INTRODUCCIÓN
La obra de Manuel Gamio (1883-1960) acerca de la migración mexicana a Estados Unidos es ampliamente conocida y citada por los estudiosos del tema, aunque sus planteamientos centrales han sido poco examinados. No existe un análisis sistemático de sus ideas en torno a los resultados que obtuvo acerca del perfil del migrante, lugar de origen, las estimaciones cuantitativas que realizó, los sitios a dónde se dirigían, los aspectos culturales, sociales y económicos que él estudió de los migrantes, las fuentes en las que se basó, entre otros temas. Diversos trabajos mencionan la visión que Gamio tenía de los migrantes de retorno ( Walsh, 2005, pp. 53-73 ; Walsh, 2004, pp. 118-145 , entre otros), pero no ponen atención en examinar las características de estos migrantes, las fuentes en que Gamio se basó para hacer el análisis de ese tipo de migrantes, sus hipótesis sobre la participación que tuvieron en los procesos sociales y económicos más relevantes de principios del siglo XX, así como los motivos que lo llevaron a plantear un proyecto de repatriación.
El objetivo de este artículo es analizar las ideas centrales que Gamio desarrolló acerca de los migrantes de retorno, es decir, aquellos hombres –acorde a su época, en sus estudios se enfoca en los varones y muy pocas veces aparecen las mujeres, los niños y las familias– que salieron de México a laborar a Estados Unidos a comienzos del siglo XX y después volvieron a sus lugares de origen, y que en sus estudios reciben el nombre de repatriados, inmigrante repatriado, retornados o reinmigrantes. Para ello examino las características que les adjudicó a partir de la experiencia migratoria y de los artículos que traían al volver al país, el papel que desde su punto de vista jugaron en la Revolución mexicana, en el movimiento obrero y en la Reforma Agraria, y las razones por las cuales propuso la realización de un proyecto de repatriación.
Este artículo expone la tendencia de Gamio a demostrar que el contacto de los migrantes con la sociedad estadounidense los trasformaba en el ámbito laboral, cultural, físico y educativo, por lo que al volver a México venían con cambios significativos. Asimismo, muestra el empeño del padre de la antropología en México por sugerir que los migrantes de retorno recibían una importante influencia de la “cultura material” estadounidense. Es decir, este trabajo demuestra que tuvo una constante tendencia a exagerar y sobrevalorar las cualidades y habilidades que adquirían en Estados Unidos, y el impacto social y económico que esto había tenido a su retorno a México.
En ese contexto, Gamio planteó que los hombres que volvieron en las primeras décadas del siglo XX habían sido precursores de la Revolución mexicana, del movimiento laboral y de la Reforma Agraria. Igualmente pensaba que, con tan destacadas cualidades, el gobierno mexicano podría promover su regreso a través un plan especial para ellos, con el objetivo de formar colonias agrícolas y así aprovechar sus capacidades a fin de que contribuyeran al desarrollo económico y cultural de México, idealismo que también tenía su origen en el desencanto acerca de que en las primeras tres décadas del siglo no se hubieran aprovechado las capacidades agrícolas y culturales que supuestamente los migrantes de retorno habían adquirido en Estados Unidos. En general, la relevancia de este trabajo radica en que analiza las primeras ideas que surgieron en el medio académico mexicano acerca del migrante de retorno, la influencia que la sociedad estadounidense tenía en ellos y las consecuencias sociales y económicas de su llegada a México.
Este trabajo abarca de finales de 1925 hasta 1930. Comienza en 1925 porque fue el momento en que Gamio elaboró un proyecto de investigación sobre la migración mexicana a Estados Unidos donde dejó esbozadas algunas ideas en torno al tema que interesa examinar en este artículo. Finaliza en 1930 cuando apareció su obra más importante (Mexican Immigration to the United States; A Study of Human Migration and Adjustment) la cual contiene los planteamientos centrales respecto a los migrantes de retorno.
EL CAMINO AL ESTUDIO DE LA MIGRACIÓN
A mediados de la década de 1920 Gamio comenzó a estudiar la migración mexicana a Estados Unidos por la petición que le hicieron fundaciones estadounidenses interesadas en el tema. A comienzos de diciembre de 1925, Lawrence K. Frank, director de The Laura Spelman Rockefeller Memorial (1923-1929), se entrevistó en Washington con Gamio. El objetivo fue hacerle la propuesta de llevar a cabo una investigación sobre la población mexicana en Estados Unidos.
El encuentro se dio gracias al interés de la institución que encabezaba Frank y del Dr. Charles E. Merrian, director del Social Research Council, de buscar a alguien que realizara ese estudio. Asimismo, porque lo consideraban “la persona más calificada para ese trabajo” pues tenía una trayectoria académica reconocida.2
Gamio estudió la maestría en Antropología en la Universidad de Columbia, Estados Unidos, de 1910 a 1912, en donde se relacionó con importantes antropólogos, entre ellos Franz Boas, de origen alemán, considerado padre de la antropología cultural, quien influyó mundialmente en la formación de destacados académicos en esa área en Estados Unidos y en Latinoamérica. Asimismo, obtuvo el grado doctoral en la Universidad de Columbia con su estudio sobre la población del Valle de Teotihuacán (1924). Su estudio le valió el reconocimiento de los antropólogos estadounidenses y motivó invitaciones a dictar varias conferencias, principalmente en Washington y Nueva York, sobre grupos indígenas de México, el arte, las costumbres, la indumentaria y, principalmente, las características culturales. A principios de la década de los veinte había consolidado su prestigio en Estados Unidos y América Latina y era considerado el antropólogo más importante en Latinoamérica ( González Gamio, 1987, p. 67 ; Gamio y Vasconcelos, 1926 ).
La invitación que hizo Lawrence K. Frank a Gamio se enmarcaba en el interés académico estadounidense por analizar el impacto de la migración mexicana en la sociedad de ese país. Por esos días Paul S. Taylor (1895-1984) y Emory S. Bogardus (1882-1973) intentaban explicar los efectos de la inmigración en ciudades como Chicago, hacia a donde se empezó a desplazar el flujo migratorio ( Arredondo, 1999 ; Kerr, 1976 ; Jones y Wilson, 1931 ; Taylor, 1932 ). Taylor, economista doctorado en la Universidad de California en Berkeley, formó un grupo integrado por estudiantes de universidades locales, agencias gubernamentales y promotores de vivienda que constituyeron la primera generación que realizó investigaciones y estudios de la comunidad mexicana en Chicago en la segunda mitad de la década de los veinte. Por su parte, Bogardus, figura prominente de la sociología estadunidense, también llevó a cabo investigaciones sobre el impacto social y cultural de la migración mexicana en esta etapa, las cuales se publicaron a comienzos de la década de los treinta ( Bogardus, 1933, pp. 169-176 ; Bogardus, 1934 ).
Gamio aceptó la invitación de Frank, pues para entonces había dejado la subsecretaría de Educación Pública por diferencias con su titular, José M. Puig Casauranc. Además estaba por terminar un estudio sobre la relación entre las culturas Arcaica y Maya en Guatemala que le habían solicitado los funcionarios de la Archaeologial Society of Washington ( González, 1987, pp. 84-86 ; Alanís, 2003, pp. 979-1020 ). Así, a mediados de la década de los veinte, gracias a la invitación de The Laura Spelman Rockefeller Memorial y el Social Research Council, Gamio se sentó a redactar un proyecto acerca de la migración mexicana a Estados Unidos.
Las primeras ideas para el estudio de migración y el retorno
A finales de 1925 Gamio escribió un documento titulado Preliminary Survey of the Antecedents and Conditions of The Mexican Population in the United States, and the Formation of a Program for a Definite and Scientific Study of the Problem. En este escrito no ponía ninguna atención en la migración de retorno. La propuesta central era analizar el lugar de origen de los migrantes, las condiciones que los hacían salir, el sitio de destino en Estados Unidos y las causas que los hacían emigrar a esos lugares, es decir los antecedentes de la migración.3
Posteriormente Gamio redactó un “el programa definitivo” el cual estaba formado por cinco apartados subtitulados “Neo-mexicanos”, “Mexicanos emigrantes en sus regiones de procedencia”, “Mexicanos inmigrantes en los Estados Unidos”, “Investigaciones futuras” y un “Resumen”. En el segundo apartado señaló que uno de sus objetivos era responder la pregunta de “¿qué aspecto orgánico, económico, cultural y educativo presentaban los mexicanos que habían regresado a México después de su permanencia en Estados Unidos?”.4 Esta es la primera mención que Gamio hizo al tema de las personas que regresaban y en donde muestra su interés en analizar la apariencia física así como la situación económica y cultural de algunos hombres que habían retornado a México después de haber estado trabajando un tiempo en Estados Unidos.
El tercer apartado del “programa” fue al que le dedicó mayor atención. Fue dividido en seis partes que versan sobre la situación y posición socioeconómica de los mexicanos que estaban fuera del país. Gamio apuntó que uno de sus fines era estudiar los hábitos de ahorro, adquisición de vivienda, muebles, vestido, alimentos, alhajas y gastos en general. Asimismo, le interesaba analizar las influencias de “los métodos científicos” y de la maquinaria estadounidense en el obrero mexicano. Igualmente fue de su interés “la clasificación de aptitudes”, industriales y agrícolas, antes y después de regresar de Estados Unidos, entre otros temas.5 Nuevamente dejó asentado su interés en examinar la condición social, económica y cultural de los migrantes antes de partir a Estados Unidos y luego a su retorno.
Ideas más desarrolladas sobre el repatriado y el retorno
El resultado final del Preliminary Survey y el “programa definitivo” fue la elaboración de un libro titulado Mexican immigration to the United States. A Study of human migration and adjustment, que se publicó en 1930 por la Universidad de Chicago. Ahí Gamio desarrolló con mayor amplitud sus ideas en torno a los migrantes de retorno. El nombre que le designó denota los aspectos centrales que le interesaba estudiar: por un lado, cómo se adaptaban los migrantes mexicanos al medio social, laboral, económico y cultural estadounidense y, por otro, cómo lo hacían cuando volvían a México después de haber vivido y trabajado por un tiempo en aquel país.
En la introducción, Gamio escribió que para cumplir el propósito de ese estudio “había sido necesario considerar al migrante antes de su partida a Estados Unidos, durante su residencia allí, y también en su condición de repatriado como reinmigrante a México” ( Gamio, 1930a, p. viii ), noción de la época a la cual no era ajeno. Ésta aparecía en la Ley de Migración mexicana de 1930 y las dependencias oficiales encargadas de cuantificar los flujos migratorios la empleaban para referirse a los mexicanos que regresaban al país ( Dirección General de Estadística, 1934, p. 48 ).
Lo que Gamio señaló en la introducción de su libro Mexican immigration to the United States fue que había tomado en cuenta tres diferentes momentos del proceso migratorio: el lugar de partida, el de destino y el retorno, aunque en realidad dedicó la mayor parte de su obra a los temas que tenían que ver con aspectos de la migración en Estados Unidos y menos a los sitios de origen de los migrantes, así como a su regreso. En la obra hay pocas menciones al repatriado y la repatriación y ninguna definición de estos términos.
En ocasiones Gamio también se refirió al “retorno” de inmigrantes, concepto que aparece pocas veces citado, aludiendo a los que volvían a México desde tierras estadounidenses después de haber estado por un tiempo allá. No hizo distinción entre la gran variedad de casos de retorno que podían presentarse: niños, mujeres y hombres deportados por autoridades de una ciudad, condado y los gobiernos estatales, o una combinación en la que participaban los tres niveles –no hace alguna referencia a los datos del Bureau of Immigration pues no los utilizó–. No los tomó en cuenta debido a que las oficinas de inmigración americanas obligaban estrictamente a registrarse a los mexicanos cuando entraban a Estados Unidos, pero “no les imponen la misma obligación cuando salen de ese país”.
Gamio se basó en las cifras recopiladas por el Departamento de Migración de México. Lo hizo así porque las oficinas de migración de ese país “si obligan a mexicanos y a extranjeros a registrarse tanto al entrar como al salir del país. Debido a ello, Gamio considerara que “los datos del Departamento de Migración son a este respecto más satisfactorios que los del Bureau of Immigration” ; los que regresaron voluntariamente, los regresos inducidos o por coerción, por el desempleo, la xenofobia y la violencia, las repatriaciones organizadas por agencias privadas y civiles de beneficencia pública así como las coordinadas por los condados, las realizadas por el gobierno de México, entre otras categorías.
Su definición de los repatriados era muy general, acorde a la época y las dependencias encargadas de los flujos migratorios quienes consideraban a éstos como mexicanos que habían vivido en un país extranjero y regresaban a la república “con el propósito de establecerse, sin importar si regresaron por su propia voluntad o habían sido deportados por autoridades extranjeras” ( Bogardus, 1934, pp. 90-95 ).
LAS PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LOS MIGRANTES DE RETORNO
Gamio tenía una idea nítida acerca de las características de aquellos que volvían a México después de haber estado por un tiempo laborando en Estados Unidos. Ésta exaltaba sobremanera los atributos adquiridos gracias a su experiencia migratoria; creía que la mayoría de trabajadores que emigraban sufrían una trasformación laboral, cultural, material e incluso física, lo cual los llevaba a adquirir cualidades especiales.
Clasificó a “los brazos” que iban a Estados Unidos en tres grandes grupos: obreros no especializados, especializados y “agricultores arrendatarios”. Estos últimos fueron el objetivo central de su estudio. De ellos señaló que los primeros constituían la gran mayoría de la migración y era el grupo que experimentaba cambios al trabajar en el exterior. Entre otros, la estrecha cooperación, la especialización y “la distribución de la actividad individual”. Asimismo, creía que experimentaban “la disciplina del trabajo moderno”, “buenos hábitos de trabajo”, además, según él, estos hombres habían elevado su nivel cultural, aprendido a templar su carácter y a ahorrar. Además, se especializaban y aprendían a usar y manejar la maquinaria industrial y agrícola –las llamó “herramientas modernas”–, a partir de ello muchos adquirían experiencia singular en esas áreas. Igualmente, desde su punto de vista, se ilustraban en “agricultura intensiva científica” y en la transformación de la materia prima en productos industriales ( Gamio, 1930a, pp. 33, 42, 49-50, 236 ).
Según Gamio, un alto porcentaje de los migrantes mexicanos que había ido a laborar a Estados Unidos habían manejado maquinas que no había en México, aprendido a trabajar de manera diferente a como lo hacían en su país, experimentando con ello otro tipo de organización laboral, puesto que habían trabajado bajo otros esquemas y patrones. Por si fuera poco, habían asimilado y experimentado los avances industriales de Estados Unidos. Gamio veía a los trabajadores en México como atrasados, desordenados, no especializados, ni colaboradores entre ellos. En cambio, los que habían emigrado se habían “quitado” esas malas características. La migración había hecho que se convirtieran en progresistas y vanguardistas, en mejores trabajadores, “tecnológica y culturalmente progresistas”; es decir se trasformaron en obreros “del tipo moderno, mucho más eficiente que antes” ( Gamio, 1930a, pp. 49-50 ). Entonces al volver a México llegaban cargados de grandes cualidades.
Llegó a la conclusión de que el contacto de los migrantes mexicanos con “los elementos sociales de la civilización americana” provocaba diversos cambios en ellos. La principal influencia sobre el migrante mexicano, según él, era respecto a la cultura material; es decir, en materia de vivienda, ropa, comida, higiene y “educación agrícola e industrial” –con respecto a la ropa esta era “el gran cambio” que observó en los migrantes– ( Gamio, 1930a, pp. 146, 172-173) . Consideraba que muchos de ellos asumían “características americanas” al grado de que, en algunos casos, la “cultura material mexicana” se perdía y asumían la estadounidense.
En conjunto, Gamio consideraba que había un cambio marcado en los migrantes “tanto en cantidad como en calidad”. Por lo mismo, creía que eran “mejorados en los Estados Unidos de varias maneras”, y la civilización americana era de beneficio para ellos pues adoptaban algunas de sus características: vestían mejor, trabajaban más eficientemente, alimentaban con una sobresaliente dieta, algunos hasta habían aprendido a leer y escribir, lograban nociones de organización y, por si fuera poco, alcanzaban a ser más disciplinados ( Gamio, 1930a, pp. 67-69, 144, 172-173 ).
Desde el punto de vista de Gamio, los migrantes habían adquirido grandes cualidades culturales, laborales, físicas, económicas, “morales e intelectuales” durante su estancia en Estados Unidos –idea compartida por algunos periodistas de la época e integrantes de la clase política como Alfonso Fabila Montes de Oca, quien en 1932 estuvo encargado de una oficina de repatriación ( Fabila, 1991 [1928], p. 38 )–. Así, el medio ambiente estadounidense en donde se habían desenvuelto los había hecho renacer, despertar y transformar en una especie de súper hombres por lo tanto su retorno sería favorable para México en tanto esas virtudes podrían ser explotadas y aprovechadas en ese país.
Los planteamientos de Gamio tenían como trasfondo la idea de Franz Boas, su mentor, acerca de la poderosa influencia que el ambiente ejercía no solo en el desarrollo cultural de los hombres, sino en el físico ( Gamio, 1942, pp. 36-37 ). Al reflexionar sobre la inmigración de Europa a Estados Unidos Boas consideraba que “tanto respecto a su forma corporal como su conducta mental los migrantes están sujetos a la influencia de su nuevo medio ambiente”. Asimismo, afirmaba que “se ha demostrado que la conducta social y mental de los descendientes de inmigrantes revelan en todos los rasgos investigados una asimilación a los tipos americanos” ( Boas, 1964, p. 263 ).
Las pruebas de la influencia estadounidense
Para demostrar que los migrantes en efecto sufrían la influencia de “la cultura material americana”, Manuel Gamio llevó a cabo una investigación con base en los objetos “traídos a México libres de derecho de aduana” por 2 104 “migrantes que retornaban” a México en 1927. Los objetos habían sido adquiridos y utilizados en Estados Unidos. La información fue recabada por funcionarios de las aduanas en las ciudades fronterizas más importantes de entonces: Ciudad Juárez, Laredo, Agua Prieta, Piedras Negras, Matamoros, Reynosa, Ojinaga, Sásabe y Ciudad Guerrero ( Gamio, 1930a, pp. 67-69 ).
Los artículos abarcaban herramientas agrícolas e industriales, automóviles y camionetas, animales domésticos, implementos de casa, muebles y utensilios domésticos y, finalmente, instrumentos musicales. Con base en esta información Gamio llegó a las siguientes conclusiones: la primera fue que la gran masa de inmigrantes que entraban a México habían creado nuevas necesidades durante su estadía en Estados Unidos. “Lo más notable”, según él, era la tendencia a elevar el nivel de comodidad doméstica, ya que estos migrantes no habían utilizado inodoros, refrigeradores, estufas, máquinas de coser y de escribir en México antes de emigrar. En cambio, muchos al volver traía consigo este tipo de artículos (Tabla 1) ( Gamio, 1930a, pp. 67-69 ).
Artículos | Porcentaje |
---|---|
Bañeras | 38.19 |
Inodoros de madera o metal | 12.73 |
Refrigeradores | 3.8 |
Utensilios de cocina de meta | 77.99 |
Lavadoras | 0.38 |
Estufas | 27.58 |
Camas | 82.88 |
Colchones | 70.53 |
Sillas | 134.58 |
Máquinas de coser | 16.57 |
Máquinas de escribir | 1.42 |
Fuente: Gamio (1930a, p. 68). En el original está citada como Tabla IX.
La segunda era que la ropa representaba un alto porcentaje y denotaba “la influencia cultural estadounidense” ya que mostraba “el gusto colectivo” en relación a lo que los migrantes adquirían en el “medio americano” ( Gamio, 1930a, pp. 67-69 ). Consideraba que los bultos, maletas y velices que contenían ropa llegaba a 3 653 por lo que el número de prendas de vestir separadas debía haber alcanzado decenas de miles. La tercera fue respecto a la posesión de automóviles la cual considero algo “absolutamente inaudito” en “la clase social humilde” a la que generalmente pertenecían los migrantes ya que el 37.69 por ciento de las personas de la muestra, poseía un automóvil al regresar a México. De éstos, 27.81 por ciento eran coches de pasajeros y 9.88 camiones ( Gamio, 1930a, pp. 67-69 ).
La cuarta resolución se refería al ganado. Consideró que eran pocos los caballos, burros, vacas y cabras que habían traído los migrantes de retorno, destacando la cantidad de gallinas. Al respecto lamentaba que la cantidad de animales y en general de ganado hubiera sido tan escaso, ya que según él no sirvió para mejorar “las razas nativas”. Igualmente, el número de herramientas agrícolas e industriales había sido moderado, pues las cajas que las contenían representaban una proporción de 13.72. La proporción de arados era de 8.64, 0.95 de cultivadores y 1.04 de plantadores. Aunque no lo expresó, también debió de haber lamentado que la cantidad de herramientas fueran escasa ya que como se verá más adelante, Gamio esperaba una fuerte influencia de los retornados en la economía agrícola nacional.
La quinta conclusión fue sobre “las tendencias musicales y artísticas de los migrantes” que según él se infería en la cantidad de fonógrafos que traían la cual era de 21.82 por ciento. También le llamó la atención el “notable” número de los pianos, pues probablemente eran instrumentos musicales costosos. La última fue respecto a los libros. Gamio afirmaba que considerando que la gran mayoría de los inmigrantes no sabían leer ni escribir cuando iban a Estados Unidos, “el progreso intelectual podía expresarse” por la cantidad de libros traídos. Según sus cálculos, suponiendo que cada caja contenía un promedio de 40 libros, o un total de 2 600, había al menos un libro para cada individuo del grupo analizado ( Gamio, 1930a, pp. 67-69 ). Esta interpretación ésta ligada a la idea de que durante su estancia en Estados Unidos los migrantes desarrollaban habilidades y aspiraciones de alfabetización. Según la visión de Gamio, muchos de ellos tuvieron “una experiencia educativa” que los llevó a aprender a leer y escribir.
Los resultados más significativos del análisis de Gamio fueron a) “la influencia cultural” de la ropa, b) el número de los automóviles que traían, y c) “el avance educativo” que lograban los migrantes gracias a los libros. Así entonces, desde su visión eran hombres que al regresar a México estaban mejor vestidos que sus paisanos que no habían salido del país y más alfabetizados.
El análisis que hizo Gamio de la información obtenida en las aduanas de la frontera norte fue limitado, pues no examinó con detalle cada uno de los tópicos de los cuales obtuvo información. Para un análisis más fino examiné cada uno de los rubros y tomé una muestra de los artículos más representativos, los que cuantitativamente aparecen en mayor número, los cuales entraron principalmente por dos lugares: Ciudad Juárez, Chihuahua y Laredo, Tamaulipas. Los resultados fueron los siguientes. En cuanto a los automóviles y camionetas, la información muestra que cargaban con un gran número de neumáticos de repuesto (792), posiblemente porque no los encontrarían fácilmente en México. También traían diversas clases de tubos que le podrían servir como refacciones en caso de descompostura (549). Algo que muestra la información es que la gran mayoría de los automóviles y camionetas eran de la marca Ford ( Gamio, 1930a, p. 225 ).
En cuanto a los implementos de casa, sobresalían, además de fonógrafos, camas (1 745), colchones (1 484) y sábanas (807), lo cual nos habla de cierta asimilación al confort de la vida estadounidense. Esa comodidad se corroboraba, en parte, por el grado de nuevas necesidades a las que se acostumbraron los migrantes durante su permanencia en Estados Unidos ( Gamio, 1930a, p. 225 ). En relación a los muebles y utensilios domésticos, destaca la cantidad de sillas que traían (2 156) –quizá porque los materiales con que estaban elaboradas eran difíciles conseguir en México, o porque los diseños eran poco comunes para el medio mexicano– así como los utensilios de cocina (1642) elaborados también con materiales y diseños poco conocidos en México. Le sigue en importancia los bultos que contenían ropa de cama (634) –relacionados con la cantidad de camas registrada en la lista de implementos de casa–, mesas (596), estufas (581) y marcos para fotografías. Es decir, se trataba de artículos de uso común en la cocina y en los cuartos para dormir ( Gamio, 1930a, pp. 226-228 ).
La información de los animales domésticos muestra de manera abrumadora la presencia de gallinas (2 247), seguido de cabras (333) y, en menor proporción, gallos (131) y mulas (111). Tal como apuntó Gamio, fue poco el ganado que trajeron los “inmigrantes que volvieron” en 1927. Respecto a la cantidad de herramientas agrícolas e industriales importadas, esta también fue muy limitada en comparación a otros artículos tales como camas, colchones o ropa, ya que solo sobresalieron algunos juegos de herramientas (289), arados (182) y hachas (156). En términos generales, los que volvieron al país traían pocas herramientas ( Gamio, 1930a, pp. 224-225 ).
En conjunto, las personas que volvieron a México en 1927 trajeron principalmente ropa, sillas, camas, colchones, fonógrafos, gallinas y algunos automóviles. A partir de ello, se puede notar la manera en que Gamio forzó la información para llegar a conclusiones sobre la influencia de “la cultura material americana” en los migrantes. No cabe duda que ésta pudo darse en algunos casos, que no cita expresamente, pero generaliza. Igualmente son excedidas sus opiniones sobre el impacto cultural, sobre todo cuando hace una relación entre los libros y el nivel de alfabetización que algunos migrantes pudieron llegar a tener. Nuevamente, esto pudo haber pasado en algunos casos, pero Gamio lo llevó al extremo generalizando las consecuencias. En general, “las pruebas” que proporciona son poco convincentes para mostrar el peso de la cultura estadounidense en la mayoría de los migrantes que volvieron a México.
La información que Gamio recabó tiene además otros problemas que deben ser examinados, a fin de dimensionar sus alcances. En primer lugar, no queda claro de quiénes proviene la información es decir, quiénes fueron las personas que la proporcionaron. No se sabe el si eran solteros, casados, con familia (número de integrantes), la duración de su estancia en aquel país, las razones por las que volvían, entre otros datos. Es decir, se requiere información sobre el perfil de los “inmigrantes que retornaban”. Por la información documentada es posible imaginar que son personas que volvieron al país después de varios años de vivir en Estados Unidos por la cantidad de cosas que traían; la mayoría era casada; está la presencia de mujeres y niños.
La muestra en conjunto era muy general y desafortunadamente para la época no existen otras fuentes que hayan intentado cuantificar de forma sistemática la información que analizó Gamio. Existe el registro de noticias esporádicas en periódicos de la frontera que reportaban las cosas que traían los mexicanos al volver al país y en ocasiones, si se trataba de personas solas o de familias. También hay datos de algunos cónsules, tanto mexicanos en Estados Unidos como estadounidenses en México, acerca de los artículos y las características de las personas que entraban al país. En ambos casos, la información no ha sido trabajada de manera sistemática, de ahí que este trabajo no incluya un aparato estadístico más riguroso.
Otra limitante del trabajo de Gamio fue la información que empleó, pues ésta fue obtenida en 1927. En ese año no sucedieron acontecimientos destacados que influyeran de manera determinante en los flujos migratorios. No hubo una migración notable ni un retorno singular causado por una recesión o deportaciones en gran escala. De hecho, entre 1920 y 1927 hubo otros años con mayor número de retornos (1923, 85 825; 1924, 105 834; 1925, 77 056 y 1927, 69 125). Es decir, la información de 1927 es una muestra sesgada del número, del tipo de personas que volvieron y de las cosas que traían.
El mismo Gamio reconoció que su plan de estudiar “la condición cultural” de los mexicanos que regresaron a sus hogares, después de haber vivido durante algún tiempo en Estados Unidos, no tuvo el éxito deseado. Esto se debió a que en el momento en que realizó su investigación (1927 y 1928) el flujo de retorno había disminuido considerablemente en las regiones visitadas (Guanajuato, Jalisco y Michoacán) debido a los conflictos religiosos en estas regiones (la Guerra Cristera, conflicto entre la Iglesia y el Estado que abarcó desde 1926 hasta 1929). Entonces los repatriados, en vez de volver a sus estados, se dirigieron a lugares menos conflictivos. Fue por ello, para cubrir esa laguna, que analizó los objetos de los migrantes que regresaron de Estados Unidos en 1927 a través de los diversos puntos fronterizos ( Gamio, 1930b, p. 21 ). Por esa misma razón, considero que el material obtenido sobre influencias culturales de carácter intelectual no fue abundante y solo le había permitido llegar a conclusiones parciales.
Lo que hicieron en México aquellos que vinieron de Estados Unidos
Gamio creía que los migrantes que habían regresado al país después de haber permanecido un tiempo en Estados Unidos habían jugado un papel relevante en la Revolución, el movimiento obrero y la Reforma Agraria. Esta creencia se basaba en la hipótesis de que la experiencia de vida en otro país, laboral y hasta ideológica, les había dejado una honda huella acerca de una mejor forma de vida en términos de salario, trabajo y, en general, de bienestar social. Por lo tanto, a su retorno demandaron mejoras e intentaron implementar algunas de las situaciones que vivieron allá. Es decir, según la visión de Gamio, los migrantes volvieron con ganas de mejorar y demandar al gobierno mejores condiciones laborales y de vida, y ello se reflejó en el papel que tuvieron en la guerra civil, la organización de los trabajadores, y en la lucha por la tierra.
En cuanto a la Revolución, creía que los migrantes regresaron a su país con ideas y recuerdos de una mejor manera de vivir. Estas ideas se extendieron y se desarrollaron en las masas, sobre todo entre los peones que eran, según Gamio, “la clase” de donde provenían la mayoría de ellos. Consideraba que durante la presidencia del general Porfirio Díaz, la migración se había desarrollado. Esto había sido gracias al impulso que el gobierno le dio a la construcción de las vías férreas hacia la frontera con Estados Unidos. Según él, los anhelos de “las masas mexicanas” se cristalizaron con el retorno de los migrantes que representaban otra clase de vida, “comparando las ventajas y libertades del trabajador americano con la terrible miseria del mexicano” ( Gamio, 1930a, p. 160 ). Luego, se dieron las exigencias de mejores condiciones de vida, y como los funcionarios “eternamente inconscientes de los fenómenos sociales”, no satisfacían estas demandas, estallaron “las revoluciones que han desgarrado a México desde comienzos de este siglo” ( Gamio, 1930a, p. 160 ).
La influencia en la Revolución de los migrantes de retorno, según Gamio, era patente por el hecho de que desde la época del presidente Francisco I. Madero y hasta finales de 1920, “la ruta de la Revolución” había sido de norte a sur, es decir, que los presidentes y muchos de los ministros y altas autoridades militares habían nacido en los estados fronterizos. Asimismo, algunos de ellos habían sido educados en Estados Unidos o habían vivido en ese país. Era la idea que algunos intelectuales compartían acerca de que la Revolución había sido impulsada por “hombres de la frontera o por ex inmigrantes” ( Gamio, 1930a, pp. 160-161 ).
Gamio consideraba que otro “ejemplo de revolución, no por armas, sino económica” donde se veía la influencia de los migrantes de retorno, era el movimiento laboral mexicano. Varios de sus líderes habían sido migrantes, y sus grandes organizaciones se inspiraban, según Gamio, directamente en la Federación Americana del Trabajo (American Federation of Labor, AFL una de las primeras federaciones de sindicatos más importantes y grandes de Estados Unidos fundada en 1886 por Samuel Gompers). Desde el punto de vista de Gamio, esa influencia “de las ideas laborales norteamericanas” era de esperarse, sobre todo entre los trabajadores mexicanos que laboraban en “los estados fronterizos en la miseria y la ignorancia”, mientras su contraparte estadounidense estaba “organizado y desarrollado” ( Gamio, 1930a, p. 161 ).
Gamio también sugirió que “los inmigrantes repatriados” de comienzos del siglo XX “probablemente” habían importado el movimiento agrario de Estados Unidos a México, ya que las circunstancias de la vida social estadounidense habían impresionado al migrante mexicano. Un argumento en defensa de esta hipótesis, según Gamio, fue que hasta que la migración a Estados Unidos comenzó a desarrollarse en gran escala y, en consecuencia, la repatriación de los migrantes aumentó, el movimiento revolucionario mexicano iniciado en 1910 tuvo un carácter social, económico y político, además de agrario ( Gamio, 1930a, pp. 161-162 ).
La propuesta de Gamio acerca de la relevancia que tuvieron los hombres que volvieron de Estados Unidos en la Revolución, el movimiento obrero y en la Reforma Agraria es muy sugerente; no obstante, es excedida debido a que no existen amplias pruebas de ello. Gamio no presentó datos e información que sustentara esta hipótesis, sino solo ejemplos esporádicos. Asimismo, se basó en el comportamiento de los flujos migratorios de ida y vuelta.
Para corroborar la hipótesis de Gamio habría que indagar en las comunidades de origen de los migrantes qué tanta influencia tuvieron algunos de ellos en la lucha por mejorar la condiciones de su comunidad después de volver de su experiencia en Estados Unidos. Posteriormente, el análisis se tendría que hacerse a un nivel regional, estatal e incluso nacional. Solo así cabría la posibilidad lanzar una propuesta acerca del grado de importancia que pudieron tener aquellos que regresaron del exterior en la Revolución. Con base en la información con la que se cuenta en la actualidad, la propuesta de Gamio es muy cuestionable pues son pocas las pruebas que existen para llegar a conclusiones más contundentes.
Paul S. Taylor, que hizo un estudio a finales de los años veinte y principios de los treinta en Arandas, Jalisco, una comunidad de migrantes, no da indicios de que los migrantes que volvieron de Estados Unidos hayan impulsado las ideas revolucionarias ( Taylor, 1933 ); habría que indagar en otras localidades del norte, centro y sur del país y analizar sus condiciones sociales y económicas a fin de diferenciar entre la posible influencia de personajes que habían ido a Estados Unidos y las circunstancias propias de cada entidad como detonantes que llevaron a la participación en la guerra civil.
Igualmente, habría que responder una serie de interrogantes que hasta el momento no han sido planteadas, entre otras ¿quiénes fueron los migrantes que estuvieron decididos a pelear por buscar un mejor modelo de vida a partir del estándar que conocieron en el extranjero? ¿cuántos de ellos? ¿en qué municipio o estados llevaron a cabo su actividad? ¿La cantidad de migrantes que volvieron “con ideas revolucionarias” a principios del siglo XX, pudo ser un factor clave para impulsar en la Revolución mexicana? ¿cuáles eran las diferencias entre los migrantes que regresaron de las comunidades del norte (Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Sonora) con los del centro (Michoacán, Guanajuato y Jalisco) respecto a sus aspiraciones de vida? ¿qué pruebas existen de que algunos migrantes hayan hecho notar a los gobiernos locales o al federal las diferencias entre el modo de vida estadounidense y el de México? Esto por lo que toca a un análisis desde “abajo”.
Un examen desde “arriba” también plantea otra serie de preguntas. En el caso de las élites que participaron como precursores de la Revolución de origen norteño (Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Francisco Villa, Pascual Orozco, entre otros muchos) educados en Estados Unidos, o que vivieron en la frontera, habría que hacer un análisis meticuloso caso por caso para responder a la pregunta de qué tanto su experiencia fronteriza, la migratoria, o las condiciones sociales y económicas locales de donde eran originarios, influyeron para que se enrolaran en la lucha revolucionaria. Por lo pronto, la propuesta de Gamio sólo es una hipótesis por resolver.
En cuanto a la influencia en el movimiento obrero existen casos documentados que dan cuenta de que algunos “migrantes repatriados” participaron activamente en organizaciones sindicales. Uno de ellos es Ricardo Treviño, quien durante su residencia en Estados Unidos había formado parte del sindicato de Trabajadores Industriales del Mundo (Industrial Workers of World, IWW unión fundada en 1905 y abierta a todos los trabajadores), y posteriormente a su regreso a México fue elegido secretario del Exterior en la naciente Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) en 1924 ( Álvarez, 1995, p. 54 ).
Práxedis Guerrero también fue un migrante que se trasladó a las minas de Colorado y trabajó en Morenci, Arizona, para después constituirse en uno de los principales organizadores de obreros en las zonas mineras de los estados fronterizos de México y Estados Unidos (Torres, 2014, p. 139). Otro caso es el de Fernando Palomárez, un mayo de Sinaloa que en 1905 había emigrado a Estados Unidos y rápidamente se involucró en la organización de los trabajadores mineros en la IWW en Arizona, después volvió a México a los campamentos mineros de Cananea, Sonora, para encontrarse con yaquis y mayos a fin de organizarlos ( Weber, 2012, p. 219 ). Recientes investigaciones han mostrado la participación activa de migrantes (Sonora, Chihuahua y Durango) en zonas mineras –y en el sector ferroviario– en distintas organizaciones trabajadores durante su estancia en Estados Unidos, así como su participación sindical y en huelgas y a su retorno a México su incorporación al movimiento laboral y sindical ( Torres, 2014, pp. 134-135 ).
Asimismo, está el ejemplo del Partido Liberal Mexicano (PLM), organización política fundada a comienzos del siglo XX entre otros por Enrique y Ricardo Flores Magón. Los hermanos Magón huyeron de la persecución porfirista a que fueron sometidos en México.
A partir de 1904 llevaron a cabo actividades en Estados Unidos. Los miembros del PLM provenían principalmente de trabajadores industriales con fuerte presencia en California, Texas y Nuevo México.
Desde 1905 el PLM tuvo una base social de trabajadores, formado por obreros migrantes que recorrían el sur de Estados Unidos y el norte de México, en busca de empleo. Estas circunstancias apoyaron la estrecha relación surgida entre el PLM y la IWW en algunos puntos del territorio estadounidense así como una constante relación de esas organizaciones con el movimiento obrero de México ( Torres, 2014, p. 137 ). Bajo estas circunstancia no es de dudar que algunos migrantes que estuvieron en contacto con los líderes del PLM y participaron en los movimientos obreros y sindicales en Estados Unidos al volver a México intentaron hace lo mismo.
Lo anterior es muy notorio en el caso de algunos puntos de la frontera, en los centros mineros de Chihuahua donde había estrechos contactos con los obreros de Arizona y Texas ( Friedich, 1981, p. 33 ). Para hacer una interpretación más fina también habría que considerar otros casos en los que las condiciones nacionales tuvieron mayor peso, es decir el ascenso del movimiento obrero en México y la agitación en el medio obrero mexicano, impulsada por el derrocamiento de Porfirio Díaz y el surgimiento de nuevos sindicatos y centrales obreras debido a las condiciones internas del país ( Carr, 1991 ; Ruiz, 1978 ; Torres, 2014, pp. 57-58, 148 ).
En el caso de la influencia que se considera que tuvieron los repatriados en la Reforma Agraria, Gamio encuentra una relación directa entre el incremento de la migración y el retorno de migrantes, y las demandas agrarias en México. Considera que coincidieron temporalmente, en lo cual tiene razón hasta cierto punto, ya que las demandas agrarias se dieron casi al mismo tiempo que se incrementaba la salida y el retorno desde 1917 hasta 1929. Sin embargo, la hipótesis requiere más elementos para ser demostrada de manera más fehaciente –Gamio no presentó evidencias– para lo cual es necesario analizar las condiciones sociales y económicas de diversos lugares de origen de aquellos hombres que volvieron de Estados Unidos así como el grado de influencia que su estancia en el exterior efectivamente pudo haber tenido en ellos para detonar las demandas de tipo agrario.
Ann L. Craig (1983) , estaba de acuerdo con la hipótesis de Gamio acerca de que la experiencia laboral de algunos migrantes en Estados Unidos y el retorno a sus comunidades de origen contribuyó “al activismo agrario”. Para dar pruebas de ello realizó un estudio sobre los primeros agraristas en Lagos de Moreno, Jalisco, donde presenta el caso de varios migrantes que fueron a Estados Unidos en los primeros años del siglo XX y a su retorno en la década de los veinte, participaron activamente en la reforma agraria ( Craig, 1983, pp. 154, 189-193, 195-215 ).
En algunos casos que presenta Craig es evidente que la vivencia laboral en Estados Unidos, tanto como política, fue fundamental e influyó en las ideas que algunos desarrollaron en su comunidad. Como en el caso de Víctor Reyes. En otros, no tuvieron ningún tipo de experiencia o activismo laboral en el norte que posteriormente a su retorno pudiera haber sido crucial para su participación. Fue la situación de Juan Oliva, Arcadio Amézquita. Asimismo, estaban los casos de quienes tenían una experiencia política previa a haber emigrado. Es decir, antes de salir a Estados Unidos ya estaban conscientes de los problemas sociales de sus comunidades y tenían interés en colaborar y participar de manera organizada para cambiar la situación.
El caso de Primo Tapia (1885-1926), un migrante purépecha de comienzos del siglo XX, que después de haber participado en la organización de trabajadores en Estados Unidos en la IWW y con los líderes del PLM, ha sido citado como ejemplo de un migrante que a su retorno a Naranja, Michoacán, se convirtió en líder de su comunidad en la lucha para obtener la tierra de forma comunal. No obstante, es necesario hacer algunos matices.
Tapia fue influido por los Flores Magón en Estados Unidos, al entrar en contacto con ellos se convirtió en un ferviente partidario del anarquismo agrario, es decir, sus ideales no estaban directamente relacionados con su contacto con la sociedad estadounidense, sino con sus propios paisanos que llevaron la lucha revolucionaria al exilio ( Friedich, 1981, pp. 18, 81-159 ).
En el caso de Arandas, Jalisco, no hay indicios que los migrantes que regresaron influyeron de alguna manera en las demandas agrarias. Paul S. Taylor considero que las personas que regresaron afectaron “muy poco a las actitudes y formas de vida y trabajo de la comunidad” ( Taylor, 1933, pp. 36, 48, 55-63 ) –en el mismo sentido Enrique Santibánez, cónsul de México en San Antonio, consideraba que debido a que la mayoría de los brazos mexicanos desempeñaban labores agrícolas en Estados Unidos a su retorno “no vemos, en consecuencia cómo la masa de la inmigración lleve elementos de progreso al país de su origen” ( Santibánez, 1991 [1930], p. 123 )–. Entonces, tenemos es una variedad de situaciones personales y locales en donde se puede corroborar solo en parte la propuesta de Gamio.
Las propuestas que hizo Gamio respecto al papel que tuvieron los migrantes retornados en los grandes procesos sociales del México de principios del siglo XX son muy provocativas, pues aunque efectivamente coincidieron en tiempo con los flujos de salida y retorno de Estados Unidos, son pocas las pruebas que presentó para corroborar cada una de ellas.
Los estudios que hemos mencionado, tanto de corte histórico como antropológico, analizaron las condiciones de algunas localidades en la década de los años veinte y treinta. Por ello, ayudan a examinar cada una de las hipótesis que aquí se han cuestionado. Asimismo, dan luz sobre los diversos matices que pueden existir respecto al papel que pudieron tener las personas que regresaron de Estados Unidos.
Lo que muestra las propuesta de Gamio es nuevamente la visión extremada de las cualidades de los migrantes que Gamio tenía de ellos y el impacto que pensaba que éstos habían tenido en el país a su regreso. Desde esta visión, ya no solo eran los hombres que al emigrar a Estados Unidos se habían convertido en súper varones y regresaban dotados de grandes cualidades. También fueron considerados factores clave de procesos sociales y económicos del México de comienzos del siglo XX.
EL PROYECTO DE REPATRIACIÓN
Otro de los planteamientos centrales en la obra de Gamio respecto a la migración de retorno es la propuesta de un proyecto de repatriación, es decir un programa especial para establecer a pequeños grupos de agricultores en una o varias colonias, aislados de otros centros de población con el respaldo del gobierno que invertiría recursos moderados para el transporte, la dotación de tierras y el establecimiento ( Gamio, 1930a, pp. 238-240 ). Las razones que llevaron a Gamio a proponer este plan fueron principalmente cuatro. La primera tuvo que ver con una tendencia generalizada que existía en varios círculos de la sociedad mexicana a promover el retorno tal y como él proponía; es decir, la propuesta no era nueva.
Desde principios del siglo algunos secretarios de Estado, líderes obreros y demógrafos se pronunciaron por formar colonias agrícolas con repatriados, agricultores sobre todo. Asimismo, se manifestaron a favor de apoyar el regreso de forma tal que ocupara mínimamente los fondos oficiales. Andrés Landa y Piña, jefe del Departamento de Migración de la Secretaría de Gobernación a finales de la década de 1920, respaldo estas ideas. Igualmente, Gilberto Loyo, uno de los demógrafos más importantes de la época que intervinieron en la elaboración de la política de población durante la década de los treinta. Del mismo modo, Vicente Lombardo Toledano, secretario general de la Confederación de Trabajadores de México CTM y líder máximo del movimiento obrero organizado, entre otros. Los ideólogos de la irrigación de mediados de la década de los veinte también tenían una concepción parecida, e insistieron que esto debía llevarse a cabo en regiones irrigadas del norte de México ( Alanís, 2007, pp.101, 114 ; Aboites, 1987 )
La segunda razón radicaba en el hecho de que consideraba que los migrantes retornados, perdían muchas de las potencialidades al volver a sus lugares de origen, y esto le hacía daño al país en tanto se desaprovechan sus actitudes y capacidades. Por tanto, una colonia de repatriados impediría que esas “nuevas costumbres y conocimientos, mucho más avanzados que los que predominan en los lugares de su procedencia”, se perdieran y no rindieran beneficio alguno a “nuestra Patria” ( Gamio, 1930a, pp. 236-237 ; Gamio, 1935, pp. 60-61, 58-60 ) .
La forma de aprovechar las virtudes de los repatriados era establecer colonias agrícolas de repatriados, que debían estar relativamente alejadas de otros pueblos y comunidades, a fin de evitar “la retrogresión” de los hábitos culturales y “su decadencia física”, pues según Gamio cuando se incorporaban a pueblos ya existentes, forzados por la tradición y el ambiente social, volvían a su antigua forma de vida ( Gamio, 1930a, pp. 236-237 ; Gamio, 1935, pp. 60-61, 58-60 ). A Gamio le preocupaba sobre manera que los retornados “perdieran” sus habilidades al volver a sus comunidades y que, al mismo tiempo, éstas se “desaprovecharan” en México.
El tercer motivo detrás del proyecto de retorno era explotar “las potencialidades de sus paisanos” retornados. Desde su punto de vista, la “cultura productiva” de los migrantes tenía que ser aprovechada por el Estado para promover el desarrollo ya que la repatriación podría servir como un “enorme sistema educativo” en el que los repatriados serían los “maestros de la vida en general”. Es decir, los repatriados contribuirían a la educación del pueblo mexicano e influirían en la cultura, en tanto consideraba a este como retrasado ( Gamio, 1930a, pp. 160, 184, 236-241 ).
Gamio afirmaba que individuos dotados de tantas virtudes y aptitudes podrían regresar al país a vivir y trabajar fecundamente, ayudándose entre sí, como lo hacían en Estados Unidos, mediante “núcleos progresistas” (colonias agrícolas). Consideraba que con una campaña en pro del regreso, al gobierno, y en particular a la Secretaría de Educación Pública, se le presentaba la oportunidad de difundir a bajo costo la educación integral que “atesoraban” los emigrados entre millones de mexicanos incultos; la idea era que fueran los maestros de los que se quedaron.
Gamio también creía que los migrantes que volvían contribuirían a hacer de México “un gran país industrial y agrícola”, es decir su regreso tendría un impacto positivo en la economía nacional ( Gamio, 1930a, pp. 49-50, 236-241 ; Gamio, 1935, pp. 54-73 ). Al igual que muchos de sus contemporáneos, tenía muchas ilusiones depositadas en los hombres que venían de Estados Unidos. Soñaba con una colonia especial para que se establecieran y derramaran en ella las grandes cualidades que traían consigo. Esto sería el modelo de colonización que haría florecer al país y las regiones; ya no el proyecto decimonónico tendiente a promover la inmigración europea.
El trasfondo de estos planteamientos –normativos o morales, si así se quiere llamarlos– tenía que ver con las preocupaciones que Gamio tuvo en mente desde principios del siglo acerca de que “el México disperso y heterogéneo” se conformara en una patria bajo el modelo “occidental” de la unidad racial, cultural y lingüística. Dentro de ese proyecto había que mejorar las condiciones de miseria y explotación en que vivían los grupos indígenas, que conformaban la mayoría de la población mexicana, lo cual facilitaría la tarea de integrar a éstos al “progreso nacional”. Para ello era necesario que mejoraran “su alimentación, indumentaria, educación y esparcimientos” además “abrazarán la cultura contemporánea” ( Valdovinos, 2011, pp. 233-234 ). Fue precisamente en ese contexto donde, para Gamio, los migrantes podrían contribuir al proyecto de nación que tanto anhelaban las élites políticas de las posrevolución.
La última razón para hacer un proyecto con las características que proponía Gamio era evitar un nuevo fracaso, como había sucedido con la colonización de 300 personas que volvieron de La Laguna, California. De abril a agosto de 1927 Gamio examinó a detalle las condiciones de vida y la situación que vivieron en Acámbaro, Guanajuato, donde se habían establecido. Constató que desde que empezó la campaña las personas carecían de información sobre la geografía, la agricultura, las condiciones de las tierras en que se establecerían, los caminos, la topografía y los productos locales. Al llegar, la tierra fue insuficiente y las condiciones de higiene eran malas, por ello muchos partieron a varias partes del país o salieron a trabajar a la hacienda La Encarnación en el mismo estado de Guanajuato ( Gamio, 1930a, pp. 235-241 ).
El fracaso de la colonización con repatriados en Acámbaro llevó a Gamio a proponer que en el futuro sería necesario el apoyo del gobierno que debía incluir el transporte, la dotación de tierras y el establecimiento gratuito de las personas. Además, sugirió la formación de una comisión que organizara la repatriación y la colonización, cuyos objetivos serían, primero, investigar las características de la tierra, los medios de transporte y los mercados; segundo, ir a los lugares, en Estados Unidos, en los que la comunidad mexicana era numerosa, principalmente a las regiones en las que los mexicanos se ocupaban en la agricultura, como Texas, Arizona, California, Colorado y Nuevo México, a fin de promover y organizar el retorno de agricultores. El tercer objetivo sería dar información verbal suplementaria y los datos para el establecimiento en México ( Gamio, 1930a, pp. 238-240 ).
El plan de Gamio pudo llevarse casi al pie de la letra a comienzos de 1939, cuando el gobierno del general Lázaro Cárdenas, por iniciativa propia, presionado por las críticas por el apoyo a la llegada de exiliados españoles y en busca de respaldo interno a alguna iniciativa oficial, decidió llevar cabo un proyecto de repatriación en pequeña escala, con apoyo limitado, el cual se promovió en algunas poblaciones de Texas. Gamio, como jefe del Departamento Demográfico y de Repatriación, estuvo directamente involucrado.
Gamio sugirió el lugar donde se establecerían (el Valle Bajo del río Bravo, Tamaulipas) y participó en la gira que se organizó para promover el retorno en Estados Unidos. Las razones por las cuales se llevó a cabo el proyecto tuvieron como fondo principalmente motivos de corte político nacional e internacional más que la situación de los mexicanos en Estados Unidos o el ideal de aprovechar a los retornados para el desarrollo de una región al que aspiraba Gamio. El proyecto solo captó la atención del gobierno unos meses de 1939, en pleno declive de las reformas cardenistas, y lo más importante, no fue una prioridad de la política agraria o de colonización de ese gobierno ( Alanís, 2007, pp. 289-293 ).
CONCLUSIONES
El proyecto que Manuel Gamio elaboró para estudiar la migración mexicana a Estados Unidos, así como su principal obra, se enfocaron principalmente en la emigración, tal y como se lo pidió el director de The Laura Spelman Rockefeller Memorial y como lo deseaba el director del Social Research Council. A pesar de ello, conforme se fue empapando del tema se dio cuenta de la necesidad de incorporar reflexiones acerca del retorno y así lo hizo. Primero, quizá antes que nadie, planeó la necesidad de estudiarlo, después, intentó establecer un perfil de quiénes eran los migrantes de retorno. Además, recurrió a algunas metodologías para construir el perfil tomando como muestra artículos que traían de Estados Unidos.
Igualmente Gamio dejó sentada la necesidad de ir a las comunidades de origen para analizar el tema del retorno (cosa que señaló no pudo hacer por los conflictos internos en México). También analizó las influencias que los migrantes habían recibido en Estados Unidos e hizo propuestas sobre cómo aprovechar su retorno. Por si fuera poco, estableció algunas hipótesis sobre el impacto que supuestamente habían tenido en los grandes procesos sociales y económicos del país de principios del siglo XX. En conjunto, hizo un importante esfuerzo para presentar las primeras ideas sobre el retorno que se tiene noticia en el medio académico, de ahí su trascendencia.
Gamio mostró que efectivamente había una influencia de la cultura estadounidense en la manera de vestir de algunos migrantes de retorno, así como en el uso de algunos artículos que denotaban una asimilación al confort de vida de ese país. Igualmente, propuso que el movimiento laboral mexicano había estado fuertemente influido por el estadounidense para lo cual existen pruebas que así lo corroboran. Su atención estuvo centrada en cierto perfil de retornado en gran parte idealizado: hombres con “capacidades especiales”, “buen físico”, “alfabetizados”, bien alimentados, con cierto poder adquisitivo; podría decirse que aquellos que llamaron la atención de Gamio pertenecían a la clase media. No se fijó en aquellos migrantes de retorno que volvieron con muy pocos bienes y recursos, que pudieron haber enfrentado condiciones adversas a su estancia en Estados Unidos (deportación), ni en aquellos de clase alta.
La valoración que Gamio realizó sobre el impacto de la migración de retorno en México fue hasta cierto punto contradictoria, pues por un lado creía que había sido fundamental en ciertos procesos sociales y económicos de México y, por otro, subrayó que no se había aprovechado a los migrantes, ya que sus “grandes dotes” se habían perdido a su regreso a sus comunidades de origen de ahí su insistencia en llevar a cabo un plan de repatriación.
En general, Gamio exaltó las cualidades y virtudes de los migrantes de retorno basándose en la idea de que el contacto con el ambiente estadounidense (material, social, económico y cultural) les había dejado una honda huella. En ese sentido, compartía con varios de sus contemporáneos la idealización de la formación obtenida por el emigrante en Estados Unidos, que constantemente se reflejó en la prensa de la época, y su posible contribución en el país.
Cabe apuntar que son muy pocas las menciones negativas del retorno. Solo una cuantas líneas donde señaló que “varios no regresaban a sus tierras”, sino que iban a la capital del país o a otras grandes ciudades, lo que tenía como consecuencia que hombres que “podrían haber sido excelentes agricultores” se convertían en “mediocres” trabajadores urbanos que competían con los obreros nacionales y se sumaban al grupo de los desempleados. También pensaba que había “elementos nocivos” que se agregaban a los criminales en las ciudades o se convertían en bandidos y, a menudo, en rebeldes.
Otro grupo eran aquellos “que habían fracasado” al volver a México, que entonces regresaban a Estados Unidos y nunca más volvían de nuevo a sus comunidades de origen, pero ya en el vecino país condenaban y criticaban la colonización con repatriados y difundían su experiencia como una prueba negativa, lo que provocaba que otras personas no desearan regresar ( Gamio, 1930a, p. 238 ). En general, Gamio ponderó “los beneficios” que según él había tendido el retorno de migrantes –incluso, el que a futuro podría tener– más que sus posibles efectos negativos en la sociedad mexicana de aquella época.