeron consigo y el puerto de Bluefields fue el lugar de ensayo. Ahí iniciaron la fundación de sindicatos, particularmente en el ramo pesquero que era la actividad más relevante de la zona. Según el testimonio de Sorans, en total se fundaron 12 sindicatos. En términos de la conformación de una administración, el acuerdo entre la oposición antisomocista de las élites y el FSLN tampoco ocurrió.

La presencia de los brigadistas causó tensiones entre dichos sectores de la burguesía, las élites, las empresas multinacionales ahí asentadas y los pocos revolucionarios que ahí actuaban. Sin embargo, Bluefields aunque pueda ser un espacio simbólico por la actuación de la brigada, no es políticamente relevante en ese momento. Será relevante al avanzar los años y las tensiones entre las poblaciones originarias y el gobierno revolucionario para que la costa Atlántico se vuelva una referencia. Las tensiones futuras, entre grupos indígenas y la perspectiva sandinista no se nota de alguna manera expresada en los relatos del brigadista, donde prevalece el ánimo “obrerista” y de radicalidad con respecto al sandinismo, al que se niegan a someter en tanto dirección política.

La necesidad de ir a otro elemento de la disputa política, nos pone ante una situación que resulta central en la narrativa “morenista” sobre la BSB, y que dará finalmente como resultado la expulsión de los brigadistas del país. Nos referimos al traslado de la brigada como cuerpo políticamente organizando rumbo a Managua. El nuevo gobierno cedió dos casas a los internacionalistas, la más grande de ellas estaba cerca del centro de la ciudad y había pertenecido al parlamentario somocista David Zamora. Según el mismo Sorans, la BSB: “En tiempo récord organizó 70 sindicatos en Managua. Lo hizo en el cordón de la ruta panamericana, por ejemplo en las empresas Pepsi y Coca Cola; las textiles de la Zona Franca; el ingenio de Montelimar a 130 km de Managua”. 25 Además de estos, el orgullo de la BSB será la fundación de un comité de fábrica: “En la tarde del 25 de julio alrededor de 100 obreros de la Plywood llegaron en camiones al local de la brigada después de haber tomado contacto con un grupo de brigadistas que se habían ofrecido para ayudarlos. Inmediatamente se constituyó la asamblea. Plywood era una gran compañía maderera, uno de cuyos propietarios era Anastasio Somoza, el tirano […]” Según Sorans, la presencia de la brigada alentó a la organización de un movimiento que logró que la fábrica pasara a manos del Estado y que el gerente designado en aquel acto fuera electo por los trabajadores. Dado el sesgo “obrerista” de los documentos y relatos de la brigada el otro acto fundamental, previo a su expulsión, fue conformar la Central Sandinista de Trabajadores (CST), donde, según el relato de Sorans y del periódico El Socialista, cuatro de las ocho personas que presiden la fundación son miembros de la BSB. 26

El contacto de la brigada con los obreros movilizados, creando sindicatos y planteando consignas como la de la abolición de la propiedad privada o la gestión obrera de las fábricas, comenzó a incomodar a la dirigencia sandinista. Antes de pasar a la expulsión, hay que señalar que la BSB no fue la única organización que alentó la formación de sindicatos y de demandas más allá de los parámetros que la propia revolución sandinista, ya conformada como Junta de Reconstrucción Nacional, permitía. Me permito citar dos testimonios que giran justamente en esta línea, pero sin referir a la BSB. El primero es de Jorge G. Castañeda, quien en un libro dedicado a las contradicciones que enfrenta la revolución nicaragüense ve la emergencia del mote “ultra izquierdista” en boca de los dirigentes sandinistas, para designar a todo aquel que estuviera en contra de la austeridad y el productivismo. Castañeda justamente relata el incidente que se generó en octubre de 1979, cuando los obreros de Plywood demandaron aumento de salarios. Ese mismo día, tanto Daniel Ortega como Víctor Tirado, importantes dirigentes del sandinismo, acudieron a dialogar con los trabajadores señalándoles que “ellos ya estaban en el poder” y que “los viejos sistemas de lucha y de reivindicación ya no responden a este momento histórico”. 27

Esta tendencia que es señalada en el texto por Castañeda, en realidad ya había sido visibilizada en la práctica por los brigadistas. La dirección que tomaba la revolución no dejaba espacio para reivindicaciones obreristas, anti productivistas o de aumento de salarios sin más. Resulta entonces curioso que a pesar del antecedente de la actividad de la brigada, Castañeda omita cualquier referencia a ella. El segundo testimonio al respecto proviene de un meticuloso estudio del importante intelectual Carlos Vilas entorno al papel del movimiento obrero en la revolución. Vilas señala que las contradicciones entre la dirigencia sandinista y el movimiento obrero:

[…] los meses finales de 1979 y el comienzo de 1980 presenciaron una elevación de las tensiones políticas en el movimiento obrero. Paros, tomas de establecimientos fabriles y fincas, movilizaciones, huelgas, expresaban estas luchas por el control político de las organizaciones sindicales, en el contexto de un rápido crecimiento de las mismas. En estas confrontaciones, cada participante jugó todas sus fuerzas; el FSLN en consecuencia empleó su prestigio conquistado en la lucha contra la dictadura, su amplio arraigo de masa y también el poder del Estado revolucionario. De hecho, en esos momentos iniciales de esta etapa la posición del FSLN aparecía desde el punto de vista orgánico menos consolidada en el terreno proletario, que las de otras organizaciones con menor participación en la guerra de liberación. 28

Vilas señala de manera nítida, que la contradicción al seno del sandinismo en el terreno del movimiento obrero consistía en su acercamiento en tanto movimiento de liberación, que sin embargo tenía que negociar con la presencia de la burguesía anti somocista en el gobierno. Para contener a estos sectores, había que tener cuidado con la disciplina laboral y las demandas obreras, siempre puestas como elemento de alejamiento con esos sectores de la burguesía, al menos en el primer momento antes del intento de “sandinización” (coorporativización) de los órganos del Estado por el Frente. Estas contradicciones se exponen de manera radical para Vilas en: “El encarcelamiento de líderes del Frente Obrero y del Partido Comunista a principios de 1980, la clausura del diario Pueblo (del FO) y del periódico comunista Avance […]”. 29 Justamente en la misma tónica que Vilas relata y analiza las contradicciones, podemos darnos cuenta que la actuación de la BSB se encontraba en el mismo tenor. Sin embargo, tampoco hay una palabra a propósito del episodio que atañe a los brigadistas. En todo caso, lo que ocurrió con los brigadistas troskistas en 1979, era solo el preludio para lo que Vilas con precisión señala: la incompatibilidad de demandas obreristas con el gobierno de la Juventud Revolucionaria Nicaragüense (JRN). Estalló con los internacionalistas, pero seguirá estallando con los comunistas y los maoístas del frente obrero.

La expulsión de la brigada fue sin duda un acto de ignominia para sus miembros. Desde el punto de vista de la narrativa “morenista”, sus militantes habían contribuido a la caída del régimen anterior, y su expulsión el 14 de agosto del mismo 1979, sellaría un horizonte histórico: la imposibilidad de radicalizar la revolución. Amén de ello, profundizó las distancias entre los distintos grupos troskistas, algunos de ellos (los cercanos al ya referido Mandel), manifestaron su apoyo a la medida del gobierno sandinista. La expulsión sellaba definitivamente la participación de la brigada como un elemento destacable, aún en los propios registros historiográficos. Quizá el mejor testimonio de dicho acto no está en los discursos del gobierno sandinista ni en la propia narrativa “morenista”, sino que se encuentra en la obra de José de Jesús Martínez, intelectual cercano al general Torrijos, hombre fuerte de Panamá en aquel momento. En su excelente trabajo de testimonio al lado de Torrijos, Martínez pasa revista del apoyo panameño —desde 1975— al FSLN, al que se acercaron a partir de un nicaragüense recomendado por René Zavaleta y Ricaute Soler, de nombre de Eduardo Contreras, el primer comandante cero. El gobierno panameño entregó armas y dinero al FSLN y fue el vínculo para que otros gobiernos lo hicieran, como es el caso de Venezuela. Me permito citar en extenso el testimonio de Martínez:

Una de las acciones más dramáticas en la que el general Torrijos colabora con sus amigos de la Dirección Nacional del Frente Sandinista, es la siguiente: había una brigada, llamada “Simón Bolívar”, compuesta por internacionalistas que no vacilaron ir a Nicaragua a echar el hombro. Muchos de ellos, antes del triunfo. Y combatieron. Estos muchachos eran trotskistas. Había alemanes, suecos, muchos colombianos, ticos y por lo menos un panameño, José Cambra. Como buenos trotskistas, promovían la causa de los obreros y los campesinos. El problema era que como el único sitio donde podían trabajar, porque solamente allí los permitían, era en las empresas estatales sandinistas, los brigadistas trotskistas estaban, cómodamente, creándoles problemas al sector estatal, para gusto y regusto del sector privado reaccionario. Eso no podía continuar así. 30

Años después, cuando el grupo de Nahuel Moreno regrese a Argentina y refunde partidos políticos a nivel nacional e internacional, se seguirá hablando del BSB como un momento importante de distanciamiento de las distintas corrientes trotskistas. Citamos dos pasajes de cómo reconstruye Moreno aquella historia y que son muy relevantes si contrastamos con lo dicho antes:

La Brigada Simón Bolívar le discute a Tomás Borge. Un compañero pide la palabra y le discute fuerte. Borge da la orden de deponer las armas. Hubo una situación violenta. Humberto Ortega dice: “Acá no se discute más, mi arma está lista”, o algo por el estilo, para [amenazar con que] ni bien un compañero hablaba y lo mataban. El gobierno sandinista mete presa a la Brigada y nos entrega a la policía panameña, que les da una paliza, tortura a los compañeros: todo acordando con el FSLN. Y sale un comunicado del Secretariado Unificado diciendo que eso está muy bien. 31

Puede observarse en la narrativa “morenista”, que el dirigente enuncia años más tarde una versión demasiado violenta de la relación con el gobierno, además señala la línea que cruza al propio trotskista como corriente dividida y fragmentada. El mencionado “secretariado unificado”, es la organización trotskista europea con la que Moreno ha venido discutiendo desde los años cincuenta y de la que se ha separado para consolidar su posición regional. Es significativa esta forma en que Moreno reconstruye la historia, de tal manera que ella es un activo que reafirma una cierta estrategia revolucionaria frente a quienes quieren impedir dicha estrategia a toda costa. Volvemos con Moreno y la manera en que reconstruye los elementos fundamentales de la experiencia:

Hay que escribir la historia de la Brigada Simón Bolívar. La línea que se les dio fue que bajo ningún punto de vista acataran la disciplina en el sentido de penetrar a Nicaragua por donde los mandaba el FSLN. Por eso era una Brigada independiente. Se dividió en dos porque no lográbamos un sector para actuar en forma independiente. No es casual que en el lado en donde dependieron de la disciplina del FSLN fue donde tuvimos los muertos, porque el FLSN mandó a todos los nuestros a la muerte. Fueron más hábiles. Los mandaron al Frente Sur, aquel famoso lugar impasable en el que Somoza tenía dos militares colosales. 32

La reconstrucción histórica que hace Moreno es a todas luces desmedida. Pensar que al ser “independientes” se les sacrificó de manera innecesaria, es algo que en el contexto de los acontecimientos que dieron en la revolución sandinista es poco probable. Además de no ser los únicos combatientes internacionales que se dirigieron al Frente Sur, difícilmente los dirigentes del FSLN tenían idea de los problemas que a la postre significarían los brigadistas, ni sus intenciones o sus proyectos sindicales y obreros. Sea como sea, las palabras de Moreno permiten señalar el exceso de la construcción narrativa desde el punto de vista de quien concibió y dirigió a la distancia aquella experiencia política.

ALGUNAS CONCLUSIONES

Hemos aquí expuesto algunas de las principales problemáticas que se abren a partir de la irrupción de la experiencia internacionalista conducida por Nahuel Moreno y su corriente política. Dicha irrupción tuvo como epicentro la última revolución armada triunfante en el continente, la Revolución Popular Sandinista. La simpatía que ella provocó, generó movimientos de solidaridad, entre ellos, el más significativo es aquel donde jóvenes latinoamericanos emprendieron el viaje para contribuir a la derrota de una de las dictaduras más añejas de la región 33 aunque también lo hicieron alemanes, españoles, chilenos y argentinos de otras organizaciones políticas. 34

Propiamente hablando, hubo dos experiencias, una más estudiada parte de los registros históricos, que es la experiencia de combatientes chilenos y la otra más bien invisibilizada, la que toca a los combatientes trotskistas. No es casual dicha ambivalencia y a nosotros nos interesó mostrar los puntos de quiebre, las narrativas y los testimonios que resisten ese proceso de difuminación. Las fuentes, por supuesto, pasan siempre por un tamiz político e ideológico poderoso y aún presente. A diferencia de los combatientes chilenos que vieron la experiencia nicaragüense como un punto intermedio hacia su objetivo, el cual era el combate a la dictadura propia, los combatientes trotskistas quisieron aprovechar la oportunidad para realizar algo que en otros países y circunstancias parecía poco probable de realizar: llevar a cabo una radicalización de la revolución bajo un programa ortodoxamente socialista; sin embargo, lo que encontraron fue una pronta respuesta del gobierno revolucionario en sentido negativo: no había espacio para su proposición política.

La solución fue la expulsión y a partir de ella un proceso de centralización de los ejercicios de la memoria. A partir de dicho evento, los dirigentes de los brigadistas recrearon su propia discursividad, a lo que aquí hemos llamado “narrativa”, cuyo eje de validación son sus propios documentos y los testimonios de militantes. Frente a ello, contrastamos algunos de los registros más asentados para mostrar justamente la no visibilidad de la experiencia internacionalista.

Las memorias de los combatientes se cruzan entre un proyecto político radical y una revolución que promete sacudir al continente. Lo que encuentran es un proceso de transformación que se encuentra atravesado por sus propias contradicciones, pero también por los elementos geopolíticos. El intento de direccionamiento de la Revolución Popular era infructuoso, en la medida en que el grupo dirigente de aquel proceso marcaba la pauta hacia un rumbo que no era el del socialismo.

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1 OIKIÓN SOLANO, Verónica, “La Revolución Sandinista, un balance historiográfico”, en Verónica OIKIÓN SOLANO, Eduardo TRISTÁN REY y Martín LÓPEZ ÁVALOS, El estudio de las luchas revolucionarias en América Latina (1959-1996). Estado de la cuestión, Morelia, Michoacán, Colmich, 2014, pp. 289-317.

2 ÁGREDA PORTERO, José Manuel, “Una aproximación a la bibliografía del Frente Sandinista de Liberación Nacional, 1961-1979”, en Historiografías, revista de teoría e historia, vol. 6, enero-diciembre de 2013, pp. 77-103; SNARR, Neil, Sandinista Nicaragua. Part 1: Revolution, religion and Social Policy. An annotated bibliography with analytical introductions. Resources on contemporary issues, The Pierian Press, Ann Arbor, Michigan, 1989.

3 CAMACHO NAVARRO, Enrique, “La Legión del Caribe. La insurrección democrática en Centroamérica y el Caribe (1940-1954)”, en Ignacio SOSA (coord.), Insurrección y democracia en el circuncaribe, México, UNAM- CCyDEL, 1998, pp. 47-74.

4 MANGIANTINI, Martín, “La Brigada Simón Bolívar. Participación argentina en la Revolución Sandinista”, en Testimonios, año 2, núm. 2, 2011, p. 124.

5Ver BRIENZA, Hernán, Nahuel Moreno: el trotskismo criollo, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2006 y HODGES Donald, La revolución latinoamericana: política y estrategia desde el apro-marxismo hasta el guevarismo, México, Siglos, 1976, p. 120.

6 MORENO, Nahuel, Che Guevara: héroe y mártir de la revolución, México, UNIOS, 1997.

7 BRIEZA, Hernán, Nahuel Moreno: el trotskismo criollo, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2012.

8 MORENO, Hugo, ¿Partido leninista o partido mandelista?, Buenos Aires, S.E, 1986.

9 MANGIANTINI, Martin, “El exilio trotskista en Colombia, (1976-1982)”, Texto presentado en las Jornadas de trabajo Exilios político del Cono Sur en el siglo XX, en http://jornadasexilios.fahce.unlp.edu.ar/i-jornadas/ponencias/MANGIANTINI.pdf [Consultado el 6 de febrero de 2015].

10 PESSOA, Guillermo, “Nahuel Moreno, tragedia y partido”, en Razón y Revolución, núm. 4, 1998. En http://www.razonyrevolucion.org/textos/revryr/luchadeclases/ryr4Pessoa.pdf [Consultado el 1 de febrero de 2015].

11 COGGIOLA, Osvaldo, El trotskismo en América Latina, Buenos Aires, Magenta, 1993, p. 66.

12El ejemplo más notable es el conjunto de textos titulados: El trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina, escrito por un fiel morenista, Ernesto González, que alcanzó cuatro tomos y es quizá la historia más documentada de dicha corriente.

13SAMPER, Daniel, “Necesitan gente”, El Tiempo, 17 de junio de 1979.

14Anónimo, “La brigada un resultado del trabajo de masas”, en Carlos VIG, Nicaragua: ¿Reforma o revolución?, tomo II, Colección Polémica Internacional, Bogotá, Colombia, 1980.

15 RAMÍREZ, Sergio, Adiós muchachos, México, Alfaguara, 1999, p. 107.

16 BORGE, Tomás, Los primeros pasos: la revolución popular sandinista, México, Siglo XXI, 1981, p. 81.

17 CARDENAL, Ernesto, La revolución perdida: memorias, España, Trotta, 2004, p. 235.

18Esta información fue publicada en el periódico El Socialista de Bogotá el 3 de agosto de 1979.

19 VILAS, Carlos, Mercado, estado y revoluciones: Centroamérica 1950-1990, México, CIICH-UNAM, 1994, p. 149.

20 BALDANO, Mónica, Memorias de la lucha sandinista: el camino a unidad y al triunfo: Chinandega, Frente Sur, Masaya y la toma del Búnker, México, Fundación Rosa Luxemburg, 2014.

21 PÉREZ SILVA, Claudio, “De la guerra contra Somoza a la guerra contra Pinochet. La experiencia internacionalista revolucionaria en Nicaragua y la construcción de la Fuerza Militar propia del Partido Comunista de Chile”, en Pablo POZZI y Claudio PÉREZ (eds.), Historia oral e historia política: izquierda y lucha armada en América Latina, 1960-1990, Santiago de Chile, Lom Editores, 2012, pp. 213-244; y PÉREZ SILVA, Claudio, “Exilio e internacionalismo en la militancia comunista de los setenta. Su aporte a la construcción de la política militar del Partido Comunista de Chile”, en Pablo POZZI y Claudio PÉREZ (eds.), Por el camino del Che: las guerrillas latinoamericanas 1959-1990, Buenos Aires, Imago Mundi-UBA-RELHO, pp. 335-369.

22Anónimo, “Habla un protagonista”, en La Brigada Simón Bolívar, Buenos Aires, Izquierda Socialista, 1999, p. 33.

23 BALDOTANO, Mónica, Memorias de la lucha sandinista, Managua, Fundación Rosa Luxemburgo, 2010.

24 VILAS, Carlos, Estado, clase y etnicidad: la costa Atlántica de Nicaragua, México, FCE, 1992; y DUNBAR ORTIZ, Roxanne, La cuestión miskita en la revolución nicaragüense, México, Editorial Línea, 1986.

25SORANS, “La brigada se instala en Managua”, p. 47.

26También se reproduce esta información en El Socialista, núm. 167, Bogotá 17 de agosto de 1979. Incluido en VIG, Nicaragua: ¿Reforma o revolución?, pp. 409-410.

27 CASTAÑEDA, Jorge G, Nicaragua: contradicciones en la revolución, México, Editorial Tiempo Extra, 1980, p. 49.

28 VILAS, Carlos, “El movimiento obrero en la revolución sandinista”, en Richard HARRIS y Carlos VILAS (comp.), La revolución en Nicaragua, México, Era, 1985, p. 201.

29 VILAS, “El movimiento obrero en la revolución sandinista”, p. 201.

30 MARTÍNEZ, José de Jesús, Mi general Torrijos, Buenos Aires, Casa de las Américas, 1987, p. 151.

31 MORENO, Nahuel, Informes e intervenciones, II Congreso del Mas, Buenos Aires, Crux Ediciones, 1991, p. 25.

32 MORENO, Informes e intervenciones, p. 26.

33 ÁGREDA, José Manuel y Christian HELM, “Solidaridad con la Revolución Sandinista. Comparativa de redes nacionales: los casos de la República Federal de Alemania y España”, en Naveg@merica, núm. 17, octubre de 2016.

34 CORTINA, Eudald, “Internacionalismo y Revolución sandinista: proyecciones militantes y reformulaciones orgánica en la izquierda revolucionaria argentina”, en Estudios Interdisciplinarios de América Latina, vol. 28, núm. 2, julio a diciembre de 2017, pp. 80-103.

Recibido: 12 de Marzo de 2018; Aprobado: 18 de Febrero de 2019

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