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Espiral (Guadalajara)
Print version ISSN 1665-0565
Espiral (Guadalaj.) vol.18 n.52 Guadalajara Sep./Dec. 2011
Teoría y debate
Origen de la Liga Comunista 23 de Septiembre
Origins of the September 23 Communist League
Rodolfo Gamiño Muñoz*, Mónica Patricia Toledo González**
* Candidatos a doctores en Antropología Social por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas-df). rogamuz@gmail.com.
** Candidatos a doctores en Antropología Social por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas-df). monica_tg@hotmail.com.
Fecha de recepción: 26 de mayo de 2010
Fecha de aceptación: 5 de julio de 2011
Resumen
El análisis de los movimientos armados acaecidos en la década de 1970 en la ciudad de Guadalajara ha privilegiado explicaciones estructuralistas, las cuales están plagadas de esencialismo. Es decir, se les atribuye a los actores un sinfín de propiedades. Sin embargo, aunque el análisis estructural ha brindado elementos importantes para el conocimiento del fenómeno, ha generado, a su vez, una imagen estática de éste. Por tanto, la apuesta por retomar la perspectiva relacional en este escrito, particularmente el concepto de la política contenciosa, se debe a que nos otorga elementos como el dinamismo y la continuidad, los cuales permiten conocer desde otra mirada el origen de un grupo armado en la ciudad de Guadalajara.
Palabras clave: movimiento armado, estructura, agencia, perspectiva relacional, política contenciosa.
Abstract
The analysis of armed movements that took place in the 1970’s has been dominated by struturalist explanations, plagued by essentialism. That is to say, actors have been attributed with many different qualities. However, even though structural analysis has provided important elements to understand this phenomenon, it has also resulted in a static image. Because of this we have opted for a relational perspective in this article, in particular the concept of contentious politics, and the use of elements such as dynamism and continuity allow us to understand from another viewpoint the origin of and armed group in Guadalajara.
Keywords: armed movement, structure, agency, relational perspective, contentious politics.
Introducción
La teoría social contemporánea padece un conflicto, el cual radica en la confrontación de dos ángulos interpretativos, es decir: las condiciones sociales y las condiciones humanas. En otras palabras, la relación entre subjetivismo y objetivismo (Swingewood, 2000).
Las propuestas presentadas ante este problema recurrentemente han complejizado su solución, pues han aparejado una serie de implicaciones ontológicas, epistemológicas y metodológicas que parecen a veces volverlo irresoluble.
Un recurso que ha logrado relativamente solucionar este apuro es la teoría relacional, enfoque que propone centrar el análisis de la sociedad en un principio transaccional y procesual. Esta alternativa sugiere interpretar la realidad reduciendo el énfasis entre la acción-estructura y su mutua determinación.
La perspectiva relacional ha sido una herramienta importante para el estudio de los movimientos sociales. Destacan los trabajos de Charles Tilly, Doug McAdam y Sidney Tarrow, en particular su propuesta denominada política contenciosa.
Bajo el auspicio teórico de la política contenciosa, desarrollaremos en este escrito un ejercicio analítico sobre el origen de un grupo armado en la década de 1970 en la ciudad de Guadalajara, el cual fue llamado Liga Comunista 23 de Septiembre.1
Esta labor será llevada a cabo a través del debate en torno a la agencia y la estructura y su perspectiva codeterminista, las cuales serán confrontadas con el enfoque transaccional propuesto por McAdam, Tilly y Tarrow.
Del codeterminismo a la perspectiva relacional
Diversos autores han centrado sus esfuerzos en resolver la problemática entre la acción/estructura; por ejemplo, Anthony Giddens, Pierre Bordieu y Margaret Archer.
1. En el texto Central Problems in Social Theory, Anthony Giddens señaló que uno de los principales problemas en la teoría sociológica es que la acción y la estructura "aparecen como antinomias" (Giddens, 1983: 49); por tanto construye su conocida teoría de la estructuración. En ella expone la dualidad de la estructura en contraposición con el dualismo. La dualidad de la estructura supone entonces la mutua determinación entre agencia y estructura; ello conjetura que las acciones de los agentes son constituidas y a la vez constituyentes de los procesos sociales (prácticas sociales situadas en el tiempo y en el espacio). Por tanto, "la acción es entendida como la duración de una conducta continua, mientras que la estructura es visualizada en términos de reglas y recursos" (Giddens, 1995).
2. Bordieu resuelve el dualismo existente entre objetivismo y subjetivismo a través del habitus (King, 2000: 417) o estructura-estructurante. Lo define como estructuralismo genético. Consiste en "el análisis de estructuras objetivas, las cuales son inseparables de la génesis de estructuras mentales subjetivas que influyen a los individuos para hacer sentido y actuar dentro del mundo social". El habitus involucra dos esferas: por un lado el campo, y por otro la subjetividad socializada (Swingewood, 2000: 211).
3. Margaret Archer refuta los anteriores planteamientos y construye una teoría a partir del cuestionamiento de la dualidad de la estructura; pondera la noción del dualismo analítico propio del realismo crítico. El enfoque de Margaret Archer denominado morfogénesis resulta ser interesante, pues proporciona elementos para abrir el debate hacia la perspectiva relacional, ya que enfatiza los mecanismos y los procesos, más que las prácticas. Al igual que la teoría de la estructuración, la morfogénesis supone la mutua determinación entre acción y estructura (Archer, 1982: 456).
Sin duda las propuestas codeterministas representan un avance importante en el pensamiento social contemporáneo; sin embargo, a diferencia de esta corriente, la perspectiva relacional rechaza analizar la realidad a través de la separación de dos esferas: la subjetiva y la objetiva. Más bien la perspectiva relacional apuesta al análisis social en términos de trans-acciones y procesos. Es decir, que nada existe fuera de la interrelación entre individuos, por tanto, acciones y actores no son entidades preexistentes (Dépelteau, 2008: 60).
La propuesta de Tilly, Tarrow y MacAdam se inscribe en esta perspectiva, por lo que consideramos nos permite realizar el análisis de una organización armada que surgió en la década de 1970 en la ciudad de Guadalajara.
El siguiente apartado tiene por objetivo aplicar algunos de los elementos que consideramos más importantes de la perspectiva relacional, en específico el papel de la política contenciosa en la formación de un movimiento armado en Guadalajara.
La política contenciosa y la formación de la Liga Comunista 23 de Septiembre en Guadalajara en la década de 1970
Recientemente, las interpretaciones sobre los orígenes de los movimientos armados de los años setenta en México han privilegiado explicaciones estructuralistas que están plagadas de esencialismo. Es decir, se argumenta que las condiciones sociales, económicas y políticas han sido determinantes para la formación de los movimientos armados.2 Sin embargo, el enfoque estructural brinda elementos importantes para el análisis de la realidad social y política más allá del codeterminismo; por ejemplo, debatir sobre el poder, las redes y la política (McAdam, 2003). Por tanto, la perspectiva relacional, en específico el análisis de la política contenciosa nos otorga elementos importantes, como el dinamismo y la continuidad, para analizar los movimientos sociales y armados.
La propuesta analítica de McAdam, Tarrow y Tilly pondera el análisis de los episodios, la institucionalización de la contención y las diversas formas en que se representan, por ejemplo: revoluciones, movimientos sociales, conflictos industriales, huelgas, guerras, intereses de grupos políticos, movimientos nacionalistas, movimientos étnicos, religiosos y su impacto en la democratización (McAdam, Tarrow y Tilly, 2001).
Para analizar la política contenciosa en los movimientos sociales, los autores citados diseñaron una agenda clásica compuesta por seis elementos: cambio social; movilización de estructuras; oportunidades y amenazas; estructura de procesos; repertorios, e interacción contenciosa (McAdam, 2003).
Estos seis elementos, a su vez, pueden subdividirse en:
1. Mecanismos cognitivos: conexión de las personas a través de grupos o redes, es decir la forma de relacionarse con el otro de acuerdo con intereses.
2. Mecanismo y proceso: secuencia y combinación de mecanismos a través de situaciones variadas. Implica la concatenación de mecanismos en la constitución de los actores y la polarización, además, representa la continua variación de procesos en episodios de tiempo.
3. Episodios: mecanismos y procesos que rigen los momentos de la contención.
4. La agenda: exploración de los mecanismos y procesos, entre los que destacan: la evaluación de oportunidades, la estructura de la movilización, los repertorios de la movilización, la formación de las identidades políticas, la planeación de la movilización de los diversos actores, la construcción de la acción colectiva, la interpretación de los procesos y la negociación en la interacción social.
5. La movilización, actores y trayectorias: la función de los actores en la consolidación de las políticas contenciosas, su movilización y desmovilización (McAdam, Tarrow y Tilly, 2001).
De acuerdo con esta agenda y sus divisiones, proponemos explicitar el origen de la L.c23s. en la ciudad de Guadalajara. Enfoque que, además, nos permitirá comprender la multiplicidad de factores que concatenaron un movimiento armado-contencioso a través de las trans-acciones de los actores y sus trayectorias de movilización.
Para lograr nuestro objetivo fue necesario ordenar este escrito en cuatro fases: a) mecanismos y procesos; b) episodios; c) agenda, y d) la movilización, los actores y sus trayectorias. Estas cuatro fases nos permitirán determinar los cambios sociales, la movilización de las estructuras, las oportunidades y amenazas, los procesos, los repertorios y la interacción contenciosa que antecedió a la formación de la L.c23s.
El movimiento armado que emergió en México en la segunda mitad del siglo XX es un acontecimiento de larga duración (Norbert Elias, 1978), un fenómeno que tuvo diversos episodios y mecanismos que rigieron sus escenarios contenciosos. Los movimientos armados pueden ser identificados en diversas regiones del país a mediados de los años sesenta. Pero para analizar el caso de la L.c23s. en Guadalajara es necesario identificar los mecanismos de transacción que rigieron la consolidación de las políticas contenciosas de un grupo juvenil en Guadalajara denominado los Vikingos.3
El nombre de los Vikingos ha sido difícil de precisar, por tanto explicitamos algunas versiones que nos fueron manifestadas por algunos ex miembros del grupo.
Rogelio Arnulfo Mora, Enrique Velázquez y Gilberto Rodríguez4 argumentaron que el nombre fue inspirado por "una película de la época protagonizada por Tony Curtis y Kirk Douglas". En esta cinta, posteriormente trasladada a la televisión, se narran las hazañas de los viajeros expedicionarios llamados vikingos.
La figura del vikingo se incrustó en el ideario colectivo de los jóvenes, representó para ellos una fuerza beligerante.5 Este ideario otorgó a los jóvenes de San Andrés un código de identificación propio que los diferenció de los demás grupos juveniles de la ciudad.6
Bonifacio Mejía argumentó que el nombre fue adoptado después de que un herrero del barrio elaboró hebillas de metal que tenían el rostro de un vikingo; el consumo de estas hebillas "generó en los chavos del barrio una identificación, la hebilla de vikingo. Posteriormente emergió el particular apodo".7
Gilberto Rodríguez argumentó que el nombre fue adoptado después de una reunión en el Parque San Rafael.
Era una reunión que hicimos jóvenes inquietos que queríamos formar un club; no estaba presente la idea de una banda o una confederación barrial como la que logramos formar años después. Entre los presentes estaban: Flavio Macías Rivera, Ramón Cuernavaca, Óscar González, Sergio Ernesto, Aristeo, Sergio Aguayo Quezada el Monaguillo, Tizoc y Achiro Akita. Decidieron como una buena opción bautizar el club con el nombre de Venus, dispuesto así por la influencia de una pieza musical de boga en esa época, interpretada por Frankie Avalon. Mas dicho nombre entre los presentes no hizo la menor gracia, ya que fue concebido como un distintivo "falto de hombría" y alguno de los presentes mencionó que mejor "Vikingos", como los de la película. Pero no fue algo consensuado, ni mucho menos acordado, sólo de pronto éramos ya Vikingos.8
Joel Rodríguez El Cuerna argumentó:
Éramos ya como 60 miembros los que nos reuníamos alternadamente en el Parque San Rafael, y en una reunión llegó Sergio Aristeo al barrio gritando "ya llegaron los vikingos" porque venían de ver una película de los viajeros expedicionarios, entonces dijimos ése va a ser nuestro nombre de batalla, los Vikingos. Ya posteriormente, Sergio Aguayo conoció a un herrero y le encargó elaborar las hebillas con el rostro de vikingo, era una hebilla con fajilla, la cual nos servía como arma para las peleas. De ahí nace el verdadero nombre de los Vikingos, los Vikingos de San Andrés.9
Para los jóvenes de San Andrés el ser Vikingo representó más que un ideario colectivo, fue una reconstrucción de sí mismos, una figura semántica cargada de heroísmo y gallardía que les permitió compartir su cotidianeidad en un espacio geográfico común.
Al paso del tiempo los Vikingos tuvieron inquietudes que ya no pudieron ser satisfechas en los límites barriales, y los anhelos por relacionarse e integrarse con el exterior los motivó a salir de San Andrés en busca de nuevas experiencias.
El profesor Ricardo Balderas encauzó las inquietudes de estos jóvenes al ambiente estudiantil, particularmente en las escuelas secundarias, específicamente la número cuatro. Enrique Velázquez señaló que el profesor Ricardo Balderas fue quien comenzó a inspirar a algunos Vikingos a la participación estudiantil.
Ricardo Balderas era una persona progresista, liberal, que se dio cuenta de las inquietudes de este grupo de muchachos y comenzó a encauzarlos. Por supuesto lo hacía con el afán de tener grupos en las escuelas, pero esto fue a nivel de secundaria, allá por 1963, y eran secundarias estatales conocidas como perreras.10
Al ingresar al bachillerato, algunos Vikingos siguieron participando en las contiendas estudiantiles, pero el panorama político no favorecía sus intereses: no contaban con el apoyo del profesor Ricardo Balderas; tenían que pedir consentimiento a la Federación de Estudiantes Guadalajara11 para registrar a sus candidatos; contender contra ésta o, en su defecto, afiliarse y esperar una oportunidad de ascenso.
La participación de los Vikingos en la política estudiantil generó múltiples situaciones que favorecieron la concatenación de mecanismos y transacciones identitarias, las cuales a su vez dieron paso a la coordinación de sus acciones en una política contenciosa (Gamiño, 2005; Barragán, 1994; Holguín, 1995; De la Torre-García, 1988; Mendoza, 1992).
Los Vikingos tuvieron una plataforma ideológica sustentada en demandas democráticas, debido a que el escenario de la participación universitaria, como anteriormente se apuntó, estaba controlado por la Federación de Estudiantes de Guadalajara (Gamiño, 2005).
La incursión de los Vikingos como grupo de oposición política concretó trans-acciones valorativas secuenciales, las cuales pueden ser identificadas mediante su agenda.
La agenda trazada por los Vikingos se enfocó en evaluar el triunfo político. Panorama que resultó desalentador, puesto que la FEG controlaba todos los reductos de participación política y extendía su red de poder a través de grupos de choque y golpeadores a sueldo (Garnica, 1996). La FEG además gozaba del apoyo estatal, éste le entregaba armas, les brindaba legitimidad, apoyo político y por ende impunidad. Esta protección, apoyo y cercanía con el gobierno estatal fue utilizada por algunos miembros de la FEG como trampolín político (Angulo, 1997).
La planeación realizada por los Vikingos permitió construir una acción política a través de diversos mecanismos, como las reuniones semanales; la consolidación de grupos de acción específica; el nombramiento de nuevos líderes y dirigentes grupales;12 el reforzamiento identitario fincado en el principio de moralización-democratización universitaria (De Dios 2004). Puede destacarse también la búsqueda de filiación política a través de la exposición de sus motivos y propuestas en los centros escolares, así como la negociación con grupos juveniles ajenos a sus principios reguladores.
De forma episódica, la trans-acción llevada a cabo por los Vikingos facilitó la consolidación de una red política dispuesta a contender en las elecciones estudiantiles; el eje rector de ese tejido político consistió en la politización de diversos sectores sociales-juveniles en contra de la FEG.
La estrategia comunicativa de los Vikingos consistió en la elaboración de desplegados a través de los cuales evidenciaban el "estancamiento político-ideológico de la FEG, su política autoritaria y excluyente, su filiación a diversas élites políticas del estado, así como la falta de compromiso y la ausencia de programas para solucionar las problemáticas del estudiantado".13
Algunas de las propuestas de los Vikingos consistieron en: litigar la baja de las tarifas en los servicios del transporte público; la reducción de las cuotas escolares; la anulación del paro de labores arbitrariamente;14 la construcción de comités estudiantiles para agilizar la solución de las quejas-sugerencias de los alumnos, así como la elección de representantes universitarios democráticamente (Gamiño, 2005).
La coordinación del movimiento contencioso de los Vikingos alcanzó considerables dimensiones, pues lograron consolidar una confederación de 14 barrios y captar la atención de otras organizaciones político-ideológicas de la ciudad, como las Juventudes Comunistas y organizaciones masonas.15
El fortalecimiento de la política contenciosa de los Vikingos se frenó en el año de 1968. Las trans-acciones logradas regionalmente se agotaron, propiciando la desmovilización y el repliegue de diversos actores y líderes.
El repliegue de los Vikingos se debió también a que el gobierno del estado presionó a la FEG para que mantuviera el control de los centros estudiantiles y del alumnado, y para que las manifestaciones de apoyo a los estudiantes masacrados el 2 de octubre de 1968 en la ciudad de México menguaran.
La FEG suspendió en algunos centros de estudio las labores, patrulló los centros escolares, detuvo a diversos jóvenes que manifestaban su apoyo a los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Creó también brigadas de choque para contener a los estudiantes que se trasladaron a la ciudad de Guadalajara para solicitar apoyos, ejecutó detenciones extralegales y los trasladó a sus oficinas para intimidarlos a través de la tortura. Un papel destacado en estas labores lo tuvieron el grupo del Pelacuas y el grupo del Gordo Mora.16
Bonifacio Mejía argumentó:
[...] no dudábamos que a los muchos de esos brigadistas que arribaron de la capital y que fueron aprehendidos ilegalmente por los grupos de choque de la FEG, fueran entregados a la XV Zona Militar, ya que ésta fue la suerte que tuvieron algunos estudiantes de la Universidad de Guadalajara que fueron aprehendidos por manifestarse a favor del movimiento estudiantil del 68. Éstos eran detenidos y trasladados a la XV Zona Militar, ahí los torturaron; algunos posteriormente me comentaron que les habían hecho incisiones con navajas de rasurar en los testículos. Después de ser liberados, fueron expulsados de las universidades en las que estudiaban.17
A pesar del repliegue de los Vikingos, las estrategias políticas no cesaron. Los Vikingos trabajaron en la fortificación de sus redes políticas con otros barrios; destacan: el Rosario, San Juan Bosco, San Felipe, San Onofre y Santa Cecilia. En diversas colonias del sur, como el Fresno, la Morelos, la del Ferrocarril, Analco, Tlaquepaque y Chapalita.18
Los Vikingos habilitaron redes de trans-acción a través de una agenda política plural que contemplara la inclusión de nuevos mecanismos y procesos de participación.
El problema de la reconstrucción de la agenda para los Vikingos consistió en tratar de compaginar sus principios de lucha y sus métodos de transacción-acción con otros actores y líderes que, en naufragio político-ideológico, buscaron adherirse a un proyecto vigente.
La evaluación de oportunidades también representó un problema para los Vikingos, particularmente en torno a los objetivos y al posible éxito de su disputa. Algunos líderes de la Juventud Comunista preocupados por la reconstrucción de la trans-acción, propusieron al grupo de los Vikingos implementar círculos de estudio, crear una biblioteca móvil y radicalizar su lucha contra la FEG para democratizar la participación política en los centros universitarios.19 Algunos dirigentes masones propusieron construir una acción política formal, cimentada en proyectos incluyentes-plurales. Estrategia que apostaba por consolidar programas políticos amplios, los cuales, por ende, traerían beneficios en la esfera política y social.
Ante estas propuestas, los Vikingos argumentaron que su agenda seguía puesta en la lucha estudiantil y consideraron prudente reconstruir una identidad plural basada en elementos político-culturales. Las múltiples identidades recién coordinadas negociaron las acciones a desarrollar, entre las que destacan: no abandonar la política estudiantil; ampliar la convocatoria de participación a nuevos sectores sociales; promover la pluralidad en las adhesiones; formar una biblioteca móvil; establecer círculos de lectura; invitar a la sociedad a pláticas con información política, económica, social-cultural y procurar incentivar la participación de la sociedad a través de eventos culturales-familiares (Gamiño, 2005).
Esta agenda se engrosó por los contactos que algunos miembros masones tenían con dirigentes del Partido Revolucionario Institucional, quienes negociaron con administradores del Auditorio Plutarco Elías Calles para que el inmueble se les facilitara y realizar ahí sus reuniones y eventos.20 Este acontecimiento selló la trans-acción entre los Vikingos, la Juventud Comunista y los masones. Conformaron una organización política llamada Juventudes Juaristas en el año de 1968 (De Mora, 1972).
La integración de los Vikingos a las Juventudes Juaristas redujo momentáneamente sus episodios de política contenciosa; por tanto, la evaluación de oportunidades y la trans-acción de identidad se frenaron y algunos líderes de la movilización fallaron en la evaluación de la agenda, así como en la implementación de la acción. Es decir, se frustraron sus pronósticos políticos.
Una respuesta a este fallo operativo consistió en el rechazo y deserción que los Vikingos y la Juventud Comunista hicieron al proyecto político de la Juventud Juarista. Coincidieron en que sus objetivos no tenían oportunidades de éxito en la organización, ello debido a que la trans-acción era procedimental y vertical, pero sobre todo que se desarrollaba dentro de los márgenes de la política oficial.
Los Vikingos y la Juventud Comunista consensuaron la desmovilización de sus fuerzas sociales y abandonar el proyecto político de la Juventud Juarista. La salida de un copioso grupo de adheridos de la Juventud Juarista en el año 1970 propició que líderes de ambos grupos21 plantearan una nueva agenda política que contemplara el retorno a la política estudiantil.22
En aparente naufragio político, los Vikingos y la Juventud Comunista23 volvieron a explorar los mecanismos de participación y realizaron evaluaciones para su éxito político.24 Nuevamente la pluralidad de identidades, la necesidad de fusionar los intereses de los diversos actores y las múltiples valoraciones de una posible agenda estuvieron presentes.
Después de algunas sesiones en las cuales se analizaron los posibles repertorios, fijaron nuevas trans-acciones, mecanismos y procesos; éstos fueron: formar una organización radical que disputara de forma abierta y pública a la FEG las presidencias universitarias; implementar una estructura beligerante inspirada por la Juventud Comunista consistente en la creación de células y brigadas (Gamiño, 2005).
Ante estas disposiciones, nuevamente los actores cambiaron y emergieron nuevos líderes, principalmente jóvenes de las Juventudes Comunistas.25 Éstos auguraban una amplia posibilidad de éxito ya que las acciones directas implementadas contra la FEG fomentarían en el estudiantado un sentimiento de repudio y buscarían adherirse a su movimiento, el cual fue llamado Frente Estudiantil Revolucionario26 (Carrasco, 1999).
El nacimiento del FER en 1970 estuvo marcado por una abundante secuencia de mecanismos en su política contenciosa.27 La estrategia de movilización en su primera etapa consistió en la acción defensiva. Posteriormente, las posibilidades de éxito se diluyeron y acordaron crear una organización ofensiva; transformaron su estructura de células y brigadas en comités clandestinos, los cuales tenían la función de llevar a cabo expropiaciones (asaltos) con el fin de allegarse fondos económicos y materiales para sostener la lucha. Así como elaborar pintas en las bardas de la ciudad, distribuir volantes y manifiestos.28
Los mecanismos de acción y preparación también cambiaron, pues las adhesiones se volvieron mucho más cuidadosas y cerradas; iniciaron un entrenamiento de tipo militar, se imbuyeron en literatura de la guerrilla urbana y aprendieron la elaboración de explosivos.
Los líderes y actores, al evaluar sus posibilidades de éxito olvidaron tomar en cuenta la respuesta gubernamental ante sus acciones. Ya no sólo la FEG estaba contra el FER, pues instituciones policiales tanto federales como estatales buscaban a algunos miembros de este grupo que habían transgredido la ley. Por tanto, las detenciones, deserciones y ejecuciones aceleraron la desmovilización del FER.
El periodo contencioso del FER comprende sólo dos años: 1970-1972. Después de esta fase, devino una desmovilización, pero la escala de trans-acciones a nivel nacional abría otro episodio de lucha, ya que se conjuntaban mecanismos que definían la configuración de un movimiento contencioso a nivel nacional (Carrasco, 1999).
Diversas entidades y corrientes ideológicas inspiradas por la teología de la liberación y por la corriente marxista-leninista (Domínguez, 2008) comenzaron a evaluar las posibilidades de triunfo revolucionario, a trazar nuevas formaciones identitarias y actorales. Jóvenes de las ciudades de Monterrey, Guadalajara, Sonora, Sinaloa y del Distrito Federal argumentaron que, de acuerdo con los procesos vividos nacionalmente y con las fallas evaluativas realizadas por los movimientos a favor de la democratización estudiantil, se debían proponer y trazar nuevos marcos de acción y nuevas transacciones-negociaciones.
La fusión de identidades y las transacciones, ante el amplio mosaico ideológico, facilitaron la consolidación de un nuevo frente político-militar contencioso, llamado Liga Comunista 23 de Septiembre en 1973 en Guadalajara,29 el cual operaría nacionalmente (Gamiño, 2008).
La L.c23s. se fundó el día 15 de marzo de 1973, fecha en la que tuvo lugar la primera reunión nacional de la organización sostenida en la ciudad de Guadalajara en la calle Porfirio Díaz número 689, entre las calles Francisco de Icaza y José María Lozano en el Sector Libertad (Gamiño, 2005).
La formación de la L.c23s. en la ciudad de Guadalajara respondió a dos factores:
1. ningún otro grupo estudiantil a nivel nacional logró sostener una agenda de contención permanente a pesar de las variaciones identitarias. Los Vikingos pasaron, de ser una identidad barrial, a una identidad legitimadora cuando participaron políticamente dentro de la FEG; posteriormente, una identidad proyecto al formar las Juventudes Juaristas y finalmente una identidad de resistencia al consolidar el FER. Esta experiencia identitaria y política permitió a este grupo de jóvenes profesionalizarse en las cuestiones prácticas de una lucha revolucionaria, elemento que resultó ser importante para la conformación de una organización armada nacionalmente.
2. La ciudad de Guadalajara por su ubicación geográfica facilitó la movilidad de los miembros que arribaron del norte, centro y sur del país.
La movilización de los actores y las estrategias en esta etapa política cambiaron radicalmente. La agenda de la movilización contenciosa abandonaba los conflictos estudiantiles como principios democratizadores; por tanto el acuerdo trans-accional consistió en declarar la guerra al Estado mexicano a través de la guerrilla urbana, derrocarlo e instaurar un sistema político socialista, así como un Estado proletario (Salas, 2003; Pineda, 2003; Borbolla, 2007; López, 2006).
La interpretación de los procesos y de las desmovilizaciones en las etapas que antecedieron a este movimiento armado generaron las bases estructurales para consolidar una acción colectiva. La organización fue estructurada de acuerdo con comités zonales; brigadas especiales para el trabajo político, militar y de ajusticiamiento; la ponderación del secuestro y los asaltos como métodos para la obtención de recursos económicos y materiales (Gamiño, 2008).
La organización logró consolidar un Buró Nacional, Secretarías Técnicas de Adiestramiento, Comités Editoriales encargados de difundir el periódico Madera, todo ello de acuerdo con la revaloración de las experiencias, procesos y episodios de lucha política local y nacional (Gamiño, 2008).
Los líderes, teóricos y dirigentes del movimiento aceptaron la tarea de redactar documentos de orden teórico para generar adhesiones. Fue así que remarcaron el carácter clasista del Estado a través del periódico Madera I, II, III y III-bis, y expusieron la inevitabilidad de la revolución radical como la única vía posible para lograr la transformación social a través del texto Cuestiones fundamentales del movimiento revolucionario.
Para llevar a cabo la revolución armada, la Liga Comunista 23 de Septiembre diseñó una agenda política-miliar consistente en la implementación de la huelga económica, la huelga política, combate de calle y, por último, el desarrollo de la guerra de guerrillas.
La huelga económica era el paso a la movilización política, la base para el desarrollo de la lucha armada y preludio de la guerra civil revolucionaria. Su objetivo consistió en paralizar económicamente la producción total o parcial de las industrias y empresas. Además, la organización consideraba que las bases sociales a partir de esa experiencia formarían organizaciones amplias que reforzarían la lucha (Gamiño, 2008).
La huelga política era un estadio superior que debían alcanzar los obreros movilizados después de haber resistido la ofensiva de la burguesía. Posteriormente el proletariado pasaría al proceso de "agitación, propaganda, hostigamiento y resistencia armada".30 Estrategias que serían cruciales para el desarrollo de la guerrilla.
El combate de calle consistió en promover la agitación, propaganda y hostigamiento. Desarrollar técnicas ofensivas y defensivas como mítines relámpago, la repartición de propaganda, ampliar el hostigamiento más allá del rubro laboral, pero con una clara consigna: "no rebajar las tareas de las brigadas armadas al exclusivo desarrollo militar".31 Para la L.c.23.s. fue importante desarrollar tareas de educación y organización política para homogenizar el método de lucha y evitar acciones con tendencia puramente terrorista.
La movilización política y el combate de calle, según la Liga, debían trasladarse al campo para ampliar los brazos rurales, efectuar invasiones de ejidos, recuperar y obtener tierras. La movilización política también debía contemplar la eliminación de caciques, guardias blancas y soldados. Promover asambleas campesinas y discutir proyectos político-militares.
Esta agenda reconfiguró los episodios y los procesos que rigieron los momentos de contención, los cuales a su vez sintetizaron la experiencia de las trans-acciones realizadas por más de una década de movilizaciones estudiantiles llevadas a cabo por múltiples actores y sus trayectorias locales y nacionales. Ello quedó explicitado en la primera estructura político-militar de la L.c23s.
La estructura de la L.c23.s. cerró un episodio de transacciones y reconstrucciones de agenda política, pero también abrió un nuevo proceso de negociaciones a través del cual sus adheridos apostaron por la consolidación de una política contenciosa a través de la vía armada, eliminando así cualquier posibilidad de institucionalizar la política contenciosa.
Palabras finales
En este texto hemos intentado dar cuenta de que la perspectiva relacional y particularmente la política contenciosa es una herramienta relevante para explicar los movimientos sociales contemporáneos. Este enfoque permite conocer los fenómeno sociales más allá de la esfera objetiva-subjetiva, es decir, la acción social a través de transacciones-procesos, episodios, "la institucionalización de la contención" y los mecanismos contenciosos. Éstos pueden ser sintetizados en seis ejes: cambio social; movilización de estructuras; oportunidades y amenazas; estructura de procesos; repertorios de contención; e interacción contenciosa.
Con base en este enfoque escudriñamos una serie de elementos que resultan importantes para conocer los procesos internos que consolidaron la vida de una de las organizaciones armadas más importantes en México durante la década de 1970, como fue la L.c23s., particularmente en la ciudad de Guadalajara. Fenómeno abordado desde posturas esencialistas, en las que los actores son colocados como sujetos estáticos e incapaces de ejercer su agenda ante una estructura (política, ideológica, cultural y económica) estructurante.
Es importante destacar que la formación de la L.c23s. en la ciudad de Guadalajara estuvo atravesada por una multiplicidad de factores, como: las trayectorias de movilización de los sujetos-actores; diversas transacciones de la agenda política; valoraciones de oportunidades y amenazas; cambios estructurales en procesos y cambios sociales; diferentes repertorios e interacción contenciosa.
A manera de recapitulación se puede precisar que la formación de la Liga Comunista 23 de Septiembre atravesó por tres trayectorias de movilización, cuyos sujetos y actores variaron considerablemente.
La primera trayectoria estuvo marcada por la irrupción de un grupo de jóvenes denominados los Vikingos, cuya identidad barrial fue adquiriendo una dimensión política e ideológica basada en la trans-acción con otras identidades y actores provenientes de las Juventudes Comunistas y miembros de logias masónicas durante los años 1964 a 1968.
La segunda trayectoria de movilización consistió en la formación de la Juventud Juarista, grupo ideológico que logró amalgamar los ideales de los Vikingos, la Juventud Comunista y grupos de jóvenes masones de la ciudad. Esta organización tuvo un periodo de vida relativamente corto, pues abarcó de 1968 a 1970.
La tercera trayectoria de movilización estuvo marcada por la consolidación del FER, que operó en la ciudad durante los años de 1970 a 1972. Cuyas etapas pasan de la acción defensiva a la acción ofensiva. El FER fungió, además, como un laboratorio por medio del cual se fincaron las múltiples agendas de la radicalización armada.
Posteriormente, la transacción de la agenda política con los nuevos líderes no se modificó, pero sí sufrieron adecuaciones en los repertorios de la política contenciosa. Pues si bien el primer repertorio fijado consistió en la elaboración de propaganda para la generación de adhesiones, con las nuevas trans-acciones los mecanismos fueron reducidos a la participación dentro de los procedimientos formales de la política oficial.
Con las nuevas adhesiones y trans-acciones la agenda política varió, pues nuevos líderes construyeron programas de acuerdo con sus necesidades y apuestas políticas, aun a pesar de los aparentes principios ideológicos y experiencias de actividad política. Pero a pesar de las variaciones, se respetó el principio de la moralización y democratización de la política universitaria hasta la formación del FER.
Como puede apreciarse, los repertorios de contención están empalmados con la elaboración de la agenda política, es decir: de la conformación de una identidad barrial con los Vikingos, posteriormente una identidad proyecto al adherirse a las Juventudes Juaristas, una identidad de resistencia en la creación del FER y, por último, la conformación de una política contenciosa a través de una acción colectiva radical que tuvo su forma definitiva en la Liga Comunista 23 de Septiembre. La cual negaba como principio la institucionalización de la contención.
Analizar de esta forma el movimiento armado acaecido en la década de 1970 facilita comprender la transacción que los actores realizaron en cada uno de sus procesos, permite conocer las formas de interacción entre los líderes y subordinados así como ponderar la entidad e identidad de los actores y evitar percibirlos como sujetos aislados y preexistentes.
Permite conocer los cambios sociales, la movilización de las estructuras y las alternancias de los actores, las modificaciones de la agenda política así como los repertorios de interacción contenciosa a través de la eliminación del codeterminismo como eje explicativo.
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1. En adelante esta organización será referida como L.c23s.
2. Cf. particularmente los trabajos de Sergio Aguayo Quezada, La charola: Una historia de los servicios de inteligencia en México, Grijalbo, México, 2001. Carlos Borbolla, La guerra sucia, hechos y testimonios, Universidad de Colima/Club Primera Plana, México, 2007. Enrique Condés Lara, Represión y rebelión en México (19591985), Porrúa/Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, 2007. Sierra Jorge, Luis, El enemigo interno, contrainsurgencia y fuerzas armadas en México, Centro de Estudios Estratégicos de América del Norte/Universidad Iberoamericana/Plaza y Valdez, México, 2003. Oikión, Verónica, y García Ugarte, Marta, Los movimientos armados en México siglo XX, III tomos, Colegio de Michoacán/CIESAS, Zamora, 2006. Castellanos, Laura, México armado 1943-1981, Era, México, 2007.
3. Los Vikingos fue un grupo de jóvenes que crecieron durante la década de los años cincuenta al oriente de la ciudad de Guadalajara, particularmente en el barrio de San Andrés. Ese barrio fue un punto de confluencia de múltiples familias que migraron del campo a la ciudad en busca de mejores condiciones de vida, pues las rentas eran relativamente bajas por estar ubicadas en la periferia de la ciudad. La identidad de los Vikingos comenzó a gestarse a través de los espacios de la reproducción cotidiana, principalmente en las calles aledañas donde moraban. Destacan: los llamados "Rojos", ubicados cerca del panteón de San Isidro y en un radio entre las calles de Francisco Sarabia, Abraham González y Federación; los "Mártires", ubicados entre las calles de Esteban Alatorre, Julio Zárate, Lagunitas, Diego Cuentas y Alejandría; los del "Valle"; ubicados en las calles de Martín Valdez, Bacalari, A. Guevara, Araujo, Aldama y Gómez Farías; los "Rudos", que tenían presencia en las calles de Vasco de Quiroga, Jorge del Moral, Alfredo Carrasco, Enrique Granados y José María Verea, ; los "Archis", localizados entre las calles de Huertas, Delicias, Vergel, Gómez de Mendiola y Lagunitas. Es importante destacar que ninguno de los grupos juveniles de San Andrés perdió el control e influencia en sus límites barriales, puesto que la fusión como Vikingos se daba sólo cuando se requería la unión de fuerzas ante la posible amenaza externa. Cada grupo mantenía su autonomía a través de los liderazgos; cada líder decidía cuándo se actuaba como Vikingo o cuándo se mantenía la autonomía en sus límites barriales. Algunos de los líderes más importantes de estos grupos fueron: Manlio Flavio Macías Rivera, Jorge Gutiérrez Flores, José Luis Lupercio Pérez, Óscar González López, Enrique Bustos García, Bonifacio Mejía Segundo, el Nanai, Sergio Ernesto, Aristeo, Sergio Aguayo el Monaguillo, Billig Tizoc, Ramón el Cuernavaca y Joel Rodríguez. Cf. Rodolfo Gamiño, La imposibilidad del olvido: Repertorios de subversión y violencia urbana en México, Jorales Editores/El Colegio de Tlaxcala, México, 2011 (en imprenta).
4. Entrevista a Gilberto Rodríguez, por Rodolfo Gamiño, 20 de julio de 2004, Guadalajara.
5. Castellanos, Laura, "Cuando los Vikingos se hicieron feroces", Masiosare (suplemento semanal del diario La Jornada), 7 diciembre de 2003, p.10.
6. Otros de los grupos juveniles existentes en la ciudad durante las décadas de los cincuenta y sesenta fueron los "del Parque Revolución, el Parque Morelos, por la zona del Santuario, en la colonia del Ferrocarril, en la colonia del Fresno, las Trojes, en el barrio del Retiro, el barrio de los Torteros, y de otros que tenían también condiciones precarias"; "esos grupos surgen más por camaradería juvenil, espontánea, sin directriz ni finalidad alguna, simplemente 'sinergia' social" (Rojas, Everardo, "La FEG y el FER. Mitos y verdades", Semanario Diez de Política y Cultura, núm. 28, 21 de diciembre, 1989, p. 5).
7. Entrevista a Bonifacio Mejía, por Rodolfo Gamiño, 6 de febrero de 2003, Guadalajara.
8. Gilberto Rodríguez, entrevista citada.
9. Entrevista a Joel Rodríguez Castellones el Cuerna, por Rodolfo Gamiño, 23 de noviembre de 2005, Guadalajara.
10. Entrevista a Enrique Velázquez, por Rodolfo Gamiño, 13 de enero de 2004, Guadalajara.
11. En adelante esta organización será referida como FEG.
12. Destacan: Óscar González, Bonifacio Mejía y Flavio Macías Rivera.
13. Manifiesto de organizaciones independientes impreso el 29 de noviembre de 1953 (archivo particular de Jesús Gutiérrez Jiménez).
14. Entrevista a José Flores realizada por Rodolfo Gamiño, 6 enero de 2004, Guadalajara.
15. Entrevista a Bonifacio Mejía Segundo por Rodolfo Gamiño, 22 enero de 2004, Guadalajara.
16. Entrevista a Gilberto Rodríguez, citada.
17. Entrevista a José Flores, citada.
18. Entrevista a Gilberto Rodríguez, citada.
19. Entrevista a Bonifacio Mejía, citada.
20. Entrevista a Armando Rentería por Rodolfo Gamiño, 25 de enero de 2003, Guadalajara.
21. Destacan: Felipe Sermeño, Gabriel Vargas Lozano, Enrique Velázquez, Óscar González, Bonifacio Mejía, Enrique Pérez Mora, Raúl López Melendres, Javier González, Javier Prieto Aguilar, Gilberto Rodríguez, Jeovalo Rodríguez y Juan Manuel Rodríguez Moreno.
22. Entrevista a Enrique Velázquez por Rodolfo Gamiño, 13 de enero de 2004, Guadalajara.
23. Entrevista a Sanders Zaragoza por Rodolfo Gamiño, 6 de noviembre de 2004, Guadalajara.
24. Entrevista a José Flores por Rodolfo Gamiño, citada.
25. Destacan: Guillermo Robles Garnica, Alfredo Campaña López, Carlos Campaña López, Eunice Michel Díaz, Rosa Rojas, Ramón Gil Olivo.
26. En adelante esta organización será referida como FER.
27. Principalmente por sostener por más de cinco años enfrentamientos constantes contra la FEG y por la toma de la Casa del Estudiante el 23 de septiembre de 1970. El objetivo de esa operación consistió en desalojar a las personas que no estuvieran inscritas en alguna escuela o facultad, así como a aquellas que estuvieran adheridas a la Federación de Estudiantes de Guadalajara. Además que la toma de la casa facilitaba al FER tener un centro de operaciones.
28. Entrevista a Miguel Topete por Rodolfo Gamiño, 4 de enero de 2004, Guadalajara.
29. Es importante destacar que después de la desarticulación del FER, una parte de sus miembros se retiraron a la vida privada y otro sector prefirió adherirse a dos proyectos armados que emergieron en la ciudad de Guadalajara a principios de la década de los setenta. Estas organizaciones fueron: la Unión del Pueblo (UP) y la Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo (FRAP).
30. Entrevista a José Luis Moreno Borbolla por Rodolfo Gamiño, 16 de julio de 2008, Distrito Federal.
31. Entrevista a José Luis Moreno, citada.