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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.29 Ciudad de México ene./abr. 2009

 

Esquinas

 

El índice de reemplazo etnolingüístico entre la población indígena de México

 

The Ethnolinguistic Replacement Index among the Indigenous Population of Mexico

 

Manuel Ordorica*, Constanza Rodríguez**, Bernardo Velázquez e Ismael Maldonado***

 

* El Colegio de México, México–Distrito Federal. E–mail: mordori@colmex.mx.

** Proyecto de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas–Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, México (CDI–PNUD). E–mail: crodriguez@cdi.gob.mx

*** Dirección de Información e Indicadores, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, México. E–mails: bvelazquezr@cdi.gob.mx, imaldondo@cdi.gob.mx

 

Recepción: 29 de mayo de 2008
Aceptación: 10 de julio de 2008

 

Resumen

La transmisión de las lenguas indígenas se presenta a partir del análisis intergeneracional del uso de la lengua materna. El trabajo muestra las diferentes situaciones en que se encuentran los idiomas indígenas en los niveles de análisis regional, estatal y municipal. Otro aspecto importante es la comparación del índice para cada uno de los 62 grupos etnolingüísticos identificados en dos momentos: en el XII Censo del año 2000 y el Conteo de Población de 2005, que permiten observar los procesos de pérdida o recuperación de las lenguas indígenas en México, así como su hipotética manifestación en un escenario deseable.

Palabras clave: lenguas indígenas, población, hogar, etnolingüística, reemplazo.

 

Abstract

This paper studies the transmission of indigenous languages through an analysis of the use of Mother Tongues across generations. it also shows the different conditions of the indigenous languages at the regional, state and municipal levels. it features a comparison of the indexed data for each of the 62 ethnolinguistic groups collected through two major demographic studies: the 2000 General Census and the 2005 Count of Population and Housing, which allow us measure the decline or recovery of indigenous languages in Mexico.

KeyWords: indigenous languages, population, home, family, ethnolinguistics, replacement.

 

Si todas las lenguas, sin excepción, son tan bellas,
es porque son incomparables, irreductibles la una
a la otra.

J. Baudrillard

 

INTRODUCCIÓN

Una de las más importantes manifestaciones de la cultura es la lengua utilizada para comunicarse, pues es a través de este medio como se hace posible la transmisión del conocimiento, la tradición, la memoria y la experiencia de un conjunto de seres humanos, permitiendo al grupo su autorreconocimiento y asociación porque, finalmente, las lenguas indígenas tienen en su práctica una base y extensión comunitaria que produce cambios lingüísticos y da origen a formas comunitarias del habla que sirven de soporte a las identidades (Warman, 2003: 101). Así, las pequeñas variaciones en el len guaje permiten al hablante nativo la identificación del otro, del lugar del que proviene, al tiempo que posibilita al estudioso reconstruir la historia y la influencia de sociedades vecinas, dominantes o sometidas, en el ámbito local, el cual pervive a través de la adopción de voces, palabras y frases que, a su vez, enriquecen el idioma, pero también lo limitan y lo separan de sus hermanos de lengua.

Estas diferencias son resultado de las dinámicas demográficas de los grupos sociales, que dan lugar a procesos de expansión o contracción de los territorios que ocupan los distintos pueblos y grupos sociales a través de la historia. Ellas son los dialectos o variedades lingüísticas y pueden existir tantos como sea posible siempre y cuando se mantenga un cierto grado de inteligibilidad. Esta característica, contrario a lo que muchas personas creen, no es privativa de los llamados idiomas o lenguas indígenas: quizá una de las lenguas con mayor número de variedades dialectales sea nuestra lengua mayoritaria, el español, que se habla a lo largo de casi toda la América Latina, España y pequeñas secciones de África.

La desvalorización y pérdida de lenguas indígenas a nivel mundial constituye una importante sangría en el patrimonio cultural de la humanidad. La extinción de una lengua no es sólo la pérdida de una forma de comunicación, conlleva la desaparición de una cosmovisión y una forma de ver la vida, así como la absorción del individuo y las comunidades por una sociedad ajena. En este caso no estamos hablando de la fusión de lenguas, como la que ocurrió con las romances, sino de la muerte de una forma de expresión humana, ya que las lenguas también ofrecen caminos y lentes diversos para abordar realidades, huella que se percibe desde la infancia (León Pasquel, 2005: 19).

Considerando que el hogar es la unidad básica de reproducción de las identidades, de la transmisión de la lengua, se toma como base la estimación de la población indígena a través del criterio de hogar indígena1 para hacer el cálculo de la pérdida o vitalidad de la lengua, en la medida que se conoce el número de hablantes y no hablantes de la lengua indígena dentro del hogar.

Con la estimación de la población indígena en hogares, en México se reconoce la existencia de al menos 62 grupos etnolingüísticos, los cuales incluyen variedades lingüísticas, además de un concentrado de lenguas tanto mexicanas como americanas con un número mínimo de hablantes y que no son fácilmente identificables en otras fuentes de información. La población de estos grupos es variada, pues va desde el aguacateco, con poco más de 50 individuos, hasta grupos muy numerosos como es el nahua, con más de 2.2 millones de personas.

Sin embargo, el tamaño de un grupo etnolingüístico no necesariamente se encuentra relacionado con la fortaleza de su lengua, ni con su capacidad de transmisión a las generaciones más jóvenes. Lo podemos constatar con la pro porción de hablantes que mantiene cada grupo, por ejemplo, el maya con una población de 1.4 millones de personas: poco más de 40% de éstos no habla la lengua, mientras que entre los lacandones, uno de los grupos hablantes de lengua minoritaria2 en el país, la proporción de no hablantes se reduce a 10%. este porcentaje permite establecer una primera estimación del grado de vitalidad o de pérdida de los idiomas.

Con el fin de contribuir a la búsqueda de mejores indicadores que permitan observar este proceso se elaboró el índice de reemplazo etnolingüístico presentado a continuación.

Es importante resaltar que la estimación de la población indígena en hogares, metodología utilizada por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), reconoce las relaciones ancestro–descendiente en la transmisión de las identidades y las adscripciones étnicas. Al ser la lengua un importante elemento de transmisión de la cultura, la presencia de uno o más ascendientes del jefe o su cónyuge en el hogar da pie a la continuidad de valores y elementos culturales que van más allá de la lengua, independientemente de que puedan o no transmitirla a las nuevas generaciones, pues influyen en la transferencia de conocimientos, valores, usos y costumbres, incluso de forma indirecta, al interior del hogar. La información utilizada en este trabajo parte de la población indígena estimada por la CDI con base en el II conteo de Población y Vivienda 2005.

FOTO
Mujer otomí en la milpa. San Pablito, Puebla, 1980.

 

EL ÍNDICE DE REEMPLAZO ETNOLINGÜÍSTICO (IRE)

Por lo general, dentro de la literatura el uso del concepto 'reemplazo de la lengua' denota la sustitución de una lengua por otra o la aparición de nuevas variedades. Cabe aclarar que el término 'reemplazo', utilizado en este análisis, indica la capacidad de reproducción de un grupo etnolingüístico a través de la lengua, es decir, la transmisión de la lengua de padres a hijos o en las relaciones ancestro–descendientes.

En este sentido, el IRE mide la condición de que las nuevas generaciones de la población de un grupo etnolingüístico mantengan el uso de la lengua indígena.

El cálculo del IRE para la población indígena tiene como base el modelo demográfico para la obtención de la tasa de reproducción, la cual se entiende como el número promedio de hijas que una mujer (o grupo de mujeres) tendría durante su vida si se ajustara a las tasas de fecundidad por edad específica para años particulares durante su periodo reproductivo. esta tasa es parecida a la tasa global de fecundidad, excepto que esta última cuenta solamente a las hijas y mide, literalmente, la 'reproducción'; es decir, una mujer se reproduce, o se duplica, al tener una hija (Haupt y Kane, 2003).

Una forma de aproximación indirecta a la tasa de reproducción es a través del índice de reemplazo empleado por W. S. Thompson, con base en la información sobre la estructura por edad derivada de un censo de población y su respectiva tabla de vida. Cabe aclarar que la adopción del modelo demográfico no pretende de ninguna manera establecer una relación casuística entre tasa de reproducción y reproducción de la lengua; la aproximación es sólo metodológica en el sentido de conocer cuál es el estado de reemplazo que guardan las lenguas a través de la estructura por edad de la población indígena. asimismo, el método supone que los grupos etnolingüísticos están cerrados a la migración y que comportan la misma mortalidad, este último supuesto debido a que se considera la estructura por edad de una población modelo, en este caso la tabla de vida del estado de Oaxaca en 20053.

De esta manera, la construcción del IRE incorpora tanto la población femenina como la masculina, lo que permite apreciar el intercambio sociolingüístico desde la perspectiva de la lengua, el sexo y el hogar. El límite de las niñas y de los niños fue de 5 a 9 años cumplidos en el caso de la construcción del índice y de 0 a 4 años en el caso de la población de la tabla de vida, ya que se considera que a partir de los 5 años es cuando el niño ya sabe hablar la lengua. Debido a que la fecundidad no ha cambiado significativamente, al tener en el numerador a la población de 5 a 9 años y en el denominador a la de 0 a 4 años, el resultado del índice no se modifica sustancialmente respecto al caso en que ese límite fuera el mismo, tanto en el numerador como en el denominador. Para el caso de la edad reproductiva se toma en cuenta el grupo de edad de 15 a 49 años.

El índice se obtiene para hombres y para mujeres, ya que la transmisión de la lengua puede ser bipartita o unilateral. Lo anterior se expresa a través de la siguiente fórmula:

donde,

phli: población hablante de lengua indígena.

pm: población modelo, en este caso de la tabla de vida del estado de Oaxaca.

x: edad en años.

Dependiendo del resultado de la ecuación, la clasificación del IRE es la siguiente:

• Expansión acelerada: mayor a 2

• Expansión lenta: entre 1.11 y 2

• Equilibrio: entre 0.91 y 1.1

• Extinción lenta: entre 0.51 y 0.9

• Extinción acelerada: menor o igual a 0.5

Una tasa neta de reproducción de 1.00 es igual al nivel de reemplazo (Haupt y Kane, 2003: 19). Adaptando lo anterior al modelo, cuando el IRE tiene un valor superior a 1, la población tiene un crecimiento positivo y, por ende, aumentará el número de hablantes de la lengua; si por el contrario, el resultado es menor a 1, la lengua tenderá a la extinción (Ordorica, 2006).

 

SITUACIÓN DE LAS LENGUAS INDÍGENAS EN ESCALA NACIONAL

Una vez que esta metodología se reprodujo y actualizó con datos de 2005, se aplicó a cada uno de los 62 grupos etnolingüísticos del país, con los siguientes resultados a nivel nacional:

 

Extinción acelerada

En el caso de las lenguas en situación de extinción acelerada se registraron 22, entre los que destacan, por el tamaño de su población y el bajo nivel de reproducción, los casos de los grupos etnolingüísticos maya, otomí y mazahua, números 2, 5 y 10, respectivamente, en cuanto al tamaño de su población en el contexto del volumen poblacional de los 62 grupos, con tasas de reproducción entre 0.2358 y 0.4114 (véase cuadro 2, p. 128).

La peor situación del IRE se presentó entre los grupos aguacateco, cochimí y kiliwa, los cuales tuvieron índices de reproducción etnolingüística iguales a 0, lo que implica su posible desaparición, debido a que, entre otras razones, no existen condiciones que permitan el reemplazo de los hablantes.

Si bien 15 de las 26 lenguas minoritarias se encuentran en situación de extinción acelerada, su reducido tamaño no necesariamente significa que todas se encuentren en proceso de extinción, pues algunas de ellas, como el tacuate, se encuentran en proceso de expansión y se mantienen fuertes en su municipio de origen. Otras lenguas plurales como el ocuilteco o tlahuica presentaron un incremento en su número de hablantes y en el tamaño de la población respecto del año 2000, probablemente por la campaña de revaloración de la lengua indígena impulsada por los mismos habitantes del municipio de Ocuilán, en el estado de México.

 

Extinción lenta

Como se mencionó anteriormente, la condición de extinción lenta se presenta cuando el IRE se ubica entre 0.51 y 0.90, y esta situación alcanza a 12 grupos etnolingüísticos, entre los que destacan los nahuas, zapotecos y totonacas, por el tamaño de su población, lugares 1, 3 y 8 respectivamente, así como cinco lenguas más de las consideradas como minoritarias: cucapá, kikapú, kumiai, pima y seri (véase cuadro 3, p. 129).

Las cinco lenguas minoritarias se ubican en el norte del país y no se tienen registros de que su población haya sido nunca muy grande debido a las condiciones medioambientales de las regiones que habitan y que impidieron la conformación de grupos numerosos. El grupo kikapú es la excepción; dada su particularidad como grupo binacional con gran movilidad hacia estados Unidos, se dificulta la identificación y el conteo total tanto de hablantes como de la población indígena.

En conjunto, las lenguas en extinción equivalen a 54.8% del total de lenguas del país. Otro elemento que sobresale es que en esta situación se encuentran siete de los diez grupos etnolingüísticos más grandes en cuanto a tamaño de población, y que para el levantamiento del conteo de 2005 representaban 60% de la población indígena nacional.

En lo que se refiere a las lenguas minoritarias, 15 de ellas se encuentran en grado de extinción acelerada, incluyendo las tres con IRE igual a 0: aguacateco, cochimí y kiliwa, y cinco en extinción lenta, lo cual en conjunto representa poco más de 80% de las lenguas en esta condición.

 

Equilibrio y expansión lenta

Al continuar con la revisión global por grupo etnolingüístico se tiene que 28 se encuentran en situación de equilibrio o de expansión lenta, entre los cuales destacan los índices de reemplazo de los coras, tlapanecos, huicholes y tacuates, cuyo IRE se encuentra por encima de 1.5 (véase cuadro 4, p. 130).

 

EL IRE NACIONAL, ESTATAL Y MUNICIPAL

Un análisis general de la condición del IRE muestra situaciones que invitan a la reflexión profunda de temas como la migración, tanto indígena como no indígena, en periodos de tiempo más o menos largos; los efectos de los programas de gobierno para la promoción del uso de la lengua materna en los lugares de origen y la presencia de polos de desarrollo económico en zonas tradicionales indígenas o en su cercanía que inciden en el desuso de la lengua, como se podrá observar más adelante.

 

IRE nacional y estatal

La situación de las lenguas indígenas a escala nacional las ubica en un proceso de extinción lenta, con un IRE de 0.8667; esto es que hay 0.87 niños que aprenden la lengua indígena por cada caso en el que el padre o la madre, o ambos, habla(n) lengua indígena. Sin embargo, como ocurre en todas las situaciones, la disparidad entre el indicador del más alto y el más bajo es de resaltarse.

El IRE más bajo se registra en el distrito Federal con apenas 0.1728, seguido muy de cerca por el estado de México, 0.1865, ambas entidades fuertemente influidas por procesos migratorios de larga duración y de adaptación a espacios urbanos.

El caso del estado de México refleja dos realidades distintas: por un lado, el área conurbada de la ciudad de México con una importante presencia de población indígena migrante, con dos o más generaciones de residencia, al igual que en el área metropolitana de Toluca; por el otro, la presencia de municipios donde los grupos indígenas autóctonos pierden espacios lingüísticos, ubicándose en estado de extinción acelerada, como es el caso de los mazahuas y los otomíes.

En conjunto, trece entidades federativas se encuentran en situación de extinción acelerada y de ellas al menos ocho cuentan con importantes flujos migratorios, cuya movilidad, con el paso de los años, se ha convertido en definitiva. En el caso de los estados de Yucatán y Quintana Roo, el flujo de población no indígena, el turismo y la migración a las ciudades importantes de la región, parecen influir de manera sustancial en el abandono de la lengua materna y la decisión consciente de no transmitirla a las nuevas generaciones, tema que será necesario profundizar con estudios específicos.

En el caso de las entidades en situación de extinción lenta se registraron doce casos, entre los que destacan Veracruz y Puebla, entidades con fuerte presencia de población indígena, 975 000 y 922 000 indígenas respectivamente, así como el caso de Sinaloa, estado con un alto grado de atracción migratoria, principalmente de mano de obra para los campos agrícolas, que se encuentra muy cerca de la extinción acelerada (0.599).

De las 32 entidades federativas, sólo en dos las lenguas indígenas se encuentran en condición de equilibrio, Oaxaca y San Luis Potosí, y aunque la primera se encuentra ligeramente por debajo de la condición mínima ideal de 1, aún se aprecia una sana reproducción lingüística.

Por último, cinco entidades federativas presentan una condición de expansión en la transmisión etnolingüística intergeneracional con valores de IRE que se ubican entre 1.1273 y 1.4726, valores considerados como de expansión lenta. Una de ellas no sorprende, Chiapas, con un núcleo de población indígena que supera 1.3 millones de individuos y grupos etnolingüísticos con fuerte tradición de conservación de la lengua materna. Las otras entidades son Chihuahua, Nayarit, Durango y Guerrero. Un fenómeno que puede ser observado en estas entidades es el fuerte monolingüismo, así como altos niveles de inasistencia escolar y analfabetismo.

 

IRE municipal

Al ser el municipio la unidad básica política y administrativa, es necesario revisar las condiciones de reemplazo etnolingüístico con el fin de estudiar de mejor forma el comportamiento de la población indígena en el ámbito municipal. Sin embargo, las condiciones de dispersión–concentración de este segmento poblacional dificultan su estudio en situaciones en que la población indígena es pequeña. Para subsanar esta situación, se optó por establecer un tamaño mínimo para ser considerado en este análisis, fijándose el criterio de seleccionar aquellos municipios con al menos medio millar de indígenas en números absolutos. El empleo de este recurso redujo el universo de trabajo de 2 454 a 1 233 municipios, en los cuales residen 9.6 millones de indígenas, lo que representa 98.4% del total de la población indígena.

Un primer acercamiento se puede hacer mediante el análisis del tipo de municipio desglosado en cinco categorías4. A continuación se analizan los tipos de municipio con índice de reemplazo extremos. El valor del IRE más alto corresponde a los municipios de 70% y más de población indígena, con 1.103, que los sitúa en una posición de equilibrio con una proporción muy cercana a 1, y que mantienen en conjunto un buen nivel de reemplazo.

En contraparte, el valor del IRE más bajo pertenece a los municipios con menos de 40% de población indígena y más de 5 000 indígenas que registran una reproducción que apenas supera una tercera parte de la población de cinco años o más que aprendieron a hablar alguna lengua indígena. Este comportamiento era el esperado en mayor o menor medida, ya que son principalmente estos municipios los que comprenden las zonas urbanas o áreas metropolitanas, además de ser, o haber sido, espacios receptores de población en los que es muy probable que se presente más de una generación de población indígena residente en el mismo.

Un primer análisis sobre las condiciones que perjudican la transmisión intergeneracional de las lenguas maternas al interior de estos municipios muestra que la discriminación, la falta de oportunidades y la poca o nula posibilidad de comunicarse en la lengua materna hace poco necesaria su transmisión a las nuevas generaciones, al tiempo que, en el concepto indígena, al obrar así abren oportunidades a sus hijos frente a una sociedad que, en la mayoría de los casos, resulta hostil al inmigrante indígena.

Una revisión por municipios agregados aún muestra situación de equilibrio en los municipios indígenas (a y B del cuadro 7); sin embargo, en los municipios con presencia indígena (c y d), el peso de los municipios con menos de 40% y más de 5 000 indígenas afecta a los municipios de menos de 5 000 indígenas o con presencia de éstos que hablan lenguas minoritarias, al empujarlos a una situación de extinción acelerada. El IRE de los municipios de población indígena dispersa no presenta cambios.

El análisis individual de cada uno de los 1 233 municipios hace observable un fenómeno que se pierde al revisar los conjuntos. Al clasificar cada municipio por el nivel de reemplazo etnolingüístico que le atañe, es posible apreciar que en el ámbito nacional 60.5% de los municipios presenta algún grado de extinción etnolingüística, e incluso en los municipios indígenas el número de éstos alcanza 46.5%.

Es preocupante la situación que se vive en cuanto al reemplazo en los municipios indígenas, pues un poco más de 30% de ellos se encuentra en situación de extinción acelerada y 16.1% en situación de extinción lenta, lo que equivale a cerca de la mitad de este tipo de municipios en situación de pérdida de lengua. La sorpresa aparece con la existencia de 56 municipios con presencia y de población indígena dispersa que se encuentran en situación de expansión.

 

IRE EN REGIONES INDÍGENAS

Así como los municipios presentan variaciones sustanciales en cuanto a la conservación de la lengua, las 25 regiones indígenas no se encuentran exentas de esta situación. Un primer análisis da como resultado cinco regiones con extinción acelerada: Mazahua–Otomí, Otomí de Hidalgo–Querétaro, Chontal de Tabasco, Maya y Mayo–Yaqui; seis manifiestan extinción lenta: Istmo, Valles centrales, Chimalapas, Tuxtlas, Popoluca–Náhuatl de Veracruz, Purépecha y, por último, la Sierra Norte de Puebla y Totonacapan. En lo que se refiere a zonas de equilibrio también son cinco: Frontera Sur, Sierra de Juárez, Chinanteca, Cuicatlán–Mazateca–Tehuacán–Zongolica y Huasteca. Finalmente, nueve regiones se ubican en grado de expansión lenta: Mixe, Mixteca, Tarahumara, Costa y Sierra Sur de Oaxaca, Norte de Chiapas, Altos de Chiapas, Selva Lacandona, Montaña de Guerrero y Huicoto Gran Nayar.

Al analizar las condiciones de extinción acelerada que privan en cada región, no resulta extraño que coincidan los valores más altos con los espacios territoriales ocupados mayormente por población indígena cuya reproducción etnolingüística resulta con la misma condición. Así, las lenguas otomí, mazahua, maya, mayo y chontal de Tabasco presentan índices de reproducción muy bajos y se encuentran en peligro de desaparecer a mediano plazo, afectadas por diferentes fenómenos que incluyen el crecimiento urbano, la migración y otros elementos de carácter histórico que influyen de manera importante en el decremento sustancial de la transmisión lingüística.

En el caso específico de las regiones Valles centrales e Istmo, es notable el bajo IRE en el grupo mayoritario de ambas, el zapoteca, que de forma gradual pierde espacios frente al español. Así, en el caso del Istmo, los dos municipios que tradicionalmente se consideran como bastiones de la cultura zapoteca, Santo Domingo Tehuantepec y Juchitán de Zaragoza, presentan índices de reemplazo etnolingüístico que se ubican dentro del nivel considerado como de extinción acelerada, 0.204 y 0.4616, respectivamente.

Éste es un comportamiento atípico, pues la influencia de la "costumbre" zapoteca se ha extendido no sólo a la población indígena huave y chontal de Oaxaca, sino que alcanza a la población mestiza residente en la región.

 

PÉRDIDA DE LA LENGUA EN HOGARES INDÍGENAS

Conmensurar la población indígena en hogares deviene en una serie de indicadores que, como el IRE, son capaces de visualizar qué sucede al interior de esos hogares indígenas. Los datos arrojados por el conteo 2005, ya con una metodología de hogares indígenas propuesta en el año 2000, puede darnos trazas temporales. Por supuesto que el marcador privilegiado aquí es la lengua. La objeción sobre el uso de otros marcadores es válida, sin embargo, dada la particularidad histórica del registro de la lengua y su disponibilidad como dato censal, nos remitimos a ella.

Para efectos de análisis y para visualizar la capacidad de reproducción de cada grupo etnolingüístico, por un lado, y la disparidad en la transmisión de la lengua, por el otro, incorporamos un supuesto en el que todos los niños de 5 a 9 años que viven en hogares indígenas hablan la lengua. Con esta condición calculamos nuevamente el índice de reemplazo etnolingüístico ajustado a cada grupo.

Los resultados de este ajuste con datos censales de 2000 evidencian que si todos los niños de 5 a 9 años hablaran la lengua, ninguna de las 21 lenguas en proceso de extinción acelerada cae en esta categoría. Llaman la atención cinco grupos que, con un índice menor a 0.5, al incorporar este supuesto se ubican por arriba de 1.1, es decir, pasarían de estar en extinción acelerada a un nivel de expansión lenta. También siete grupos pasarían de estar en proceso de extinción acelerada a un estado de equilibrio. Como se puede apreciar en la gráfica 1 (p. 138), entre los grupos con niveles de extinción acelerada es donde se encuentran las mayores brechas entre los que hablan y no hablan lengua indígena, aunque grupos como el cucapá, motocintleco, paipai y pápago presentan un índice ajustado alrededor de 0.7, es decir, su capacidad reproductiva en general está en descenso.

Siguiendo la misma metodología, con datos del II conteo de Población 2005, se puede ver, con relación a los tres grupos con un IRE igual a 0 (aguacateco, cochimí y kiliwa), que los dos primeros se encontrarían en niveles de extinción lenta, y no en extinción acelerada; y que el kiliwa estaría en expansión lenta. Grupos como el ixil, mame, mazahua, quiché y ocuilteco presentan un panorama similar: de acuerdo con el índice se encuentran en niveles de extinción, sin embargo, al recalcular el índice se puede ver que podrían estar en expansión lenta (véase gráfica 2, p. 138).

Mapa 1. Índice de reemplazo etnolingüístico

 

Comparativo 2000–2005

Entre los dos periodos de análisis se puede apreciar el descenso acelerado de algunos grupos etnolingüísticos. El aguacateco, que en 2000 se encontraba en extinción lenta, con un índice de 0.83, pasa a un índice igual a 0 en 2005. El cochimí de 0.53 pasa a un reemplazo nulo. El ixcateco y el tepehua presentan una baja notable al pasar de un nivel de extinción lenta a uno acelerado. Llama la atención el purépecha, que de un estado de equilibrio se sitúa en el siguiente periodo en un proceso de extinción (véase gráfica 3, p. 139).

Por otro lado, entre los grupos que en el periodo anterior se encontraban en proceso de extinción acelerada, el kikapú, kumiai y cucapá se posicionan en 2005 en un proceso de extinción lenta. El huave, de estar en extinción lenta pasa a un estado de equilibrio.

De los 18 grupos etnolingüísticos que en ambos periodos se encuentran en proceso de expansión, es de notarse la brecha que conservan en los dos periodos, pues 13 grupos suponen una mejora respecto a 2000, mientras que el resto presenta un descenso, en el que el grupo kekchí marca una brecha a la baja de 40%.

Sin embargo, vemos que si con el IRE planteáramos la hipótesis de que el proceso de extinción de una lengua minoritaria es irreversible, ésta no necesariamente se cumple, al menos en el corto plazo. Sobre todo si incorporamos en el análisis elementos como la capacidad de un grupo de autorreconstruirse, lo cual podemos constatar en estos dos periodos censales. Tomaremos como ejemplo dos grupos que con datos de 2000 presentaban un índice igual a 0: el motocintleco y el ocuilteco o tlahuica. El primero registra para 2005 un índice de 0.31; el segundo pasa de 0.03 a 0.49, es decir, aun cuando se podría suponer que en el siguiente periodo la extinción es inminente, esto no necesariamente corresponde porque hay elementos ocultos, como la no declaración e inclusive un posicionamiento de visibilización de la lengua, en el levantamiento de la información.

Mapa 2. Índice de reemplazo etnolingüístico

 

COMENTARIOS FINALES

Es importante señalar que en la historia del desarrollo de técnicas de medición de los componentes demográficos es posible apreciar cómo algunos investigadores han construido índices que pueden calcularse con información de fácil acceso, como es el caso de los censos y tablas de vida. El índice de reemplazo o índice de Thompson es un ejemplo de este tipo de medidas. Es de fácil cálculo, con información disponible y de interpretación sencilla. Además, es posible disponer de series de este indicador por varios años y así poder analizar la evolución del comportamiento de la reproducción.

Este índice refleja, por un lado, el comportamiento de la fecundidad, pero por otro, muestra el interés o no de las poblaciones indígenas de preservar su lengua. La información no permite separar ambos factores, el demográfico y el cultural, a fin de poder cuantificarlos. Sin embargo, da una idea del aumento o disminución de la población según la lengua que hablan. El desarrollo de este índice se relaciona con el interés que varios investigadores tuvieron al calcular la probabilidad de extinción de una descendencia. La lista comprende los nombres de Watson (1889), Galton (1889), Lotka (1931), Fisher (1929), entre otros. Este problema también interesó y sigue interesando a reyes, quienes lo consideran de especial relevancia, puesto que significa tener o no heredero al trono.

Finalmente, como fue posible observar en el trabajo, la capacidad de pervivencia de un grupo etnolingüístico depende en gran medida de la propia capacidad reconstructiva del grupo. Se debe aceptar que la discriminación es uno de los mayores retos para avanzar en la reconstrucción del grupo, no sólo la discriminación de fuera sino también la ejercida por los propios sujetos indígenas como respuesta a la opresión económica, social y cultural que sufren, discriminación que se perpetúa al crearse en la comunidad una situación de vergüenza étnica y lingüística (Mosonyi, 1998). Por lo tanto, la revalorización de la lengua implica la capacidad de la sociedad en general de reconocer la diversidad como práctica común; luego entonces, la responsabilidad de los actores locales es fomentar su lengua y su permanencia.

Si bien la situación de reemplazo de cada grupo etnolingüístico es particular y responde a elementos externos de discriminación y no reconocimiento de la diversidad cultural, así como a la propia capacidad de respuesta del grupo para mantener su habla, su cultura y su valoración, también es menester reconocer que acciones de política pública afectan la experiencia socioeconómica, demográfica y cultural de la población indígena en su conjunto y que tal experiencia es específica de cada grupo etnolingüístico. En el tema demográfico, la aplicación de la política de planificación familiar espera resultados generales en la disminución de la fecundidad, como el mayor espaciamiento de los hijos, la utilización de métodos de planificación familiar modernos y eficaces y, finalmente, un menor número de hijos por mujer al final de su periodo reproductivo; pero pretender alcanzar estas expectativas en grupos etnolingüísticos que no han iniciado la transición demográfica5 es arriesgar su pervivencia poblacional en el mediano y largo plazo. Debido a las altas tasas de mortalidad que experimentan, estos grupos requieren la aplicación de acciones que mejoren sus condiciones nutricionales y de salud antes que la aplicación de planificación familiar.

FOTO
Una pareja de tzotziles contando dinero. Tenajapa, Chiapas, 1956.

 

BIBLIOGRAFÍA

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NOTAS

1 Se define como hogar indígena aquel donde el jefe, el cónyuge o algún ascendiente declaró ser hablante de lengua indígena (Serrano Carreto, Embriz Osorio y Fernández Ham, 2002).

2 La CDI considera como lenguas indígenas minoritarias todas aquellas que en el XII Censo General de Población y Vivienda, 2000, registraron menos de 5 000 hablantes. Se enlistan a continuación: aguacateco, cochimí, kiliwa, ixil, kikapú, cucapá, pápago, motozintleco, paipai, cakchiquel, quiché, ixcateco, kumiai, seri, lacandón, jacalteco, pima, kekchí, chocho, ocuilteco o tlahuica, matlatzinca, guarijío, tacuate, chichimeca jonaz, chuj y chontal de Oaxaca; 26 en total.

3 Se considera la tabla de vida de Oaxaca, asumiendo que, al ser un estado con fuerte presencia indígena, tiene niveles de mortalidad semejantes a los que deben presentar las poblaciones indígenas del país.

4 Municipios de 70% y más de población indígena; municipios de 40 a 69% de población indígena; municipios de menos de 40% de población indígena pero más de 5 000 indígenas en números absolutos; municipios de menos de 40% de población indígena, con menos de 5 000 indígenas pero con presencia de indígenas que hablan lenguas minoritarias, y municipios con población indígena dispersa.

5 La transición demográfica es pasar de altas a bajas tasas de crecimiento poblacional porque se reducen los niveles de mortalidad y fecundidad.

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