Introducción
México cuenta con una alta heterogeneidad ambiental que propicia una gran diversidad biológica y un capital natural considerable. El país se encuentra entre las 5 primeras naciones con mayor riqueza biológica y cultural; sin embargo, dicho capital natural ha sufrido un alarmante deterioro por factores de cambio directos e indirectos, así como por las interacciones de estos (Challenger et al., 2009, Domínguez et al., 2009, Sarukhán et al., 2015). Entre los principales factores de cambio directos se encuentra la conversión de los hábitats naturales a otros usos de suelo y su consecuente fragmentación y degradación; por ejemplo, ya para 1993 solo existía el 54% de la cobertura original de la vegetación natural del país, llegando en 2002 a ocupar solo el 38% del territorio, y de esa cobertura, alrededor del 50% se consideraba vegetación degradada (Challenger et al., 2009).
En una reciente evaluación forestal internacional se reconoció que en los últimos 5 años (2010-2015) la tasa de deforestación en México disminuyó (−0.1% /año) con respecto al período de 1990 a 2000 (−0.3%/año; FAO, 2015a, FAO, 2015b); sin embargo, nuestro país continúa perdiendo la poca superficie de bosque primario que aún le queda (−0.7%/año) y se ha registrado una intensificación reciente en la degradación de los bosques debido a causas antropogénicas directas (FAO, 2015a). Por ejemplo, en un muestreo del inventario forestal nacional se estimó que del 70 al 80% de las parcelas evaluadas tenían uno o más indicadores de disturbio, como daño por fuego, presencia de tocones, pastoreo o extracción selectiva, entre otros (Morales-Barquero et al., 2014). Por otra parte, aunque existen menos indicadores de la degradación de ecosistemas costeros y marinos, en México se han documentado para los manglares tasas de pérdida de cobertura anual que van del −0.08% al −3.94% entre 1970 y 2005 (Rodríguez-Zúñiga et al., 2013). En cuanto a las dunas costeras, se ha estimado que en México existen aproximadamente 800,000 ha (el 1% de la superficie del país), y cerca del 50% han sido transformadas para uso agropecuario o han sido urbanizadas (Martínez et al., 2014). Igual de desalentador es el caso de los humedales, ya que se estima que el país ha perdido el 62% de los humedales, que son ecosistemas prioritarios por brindar múltiples servicios ambientales (Landgrave y Moreno-Casasola, 2012).
Otro factor de cambio es la invasión de especies exóticas; actualmente en el país residen al menos 46 de las 100 especies invasoras más dañinas del mundo y afectan todos los ecosistemas (Aguirre-Muñoz et al., 2009). En México, un total de 127 especies de plantas y animales ya se han extinguido o han sido extirpadas (Baena y Halffter, 2008) y más de 2,000 se encuentran registradas en diferentes grados de amenaza en la Norma Oficial Mexicana (NOM-059-SEMARNAT-2010). Otro aspecto preocupante es la pérdida o el decremento de poblaciones de animales y plantas; estas extinciones locales no se reflejan en los indicadores nacionales de degradación y constituyen una pérdida del acervo genético local (Sarukhán et al., 2015). Entre los factores indirectos, el cambio climático se ha convertido en una amenaza cercana para la biodiversidad. Por ejemplo, México alberga 373 especies de anfibios, y contamos con el mayor número de endemismos en el mundo para este grupo (> 65%); sin embargo, siendo un grupo biológico con requerimientos microambientales muy específicos, se estima que bajo escenarios de cambio climático se darán extinciones intensas de este grupo, particularmente en el período de 2020 a 2050 (Ochoa-Ochoa, Rodríguez, Mora, Flores-Villela y Whittaker, 2012).
La pérdida del capital natural también se refleja en un decremento en la calidad de vida y la seguridad alimentaria. Por ejemplo, se estima que al menos la cuarta parte de los mexicanos tiene un acceso deficiente a la alimentación (Urquía-Fernández, 2014). Los problemas de producción de alimentos se relacionan con los suelos degradados o improductivos que prevalecen en el 45% del territorio mexicano (Conabio, 2009) y procesos de desertificación en el 14% del suelo (Bollo-Manent, Hernández-Santana y Méndez-Linares, 2014). En un informe reciente de la Comisión Nacional del Agua se encontró que, en algunas regiones hidrológicas del país, hasta el 55% de sus cuerpos de agua superficiales se encontraban contaminados por materia orgánica, y a nivel nacional el 16.3% de los acuíferos se encontraban sobreexplotados (CNA, 2013).
Esta grave alteración en los ecosistemas de México y sus efectos en la sociedad resaltan la urgencia de desarrollar estrategias de conservación y restauración. La restauración puede prevenir y revertir la pérdida de la diversidad biológica así como promover la recuperación de los servicios ecosistémicos (SER, 2004). Ante este escenario, es inaplazable establecer una agenda de investigación con temas prioritarios con el fin de determinar el umbral crítico donde los cambios en la estructura y función de los ecosistemas ya han sido o serán irreversibles (Cantarello et al., 2011). La ecología de la restauración es una disciplina científica que, a partir de la teoría ecológica, desarrolla principios para guiar la práctica de la restauración (Fig. 1); la restauración ecológica se define como el proceso de asistir a la recuperación de un ecosistema que ha sido dañado, degradado o destruido (SER, 2004). Desde la conceptualización de la ecología de la restauración por Bradshaw (1987) surgió una oportunidad única de experimentación para probar hipótesis sobre los procesos de recuperación y resiliencia de la estructura y función de los ecosistemas.
La ecología de la restauración se ha convertido en una disciplina científica que ya no solo observa y documenta, sino también explica y predice (Howe y Martínez-Garza, 2014). Esto se ve reflejado en el crecimiento de revistas indizadas especializadas sobre el tema, publicaciones, programas de investigación y de formación de recursos humanos en México y el mundo (Martínez y López-Barrera, 2008). Por ejemplo, en solo 15 años (1990-2004) los artículos de restauración llegaron a representar el 5% de los artículos de ecología a nivel mundial (Young, Petersen y Clary, 2005). Actualmente, en la base JCR-WoS (http://www.webofknowledge.com) se pueden encontrar más de 3,700 artículos de ecología que en su título mencionan la restauración y/o la rehabilitación. En este momento, Estados Unidos es la potencia en este campo y China se encuentra en segundo lugar, mientras que México ocupa el lugar número 13 (Fig. 2).
Considerando los escenarios ambientales en México y el auge de la ecología de la restauración en el mundo, el objetivo de esta revisión es exponer una síntesis de la situación actual y las perspectivas de la ecología de la restauración en nuestro país. Nuestra meta es exponer algunos de los aportes básicos y aplicados para responder las siguientes preguntas: ¿cuáles son las bases sobre las que se desarrolló la ecología de la restauración en México como ciencia?, ¿cuál es la visión actual de la ecología de la restauración en México?, ¿hacia dónde se dirige?, y ¿cuáles son los retos, nuevas tendencias y perspectivas a futuro?
Métodos
Con el fin de conocer el número y el tipo de investigación que se realiza sobre ecología de la restauración por autores adscritos a instituciones mexicanas, en enero de 2017 se realizó una consulta solo de artículos en la base de datos SCOPUS (http://www.scopus.com) con los siguientes criterios de inclusión: restor* or rehab* en el título and ecolo* en el título, resumen y/o palabras clave. También se consultó la base JCR-WoS (http://www.webofknowledge.com), incluyendo en la búsqueda restor* or rehab* en el título and ecolo* en el tema. Después, en ambos casos se filtraron aquellos artículos que presentaron alguna institución mexicana, como la adscripción de alguno de los autores. Ambas bases se conjuntaron y se eliminaron las referencias repetidas. Posteriormente se hizo una búsqueda ampliada usando las bases de Google académico (https://scholar.google.es/) y la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal (http://www.redalyc.org) usando las palabras restau*, rehab* y México en la búsqueda. Adicionalmente, se consultó la lista bibliográfica de una compilación de Bonfil, Fernández y Fernández y González-Espinosa (2015) para completar la base. Cabe mencionar que dicha compilación cuenta con 322 referencias reportadas como estudios y artículos de difusión relacionados con la restauración ecológica en México. Los criterios del presente estudio fueron más acotados y estrictos, específicamente se buscó que los estudios pertenecieran a la ecología de la restauración y que explícitamente abordaran preguntas, opiniones o revisiones sobre la restauración de ecosistemas por autores con adscripción en instituciones mexicanas. La base final de referencias fue clasificada de acuerdo al tipo de aportación (investigación, metaanálisis, revisión, opinión o propuesta metodológica), grupos biológicos, ecosistemas, revista, instituciones académicas, género del primer autor, género y posición del autor mexicano y número total de autores de las publicaciones.
Con el fin de estimar el impacto de la ecología de la restauración en la práctica se compilaron los manuales y libros generados en México relacionados tanto con la teoría como con la práctica. En enero de 2017 se consultó la base de Google Books (https://books.google.com.mx/) y la sección de novedades editoriales de los boletines electrónicos de la Red Mexicana para la restauración ambiental (http://www1.inecol.edu.mx/repara/). Con el fin de conocer la aportación de libros y manuales en México con respecto a lo generado en el mundo se hizo una búsqueda ampliada en Google Books usando los términos restauración, rehabilitación y recuperación en español, inglés y portugués. Los libros encontrados fueron depurados para seleccionar los relacionados o vinculados a la ecología de la restauración.
Para conocer el crecimiento de la investigación en torno a la recuperación de los ecosistemas, además del análisis temporal de las publicaciones se contabilizaron los trabajos de este tema que se presentaron como posters o ponencias en simposios o sesiones orales en los congresos de ecología de la Sociedad Científica Mexicana de Ecología, A.C., de 2006 a 2015. Con el fin de estimar qué proporción de investigadores definen su línea de investigación como «restauración ecológica» o «ecología de la restauración», se realizó una revisión de las páginas personales de los investigadores en 4 institutos de investigación ecológica: INECOL, ECOSUR, IE-UNAM e IIES-UNAM.
Para conocer los programas de formación de recursos humanos en México se realizó una búsqueda de la oferta educativa en torno al tema buscando directamente en la red las palabras: cursos, diplomados, maestrías y doctorados junto con las palabras de restauración ecológica y México. La búsqueda se completó utilizando las bases de Universia México (http://www.universia.net.mx; consultada en julio de 2015) y la de la Red de Ecosistemas y Sustentabilidad (http://redsocioecos.org; consultada en julio de 2015).
Con el fin de documentar las tendencias de la asignación de financiamiento a proyectos en el área de ecología de la restauración se revisaron los resultados de las convocatorias del fondo Ciencia Básica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) de 2004 a 2014 y se registraron en una base de datos las propuestas relacionadas con el tema. Adicionalmente, se revisaron los proyectos financiados por el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la UNAM durante el período de 2012 a 2015. Se realizó una búsqueda de la palabra restauración en el título y en las palabras clave, y los proyectos se concentraron en una base de datos. Para conocer proyectos financiados por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) se consultaron las propuestas financiadas por el Programa de Compensación y Restauración Ambiental durante el período 1999 al primer semestre de 2015 y se consultó también la revisión realizada por Arriaga (2014).
Resultados
Fundamentos de la ecología de la restauración en México
Los principales aportes a la ecología de la restauración por autores mexicanos se han dado en el tema de la recuperación de la vegetación. La base de este conocimiento se encuentra en los estudios florísticos de las selvas conservadas en las décadas de 1960 y 1970 (Gómez-Pompa, 1973, Miranda y Hernández-Xolocotzi, 1963) que permitieron conocer los ahora llamados «ecosistemas de referencia». A finales de la década de 1950 se creó la Comisión de Estudios sobre Dioscóreas (barbasco, Dioscorea composita Hemsl.) con un gran interés de estudiar la estructura y composición de la vegetación secundaria joven, llamada localmente acahuales. A partir de esos estudios se generaron importantes evaluaciones sobre agricultura y conocimiento tradicional (Hernández-Xolocotzi, 1988), sucesión secundaria mediante la evaluación de cronosecuencias (Gómez-Pompa y del Amo, 1985, Gómez-Pompa et al., 1976, Gómez-Pompa y Vázquez-Yanes, 1981, Purata, 1986a) y la importancia del paisaje en la regeneración de las selvas (Guevara et al., 1986, Purata, 1986b). Estos temas de investigación han sido los pilares de las cuatro líneas actuales de la ecología de la restauración de selvas y bosques: 1) ensambles ecológicos y funcionales para acelerar la sucesión (Álvarez-Aquino y Williams-Linera, 2012, Álvarez-Aquino et al., 2004, Álvarez-Sánchez et al., 2009, Ceccon et al., 2014, De la Rosa-Mera y Monroy-Ata, 2006, Martínez-Garza et al., 2013, Martínez-Garza et al., 2005, Suárez-Guerrero y Equihua, 2005, Vázquez-Yanes y Batis, 1996); 2) estrategias para la eliminación de especies que detienen la sucesión secundaria (Douterlungne et al., 2013, Meli y Dirzo, 2012, Roman-Danobeytia et al., 2012); 3) procesos de nucleación y facilitación a nivel de sitio y paisaje (Avendaño-Yáñez et al., 2014, Badano et al., 2009, Badano et al., 2011, Blanco-García et al., 2011, Mendoza-Hernández et al., 2013, Williams-Linera et al., 2015), y 4) rehabilitación productiva en paisajes con un intenso uso de recursos (Dhillion et al., 2004, Díaz-Rodríguez et al., 2012, Diemont et al., 2006, Douterlungne et al., 2008, Fuentealba y Martínez-Ramos, 2014, González-Espinosa et al., 2007, Jiménez et al., 2005, Murgueitio et al., 2011, Suárez et al., 2012).
La investigación contemporánea sobre la restauración de ecosistemas
Dos publicaciones especiales sobre la restauración en México, una en 2007 y otra en 2010, representaron puntos importantes en la historia de investigación contemporánea del tema en nuestro país:
En 2007 se publicó un número especial sobre restauración ecológica en México en el entonces Boletín de la Sociedad Botánica de México (BSBM, ahora Botanical Sciences) como un suplemento. Este número especial incluyó un artículo de presentación, un editorial escrito por José Sarukhán y 7 artículos derivados del simposio «Procesos ecológicos y restauración de comunidades vegetales» organizado por Javier Álvarez-Sánchez y Julia Carabias y que se llevó a cabo dentro de las actividades del XVI Congreso Mexicano de Botánica, celebrado en la ciudad de Oaxaca en 2004. Este número especial estuvo a cargo de los organizadores del simposio como editores invitados y del editor en jefe del BSBM, Jorge A. Meave. En el primer artículo de este suplemento se puede apreciar un análisis de las políticas públicas nacionales de las últimas décadas, sus avances y limitaciones (Carabias, Arriaga y Gutiérrez, 2007), mientras que los otros 6 artículos cubrieron diferentes temas de restauración en 5 ecosistemas de México de 4 estados de la República: 2 trabajos fueron realizados en la selva húmeda (en Chiapas: Martínez-Ramos y García-Orth, 2007, y en Veracruz: Álvarez-Sánchez, Guadarrama-Chávez, Sánchez-Gallén y Olivera, 2007), uno en el bosque de montaña de Chiapas (González-Espinosa et al., 2007), uno en humedales costeros de Veracruz (Flores-Verdugo et al., 2007), uno en el bosque de pino de Michoacán (Lindig-Cisneros, Blanco-García y Sáenz-Romero, 2007) y uno en el matorral xerófilo de Hidalgo (Monroy-Ata, Estévez-Torres, García-Sánchez y Ríos-Gómez, 2007).
En 2010, en la revista Ecological Restoration de la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, se publicó una sección especial de Restauración Ecológica en México, para la cual Roberto Lindig-Cisneros fue el editor invitado. En esta sección se publicaron 12 trabajos de restauración en México: 4 notas de restauración y 8 artículos de investigación. Tres de las notas de restauración tuvieron un nivel de aproximación poblacional: restauración de poblaciones de: 1) Ambystoma mexicanum Shaw (clase Amphibia, orden Caudata, familia Ambystomatidae) en humedales urbanos de la Ciudad de México (Valiente, Tovar, González, Eslava-Sandoval y Zambrano, 2010); 2) Symphoricarpus microphyllus Kunth (Caprifoliaceae) en el Estado de México (Mendoza-Bautista, García-Moreno y Rodríguez-Trejo, 2010) y 3) Buddleja cordata Kunth (Buddlejaceae) en bosques urbanos de la Ciudad de México (Mendoza-Hernández, Orozco-Segovia y Pisanty, 2010). Cuatro de los artículos trataron la restauración de ecosistemas acuáticos y semiacuáticos: humedales en Veracruz (López-Rosas et al., 2010) y la ciudad de México (Von Bertrab y Zambrano, 2010), manglares en Yucatán (Zaldívar-Jiménez et al., 2010) y sistemas riparios en Jalisco (Allen, Santana-Michel, Arrona y Zedler, 2010). Cuatro trabajos abordaron la restauración de los bosques: 2 sobre bosque estacional (Williams-Linera y Álvarez-Aquino, 2010, Bonfil y Trejo, 2010), uno de bosque nublado (Ramírez-Marcial, González-Espinosa, Camacho-Cruz y Ortiz-Aguilar, 2010) y uno sobre el bosque de pino-encino (Rodríguez-Trejo y Myers, 2010).
Con la búsqueda realizada en WoS y SCOPUS hasta diciembre de 2016 se registraron 79 y 110 artículos, respectivamente, con autores de adscripción en México. Eliminando las referencias repetidas y expandiendo y depurando la base se llegó a un total de 206 referencias, de las cuales el 78% correspondieron a artículos de investigación, el 18% a artículos de opinión y propuestas metodológicas, y el 4% fueron metaanálisis o revisiones. Las revistas en donde más se publicó la investigación realizada en México hasta diciembre de 2016 en orden descendente por número de artículos publicados fueron Restoration Ecology, Ecological Engineering, Botanical Sciences, Forest Ecology and Management, Ecological Restoration, Madera y Bosques y Plos One (Fig. 3). Los artículos fueron publicados en coautorías con investigadores de Estados Unidos, España, Colombia, Reino Unido y Argentina, principalmente. En el 82% de las publicaciones el primer autor tuvo su adscripción en una institución mexicana, y en el 81% de los casos estos autores fueron los corresponsales. En cuanto al género de los autores con adscripción en México, el 57% correspondió a hombres y el 43% a mujeres.
Las 206 publicaciones consideradas fueron generadas en aproximadamente 50 instituciones, principalmente de educación superior y en los centros de investigación del sistema Conacyt. Las principales afiliaciones de los autores, en orden descendente por número de artículos publicados, fueron 5 instituciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM): Centro de Investigaciones en Ecosistemas (CIECO; ahora Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad, IIES), Instituto de Ecología, Facultad de Ciencias e Instituto de Biología. Le siguen en importancia el Instituto de Ecología, A.C., la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, El Colegio de la Frontera Sur, la Universidad Veracruzana, el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y el Colegio de Postgraduados. En cuanto a la proporción de investigadores que en su página de internet mencionan en su línea de investigación a la ecología de la restauración o la restauración de ecosistemas, encontramos que en el IIES son el 23% de 31 investigadores, en el IE-UNAM son el 17% de 41, en el INECOL son el 11% de 114 y en ECOSUR son el 9% de 149. Los porcentajes de investigadores dedicados a la restauración fueron estimaciones, considerando que tanto el número de investigadores como las líneas de investigación de las páginas de los investigadores dependen de la actualización de cifras y datos que hacen las instituciones en sus portales.
Los principales ecosistemas estudiados
El mayor número de artículos publicados se refirieron a la restauración de especies leñosas de las selvas húmedas, bajas y medianas caducifolias, bosques de coníferas y encinares y bosques mesófilos de montaña, con 30, 28, 23 y 13 artículos, respectivamente (Fig. 4). En conjunto, el 71% de los estudios fueron sobre los ecosistemas forestales (sin considerar los manglares). Es interesante notar que existen en las investigaciones la incorporación de 2 o más grupos biológicos o estudios multitaxonómicos (p. ej., Allen et al., 2005, De la Peña-Domene et al., 2014, Hernández et al., 2014, Huante et al., 2012, López-Rosas et al., 2010, San José et al., 2013), aunque fue siempre en menor proporción que los estudios enfocados en la recuperación de árboles y arbustos (Fig. 4).
Se registraron 18 estudios sobre manglares y humedales, mientras que pocas investigaciones (6 estudios) fueron sobre la restauración de ecosistemas marinos (Fig. 4). Los resultados mostraron que existen esfuerzos notables con respecto a la recuperación de la topografía, el hidroperíodo, la geomorfología, la flora y la fauna en los humedales herbáceos (Angeler et al., 2003, Flores-Verdugo et al., 2007, Lindig-Cisneros et al., 2003, López-Rosas et al., 2010, Zepeda-Gómez et al., 2015), manglares (Bashan et al., 2013, Benítez-Pardo et al., 2015, Holguin et al., 2001, Olguín et al., 2007, Reyes-Chargoy y Tovilla-Hernández, 2002, Toledo et al., 2001, Vovides et al., 2011, Zaldívar-Jiménez et al., 2010), dunas (Lithgow et al., 2013, Moreno-Casasola et al., 2008) y lagunas costeras (Hansen et al., 2007, Yáñez-Arancibia et al., 2014). La restauración de los servicios ambientales de los humedales se ha abordado en forma de metaanálisis (Meli, Rey-Benayas, Balvanera y Martínez-Ramos, 2014). La restauración de las zonas áridas, semiáridas y desiertos también ha sido poco abordada (Fig. 4) y se ha enfocado principalmente en estudiar técnicas para aminorar los factores limitantes para el establecimiento de las plantas y en la introducción de especies nodrizas (Antonio-Garcés et al., 2009, Bacilio et al., 2006, Encino-Ruiz et al., 2013, Foroughbakhch et al., 2006, López-Lozano et al., 2016, Mendoza-Hernández y Cano-Santana, 2009, Ureta y Martorell, 2009).
La ecología de la restauración de lagos estuvo mínimamente representada (Ramírez-Herrejón et al., 2014), así como la restauración de macroalgas (Hernández-Carmona, García, Robledo y Foster, 2000), arrecifes (Islas-Peña, Liñán-Cabello y Torres-Orozco, 2004, Liñan-Cabello et al., 2011, Tortolero-Langarica et al., 2014) y ríos (Mazari-Hiriart et al., 2014, Ramírez-Hernández et al., 2013, Salinas-Rodríguez y Ramírez-Marcial, 2010). Cabe destacar los proyectos de restauración en islas que se han enfocado en la remoción de especies exóticas o de comportamiento invasivo para favorecer la recuperación de la biota nativa, que han sido ejemplo de restauración a nivel mundial dados sus resultados y la escala de sus acciones (Aguirre-Muñoz et al., 2011).
Los enfoques menos abordados han sido los aspectos genéticos y demográficos de la restauración (Lara-Cabrera et al., 2009, Arias-Medellín et al., 2016), interacciones ecológicas (Juan-Baeza et al., 2015, Villa-Galaviz et al., 2012), el estudio de la fauna como catalizador e indicador de la restauración (De la Peña-Domene et al., 2014, González-Tokman y Martínez-Garza, 2015, Hernández-Flores et al., 2016, Hernández-Ladrón de Guevara et al., 2012, MacGregor-Fors et al., 2010, San José et al., 2013), así como la importancia de la diversidad filogenética en la selección de los ensambles (Campbell et al., 2010, Verdú et al., 2012).
Ecología de la restauración en simposios y congresos
En noviembre de 2014 se llevó a cabo el Primer Simposio Nacional de Restauración Ecológica, que tuvo como sede la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Este simposio fue planeado como parte de las actividades de la Estrategia Mexicana de Conservación Vegetal (EMCV), coordinada en México por la Conabio; en particular, lo referente al objetivo 3, que llama a la rehabilitación o restauración, para 2030, al menos del 50% de las áreas terrestres y marítimas degradas (Conabio, 2012). Las actividades de la EMCV dieron inicio con un taller donde académicos, instituciones gubernamentales y restauradores se dieron cita para planear las acciones de la Estrategia Global de Conservación Vegetal (Conabio, 2012). Tomando como base las recientes publicaciones científicas, el Primer Simposio Mexicano de Restauración Ecológica se llevó a cabo con 25 ponentes de 17 organizaciones académicas gubernamentales y organizaciones civiles. Los participantes, con experiencia en aspectos sociales, experimentales y prácticos de la restauración ecológica, abordan la restauración en diferentes ecosistemas de México: bosque nublado (4 trabajos), bosque templado (3), matorrales (2), selva húmeda (3), selva estacional (4), dunas costeras (2), mientras que de manglar, islas, humedal urbano, arrecifes y agua y multidisciplina se presentó uno de cada tema (Ceccon, Barrera-Cataño, Aronson y Martínez-Garza, 2015). El tema de la mayoría de las presentaciones invitadas fue acerca de estudios biológicos experimentales (52%), mientras que solo una quinta parte se relacionaba con los componentes sociales, por ejemplo, la participación de los dueños de la tierra; finalmente, un pequeño porcentaje de estudios incluía aspectos prácticos (17%). En este evento se registraron 316 asistentes y se presentaron 74 carteles, además de 2 conferencias magistrales. Derivado de este simposio se publicó el libro titulado «Experiencias mexicanas en la restauración de ecosistemas» (Ceccon y Martínez-Garza, 2016).
A partir de 2006 comenzaron los congresos de la recién creada Sociedad Científica Mexicana de Ecología. En el congreso realizado en 2008 en la ciudad de Mérida, Yucatán, se presentó el más alto porcentaje de trabajos sobre restauración con respecto a todos los trabajos presentados en el congreso, mientras que en 2011, en Boca del Río, Veracruz, aunque solo se organizó un simposio, se registró el mayor número de ponencias orales y carteles sobre este tema (31 y 26, respectivamente; Fig. 5).
Formación de recursos humanos
En cuanto a la formación de recursos humanos, en todo el país se cuenta solamente con una licenciatura en Ingeniería en Restauración Forestal, ofrecida por la Universidad Autónoma de Chapingo; un diplomado técnico en Restauración Ambiental, que se ofrece como opción a partir del quinto semestre de la licenciatura en Ciencias Ambientales impartida por la Escuela Nacional de Estudios Superiores Morelia (ENES-Morelia, UNAM), y una maestría en Restauración Ecológica, enfocada en ecosistemas costeros, ofrecida por la Universidad Autónoma del Carmen. El Instituto de Ecología A.C. (INECOL), El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), FES-Zaragoza, UNAM y el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (IPICYT) ofrecen y avalan académicamente diplomados especializados de restauración, algunos en conjunto con organizaciones no gubernamentales, como Pronatura y La Fundación Internacional para la Restauración de Ecosistemas (FIRE).
En la UNAM ha habido importantes esfuerzos para la formación de recursos humanos especializados en restauración ecológica. En 2001 se publicó la primera convocatoria de la maestría en Ciencias Biológicas con orientación en Restauración Ecológica. En esta maestría se formaron alrededor de 100 alumnos durante los 10 años que estuvo activa y el 24% de ellos han publicado sus resultados en revistas indexadas. En 2012 egresó la última generación de esta maestría y más tarde el programa quedó incluido como un campo de conocimiento del nuevo posgrado en Ciencias de la Sostenibilidad (PCS) de la UNAM (http://www.posgrado.unam.mx/sostenibilidad/index.html; consultado en junio de 2015). El PCS busca formar profesionales que contribuyan al desarrollo sostenible del país. La mayor innovación de este posgrado es que integra las ciencias naturales, las sociales, la ingeniería y el urbanismo. El PCS fue aprobado por el Consejo Universitario en su sesión del 24 de marzo de 2015, y el mismo año se abrió la primera convocatoria para el ingreso de los alumnos. Las 3 materias obligatorias que antes se ofrecían en la maestría de Restauración ahora forman parte del nuevo plan de estudios del posgrado en Sustentabilidad para el campo de conocimiento sobre Restauración Ambiental. El PCS tiene como objetivo fundamental formar expertos con una perspectiva transdisciplinaria, lo que beneficiará al campo de la restauración ambiental. Los esfuerzos iniciados para la formación de una masa crítica que hiciera frente a los problemas ambientales en México en 2001 con la maestría en Ciencias Biológicas con orientación en Restauración Ecológica están ahora fortaleciendo al PCS.
Financiamiento
Con la revisión de los proyectos de investigación financiados por el programa de Ciencia Básica del Conacyt se registraron en total 64 proyectos (Fig. 6), de los cuales 45 se relacionaron a la biotecnología y remediación, 2 con aspectos sociales de la restauración (ética ambiental y organización social) y 17 fueron de ecología de la restauración de ecosistemas forestales y costeros (13 y 4 proyectos, respectivamente). Los proyectos financiados cada año representaron entre el 0.5 y el 2% del total de proyectos apoyados en cada convocatoria. En el caso de los proyectos financiados por el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la UNAM entre 2012 y 2015, las propuestas relacionadas con la ecología de la restauración representan el 0.46% del total apoyadas en dicho período. Se revisaron 11 proyectos trianuales financiados, y el 55% estuvieron enfocados a ecología de la restauración de ecosistemas forestales, abordando diferentes aspectos como el de cambio climático, interacciones ecológicas y migración asistida. Solo un proyecto abordó la restauración de ecosistemas costeros (manglares), y el resto (36%) tuvieron temáticas sociales (organización comunitaria e integración de la población local en la restauración). En cuanto a los proyectos apoyados por Conabio, el 21% de los proyectos del programa de compensación y restauración ambiental fueron ejecutados por instituciones académicas (Arriaga, 2014). De estos 26 proyectos, 8 fueron explícitamente de ecología de la restauración y la mayoría fueron sobre ecosistemas lagunares, de manglar y humedales; esto respondió a convocatorias especiales para restaurar este tipo de ecosistemas (anexo 1 en Arriaga, 2014). Si consideramos todos los programas de financiamiento de Conabio, se encontraron 55 proyectos que tuvieron una temática de restauración; el número de proyectos no mostró un incremento temporal, ya que respondieron a convocatorias especiales enfocadas principalmente a financiar la restauración de ecosistemas acuáticos como manglares, arrecifes, humedales, playas, islas y lagunas costeras (Fig. 7).
Posición relativa de México en un contexto latinoamericano
En México, de 1999 a 2014 se registró un incremento del 600% en la tasa anual de publicaciones indexadas sobre el tema de restauración (WoS y SCOPUS). Con respecto a Latinoamérica, México ocupa el segundo lugar después de Brasil (Fig. 8), que en ese mismo periodo registró un incremento del 1,500% en su tasa anual de publicaciones. El número acumulado de publicaciones (SCOPUS) para Brasil fue de 207, mientras que para México fue de 110; Costa Rica, Colombia, Argentina y Chile siguieron con 30, 30, 29 y 29 trabajos, respectivamente.
El impacto de la ecología de la restauración en México también se ha visto reflejado en la producción de libros y manuales. Como referencia, de los 182 títulos en inglés, español y portugués publicados hasta el año 2014, el 15% tuvo autores o editores con afiliación en México; estos representaron el 42% de la producción total en Latinoamérica. Un total de 18 libros y 11 guías se registraron hasta finales de 2016; dentro de las guías dominaron los manuales que generan la información base y estrategias para la restauración de ecosistemas forestales (Arriaga et al., 1994, Benítez-Badillo et al., 2004, Douterlungne y Ferguson, 2012, Meli y Carrasco-Carballido, 2011, Niembro et al., 2010, Ramírez-Marcial et al., 2012), y en menor medida estuvieron los que muestran técnicas de rehabilitación y monitoreo de sitios afectados por la minería (Fragoso y Rojas-Fernández, 2012, Jiménez et al., 2006), de reforestación de médanos (Moreno-Casasola, Infante, Travieso-Bello y Madero-Vega, 2009), de manglares (Agraz-Hernández et al., 2007) y de ríos urbanos (González-Reynoso, Hernández Muñoz, Perló y Zamora, 2010). En cuanto a los libros, destacan aquellos sobre los fundamentos ecológicos (Oyama y Castillo, 2006, Sánchez et al., 2005), los fundamentos sociales (Ceccon y Pérez, 2016) la restauración de dunas (Martínez, Gallego-Fernández y Hesp, 2013), de bosques (Ceccon, 2013, González-Espinoza et al., 2008) y de islas (Santos-del Prado y Peters, 2008).
Discusión
Actualmente, dada la crisis ambiental, se han establecido convenios internacionales con metas muy ambiciosas. Particularmente México, como signatario del Convenio de la Diversidad Biológica (CDB), está comprometido a restaurar para 2020 todos los ecosistemas prioritarios (meta AICHI 14) y el 15% de los ecosistemas degradados (meta AICHI 15; Conabio, 2014). Por otro lado, la Estrategia Mexicana para la Conservación de la Diversidad Vegetal (Conabio, 2012) establece restaurar el 50% de los ecosistemas degradados para 2030. Recientemente, en Lima, Perú (COP20-2014), México se comprometió a iniciar la restauración en 8.5 millones de ha de su territorio para el año 2020 como parte de la iniciativa 20 × 20 para Latinoamérica (IUCN, 2014). Aun con estos grandes compromisos, nuestro país no cuenta con una legislación sólida sobre el tema (Ceccon et al., 2015a, Carabias et al., 2016), ni con un plan nacional, ni con un fondo nacional de restauración para los proyectos de largo plazo y de gran escala. En este contexto de pocos recursos financieros y grandes compromisos, las instituciones públicas han comenzado a interactuar con centros de investigación para la generación de mapas que indiquen a nivel nacional dónde es más urgente y factible restaurar e implementar políticas públicas para hacer más eficiente la restauración (Tobón, Koleff, Urquiza-Haas y García-Méndez, 2016). Bajo este contexto, la restauración de paisajes prevé la necesidad de utilizar análisis jerárquicos para priorizar especies (Gelviz-Gelvez et al., 2015, Meli et al., 2013, Meli, Martínez-Ramos, Rey-Benayas y Carabias, 2014), estrategias (Birch et al., 2010, Latofski-Robles et al., 2014, Trabucchi et al., 2012, Ceccon et al., 2015b) y áreas en las que sea no solo necesario, sino también factible, restaurar (Adame et al., 2015, Cirelli y Sánchez-Cordero, 2009, González-Ovando et al., 2016, Lithgow et al., 2015, Newton et al., 2012, Uribe et al., 2014).
La restauración ecológica en México tiene una dimensión social que determina la factibilidad de cualquier esfuerzo desde la ecología de la restauración (Ceccon y Pérez, 2016). La mayor parte del territorio nacional (cerca del 90%) es propiedad privada y social (51% son ejidos; Sedatu, 2013), y gran parte de los recursos asignados a la ecología de la restauración provienen de fondos públicos (ver Ceccon et al., 2015a). La existencia de un México rural formado por pequeñas localidades que ocupan más de la mitad del territorio y concentran una gran riqueza natural, y por otra parte un México urbano con una alta densidad de población que requiere mayor acceso a servicios e infraestructura, impone grandes retos a la restauración ecológica. En este escenario la restauración se considera como «una construcción social en donde deben legitimarse tanto las necesidades de recuperar la estructura y función de los ecosistemas, como las necesidades y aspiraciones de desarrollo óptimo de los diferentes grupos sociales involucrados» (Ramírez-Marcial, González-Espinosa, Musálem-Castillejos, Savelli y Gómez-Pineda, 2014); lo anterior involucra no solo la recuperación del capital natural (Aronson, Milton y Blignaut, 2007) sino también la del capital social (Bullock, Aronson, Newton, Pywell y Rey-Benayas, 2011).
Muchos estudios de ecología en México sirven de base o tienen implicaciones para la ecología de la restauración; sin embargo, la revisión de literatura realizada en este estudio fue estricta en sus criterios de búsqueda con el fin de no sobreestimar las tendencias sobre el desarrollo del tema en su componente científico y su aporte al fortalecimiento de la ecología de la restauración a nivel global. El establecimiento de bases de datos sobre capítulos de libro y tesis de pregrado y posgrado en México permitiría complementar los resultados mostrados en este estudio. Para el avance de la ecología de la restauración es prioritario establecer bases científicas de libre acceso, como una base de datos de experiencias exitosas y no exitosas de prácticas de restauración para cada ecosistema.
En el presente estudio se muestra una tendencia creciente de publicaciones de ecología de restauración en nuestro país. También se ha revelado una autonomía en la generación del conocimiento, ya que los grupos de trabajo con afiliación en México se encuentran liderando la mayor parte de la investigación que se realiza en nuestro país. Esta tendencia creciente responde también a un incremento de publicaciones científicas por parte de los científicos mexicanos que en la última década incrementaron en un 65% la producción de artículos JCR-WoS, principalmente en el área de agricultura, ciencias de la tierra y biología (Gaze y Breen, 2014). Sin embargo, al comparar la producción de artículos de ecología de la restauración con respecto a Brasil, es evidente que el crecimiento en la producción de artículos no ha sido tan acelerado ni suficiente para responder a la necesidad de revertir en lo posible el daño ambiental. En cuanto a la representación por género, la proporción de mujeres investigadoras trabajando en la ecología de la restauración fue casi el doble (43%) comparada con la proporción de mujeres que han publicado en el área de ecología y evolución en el mundo entre 1542 y 2011 (23%; West, Jacquet, King, Correll y Bergstrom, 2013).
En México hace falta un plan nacional de restauración, como el que ya existe en Colombia (Murcia y Guariguata, 2014) y en Ecuador (MAE, 2014), y una política científica que acompañe dicho plan. Los primeros pasos para desarrollar este plan nacional de restauración ya se han dado con la realización del taller «Retos y perspectivas para cumplir los acuerdos internacionales en materia de Restauración Ecológica» que se realizó en noviembre de 2015, apoyado por Conabio y el Centro de Investigación Forestal Internacional (CIFOR, por sus siglas en inglés, http://www.cifor.org). El objetivo principal del taller fue planear la generación de los principales insumos para el plan nacional de restauración: los mapas de sitios prioritarios para restauración y el protocolo para hacer una evaluación nacional de los proyectos de restauración de los últimos 20 años trabajando con las instituciones gubernamentales, la academia, las organizaciones de la sociedad civil y las fundaciones privadas. Por otra parte, México no cuenta con un esquema de financiamiento a largo plazo que estimule proyectos de gran escala. El número de proyectos relacionados con la restauración que han sido apoyados por fondos de investigación y por otros fondos, como los de Conabio, fue relativamente bajo considerando que entre el 9 y el 23% de los investigadores de una muestra de centros de investigación están incorporando este tema en sus líneas de investigación. El país tampoco cuenta con sistemas de evaluación que promuevan que los investigadores se comprometan a realizar investigación de largo plazo y que evalúen procesos ecológicos que requieren censos multianuales como muchos de los indicadores del éxito de la restauración. En cuanto a la formación de recursos humanos, es necesario incrementar los esfuerzos, ya que la oferta es muy escasa. El reto es que más instituciones en el país prioricen el tema en sus marcos normativos y programas de posgrado, incluyendo la multidisciplina en la formación de recursos humanos.
Aun cuando la Conafor ha reportado recientemente una meta de incrementar en 170,000 ha/año la superficie dedicada a la restauración de bosques entre 2013 y 2018 (Conafor, 2014) y figuramos en la lista internacional de los 10 países que más árboles siembran (FAO, 2010), la misma Conafor ha reconocido que esta cifra puede estar sobreestimada, ya que la información sobre la expansión de área de bosque es una aproximación obtenida de los registros anuales y las hectáreas apoyadas del Programa Nacional de Reforestación (apoyos para la conservación y restauración de ecosistemas forestales). Por otra parte, la Conafor reconoce no contar con evaluaciones a mediano y largo plazo del éxito de las plantaciones en el contexto de la restauración (FAO, 2015b). Esto muestra la falta de vinculación entre la teoría y la práctica extensiva. Dado que es urgente establecer un mapeo de actores relevantes en el proceso de restauración ecológica, en el taller antes mencionado se generó una lista de 81 actores relevantes para incorporarlos en el Plan Nacional de Restauración con el fin de coordinar esfuerzos y generar conocimiento ecológico.
Para acompañar estos procesos es imperativo promover el desarrollo de la ecología de la restauración en nuestro país, el cual requiere un enfoque multidisciplinario para tener un impacto mayor en la práctica, ya que los contextos socioeconómicos particulares en cada sitio imponen la necesidad de diseñar metas de restauración junto con la población local para asegurar la generación de servicios ambientales y la persistencia a largo plazo de las prácticas para la recuperación de ecosistemas.