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Región y sociedad

versión On-line ISSN 2448-4849versión impresa ISSN 1870-3925

Región y sociedad vol.16 no.31 Hermosillo sep./dic. 2004

 

Artículos

 

El café Internet: un espacio real para la virtualidad. Jóvenes y ciberespacio en el noroeste de México

 

Ana Lucía Castro Luque*, Blanca E. Zepeda Bracamonte**

 

* Profesora-Investigadora del programa de Estudios Económicos y Demográficos de El Colegio de Sonora. Se le puede enviar correspondencia a Av. Obregón, no. 54, colonia Centro, C.P. 83000, Hermosillo, Sonora, México. Correo electrónico: lcastro@colson.edu.mx y lcastroluque@yahoo.com.mx

** Asistente de investigación de El Colegio de Sonora. Se le puede enviar correspondencia a Av. Obregón, no. 54, colonia Centro, C. P 83000, Hermosillo, Sonora, México. Teléfonos: 01 (662) 259-53-00. Correo electrónico: blancazb@colson.edu.mx

 

Recibido en enero 2004
Revisado en mayo 2004

 

Resumen

De las nuevas tecnologías de la información, Internet se erige como la más influyente, pues en un lapso muy corto ha logrado trastocar nuestra vida. La polémica generada por la red de redes, también conocida como el sexto continente, apenas comenzó y aún es temprano para tener respuestas a las preguntas que plantea. A partir de esta confluencia de ideas, se propone contribuir al análisis que sobre Internet y su efectos se ha iniciado en el noroeste del país.

El acercamiento al análisis de las nuevas relaciones humanas establecidas en el espacio virtual se realiza en estos nuevos recintos: el café internet espacio real donde la navegación se democratiza haciéndose posible para quienes tener una computadora resulta difícil y colgarla a la red aún más.

Los jóvenes, como el grupo más asiduo al café Internet —y quizá el más atraído por esta tecnología—, son el objeto de análisis a través del cual se exploran las nuevas formas de comunicación y entretenimiento alrededor de la red.

Palabras clave: Internet, jóvenes, virtualidad, chat, ciberespacio, desarrollo regional, noroeste de México, café Internet, usuarios, entretenimiento, cibercafé, internautas, cibercultura.

 

Abstract

Among the new information technologies, Internet has become the most influential one, since in a very short time it has managed to disrupt our life. The controversy created by the Web, also known as the sixth continent, hasjust begun, so it is early to have answers to the questions it asks now From this convergence of ideas, this study is aimed at contributing to the analysis that on Internet and its effects has begun in the northwest of the country

The approach to the analysis of the new human relations established in the virtual space is made in these new environments: the Internet cafe a real space where navigation becomes democratic.

Young people, as the most frequent visitors to the Internet cafe -and perhaps the most attracted ones to this technology-, are the object of analysis through which the new ways of communication and recreation are explored.

Key words: Internet, young people, virtuality, chat, cyberspace, regional development, northwestern Mexico, Internet cafe, users, recreation, cybercafe, internauts, cyberculture.

 

Introducción

Uno de los acontecimientos más importantes de la última década en el mundo lo fue sin duda el crecimiento explosivo de la red de redes: Internet. Tal es su expansión y su capacidad de intervención en nuestras vidas, que se ha generado una gran polémica en torno a los efectos que tendrá en todas las áreas del quehacer humano, como lo hicieran otros avances tecnológicos, o bien la aparición de ciertos medios de comunicación en su momento.

Rápidamente nos abrazó esta transformación tecnológica producto de la fusión de los medios de comunicación con la computadora. A pocos años de su aparición, Internet ya demostró su potencial para penetrar y trastocar todos los ámbitos sociales, acortando el tiempo y la distancia en el desarrollo de nuestras actividades, sean éstas de corte económico, cultural, político, educativo, laboral o bien lúdicas. En todas ellas, la búsqueda de información es la principal función de Internet,1 de ahí que también se le conozca como la supercarretera de la información.2

La polémica creada por Internet es tan amplia como su influencia. No obstante el corto tiempo transcurrido desde su generalización,3 es posible advertir posiciones diversas y hasta contrapuestas en todas y cada una de las áreas donde la red tiene presencia;4 en ese sentido, para algunos autores estamos frente a una revolución tecnológica que no va en busca de un problema sino de una generación, la cual, liberada del peso de los viejos modelos, pudiera emprenderla y explotarla al máximo. Para esta generación, la red se está convirtiendo en un medio del despertar social (Tapscott, 1998).5

En cambio, Cebrián se muestra un tanto escéptico respecto a los peligros que el desarrollo de Internet conlleva, aunque admite que se trata de un movimiento revolucionario. Según él, este movimiento, al igual que el de los años sesenta, será encabezado por los jóvenes, quienes, como sus padres, también abanderan y se escudan en el PC, pero no el Partido Comunista, sino la personal computer. Y agrega que será una revolución tranquila porque sus protagonistas no tienen ni que salir del cuarto de estar para situarse en la primera línea de batalla, pero no será una revolución silenciosa porque de hecho todo el mundo, en todas partes, habla de ella (Cebrián, 1998).

La literatura también da cuenta de los inevitables optimistas, quienes profetizan que Internet será un instrumento liberador de la comunicación entre los seres humanos, con lo que podremos humanizarnos más (Rheingold, 1996), o quienes, apostándole todo al potencial que esta tecnología representa para las nuevas generaciones, reconocen, como tradicionalmente se ha hecho, que los niños siguen siendo el futuro de la humanidad, pero de un futuro que ya está aquí y es digitalizado (Negroponte, 1996). En un exceso de optimismo, este autor considera a los infantes como el epicentro de esta revolución informática, como los fundadores de la nación digital y afirma que, afortunadamente para nosotros, los bits que controlan el futuro están en manos de ellos.

Más allá, la discusión se traslada hacia la existencia o no de la sociedad red o sociedad de la información. Castells (2001) sostiene que "una nueva estructura social, la sociedad red, se está estableciendo en todo el planeta, en formas diversas y con consecuencias bastante diferentes para la vida de las personas, según su historia, cultura e instituciones". Trejo (2002), por su parte, sostiene que la sociedad red está delineándose y tendría los siguientes rasgos: exuberancia, omnipresencia, irradiación, velocidad, interactividad, desigualdad, heterogeneidad, desorientación y ciudadanía pasiva.6

Wolton (2000) argumenta que aun cuando la información desempeña un papel más importante que hace cincuenta años, que las sociedades son más abiertas y la tecnología más rentable, no podemos afirmar que entramos en una sociedad de la información. "Lo mismo se dijo hace cincuenta años con la llegada de la informática, ya que ésta abarcaría todos los sectores. El hecho de que el ordenador esté en todas partes, ¿ha creado una nueva sociedad?", se pregunta, y responde negativamente afirmando que para él, la sociedad es algo mucho más complejo que un sistema tecnológico.

No obstante el carácter mundial de la red, es su introducción y su impacto en las relaciones humanas, propiamente dichas, el aspecto que provoca mayor discusión. El mismo Castells plantea que el debate se ha establecido en dos niveles. Por un lado, la formación de comunidades virtuales basadas principalmente en la comunicación on line se ha interpretado como la culminación de un proceso histórico de disociación entre localidad y sociabilidad en la formación de la comunidad: nuevos y selectivos modelos de relaciones sociales sustituyen a formas de interacción humanas limitadas territorialmente. Por otro lado, los críticos de Internet defienden la idea de que su expansión está conduciendo hacia un aislamiento social y una ruptura de la comunicación social y la vida familiar (Castells, 2001).

En realidad, estos cambios en las relaciones sociales se inician desde años atrás. De acuerdo con Giddens, de todos los cambios que operan en este mundo desbocado (refiriéndose al fenómeno globalizador del mundo7) ninguno supera en importancia a los que tienen lugar en nuestra vida privada: en la sexualidad, las relaciones, el matrimonio y la familia. Para él, esta revolución es profunda y mundial, y tiene que ver con el cómo nos concebimos a nosotros mismos y cómo formamos lazos y establecemos relaciones con los demás. Es una revolución que avanza desigualmente en diferentes regiones y culturas, y que enfrenta muchas resistencias (Giddens, 1999).

Si bien es cierto que el retraso tecnológico mostrado por los países menos desarrollados en la adaptación e implementación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC) constituye un obstáculo importante para el avance de Internet, por lo que se prevé una ampliación de la bien llamada brecha digital, no es menos cierto que factores culturales y psicológicos cobrarán importancia como impedimentos al impulso y consolidación de Internet.

Factores de este tipo representan serias trabas por parte de la población para reconocer que nuevos adelantos como los de la informática pueden ser utilizados como un medio efectivo de ampliación de nuestras oportunidades en la comunicación, en las actividades educativas y culturales. Tampoco se entiende el papel que Internet puede desempeñar en el terreno político como fortalecedor de la democracia.

Estudios al respecto dejan entrever que, efectivamente, los factores psicosociales y culturales operan entre la población mundial que desde hace una década es arrastrada a la navegación por la corriente Internet y no sabe del todo cómo aprovecharla, o en su defecto, cómo defenderse de su avance arrollador. Los resultados son ambiguos y las investigaciones realizadas alrededor del mundo señalan que la era Internet está propiciando una mayor y mejor comunicación entre las personas, mientras que otras investigaciones plantean que no es así necesariamente; de manera similar, se ha concluido que, contrario a lo que pudiera esperarse, los internautas suelen tener más actividad social fuera de la red.8

En esta etapa de reordenamiento mundial en torno a las nuevas tecnologías de la información, tiene mucho sentido la discusión hasta hoy desatada. En realidad, los nuevos sistemas de comunicación, e Internet como el mejor representante de ellos, están en su etapa de masificación, por lo que es posible asegurar que llegaron para quedarse; pero su crecimiento es desordenado y aún está en periodos de prueba y, por lo tanto, nuestro conocimiento está lejos de ser certero.

Es así que todavía tenemos muchas más interrogantes que respuestas. Junto con otros nos cuestionamos: ¿cómo está cambiando la sociedad y nuestras vidas el hecho de introducirnos en la red? No participar en ella, ¿qué efectos tendrá? ¿Es verdad que las posibilidades de alcanzar un mejor futuro se amplían con las nuevas tecnologías de la información? Si aceptamos que Internet es también un nuevo medio de comunicación, ¿es cierto que gracias a éste, la humanidad tendrá mayor calidad en sus relaciones y encontrará un mejor entendimiento para convivir en este mundo que ahora se nos presenta como infinito pero que geográfica e históricamente ha reconocido sus límites?

 

El café Internet, un espacio para el análisis

Una de las principales virtudes de Internet es la eliminación de las diferencias de tiempo, que nos permite incluso la comunicación en tiempo real. Paradójicamente, lo único claro hasta ahora es que debemos esperar que el tiempo (real o no) transcurra para estar en posibilidades de responder a las preguntas hasta aquí planteadas. No obstante la juventud del fenómeno, desde nuestro punto de vista, explorar posibles respuestas parte de aceptar que una nueva cultura, la cibercultura, viene construyéndose al mismo tiempo que Internet se instala en nuestras vidas. Esta cultura no sólo es virtual, sino que se extiende fuera de la red y se disemina para alterar nuestro espacio real. Según Lemos (1998, cit. por Sánchez, 2001), se define como un conjunto de comportamientos y prácticas sociales ligadas a las nuevas formas de sociabilidad que aparecen a partir de los años ochenta con la convergencia de las tecnologías microelectrónicas y los (emergentes) medios de comunicación. Tampoco la cibercultura cuenta con el reconocimiento total por parte de los estudiosos y, al igual que el debate sobre la existencia o no de la sociedad red, la conformación de una nueva cultura como producto de esta nueva sociedad es objeto de una fuerte discusión.

Con lo hasta aquí dicho y sin soslayar la pertinencia de esta controversia que deberá extenderse y profundizarse en el futuro, el presente trabajo sugiere que ante la escasez de estudios en esta región del noroeste de México, es necesario avanzar en el análisis de Internet y su influencia en nuestras vidas, con especial énfasis en los impactos en las relaciones que a través de la red de redes hemos podido entablar con nuestros semejantes, ya sea que se trate de personas que conocimos mediante una relación real previa al contacto cibernético, o bien de personas cuyo primer contacto ocurrió en la realidad virtual.

En ese sentido, esta parte de la investigación se plantea como una continuación del estudio de carácter exploratorio iniciado en el año 2000 en el marco del seminario "Impactos económicos, sociales y culturales del Internet en México", organizado en El Colegio de Sonora. El objetivo de dicho seminario fue evaluar, mediante trabajos de investigación en los diferentes ámbitos del quehacer humano, el alcance de los impactos, así como las oportunidades y desafíos que la difusión de Internet plantea en la evolución social de nuestro país y de la región noroeste en lo particular.9

De manera particular, un acercamiento al estudio de las nuevas relaciones humanas construidas en la red se planteó como un análisis de un sector específico de la población: los jóvenes. Estos últimos serían localizados de manera real en uno de los espacios favoritos para la navegación: el café Internet. Así, nuestra población objetivo quedó constituida por los usuarios de Internet que acuden a los café Internet para tener acceso a la red.10

Varios elementos fundamentan esta selección. En primer lugar y de acuerdo con Sánchez (1997), reconocemos que los mundos virtuales van más allá de introducir en la experiencia humana modelos, espacios y nuevas formas de habitar dichas dimensiones: fomentan la socialización y rebasan lo virtual. El café Internet es uno de estos importantes espacios reales surgidos alrededor del mundo, a partir de la era virtual.

Un elemento más es que la introducción de Internet avanza más rápido en el noroeste de México que en otras regiones del país, no obstante que la proporción de computadora por hogar sigue siendo muy baja. Según el Censo de Población y Vivienda del año 2000, en todo el país sólo el 9.3% de las viviendas contaba con una computadora (algo así como dos millones); en la región noroeste la relación es ligeramente superior, con 10.6%, como puede observarse en el cuadro 1.

Hablamos de un total de 187 456 viviendas con computadora; a razón de 4.2 habitantes en promedio obtenemos que "teóricamente" tendrían contacto con los ordenadores alrededor de 787 315 personas.11 Se trata de una cifra baja, especialmente si consideramos que tan sólo en el estado de Nuevo León calculamos que 546 mil personas viven en casas que ya cuentan con este poderoso aparato. Además, es pertinente tener presente que se trata de computadoras en casa y no necesariamente conectadas a la red de redes.

Entonces surge la pregunta: ¿cuál es el papel que estos recintos juegan en la expansión de Internet? Sostenemos que el cibercafé —del inglés Communication Access For Everybody, acceso a la comunicación para todos— precisamente ha contribuido a hacer de la navegación una actividad asequible a un número importante de personas que, al menos en nuestros países, no tendrían la oportunidad de adentrarse en la red.

Por último, los hallazgos realizados en nuestro primer acercamiento al tema señalaron la importancia de continuar con el análisis en estos recintos, toda vez que más de 60% de los cibernautas encuestados en un café Internet aseguró tener computadora en su casa y 33% dijo estar conectado a Internet y, sin embargo, gustaba de asistir a un ciber (Castro, Jorquera y Zepeda, 2001) (véase cuadro 10). Esto nos llevó a entender que el ciber no sólo era visto como el espacio donde se puede entrar a la red, sino que también es punto de estímulo para dos tipos de reuniones: las virtuales en el ciberespacio y las reales en la misma instalación del café. Según Sánchez (2001), con el ciber resurge en los países desarrollados una cultura en desuso entre los jóvenes, como es asistir a las tertulias en el café. ¿Pero qué sucede en México y el noroeste?

La pregunta central de la investigación se resume en el siguiente cuestionamiento: ¿cómo transforma Internet la actividad diaria de los jóvenes? De ahí se derivaron otra serie de preguntas relacionadas con los usos de Internet, el tiempo de navegación, los motivos para visitar un café Internet, así como la frecuencia de las visitas, entre otras.

En el trabajo inicial, la investigación se desarrolló en cafés Internet del estado de sonora; en esta segunda parte el estudio se amplió a establecimientos de los estados de Sinaloa (Culiacán y Los Mochis) y Baja California (Tijuana y Mexicali). En ellos, levantamos un total de 225 cuestionarios distribuidos de manera no proporcional, ya que no había manera de conocer a priori el número total de establecimientos por ciudad (véase cuadro 2). Adicionalmente, cuando las condiciones lo permitieron, realizamos entrevistas a cibernautas, 28 en total. Aquí pudimos profundizar en preguntas tales como el uso que dan a Internet, cómo ha cambiado su rutina diaria, sus relaciones personales con amistades o familiares.

La información de las entrevistas a usuarios resultó muy rica, si partimos de que en estos sitios es difícil obtener muchos datos mediante el cuestionario, ya que éste tiene que ser muy corto debido a que los encuestados no muestran mucho interés en responder, porque el tiempo de visita a un café, y por ende el tiempo conectado a la red, tiene un costo.

De manera similar, se realizaron 32 entrevistas a dueños de estos establecimientos, pues nos interesó conocer los motivos para aventurarse en un negocio de este tipo, las actividades desarrolladas antes de establecer el café Internet, impresiones con respecto a sus clientes, qué futuro auguran a un café Internet, así como aspectos relacionados con los costos de operación. A ellos los denominamos ciberempresarios.

De los resultados de la primera etapa de investigación surgieron las siguientes ideas, que a manera de hipótesis guiaron esta parte del trabajo y pueden resumirse así:

1. En el primer trabajo concluíamos que el café Internet, como empresa rentable, no tenía futuro; incluso estimamos que lejos de proliferar, estos centros del entretenimiento tenderían a desaparecer en pocos años, dependiendo del desarrollo de Internet en la región y su instalación en los hogares de los usuarios.

2. Anotamos que la edad de los usuarios tendería a disminuir en el corto plazo.

3. Una tercera consideración indicaba que pasar más horas en la red trastocaría nuestras relaciones sociales dentro y fuera del espacio virtual. Hasta entonces, el nivel de avance no era suficiente para vislumbrar de qué forma la realidad virtual modificaría nuestras vidas, mucho menos para advertir de qué signo serían estas transformaciones. Esta discusión guió esta segunda parte del estudio.

 

Del café Internet y sus características

El café Internet nació en el año de 1984. Al parecer el primero fue Electronic Cafe, en la ciudad de Los Ángeles, California.12 Estos nuevos establecimientos toman el nombre de cibercafé en el mismo año, con la aparición de la novela de ciencia ficción Neuromancer, en la que el autor, William Gibson, propone el término ciberespacio,13 naciendo con él palabras como cibernauta, ciber-niñ@s, ciberperiodismo, cibernovi@, entre otras.

Se trata de una nueva oportunidad para la tertulia en los tradicionales cafés que venía perdiendo interés entre la población. En Francia, por ejemplo, en 1960 había 200 mil cafés, en 1985 quedaban 80 mil y en 1995 pasaron a 50 mil.

Lo característico es que eran cafés para turistas y viejos. Mientras esto sucede con los cafés tradicionales, en dos años se construyeron en el país galo más de 40 cibers, frecuentados en su mayoría por jóvenes. Mucho más se oye hablar de estos recintos en países como Inglaterra o los Estados Unidos. En este último, donde la cultura de la tertulia tradicional languidecía, sólo en la ciudad de San Francisco y en 18 meses (enero de 1994 a junio de 1995) surgieron más de 40 cibercafés (Sánchez, 2001: 167).

En su origen, los cibercafés funcionan en los países del norte fundamentalmente como sitios de encuentro, que, además, tienen computadoras conectadas a la red. Tal vez existieron antes como cafés y después les adaptaron el hardware. Es decir, el acceso a Internet es una opción complementaria a la convivencia entre los parroquianos. En cambio, en países donde el acceso a la Internet se encuentra menos extendido, el uso de la computadora es un fin en sí mismo para la mayoría de los que acuden al cibercafé (Trejo, 2000).

Esta diferencia planteada por Trejo es clave para entender por qué en la mayor parte de los cafés visitados en nuestra investigación resulta extraño observar a algún parroquiano disfrutando una taza de esta deliciosa bebida. No obstante y en total desacuerdo con este mismo autor, en los café Internet, sí observamos que los asistentes acuden y conviven entre sí, incluso forman grupos alrededor del ordenador de manera tal que la comunicación no sólo es hacia fuera —a través de la red—, sino también hacia dentro del establecimiento.

Partiendo de lo anterior, entendemos por cibercafé el recinto donde los usuarios de la red pueden tener acceso fácilmente a ella y donde además es posible consumir productos alimenticios y utilizar algunos servicios relacionados con la computación, así como convivir con otros usuarios ausentes y presentes.

A tres años de haber iniciado los estudios sobre este tipo de establecimientos, encontramos que si bien es cierto se comprueban nuestras primeras conclusiones en torno a su volatilidad e inestabilidad económica, contrario a lo que esperábamos, no queda claro que haya una disminución en la cantidad total de cibercafés en el noroeste de México. Más bien observamos que éstos se han transformado y, lejos de desaparecer del paisaje urbano, adquieren nuevas modalidades. Por ejemplo, se nota el cierre de aquéllos que operaban en locales rentados y que surgieron exclusivamente como cafés Internet. En contraparte, aparecen otras alternativas y advertimos que ciertos negocios han optado por transformarse en recintos para la navegación. Basta agregar dos o tres computadoras a un negocio ya en operaciones, para que se anuncie como un nuevo giro, por ejemplo, ciberpapelería.14 Lo que llama la atención es que resulta mucho más difícil que estas papelerías ofrezcan una taza de café, aunque eso no ha sido impedimento para que algunas de ellas adopten el nombre, dada la popularidad adquirida por estos establecimientos15 (véase figura 1).

En nuestros recorridos por las ciudades visitadas igual encontramos cafés Internet establecidos con todas las comodidades que aquéllos instalados en la cochera de una casa o con piso de tierra y en condiciones que aparentan un deshuesadero de computadoras. Pese a todo lo anterior en este último había cuatro computadoras conectadas y varios preparatorianos haciendo tareas y chateando16 (véanse figuras 2 y 3).

La apertura y el cierre de estos establecimientos, la falta de ordenamiento en el registro oficial de un café Internet y esta nueva opción de transformar un negocio ya establecido en un ciber, hacen casi imposible el cálculo sobre el total de negocios dedicados a ofrecer el servicio de Internet. Mucho más difícil es conocer el tiempo promedio de operación en cada una de las ciudades estudiadas.

Sin embargo, el estudio se justifica por su importancia cualitativa y no tanto cuantitativa, ya que de acuerdo con Sánchez (2001), un estudio relacionado con el ciberespacio (con todo y que éste aún no es un lugar común para las grandes mayorías) tiene razón de ser, toda vez que la historia ha demostrado que los grandes cambios se dan en forma discreta; y lo importante del ciberespacio no es la cantidad de personas que lo visitan, sino las estimulaciones recíprocas que desencadena en los seres humanos, las nuevas pautas de interacción que ha alentado, así como las profundas transformaciones emocionales que es capaz de propagar.

Desde otra perspectiva, es importante estudiarlos porque por pocos que sean los cibercafés, el hecho es que permiten el acceso a la red a quienes no tienen la posibilidad de entrar desde la comodidad de su casa y a un costo muy bajo.17 Además, sin lugar a duda se han convertido en un buen sitio para la reunión cara a cara entre aquellos que gustan de navegar, pero no quieren hacerlo solos, sino en compañía de los amigos.

 

El cibercafé, ¿una opción para pequeños empresari@s?

Con lo hasta aquí expuesto, se pensará que la decisión de establecer un café Internet no es la mejor opción para un pequeño empresario, puesto que para tener éxito, además de ser emprendedor, se debe (de preferencia) ser el dueño del local y sobre todo poseer el conocimiento sobre el funcionamiento de las nuevas tecnologías de la información. Esto último es fundamental, puesto que el conocimiento le permite ofrecer un servicio de calidad partiendo de que la elección del proveedor de Internet y la capacidad de las máquinas, por ejemplo, no son asuntos menores en un negocio donde la velocidad marca la diferencia. Por otro lado, aquellos cafés cuyo dueño es un ingeniero en sistemas o licenciado en informática optan por incluir accesorios atractivos para el usuario, tales como audífonos y cámara de video, para hacer de la comunicación por Internet un verdadero proceso audiovisual.

La rapidez con la que suceden los cambios en todos los ámbitos donde Internet ha penetrado, sumados a los vaivenes de la economía nacional, dificultan la aprehensión del fenómeno en su verdadera dimensión. El café Internet y sus propietarios no están exentos de esta inestabilidad. De hecho, los ciberempresari@s entrevistados en las dos fases de la investigación aceptan que no terminan de establecerse cuando ya se están planteando su reconversión y nuevas estrategias para enfrentar la competencia y atrapar en sus redes a más cibernautas.18

Como todos los empresarios, los dedicados al ciberespacio inician la actividad con el objetivo de obtener una rentabilidad; no obstante, de nuestra indagación se desprende que tienen otros motivos para continuar en este giro económico recién descubierto en México. Como ellos mismos indican, las ganancias son mínimas, ya que los costos de operación no disminuyen a la par del costo de la hora de navegación que es posible cobrar a unos clientes tan jóvenes.

Desde nuestra perspectiva, consideramos que estos empresarios, influenciados por los optimistas de Internet, lo conciben como un instrumento democratizador de nuestras sociedades; apuestan y no ponen en tela de duda que las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación serán grandes impulsores de la educación y del conocimiento en general.

Recordándonos a Nicholas Negroponte o bien a Howard Rheingold, una empresaria comenta:

Mi ambición en principio es hacer un programa para ayudar a niños indígenas con programas cortos de entrenamiento en computadoras para que se incluyan en el resto de la población y no como mozos, ni como sirvientas o albañiles (María Luisa Rubio, Tijuana, B.C.).19

Ella misma ofrece cursos gratuitos para niños con la idea de acercarlos a Internet para que manejen no solamente ésta sino otras herramientas de gran utilidad en su futuro.

Para otros, Internet les da libertad de armar un negocio donde se refleje en el concepto mismo del lugar ese espíritu libertario y creativo que otorga la red de redes.

Un negocio como estos te da oportunidad de aplicar tu experiencia en computadoras y aprovechar que somos una generación más dinámica, o sea, queremos cosas más versátiles y el Internet lo es (Agustín Pineda, Tijuana, B. C.).

De las entrevistas con propietarios de cibercafé podemos concluir que estas empresas jóvenes son dirigidas por jóvenes; ellos se han aventurado a invertir por múltiples razones, entre las que destacan que son conocedores del manejo de las NTIC, o bien porque están desempleados (profesionistas por lo general) y aquí encontraron una oportunidad para dar rienda suelta a la imaginación, ya que Internet permite eso y mucho más.20 Otros, con sentido altruista, sueñan que a través de estos negocios iniciarán a los jóvenes y a los niños en el manejo de la informática.

En este sentido, ya sea que se trate de papelerías, pastelerías, pizzerías, yogurterías o cafés propiamente dichos, los dueños de estos nuevos establecimientos reconocidos genéricamente como cibers pueden sentirse satisfechos de su contribución a la expansión de Internet en nuestra región.

 

El café Internet, un espacio real para la virtualidad

Entrar a un café Internet no es sólo introducirse en los terrenos de la virtualidad, es adentrarse en el nuevo mundo de los jóvenes que ya no lo conciben ni lo entienden fuera de la red ni alejados de las posibilidades que ésta les ha dado de liberarse, de multiplicarse y perderse en el anonimato. Estos recintos son prácticamente de ellos; además de los juveniles dueños, casi la totalidad de los clientes de un ciber son jóvenes. Según nuestros resultados, 93% de los asistentes tenía menos de 30 años, como puede observarse en el cuadro 3.

En realidad éste era un resultado esperado. Sin embargo, lo interesante fue advertir que al parecer, tal y como lo han hecho notar otros estudios alrededor del mundo, la edad de los usuarios de Internet viene disminuyendo (Cebrián, 1998; Malvido, 1999 y Sánchez, 2001). La comparación entre la primera y segunda fases de esta investigación indica que los niños (menores de 15 años) han sido atrapados y en serio por la red de redes. De representar un 17%, pasaron a sumar 24 puntos porcentuales.

La mayoría de los visitantes a estos cafés son estudiantes, 72% así lo reconoció; además, son de niveles altos, como puede observarse con la suma de los bachilleres y universitarios, que alcanza 66.5%. Los secundarianos, por su parte, sumaron cerca de la quinta parte. Sin embargo, lo anterior no es suficiente para afirmar que tener un alto nivel de escolaridad sea una condición necesaria para adentrarse en la navegación virtual. El hecho mismo de que la edad de los usuarios venga disminuyendo es indicativo de que tener conocimientos básicos de computación basta para animarse a recorrer el ciberespacio.

Entre quienes no estudian se ubican como empleados 22.2; trabajadores por su cuenta, casi 5%, y desempleados, 2%. Nótese que las amas de casa obtienen en realidad un porcentaje muy pequeño (véanse cuadros 4 y 5).

Aunque la mayoría de los clientes son estudiantes, es inevitable relacionarlos con el chat, esa área del ciberespacio en el que no existe la impaciencia del tiempo productivo. Esa zona donde se reproduce un presente continuo que establece una clara frontera entre el adentro y el afuera. Asistir al café es estar en el interior de un chat, donde la fantasía da paso a aventuras increíbles, es el ingreso a la catarsis, a la alimentación del espíritu. En cambio, el exterior es el lugar del trabajo, de la rutina, la inseguridad social, la zona vulnerable que aniquila y provoca la sensación de que comprometerse en el intercambio afectivo puede ser fatal (Sánchez, 2001:2).

Reconociéndose como estudiantes, los entrevistados no confiesan abiertamente su afición al chat. Sólo la tercera parte dice que además de realizar otras actividades también chatea,21 aunque la observación directa en todos los establecimientos visitados nos mostró que chatear (platicar, charlar) absorbe una gran parte del tiempo de estos internautas juveniles,22 lo cual parece confirmarse con otros estudios como el de NetValue en México, cuyos resultados arrojaron que 25% de los usuarios de Internet en nuestro país son afectos al chat (Sánchez, 2001).

Fue sólo mediante las entrevistas que los jóvenes se mostraron más abiertos y en ellas la conversación se centra en sus experiencias en torno a esta nueva forma de charla virtual conocida comúnmente como chatear.23 Llama la atención que algunos de ellos gustan de chatear con personas de la misma ciudad, incluso de la misma escuela, con quienes se encuentran a través del popular programa mIRC,24 lo cual podría interpretarse como un germen de comunidad virtual en el sentido planteado por Rheingold. Estas pequeñas comunidades urbanas en ciernes podrían estar indicando que en nuestro país, como en otras latitudes, estamos ante el nacimiento de un nuevo tipo de comunidad que reunirá a la gente on line creando lazos de apoyo y amistad que podrían tenderse off line, tal y como este autor expone a propósito de la WELL.25 Esa comunidad, famosa por ser una de las primeras de carácter virtual en todo el mundo, a pesar de no ser exclusiva de san Francisco, se identifica con esta bahía, ya que aquí se encuentra su base, la cual conecta principalmente a personas de esa comunidad californiana.

Para estos jóvenes el chat es concebido como el lugar para hacer amistades, contactar con un posible "ligue" y no precisamente como un espacio para participar en grupos de discusión en los cuales pudieran abordarse temas de interés común (deportes, música, política, etcétera). Mucho menos se habló de intenciones de organizarse en torno a cierta actividad (defensa del medio ambiente, apoyo a un equipo deportivo, participación política, etcétera), que pudiera redundar en un beneficio más allá de la frontera individual. Virtualización de lo social y en franca correspondencia con la realidad, esta utilización tan parcial del chat encuentra su explicación en el hecho de que un gran porcentaje de ellos son casi unos niños, por lo que no pueden ser catalogados como chateros de altos vuelos.26

La red no es otra cosa más que el reflejo de nuestra realidad, pues nada que no exista realmente en la mente de los humanos podría estar en Internet. Y si en la mente de estos chicos lo principal es divertirse, en la navegación se expresará esta necesidad. El cuadro 6 es claro al respecto. Por ejemplo, se observa que casi la mitad de los jóvenes dijeron que además de otras actividades ellos chatean, bajan música y/o juegos o bien buscan información para distraerse. El sondeo de las páginas más consultadas también permite palpar el sentido lúdico y amistoso que ellos explotan de la red: Hotmail, Yahoo, Latinmail y msn resultaron las predilectas de los cibernautas (véanse cuadros 6 y 7).

Según estudios en diversas partes del mundo, casi la totalidad de las personas utilizan la Internet para "checar" el correo electrónico, además de realizar otra actividad cibernética propia de la edad. Es decir, sea que uno vaya a trabajar, a jugar, chatear, buscar empleo o cualquier tipo de información, la consulta del e-mail se ha convertido en todo un ritual para los cibernautas.28 En nuestro estudio, esta última no fue la actividad mayormente señalada, ya que sólo 23% de los jóvenes entrevistados contestó que usa Internet para "consultar o responder correo".

 

Enredando nuestras vidas

Uno de los aspectos más discutidos de la virtualidad tiene que ve r con la posibilidad que ahora tenemos de reinventarnos y cambiarnos la identidad casi a nuestro antojo, es decir, jugar a "ser otro en la red". Pero según Castells, en realidad los juegos de rol y la construcción de la identidad como base de la interacción on line constituyen una porción muy reducida de la sociabilidad basada en Internet, aunque finalmente sí es un tipo de actividad que tiende a concentrarse especialmente en círculos de adolescentes, ya que ellos se encuentran en un proceso de descubrimiento de la identidad y experimentan con ella tratando de averiguar realmente quiénes son o qué les gustaría ser.

Encontramos que para estos jóvenes internautas esconderse tras otra identidad no es un juego practicado con mucha naturalidad. Podrán tener varios nicks, pero todos ellos corresponden a una misma personalidad. Se advierte que cambiar la identidad o mentir en la red, a los jóvenes les genera desde flojera hasta responsabilidad porque hay que ser fieles a esa persona descrita.

Yo a veces me invento la edad, pero la verdad es que en el vocabulario se me nota (que echo mentiras) (Lidia, Tijuana, B.C.).

Mientras que para otros resulta cansada la multiplicación de personalidades:

es cierto, en la red se podrían tener varios cibernovios, pero qué flojera (atenderlos) (Edna, Ciudad Obregón, Sonora).

Como diría Sherry Trukle (1995), la noción de lo real se revela y la gente que vive vidas paralelas en la pantalla está en cualquier caso limitada por los deseos, el sufrimiento y la mortalidad de sus seres físicos.

Con la misma lógica que nos movemos en el mundo de lo real, entre los jóvenes a la postre juegan a ser uno mismo, incluso algunos de ellos creen que en la red de redes es más fácil ser uno mismo... entonces, ¿para qué inventar? Lo anterior parece darle la razón al mismo Castells, quien argumenta que en Internet " vale más asegurarse de que todo el mundo sepa que eres un perro y no un gato porque si no terminarás inmerso en el mundo íntimo de los gatos, porque en ella uno es lo que dice ser, ya que las redes de interacción social se van construyendo a lo largo del tiempo sobre la base de esta presunción". Finalmente, la realidad parece indicar que los usuarios crean sus propias identidades on line coherentes con sus identidades off line (Baym, 1998:48).

¿Somos nosotros o somos otros en la red? Mejor dicho, ¿existimos en el ciberespacio? Balaguer (2001:3), citando a Castells, plantea que una de las paradojas más difíciles de asimilar deviene del hecho de que la no presencia en la red determina no la ausencia, sino la no existencia. ¿Existencia dónde? En el mundo virtual, pero a la vez, consecuentemente, en el mundo real. Continúa argumentando "que el mundo simulado tiene efectos sobre el mundo real, al punto tal que, como dice Castells, si no se está en este mapa, en ese territorio, es posible que esto pueda significar la no existencia en el real".

En países como el nuestro es riesgoso sostener posiciones como la anterior, sobre todo porque muchos no van a entrar pronto (a la red) y otros tal vez nunca lo harán; lo que sí es cierto es que, al igual que el proceso de globalización mundial, participemos o no en él, para bien o para mal nos va a afectar.28 Dicho de otra forma, no se puede ser tan categórico y compartir la idea de que no estar en la red es no existir, porque en realidad la vida continúa al margen de ésta; sin embargo, una vez adentro, será muy difícil pretender la inexistencia de Internet. Al final, la red se convierte en un auténtico sal si puedes.

De esta forma, podemos estar seguros de que Internet nos transformará, aunque aún nos preguntemos ¿de qué manera? La gran variedad de estudios inspirados por Internet arrojan resultados tan polémicos y contradictorios que aún es difícil trazar tendencias más o menos claras para determinar si este maravilloso invento de la humanidad tendrá influencias positivas o negativas en nosotros. Por ejemplo, aún no podemos asegurar que tener al alcance cantidades inconmensurables de información esté generando mayor angustia (Wurman, 2001); según otros estudiosos estamos frente a un fenómeno que apenas recibió su acta de nacimiento y ya se habla de una adicción en la humanidad relacionada con su uso o mejor dicho con su abuso,29 e incluso se dice que al igual que todas las adicciones, la de Internet muy probablemente termine tratada en grupos de autoayuda.

Partiendo de lo anterior, se entenderá por qué la presente investigación no se propuso indagar en torno a los efectos de las nuevas tecnologías de la información desde una posición polarizada entre efectos positivos o negativos. El objetivo es reconocer los cambios que los mismos chicos detectan a partir de su experiencia en el uso que de Internet han hecho.

Además de preguntarnos para qué se usa Internet, era interesante, en esta parte del estudio, reconocer qué aspectos de la vida de estos jóvenes se están trastocando, así como aquellos relacionados con el tiempo dedicado a la navegación, medido en horas y días en que estos encuentros cibernéticos se escenifican.

Entrando en materia, se puede afirmar que el recorrido por los cafés Internet y las respuestas vertidas por los muchachos indican que para estos jóvenes están cambiando fundamentalmente las formas de divertirse y de hacer amistades, así como las de estudiar, tal y como puede apreciarse en el cuadro 8. Aseguran que no han dejado de hacer lo que antes hacían por meterse a la red y argumentan que, bien organizados, hay tiempo para todo: ver televisión, salir con los amigos reales a las fiestas o bien al cine; aunque ya algunos acepten que sí les gusta mucho platicar con sus amigos de la red, sin especificar a quién le han quitado ese tiempo. Lo interesante aquí es que la red ha posibilitado establecer relaciones (a través de mIRC, por ejemplo) con compañeros de la misma escuela, de la misma colonia, a quienes conocen primero en la red y luego l@ encuentran realmente.

Y a la lectura, ¿le han restado tiempo? De manera muy clara los entrevistados plantean que no, porque antes no leían, por lo que se entiende que no tienen por qué hacerlo ahora. En realidad la preocupación por el hábito de la lectura que Internet ha despertado en ciertos sectores debió habernos alcanzado antes de la expansión misma de Internet: precisamente con la masificación de la televisión. Por ello no resulta extraño que los usuarios jóvenes de Internet sea gente que no lee.30

Pornografía es un tema que los chicos nunca mencionan. Lo que sí es notorio es una tendencia por parte de los ciberempresarios a aceptar que la pornografía es parte de Internet y como tal los usuarios tienen derecho a entrar... siempre y cuando sean mayores de edad. "Si buscas pornografía, la encuentras y aquí es un lugar de servicio y yo doy el servicio, ya cada quien decide lo que ve o lo que no ve" , en todo caso el filtro es para la edad y no para las páginas.

De filtros no... yo soy una persona que considero que ya son decisiones individuales, es decir, muchos de mis clientes son cristianos... y si alguien viene a ver cuestiones cristianas es muy su decisión. Si alguien viene a ver algo satánico, son sus rollos, yo no me puedo meter en ese tipo de cosas; pero ya si quiere ponerse a predicar aquí, pues entonces no está bien, ¿no? (Benjamín Flores, Ciudad Obregón, Son.).

De forma por demás optimista, se puede decir que la batalla que los adultos aceptamos perdida frente a la televisión probablemente Internet la haga menos cansada, puesto que los chicos ahora pueden hacer amistades, en menor medida hacen la tarea y otros buscan algún tipo de información. Si esta información es pornográfica, no debe preocupar demasiado, ya que tarde o temprano se llega a ella, con Internet o sin ella. Éste es uno de los asuntos más polémicos cuando de efectos de la red en nuestras vidas se trata. No obstante, es importante —si queremos obtener mayores beneficios de la red— pasar a segundo plano esta discusión y en su lugar destacar todas aquellas alternativas que la Internet nos ofrece y que los mismos jóvenes no se han aventurado a explorar y explotar.

De cualquier forma, Internet y los cibers han abierto nuevas posibilidades a la diversión, incluso, como diría Antulio Sánchez, podríamos darle una nueva oportunidad a la tertulia, si somos capaces de convertir el café Internet en un lugar para la reunión cultural. Según nuestros resultados, los jóvenes asisten a estos establecimientos principalmente porque ahí pueden utilizar la computadora y otros servicios relacionados con ésta (38.2%), o bien acuden con la intención de reunirse con los amigos (30.2%); llama la atención que un alto porcentaje dijo que asisten a un café porque aun cuando tienen Internet en su casa, no pueden utilizarlo.31

Internet ha sido un enlace efectivo en la diversificación y la ampliación de las horas dedicadas al juego y la distracción de los jóvenes. Especialmente, observamos que el tiempo empleado en la navegación viene aumentando, ya que en la primera etapa aquéllos que diariamente iban a un ciber representaban sólo 6.4%, mientras que ahora se han incrementado a 24%. Una tercera parte asisten de dos a tres veces por semana y la quinta va un solo día. Como puede observarse en el cuadro 11, la diferencia entre ambas fases de la investigación permite ver que la asistencia al cibercafé y especialmente la entrada a la red, va camino a convertirse en una devoción.

Medida en términos de horas de navegación, la devoción se nota en los incrementos de estos fieles asiduos a la red que se conectan más de tres horas (de 2.1% a 7.6%); en cambio, aquéllos que se conectan sólo una hora disminuyeron su porcentaje (de 38.3 a 29.8 puntos). Nótese que vaguear más de una hora y menos de tres horas también registraron altos porcentajes. Conectarse durante más días y más horas es una tendencia que al parecer también se dibuja en el noroeste de México.

¿De qué otra forma sino de ésta puede prolongarse la existencia de los chats, si no es por el credo correspondiente de sus fans, quienes encuentran en su interior y en su cúmulo de fantasías una especie de realización de sus convicciones? ¿De qué manera, si no es por estos devotos que le rinden tributo a sus chats preferidos a través de la asistencia continua a los mismos (Sánchez, 2001:3)? Los jóvenes no suelen entrar al mismo chat siempre, p e ro no hay duda de que asisten de manera religiosa, cual fanáticos, para conectarse y experimentar una y otra vez con estas conversaciones instantáneas, como se advierte en las entrevistas sostenidas con nuestros informantes. Por aquí empieza la metamorfosis: los chicos están más tiempo frente a la computadora, conectados, tiempo que, según sus respuestas, le han quitado a la familia y, en el mejor de los casos, a la televisión.

De este estudio no se puede concluir que el tiempo que ahora dedican a la navegación se lo hayan quitado a los amigos "reales", ya que algunos de los chicos manifiestan que la red se ha convertido en un lugar común para el encuentro con los amigos de la misma ciudad y hasta de la misma escuela. Por ejemplo, Lidia, de Tijuana, participa en un chat de la delegación Playas de Tijuana y dice: "A mí me gustaría más salir con mis amigos, pero la mayoría de los que tienen computadora no sale porque están enviciados ya". Ahora la tarde se pasa en la red de redes, trastocando totalmente los esquemas de convivencia. Tal parece que hoy día es más atractivo "entrar que salir". No podemos asegurarlo porque para otros entrevistados, entrar a chats locales32 para platicar con gente de la misma ciudad no vale la pena.

Los de aquí (Obregón) son muy groseros, necesitan ser de España y todas esas ciudades porque aquí no (Edna, Ciudad Obregón, Son.).

De una forma u otra, los chicos entrevistados coinciden en que gracias a Internet tienen más amigos que antes, puesto que conservan los "amigos reales" y han conocido a muchos más y de otras partes del mundo. Eso es, en la red se amplían y se complican las relaciones (esto es cierto para los adultos también), sólo que éstas son diferentes, son cibernéticas. ¿Qué hay de malo en eso?

Indudablemente que para cualquier joven es mejor conocer todas estas relaciones que lo lanzan al mundo para confirmar que los límites geográficos hoy día son, con mucho, más amplios. Aunque de nada servirá saber esto si no se aprovecha Internet para alcanzar mejores niveles de capacitación y de cultura. No es cuestionable tener más relaciones de amistad o amorosas; el problema es que se concibe Internet sólo como otro medio de comunicación masiva, cuando en realidad es parte esencial de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, más allá es una nueva forma de organizarse y avanzar en la educación; es una oportunidad para participar en el comercio mundial y en el mercado de trabajo internacional.

Desde otra perspectiva, la red de redes, bien utilizada, podría convertirse en un poderoso instrumento al servicio de la democracia, ya que a través de ella podemos hacer más efectiva nuestra participación en la solución de problemas locales, así como la incorporación a la discusión de organizaciones de carácter más amplio.33 Obviamente, los jóvenes por sí solos no entenderán del todo esto; mucho menos serán ellos quienes emprendan estas transformaciones. La responsabilidad de impulsar y orientar una mejor utilización de las nuevas tecnologías de la información recae sobre otras personas y otras instituciones.

 

¿Quién expande el ciberespacio?

La experiencia lo dice: el papel del Estado fue decisivo en las sociedades donde a esta tecnología se le dio gran impulso, ya sea como resultado de su financiamiento en investigación y desarrollo, ya como arquitectos de una estrategia de industrialización (Montoya, cit. por Trejo, 1996). En Estados Unidos, el caso del vicepresidente Albert Gore, quien ha sido el alma de las superautopistas de la información, es el ejemplo más claro de cómo a través de la participación determinante del Estado se logró que los estadounidenses sean las personas más activas en la red y que el 89% de la Web esté en inglés.34 Obviamente, Estados Unidos no es el único ejemplo de participación estatal; en realidad en países como Japón, Francia, Alemania y en general la Comunidad Económica Europea, esta institución ha apoyado y financiado el tendido de la red por la geografía de estas regiones.

El Estado deberá ser el más interesado en crear las condiciones no sólo para lograr la explosión cibernética sino también la mejor orientación en su utilización en todas las esferas sociales donde Internet tiene influencia, y muy especialmente en aquellas áreas donde la participación estatal es básica: educación, salud y, por supuesto, el terreno político.

En otras palabras, no se puede prescindir de esta importante institución. En algunas ocasiones, dice Trejo (1996:102)

se hace demagogia con la suposición de que las fuerzas del mercado se bastan para moderar el intercambio dentro de la sociedad. En otras, se pretende que el Estado se baste solo para proveer y regular. Ninguno de ambos extremos ha funcionado con incontables experiencias históricas, de tal suerte que con o sin nuevas corrientes de interpretación y organización de los sistemas políticos, pareciera claro que el Estado tiene tareas insustituibles, de la misma forma que la sociedad tiene garantías —y reglas— para desplegar sus mejores capacidades.

La intromisión del Estado en la navegación no debería limitarse a regular y establecer normas. Las autoridades tienen ante sí una tarea urgente: promover la extensión de su uso, garantizando igualdad de acceso a los ciudadanos (Cebrián, 1998). Para este autor, la red contribuye a la identificación de una nueva categoría de ciudadanos, una especie de ciudadanía del ciberespacio, con capacidad de autoorganización, con reglas particulares y comportamientos comunes. Todo esto permite, continúa el autor, imaginar la existencia de un Estado virtual, con sus propios ciudadanos, sus propias relaciones de poder, sus propios objetivos y su propia y legítima soberanía. Va más allá y argumenta que esa república virtual puede servir de modelo a las (repúblicas) tradicionales a la hora de reformar o de reconvertir sus instituciones.

En el caso de México y de su juventud en lo particular, el Estado efectivamente debe garantizar la introducción de este grupo poblacional a la red de manera masiva, y la vía más natural es a través del sistema de educación.

En este punto, el proyecto Gore-Clinton, ya comentado, marca la pauta, pues a pesar de que el gobierno de los Estados Unidos entendía que el papel de las nuevas tecnologías se centra en la estimulación y el sostenimiento económico de larga duración; el proyecto también sostuvo que la Superautopista de la Información (SAl) debe reforzar el sentimiento de comunidad entre los estadounidenses. Para ello, se propone un uso de la red con fines educativos, entre otros motivos para combatir la impresión de que la SAI sólo sirve para el entretenimiento y, peor aún, que el ocio posible en ella es fundamentalmente catártico, ya sea en términos sexuales, ideológicos o de cualquier índole.

Eliminar esta falsa pero difundida idea de la ociosidad en Internet no es un problema menor. Para ello es necesario que los maestros reconozcan que las nuevas tecnologías no se reducen a Internet, sino que es la oportunidad de tener acceso a más información mediante el manejo de bases de datos en el aula; es poder tener conferencias y clases a distancia, así como visitar bibliotecas virtuales para realizar consultas de la misma naturaleza. Si los maestros no generan en los alumnos el interés por otras formas de utilización de Internet, los alumnos difícilmente dejarán el chat para entrar a una biblioteca digital.

Sin llegar a pensar que Internet vaya a sustituir al sistema de educación y al maestro en el salón, la red de redes podría desempeñar el papel de ciberenlace maestro-alumno para asesorías, discusión de temas de actualidad, así como enviar y recibir tareas y documentos. Por supuesto, la entrega de calificaciones por este medio sería un servicio más en este proceso de construcción de una nueva escuela: la escuela virtual.

La educación a distancia en lo particular cobra fuerza en un mundo global en que el tiempo pierde sentido y, por lo tanto, no hay edad para el aprendizaje. Gracias a Internet, se ampliará la oferta educativa para una demanda totalmente diferenciada; amas de casa, personas mayores y ni qué decir de las personas con alguna incapacidad, todos encontrarán opciones distintas para aprender.

 

Reflexiones: Internet y oportunidades en el noroeste de México

Adentrarse en los terrenos virtuales, los jóvenes y los desafíos planteados por las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (NTIC) no es un asunto menor, especialmente cuando hablamos de una tecnología que aún está en fase de expansión y, por lo mismo, no se tiene del todo claro hacia dónde se dirige, ni los efectos que ocasionará. De esta forma, es lógico que aún presentemos más preguntas que respuestas, sobre todo si las interrogantes se centran en aquellos aspectos de nuestras vidas que la Internet está modificando y que no es fácil de asimilar en países como el nuestro, donde existe cierta resistencia hacia los avances tecnológicos, ya que pueden significar nuevas formas de dominio económico por parte de los países desarrollados con la consecuente pérdida de soberanía nacional.

Partiendo de lo anterior, la presente investigación se propuso buscar algunas respuestas al gran cúmulo de inquietudes que asaltan a nuestra sociedad. Después de este acercamiento al tema, reconocemos que, efectivamente, es necesario ubicar esta nueva tecnología en su verdadera dimensión y apostarle su difusión y explosión de la misma desde una posición intermedia. Es decir, de manera optimista concebir Internet como un excelente instrumento en la liberación de la comunicación y la masificación de la participación de la población en todas las áreas de la vida influenciadas por este medio informático y que en el caso de la juventud podría tomar proporciones desconocidas; al mismo tiempo, es importante rescatar planteamientos que desde una plataforma más ecuánime llaman a no deslumbrarse por las "maravillas" de lnternet, alertando en el sentido de que en el largo plazo será más redituable para los países en desarrollo y sus gobiernos reconocer los retos y las posibilidades reales de la supercarretera de la información que desviarnos por los falsos caminos trazados por la utopía. Utopía que podría llegar a su fin en el momento mismo en que Internet se convierta en un medio para el lucro y no como lo conocemos hasta hoy un medio mayoritariamente gratuito. ¿Estamos preparados para esta etapa?

Señalar desafíos para afrontarlos es una tarea por demás complicada, máxime si hablamos de realizar propuestas en el ámbito regional. Concretar los grandes proyectos suele ser un problema difícil, aún más si pensamos en Internet como un puntal del desarrollo, puesto que ahora buscamos pasar de la dimensión virtual a la real y viceversa.

Tal vez el primer reto que enfrentamos sea cambiar la concepción de Internet como un nuevo medio de comunicación. Es preciso que lo consideremos parte central de las NTIC, de manera tal que su explotación cobre otro sentido en la región. Visto así, Internet puede y debe ser utilizado como un motor propulsor de la integración económica del noroeste con el resto del mundo y a la vez como un facilitador de la participación social en la discusión global de las diversas problemáticas que aquejan a la población en el ámbito regional.

El Estado, como máximo responsable del desarrollo de la región, lo es también del impulso a las nuevas tecnologías. De esta forma, los gobiernos estatales deberán patrocinar sin reservas la difusión de Internet; es su responsabilidad garantizar la entrada de las mayorías a la red. En Internet, la desigualdad social no es virtual, sino que éste se convierte en un espejo claro de la disparidad que aún padecemos, la cual se constituye en uno de los grandes obstáculos para su expansión.

A pesar de la explosión del ciberespacio, el noroeste de México continúa desconectado.35 Sin lugar a dudas, los gobiernos estatales enfrentan la gran tarea de no rezagarse ante esta gran oportunidad que las NTIC brindan a la región para que ésta logre sumarse al proceso de globalización.

Lo cierto es que seguimos esperando esa gran decisión estatal, pues hoy día sabemos que una gran cantidad de los internautas mexicanos se conectan a través de los llamados cibercafés tal y como quedó expuesto anteriormente, demostrando que la iniciativa privada ha tomado la decisión de arriesgar para aprovechar este reciente e impredecible nicho de mercado. La cultura ciber ha llegado para quedarse, y es indiscutible la aportación de los ciberempresarios. Incluso algunos de ellos se han establecido movidos por esa misma utopía que mueve a la red, con la idea de contribuir a la difusión de esta nueva tecnología para que pueda ser utilizada como un instrumento del progreso. Este trabajo de investigación recoge y reconoce el importante papel desempeñado por estos recintos y sus jóvenes dueños en la difusión de la red de redes en la esquina noroeste del país, papel que debió asumir el Estado desde hace una década.

Realizar investigación sobre el ciberespacio tiene sus bemoles, toda vez que atrIbutos como la velocidad con la que se presentan los acontecimientos en Internet, así como la gran cantidad de información que por ésta circula, se tornan en inconvenientes cuando se trata de aprehenderlo en el espacio real. Así como surge un café Internet, a la vuelta de unos meses desaparece, por lo que es difícil deducir y aventurarse a calcular el total de establecimientos de esta naturaleza en la región; incluso no es posible decir si hoy día hay menos cafés Internet que en el año cuando iniciamos esta investigación.

Sin embargo, debido a la casi inexistente cultura de la tertulia y el crecimiento de las conexiones particulares, creemos que el café Internet como centro de reunión para departir con los amigos, disfrutar de una taza de café y, al mismo tiempo, conectarse a la red no tiene un buen futuro. En todo caso, una vez pasado el boom, sobrevivirán aquellos establecimientos que ofrezcan algo más que la comodidad de estar conectado en casa a un bajo costo. Seguramente por eso, en este pequeño lapso hemos atestiguado no el surgimiento de nuevos cafés Internet sino, en todo caso, la metamorfosis experimentada por ciertos establecimientos que anteriormente se dedicaban a otra actividad y hoy día se han convertido en cibers...ciber lo que sea, no importa, la cuestión es estar en la red, o sea, estar a la moda.

A nuestros gobernantes no les vendría nada mal apoyar estas iniciativas si es que en realidad se reconoce la necesidad de extender la red a lo largo y ancho de la geografía regional. Por otro lado, el Estado debe continuar con mucho mayor énfasis los esfuerzos hasta ahora realizados y que pueden resumirse en el proyecto conocido como e-méxico, el cual incluye, entre otros objetivos, llevar la red hacia los rincones más alejados del país. El proyecto es por demás interesante; bien orientado, e-méxico puede constituirse en un excelente medio para evitar que los marginados de siempre se queden de nueva cuenta al margen de lnternet, ensanchando con ello la bien llamada brecha digital. Además es importante porque los jóvenes se encuentran entre los principales beneficiados de este plan, toda vez que se ha seleccionado a las bibliotecas, las plazas y hasta los albergues como los lugares públicos para instalar los centros de acceso gratuito a la red. Indudablemente una buena oportunidad para el país.

Paradójicamente, mientras por el ciberespacio transita una gran cantidad de información, es muy poco lo que sabemos acerca de los usuarios de la red, sobre todo si pretendemos centrarnos en las expresiones de la nueva cultura Internet. No obstante, estamos en posibilidades de afirmar que los jóvenes, y con mayor razón los adolescentes, se están metiendo y en serio a la red; además es posible concluir que por lo menos en los cafés Internet el tiempo de navegación se ha incrementado y aunque ellos aseguran que no se lo han quitado a la familia, ni a los amigos "reales", mucho menos al estudio, lo cierto es que alguna actividad y con ella la vida debe haberse visto afectada. No puede ser que todo siga igual cuando algunos reconocen estar en peligro de convertirse en adictos a la red.

Desafortunadamente entre estos jóvenes, asiduos internautas, no existe una idea clara (tal vez ni el deseo) de cómo utilizar la red de redes para que ésta sea algo más que un facilitador de la comunicación; de acuerdo con los estudiosos del tema, la trampa no es la tecnología por sí misma, sino la manera como se utiliza o se deja de usar (Trejo, 1996). Desde nuestro punto de vista, urge implementar un uso diferente de las nuevas tecnologías de la información que dé prioridad a su desarrollo como una herramienta fundamental en la educación. Apostarle a la fundación de la escuela y el aula virtual en la que los maestros se apoyen en el manejo de bases de datos, la teleconferencia y la biblioteca virtual podría representar un giro insospechado en la enseñanza de las generaciones futuras. Pero esta revolución no será posible si los maestros no se introducen al ciberespacio: si pretendemos que los chicos aprovechen con otra perspectiva la red, es urgente que los educadores también la conozcan y la conceptualicen como un instrumento más en el aula y un importante apoyo fuera de ésta.

Internet es subutilizado por los jóvenes, quienes no se han decidido a manejarlo para cultivarse e informarse mejor; mucho menos lo han descubierto como un medio que estimule su organización y su participación en la discusión de temas de interés común, tal y como lo han planteado los reconocidos entusiastas de la red.

Regionalmente, debemos continuar y ampliar la investigación y el debate en torno a las NTIC en aras de generar un ambiente favorable a su aceptación en todos los ámbitos de la sociedad y, por ende, a su expansión. El Estado debe mostrarse como el principal interesado en impulsar la investigación que oriente el impacto de Internet en esta región al noroeste del país.

 

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Notas

1 Wolton (2000) reconoce cuatro tipos de información en Internet: información-noticia, información-servicio, información-ocio y, por último información-conocimiento. En su opinión, la primera de ellas sería la más limitada.

2 La denominación supercarretera de la información se le adjudica a Albert Gore, quien en 1991, cuando era vicepresidente de los Estados Unidos, promovió la Ley Sobre Computación de Alto Rendimiento, y al año siguiente, la Ley Sobre Infraestructura y Tecnología de la Información. Con tales antecedentes, impulsó entonces la superautopista de la información. La denominación misma que el vicepresidente estadounidense ha propagado para la red de redes remite al sistema de carreteras interestatales que se desarrolló en ese país durante la década de los cincuenta (Trejo, 2000).

3 En 1992, había 22 países conectados a la red; hacia finales de la década ya eran 217 los que estaban enlazados.

4 Por ejemplo, en el sector económico ya se manifiestan los efectos positivos de este medio como un excelente multiplicador del mercado. No obstante, se advierte que ciertos obstáculos (escasa conexión a la red, fallas en el sistema bancario, desconfianza por parte de los compradores, etcétera), sobre todo en los países menos desarrollados, impedirán que el comercio electrónico cobre la fuerza esperada.

5 El autor se refiere a la Generación de la Red, la cual, según él, se compone de los jóvenes que en el año 1999 se encontraban entre los 2 y los 22 años.

6 Algunos de los rasgos señalados por Trejo son rebatibles. Por ejemplo, Rheingold plantea que gracias a Internet podremos ser ciudadanos muchos más activos.

7 La apreciación de Giddens es interesante, toda vez que Internet se erige como el mejor símbolo de la globalización mundial.

8 En la revisión bibliográfica, se advierte no sólo la diferencia de ideas entre los autores y la discusión sobre Internet y sus efectos, sino que los diversos estudios por ellos presentados a nivel empírico muestran resultados ambiguos, lo cual es de esperarse en el análisis de un fenómeno de aparición tan reciente. Al respecto, revísense los estudios de Castells (2001), especialmente el capítulo cuatro, Sánchez (2001) y Cebrián (1998).

9 Los resultados de los trabajos realizados en este seminario fueron publicados en Contreras y Castro (2001).

10 Algunos informantes fueron contactados cibernéticamente, y fue a través del chat que pudimos platicar con ellos.

11 De éstas, más de la mitad se encuentra en Baja California.

12 I@C, International Asociation of Cybercafes, www.theiac.org

13 Describe la convergencia de tecnologías para la comunicación "mediatizada", o entrelazada por computadoras. En otras palabras, también se refiere al ciberespacio como la creación de un medio ambiente artificial generado por computadoras.

14 Más de 10% de los establecimientos registrados en nuestros recorridos por las ciudades de Hermosillo y Obregón son papelerías cibernéticas. Además se observa, en menor medida, que otros negocios han optado por entrarle a la moda cibernética, como la pastelería, pizzería, nevería, o bien el bar Internet.

15 La cafetería On line papelería y Café Internet y papelería Patty son dos buenos ejemplos de lo anterior.

16 Este café Internet se ubica en una colonia ejidal de Ciudad Obregón.

17 Decimos a un costo muy bajo porque nuestros datos indican que el precio por hora ha venido disminuyendo drásticamente. De un promedio de $25.00 por hora, en la actualidad el promedio es de 11.70.

18 Estos pequeños empresarios han recurrido a las clásicas promociones propuestas por otros negocios relacionados con los medios de comunicación, como los cines o las casas de video: días del 2x1, membresías, etc. Llamó la atención un café Internet de Tijuana, cuya dueña ofrece regalar una computadora a aquel cibernauta que acumule 300 horas de navegación.

19 El tema de introducir a los indígenas a Internet será motivo de controversia, puesto que comunidades nativas, como por ejemplo la nación yaqui en sonora, se encuentran en proceso de rescatar su propia lengua: la lengua yaqui y el programa e-méxico con su conexión a Internet vía satélite ya ha llegado hasta la comunidad de Pótam, en el mismo estado. Los impulsores del programa por el rescate de la lengua ahora se preguntan: ¿qué efectos tendrá entre los niños yaquis conocer Internet, partiendo de que en el ciberespacio no hay una sola página, al menos que ellos conozcan, en yaqui? (conversaciones con Cresencio Buitimea, Centro de Educación Indígena, mayo/2003).

20 La juventud y la creatividad de estos empresarios se refleja desde la misma selección del nombre: Cyberlocos, Ke-pex, La Biblioteca Pool Bar Internet, LaWeb@, Cybertequila, Cybermusic, Cyberamigos, son ejemplos del carácter lúdico de estos nuevos recintos de la diversión y el placer

21 Puede ser que el chatear no haya sido seleccionado más veces, ya que muchos de los que utilizan cualquier tipo de programa para conversar en tiempo real (Messenger, por ejemplo) no lo consideran chatear, dado que son conversaciones con personas seleccionadas y no en grupos de personas (a veces muy grandes) en pláticas ininteligibles.

22 Después de los motores de búsqueda y el correo electrónico, el chat ocupa la preferencia de los usuarios de la red. Según la empresa Nazca & Saatchi, en el año de 1998, de los 79 millones de usuarios de Internet en el planeta, 26% de todo el tiempo de conexión que se gestiona se dedica a los chats.

23 En las entrevistas, a la pregunta ¿qué es lo que más te gusta de Internet?, invariablemente la respuesta es: el chat.

24 Aún más, incluso en Tijuana descubrimos que los jóvenes de la delegación Playas de Tijuana prefieren encontrarse con personas del mismo lugar porque los de otras delegaciones son muy diferentes.

25 Whole Earth Lectronic Link.

26 Para estos chateros, los de altos vuelos, las zonas más socorridas son las estadounidenses y las europeas, en donde los diálogos y las relaciones gozan de alta tolerancia y libertad (Sánchez, 2001).

28 Representa más de 85% del uso de Internet y la mayor parte del volumen de ese correo está vinculado con el trabajo, con tareas específicas y con las relaciones entre familiares y amigos en la vida real (Castells, 2001).

28 Se le llama globalización no porque todos participaremos, sino porque todos sentiremos sus consecuencias.

29 En este sentido, según Netaddiction, las categorías adictivas más sobresalientes en la red se dividen en: adicción cibersexual (uso extendido por parte de los adultos de chats sobre pornografía), ciberrelaciones (dependencia de las amistades hechas en el ciberespacio), vicio (personas que juegan en la red de manera desenfrenada), etcétera. Para mayor información consúltese, entre otros, Sánchez (2001).

30 Las nuevas generaciones vieron televisión antes de aprender a leer; entonces se entiende que lean menos (Zepeda, 2002).

31 Los jóvenes confiesan que hay enojo entre sus padres por la forma en que utilizan la Internet; para algunos de ellos (los padres), los chicos ya se han convertido en viciosos, por lo que incluso han llegado a cancelar el servicio.

32 Se refieren al chat del popular programa mIRC, que da la opción de entrar a salones organizados por países y ciudades.

33 Al respecto, Rheingold (1996) hace un reconocimiento a las comunidades formadas con la intención de participar de manera más directa en la solución de problemas comunitarios; el caso de Zushi en el Japón es un excelente ejemplo.

34 El alemán y el francés ocupan 3% de la Web; de ahí que algunos se atrevan a plantear: "Si el hombre aristotélico es un animal que habla, el hombre cibernético es, cada vez más y más, un animal que habla inglés" (Cebrián, 1998).

35 Se calcula, según Sánchez, que en el año 2000, sólo 8 millones y medio de mexicanos estaban conectados a la red (y más de la mitad de ellos se conecta en el Distrito Federal, Jalisco y Nuevo León).

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