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Latinoamérica. Revista de estudios Latinoamericanos

versión On-line ISSN 2448-6914versión impresa ISSN 1665-8574

Latinoamérica  no.47 Ciudad de México jul./dic. 2008

 

Reseñas

Óscar Wingartz Plata, De las catacumbas a los ríos de leche y miel (Iglesia y revolución en Nicaragua), Querétaro, Universidad Autónoma de Querétaro, 2008, 245 pp. (Serie Humanidades).

Luis Gerardo Díaz Núñez* 

* ENEP-ARAGÓN. UNAM. México.

Wingartz Plata, Óscar. De las catacumbas a los ríos de leche y miel (Iglesia y revolución en Nicaragua, ). Querétaro: Universidad Autónoma de Querétaro, 2008. 245 pp. Serie Humanidades,


He de señalar por principio de cuentas que este libro ha sido escrito con un profundo conocimiento del tema, pero también con un gran amor y solidaridad con los protagonistas del mismo. El doctor Wingartz ha vivido de cerca y entrañablemente el proceso de concientización y lucha del pueblo nicaragüense.

Latinoamericanista por vocación y con profundas convicciones de compromiso social, el autor, no sólo es un especialista en la historia de Nicaragua, también es un intelectual comprometido con sus luchas y sus sueños por transformar la realidad injusta y lacerante que les ha tocado vivir.

Como latinoamericanista y conocedor de los movimientos socio-religiosos en la región va un primer reconocimiento a este texto del doctor Wingartz, pues rescata un tema muchas veces olvidado o pasado por alto sin mayor detenimiento y reflexión como es: la participación de los cristianos en la Revolución sandinista en sus tres fases: la pre-insurreccional, la insurreccional y la post-insurreccional.

En este sentido, uno de los méritos de este libro reside en que constituye la culminación de una trilogía que como especialista de la realidad nicaragüense nos ofrece el doctor Óscar Wingartz. Su interés por el tema tiene una larga data que con constancia y esmero ha seguido nuestro autor. De esta manera ha dedicado un libro a lo que fue en sí el proceso de la Revolución nicaragüense titulado: El amanecer dejó de ser una tentación, un segundo texto se ocupó de lo ocurrido tras el triunfo del sandinismo en 1979. Así como su desarrollo ya en el poder y su posterior derrota en las elecciones de 1990, sin descuidar los entretelones de este conflictivo periodo marcado por una fuerte y desgastante lucha a contra-corriente frente a la contrarrevolución, el imperialismo norteamericano y la oligarquía derechista del país incluyendo en esta última a la jerarquía de la Iglesia católica. Este libro lleva un título atractivo y elocuente: Nicaragua ante su historia ¿Esperanza o frustración?

Hoy nuestro autor nos ofrece un texto que cierra esta primera trilogía y que muestra con claridad, pero también con crudeza, lo que fue la compleja y conflictiva relación entre la Iglesia y la Revolución en Nicaragua, destacando la participación de los cristianos en la Revolución sandinista, bella y poéticamente titulado. De las catacumbas a los ríos de leche y miel (Iglesia y revolución en Nicaragua).

Empezaré por las características del diseño editorial. En este sentido el formato resulta apropiado pues permite su manejo y traslado sin las dificultades de los formatos demasiado pequeños o por el contrario, grandes.

El diseño y diagramación de la portada y contraportada con un fondo de agua y una impresión en mate que evita los brillos desagradables, las hace más finas y elegantes, al tiempo que los colores utilizados y la gradación o valor de los mismos es llamativo. Sin perder de vista el que se presenta como fondo una de las imágenes que mejor retrata el contenido del texto. Al observarla destaca la multitud, rodeando a los revolucionarios del ejército sandinista en una entrada triunfal y al fondo, la catedral que representa a la Iglesia, en especial a su jerarquía. En realidad esta fotografía que sirve como fondo, bien podría llevar como pie de foto el título: Iglesia y revolución en Nicaragua.

La acertada diagramación del espacio permite mediante el collage una visión plural y diversa de variados espacios y edificaciones que dejan en claro la relación entre estos dos actores sociales de gran relevancia y que muestran la lucha revolucionaria, la participación popular, el anhelo de liberación de los pobres, la historia, los héroes, los líderes, así como el peso y la fuerza de la institucionalidad de la Iglesia y su sofocante presencia.

El tono morado adecuadamente graduado y al tiempo degradado, me habla de la dialéctica opresión-liberación del pueblo. El título atractivo, poético y su correcta alineación, preside esta composición armoniosa que evita la dispersión de la mirada y favorece una visión de conjunto, el manejo de las solapas en la portada y la contraportada, así como la información sobre el autor y otras imágenes dan fuerza al conjunto. La tipografía de carácter humanista y estilo Bodoni con patines, le da un toque elegante así como su tamaño e interlineado, lo cual permite una lectura clara y ágil. En general, un acierto en el diseño editorial que me parece importante destacar.

Los contenidos del libro constan de: Prefacio, Prólogo, Introducción y cuatro capítulos. Todo ello manejado con profundidad pero en un lenguaje claro y directo. En lo personal destaco el capítulo I titulado “Una historia compleja y conflictiva” donde se plantea la ubicación teórico-epistemológica desde donde el autor plantea su tema, el cual resulta interesante y polémico como suele ocurrir con las investigaciones de carácter socio-humanístico. Yel capítulo IV titulado: “Relación Iglesia-Estado: una lectura”, donde el doctor Wingartz elabora una síntesis de un proceso por demás amplio, conflictivo y profundamente debatible; el mérito de nuestro autor, me parece, es ofrecernos una postura mesurada y ponderada de aciertos, logros, así como de errores, desviaciones, limitaciones y juegos de interés por parte de los distintos actores.

A pesar de que el propio autor nos advierte sobre el hecho de que el capítulo IV cumple la función de las conclusiones, para mi gusto, me quedé con las ganas de estas últimas, en tanto sistematización de los resultados de tan brillante trabajo.

En conjunto, el texto del autor nos acerca a un reconocimiento profundo y valioso sobre lo que los cristianos como pueblo aportaron a la Revolución sandinista; un primer ejercicio de solidaridad cristiana, constante y sonante, con la lucha y la liberación del pueblo nicaragüense. En este proceso revolucionario vemos aparecer de forma natural y solidaria el compromiso cristiano con el cambio social, con la Revolución, en tanto aporte concreto a la lucha por la justicia y la liberación.

En este proceso revolucionario aparece por primera vez la unión consciente de cristianos y socialistas en la lucha y los afanes por un mundo mejor, por un país y una sociedad justa y solidaria. A esto, está orientado el texto del doctor Wingartz.

Siguiendo esta línea, hemos de reconocer el enorme esfuerzo de nuestro autor por hacer coincidir en una explicación ponderada una gran cantidad de elementos, datos, situaciones, procesos y personajes que nos revelan desde la dinámica de los movimientos sociales, emergentes, revolucionarios, utópicos… hasta el pensar y sentir personal de sus actores, sus sueños y esperanzas. No en el abstracto de la movilización social, sino como individuos, personas con anhelos de justicia y libertad.

Así, el texto nos lleva desde los fríos datos económicos, políticos, sociales, pasando por los culturales y de vida cotidiana, hasta los datos de la religiosidad y los vínculos entre la teología y la política. Lo anterior, nos pone de cara ante un tradicional conflicto en las sociedades latinoamericanas del siglo XX y aun en nuestros días, es decir, la unión entre cristianos y marxistas o socialistas de diverso cuño y más aún, ante la posibilidad de vincular la fe cristiana y la violencia revolucionaria como estrategia de cambio individual, social y religioso.

Cabe aclarar que la participación de los cristianos en la Revolución sandinista se da en un momento clave, difícil y conflictivo, no sólo por la situación revolucionaria en sí misma, sino por ser un tiempo de fuerte presencia en la Iglesia latinoamericana de la denominada Teología de la liberación, la cual ha resultado incómoda, por decir lo menos, para los sectores conservadores, burgueses, para los gobiernos de la región y, por supuesto, para los sectores medios y altos de la Iglesia… por su lucha a favor de los pobres y oprimidos.

Lo anterior ha propiciado hasta hoy en nuestros días enfrentamientos entre propios y ajenos, y en particular entre los católicos orillados a defender su fe en polos opuestos. Por un lado, los partidarios de la Teología de la liberación se han dividido en el terreno de la lucha por el cambio social, político, económico y religioso, en dos grandes grupos. Aquellos que luchan desde una denuncia pacífica y profética aun a costa de sus vidas. Y por otro lado, los que en la lucha por mejorar su condición de vida y su dignidad como personas y como pueblo se vieron involucrados en la lucha armada de forma activa, ejerciendo su derecho a la vida; resistiendo la violencia-causa del opresor con la violencia-efecto de quienes son oprimidos y ante el cierre de opciones pacíficas. Estos grupos partidarios de la liberación tuvieron que lidiar con los sectores medios y altos de la Iglesia, con su jerarquía conservadora y derechista que habla de “rechazo a la violencia” y aboga por la “noviolencia abstracta” mientras se alía y somete al oprimido, valiéndose de una fe y una teología cómoda y distorsionada a favor del opresor y sus intereses.

En otras palabras, una jerarquía y sus aliados que reprueban la violencia de los pobres, pero avala, justifica, bendice y hasta promueve la violencia de los ricos. De tal suerte que la participación de los cristianos en la Revolución sandinista se dio en el contexto de influencia de un modelo de Iglesia en específico, la denominada Iglesia de los pobres; frente a la Iglesia de los ricos. Una teología liberadora, frente a una teología del cautiverio y la opresión.

Estando así las cosas, la llamada unidad de los cristianos y en particular los católicos en torno a una sola Iglesia, es un mito que intenta legitimar posiciones e intereses de la alta jerarquía eclesiástica y sus aliados.

En América Latina es claro que hay dos grandes iglesias dentro de la Iglesia católica y algo similar ocurre en otras iglesias cristianas. La Iglesia de los pobres, organizada y representada por el pueblo pobre y oprimido que mediante la organización popular lucha por su liberación. En esta línea las Comunidades Eclesiales de Base (CEB’s) han constituido el núcleo de organización y lucha.

Por su parte, la Iglesia de los ricos representada por organizaciones y grupos propios de los sectores medios y altos de la sociedad son fieles seguidores de los intereses de una jerarquía para la cual sólo existe el dinero y el poder. Su forma de asumir el ideal cristiano es mediante una falsa caridad, llena de buenas intenciones y deseos, en el mejor de los casos de limosnas siempre y cuando los pobres acepten su destino de miseria y exclusión como algo querido por Dios para la salvación de sus almas, pues tan pronto como los pobres se organizan y luchan son acusados y condenados como herejes, apóstatas, sediciosos, violentos con sed de sangre y muerte. Además de traidores a la patria y a la Iglesia.

En estas condiciones resulta claro que la opción de los cristianos pobres por la Revolución sean católicos o no, estuvo y está condicionada por la miseria y la exclusión, así como por el silencio y el olvido de unas iglesias que no los ven, ni los oyen, que los abandonan e ignoran en su sufrimiento.

Ante ello la Iglesia de los pobres y la Teología de la liberación supo escucharlos, darles voz y promover su lucha y organización pero para muchos de sus actores y partidiarios no sólo del pueblo, sino también catequistas, sacerdotes, religiosos, había que ir más allá, no era posible contentarse con la denuncia y el martirio. Existía la imperiosa necesidad de luchar activamente en el proceso revolucionario, el convencimiento llegó ante el cierre de opciones de lucha pacífica y ante la represión sin tregua del gobierno, la burguesía local y la propia Iglesia de los ricos.

¿Cómo luchar por la vida en un contexto de muerte? ¿Cómo hacer de la fe cristiana una fuerza no sólo espiritual, sino socio-política encaminada a establecer la justicia y la paz? ¿Cómo ir más allá de la cultura religiosa tradicional y enajenante, superar los mesianismos pastorales y enfrentar una lucha concreta? ¿Es posible una alianza entre cristianos y marxistas?

Sin duda muchas interrogantes e inquietudes y un largo proceso de reflexión y análisis llevó a muchas CEB’s nicaragüenses a tomar acciones concretas orientadas a la participación en la lucha armada; de todo ello da cuenta el libro de Óscar Wingartz. La decisión no fue fácil y se suscitaron muchas tensiones que esta obra nos presenta dando con ello una explicación socio-política e incluso teológica de la participación de los cristianos en la Revolución sandinista.

El texto nos muestra las distintas etapas, vertientes, alcances de la participación de los cristianos en la lucha armada. Cabe señalar que incluso tras el triunfo del FSLN dicha participación siguió siendo un rasgo importante de esta revolución, estrategias de organización comunitaria, campañas de salud, alfabetización y dotación de servicios estuvieron a cargo de comunidades cristianas partidarias del sandinismo. Estamos frente a una nueva etapa histórica marcada por un profundo deseo de liberación.

La vitalidad de las comunidades, su trabajo pastoral y sobre todo la movilización popular que propiciaron, le dieron a la Revolución sandinista un toque único en la historia reciente de América Latina, numerosas experiencias dan testimonio de ello. La propia metodología de las CEB’s (verjuzgar-actuar) exigió desde el principio una toma de conciencia crítica que evaluara la importancia de la participación coherente, concreta y comprometida en la insurrección popular, sea por medios pacíficos o violentos.

Estamos frente a un proceso donde la lucha y la violencia del oprimido no deja de poseer un talante ético y cristiano, pues se trata de defender la vida, la justicia y la paz; frente a la exclusión, miseria y muerte, a las que el opresor quiso someterlos.

Esta experiencia de lucha popular cristiana, sin duda, estremeció a la Iglesia-Institución y a su jerarquía conservadora, pues era una lucha contra la dictadura y su oligarquía, pero también contra una Iglesia que cerraba los ojos y los oídos ante su dolor.

Esta situación inédita produjo tensiones intra-eclesiales, incluso al interior de las CEB’s pues la cuestión era elegir entre Iglesia o Revolución. Para muchos cristianos la opción fue trabajar por una sociedad socialista y cristiana. Algunas de las propuestas de estos cristianos y comunidades quedaron plasmadas en la constitución sandinista donde hubo un reconocimiento a su labor.

Incluso la participación de los cristianos sirvió como contrapeso a las tendencias más intransigentes, autoritarias e incluso dogmáticas del sandinismo radical, mostrando un talante humanista.

Cierto es que la Iglesia institucional tanto su feligresía como su jerarquía criticó, abandonó y de plano persiguió a los miembros de las CEB’s por simpatizar con la Revolución y más adelante con el gobierno revolucionario. No obstante se logró un papel y una participación decisiva que puso de cara la fuerza y vitalidad del mensaje cristiano mediado por una nueva clave histórica: la de la lucha por la vida, la justicia, la liberación y la paz en todos los ámbitos y sentidos.

El reino de Dios supone no sólo liberación espiritual, sino también lo real y concreto, la eliminación de la miseria material y la injusticia. Defender la violencia o incluso matar para vivir son cuestiones que siguen espantando y escandalizan a más de uno dentro de la perspectiva cristiana. No obstante en casos extremos y radicales hay una tradición de la Iglesia, por cierto olvidada y escondida a propósito, que defiende el derecho y la legitimidad de la lucha popular contra un tirano o dictador. Debemos aprender como indica Gustavo Gutiérrez a vivir la fe en un contexto de violencia y conflicto y tomar decisiones audaces y utópicas, pues parafraseando a Ernst Bloch: “lo que existe[…].. no puede ser verdad”.

A esto y más nos invita el texto del doctor Óscar Wingartz, un libro que no sólo nos aporta informaciones y datos, sino profundas, serias e inquietantes reflexiones que nos llevan a replantearnos el papel del cristianismo en la transformación real de nuestras sociedades. A partir de una experiencia concreta: la de la Revolución sandinista que más allá de los éxitos, los fracasos, las deudas, los pendientes o lo inconcluso del proceso, nos muestra con claridad que los cristianos pueden aportar algo concreto y valioso a la vida del pueblo pobre y oprimido, en cada uno de los países de nuestra América Latina, la cual no renuncia a su sueño diurno de justicia y paz.

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