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Signos históricos

versión impresa ISSN 1665-4420

Sig. his vol.21 no.41 México ene./jun. 2019  Epub 03-Ago-2020

 

Reseñas

Peter Guardino, The Dead March. A History of the Mexican-American War

Eliud Santiago Aparicio* 
http://orcid.org/0000-0002-6830-7346

* Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Departamento de Filosofía, Estudiante de Doctorado en Historia, odiseo1945@gmail.com

Guardino, Peter. The Dead March. A History of the Mexican-American War. Massachusetts: /, Londres: Harvard University Press, 2017. 502p.


El conflicto entre México y Estados Unidos (1846-1848) es quizá, junto a la guerra de Independencia, uno de los acontecimientos más importantes de la historia de México, al menos de la primera mitad del siglo XIX. En este sentido, el trabajo de Peter Guardino es una obra que no sólo ofrece una narración cronológica de las batallas más importantes del conflicto entre ambos países, sino que también analiza la repercusión del mismo en los combatientes estadounidenses y en el pueblo mexicano. Así, el autor lleva a cabo una investigación de la guerra desde la perspectiva de la nueva historia militar, algo así como una historia desde abajo, pero en tiempos de bayonetas y batallas. Sin duda, The Dead March. A History of the Mexican-American War es un aporte que abre nuevos cauces para entender el conflicto que determinó los límites fronterizos del septentrión mexicano e invita a la reflexión y discusión sobre la guerra. Uno de ellos radica en entender las causas y consecuencias de la derrota de México desde una perspectiva militar, social y económica, haciendo a un lado la rancia suposición de que México perdió la guerra porque sus habitantes carecían de nacionalismo, pues éstos dieron muestras de ello formando guerrillas, alistándose en el ejército y otorgando préstamos económicos o donaciones.

La investigación de Guardino resulta enriquecedora para el estudio de la guerra del 47 porque revisa múltiples archivos mexicanos y estadounidenses, prensa de ambos países y memorias de combatientes. Así, su trabajo permite cotejar las visiones de cada pueblo para comprender el amplio imaginario en torno al conflicto. La visión que un individuo creó sobre el otro nos acerca un poco más a la ideología de la coyuntura que determinó, en amplia manera, la interacción entre ambas partes: racismo, xenofobia y violencia serán, en muchos casos, los resultados de tal interacción. Además, la obra está dotada de mapas referentes a las batallas más importantes, los cuales nos permiten entender las operaciones militares de la época, que eran, sin duda alguna, reflejo de las enseñanzas de las guerras napoleónicas.

La introducción del libro sitúa al lector en el contexto histórico de la preguerra. En efecto, el autor hace un análisis comparativo de la situación política, social, económica y militar de ambos países. Guardino destaca que la tolerancia de cultos, la inmigración europea, la geografía y las vías de comunicación por río, entre otras cuestiones, determinaron la bonanza económica que ayudó a Estados Unidos a sufragar la guerra con su vecino del sur. México, por su parte, y como nación recién independizada, pronto se vio enfrascada en problemas económicos y de fronteras. Texas -perteneciente al estado de Coahuila- se rebeló en 1835, y en 1845 finalmente se unió a Estados Unidos. El presidente James Knox Polk envió un destacamento militar para defender su nueva adquisición territorial, lo cual pronto provocó fricciones con el ejército mexicano, detonando la guerra del 47.

El capítulo I ("The men most damaging to the population") ofrece, entre otras cuestiones, un análisis crítico de la situación militar de ambos países antes de estallar la guerra. Guardino sostiene que no existió un nacionalismo genuino y uniforme entre las tropas del ejército estadounidense (regulares), pues la mayoría de sus integrantes eran inmigrantes irlandeses/germanos que se habían alistado por necesidad y para subsistir. El autor plantea el uso de escarmientos y castigos corporales como una medida coercitiva para hacer funcionales a unos hombres que no siempre se identificaban con la causa estadounidense y quienes muchas veces desertaban en pos de nuevas y mejores oportunidades económicas. El otro lado de la moneda resulta muy desafiante para la historiografía sobre el conflicto. Guardino bosqueja las características del ejército mexicano, cuya base fue la leva. Pese a las carencias de paga, alimentación, ropa y las abundantes fatigas de la campaña que el soldado coterráneo enfrentaba, el autor demuestra que existió un genuino interés por defender el país ante la invasión, poniendo en duda el argumento de que los soldados connacionales carecían de nacionalismo.

El capítulo II ("We're the boys for Mexico") es una descripción crítica de las primeras batallas de la guerra. Pese a los reveses del general Mariano Arista, Guardino rescata la capacidad del ejército mexicano para obedecer órdenes y enfrentar la muerte con estoicismo. Sus primeros fracasos fueron los de los generales, no los del soldado, quien -como el de otros ejércitos- se limitó a cumplir con las exigencias de sus superiores. Por otro lado, el autor señala el abundante anticatolicismo, racismo y sentimiento de superioridad que muchos voluntarios (civiles estadounidenses alistados exclusivamente para la guerra) sentían hacia los coterráneos, no así los regulares (tropas profesionales), quienes, en general, mantuvieron una postura más respetuosa hacia los connacionales. La violencia fuera del campo de batalla fue gestada por los voluntarios y representó un hecho cotidiano y hasta traumático para los mexicanos, aunque, cabe señalar, los invasores también sufrieron asesinatos de parte de los coterráneos cuando estaban ebrios y se trasladaban de un punto a otro o se encontraban solos en una gran urbe como lo era la Ciudad de México o Puebla.

El capítulo III ("Like civilized nations") es una continuación del apartado anterior; retoma la hostilidad de los voluntarios hacia el pueblo mexicano, pero haciendo énfasis particular en la matanza de la Cueva, una de las más sangrientas de la guerra. Guardino abandona la explicación convencional de que la masacre fue una represalia contra las guerrillas mexicanas por haber matado a un voluntario de Arkansas y propone que la violencia de los hombres de Arkansas radicaba en las prácticas del vigilante (ciudadano blanco y sin permiso del Estado que protegía su poblado de bandidos y hasta de las correrías de los indios trashumantes). Esta reflexión es acertada porque, en mi opinión, cuando los jóvenes se enlistaban a una compañía, esta unidad militar se volvía su segunda casa. Sustituyeron sus pueblos por sus compañías y el amor de sus padres por la camaradería de sus colegas de armas. Por ello, asumieron el papel de vigilantes para proteger a sus compañías de los guerrilleros mexicanos que los acosaban.

El capítulo IV ("Even the fathers of families") contiene un estudio de la composición de las Guardias Nacionales mexicanas y su relación con la guerra y los conflictos internos del país. Guardino señala que muchos estados del norte de México no aportaron estas unidades militares al conflicto porque estaban más preocupados por las correrías de los indios trashumantes que por el avance estadounidense. En cambio, los estados del centro y sur del país sí aportaron contingentes de sangre para repeler la invasión. Por otro lado, el autor señala que una de las causas de la derrota mexicana fue la precaria situación del erario y que esto, a su vez, se reflejó en el combatiente, quien estaba mal pagado, mal alimentado y peor armado.

El capítulo V ("Each chapter we write in Mexican blood") culmina una de las ideas principales del autor: los mexicanos poseían y demostraron nacionalismo durante la guerra. En este sentido, Guardino señala que la prensa, el Estado y la Iglesia alimentaron tal sentimiento en el mexicano por medio de escritos, sermones, folletos y discursos cívicos. El autor sostiene que el analfabetismo de la sociedad no fue impedimento, porque los sacerdotes -en las iglesias- y los oradores -en pulquerías, cafés y lugares de esparcimiento- transmitieron dicho nacionalismo. Así, la religión tuvo un papel muy importante en la resistencia coterránea y se puso al servicio del Estado como una herramienta ideológica. Los religiosos predicaron desde el púlpito la defensa de la religión católica frente a los sacrílegos estadounidenses. En mi opinión, pese a que la guerra entre ambos países no puede considerarse una guerra religiosa, las autoridades civiles y religiosas de México así lo transmitieron y, como lo demuestra Guardino, las personas así lo creyeron porque si morían por su fe ganarían la entrada al Cielo.

El capítulo VI ("The Yankees died as ants") ofrece, entre otras cuestiones, un aporte significativo acerca de la participación irlandesa/germana en las filas mexicanas, por medio de los archivos históricos de inglaterra. Como señala Guardino, muchos irlandeses/ germanos sufrieron discriminación racial-religiosa y desertaron del ejército estadounidense; algunos incluso se unieron a las tropas mexicanas. Sin embargo, el autor revela dos motivaciones hasta ahora desconocidas para mantenerse en la causa: 1) para conseguir alimento y un techo donde dormir, pues, al desertar, el gobierno mexicano -quien se había comprometido en otorgarles lo necesario para su subsistencia- alegó no tener fondos para ellos, ya que -según él- éstos se destinaban a la defensa militar, y 2) el pueblo mexicano los confundió con estadounidenses y los atacó física y verbalmente. Una de las maneras de librarse de este peligro era portando el uniforme del ejército mexicano. El hambre y el miedo a la muerte fueron dos motivaciones importantes para militar en el bando coterráneo.

En el capítulo VII ("The people of the town were firing"), Guardino refuerza el argumento de que el pueblo mexicano no carecía de nacionalismo. Analiza el tumulto del 14, 15 y 16 de septiembre de 1847 para enfatizar las muestras de tal sentimiento, así como de la defensa de la religión y de la virginidad de las mexicanas, que, según se creía en ese momento, sería arrebatada por los voluntarios. Decenas de mexicanos se arrojaron, con puñal en mano, contra los invasores, al tiempo que las mexicanas les lanzaban agua hirviendo y piedras. Así, el autor sugiere que las personas estaban conscientes de que defendían a México de los invasores y no eran indiferentes al conflicto, como tradicionalmente ha manifestado la historiografía.

El capítulo VIII ("Ashamed of my country") estudia las consecuencias de la guerra de guerrillas, la contraguerrilla y la matanza que ambos bandos hicieron entre sí. Cabe señalar que la guerra de guerrillas fue una agrupación militar que causó estragos tanto a los invasores como a los civiles desarmados. Por otro lado, el capítulo IX ("The law of the strongest") analiza, entre otras cuestiones, las relaciones entre las mujeres mexicanas y los invasores. Al concluir el conflicto, muchas de ellas fueron perseguidas y linchadas por parte de la población por haber mantenido tratos con los enemigos. Las guerrillas y los crímenes cometidos por el pueblo mexicano contra las tropas estadounidenses señalan que no hubo una pasividad general de los mexicanos, sino que existieron esfuerzos importantes de determinados sectores de la sociedad (léperos, campesinos e Iglesia) para repeler al enemigo, y, cuando no pudieron hacerlo, redireccionaron su frustración hacia quienes habían colaborado con ellos y entablado relaciones afectivas, como lo habían hecho algunas mexicanas.

Finalmente, Guardino entabla una discusión historiográfica acerca de la existencia del nacionalismo mexicano y estadounidense. En cuanto al primero, el mexicano de la época creía que el honor, la familia y la entrada al Cielo eran parte fundamental de la identidad colectiva. Cuando pelearon contra los invasores, demostraron estas creencias uniéndose a la guerrilla, al ejército y matando a los enemigos durante acciones colectivas o individuales. Por otro lado, el autor considera la falta de pago y el hambre en los combatientes mexicanos como las causas principales de la debilidad de la defensa militar en general, porque el hambre produce molestia, hartazgo que se transforma en descontento y que promueve la deserción. La fragilidad económica del país, así como el bloqueo naval que hizo Estados Unidos asfixiaron aún más el ingreso de recursos y la capacidad logística que afectó directamente a la defensa militar y a los defensores. Así, el autor concluye que "Mexico lost the war because it was poor, not because it was not a nation" (p. 367).

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