Introducción
Con el primer centenario del Estado del Gran Líbano, el país de los cedros vive un movimiento popular inédito, que podría desembocar en un “nuevo” Líbano. El jueves 17 de octubre de 2019, miles de manifestantes descendieron al centro de Beirut. Al día siguiente, la cifra se multiplicó y las manifestaciones se propagaron por el país. Por primera vez, las manifestaciones reúnen a libaneses de todas las edades, todo credo y toda clase social. Todos se manifiestan con la bandera libanesa. Unidos, lanzan un grito contra la corrupción y la degradación de la situación social y económica. La degradación no se debe sólo a la presencia de 1.5 millones de desplazados sirios, que pesa sobre la economía libanesa; las causas de la crisis se relacionan con la mala administración de la clase política en el poder, desde la década de 1990.
La revuelta libanesa se desencadena en un contexto regional de cambios geopolíticos. En Siria continúan los combates. En Iraq no cesan las manifestaciones populares contra la corrupción. En Irán, las manifestaciones contra la degradación de la situación socioeconómica se propagan en varias ciudades, debido a que Washington retomó las sanciones desde 2018. Estas sanciones apuntan también hacia Hezbolá y se ubican en el marco del conflicto irano-estadounidense en Medio Oriente. Hezbolá, también llamado el Partido de Dios, no sólo trata la cuestión de la revuelta libanesa como un suceso que podría amenazar su poder político interno, sino también como parte del contexto regional, y en particular, en relación con el conflicto contra Estados Unidos.
Ideas sobre la geopolítica de Líbano
Líbano se ubica al este del mar Mediterráneo, con una superficie de 10 452 km2. Es un país abierto al mundo a través de una fachada marítima de 210 km de longitud. Tiene frontera terrestre con Israel y con Siria. Israel se ubica al sur y su frontera se extiende 75 km. La frontera con Siria mide 375 km de longitud y se extiende de sur a norte, pasando por el este del país, de tal forma que Siria es el único paso terrestre de Líbano hacia el mundo árabe.
Una sociedad compleja
La sociedad libanesa es compleja, como la mayoría de las sociedades de los países árabes. Se compone de 18 comunidades confesionales, de las cuales nueve son musulmanas y 11 cristianas, lo que hace de la sociedad libanesa un conjunto de minorías. Sin embargo, hay comunidades mucho más numerosas que otras, y son las que tienen el poder político y económico del país: el presidente de la República es un cristiano maronita; el presidente del Parlamento es un musulmán chií, y el primer ministro debe ser musulmán sunita. El Pacto Nacional entre el presidente Bechara El Khoury -maronita- y Riad Solh -sunita- refuerza el poder de los sunitas en la práctica del poder,1 pero no en la Constitución, y margina el poder chií. Desde la década de 1960, los chiíes luchan por ser socios igualitarios en el poder, con los maronitas y los sunitas. Esa lucha, que instauró el imán Musa al-Sadr,2 más tarde fue librada, e incluso superada, por Hezbolá, con el apoyo de Irán.
El conflicto árabe-israelí
Como vecino del Estado de Israel, la geopolítica de Líbano se ve directamente afectada por el conflicto árabe-israelí, en particular por el conflicto palestino-israelí. El Estado de Israel se creó cinco años después de la independencia de Líbano, en 1948. Miles de palestinos encontraron refugio en Líbano, que los acogió con los brazos abiertos en campos considerados provisionales; pero en realidad, el carácter “provisional” de los campos duró décadas. Hoy viven en Líbano alrededor de 300 000 palestinos, cuyo regreso a Palestina parece imposible; y como Líbano está sobrepoblado, es incapaz de naturalizarlos. Además, la naturalización de decenas de miles de palestinos, la mayoría de ellos sunita, cambiaría el equilibrio de poder libanés, basado en el confesionalismo religioso.
Por otro lado, la presencia de la resistencia palestina armada en Líbano sumergió al país en la inestabilidad política y de seguridad desde la década de 1970. Ésta es una de las razones del estallido de la guerra en 1975. Las operaciones militares de los palestinos desde el sur de Líbano provocaron la ocupación israelí, primero de una parte del sur en 1978, y luego, la invasión de todo Líbano en 1982.
Territorio codiciado por Damasco
Las relaciones entre Líbano y Siria siempre han sido conflictivas debido a dos visiones geopolíticas distintas. Aunque los gobernantes de Damasco acepten, a pesar suyo, la independencia de Líbano, desconfían de las relaciones de los libaneses con Occidente, sobre todo de los maronitas. En Damasco siguen buscando un control político sobre el régimen de Beirut y militar sobre el Valle de la Bekaa, cuyas fronteras están a 20 km de la capital siria. Por su parte, los libaneses, sobre todo los maronitas, desconfían de la política de Damasco que, según ellos, pretende anexionarse el país, como lo han demostrado la presencia militar siria en Líbano durante 29 años (1976-2005) y la tutela política del régimen de los Ásad durante 15 años (1990-2005).
Sin embargo, la geografía obliga a ambos países a tener buenas relaciones. La ruta Beirut-Damasco es el camino de exportación de los productos libaneses hacia los países árabes y de tránsito de los productos provenientes de Occidente, a través del puerto de Beirut. Además, muchos turistas árabes entran en Líbano por vía terrestre a través de Damasco. Por eso, el cierre de ese camino desde 2011 es una de las razones de la crisis económica en Líbano. Por otro lado, el papel de Líbano como país de tránsito es importante para la economía siria.3 Desde el estallido de las guerras en Siria, Líbano se convirtió en un país de refugio para los sirios que huyen de la violencia. Pero esta vez, paradójicamente, el que está rescatando al régimen de Damasco de caer ante la presión de sus opositores es Beirut, es decir, Hezbolá, que comenzó sus intervenciones militares en Siria en 2012.
La energía costa afuera es una nueva situación geopolítica
En diciembre de 2009, la empresa de energía estadounidense Noble Energy publicó los resultados de sus estudios sobre la cuenca del Levante.4 Estudios complementarios del Servicio Geológico de Esta- dos Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) confirman que la riqueza energética de la cuenca se estima en 1 700 millones de barriles de petróleo y aproximadamente 3.45 billones de metros cúbicos de gas natural (USGS, 2010). Las reservas libanesas de gas podrían estar entre 7 079 y 8 495 millones de metros cúbicos, y los recursos petroleros, en 800 millones de barriles (Hub.brussels, s.f.). Ese “maná” es muy importante para la economía del país de los cedros. Por un lado, sería independiente en el plano energético y pasaría de ser importador de energía fósil a ser exportador.5 Además, los ingresos por esa riqueza energética podrían sacarlo de su fuerte crisis económica y pagar sus deudas, que en 2019 ascendían a 90 000 millones de dólares. Las reservas también agregan importancia geopolítica a Líbano, sobre todo frente a los países europeos que importan energía fósil.
Muy pronto el gobierno libanés empezó a actuar. En 2010 proclamó la ley 132 sobre los recursos petroleros costa afuera, que consta de 77 artículos, y definió los derechos del Estado libanés sobre la explotación de las reservas ubicadas en los 22 730 km2 de la zona económica exclusiva (ZEE) del país, trazada en 1982 (Hub.brussels, s.f.). Las aguas territoriales se dividieron en diez bloques, según la naturaleza geológica del terreno, para facilitar la exploración. El 9 de febrero de 2018 se firmaron dos acuerdos de exploración y producción entre el consorcio formado por Total, Eni, Novatek -Total, con 40% de la entidad; Eni, con otro 40%; Novatek, con 20%- y el gobierno libanés. Dichos acuerdos se refieren a los bloques 4 y 9, con 1 911 km2 y 1 742 km2, respectivamente. La perforación en el bloque 4 es fácil, pero complicada en el bloque 9 debido al conflicto de las fronteras marítimas con Israel, el cual se desencadenó inmediatamente después del descubrimiento de las reservas de ambos países (AFP, 2018). En efecto, Líbano afirma que cuando Israel trazó su ZEE en julio de 2011, empujó su frontera más al norte de lo que Beirut había acordado con la ONU en julio de 2010. Así, Israel ocupa 860 km2 de la ZEE libanesa (Rizk, 2011). La mediación estadounidense, propuesta por Washington en 2018 y aceptada por ambos países, intentará resolver el litigio a favor de su aliado estratégico: Israel. Desde entonces, el tema se ha utilizado para ejercer presión sobre Líbano, pues en vísperas de la perforación de los dos bloques el país cayó en una crisis económica y social inédita desde su independencia.
Clase política corrupta y crisis socioeconómica inédita
Si la crisis económica y social libanesa es inédita, la revuelta que comenzó el 17 de octubre de 2019 también lo es, no por la cantidad de manifestantes, sino por los eslóganes y objetivos que éstos anuncian. Decenas de miles de manifestantes de todas las religiones y credos, y de todas las regiones, salieron a las calles a exigir juicios y la expulsión de la clase política corrupta, que ha utilizado el confesionalismo y el régimen confesional para fortalecer su poder y robarse el dinero público. ¿Existe en realidad una relación entre el confesionalismo y la crisis socioeconómica actual?
El confesionalismo corrupto
El confesionalismo data de antes de la formación del Líbano actual. Se remonta al Imperio otomano y el comienzo de la injerencia de las grandes potencias. Ese confesionalismo es social y político. Este último se organiza en la Constitución, la costumbre y las leyes. El objetivo de los legisladores es que todas las comunidades religiosas que componen la sociedad participen en el poder. Pero en la práctica, el confesionalismo se ha convertido en un instrumento para bloquear la vida política y fortalecer las prerrogativas de la comunidad, así como en un medio de los jefes políticos para coronarse emires al frente de las comunidades confesionales.6 Esa práctica de poder se acentuó bajo la tutela siria del país7 y continuó tras la partida de sus tropas, lo que desarrolló el clientelismo político confesional, y en consecuencia, la corrupción en el sistema político. Dicha corrupción es el factor principal de la crisis económica, financiera y social en la que está inmerso el país. ¿Cuál es esa crisis? ¿Cómo cayó Líbano en ella?
Indicadores económicos en números rojos
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), los indicadores económicos de Líbano están todos en números rojos. En 2019, la deuda pública representaba más de 150% del producto interno bruto (PIB). La balanza de las transacciones corrientes era negativa, más de 25% del PIB (FMI, 2019). El desempleo aumentaba de manera vertiginosa, sobre todo desde la entrada de 1.5 millones de desplazados sirios. La cifra real se estima en 46%.8 La agricultura, que representa 5.3% del PIB y emplea a alrededor de 13% de la población activa, es primitiva. El sector industrial, que representa 12.8% del PIB y emplea a alrededor de 22% de la población activa, sufre la ausencia de toda política estatal y la competencia de productos importados (Import-Export Solutions, 2020). La crisis se agrava desde 2011, pues la exportación vía Siria hacia los países árabes se vuelve cada vez más difícil y peligrosa. Los servicios, que representan 76% del PIB y emplean a 75% de la población, también están padeciendo la crisis económica y financiera. El sector bancario, fundado en la década de 1950, atraviesa una crisis inédita y está en riesgo de hundirse.9 La crisis del sector turístico se remonta a 2011, debido a la inestabilidad de Medio Oriente y el enorme retroceso del número de turistas.10 Este sector representa 20% del PIB y emplea a 18% de la población activa.
Además, la infraestructura del país es insuficiente. Los cortes de electricidad son regulares y el déficit de la Sociedad de Electricidad de Líbano es de 2 000 millones de dólares anuales.11 La crisis de desechos, que comenzó en 2015, no se ha resuelto y la basura se sigue acumulando a lo largo del Mediterráneo. Esta peligrosa situación social y económica es el resultado de la política económica y financiera de los distintos gobiernos desde la década de 1990.
Los orígenes de la crisis actual
Cuando frenaron las hostilidades en 1990, Líbano no tenía deuda externa. La deuda interna en libras libanesas -alrededor de 100% del PIB en 1990- se atenuó gracias a una fuerte inflación. A pesar de los 15 años de guerra, el sistema bancario no se derrumbó. En 1982, los depósitos eran de alrededor de 12 000 millones de dólares, pero disminuyeron tras la invasión israelí y las guerras intercomunitarias que siguieron. En 1987 ya eran de 3 500 millones de dólares. La disminución de los depósitos llevó a la devaluación de la libra libanesa, de 4.5 libras por dólar a 500 libras por dólar, en 1988. Dicho fenómeno desencadenó también la dolarización de la economía. Sin embargo, el banco central guardaba reservas de oro importantes, con valor de 2 500 millones de dólares en 1990. El dinero que enviaban los emigrados libaneses fue un factor de sostén para la economía nacional durante la guerra, sobre todo porque gran cantidad de ese dinero provenía de los países del Golfo, que viven un auge petrolero.12
A pesar de los indicadores más o menos positivos, el país estaba destruido. Había que reconstruir la infraestructura, relanzar la economía y restaurar el tejido social deshecho durante la guerra.13 De acuerdo con la sociedad estadounidense Bechtel, el costo de restauración de infraestructuras se calculaba en 3 500 millones de dólares.14 Pero Rafiq Hariri, nombrado primer ministro en 1992, hizo a un lado ese estudio. Estableció un plan de reconstrucción que costaría 18 000 millones de dólares y relanzó el Consejo de Desarrollo y Reconstrucción (CDR).15 El CDR sería su principal herramienta en la reconstrucción del país y marginaría a los ministerios e incluso al gobierno del cual era primer ministro. En los últimos años han circulado muchos rumores en torno al CDR, cuyos gastos, calidad de trabajo y costo de proyectos no están sometidos a ninguna instancia de control.16 Además, se ha convertido en una herramienta política para el primer ministro, ya sea para ejercer presión sobre los políticos o para ganarse su apoyo.
Política de endeudamiento
La política de Rafiq Hariri, así como la del gobernador del Banco Central, Riad Salamé,17 que entró en funciones en 1993, llevaron a la crisis actual. En efecto, la política monetaria que adoptaron alienta el uso masivo del dólar estadounidense en la vida económica del país. La libra libanesa se convirtió en una simple moneda de cuenta. Para financiar la reconstrucción del país, el Banco Central de Líbano (BCL) y el ministerio de finanzas emiten bonos del tesoro a tasas muy altas, en especial sobre la libra libanesa. Las tasas fluctúan entre 18% y 42%. Por esa razón, el costo del servicio de la deuda pública hoy alcanza 40% de los gastos del tesoro público. Los que han aprovechado la política de bonos del tesoro con intereses anormalmente altos son los acaudalados, sobre todo los bancos privados y una parte de la clase media. No fue sino hasta la conferencia de los países donadores, que organizó Francia en noviembre de 2002 -conocida como París 1-, y bajo presión de dichos países, cuando las tasas de interés se volvieron a orientar a la baja (Corm, 2005).
La política de Rafiq Hariri no impulsó la inversión de capitales en proyectos productivos en los sectores industrial, agrícola o turístico. Además, en ese nivel, “no [se previó] ningún mecanismo de ayuda para que el sector privado [reconstituyera] su capacidad productiva” (Corm, 2005: 5). Así, Líbano perdió la oportunidad de ser un polo de atracción de la ola migratoria de firmas internacionales que dejan sus países de origen y van hacia economías pequeñas en las que la mano de obra es más barata.
Por otro lado, la política de reconstrucción de Rafiq Hariri, que pretendía retomar el papel de Beirut como centro regional del comercio internacional, tampoco tomó en cuenta que la región de Medio Oriente ha cambiado mucho. En efecto, las economías árabes, antes socialistas y cerradas, pasaron a la economía de mercado y se abrieron al comercio internacional. Otras ciudades árabes aventajaron a Beirut en ese papel, en particular Dubái, en Emiratos Árabes Unidos. Por esa razón, después de tres décadas, el centro de Beirut, cuya reconstrucción ha costado miles de millones de dólares, parece un desierto.
Jefes de partidos políticos o jefes de “familias de la mafia”
Además de la política económica corrupta de Rafiq Hariri, la gobernanza de Líbano desde finales de la guerra se asemeja más a la gobernanza de la mafia. La tutela siria fomenta ese sistema. Los partidos políticos en el poder son más bien “familias de la mafia”. Muchas veces, los jefes de los partidos permanecen en el cargo toda la vida. Algunos nombran a su heredero político antes de morir, que puede ser el hijo mayor u otro miembro de la familia.18 Sus prerrogativas no tienen límites.19 Son más bien dictadores que pretenden administrar un sistema democrático en Líbano. El sistema corrupto de los partidos políticos contribuye a la corrupción en la vida política del país, sobre todo porque casi todos los gobiernos después de la guerra han sido de acuerdo nacional. Entonces no hay oposición verdadera, y el hecho de que las comunidades confesionales que componen la sociedad libanesa compartan el poder, cosa que quiso el legislativo, convierte al Estado en un “pastel” que se comparte. Ese sistema corrupto desencadena el clientelismo político. La nominación de funcionarios y sus ascensos se hacen según la lealtad al jefe del partido político, que a su vez es el jefe del credo. Incluso los jueces se nombran según este sistema. La independencia del poder judicial ya no existe, y esto desarrolla la corrupción en la administración pública, que se suma a la que hay en la clase política.
Lo anterior explica la desconfianza del pueblo libanés hacia toda la clase política y el famoso eslogan: “todos es todos”. Por esta razón, las revueltas reivindican desde el principio la formación de un nuevo gobierno de tecnócratas independiente de los partidos políticos. No obstante, Hezbolá, el partido más poderoso de Líbano, se niega. Su secretario general, Hassan Nasrallah, quiere un gobierno mixto de tecnócratas y políticos.
Hezbolá: un “Estado” dentro del Estado
Como reacción a la revuelta del 17 de octubre de 2019 en Líbano, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, se pronunció diciendo que “el pueblo libanés quiere un gobierno eficaz, reformas económicas y el fin de la corrupción endémica. Todo acto de violencia o de provocación debe acabar” (L’Orient-Le Jour, 2019). Esta declaración se hizo tras un violento ataque de partidarios de Hezbolá y Amal contra los manifestantes antigobierno en el centro de Beirut. El secretario general de Hezbolá acusa a los estadounidenses de estar tras la revuelta. Las declaraciones no sorprenden a los libaneses, quienes saben que Líbano, desde hace años, es uno de los terrenos de conflicto entre Estados Unidos e Irán, o incluso el terreno principal, dada la importancia de Hezbolá en la política regional de Irán.20
Hezbolá: primera exportación de la revolución iraní
Líbano ocupa un lugar central en la política imperialista de la República Islámica de Irán debido a elementos geopolíticos que se pueden resumir de la siguiente manera: 1) Líbano tiene una larga fachada marítima al este del mar Mediterráneo, cuya importancia para Irán radica en tener acceso y presencia en ese mar estratégico en el mundo, y para la exportación de energía; 2) la presencia de una comunidad chií numerosa en Líbano facilita el reclutamiento ideológico de una milicia pro iraní; 3) en el aspecto geográfico, la frontera líbano-israelí interesa a Irán para intervenir en el conflicto palestino- israelí, además de que los chiíes son el mayor grupo en esa frontera; 4) Líbano también tiene una larga frontera con Siria, donde el régimen de Háfez al-Ásad, padre del mandatario actual, estuvo entre los primeros en apoyar la revolución islámica iraní. El caos libanés durante la guerra civil (1975-1990) fue un medio favorable para que Teherán fundara la milicia de Hezbolá a principios de la década de 1980. Éste es el primer éxito de la “exportación” de la Revolución iraní.21
Hezbolá: de la creación a la muerte de Háfez al-Ásad
Al día siguiente de la toma del poder en Irán, en febrero de 1979, el imán Jomeini envió a funcionarios del cuerpo de Guardianes de la Revolución a crear una milicia pro iraní. Empezaron por la Bekaa, en la frontera con Siria, con chiíes involucrados en el movimiento Amal, que creen en la ideología religiosa de wilayat al-faqih.22 Al principio, el nombre era Amal-Islamiya. Después de la invasión israelí a Líbano en 1982 y el desembarco de las tropas multinacionales en Beirut, la milicia empezó sus acciones militares.23 Tras el repliegue de las tropas israelíes de Beirut y el Monte Líbano, Hezbolá extendió su terreno operativo hacia el sur. A pesar de la alianza entre Damasco y Teherán, y de la luz verde siria para la creación de Hezbolá, la competencia entre las dos capitales por el dominio de los chiíes de Líbano era tensa. Se desarrolló un conflicto armado entre ambas milicias (1988-1990), que terminó con el Acuerdo de Damasco entre iraníes y sirios, según el cual Hezbolá se impuso como primera milicia chií en Líbano (Sarkis, 1993). En 1991, con el pretexto de estar resistiendo la ocupación, Hezbolá quedó excluido del desarme acordado en Taif.24
Desde principios de la década de 1990, Hezbolá hizo su entrada en la vida política libanesa, pero bajo el control de Háfez al-Ásad, que era el verdadero gobernador de Líbano.25 Al mismo tiempo, el Partido de Dios monopolizó la resistencia contra la ocupación israelí al sur de Líbano y desarrolló su organización militar con un sostén militar, de seguridad, político y monetario ilimitado por parte de Irán. La muerte de Ásad padre y el acceso de su hijo Bashar al poder, “liberaron” a Hezbolá de los límites impuestos por el primero en su papel interno en Líbano.26 Eso sucedió un mes después de la “victoria de la liberación” del sur de Líbano, seguida del repliegue israelí, el 25 de mayo de 2000.
Líbano: de la tutela siria a la tutela iraní
El repliegue de las tropas sirias de Líbano, en abril de 2005, y las presiones que ejerció la comunidad internacional contra Damasco, le permitieron a Hezbolá el despliegue militar y el desarrollo de su poder político en Líbano. En el plano militar, sus tropas se instalaron en las cimas de la cadena montañosa del oeste. En el plano político, empezó a participar en los gobiernos y agrandó su grupo parlamentario. No habría podido hacer eso sin: 1) el fracaso de la Alianza del 14 de marzo para aprovechar el asesinato de Rafiq Hariri y aislar a Hezbolá; 2) la alianza con el general Michel Aoun, en marzo de 2006, y 3) el fracaso de Israel en la guerra de julio-agosto de 2006. Tras un plantón que duró 18 meses en el centro de Beirut, el Partido de Dios se impuso como actor político ineludible.27 Así, la mayoría parlamentaria de la Alianza del 14 de marzo se volvió ineficaz. Desde entonces, Líbano se asemeja cada vez más al ejemplo iraní, en el que la organización de los Guardianes de la Revolución, bajo el mando directo del jeque Alí Jamenei, domina la vida política. Hezbolá se ha convirtido cada vez más en un “Estado” dentro del Estado libanés. En enero de 2010 impuso a Nagib Mikati como primer ministro, en lugar de Saad Hariri, líder de la Alianza del 14 del marzo.28 Cuando acabó el mandato del presidente Michel Sleiman, bloqueó, con su aliado Michel Aoun, la elección de un nuevo presidente durante dos años y medio. El bloqueo de la vida política llevaría a Hariri y a Samir Geagea a apoyar la candidatura de Aoun, aliado y candidato de Hezbolá. La elección de Michel Aoun fue un paso importante para el dominio de Hezbolá, y en un momento posterior, para la tutela iraní. A partir de entonces, el presidente de la República defiende las armas de Hezbolá frente a las instancias regionales e internacionales.29 La ley electoral, según la cual se llevaron a cabo las elecciones parlamentarias en 2016, da la mayoría a Hezbolá y sus aliados. Así, la tutela iraní sobre Líbano se vuelve más fuerte con el dominio de Hezbolá en el parlamento y la presidencia de la República. Por eso, responsables iraníes declaran que Irán domina cuatro capitales árabes, es decir, Bagdad, Damasco, Saná y Beirut (Buzo, 2018).
El enorme papel de Hezbolá en la política imperialista iraní
Hezbolá tiene un papel importante en el dominio iraní de las otras tres capitales. En Damasco es el principal brazo militar de Irán y salvó al régimen de su aliado sirio. En Bagdad desempeñó un papel importante en la creación y entrenamiento militar de las milicias chiíes pro iraníes -Al-Hashd Al-Sha’abi o Fuerzas de Movilización Popular- tras la aparición del Estado Islámico (Sekini, 2016). En Saná, los soldados de Hezbolá siempre están ayudando a la organización Ansar Alá -hutíes- en su guerra contra la coalición árabe bajo el liderazgo de Arabia Saudí (Corbeil y Amarasingam, 2016). Además, el Partido Libanés desempeña un papel esencial para mantener a los movimientos palestinos pro iraníes, no sólo en Líbano, sino también en Palestina (Levitt, 2014).
Por todas esas razones, y porque amenaza la seguridad de Israel, Hezbolá está en la mira de Washington. Las sanciones estadounidenses, que se retomaron tras la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear en 2018, señalan como responsables tanto a iraníes como a Hezbolá, así como a hombres de negocios que sostienen financieramente a este último. Hezbolá pone así a Líbano en el centro del conflicto regional irano-estadounidense, dentro del cual el asesinato del mando de la Fuerza Quds, el brigadier Qasem Sulaymani, se considera una fase importante.30 El guía espiritual de la Revolución iraní, Alí Jamenei, y el secretario general de Hezbolá, Hassan Nasrallah, precisan que el precio de la sangre de Sulaymani -y de la de Abu Mahdi al-Muhandis, comandante adjunto de las milicias chiíes pro iraníes en Iraq- es la salida de los estadounidenses de la región (L’Orient-Le Jour, 2020). Líbano no estará a salvo en esta nueva fase del conflicto. Además, la salida de la crisis económica y financiera del país se vuelve más difícil. La presencia de alrededor de 1.5 millones de desplazados sirios vuelve más peligrosas las consecuencias de esta crisis, aunque los libaneses no hablen mucho al respecto desde el 17 de octubre de 2019.
Los desplazados31 sirios en Líbano: un peligro geopolítico
En marzo de 2020, la crisis siria comenzó su noveno año con una plétora de calamidades en el plano humanitario, que destroza el tejido social y desplaza a millones de sirios en el interior y el exterior de su país. Líbano se ha visto directamente afectado por la crisis, debido a su proximidad geográfica con Siria, así como por sus lazos históricos y familiares.
Cantidad de desplazados
Según el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS), en 2019 la cantidad de migrantes sirios en Líbano fue de 950 000 (ACNUR, 2019). Pero según el gobierno libanés, son alrededor de 1.5 millones (Gobierno de Líbano y Unicef, 2018). Es cierto que Líbano no es el único país limítrofe de Siria que ha acogido a una parte de los seis millones de migrantes sirios, pero es el país con la tasa más alta de desplazados en relación con la población local, que asciende a 35% en una población de cuatro millones de habitantes.32
Causas de la migración hacia líbano
Una de las causas de la gran migración siria hacia Líbano es la densidad demográfica en las cercanías a la frontera entre estos dos países, en las que 80% del pueblo sirio está instalado en la franja que va de la circunscripción de Sueida, al sur, hasta Alepo, al norte, pasando por la capital, Damasco, y las ciudades de Homs y Hama, principales arterias sirias en las que se concentraron las luchas desde el comienzo de la guerra. Sin embargo, muchos migrantes también provienen de regiones alejadas, como Deir ez-Zor, Raqqa, Alepo e Idlib, pues trabajaban en Líbano o hicieron ahí su servicio militar cuando el ejército sirio estuvo in situ, entre 1976 y 2005. A eso se agrega cerca de medio millón de obreros sirios cuya presencia en Líbano precede a la crisis y que se llevaron a su familia -grande o chica- para sacarla del infierno de la guerra.
Consecuencias sociales
Esta inmensa migración caótica ha creado una situación social que los libaneses no pueden contener por completo debido a varios factores, sobre todo económicos y sociales. Líbano no ha podido construir campos para los migrantes sirios -como sí lo han hecho Turquía y Jordania-, por dos razones: 1) su reducida superficie no permite la construcción de campos a más de 40 km de las fronteras -según las normas y condiciones del OOPS-, y 2) los libaneses temen que los campos se transformen en centros de residencia permanente o a largo plazo, como sucedió con los refugiados palestinos.
En consecuencia, la mayoría de los migrantes -86%- vive en regiones libanesas pobladas en 66% por clases pobres y desprotegidas, y en casas que no pueden asegurarles una vida decente. Cada casa alberga más de una familia, por lo tanto, no es posible tener vida privada y los problemas sociales y familiares aumentan. El resto -18%- vive en campos no organizados, privados de las condiciones necesarias para la vida.
Otra consecuencia de esa migración es el aumento de la tasa de migrantes sirios que viven por debajo del umbral de pobreza, de 50% en 2014 a 70% en 2015.33 De ahí se derivan consecuencias nefastas:
Trabajo de menores de edad, matrimonios precoces y explotación de niñas en tareas contrarias a la dignidad de la mujer.
Aumento de 40% de la tasa de criminalidad y de los robos desde 2011, según las fuerzas de seguridad libanesas. De hecho, 25% de la población carcelaria en Líbano es migrante siria (entrevista con funcionario de la policía libanesa, Beirut, febrero de 2019).
Una gran cantidad de hijos de migrantes sirios no está escolarizada. Hasta septiembre de 2015, de casi 403 000 niños sirios de entre cinco y 18 años de edad, sólo 106 000 fueron inscritos para el periodo escolar 2015-2016, a pesar de que el gobierno libanés facilitó su escolarización (Gobierno de Líbano y ONU, 2015: 62). Sin embargo, se registraron varias bajas escolares debidas, entre otras cosas, a la incapacidad de los padres para pagar el transporte o de los niños para seguir los cursos en lenguas extranjeras -francés e inglés-; o bien, a la necesidad que tienen las familias de que los niños trabajen o de casar a las niñas a edad temprana. En suma, cerca de 300 000 niños sirios no van a la escuela.
Por diversas razones, una gran proporción de los nacimientos de migrantes sirios en Líbano no se declara. Hasta mayo de 2018 se tenían registrados 178 000 nacimientos de sirios en Líbano, a razón de 23 000 al año. De ellos, 79% no fue declarado ni en Líbano ni en Siria (AUB, 2019). Sin papeles de identidad, la gente tiene problemas para escolarizarse, para desplazarse e incluso para regresar a su país. Por si fuera poco, una situación como ésta tendrá consecuencias sociales y políticas en Líbano y en las relaciones con Siria.
Consecuencias de la migración de sirios a líbano
Para empezar, en el plano demográfico, la presencia de esa gran cantidad de desplazados sirios tendrá repercusiones en Líbano. En el Plan de Líbano para Responder a la Crisis, 2015-2016, el primer ministro libanés señalaba que “la cantidad de habitantes de Líbano [había aumentado] un tercio en seis años” (Gobierno de Líbano y ONU, 2015: 15). Para 2030, se prevé que habrá 5.23 millones de habitantes en Líbano. Ahora bien, con la afluencia de migrantes sirios que se suman a los refugiados palestinos, se contaron 5.9 millones de residentes en Líbano en 2017. La densidad demográfica, en 2014, había aumentado a 37% -de 400 a 520 hab/km2- (2015: 47), lo cual constituye una crisis demográfica con consecuencias sociales y ecológicas que Líbano difícilmente aguantará.
En el plano socioeconómico, desde que empezó la crisis siria en 2011, la cantidad de pobres en Líbano ha aumentado 110% y cerca de dos tercios del pueblo libanés cayó bajo el umbral de pobreza (Gobierno de Líbano y ONU, 2015: 13).35 El Tesoro libanés pierde cada año más de 500 millones de dólares en la electricidad que consumen los migrantes sirios, mientras que Líbano satisface apenas 60% de la demanda de energía eléctrica de los libaneses. Asimismo, la tasa de suministro de agua para satisfacer las necesidades de los libaneses pasó de 80% a 48%. Los desechos han aumentado cerca de 15%, en un momento en el que Líbano enfrenta, desde hace años, enormes dificultades para tratarlos. La mano de obra siria ha aumentado 70%, lo que conlleva un alza de 50% en la tasa de desempleo entre libaneses desde 2011 (2015: 9).36 Cerca de dos tercios de los jóvenes libaneses están desempleados. El aumento de la mano de obra siria en el transcurso de los cuatro años siguientes a 2011 va de la mano con el retroceso del crecimiento económico en Líbano -hasta 2%-, mientras que durante los cuatro años que precedieron al estallido de la crisis siria el crecimiento fue de 9% (2015: 9).
En el plano de la infraestructura, la presencia de 1.5 millones de migrantes sirios ha sobrecargado la infraestructura libanesa, que ya de por sí no satisfacía las necesidades de sus ciudadanos. La producción libanesa de energía eléctrica satisface apenas 60% de la demanda. Con la afluencia de los migrantes sirios la tasa ha caído, al igual que las horas de suministro diarias, en particular en verano. Esto ha tenido efectos negativos sobre los ciudadanos y sobre los sectores industrial, comercial, artesanal, turístico, etcétera (Gobierno de Líbano y ONU 2015: 46).
Lo mismo sucede con el agua potable, que no satisface las necesidades de los libaneses. Según el Plan de Líbano para Responder a la Crisis, 2015-2016, “un cuarto de los libaneses nunca ha recibido agua por parte del sistema público de aguas. Hoy, las cosas empeoran por la gran afluencia de migrantes sirios” (Gobierno de Líbano y ONU, 2015: 15). Antes de 2011, el sistema público satisfacía 80% de las necesidades de los libaneses. En 2015, la tasa cayó a 48% debido a un aumento de 28% en la demanda, provocado por el flujo de migrantes desde 2011 (2015: 15).
En el plano ecológico, los migrantes sirios afectan gravemente el medio ambiente en Líbano. Desde 2011, las aguas residuales aumentaron entre 8% y 14% (Gobierno de Líbano y ONU, 2015: 15), lo que eleva la contaminación del mar, de los cursos de agua y el manto freático; además, en Líbano sólo se trata 8% de las aguas residuales, es decir, 310 millones de metros cúbicos anuales, de los cuales 250 millones son aguas grises y 60 millones son aguas industriales (2015: 45).
En materia de desechos, según el informe de evaluación ecológica establecido en 2014 por el Ministerio del Medio Ambiente, la producción de desechos ha aumentado entre 8% y 14% (Gobierno de Líbano y ONU, 2015: 16). Los desechos duros han aumentado a un ritmo de 16% anual, lo que ha pesado en la crisis de desechos de Líbano a partir de 2015, y aún no se ha resuelto.
En el plano de la seguridad, la migración siria es un peligro para la estabilidad libanesa, tanto por las redes terroristas como por el aumento de la criminalidad. En los últimos años, ese peligro se ha manifestado en las redes terroristas que apuntan contra la seguridad interior libanesa, lo que recientemente ha orillado al ejército libanés a combatir esas redes en las regiones limítrofes del este, para recuperar el territorio. Líbano sigue sin estar bien resguardado de esos grupos peligrosos debido a la presencia de células en los agrupamientos de migrantes y los campos palestinos. En materia de criminalidad, las instancias de seguridad libanesas señalan que la cifra de detenidos sirios fue de 16 058 en 2017, por diversos delitos.
Conclusión
La crisis en Líbano no parece estar en vías de resolverse. En el plano interno, la clase política en el poder se niega a responder las reivindicaciones callejeras. La revuelta continúa. La degradación rápida de la situación social, económica y financiera corre el riesgo de hundir al país en una inestabilidad de seguridad, además de la inestabilidad política y económica. Hezbolá, por su parte, no cederá a las presiones estadounidenses. Tras el asesinato del funcionario Qasem Sulaymani, el secretario general del partido anunció “el combate para expulsar a los estadounidenses de la región” (Nasrallah, 2020). Sin duda, la nueva fase del conflicto irano-estadounidense, luego de dicho asesinato, tendrá repercusiones en Líbano.
La ayuda internacional que prometieron los países donantes reunidos en la Conferencia Económica para el Desarrollo, a través de Reformas y con Empresas (CEDRE 1, por sus siglas en francés), en París, en abril de 2018, esperaba las reformas del gobierno libanés que jamás llegaron. A partir de entonces, la CEDRE 1 está suspendida, tanto por las presiones estadounidenses, como por la reticencia de los países del Golfo a ayudar al régimen libanés “gobernado” por Hezbolá y bajo la tutela iraní. Así, Líbano, que conmemora su primer centenario en 2020, se encuentra entre la crisis interna y el “volcán” de Medio Oriente, lo que podría cambiar la geopolítica del país.










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