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Región y sociedad

versión On-line ISSN 2448-4849versión impresa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.26 no.61 Hermosillo sep./dic. 2014

 

Artículos

 

Migración por empleo en México. La experiencia de Baja California entre 2008 y 2012

 

Alejandro Mungaray Lagarda*, Antonio Escamilla Díaz**, Erika García Meneses***

 

* Profesor de tiempo completo en la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y nivel III en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Correo electrónico: mungaray@uabc.edu.mx

** Profesor de tiempo completo en la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Coahuila y nivel 1 en el SNI. Correo electrónico: antonioescamilladiaz@uadec.edu.mx

*** Profesora de tiempo completo en la Facultad de Ciencias Sociales y Políticas de la UABC y nivel 1 en el SNI. Correo electrónico: erika.garcia@uabc.edu.mx

 

Recibido en agosto de 2013
Aceptado en enero de 2014

 

Resumen

Para entender el reto del empleo que enfrenta México, en un contexto de diversidad regional, se ofrece una explicación a la paradoja actual de crecimiento del empleo y de la tasa de desempleo que ocurre al mismo tiempo en Baja California. Mediante la estimación de un modelo de datos de panel, se genera evidencia de que los flujos migratorios del interior del país son mayores que el aumento de la población ocupada, debido a que tanto ésta como los salarios y el nivel de competitividad social de Baja California influyen de manera directa en las decisiones de las personas para moverse a dicha entidad.

Palabras clave: migración, empleo, mercado de trabajo, economía laboral, economía regional.

 

Abstract

To understand the challenge of employment in a context of regional diversity faced by Mexico, an explanation is offered regarding the current paradox of concurrent employment and unemployment growth in Baja California. By estimating a panel data model, we generated evidence that migration flows from states within the interior of the country are greater than the increase in the employed population, since employment rate, wages and level of social competitiveness in Baja California have a direct influence on migrants' decision to move to that state.

Key words: migration, employment, labor market, labor economy, regional economy.

 

Introducción

En la primera parte de este documento se explica la paradoja actual de crecimiento del empleo y de la tasa de desempleo que ocurre a la vez en Baja California. Para ello se analiza la relación entre las corrientes migratorias con los principales indicadores laborales, tales como la población ocupada (PO), la población económicamente activa (PEA), la tasa de desocupación (TD), la tasa de ocupación en el sector informal (TOI) y las condiciones de ocupación (CO). La hipótesis subyacente es que está ocurriendo un "efecto Todaro", que permite entender cómo la tasa de desempleo continúa alta debido al impacto de la migración, a pesar de la aplicación de políticas efectivas para generar empleo, a través de diversos instrumentos, como programas anticíclicos para empleo e infraestructura; retención y promoción de la inversión; fomento a las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) e incentivos a la competitividad. Esto se debe a que los migrantes renuncian a zonas de bajos salarios seguros a cambio de otras de mayor salario esperado, incluso cuando está asociado a la posibilidad de estar desempleado (Todaro 1969).

En el segundo apartado se describe el contexto de México en materia de empleo y migración en el periodo de estudio (2008-2012). En el tercero se presentan los principales indicadores económicos en materia de ocupación y empleo de Baja California, los cuales muestran diversas relaciones entre la migración, la PEA, la PO y la TD, que hacen de esta entidad un mercado laboral atractivo por los incentivos que proyecta hacia el resto del país. En el cuarto se discuten diversos enfoques que analizan la conformación de mercados regionales de trabajo, con énfasis en los procesos de movilidad laboral en busca de empleo desde las regiones expulsoras hasta las impulsoras, con características atractoras como la economía de Baja California, en donde la oferta laboral está compuesta por trabajadores nativos y migrantes.

En el quinto apartado se presenta la metodología de datos de panel con efectos aleatorios, con la cual se evalúan los determinantes de la migración, la PEA y la TD. El análisis de resultados, que se incluye en el sexto, confirma que al mismo tiempo que aumenta la población ocupada se incrementa la tasa de desocupación en Baja California. Las estimaciones realizadas son consistentes con la literatura sobre el análisis de la movilidad interna de población, en función del desarrollo de las regiones, pues los desplazamientos internos reflejan las disparidades en los niveles de bienestar de los estados del país, debido a que las migraciones ocurren de los lugares más deprimidos económicamente hacia los que cuentan con mejores condiciones de vida y oportunidades laborales. La evidencia empírica muestra que tanto el aumento de la ocupación como los salarios influyen de manera directa y significativa en las decisiones de las personas que buscan empleo lejos de su lugar de origen dando lugar al efecto Todaro en la economía receptora.

En las consideraciones finales se reflexiona sobre la necesidad de políticas de empleo regionalizadas, que funcionen como esquemas de compensación entre las entidades expulsoras y las atractoras de fuerza de trabajo en el país. El cómo lograrlo es parte de la reflexión colectiva a la que todos los días abonan los interesados en los temas del desarrollo regional y la equidad.

 

Tendencias regionales de migración en México

Por lo general se acepta que los cambios en la población en México ocurrían de las entidades periféricas al centro geográfico e industrial del país; sin embargo, como consecuencia del proceso de apertura comercial y de su profundización, con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, diversos autores como Livas y Krugman (1992); Hanson (1994); Dávila (2004); Ocegueda (2001; 2005); Mungaray y Cabrera (2003) documentan que los flujos de personas se han intensificado hacia los estados de la frontera norte.

De acuerdo con la información del censo 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) , de las personas de 5 años y más, que en 2005 residían en otra entidad, sumaron 592 611 las que arribaron a la región norte;1 353 743 a la centro-norte; 369 411 a la centro; 412 537 a la pacífico; 473 112 a la golfo; 268 164 a la sur y 822 732 a la capital. Esto evidencia un claro movimiento migratorio hacia las regiones capital y norte del país.

Los flujos migratorios muestran a la región norte como uno de los dos principales polos de atracción de migrantes en la época posterior a la apertura comercial. Esto ha propiciado mayores incrementos en la PEA, la PO y la TD que en las demás, se nota una fuerte presión del aumento de la PEA en la TD (Mendoza 2010). Según esto, para las regiones norte y centro-norte, entre el año 2000 y 2012, el crecimiento desigual de la PEA propició una ampliación de la distancia entre los índices de la PEA de ambas; en la norte el incremento de la PEA fue de 33.8 por ciento, en la centro-norte de 38.1. La mayor presión de la PEA sobre estos mercados de trabajo propició que, a pesar de que la PO aumentara en 28.9 por ciento en la norte y 34.1 en la centro-norte, la TD creciera más en la primera, al pasar de 2.3 a 5.9 por ciento, que en la segunda, que pasó de 2.2 a 5.3.

En la región pacífico, el incremento de la PEA fue de 27.3 por ciento y el de la PO 24.1; ambas cifras son menores que las de la norte. El aumento menor en su TD pasó de 3.3 a 5.3. Igual situación se observó en la golfo, cuyos indicadores fueron de 29.3 y 27.5 respectivamente, y su incremento en la TD de 1.9 a 3.4. La PEA y la PO de la zona sur crecieron en 20.5 y 19 por ciento y, su TD pasó de 1.7 a 3.

Las regiones centro y capital muestran un comportamiento que pudiese estar determinado por las decisiones de cambio de domicilio de las personas hacia lugares menos congestionados, pero cercanos a sus centros de trabajo en la zona conurbada del Distrito Federal. La primera región observó un incremento en la PEA de 31.9 y 28.1 por ciento en la PO, mientras que la segunda registró uno de 25.2 y 21.2 respectivamente, con cambios en la TD de 2.1 a 4.9 y de 2.9 a 6.1 por ciento cada una.

Además de los anteriores, el fenómeno migratorio también tiene efectos a mediano plazo pues, al contabilizar a personas de 5 años y más que cambian de domicilio, se observa un movimiento en que es común que las personas mayores lleguen acompañadas de familiares que, con el paso del tiempo, se integran a la fuerza laboral en su nuevo lugar de residencia.

En resumen, la información sobre el desempeño reciente de la PEA por regiones en México confirma la mayor dinámica de la zona norte, en relación con las del resto del país, aun en los difíciles momentos por los que transita la economía mundial. En las entidades de esta región, para 2010 esto significó 154 029 personas agregadas a Baja California; 78 545 a Sonora; 58 334 a Chihuahua; 61 636 a Coahuila; 133 657 a Nuevo León y 106 410 a Tamaulipas.

 

Mercado de trabajo, migración y bienestar en Baja California

México ha enfrentado ajustes severos que han desalentado muchas actividades económicas tradicionales y rurales en distintas regiones, y han estimulado la migración interestatal hacia entidades demandantes de fuerza de trabajo. En este contexto, Baja California se convirtió en un centro de producción para el mercado mundial, con el consecuente incremento de la PEA en 3.6 por ciento durante los últimos cinco años, superior a 2.2 registrado en la frontera norte en su conjunto y a 2.1 nacional.

Debido a que el mayor flujo de personas hacia las entidades del norte es a Baja California, la evolución de su PEA y su PO muestra un cambio de mayor magnitud que el resto de la región en su conjunto.

Los factores que hacen atractivo al mercado laboral en el interior del país son el crecimiento del empleo, pues tan sólo de 2010 al segundo trimestre de 2012 la ocupación aumentó 3.5 por ciento; el liderazgo de Baja California en el porcentaje de población que gana más de 5 salarios mínimos (véase figura 9); las mejores condiciones de ocupación, menor sector informal y que ofrece un alto nivel de bienestar social entre sus habitantes.

 

Figura 3

 

Figura 4

 

 

 

 

Figura 8

 

Es importante establecer que la ocupación es un concepto más amplio que el empleo asegurado, pues agrupa a trabajadores por su cuenta o independientes, además de los transfronterizos. Si bien el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) proporciona información desagregada de asegurados por delegación, sus reportes sólo dan cuenta de menos de 50 por ciento de la población ocupada total, pues de acuerdo con el artículo 13 de la Ley del IMSS, los siguientes casos están exentos de aseguramiento al régimen obligatorio: I los trabajadores en industrias familiares y los independientes, como profesionistas, comerciantes en pequeño, artesanos y demás trabajadores no asalariados; II los trabajadores domésticos; III los ejidatarios, comuneros, colonos y pequeños propietarios; IV los patrones, personas físicas con trabajadores asegurados a su servicio y V los trabajadores al servicio de las administraciones públicas de la federación; entidades federativas y municipios, que estén excluidas o no comprendidas en otras leyes o decretos como sujetos de seguridad social (IMSS 2012).

Los indicadores del mercado laboral muestran que Baja California registra el cuarto menor porcentaje de la población ocupada en el país, que trabaja para una unidad económica que opera a partir de los recursos del hogar, pero sin constituirse como empresa, con 20.6 por ciento en la tasa de ocupación en el sector informal, muy por debajo del promedio nacional de 29.3. Baja California tiene una de las mayores proporciones de personas con empleo formal, lo que significa que su sector informal es el más bajo del país.

Al promover un enfoque pragmático e incluyente en la implementación de una política de compensación empresarial, Baja California destaca como la entidad con mejores condiciones de ocupación en el primer trimestre de 2012, debido a su desempeño en indicadores como condiciones críticas de ocupación, ocupación en el sector informal, desocupación, subocupación y porcentaje de trabajadores remunerados sin acceso a prestaciones de ley. En 14 de los últimos 18 trimestres, Baja California obtuvo el primer lugar nacional en mejores condiciones de ocupación.

Con respecto a la TD, a pesar de que a escala mundial se observa una tendencia creciente, de acuerdo con el lento proceso de recuperación económica, la de Baja California sigue siendo de las más bajas de la frontera norte de México y de la del sur de Estados Unidos. Sin embargo, la TD se ve presionada por la PEA, cuyo crecimiento en Baja California supera por mucho al del resto de las entidades de la frontera.3

Por último, Baja California tiene el segundo menor porcentaje de población ocupada que gana un salario mínimo y el tercero mayor que gana más de cinco. Esto significa que genera una alta percepción social de oportunidades de progreso para los trabajadores en general. En suma, el repaso estadístico de su mercado laboral muestra una relación paradójica entre el incremento del empleo, la TD y la migración.

 

El debate sobre el impacto de la migración en la ocupación

La literatura sobre la migración del trabajo se origina en el análisis de las características tanto de las economías que atraen migrantes, como de las expulsoras de ellos, en el estudio de las diferencias entre los mercados de trabajo rural y urbano, la sensibilidad del desempleo, el comportamiento del empleo y su relación con el bienestar.

El supuesto neoclásico considera que las condiciones económicas, sociales y políticas desfavorables de un país o región aumentan las probabilidades de que se produzca migración. El modelo de atracción-expulsión es uno de los cuerpos teóricos más conocidos en los estudios sobre las causas de la migración internacional. Éste enumera los factores negativos o de expulsión del lugar de origen, que hace que las personas lo abandonen, en combinación con una serie de los positivos que las atraen a otro receptor, y que se conjugan para determinar el tamaño y dirección de los flujos (Portes y Böröcz 1989).

En el mismo sentido, Freidenfelde (2011) encuentra que las personas tienen motivos económicos para emigrar hacia lugares donde puedan mejorar sus condiciones de vida, y contribuyen -sea cual sea su nivel de calificación y de educación- al crecimiento económico, al incremento de la fuerza laboral y de los sistemas de seguridad social, pero con distintas influencias sobre el empleo y las remuneraciones. Respecto a estas últimas, encuentra que dicha relación depende de las habilidades y calificación de los nuevos migrantes que se incorporan al mercado de trabajo, por lo que es posible una relación negativa si disminuye la calificación de la fuerza laboral local a la que se integran. Esta situación puede revertirse con el tiempo, en la medida que los inmigrantes adquieran nuevas destrezas y experiencias en el mercado de trabajo, lo que beneficiará al empleo.

De acuerdo con Stark y Bloom (1985), las decisiones de las personas de moverse de un lugar a otro están motivadas por las expectativas de mejorar sus ingresos, la necesidad de superación personal, una mejor valoración de sus habilidades y el envío de remesas para apoyar a la familia que se queda en el lugar de origen. Este enfoque actualiza el planteamiento original de Todaro (1969), quien desarrolló un modelo para explicar la migración del trabajo y su impacto en el desempleo urbano, y encontró que el progreso material está asociado con la trasferencia de los agentes económicos de una región rural a la urbana más orientada a la industria moderna. En consecuencia, la migración, el desempleo y el empleo se relacionan de manera dinámica, y dan como resultado que el empleo y el desempleo pueden moverse en la misma dirección.

Harris y Todaro (1970) elaboraron, de manera detallada, un modelo de dos sectores con desempleo para examinar el caso de países en desarrollo, y explicar el hecho de que a pesar de la existencia de salarios reales positivos en la agricultura y de niveles importantes del desempleo urbano, la emigración de trabajadores del sector rural al urbano se mantendrá mientras los ingresos reales urbanos esperados excedan al salario real de la agricultura. En esta situación, los migrantes preferirán asumir el riesgo de renunciar a un salario seguro en el medio rural a cambio de uno mayor esperado en el sector industrial, e incluso la posibilidad de quedar desempleados. En consecuencia, un gran número de éstos se verá obligado a desempeñarse en actividades informales, mientras esperan su oportunidad de colocarse en el sector formal. Este modelo supone salarios urbanos fijados "institucionalmente", por lo que estos mercados laborales se ajustan por el nivel de empleo como principal mecanismo de equilibrio. El resultado es una situación de desempleo urbano, que podrá reducirse mediante la introducción de políticas que tiendan a disminuir las diferencias salariales en ambos sectores. En el mismo sentido, Bencivenga y Smith (1997) demuestran que el desarrollo económico en zonas urbanas se acompaña de inmigración de mano de obra rural en busca del empleo urbano.

En una economía abierta, cuando el capital aumenta y se iguala a la cantidad de trabajo, los salarios también se incrementan, lo que es negativo para los empresarios (Lewis 1954). La solución a este problema es la inmigración y la exportación de capital a países donde este recurso es escaso. La migración de trabajadores especializados será positiva, pues probablemente coadyuvará a la creación de nuevas industrias y de trabajo. Por tanto, el tamaño de la cantidad de migración de trabajadores especializados no tendrá un efecto negativo en la economía que los recibe.

Para el caso de México, Soloaga y Lara (2006) analizan las 32 entidades bajo la premisa de que cuando una persona migra, genera un efecto positivo o negativo en la región que deja y en la que llega. Para sostener que la migración repercute en variables como el desempleo y el bienestar, medida a través del índice de desarrollo humano (IDH), explican que los cálculos del IDH, la educación, el ingreso o el desempleo serán sesgados si no se consideran los flujos migratorios interestatales en México. Sus resultados indican que un estado receptor de migrantes puede mostrar un deterioro en el IDH, a pesar de que haya incrementado sus indicadores demográficos y económicos. Afirman que dicho impacto es similar al "efecto Todaro", pues aun con políticas explícitas para combatir el desempleo en la economía estatal receptora, éste sigue creciendo debido al aumento de la presencia de flujos migratorios. En consecuencia, al sostener las políticas para enfrentar el desempleo, se eleva la tasa de desempleo.

La migración internacional y la interna se relacionan positivamente, de manera interesante. Anguiano (1998) encontró que la vecindad geográfica de las ciudades fronterizas de México con el sur de Estados Unidos ha actuado como polo de atracción para la migración internacional; pero, debido a esta relación transfronteriza, las principales ciudades de la frontera norte, caracterizadas por el crecimiento y diversificación de las actividades económicas, se convirtieron en lugares atractivos o destino laboral para los migrantes del interior de la república.

El diagnóstico del flujo de migrantes que llega a las ciudades fronterizas de Baja California con la intención de buscar trabajo o cruzar hacia Estados Unidos, realizado por Corona et al. (2008), muestra que en diez años disminuyó el que tenía la intención de cruzar al vecino país. En 1995, 274 537 personas pretendían cruzar a Estados Unidos, que representaban 41.7 por ciento del total de las que provenían del sur del país y llegaban a Baja California; en el año 2000 fueron 171 513 (30.9); y en 2005 fueron 128 526 (24.1). Esto significa que Baja California dejó de ser sólo una entidad de paso o tránsito temporal, y se convirtió en espacio de oportunidades de empleo y mejora del nivel de vida de los migrantes, como para quedarse a radicar ahí. En este sentido, el empuje que le dio el sector manufacturero a la entidad, antes de la crisis de 2008, hizo que fuera muy atractiva y recibiera inmigrantes que se incorporaban al mercado de trabajo. En la historia reciente de Baja California, previa a 2008, fue recurrente que el sector empresarial se preocupara por los problemas de rotación de personal, más que por dar empleos, pues los migrantes se movían o rotaban entre las empresas hasta conseguir un mejor ingreso. Después de la crisis de 2008, el flujo de migrantes del sur continuó demandando empleo de manera creciente, lo cual significa que en los momentos más intensos de la crisis Baja California se mantuvo entre los principales destinos para ellos.

En consecuencia, en mercados de trabajo como el de Baja California, que tiene una migración elevada y libre movilidad de factores, una política pública de empleo efectiva generó el llamado efecto "Todaro" pues, al mejorar el atractivo de la región como receptora de migrantes, generó atracción de más migración, lo cual ocasionó un aumento temporal de personas desocupadas. Este fenómeno da lugar a la actual paradoja de crecimiento del empleo y de la TD a la vez, que se presenta en el mercado de trabajo de la entidad después de la crisis.

En un estudio para la frontera norte, Mendoza (2010) analiza los factores que repercuten en el mercado de trabajo y en el empleo, donde resalta que ya antes de la crisis de 2008 la generación de empleos había sido rebasada por el ritmo de crecimiento acelerado de la PEA, lo cual se asocia al aceleramiento de los flujos de trabajadores que emigran a las entidades de la frontera norte de México para emplearse en las maquiladoras, o también con el fin de cruzar a Estados Unidos, lo que cambia el motivo migratorio con más claridad.

El impacto de la reciente crisis hace que los retos se vayan haciendo más complejos. Al crecer la recepción de migrantes, aumenta la oferta de trabajadores presionando los salarios a la baja e incentivando más la inversión privada, para aprovechar la calidad del capital humano y la infraestructura de servicios existente (Krugman 1991). Puesto que en Baja California las MIPYMES representan 99.5 por ciento de los establecimientos, esta dinámica alienta los esfuerzos de este tipo de empresas, que se vuelven más estratégicas para atender la demanda creciente de empleo.

La literatura revisada muestra que la relación entre migración y desempleo está determinada por el ritmo de crecimiento de la economía. Una entidad que comunica dinamismo en la región se convierte en un polo de atracción de personas dispuestas a trabajar, pero que residen en otro lugar, que si bien les garantiza un bajo ingreso seguro, no les brinda oportunidades para obtener uno mayor, que es el deseado. Por ello ocurre el proceso de emigración de entidades menos prósperas hacia las prósperas, como sucede en Baja California.

 

Metodología

Para evaluar los determinantes de la migración, de la PEA y de la TD se utiliza la metodología de efectos aleatorios. El modelo para la migración considera un panel para las 3 2 entidades federativas con datos del conteo 2005 y el censo 2010 del INEGI. Para la PEA y la TD se presentan modelos individuales para cada variable, con información de los 32 estados durante el cuarto trimestre de 2005 al segundo trimestre de 2012. El conjunto de variables dependientes mencionadas y las independientes proxy del bienestar (índice de competitividad social) y del ingreso (índice de Gini), se obtuvieron del INEGI (2010; 2005a; 2005b), del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD 2012) y del IMSS (2012).

La mayoría de los modelos lineales de base de datos se distinguen entre efectos fijos y aleatorios. En general, los modelos de datos de panel parten de un modelo de efectos individuales dado por la expresión:

donde xit representa el conjunto de variables independientes, αit ¿los efectos individuales específicos y εit los errores del modelo.

Los efectos aleatorios se diferencian de los fijos cuando se asume la aleatoriedad de αit, lo que implica que no esté correlacionado con los regresores εit. Por lo tanto, el modelo se reescribe como:

Debido a la aleatoriedad de los efectos individuales, aunque no existe correlación entre el componente aleatorio αit y los regresores xit, el modelo funciona bajo el supuesto de autocorrelación y heterodasticidad. La ventaja de utilizar un modelo de datos de panel con efectos aleatorios es que se pueden estimar todos los coeficientes de la ecuación, inclusive los asociados a variables fijas, que son ignoradas cuando se estiman coeficientes a través del modelo de efectos fijos. En consecuencia, dada la presencia de variables fijas en el tiempo, pero que varían entre los individuos, se deduce que la metodología adecuada es de efectos aleatorios. Las bondades de utilizar este modelo, de acuerdo con Cameron yTrivedi (2009), es que se pueden estimar todos los coeficientes y efectos marginales, aun si los regresores fueran invariantes en el tiempo, y además funciona bajo el supuesto de heterogeneidad.

Hsiao (2003) menciona que el supuesto básico de estos modelos es que los efectos de todas las variables omitidas (o excluidas) son de tres tipos: a) idénticas a lo largo del tiempo para cada individuo; b) idénticas para todos los individuos en un periodo y c) que varían tanto entre individuos como en el tiempo. El problema de estas variables o especificidades es que el efecto de las omitidas está correlacionado con el término constante del modelo, lo cual resultaría en estimadores no consistentes. El modelo tiempo-específico, descrito por Hsiao, parte de la existencia de un vector Zi de variables individuales-específicas (por ejemplo, sexo, raza y las socioeconómicas, que varían en los individuos pero no a través del tiempo). En consecuencia, el modelo para yit es:

donde zi representa las variables invariantes en el tiempo, las cuales pueden eliminar o reducir la correlación entre αi y xit. Si se conocen estas características, el modelo de efectos aleatorios funcionará bajo el supuesto de la inclusión de variables específicas, lo cual permitirá estimar el modelo econométrico para comprobar la hipótesis considerando la variable migración. Sin embargo, cuando no lo haga se estimará un modelo de efectos aleatorios con mínimos cuadrados generalizados.

Dada la disponibilidad de datos para la variable migración, cuando es dependiente se utiliza un panel de datos con efectos aleatorios para los individuos, con dos puntos en el tiempo; y cuando se considera independiente se estima un modelo de tiempo específico con efectos aleatorios, porque se trata de una variable fija en el tiempo.

La ecuación para la migración (4) considera a la población ocupada, los salarios y el índice de competitividad social (ICS) como los incentivos para la movilidad de fuerza de trabajo entre entidades federativas. Por ejemplo, el ICS es una variable que evalúa la capacidad de una sociedad para generar bienestar entre sus integrantes, y se construye con variables que miden las condiciones del mercado de trabajo, como son formalidad en el empleo, acceso a los servicios de salud, ausencia del trabajo infantil y nivel de salarios. El trabajador con ingresos bajos seguros siempre busca maximizar su función de utilidad, por lo cual se involucra en la búsqueda de mejores expectativas con el fin de obtener ingresos esperados mayores a los que tiene o que tendría en su localidad de origen, aun si corre el riesgo de enfrentar desempleo temporal. En consecuencia, el trabajador que tiene el objetivo de salir de su localidad, elige un lugar de destino con mayores niveles de bienestar que el de origen, para alcanzar una mejor condición vida y cubrir, además de los ingresos esperados, sus necesidades de salud, educación y servicios públicos. Por eso, las personas que viven en ambientes con más pobreza se mueven hacia donde perciben mayor bienestar. Esta es la razón para introducir al modelo al ICS como medida de bienestar.

La ecuación presenta el modelo de migración que muestra cómo las personas de entidades con poco empleo, con pobreza elevada y que perciben bajos ingresos son atraídos por aquéllas con mayor bienestar y mercados de trabajo más favorables. En consecuencia, el modelo de estimación de la migración se define como:

donde M representa la migración, que es una variable construida por el INEGI, y cuantifica el total de personas que cada entidad ha recibido de otras del país, como diferencia de las que tenían un lugar de residencia en 2010, distinto en junio de 2005, y de éste con respecto a donde vivían en el año 2000. La PO representa la población ocupada, b se refiere a la variable bienestar, medida por el ICS, y w es el salario base de cotización promedio al IMSS por entidad federativa.

Al asumir que la PEA está en función de la migración y de los salarios, el modelo de regresión se formula como:

donde O representa la oferta en el mercado de trabajo (PEA) por entidad, m es la migración y w los salarios, pero ahora medidos por los asegurados totales del IMSS. Esto evita sobreestimar el modelo, ya que la PEA incluye, de manera implícita, a la PO en su definición.

En el caso de la TD, el modelo es el siguiente:

donde TD representa la tasa de desocupación, medida por las tasas de desocupación trimestral, m es la migración, b es una medida de bienestar cuantificada por el ICS por entidad y d es un indicador que mide la desigualdad en el ingreso, con el índice de Gini.

 

Discusión de resultados

Los resultados de la ecuación de migración muestran que la población ocupada, el salario y el ICS tienen una relación directa, y son variables que explican significativamente los flujos de personas, lo cual concuerda con la idea de que cuando en la economía de un estado la ocupación, los salarios y el bienestar son altos, se convierten en incentivos que la hacen más atractiva y que, por tanto, los flujos aumenten y se redireccionen hacia ella (véase figura 10, modelo 1).

En las estimaciones para la PEA hay una relación positiva y significativa entre la migración y el salario; es decir, cuando un migrante sale de su lugar de origen automáticamente representa una persona menos que busca empleo en su localidad, pero al llegar al estado receptor se integra de inmediato al mercado de trabajo, como alguien más en busca de un empleo, y con expectativas de percibir un ingreso más elevado al que tenía, por lo que se considera parte de la PEA. Con este razonamiento, los resultados constituyen evidencia empírica sólida para determinar que tanto la migración como los salarios influyen de manera directa y significativa en las variaciones de la PEA en Baja California (véase figura 10, modelo 2).

La TD aumentó, como consecuencia del incremento en la cantidad de migrantes en busca de empleo en el mercado de trabajo de la entidad receptora. Tanto la variable migración como la medida de bienestar son significativas en el modelo, lo que indica que las entidades con mayor bienestar, como Baja California, tienden a tener mayores TD, mientras en Guerrero, Chiapas y Oaxaca sucede lo contrario. Respecto al índice de Gini, aunque no es significativo, el signo negativo del coeficiente indica una relación inversa entre la desigualdad en el ingreso y el desempleo. Por su parte, el coeficiente del ics muestra que a mayor bienestar, hay más gente nueva buscando empleo, y aumenta la tasa de desocupación. Esto permite sostener la hipótesis de que en tiempos de crisis, las entidades con más bienestar tienden a tener mayores tasas de desocupación, debido a que más gente busca en ellas un empleo a la altura de sus expectativas, de un ingreso superior esperado (véase figura 10, modelo 3).

La literatura sugiere que el salario de un periodo es determinante para la toma de las decisiones de las personas que buscan empleo en el siguiente. Para corroborarlo se realizan estimaciones con rezagos para las ecuaciones de PEA y TD,4 que muestran que la migración y el salario del periodo previo inciden en la PEA del actual (véase figura 10, modelo 4). En la TD también se obtiene una relación directa y significativa, que ilustra que tanto la migración como el ics del periodo anterior repercuten en la tasa de desocupación del actual (véase figura 10, modelo 5).

Las estimaciones realizadas son consistentes con la literatura sobre la movilidad interna de población, que indica que los movimientos interestatales constituyen un aspecto primordial para entender el grado de desarrollo de las regiones. Si los desplazamientos internos reflejan las disparidades de los niveles de bienestar de los estados, entonces las migraciones ocurren desde los lugares más deprimidos económicamente hacia los que cuentan con mejores condiciones de vida (Corona et al. 2008). Tal es el caso de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán, cuya pobreza extrema es elevada, y son importantes expulsores de migrantes a Baja California.

Esto significa que la pobreza se relaciona inversamente con las tasas de desocupación, según el enfoque de que la población de entidades más pobres emigra a aquéllas donde la pobreza extrema es menor. El índice de tendencia laboral de la pobreza (ITLP) por entidad federativa, que publica el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) , que indica hacia dónde se mueve la pobreza en México es un buen indicador, pues muestra que las entidades con un índice elevado se caracterizan por ser receptoras de migrantes, como es Nuevo León, Baja California y el Distrito Federal. En Baja California, en 2005 el ITLP fue de 0.91, con una TD de 1.5 por ciento, mientras que para 2010 el ITLP se elevó a 1.82 y la TD a 5.6. Dicho aumento estuvo asociado a la llegada de 154 029 inmigrantes a Baja California durante el periodo.

Figura 11

En el mismo sentido, estimaciones de la tasa de crecimiento del PIB, que excluyen los efectos migratorios, muestran cómo éstos influyen de manera directa en su desempeño. Con cifras del INEGI, en la figura 12 se observa que en la tasa de crecimiento anual promedio del PIB per cápita de 1993 a 2010, Baja California ocupó el lugar 29 con un crecimiento de 0.27 por ciento por año, y Quintana Roo se ubicó en la posición 31, con -0.99. En cambio, Zacatecas, Michoacán, Veracruz, Sinaloa, Oaxaca, Guerrero y Chiapas, estados altamente expulsores, ocuparon los lugares 3, 10, 15, 17, 22, 26 y 28 respectivamente. Los tres últimos reflejan bienestar tan bajo, que ni con la expulsión de su población por falta de oportunidades logran mejorar la situación de los que se quedan.

 

En la figura 14 se excluye la migración de cada entidad federativa en el crecimiento del PIB per cápita, para el periodo mencionado. Con ello, Querétaro subiría al segundo lugar nacional, con 2.23 por ciento, Baja California Sur se colocaría en cuarto (1.63), Quintana Roo en quinto (1.60) y Baja California en el octavo (1.56). Por otro lado, Zacatecas, Michoacán, Veracruz, Sinaloa, Oaxaca, Guerrero y Chiapas se ubicarían en las posiciones 18, 26, 21, 24, 29, 27 y 30 respectivamente.

Lo anterior significa que a pesar de los esfuerzos federales por mejorar las condiciones en los estados del centro y sur, los flujos migratorios de personas continúan hacia el norte. Las variaciones en el nivel de pobreza, tanto en la frontera norte como en el caso específico de Baja California, en mucho se explican por la cantidad de migración, en consistencia con las estimaciones realizadas.

Este fenómeno refleja que Baja California es atractivo para la población del resto del país, que busca mejores oportunidades de vida; y, con el tiempo, se ha convertido en un estado que importa pobreza. El proceso migratorio experimentado durante los últimos años hacia Baja California ha generado un aumento en la oferta de empleo, debido a que los migrantes llegan en edad de trabajar, pero a la vez ha ejercido fuertes presiones en el mercado laboral, en la demanda de servicios y en los niveles de pobreza.

No obstante, los principales indicadores de bienestar, de acuerdo con el PNUD y el INEGI, ubican a Baja California como la cuarta entidad con mayor IDH en el país. Los indicadores en materia de ocupación y empleo lo posicionan como un lugar de destino de las personas que salen de regiones menos prósperas originando un flujo permanente de migración, que se integra al mercado laboral, primero como personas que buscan activamente un empleo y presionan la TD, luego como las ocupadas, al conseguir uno y, finalmente, como demandantes de servicios públicos que, al ser proveídos, les genera mayor bienestar que el que tenían, y así se genera un efecto trasmisión, que mantiene el círculo abierto. Por ello, la paradoja de Baja California es que aunque aumenta la población ocupada, también lo hace la tasa de desocupación. Este fenómeno se fue configurando lentamente, pues ya desde principios de los años noventa, Cruz (1990) reportaba que si bien la presencia de migrantes en las ciudades fronterizas era creciente, más lo era la proporción de los que formaban parte de la PEA.

 

Consideraciones finales

Así como la migración y el desempleo están relacionados, lo mismo sucede con la pobreza, y se puede presentar un círculo vicioso entre pobreza-migración-desempleo entre las zonas o regiones de expulsión y las de atracción. Las estimaciones confirman que al mismo tiempo que aumenta la PO, también lo hace la TD, como consecuencia de que el crecimiento de PO no logra compensar los incrementos en la PEA, derivados de los fuertes flujos migratorios del interior del país.

En el trabajo se comprueba que una política efectiva de empleo, en materia de condiciones de ocupación, mejora el atractivo de la región como receptora de migrantes. Esto genera la atracción de más migración y ocasiona un aumento de personas desocupadas. Este fenómeno, conocido como "efecto Todaro", explica la paradoja actual del crecimiento del empleo y de la tasa de desempleo en el mercado de trabajo de Baja California.

Los resultados de la ecuación de migración mostraron que el aumento de la población ocupada, los salarios y el índice de competitividad social influyen de manera directa en las decisiones de las personas para cambiar su residencia. También que existe una relación significativa entre la PEA, la migración y los salarios; cabe señalar que estas dos últimas variables resultaron altamente significativas, lo cual respalda la hipótesis planteada.

La estimación del modelo de la TD permite encontrar evidencia de que la migración está relacionada de manera directa con la tasa de desocupación de forma muy significativa. Asimismo, el coeficiente del ics muestra que a mayor bienestar hay más gente buscando empleo y, en consecuencia, aumenta la TD. Ello sostiene la hipótesis de que las entidades con más bienestar tienden a tener mayores TD, pues la gente busca empleo donde tiene expectativas de encontrar uno mejor remunerado.

En suma, la política económica para la competitividad y el empleo en Baja California, que considera el impulso a la competitividad con base en la aplicación del desarrollo empresarial; la estrategia de retención y atracción de inversión privada, orientada hacia las fortalezas locales, y el apoyo a las MIPYMES, como una fuente de conservación y generación del empleo, le ha permitido a la entidad transitar, con resultados positivos, en el complejo contexto de la economía mundial e incidir en el mercado regional transfronterizo de California-Baja California, con una intensa relación migratoria, laboral y comercial.

La principal conclusión es que la pobreza motiva a las personas a emigrar a estados con mejores condiciones laborales, como sucede en Baja California, que recibe a migrantes de Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Michoacán, Nayarit, Sinaloa, Sonora y del Distrito Federal. Si bien es claro que en los primeros cuatro estados mencionados la pobreza es elevada, las personas pobres salen de los tres últimos porque tienen pocas expectativas de mejorar sus ingresos y condición de vida.

Este proceso permite configurar un escenario de investigación a futuro, sobre qué tanto Baja California importa las variaciones en los niveles de pobreza, de las entidades proveedoras de migrantes, lo que ejerce presiones adicionales en el mercado de trabajo, en la pobreza y en el bienestar; y cómo se generan y trasmiten nuevas expectativas cuando los inmigrantes empiezan a resolver sus necesidades a través de un empleo y el acceso a los diversos servicios públicos que demandan.

 

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Notas

1 Aquí se sigue la clasificación de las regiones de México de Esquivel (1999); la norte: Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila de Zaragoza, Nuevo León y Tamaulipas; centro-norte: Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, Aguascalientes, Guanajuato y Querétaro; pacífico: Baja California Sur, Sinaloa, Nayarit, Jalisco y Colima; centro: Hidalgo, Tlaxcala, Puebla y Morelos; capital: Distrito Federal y Estado de México; golfo: Veracruz de Ignacio de la Llave, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo y sur: Michoacán de Ocampo, Guerrero, Oaxaca y Chiapas.

2 A partir de enero de 2005, la Encuesta nacional de ocupación y empleo (ENOE) sustituyó a las encuestas nacional de empleo urbano y la de empleo, que se levantaban en las áreas urbanas de todo el país, cuyo objetivo era el mismo que el de ahora, con la diferencia de que la ENOE permite captar con mayor precisión y cuidado los aspectos laborales de la población, como resultado de la investigación que se ha venido realizando sobre el mercado laboral mexicano (INEGI 2005).

3 La diferencia entre el crecimiento de la PEA de Baja California en relación con la entidad más cercana (Nuevo León) es de 29.5 por ciento mayor. Si se agrega en el análisis a California, Arizona, Nuevo México y Texas, en 11 de los últimos 18 trimestres, Baja California obtuvo la menor TD en la frontera México-Estados Unidos.

4 En el modelo de migración no se aplican rezagos, por tener sólo dos observaciones para cada estado.

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