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 número63Sobre Bloch, Avital, y María del Rosario Rodríguez (Coordinadoras), La guerra fría y las Américas, Colima, Universidad de Colima-Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2013.Sobre Rangel Hernández, Lucio, El virus rojo de la revolución. La guerrilla en México. El caso de la Liga Comunista 23 de Septiembre, 1973-1981 , Morelia, Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo-Sindicato de Profesores de la Universidad Michoacana, 2013. índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
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Tzintzun. Revista de estudios históricos

versión On-line ISSN 2007-963Xversión impresa ISSN 1870-719X

Tzintzun. Rev. estud. históricos  no.63 Michoacán ene./jun. 2016

 

Reseñas

Sobre Anderson, Perry, Imperium et Consilium, la política exterior norteamericana y sus teóricos , Madrid, Akal, 2014.

Brice Calsapeu1 

1 Programa Institucional de Doctorado en Historia Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. México.

Anderson, Perry. Imperium et Consilium, la política exterior norteamericana y sus teóricos. Madrid: Akal: 2014. 256p.


El Viaje a América (1827), del bretón François-René de Chateaubriand (1768-1848), termina con la celebración de la libertad moderna, supuesta hija de la ilustración y de la razón. Según él, el advenimiento de la república representativa en los Estados Unidos de América "es uno de los más grandes acontecimientos políticos del mundo". Obviamente hay que contextualizar la dudosa euforia de un ensayista, estirpe de la nobleza, que se salvó de los ardores vengativos de la revolución francesa, exiliándose a partir de 1791. Pero esta cita del escritor prerromántico muy bien hubiera podido servir de punto de partida al texto aquí reseñado, Imperium et Consilium, la política exterior norteamericana y sus teóricos, del historiador británico Perry Anderson, fruto de una estancia de investigación en el Instituto de Estudios Avanzados de Nantes, en la misma Bretaña del vizconde de Chateaubriand. En efecto, el texto de Anderson, de cierta manera, explora la relación entre el concepto de libertad y la política exterior de los eua que se constituyeron -aquí es importante la noción de construcción-, en un Imperio que se apoderó de este mismo concepto de libertad y lo confiscó para justificar y validar su propia política exterior.

El ensayo, o mejor dicho los dos ensayos interrelacionados que conforman dialécticamente el libro, Imperium et Consilium, fueron publicados originalmente en una entrega especial del número 83 (septiembre-octubre 2013) de la revista inglesa New Left Review con el título original de American Foreign Policy and its thinkers. La revista está enteramente dedicada a los dos ensayos de su ex redactor en jefe, el doctor Perry Anderson, una práctica, sin embargo, muy poco común en el bimensual británico. Desde su fundación, en 1960, hasta la fecha contamos sólo con tres precedentes: en 1972 con un trabajo de Tom Nairn sobre Europa, en 1982 con Anthony Barnett sobre la guerra de las Malvinas, y en 1998 con Robert Brenner, sobre la economía de la turbulencia global.

El prólogo, que abre el libro, sirve de introducción para explicar el enfoque elegido por Perry Anderson para escribir los ensayos presentados que ofrecen un análisis del sistema de la hegemonía estadunidense. Recuerda que la literatura autóctona -entender la producida en el propio territorio americano-, es un tema que se estudia básicamente desde la historia de la diplomacia y de la estrategia geopolítica. De allí que el autor de Imperium et Consilium quiso romper con esa dinámica y proponer a los lectores un análisis novedoso que postula romper con la producción científica sobre el tema, reelaborando tres dimensiones del marco de análisis del fenómeno: la temporal, la espacial y la política. Aquí reside, en esta reelaboración del cuadro de análisis, el reto de la originalidad de un ensayo por otra parte plenamente logrado.

El arco cronológico cubre desde la invasión de México hasta la "guerra contra el terror" y los últimos acontecimientos del 2013 (Siria y Ucrania) para intentar interrelacionar estrategia y diplomacia estadounidense. En el nivel geográfico, intenta ocuparse de los dos frentes de estudio generalmente abordados, -las operaciones en los países del tercer mundo y el enfrentamiento contra los países comunistas-, al cual se agrega el frente de expansión que representan los países del capitalismo avanzado, un grupo donde básicamente encontramos a la Europa occidental y Japón, pero que igualmente tiene que entenderse como un grupo dinámico en su constitución, es decir, en sempiterna reconstitución.

La tercera diferencia es de orden político. Quien conoce la obra y la trayectoria de Perry Anderson dentro del llamado marxismo occidental, no espera una alabanza y menos un canto ditirámbico al imperio. Pero hay que destacar la posición de objetividad reclamada por Anderson en el estudio de la hegemonía imperial. Según él, no se trata de reproducir un esquema bastante común en los estudios sobre el tema que provienen del espectro de la izquierda, donde se vaticina la decadencia del sistema hegemónico made in USA. Esa verborrea milenarista de la decadencia, prolegómeno de libros y de la caída anunciada, suele servir de prozac a los autores de izquierda. Y creo que es allí donde uno puede reconocer la influencia fundamental de Antonio Gramsci en la obra de Perry Anderson (su ensayo Las antinomias de Antonio Gramsci es de 1977 y publicado por primera vez en castellano en 1978). Se nota no solamente en el uso del concepto de hegemonía como un estado siempre cambiante y no una concatenación rígida, pero también y más que todo, en ese deseo de precisión y de análisis, objetivo de los hechos como exigencias ética.

Centraremos esta reseña en el primer ensayo, Imperium. El objetivo principal es escribir la historia del imperialismo estadunidense e inscribirla en la larga duración. En efecto, el imperio de los eua que nació a partir de 1945, tiene una larga prehistoria que se basa en una compleja oposición entre dos polos, el excepcionalismo y el universalismo. Algo que se puede resumir en la siguiente frase: "es una nación única que debe guiar al mundo". Perry muestra cómo ese registro está en el pensamiento de los fundadores de la nación estadounidense, pero que igualmente, esta retorica expansionista, que ya para mitad del siglo xix se había convertido en la idea del destino manifiesto, no contó nunca con un apoyo unánime y ciertas voces se alzaron para denunciar una política de expansión que iba en contra del legado anticolonial histórico. Esos valores alternativos eran el registro del excepcionalismo que encerraban los eua en un baluarte que se tenía que cerrar para evitar ser contagiado por la decadencia del mundo. En cambio el mesianismo intervencionista pugnaba para salvar este mismo mundo.

La llegada al poder de Woodrow Wilson cambió este registro fijándolo en la arrogancia del superhéroe, dotando a los eua de todo un repertorio de valores que encarnaban. Con él, las intervenciones exteriores se hicieron más numerosas y arrastró EUA a la primera guerra mundial donde los eua, según el mismo Wilson, "iban a gozar del infinito privilegio de cumplir su destino y de salvar al mundo". (p. 16)

Los años veinte marcaron un regreso al polo excepcionalista que, sin embargo, vaciló a partir de la crisis de 1929, dado la interpenetración del capital financiero al nivel mundial. Si el país era ciertamente una economía autosuficiente al nivel industrial, agrícola y poco dependiente de un comercio exterior que representaba a penas un 10 por ciento de su pib, sus relaciones financieras lo obligaron a tomar en cuenta los grandes cambios en el escenario mundial.

El conflicto de la segunda guerra mundial significó para los eua caer en un pragmatismo militar que dejó los dos objetivos fundamentales de la política exterior americana para la posguerra. En primer término, se trataba de convertir el mundo en un lugar seguro para el capitalismo en general y después, dentro del sistema capitalista, los EUA debían tener el predominio. Perry Anderson esboza, en esta ocasión, un retrato de un Roosevelt medio patán sin real brújula ideológica, cuya única convicción era que el nacionalismo estadounidense, definido como la combinación de la libre empresa y del individualismo, iba a ser aceptada por todos. Las ideas de Roosevelt funden los dos puntos de vista enfrentados: la convicción del separatismo aislador y el intervencionismo redentor. Ese es el momento de la cristalización de un proyecto desde arriba cuya finalidad es reconstruir el mundo sobre el modelo estadounidense para beneficio de los EUA y, pero en segunda posición, del mundo. Dio lugar a la ONU y al sistema de imposición de Bretton Woods donde todas las monedas se ven vinculadas al dólar como moneda de reserva del sistema monetario internacional.

Para que esta idea fuera aceptada por todos, fue transformada en la noción de seguridad nacional, una noción que guía el imperio estadounidense hasta la fecha. El historiador británico recalca que esta noción si era moderna en su elaboración, igualmente tenía una larga prehistoria, desde Lodge a Roosevelt, en el miedo infundido a un ataque al territorio nacional. La idea de seguridad se transforma así de una estrategia ofensiva en exigencia defensiva, "es una estrategia diseñada para cerrar la brecha entre opinión popular y preocupaciones de la elite". (p. 46)

Llama la atención que en esta evolución dos temas como el justificante religioso y la noción de capitalismo sean remodelados por el discurso oficial. En el primer caso, lo religioso pierde la posición que podía tener en el armazón ideológico imperial. En el segundo, la palabra capitalismo es vetada para en cambio apuntar a la defensa de la libre empresa.

Al analizar la guerra fría, Perry Anderson ve una "fase prolongada dentro de una trayectoria más general y más duradera de la expansión o proyección del poder americano" (p. 51) y no una fase excepcional como se suele hacer. Resume muy bien los debates en la historiografía estadounidense sobre el tema. El año 1991 representa el cierre de una época, donde los eua, por fin, son la única potencia de un orden planetario universal gobernado por ellos.

La primera guerra del golfo marca la llegada de un nuevo orden mundial cuando el consejo de seguridad aprobó sin problemas. Se ve impuesta la "visión rooseveltiana del mundo como una patrulla, una fuerza policial de naciones neutrales" (p. 123). Subraya que entre los dos grandes partidos no hay una gran diferencia. Si al nivel interno hay una competencia entre los bloques en pugna para el poder, al nivel internacional no hay una diferencia marcada dado que se constata una continuidad en los objetivos de la política exterior sea republicana o demócrata. En las campañas electorales, hacen lo mismo, criticar al candidato que sale por su debilidad en materia de política exterior frente al enemigo siempre renovado que acecha.

La política de los EUA sigue desde 1945 el mismo objetivo. Sin embargo, tuvo que hacer simples adaptaciones frente a los cambios coyunturales, siempre para preservar sus intereses. Durante las décadas de la guerra fría, ayudó los países que conforman actualmente el G7 a desarrollarse. En los años setenta, tuvo que afirmar sus intereses frente a los países de la ocde. Ahora, con el mundo unipolar puede presionar los países alrededor con la ofensiva ultraliberal. El poder estadounidense no se basa solamente en su economía y la fuerza del ejemplo, sino antes que todo en el uso de las armas. Lo que los obligó bajo la administración Clinton a ampliar la otan a las puertas de Rusia, afirmando así su hegemonía sobre Europa. Esa decisión provocó una de la más grande escisión en la elite estadounidense desde su entrada en la segunda guerra mundial. Se temía, de manera más que justificada hoy en día, que se preparaba así un futuro conflicto con la Rusia postsoviética. Los atentados del 2001 no cambiaron nada a la política exterior de los USA, le dieron solamente un derecho casi (¿?) indiscutible de jugar al gendarme del mundo libre.

Como mejor lo resume Perry Anderson: "El equilibrio cambiante de las fuerzas que giran en torno a la hegemonía estadounidense debe evaluarse objetivamente, dejando de lado los deseos y las ilusiones" (p. 6). Es justamente esta frase que nos permite introducir la segunda parte del ensayo, Consilium, muy desigual en extensión (81 páginas contra las 153 que ocupan Imperium). Está dedicada al pensamiento actual de los estrategas estadounidenses, aunque siempre en perspectiva con los dos grandes polos que conforman su política exterior. Pasa revista a las obras de Walter Russell Mead, Michael Madendelbaum, J. Ikenberry, Robert Kagan, Z. Brzezinski y unos cuantos autores imbricados en los engranajes de la administración de los eua. Indagando sobre el poco rigor analítico de esos pensadores del, en y por el Imperio, Anderson empieza a disecar la literatura la más relevante, que se viene dando hoy en la actualidad sobre el rol de los eua en el mundo. Surge así el retrato de un pensamiento que conforma un sistema de discurso que explica y justifica las decisiones de la Pax Americana y elabora las principales líneas estratégicas que tienen como objetivo servir a reforzar la posición hegemónica internacional, un supuesto fuera de cuestión para todos los autores reseñados por Anderson.

El libro de Perry Anderson es sin duda valioso por lograr poner bajo varias perspectivas el imperialismo de los eua. En efecto, efectúa un plan panorámico en la larga duración, mostrando que a fin de cuenta hay una continuidad en la elaboración de un proyecto de largo alcance para dominar el mundo. De allí que la frase de Chateaubriand, citada en la introducción, adquiera un cierto peso vaticinador, dado que como lo muestra el autor en este libro, desde el principio los EUA, se concibieron como un proyecto en torno a la idea de un imperio. Dicho proyecto económico-político no cae de la nada sino que es una elaboración ideológica por parte de la elite. La política exterior es confiscada por el poder y unos cuantos, cuando el pueblo estadounidense sigue viviendo en su mayoría en una histeria provincial poco propensa a cuestionarse o a cuestionar el papel de los eua en el mundo. Un bemol a esta afirmación, sin embargo, es dado por la creciente oposición interna a la presencia de tropas en los escenarios internacionales. Sin embargo, podemos constatar que no podemos comparar esta oposición y su antecedente más cercano, la oposición al lodazal de Vietnam.

El libro es una mina bibliográfica y repara en autores secundarios en apariencia tuvieron importancia en su momento, como el holandés Nicholas Spykman, para la conformación de la política exterior. Está espolvoreado con anécdotas que enriquecen un texto didáctico y fácil de leer. Dos críticas tal vez. Dado el acercamiento hipercontemporáneo elegido, se extrañan algunas líneas sobre los intentos de reconfiguración regional de las relaciones de poder con los EUA bajo la égida de la Venezuela chavista. Por otra parte, siento que Perry Anderson subestima el nuevo papel que China asume en las decisiones de la política exterior de los eua, como se mostró con el caso de Tibet, bajo la primera presidencia de Barack Obama. Ser los poseedores de las mayores reservas de dólares ha permitido a China poder presionar los EUA más que lo que ellos estaban dispuestos a aceptar. Pero tal vez eso, a lo mejor, hubiera dado pie a este cierto optimismo denunciado por el autor.

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