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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.4 Ciudad de México  2000

 

Saberes y razones

 

El discurso antirracista de un antropólogo indigenista: Juan Comas Camps

 

Jorge Gómez Izquierdo*

 

* Investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Golfo.

 

Formador de generaciones de antropólogos físicos en México, Juan Comas Camps también fue profesor de instituciones de enseñanza e investigador emérito por la UNAM. Republicano español refugiado, editor de varias revistas, compilador, historiador, polemista, ex-comunista, activista del antirracismo internacional y científico nacionalista comprometido con el indigenismo del Estado revolucionario. Llega a México en 1939, época en que el auge de la antropología responde a la exigencia de mejoramiento de las condiciones de vida de las masas indígenas y en que su incorporación a la nación requiere de la participación del antropólogo social. Es un ambiente propicio para que profesionales como este menorquino nacido en Alayor el 23 de enero de 1900 quede integrado, al poco de su llegada a México, a la elite indigenista conformada por el selecto grupo de mexicanos cultos como Manuel Gamio, Pablo Martínez del Río, Miguel Othón de Mendizábal, Alfonso Caso, Aguirre Beltrán.1 Este grupo de antropólogos indigenistas asumió la tarea de brindar ideas y soluciones para que el Estado resolviera el problema indígena, se trataba sobre todo de avanzar en la solución del aspecto más díficil para el logro de la integración nacional: la modernización de la parte indígena de la Nación.

Hombre de lucha, trabajador incansable y de una productividad literario-editorial impresionante, Juan Comas fue para sus estudiantes lo que Eugène Pittard, en Ginebra, había sido para él: un verdadero maestro.2 Su compromiso académico de profesor no le impidió asumir con igual intensidad un compromiso militante con las corrientes del antirracismo internacional y del indigenismo nacional-revolucionario, siempre buscando el vínculo con la lucha por la defensa de los derechos humanos. Todo ello le fue reconocido en vida. Honores recibió, premios hubo que se instituyeron en su nombre, como el Juan Comas Award establecido en 1969 a iniciativa de la Wenner-Gren Foundation y la American Association of Physical Anthropologist. Casi al final de su vida se le concedió en 1978 el Premio Malinowsky en reconocimiento a la importancia universal de sus trabajos en contra del racismo.3 Como aconteció con otros intelectuales refugiados del exilio español, Juan Comas se asimiló plenamente a su nueva nación llegando incluso a ser su representante en actos y comisiones diversas en el extranjero. Seguramente Comas fue capaz de alcanzar esa total integración ayudado por su inmediata identificación con los postulados de la antropología indigenista. Tan fuerte fue su vocación indigenista, en la que lo inició su amigo y maestro Manuel Gamio, que se le ha presentado como un moderno evangelizador del linaje de Bartolomé de Las Casas.4

Los españoles enseñan el cristianismo a los indios. Grabado en Johann Cloppenburg, Le miroir de la tyrannie espagnole perpetrée aux Indes Occidentales, Amsterdam, 1620.

No todo fue miel sobre hojuelas. Como a otros antes de él, le tocó sufrir en carne propia las viejas fobias antigachupinas típicas del nacionalismo mexicano. Su incorporación a las elites mexicanas no lo libró de sufrir la "grilla" institucional que le bloqueó, a pesar de sus innegables y reconocidos merecimientos, el acceso a los más altos puestos directivos. Le hicieron sentir "ciudadano de segunda", quedando en claro que ciertos puestos de dirección académica le estaban vedados en razón de su origen extranjero.5

Si algo puede echarse de menos en su amplia obra, es la falta de una investigación seria sobre el funcionamiento de las xenofobias y los prejuicios raciales en la sociedad mexicana. El interés de Comas por el tema del racismo se desplegaba en el vasto universo del antirracismo científico e internacional, pero estaba acotado por su imbricación orgánica con el indigenismo nacional-revolucionario. No podía ni debía ir más allá. Ello determinaba una posición ambigua en Juan Comas cuando tenía que definirse ante la situación del racismo en México. Entonces asumía una postura ciertamente más mesurada que Manuel Gamio, para quien el fenómeno racista en un país mestizo sería prácticamente imposible. Comas, sin negar la existencia del racismo en México, lo matizaba hasta hacerlo aparecer como un mero accidente, una actitud localizada solamente entre ciertos sectores de la sociedad "blanca", en todo caso, como un instrumento de la explotación económica, fruto de la ignorancia, engendro del error, maquinación perversa para mantener abajo al indio. En contraste con los países paradigmáticos de la exclusión racista (Sudáfrica y Estados Unidos), el racismo en México no tendría un carácter estructural, ni tendría relación directa con el establecimiento de las jerarquías sociales o sexuales, ni con la percepción de la otredad, y mucho menos, con el escarnio de los derechos humanos.

No es mi interés hacer aquí la biografía del personaje. Lo que me llama la atención es mirar por las ventanas que los escritos de Juan Comas abren para comprender el racismo tal como fue descrito y combatido por un movimiento internacional de científicos entre 1945 y 1978. En los escritos de Juan Comas es posible ver con mayor claridad, los vínculos posibles entre el discurso antirracista y el discurso del indigenismo, cómo se auxilian mutuamente y cómo se enlazan en la idea del mestizaje. Antirracismo e indigenismo coinciden por lo menos en dos puntos: la denuncia de la discriminación contra el indio (como una estratagema "perversa" de capitalistas o terratenientes blancos) y la reivindicación de las capacidades especiales de los mestizos (vituperados por los adoradores de la "pureza racial"). A través de Comas los lectores de lengua castellana podían estar al día respecto a los avances y discusiones que mantenían los más destacados genetistas, antropólogos, psicólogos y sociólogos respecto a la cuestión racial y el racismo en la época de 1940 hasta los años setenta. De entre las diversas facetas de Juan Comas, figura relevante en el ámbito de la cultura nacional, me interesa conocer la del divulgador militante del antirracismo, la del mestizante progresista y la del indigenista científico-nacionalista.

 

I. El despertar a la conciencia indigenista

De creer en la versión dada por el propio Comas, tendríamos que aceptar que su incorporación al indigenismo fue de "sopetón",6 resultado del casual encuentro con el director del Instituto Indigenista Interamericano, Manuel Gamio, quien habría de lograr el "fichaje" de Comas para el equipo de los antropólogos indigenistas. A partir de 1943 se integra como colaborador del Instituto Indigenista Interamericano, convirtiéndose en jefe de redacción de las revistas América Indígena y del Boletín Indigenista, posteriormente se hará cargo también de la publicación del Boletín Bibliográfico de Antropología Americana y de Acta Americana. Comas se incorpora a un ambiente que parecía estar esperándole para desplegar todas sus posibilidades. Este profesional de la antropología física, comprometido con una ciencia de lucha por el cumplimiento de los derechos humanos, reconoce en el indigenismo muchos puntos de contacto, por ejemplo: la importancia determinante de los factores culturales en la diversidad de la especie humana, la negación de toda validez científica a los conceptos de "superioridad" o "inferioridad" hereditarias y la convicción de que todos los pueblos tienen la misma capacidad biológica para alcanzar elevados niveles de civilización. Estas semejanzas conceptuales harían natural la identificación de Comas con la concepción del "mejoramiento indígena", tal como lo planteaban los indigenistas.

De hecho, en sus primeros trabajos indigenistas7 en la década de los cuarenta, hace suyos los fundamentos eugenésicos, ideológicos y nacionalistas del indigenismo. En "El problema social de los indios triques en Oaxaca" (1941) y en "El régimen alimenticio y el mejoramiento indígena" (1942), propugna por la aplicación de los conceptos biológicos al mejoramiento de la alimentación, la salud y desarrollo corporal del indígena. Reconoce el papel de la educación como un instrumento capaz de transformar las condiciones miserables del indio. Se pronuncia por la incorporación a las tradiciones autóctonas de los aspectos positivos de la civilización occidental, sobre todo en lo que respecta a la modernización de las prácticas médicas y de los métodos de la higiene social. Nuestro autor comparte, pues, el postulado estratégico del indigenismo: redimir al indio incorporándolo a la corriente de la civilización occidental como "elemento activo de producción". En "La Asistencia Pública y el desarrollo biológico del indígena" (1943) remarca un aspecto que puede considerarse característico de su primera etapa indigenista, es su insistencia en el aspecto eugenésico de la cuestión: resolver con urgencia la mejoría de las "claras deficiencias biológicas" (físicas y mentales) de la población "indo-mestiza". Comas piensa que dicha tarea incumbe directamente al compromiso social del Estado, pues el logro del progreso nacional pasa inevitablemente por el desarrollo de una población sana. Y en "El maestro y el médico en el mejoramiento indígena "(1945), artículo que cierra este primer ciclo eugenésico del indigenismo de Comas, se consolidan algunas ideas básicas del credo indigenista, como lo es la concepción de que el problema indígena o rural no ha de resolverse únicamente con la aplicación de una reforma agraria, por profunda y necesaria que sea. La elevación económica del indio requiere también y al mismo tiempo, el mejoramiento del nivel espiritual y sanitario (reducir los elevados índices de mortandad) del indio. El primero exige la "dignificación y jerarquización social del maestro", es decir, hay que elevar las retribuciones al agente activo de la aculturación para que se instale en las zonas indias. Mientras, por su parte, la mejoría sanitaria reclama la solución de un problema cultural: vencer la reticencia del indio a dejar sus prácticas curativas tradicionales para adoptar los beneficios de la moderna ciencia médica.

En una segunda etapa en el desarrollo de la conciencia indigenista en Juan Comas, se manifiesta un gran interés por conocer los antecedentes históricos tanto de las ideas indigenistas, como del trato dado al indio desde la conquista. Revalora los aportes del indio americano a la marcha progresiva de la civilización humana, plantea el tema de la discriminación racial y concluye con una apasionada defensa del credo indigenista ante sus críticos.8 En "Historia del indigenismo en México" (1948), encontramos una síntesis pormenorizada de la trayectoria de las ideas e instituciones pro indianistas que aparecieron y desaparecieron en México desde fines del siglo XIX hasta 1940 con la celebración del I Congreso Indigenista Interamericano. Se trata de un inventario conciso de las iniciativa en favor del indio. El indigenismo es una tradición de formación de pensamiento en México con antecedentes más remotos que la Revolución, y con cultas figuras anteriores a Gamio. Comas9 apuntaba de manera muy clara cómo el indigenismo "romántico" o "lírico", de carácter caritativo, iba dejando paso, con la fundación de la Sociedad Indianista Mexicana (1910-1914), a un nuevo tipo de indigenismo que con base en "estudios integrales" se proponía llegar al "verdadero conocimiento del indio" como un modo de "fijar con la mayor exactitud sus necesidades y modo de satisfacerlas". De esta manera, el indigenismo de las que habrían de convertirse en las elites nacional-revolucionarias, encuentra sus inmediatos antecedentes en la acción emprendida por un grupo de notables vinculados a altos puestos en el gobierno porfirista, en quienes maduraba la conciencia sobre la importancia de la elevación de las condiciones de vida del indígena para constituir una "nacionalidad mexicana" verdaderamente integrada.10 A pesar de sus buenas intenciones por integrar al indio respetando su diferencia, los grupos indianistas e indigenistas de antes y después de la Revolución de 1910 tuvieron que enfrentar la tensa relación entre dos principios que parecen excluirse irremediablemente: la integración nacionalista que, patrocinada por el Estado, tiende a la homogeneidad, y la diferencia étnica y cultural representada por la diversidad india. El impacto de las movilizaciones indígenas conmovió, sin duda, la conciencia apostólica de las elites. El programa de aculturación masiva del indigenismo con Gamio, como cabeza y guía, se basó en la autoridad de la ciencia antropológica para redimir de su marginación al indio. La antropología quedó ligada en México al indigenismo como instrumento del Estado en el planteamiento y ejecución de la política de integración nacionalista de la población. Juan Comas se identificó plenamente con el indigenismo.

 

II. La postura antirracista refuerza al indigenismo

La pasión indigenista de Juan Comas dio motivo también para una lucha personal que se expresó en dos ejes centrales: la defensa de la justeza de los postulados de la doctrina indigenista y la "reivindicación del indio y lo indio" (1951) ante los infundios, ignorancia y falsedades propaladas por los racistas hispanistas y anti-indigenistas. En trabajos como "La discriminación racial en América" (1945),11 ensayo destinado a demostrar la falsedad de los conceptos "raza" y "razas superiores e inferiores" utilizados por Arthur Posnansky12 en un estudio sobre los indios andinos, se ve con claridad una postura antirracista de alerta combativa ante toda afirmación publicada que pueda servir de pretexto para la discriminación o inferiorización de las poblaciones indígenas de México y del continente americano. Con Comas, el indigenismo interamericano adopta ante todo prejuicio racista un "criterio científico moderno": refuta la afirmación que atribuye "inferioridades" o "superioridades" de acuerdo a los rasgos somáticos-ideales de las razas más evolucionadas. Ni la estatura, ni la forma de cráneo, ojos, labios, o el color, abundancia y textura del pelo, ni siquiera los "tipos de inteligencia" o de temperamento, pueden ser argumentos sobre los que se sustente cualquier clasificación jerárquica de los grupos humanos. El "criterio científico moderno" de los antropólogos, genetistas y psicólogos,13 en que se apoyaba Comas, así como los ideales del indigenismo interamericano se declararon en pugna contra la posición racista que sostenía que la "capacidad mental sea innatamente superior o inferior" en unos grupos humanos respecto a otros. Queda aquí delineado el racismo como un error de interpretación.

Comas en la segunda parte de su "Discriminación racial en América" (1945), arremete contra el antropólogo brasileño Oliveira Vianna en quien descubre a un "partidario decidido de la discriminación racial".14 El objetivo de Comas es defender a la antropología de las manipulaciones que con fines políticos o racistas se hacen de sus principios. Vianna postulaba la desigualdad de las razas en cuanto a "tipos de temperamento" y "tipos de inteligencia", subrayando la absoluta negatividad del significado del mestizaje para los llamados países indoamericanos-ibéricos. El mestizaje en "nuestra América" habría tenido una "función agresiva y criminal": la raza cobriza, aun siendo más cercana al "blanco" que al "negro", representaba una lamentable regresión en relación con la pureza de los antepasados. El resultado de la cruza de dos razas tendría siempre un carácter degenerativo, pues la raza inferior reaparece preferentemente, constituyéndose en semillero efectivo de maleantes, asesinos, prostitutas y criminales. Vianna representa a los que celebran la selección de la clase superior brasileña en el sentido del modelo ario de la pureza. Cree erróneamente que los "tipos" de inteligencia, de temperamento, constitucionales, en fin, los "tipos" étnicos, están determinados genéticamente por la raza. Las actividades y destinos de los grupos humanos, concluye Vianna, dependen en última instancia del origen racial de las personas. "Racismo francamente tendencioso por parte de Vianna" —reprueba Comas para anunciar:

Los cruces humanos consanguíneos, endogámicos, exogámicos dentro del mismo grupo racial y el mestizaje entre individuos de razas distantes no son en sí mismos aconsejables ni repudiables: serán buenos o malos, en cada caso concreto, según las características genotípicas que individualmente posean los progenitores.15

El problema del racismo en América Latina, piensa Comas, es un problema de educación. La discriminación racial contra el indio sí existe. Existe, pero sólo entre pequeños sectores interesados en mantener la explotación económica y el dominio político sobre el indio. También hay racismo entre ciertos grupos de desinformados, pero nada más. La labor educadora suprimirá, algún día, el menosprecio hacia el indio y la aversión ante el mestizo. De ahí la importancia de descubrir en la obra de otros antropólogos, la presencia de una doctrina racial antihumana apoyada en nociones seudocientíficas, que condenan al indio y al mestizo como seres inferiores. El discurso antirracista preparó su adecuación a las necesidades del indigenismo. Su siguiente paso sería "reivindicar al indio" en la perspectiva de su aporte variado a la cultura humana. Luego quiso entender la situación del indio en los procesos de "cristianización" y "educación" en los que se le involucró, interesándose especialmente por el trato que se dio al indio. Toda esa revisión histórica aguzó en Comas los argumentos para defender al movimiento indigenista de sus detractores.

En primer lugar, de acuerdo a Comas, hay que desbaratar las imágenes tendenciosas sobre el indio que difunden ciertos intelectuales y hombres de Iglesia. La defensa del indio empieza con una reivindicación de los aportes materiales y espirituales de los pueblos y culturas originarias de América a la civilización humana, desde el punto de vista del "relativismo cultural", es decir, del postulado sobre la igualdad de valor de todas las culturas y la capacidad igual de todos los pueblos para crear civilización.16 En una discusión típica de indigenistas contra hispanistas, la cuestión giraba en torno a la valoración del significado del aporte hispánico o del aporte indígena en la conformación de la personalidad nacional. Se preguntaba también qué elementos del acervo cultural indio se debían conservar y cuáles debían ser eliminados. El hispanista sostiene que el indigenista niega los orígenes españoles, que es un "blanco hispanoamericano" disfrazado de indio por comodidad, pues así puede cortar su dependencia de Estados Unidos o de Europa. El hispanista pinta a un indio bestial, triste, famélico, sin energía, perezoso, una visión en la que el indio es un ser alcoholizado y drogado pues sólo así logra mitigar su complejo de inferioridad. La reivindicación del indio formaba ya parte de la campaña de la UNESCO contra la discriminación racial, que con base en los aportes de la investigación en biología, genética y psicología decretaba la inadmisibilidad de las calificaciones o descalificaciones sobre los grupos humanos en razón del origen racial. El indigenista llama a compartir con el indio sus amarguras, así se comprenderá que su inclinación por el alcohol y otros defectos no son congénitos, sino productos de la marginación y la miseria. Que se entienda: el indio es una raza susceptible de mejoramiento, son cuatro siglos de opresión lo que la degrada. El indio requiere de los que puedan auxiliarle: un espíritu de comprensión y benevolencia. En el horizonte se vislumbra el mestizaje conciliador. Ni idealización del indio, ni negación de las valiosas aportaciones de la cultura occidental. En palabras de Comas:

La realidad es que la cultura actual del pueblo latino-americano es una fusión de las que los españoles encontraron a su llegada y de la que ellos mismos trajeron de Europa; y en ciertas zonas con aportaciones africanas. Es una cultura mestiza, si se acepta esta expresión en el terreno cultural. Y los indígenas contemporáneos, descendientes de los que fueron conquistados y dominados hace cuatro siglos, constituyen un sector humano que, (...), es capaz de cooperar eficazmente a la marcha progresiva de la Civilización, aportando su bagaje de posibilidades, energías e iniciativas en el momento en que se den los medios socio-económicos adecuados, arrancándolo del ambiente de opresión, miseria y explotación en que todavía se le tiene en muchas regiones.17

En "La cristianización y educación de los indios" (1951),18 se afirma que en la evangelización de los indios durante la Colonia, el aspecto económico (explotar y someter) fue más importante que el aspecto espiritual (educar y convertir). No es de extrañar, por tanto, que la cristianización se haya quedado en la superficie sólo para dar nueva apariencia a los viejos rituales y creencias religiosas del indio. Reconoce el papel benéfico de los misioneros católicos que, congruentes con los principios cristianos, denunciaron el maltrato y la opresión de los aborígenes. No por eso debe aceptarse el cuento de la generosidad hispánica para mezclarse gustoso con las indias o para regalarle al indio la cultura de la que carecía.

Comas pone precisamente en cuestión las ideas hispanistas sobre la calidad moral de colonos y conquistadores, así como la del buen trato dado al aborigen. La verdad histórica es clara: el indio fue víctima de la injusticia, no sólo durante el dominio español, sino incluso en el período de la nación independiente. El indigenismo, según Comas, es una "doctrina social reivindicadora de los derechos socio-económicos y culturales de los grupos aborígenes del Continente".19 Comas no está de acuerdo con vituperar el legado hispánico, reconoce lo avanzado de las Leyes de Indias, el espíritu autocrítico de la civilización hispánica en América, pero de ninguna manera acepta el carácter altruista de la conquista y posterior colonización. Lo importante es reconciliar a la nación con su pasado. Sin dejar de denunciar las posturas discriminatorias y racistas de los hispanistas, se debe rescatar la memoria de los defensores de indios (Las Casas, Zumárraga), como símbolo y herencia de los que ayudaron al indio a salvar su raza del exterminio. En "Razón de ser del movimiento indigenista" (1953) desmonta los reproches contra el indigenismo, aclarando que éste no quiere ni indianizar, ni desindianizar, tampoco quiere hispanizar, ni deshispanizar, se declara apolítico, pero con una preocupación efectiva por el mejoramiento del deficiente desarrollo biológico, económico y cultural del indígena. El movimiento indigenista pide respeto a la personalidad del indio y lucha contra los que lo maltratan, explotan o esclavizan.20

El indigenismo se benefició del concurso del Comas historiador, editor y activísimo funcionario (como personero y secretario general del Instituto Indigenista Interamericano: colaborador técnico del Instituto Indigenista Interamericano entre 1942-1948, Secretario General del mismo en el período de 1949-1955). Pero lo que más agradece el indigenismo a Comas es su postura antirracista. Gonzalo Aguirre Beltrán, quien lo conoció de cerca, lo consideró como el pensador antirracista más importante en la antropología mexicana:

Ningún otro científico allegó, con tanta abundancia y tesón, evidencias, testimonios y razonamientos orientados a probar el talento del indio y la idoneidad de sus culturas; ningún otro sino él contribuyó con mayor lucidez a mostrar la falacia artera que subraya el estigma de inferioridad que las ideologías racistas asignan a nuestros antepasados naturales.

En la historia reciente del indigenismo continental Juan Comas permanecerá como el combatiente más destacado en pro de los derechos del hombre americano.21

El antirracismo reforzaría los planteamientos de un política que decía proteger la cultura indígena y la dignidad del indio ante todo prejuicio discriminatorio. El dogma de la antropología social aplicada en México,22 es decir, del indigenismo que empieza con Gamio, fue el de encontrar los mejores métodos para satisfacer las necesidades del indio. Se requería conocer integralmente al indio en todas sus manifestaciones. Con el conocimiento sobre el indio, el indigenista estaba en posibilidades de fomentar el desarrollo físico, intelectual, moral y económico del indio. El científico preparaba el acercamiento racial con el indio mejorado. El resultado que engrandecería a la nación vendría de la fusión cultural, lingüística y de la nivelación económica del indio. De esa forma, pensaba Comas, tendremos una "nacionalidad coherente y una verdadera Patria".

 

III. El discurso antirracista de la UNESCO: entre el optimismo científico y la prédica moral (1944-1971)

En el umbral de su existencia, Juan Comas recibía en una ceremonia efectuada en Mérida, Yucatán, el mes de abril de 1978, el Malinowsky Award concedido por The Society for Applied Anthropology, como reconocimiento a su obra antirracista.23 Para tal ocasión preparó una conferencia en la que hace un balance del movimiento antirracista de la UNESCO, del que fue fundador y participante activo a lo largo de tres décadas (1945-1978). Comas reconoce en esa ocasión la ineficacia de la lucha antirracista, mas sin embargo del fracaso, vuelve a reafirmar los mismos conceptos, el mismo dispositivo de lucha ideológica y los instrumentos jurídicos con los que se había enfrentado al racismo desde la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1949) y la Declaración sobre la raza emitida en 1950 por la Comisión de Expertos sobre Cuestiones Raciales nombrada por la UNESCO, en cuya redacción participó representando a México.

De acuerdo al propio testimonio de Comas, quedaba demostrado que no bastaba con emitir Declaraciones, dar Recomendaciones, organizar Convenciones o plantear Sugestiones para acabar con la discriminación y segregación raciales. Tampocó vastó la edición en todos los idiomas occidentales de los argumentos y razones otorgados por la ciencia corectamene comprometida, se debía haber editado esos materiales en las lenguas nativas de los indios y de otras razas de color. La acción escolar no alcanzó para desterrar metódica y sistemáticamente los prejuicios raciales de los medios de comunicación masiva, ni del ambiente social. Lo que a Comas más preocupa es que la actividad doctrinaria de los racistas teóricos sirva de apoyo y justificación a la acción de grupos que en todo el mundo niegan oportunidades y derechos a cualquier grupo calificado de inferior, tarea en la que la manipulación y falseamiento de datos obtenidos de la ciencia tiene un papel central. En el curso de esos treinta años, el racismo no sólo no desapareció, sino que se propaló y sufrió mutaciones importantes que el esclerotizado antirracismo de la UNESCO no alcanzó a vislumbrar. Ya no era tan efectivo asociar al enemigo con el fantasma del nazi-fascismo de los cuarenta. El enemigo se había transformado, sobreviviendo a las descalificaciones provenientes de la ciencia correcta. El racismo no era sólo incumbencia de ciertos grupos interesados-desinformados, le incumbía a toda la sociedad y a sus grupos. El racismo demostró estar arraigado en lo más profundo de la conciencia humana, dimensión de las creencias a las que ni la educación escolar, ni la difusión de la verdad en libros y folletos pudieron influir.

Pero en los años cuarenta y cincuenta el optimismo generado en la opinión mundial por el hundimiento del nacionalsocialismo, hizo pensar que el racismo se había quedado sin sus fuentes de sustentación política, sólo restaba a los científicos de bien someter a una crítica demoledora los fundamentos doctrinarios del racismo para alcanzar la erradicación de ese "virus", "rémora" o "plaga" de la faz de la tierra. En palabras de Comas:

La victoria aliada tuvo como consecuencia la repulsa generalizada de toda discriminación —incluyendo naturalmente la racial— y el establecimiento de normas jurídicas internacionales cuyo cumplimiento debía poner fin a tal estado de cosas y dar vigencia a la universalidad de los Derechos Humanos. La ONU y sus agencias especializadas fueron a este respecto, desde 1945, el centro neurálgico inicial, (...), con el fin de consolidar las medidas anti-discriminatorias.24

En otra cita Comas documenta el optimismo de entonces:

La situación (...) hacía suponer que (...) estaba superado, más bien estaba eliminado, el problema del racismo "científico". Se trataría de llevar a la práctica en ámbito mundial todo un programa de educación y divulgación con el fin de disminuir, y aun desterrar totalmente, los prejuicios de orden emocional que se traducen en tensiones políticas tan graves como el apartheid en África del Sur, la situación de los negros en ciertas regiones meridionales de Estados Unidos y —aunque con mucho menor virulencia— en otras partes del globo.25

El centro del ataque conceptual del ejército de científicos de la UNESCO fue demostrar la falsedad de toda calificación de inferioridad o superioridad aplicada a los grupos humanos. Esta acción antirracista tenía dos pilares de apoyo: la lucha por los derechos humanos emprendida por la ONU y los aportes de la investigación biológica, genética, psicológica y antropológica. El antirracismo identificaba a sus enemigos al interior de ciertos círculos de "blancos" ególatras, llamados a sí mismos civilizados, pero en realidad de la misma especie que "Hitler, Rosenberg, Günther y tantos arianistas del decenio pasado".26 Hubo cuatro declaraciones sobre la cuestión racial (1950, 1951, 1964 y 1967), emitidas por los expertos convocados por la UNESCO, además de una serie de otras declaraciones, seminarios y conferencias para eliminar todas las formas de discriminación racial en el mundo.27 Con esos medios y a través de la divulgación de una serie de nociones científicas sobre la naturaleza de la raza y los prejuicios raciales, que fueran asequibles al entendimiento de las masas, quisieron combatir al racismo. A ello se agregaron afirmaciones de carácter ético sobre la igualdad de los seres humanos.

Una actitud típica del antirracismo consistió en mantener una actitud denunciante ante cualquier intento por desvirtuar el verdadero conocimiento biológico y antropológico para la consecución de metas políticas o beneficios económicos. La manipulación de la ciencia era utilizada para reforzar los prejuicios y actitudes contrarias hacia negros, judíos y mestizos de toda clase. Esa defensa sobre el buen uso de la ciencia fue la actitud que asumió el antirracismo para denunciar las intenciones ocultas. El racismo aparece aquí instrumentalizado por fuerzas malignas en su intento por legitimar ideológicamente un proceso de dominación política ligada a una forma de explotación económica, capitalista e imperialista. En este sentido, la obra antirracista de Juan Comas no es el fruto de una investigación propia con reflexión original, se trata, y así lo asume el autor, de un trabajo de divulgación. Comas recoge y sistematiza el conocimiento genético, psicológico y antropológico de su época puesto a disposición de la lucha contra el racismo. Esto explica el carácter polémico que obliga al autor a repetir ejemplos y argumentos de una a otra obra, tal como resulta evidente al lector de sus escritos.

El término "racismo" evoca la violencia genocida del nazismo y confunde al mismo tiempo, pues alude a diversas manifestaciones de la xenofobia, del desprecio, de la discriminación, de la humillación, de la exclusión. Como concepto queda acreditado en el uso corriente sólo hasta el siglo XX durante el período entre las dos guerras mundiales. Y como categoría del análisis social adquiere plena validez después de la segunda guerra mundial. Para un filósofo como Pierre-André Taguieff,28 el término "racismo" no es más claro que "etnocentrismo" o "sociocentrismo", si de lo que se trata es de explicar los fenómenos societarios de exclusión reales o simbólicos. Pero se adoptó el uso del concepto "racismo", toda vez que responde a una intención polémica, de combate ideológico. Con la palabra "racismo" se estigmatizaba a los estigmatizadores. Identificado como el "mal" absoluto, el racismo fue el más terrible enemigo a vencer si se quería preservar la igualdad y dignidad humanas. El antirracismo condenó como mitos y estratagemas malévolas a las creencias en la superioridad racial, negándoles todo sustento racional o científico.

Pasada la segunda guerra mundial, las doctrinas racistas fueron señaladas como una de las fuentes más importantes de tensión mundial. Como rama del más grande movimiento por los derechos humanos, el antirracismo ponía énfasis en los perniciosos efectos del racismo sobre la desigualdad y la explotación sobre los considerados "inferiores". Los expertos de la UNESCO trataban de desmontar el mito constituido sobre la idea de "raza", que negaba la igualdad de derechos y libertades para todos los individuos en razón del origen racial. Con la noción "raza" se podría ofrecer para muchos una clave sencilla para entender la causa de las diferencias somático-culturales y de los diversos grados de civilización alcanzados por los pueblos del mundo. Para el racismo biológico, la aptitud para el progreso estaba determinada por los genes, de la misma forma que la superioridad de unos pueblos y la inferioridad de otros. El intento de los científicos de la UNESCO consistió en desmontar el fundamento biológico de las creencias racistas que habían sido sustentadas por el nacionalsocialismo.

La influencia del antropólogo alemán-norteamericano Franz Boas (1858-1942) sobre el antirracismo de la UNESCO es de sobra reconocido, se le atribuye el nacimiento de una antropología que plantea la autonomía relativa de los fenómenos culturales y resta significación a la "raza" como concepto biológico para el estudio del hombre y su cultura. Sin romper con la antropología física, Boas negó la estabilidad permanente de las formas corporales y, con ello, desmintió la creencia en la superioridad hereditaria de unos tipos humanos respecto a otros. En la propuesta antirracista para combatir el racismo, se siente también esa influencia. Boas era un firme creyente en la idea de que la verdad ampliamente difundida en publicaciones o por medio de la educación escolar, podía contribuir a liberar a la mente de la confusión, del error y de los prejuicios tradicionales. Boas "atacó abiertamente el racismo y los prejuicios raciales, el nacionalismo mezquino y la guerra, abogando por un internacionalismo basado en los comunes intereses de la humanidad".29 La obra antirracista de Comas se incluye en esa tradición abierta por Boas, que hizo del "relativismo cultural" y de la "determinación medio ambientalista", armas de lucha ideológica para enfrentar al encarnizado enemigo del "fatalismo biológico", sustento del racismo "científico" y del etnocentrismo. El antirracismo fue creando una identidad propia ejerciendo la negación sistemática de las tesis racistas de colonialistas, nacionalsocialistas, fascistas e imperialistas.

El relativismo cultural prohibe definitivamente la desvalorización de las "otras" culturas y transforma la originaria posición desvalorizadora en juicio positivo sobre la diversidad cultural. Ése era el meollo de la disputa racismo versus antirracismo. Pierre-André Taguieff (1998) expone en los siguientes términos los principios nucleares de la posición del antirracismo internacional de los años cuarenta y cincuenta:

Etnocentrismo y racismo deberían desaparecer a lo largo de un proceso educativo y una propagación del conocimiento acerca de diversas civilizaciones y sistemas culturales, que hiciera posible la aceptación de la igualdad de sus valores negando la idea sobre la incompatibilidad de principio, por eso todo intento de jerarquización sería descalificado. (...) el antirracismo se vincula con una argumentación culturalista y relativista. El antirracismo parece asegurar hechos científicos establecidos por medio de la investigación antropológica. Alude a la creencia progresista en el poder ilimitado de la educación como destructora de prejuicios. Desde la postura de Franz Boas y Otto Klineberg hasta los etnólogos culturalistas franceses (Michel Leiris, Claude Lévi-Strauss) se ha constituido una tradición antirracista que allana las diferencias políticas, pues aquí se pueden encontrar conservadores y revolucionarios. Esta tradición antirracista continúa viva y se funda en tres principios: (1) la independencia de los fenómenos culturales, (2) un determinismo cultural sobre las estructuras mentales y las formas de vida, y (3) la igualdad de valor de todas las culturas. El fatalismo biológico, que determina el pensamiento racista, podría aparecer como refutado al principio de los años cincuenta. El etnocentrismo (la estructura psicosocial apoyada en el pensamiento racial) hubiera debido desaparecer a causa del progreso científico y de una amplia difusión del saber.30

Ante esa perspectiva los científicos y académicos desarrollaron un sentimiento de autosatisfacción del tipo por lo expresado alguna vez por el genetista Albert Jacquard:

De hecho, gracias a la biología, yo, el genetista, creía ayudar a la gente a que viese más claro diciéndole: "Vosotros habláis de raza, pero, ¿qué es eso en realidad?". Y acto seguido les demostraba que el concepto raza no se puede definir sin caer en arbitrariedades y ambigüedades (...) En otras palabras, el concepto de raza carece de fundamento y, consiguientemente, el racismo debe desaparecer. Hace algunos años yo habría aceptado de buen grado que, una vez hecha esta afirmación, mi trabajo como científico y como ciudadano hubiera concluido. Y sin embargo, aunque no haya razas, la existencia del racismo es indudable.31

Para Comas el objetivo era claro: neutralizar los perniciosos efectos del virus racista.32 El racismo sería un ideología que afirma una desigualdad fundada en las diferencias naturales y hereditarias entre los grupos humanos. En ese carácter el racismo ya posee en germen las prácticas de exclusión, explotación, discriminación, persecución y exterminio, que vienen acompañadas de las más diversas formas del odio y del desprecio. De ahí la necesidad de derrotar al racismo como un problema científico. Apoyado en la antropología, la psicología y la genética, Juan Comas y con él todo el movimiento, va a demostrar que los mitos raciales no tiene sustento científico. Somete a crítica las teorías raciales del siglo XIX (de Gobineau y Vacher de Lapouge hasta Lombroso, pasando por Gustav Le Bon, Max Nordau, Alfred Ploetz y Houston S. Chamberlain) para dejar en claro lo absurdo de la creencia en la superioridad e inferioridad innatas de los pueblos. Desmenuza los mitos raciales europeos (arianismo, celtismo, antisemitismo), logrando diferenciar en el análisis los conceptos etnia, lengua y nación con los que se había identificado erróneamente el concepto de raza.

Como una búsqueda incansable de justificaciones se presenta el racismo en el discurso de Comas. Queriendo demostrar la inferioridad de los grupos de color para justificar su sometimiento, el racismo se perfecciona metodológicamente, sus etapas de desarrollo son descritas por nuestro autor: En la primera etapa, el racismo usa las diferencias biosomáticas, en la segunda, los racistas buscan apoyo en la fisiología (el estudio del cráneo, su forma y su tamaño), y en la tercera etapa de perfeccionamiento del racismo se recurre a los tests para medir la inteligencia elaborados por la psicología. Todos esos intentos por demostrar la inferioridad congénita de los de "color" respecto a los "blancos" serán irremediablemente refutados uno tras otro. Juan Comas cita las investigaciones de reconocidos científicos y los convierte en oráculos indiscutibles para revelar la verdad, satisfaciendo el deseo de derrotar al portador del odio y la mentira. Con base, pues, en pruebas rigurosamente científicas se demuestra que no hay prueba alguna

ni biológica, ni psicológica, ni antropológica, que compruebe la existencia de una jerarquía de valor universal para determinar la superioridad o inferioridad de unas razas respecto a otras.33

Queda caracterizado el racismo como una falsa teoría científica, como una ideología biologizante, a la que con toda razón se podía condenar, desmontando los prejuicios racistas que le servían de fundamento. El racismo existe sólo como un gran equívoco, engendro del error y de la manipulación del verdadero conocimiento. A todas las declaraciones sobre la igualdad de todos los seres humanos emitidas por la UNESCO se les puede considerar verdaderos manifiestos del relativismo cultural, con el peso que pone en la importancia de los factores históricos por sobre los raciales o genéticos en la determinación de la personalidad y el carácter de pueblos e individuos. Sin embargo, como lo indicaba el sociólogo británico Michael Banton, todas ellas tienen su punto débil en la creencia de que "una vez demostrado el carácter erróneo de las doctrinas racistas, se hundiría la estructura de los prejuicios y la discriminación raciales".34

En realidad, el movimiento antirracista vio estupefacto cómo se incrementaba el racismo en muchas partes del mundo: la aparición de nuevos grupos racistas en Europa y Estados Unidos, el apartheid en Sudáfrica, la segregación racial en Estados Unidos, la discriminación de que eran objeto los indígenas de los países del Tercer Mundo, eran hechos evidentes que no dejaban lugar a falsas ilusiones sobre la desaparición del virus racista. El racismo pudo sobrevivir sin la legitimación de la ciencia, no se hundió con el derrumbe de las viejas doctrinas decimonónicas del "determinismo biológico". No se comprendió el carácter complejo del fenómeno racista en el que ciertamente juegan aspectos cognoscitivos, pero también, y sobre todo, factores afectivos inscritos en las relaciones sociales, que remiten a un sistema de valores y a un conflicto político determinado.35 Comas comparte una interpretación instrumentalista y teleológica sobre el racismo. El prejuicio racial y la "línea de color" se establecieron para dar expresión a necesidades económicas de expansión de los imperios coloniales de la raza blanca europea. No pudiendo legitimar la explotación de los aborígenes invocando, como en la Antigüedad, el derecho del más fuerte, se tuvo que recurrir a argumentos de tipo científico. Este racismo "científico" es, como tal, un invento del siglo XIX. El racismo sería la causa y motivo de la discriminación social, económica y política. El autor lo expresa en sus palabras:

El orgullo del hombre blanco y su complejo de superioridad ante los hombres de color tiene su origen en las prácticas esclavistas resultado de la expansión europea por todo el mundo a partir del siglo XIV. El siglo XIX fue testigo de la implantación del dominio del hombre blanco y con ello se reforzó su "derecho" a explotar a otras culturas y continentes, de ahí surge el racismo.36

Aquí se establece una línea de continuidad entre el racismo como actitud y opinión negativa respecto a los otros, y el racismo como valor funcional dentro de un mecanismo de explotación económica. Es decir, del prejuicio racista se deriva la acción de expoliación y, eventualmente, de exterminio. El prejuicio necesariamente conduce a "algo", sea a la implantación del dominio del "blanco", sea al sometimiento y exterminio de los "otros". Se podría expresar el esquema interpretativo de Comas en los siguientes términos: la discriminación racial es una justificación sofisticada de la expansión económica del hombre blanco europeo, el éxito de éste en la colonización del mundo refuerza su orgullo de superioridad racial y cultural. El occidente blanco se realiza en la Historia a través de guerras de agresión y conduce, finalmente, a la expoliación y al exterminio de las razas de color. Estamos ante un haz de estigmatizaciones que esencializa la naturaleza "maligna" del Occidente blanco tomado como un bloque indiferenciado. De la denuncia demonizante se cae en un mensaje edificante y moralista. Agrega Comas:

Igualmente creemos en la posibilidad de prevenir las guerras raciales si los blancos de todo el mundo cesan de injuriar a los negros, si dejan de ser injustos con ellos y adoptan hacia la gente de color una actitud de civilidad y decencia, de tolerancia y de convivencia amistosa.37

Se atribuye al racismo un valor funcional de legitimación ideológica al interior de un mecanismo de dominación política y de explotación económica de los "otros". En una segunda acepción, el racismo surge en épocas de crisis económica en situaciones de lucha por los puestos de trabajo, no se dirige al enemigo externo, sino contra aquel que se reproduce dentro y a partir del tejido social. La teoría del "chivo expiatorio" sirve para explicar las fobias contra las minorías de color en semejante ambiente de competencia laboral. Ante la cercanía social de los grupos diferentes, los estratos "blancos" de condición inferior llegan a adquirir el odio racial. Se trata del problema negro en los Estados Unidos:

Parece que quienes con más insistencia recuerdan y hacen prevalecer el criterio de discriminación racial hacia los negros son los blancos de condición modesta. Son ellos los primeros en temer la competencia negra en el terreno económico, (...) para justificar su orgullo ante ellos, recurren al color de la piel (...) El prejuicio de color no sólo ha servido para establecer en nuestra sociedad un régimen de casta, sino que ha sido utilizado (...) como un arma por los sindicatos obreros (blancos) para luchar contra la concurrencia de un proletariado negro o amarillo, (...) las rivalidades económicas se disimulan bajo los antagonismos raciales y bajo los mitos elaborados para justificarlos.38

De racionalización instrumental de una situación de dominio, en la acepción del "chivo expiatorio", el racismo reaparece como un medio para solucionar conflictos sociales, en este caso, de competencia en el mercado laboral. Gracias al racismo, el pequeño blanco se resguarda de caer en el nivel del negro. La dinámica de la diferenciación racista no finaliza sin embargo ahí, sino que se hace cada vez más exclusiva marcando jerarquías biológicas y psíquicas dentro de la misma raza blanca. Esa tendencia excluyente hace el círculo de los "superiores" todavía más estrecho: ya no serán los arios, ni los caucásicos en general, sino los germanos, la casta superexclusiva en el disfrute del dominio, la conquista y la explotación de los "inferiores".39 El antirracismo se mantuvo como un dispositivo polémico a lo largo de más de treinta años, no fue capaz de explicar la permanencia del racismo ni se percató de sus metamorfosis, limitándose con repetir los dogmas y las fórmulas estigmatizantes de los años de lucha contra el nacionalsocialismo y el fascismo. Los antirracistas, como lo aceptó el propio Comas en 1978, quedaron entumecidos, atinando sólo a denunciar la sospecha y atribuir aviesas intenciones al racismo, como si este fuese un organismo dotado de vida propia, como un virus infeccioso y amenazante para la sana convivencia de los pueblos.

Racismo y antirracismo aparecen en los escritos de Comas, antes que nada, como dos conceptos para la lucha entre el "determinismo biológico" y el "relativismo cultural". La dificultad para definirlos y diferenciarlos se deriva de su carácter polémico. A pesar de la poca eficacia para cumplir sus objetivos, el movimiento antirracista de la UNESCO, antes de hacer un esfuerzo por adecuar sus conceptos y métodos de lucha a la cambiante situación del fenómeno racista, prolongó en sus actividades celebratorias las mismas premisas edificantes que lo animaron desde su origen: eliminar los prejuicios y promover la comprensión, la tolerancia y la amistad entre las naciones y los grupos raciales o étnicos. Lo que sorprende es la permanencia en el movimiento antirracista mundial de una fe en la realización de congresos, convenciones mundiales y otros eventos para sensibilizar y movilizar a la opinión pública en el combate contra el racismo. La fe en la eficacia de la difusión del verdadero conocimiento ha instituido sucesivamente tres decenios (1973-83, 1983-93, 1993-2003) dedicados a la lucha contra el racismo y la discriminación racial, y la ONU ya está programando convocar a una conferencia mundial para el 2001. Sus expertos siguen predicando el carácter injusto del racismo, trabajando sobre todo el aspecto jurídico de la promulgación de leyes por parte de los Estados miembros para prohibir las organizaciones y actividades que promuevan la discriminación racial. La visión del problema permanece inalterada: la educación como instrumento privilegiado para prevenir y erradicar el racismo, difundirá la conciencia de los principios de los derechos humanos y promoverá la tolerancia y el respeto a la diversidad cultural.40

Lo que un crítico del calibre de Pierre-André Taguieff reprocha al ejército de científicos antirracistas de la UNESCO es conformarse con emitir lecciones morales y, sobre todo, con haber pasado por alto que a lo largo de 40 años junto a las teorías de las desigualdad biológica surgieron nuevas formas ideológicas del racismo, de la racialización de las personas. El dogma biologista que afirma la desigualdad a causa de relaciones raciales es una postura totalmente desprestigiada, social y científicamente, e inaceptable en la actualidad. El neorracismo defiende las identidades o patrimonios culturales y glorifica las diferencias entre los individuos y entre los grupos como pasos previos para exaltar el Derecho a la diferencia. De esta manera, el neorracismo se acerca a los postulados del relativismo cultural, que sí tienen una gran aceptación en la opinión pública, debido tanto a su arraigamiento en la cultura de la izquierda progresista, como al uso antirracista del imperativo cristiano del "respeto hacia los otros".

Derecho a la diferencia, respeto a la diversidad cultural-somática de los otros, amor a todos los seres humanos son ideas, explica Taguieff, que conservan un alto grado de licitud y que ahora legitiman posturas racistoides que se refieren al postulado de la irreductibilidad, de la incomparabilidad, de la incomunicabilidad o separación absoluta de las singularidades o identidades culturales, de las estructuras mentales, de las costumbres, las tradiciones compartidas, los deseos y los pensamientos. El neorracismo, paradojas de la ideología, se convierte en el más radical defensor de la personalidad nacional y del derecho a la diferencia. Lo mismo que el antirracismo, se muestra respetuoso de todas las diferencias culturales y sostiene la separación estricta de las mismas, como el único fundamento de una tolerancia positiva. "Frente a esta mutación —escribe Taguieff— de las representaciones racistas, el antirracismo conmemorativo se contenta con una crítica al 'regreso' del nazismo, para hacer válidas las evidencias explicativas de una 'crisis económica' o de las 'consecuencias' del colonialismo".41

 

IV. La defensa del mestizo

La cuestión del mestizaje abre otro campo de batalla para la confrontación entre los científicos racistas y los antirracistas. En la defensa antirracista en favor del mestizo y de los mestizajes estaban en juego puntos muy sensibles del combate contra las pretensiones de superioridad racial. La revaloración de los procesos de mestizaje en la historia apuntaba directamente contra dos pilares tradicionales del orgullo de superioridad de la raza blanca: la creencia en la existencia de razas "puras" y la imagen del mestizo como un híbrido degradado, física y moralmente. El fatalismo biológico arraigado en la tradición del pensamiento racial atribuía al mestizaje efectos fatalmente degenerativos. Después de 1850 por influencia de pensadores como Gobineau, De Lapouge, James Hunt y Lombroso, el miedo a la degeneración a causa de la miscegenación y la abierta hostilidad contra las razas de color, se convirtieron en un lugar común del pensamiento racista. La conservación de los patrimonios genéticos en su estado puro también se expresó en la preocupación por la conservación y mejoramiento de la raza, evitando su degeneración a toda costa.42

Para Comas, el rechazo al mestizaje es la consecuencia lógica del proceso de estigmatización racista. El mestizaje no es un freno, sino un factor relevante en la progresiva evolución de la humanidad. De hecho, la postura antirracista sostiene que los grupos aislados, que lograsen o han logrado conservar cierta "pureza" no pueden por sí mismos crear una gran civilización. El presupuesto para ello es el contacto intenso entre grupos humanos distintos. Todas las regiones donde han surgido las grandes civilizaciones han sido habitadas por grupos altamente mestizados.43 La reivindicación del mestizaje no llega en Comas a una glorificación a ultranza de la mezcla de razas. Claro que rechaza el argumento que señala al mestizaje como fuente de debilitamiento biológico o de trastornos mentales. También se rechaza el intento de naturalizar el carácter criminal atribuido al mestizo, en quien se darían los casos más frecuentes de prostitución, vagancia y delincuencia. Tampoco acepta la existencia de razas "puras".44 No hay grupo humano que no sea resultado de largos procesos de hibridación. Incluso aquellas naciones que se imagina formadas por razas homogéneas como Inglaterra, Francia, Alemania o Estados Unidos son un mosaico de diversos pueblos y razas.

La correlación que se establece entre mestizaje-degeneración-criminalidad, oculta que si se han registrado casos degenerativos ello se debe a que la hibridación se ha dado más frecuentemente entre miembros de las clases "inferiores". Da la impresión de que en este punto el antirracismo se muestra un tanto ambiguo, pero ello es resultado de que también comparte la preocupación eugenésica. El mestizaje en sí mismo no es para la ciencia antirracista ni bueno ni malo, ni recomendable ni condenable. La cuestión depende directamente de la "calidad genética" de los individuos que se cruzan, si estos provienen de las clases bajas no es raro que se produzcan regresiones, pero éstas nada tienen que ver con el mestizaje. Por el contrario, si los patrimonios genéticos aunque pertenezcan a razas diferentes (por ejemplo los matrimonios mixtos negro con blanco) son sanos y provienen de sectores sociales de buen nivel, la mezcla dará entonces origen a individuos "bien proporcionados" y vigorosos. Por tanto, antes que el mestizaje, son la segregación social y la pobreza las auténticas causas del debilitamiento o degeneración.45 En punto al mestizaje, el antirracismo está lejos de defender la igualdad a ultranza de las personas, pues acepta la existencia de seres "inferiores" cuya reproducción resultaría inconveniente desde el punto de vista del mejoramiento genético. Lo que se propone es adoptar un criterio científico y desprejuiciado para aplicar los mejores criterios al perfeccionamiento de la especie humana. Mejorar los patrimonios genéticos, se realicen por el mestizaje o a través de la endogamia, lo importante es que los sujetos a hibridación sean "buenos ejemplares" de la especie, sólo así se garantiza la procreación de seres sanos y vigorosos. Los extremos, como en el caso del neorracismo de la diferencia cultural, se tocan otra vez en el asunto del mestizaje.

El mestizaje es pues, un proceso histórico inevitable para la humanidad y un mecanismo eugenésico para "ampliar la variabilidad somática y psíquica" de las poblaciones. El requisito para que el mestizaje tenga un sentido benéfico reside en la elevación neta del nivel económico de la población objeto de la miscegenación.46 Para evitar las posibles degeneraciones deben fomentarse, siguiendo a la ciencia, aquellos mestizajes que garanticen la elevación del vigor, la belleza y otras cualidades, como la mayor fecundidad de los híbridos. Citando al genetista Charles Davenport (1928) concluye Comas:

Allí donde un cruce de razas produce una nueva raza superior tanto en lo físico como en lo mental y temperamental, debe alentarse. En donde produce algo que está debajo del promedio, no debe fomentarse.47

El mestizaje y los mestizos son en México un elemento entrañable para la conciencia nacional. Aquí Comas se encontró con un país de larga tradición de elaboración de conciencia mestiza. Por lo menos desde el siglo XIX, el mestizaje se ha vinculado con la preocupación de las elites por el mejoramiento de los patrimonios genéticos de la población autóctona como la vía para dotar al país de la población adecuada, de acuerdo a la creencia de que el progreso y la modernidad implican ciertas premisas raciales. Pero el mestizaje también se ha convertido en el paradigma ideológico que posibilita la identificación de pueblo y élites con el Estado. Sólo por dar los ejemplos más conocidos, se puede decir que desde la Memoria sobre las causas que han originado la situación actual de la raza indígena y los medios para remediarla (1864) de Francisco Pimentel, pasando por el diagnóstico de Andrés Molina Enríquez en Los grandes problemas nacionales (1909), hasta la declaración de principios nacional-indigenistas de Manuel Gamio en Forjando Patria (1916), se ha concebido una relación causal entre el mestizaje de la población nativa con flujos seleccionados de inmigrantes de origen europeo y el proceso de modernización nacional. El aborigen americano debía ser transformado mediante la mezcla biológica, no había mejor y más rápido camino para neutralizar sus malas costumbres y extirpar sus lenguas que "nadie entiende". En vez de eliminarlo definitivamente, se diluiría el indio en el mestizo, quintaesencia del mexicano.

Esa tradición mestizante muy mexicana, pero de la que no está ausente la influencia del pensamiento racial europeo del siglo XIX, permite proclamar a Comas su orgullo de pertenecer a una nación y a un gobierno de vanguardia en la actitud contra los prejuicios raciales y en favor del mestizaje. A final de cuentas, se congratula de la actitud de los conquistadores hispanos que se compenetraron, según la leyenda idílica, plenamente con la gran masa mexicana hasta procrear a la nueva raza mestiza, sustancia de la nación. Esa historia de la nación mestiza conduce a la creencia de que los hostigamientos, las persecuciones de tipo racial que se padecen en otras parte del planeta, encuentren en México terreno nada fértil para su desarrollo.48 Como indigenista y antirracista, Comas comparte con Gamio (Hacia un México nuevo, 1935,), la convicción de intensificar el mestizaje, no sólo para mejorar la raza, sino para dotar a la población de una cultura superior de la que carece. Por medio del mestizaje se llegará al progreso, y con ello, a la eliminación paulatina de las formas de cultura indígena.

 

V. Conclusión

El juicio positivo sobre la diversidad cultural parece no aplicarse a México. Aquí se deben borrar las diferencias que estorban la verdadera integración nacional. Aunque Comas niega sistemáticamente que el indigenismo se proponga "desindianizar", la aculturación que propone y la actitud paternalista que ve en el indio a un eterno menor de edad al que el Estado debe gobernar y educar, difícilmente se reconcilian con las enseñanzas del antirracismo internacional. La relación entre indigenismo y antirracismo, tal como se expresa en los escritos de Comas, es una relación ambigua. Por un lado, parece embonar muy bien la defensa del indio en el movimiento universal por los derechos humanos, pero por otro lado parece representar una negación del principio de la igualdad de valor de todas las culturas la definición de la cultura del indio con los términos "deficiente y anacrónica". El diálogo y la tolerancia que reivindicaba el antirracista en la arena internacional, la niega el indigenista al cortar toda posibilidad genuina de tolerante comunicación y simbiosis auténtica, identificando lo indio con el atraso y lo occidental con el progreso.

Pero hay que decir con justicia que la obsesión por la aculturación del indio y por la forja de la patria homogénea, no son atribuibles a las veleidades ideológicas de ningún personaje por influyente que sea. Tiene que ver con la satisfacción de un imperativo nacionalista que el Estado debe observar en el proceso de consolidación y expansión de su dominio. El nacionalismo concibe a la nación como un espacio de cultura compartida. La semejanza cultural debe de ser el vínculo social básico que legitime la autoridad del Estado. La pertenencia a la misma cultura, a la misma lengua, a la misma historia son las condiciones que el individuo ha de llenar para obtener la legítima pertenencia a la nación. Si además de ello se lograra la homogeneización racial de la población en cuestión, mucho mejor. La adopción de la cultura nacional no es una opción, sino un imperativo. Sólo los que posean la cultura apropiada (que es nacional y superior) podrán acogerse a los beneficios que otorga la auténtica ciudadanía política. El indigenismo científico, reforzado con la postura antirracista, quiso realizar esa labor de integración, aculturación y homogeneización de la población llamada indo-mestiza. Si el Estado no logra reunir a todos sus miembros bajo el manto de la cultura homógenea, su autoridad se manifiesta incompleta y limitada. Por eso, la integración nacionalista no puede tolerar las diferencias que encarnan aquellos que no se adhieren, ello explica que lo indígena se plantee como un problema. No es raro que el nacionalismo impulsado por el Estado, llegue a refuncionalizar en su dinámica incororacionista, elementos del racismo y que adopte actitudes que, en el corto o en el largo plazo, tengan efectos etnocidas totalmente contrarios a los principios que propugna el antirracismo del relativismo cultural.

Coatepec, 30 de enero del 2000.

Antonio Turok. Derrocamiento de la estatua de Diego de Mazariegos por organizaciones indígenas. San Cristóbal de las Casas, Chiapas, 12 de octubre de 1992. (En Luna Córnea, núm.11, enero-abril de 1997, Centro de la Imagen, México.)

 

Notas

1 Alonso, Ma. de la Soledad y Baranda, Martha. Palabras del exilio 3. Contribución a la historia de los refugiados españoles en México: Seis antropólogos mexicanos. Departamento de Estudios Contemporáneos del INAH, coordinación de Eugenia Meyer, INAH/ SEP/ Librería Madero, México, 1984, 283 p.         [ Links ] El lector podrá encontrar más información biográfica sobre Juan Comas en: Faulhaber, Johanna "Juan Comas Camps (1900-1979)", Anales de Antropología, vol. XVI, Instituto de Investigaciones Antropológicas-UNAM, México, 1979, pp. 497-499;         [ Links ] "Nota necrológica Juan Comas Camps, 1900-1979", Anuario Indigenista, vol. XXXVIII, Instituto Indigenista Interamericano, México, diciembre de 1978, pp. 165-169;         [ Links ] In Memoriam Juan Comas Camps (1900-1979), Instituto de Investigaciones Antropológicas, Serie Antropológica núm. 30, UNAM, México 1980, 106 p.         [ Links ] Este libro reúne las conferencias de Leonel Pereznieto, Domingo Rex, Arturo Romano, Johanna Faulhaber, G. Aguirre Beltrán, Andrés Medina y Miguel León Portilla, pronunciadas en el Homenaje del 20 de febrero de 1979 en Ciudad Universitaria; y Homenaje a Juan Comas en su 65 aniversario. Editorial Libros de México, 2 vols. México, 1965.         [ Links ]

2 Ejemplo de ello es que en su memoria se realiza anualmente desde 1990 en México el "Coloquio Internacional de Antropología Física Juan Comas".

3 Nota necrológica. Juan Comas Camps, 1900-1979. Anuario Indigenista, vol. XXXVII, México, diciembre de 1978, pp. 165-169.         [ Links ]

4 El exilio español en México, 1939-1982. Fondo de Cultura Económica, México, 1982.         [ Links ] Las páginas dedicadas a Juan Comas (324-344), incluyen semblanza biográfica y bibliografía.

5 "Comas siempre mantuvo agudo espíritu crítico que manifestó con valor y honestidad; no perdonaba la mediocridad ni la corrupcción. Esto le ganó enconados enemigos que temerosos de la polémica optaron por los golpes bajos", Andrés Medina Hernández, "Juan Comas, como historiador de la ciencia", In Memoriam Juan Comas Camps (1900–1979), UNAM; México, 1980, pp. 34-35.         [ Links ]

6 María de la Soledad Alonso y Marta Baranda en Palabras del exilio 3... , reproducen la siguiente declaración de Juan Comas: "...mi cosa del indigenismo fue de sopetón, al encontrarme con Gamio y su puesto de director en el Instituto Indigenista Interamericano. Entonces empecé con él a ir al valle del Mezquital, a las zonas de los huicholes, a ir a Oaxaca, a ir a Chiapas; en fin, empecé a ver los grupos de acá y ver los problemas de allá y no tenía ni idea", p. 95.

7 Comas, Juan, "El problema social de los indios triques en Oaxaca", en América Indígena, vol. II, núm. 1, México, enero de 1941, pp. 51-57;         [ Links ] "El régimen alimenticio y el mejoramiento indígena", América Indígena, vol. II, núm. 2, México, abril de 1942, pp. 51-56;         [ Links ] "La Asistencia Pública y el desarrollo biológico del indígena", América Indígena, vol. III, núm. 4, México, octubre de 1943, pp. 337-344;         [ Links ] y "El maestro y el médico en el mejoramiento indígena" (ponencia en calidad de delegado del Instituto Indigenista Interamericano al Primer Congreso Nacional Revolucionario de Derecho Agrario, México, julio de 1945), América Indégena, vol. V, núm. 4, México, octubre de 1945, pp. 317-325.         [ Links ]

8 En este sentido el lector puede consultar los siguientes artículos de Juan Comas publicados en América Indígena: "Algunos datos para la historia del indigenismo en México", vol. VIII, núm. 3, México, julio de 1948, pp. 181-218; "Reivinicación del indio y lo indio", vol. XI, núm. 2, México, abril de 1951, pp. 129-146; "La 'cristianización' y 'educación' del indio desde 1492 hasta nuestros días", vol. XI, núm. 3, México, julio de 1951, pp. 219-234; "La realidad del trato dado a los indígenas de América entre los siglos XV y XX", vol. XI, núm. 4, México, octubre de 1951, pp. 323-370; y "Razón de ser del movimiento indigenista", vol. XIII, núm. 2, México, abril de 1953, pp. 133-144.

9 Comas, Juan, "Algunos datos para la historia del indigenismo en México", en América Indígena, vol. VIII, núm. 3, México, julio de 1948, pp. 181-218.         [ Links ]

10 Comas, Juan, idem. Así por ejemplo, el principal promotor y presidente de la Sociedad Indianista Mexicana era el Lic. Francisco Belmar, magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y estudioso de las lenguas indígenas. Altos funcionarios del régimen como Federico Gamboa, Serapio Rendón, Pedro L. Rodríguez, Carlos Flores y Olegario Molina contribuyeron al financiamiento del I Congreso Indianista (30 de octubre al 4 de noviembre de 1910), en el que destacados académicos y políticos como Alberto M. Carreño, Abraham Castellanos, Ramón Corral, Ricardo García Granados, José Díaz de León y Félix F. Palavicini, entre otros, participaron con ponencias. La acción de la Sociedad Indianista se concretó en 16 estados del país con el establecimiento de filiales estatales y cantonales, y pudo, además, publicar su Boletín desde 1911 hasta 1914 en que la agitación política de esos años hizo imposible ese tipo de actividades.

11 Comas, Juan, "La discriminación racial en América. Primera parte", América Indígena, vol. V, núm. 1, México, enero 1945, pp. 73-89.         [ Links ]

12 Ibidem. Se trata del artículo de Posnansky "Los dos tipos indigenales de Bolivia y su educación", publicado en América Indígena, vol. III, núm. 1, México, enero de 1943, pp. 55-60.         [ Links ] Comas se refiere a Posnansky como a una personalidad de renombre en el mundo antropológico, lo que le ha valido ser "Presidente de distintas Sociedades e Institutos científicos, (...) Jefe de la Misión Boliviana en Estados Unidos (...) Y han sido precisamente el prestigio de que goza Posnansky (...) y la difusión que a sus obras proporciona (...) entidades científicas como el Instituto Tihuanacu de Antropología y la Sociedad Geográfica de la Paz, Bolivia, los motivos que más nos han impulsado a redactar este comentario", pp. 74-75.

13 Ibidem. Comas menciona los trabajos en que apoya su argumentación: en serologia las obras de Lates, Dujarric de la Riviére, Ottenberg; en antropología cita a Topinard, R. Benedict, F. Boas, Montandon y E. Pittard.

14 Comas, Juan, "La discriminación racial en América. Segunda parte", América Indígena, vol. V, núm. 2, abril de 1945, pp. 161-170.         [ Links ] Se refiere a tres trabajos de Vianna: Evolución del pueblo brasileno (1937), Raça e Assimilação (1938), y Populaçoes Meridionaes do Brasil (1938).

15 Ibidem, p. 167.

16 Comas, Juan, "Reivindicación del indio y lo indio", América Indígena,vol. XI, núm. 2, México, abril de 1951, pp. 129-146.         [ Links ] Las obras hispanistas que en esta ocasión refuta Comas son de Constantino Bayle, El protector de indios. Escuela de Estudios Hispano-Americanos de la Universidad de Sevilla, 1945, 175 pp.         [ Links ]; y del director del Museo Etnológico Nacional de Madrid, José Pérez de Barradas, Los mestizos de América. Madrid, 1948, 204 p.         [ Links ]

17 Ibidem, p. 143.

18 Comas, Juan, "La cristianización y educación del indio", América Indígena, vol. XI, núm. 3, México, julio de 1951, pp. 219-234.         [ Links ]

19 Comas, Juan, "Realidad del trato dado a los indígenas", América Indígena, vol. XI, núm. 4, México, octubre de 1951, pp. 323-368.         [ Links ]

20 Comas, Juan, "Razón de ser del movimiento indigenista", América Indígena, vol. XIII, núm. 2, México, abril de 1953, pp. 133-144.         [ Links ]

21 Aguirre Beltrán, Gonzalo, "El indigenista", In Memoriam Juan Comas Camps (1900-1979). UNAM, México, 1980, pp. 23-27.         [ Links ]

22 Comas, Juan, La antropología social aplicada en México. Trayectoria y Antología. Instituto Indigenista Interamericano, Serie: Antropología Social I, México, 1964.         [ Links ]

23 Además de su actividad como experto en cuestiones raciales de la UNESCO, Comas dejó una abundante producción escrita dedicada explícitamente al desenmascaramiento de la "seudociencia" racista. Las obras al respecto que he consultado son: ¿Existe una raza judía? Editorial Cultura, México, 1941;         [ Links ] Conferencias de antropología y biotipología. Instituto de Investigaciones Científicas de la Universidad de Nuevo León, Monterrey, 1944, 131 p.         [ Links ]; Las razas humanas. Biblioteca Enciclopédica Popular 99, SEP, México, 1946, 94 pp.         [ Links ]; Los mitos raciales, UNESCO; Lieja/París, 1952;         [ Links ] Un ensayo sobre raza y economía. Sobretiro de América Indígena, vol. XV, núm. 2, México, 1955;         [ Links ] "Informe sobre la reunión de expertos convocada por la UNESCO para el estudio del problema de los prejuicios raciales", Boletín Indigenista, vol. XV, México 1955, pp. 304-307;         [ Links ] La educación ante la discriminación racial. Suplementos del Seminario de Problemas Científicos y Filosóficos núm. 5, segunda serie, UNAM; México, 1958;         [ Links ] "¿Otra vez el Racismo, científico?" América Indígena, vol. XXI, núm. 2, México, abril de 1961, pp. 99-140;         [ Links ] Relaciones inter-raciales en América Latina, 1940-1960. Cuadernos del Instituto de Historia, serie antropológica núm. 12, México, 1961, 77 p.         [ Links ]; "Los mitos raciales: reflexiones ante una crítica sui géneris", América Indígena, vol. XXII, núm. 2, México, abril de 1962, pp. 131-141;         [ Links ] Manual de Antropología Física. Instituto de Investigaciones Históricas, sección de Antropología-UNAM, México, 1966, 710 p. (1a. ed. 1957);         [ Links ] "El polimorfismo racial y sus implicaciones sociales", Anales de Antropología, vol. 4, Instituto de Investigaciones Históricas-UNAM, México, 1967, pp. 49-94;         [ Links ] Unidad y Variedad de la especie humana. Lecturas Universitarias, Dir. Gral. de Difusión Cultural, UNAM, México 1967, 145 pp.         [ Links ]; Razas y racismo. Trayectoria y antología. Colección Sepsetentas, núm. 43, SEP, México, 1972, 220 p.         [ Links ]; Antropología de los pueblos iberoamericanos. Biblioteca Universitaria Labor, Barcelona, 1974;         [ Links ] "El antiracismo a nivel internacional: propósitos y realidades", América Indígena, vol. XXXVIII, núm. 3, México, julio-septiembre de 1978, pp. 631-661.         [ Links ]

24 Comas, Juan, "El anti-racismo a nivel internacional: propósitos y realidades". América Indígena, vol. XXXVIII, núm. 3, México, julio-septiembre, 1978. p. 636.         [ Links ]

25 Comas, Juan, "¿Otra vez el racismo, científico?", América Indígena, vol. XXI, No. 2, México, abril de 1961, p. 103.         [ Links ]

26 Comas, Juan, "Reivindicación del indio y lo indio", América Indígena, vol. XI, núm. 2, México, abril de 1951, p. 132.         [ Links ]

27 Ibidem. Nuestro autor menciona, entre otras declaraciones y acciones aprobadas por la ONU: la Declaración sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial (1963), Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial (1965), Medidas para lograr la pronta y total eliminación de todas las formas de discriminación racial en general y la política del apartheid en particular (1968); Seminario sobre las medidas que habría que adoptar en el plano nacional para aplicar los instrumentos de las Naciones Unidas destinadas a combatir y eliminar la discriminación racial y para promover relaciones raciales armoniosas, (Yaoundé, Camerún, junio 1971).

28 Taguieff, Pierre-André, "Die Metamorphosen des Rassismus und die Krisse des Antirassismus", pp. 221-268, en Bielefeld, Ulrich (editor) Das Eigene und das Fremde: neuer Rassismus in der Alten Welt?, Hamburger Edition, Hamburgo, 1998.         [ Links ]

29 Leser, Alexander, artículo sobre "Franz Boas", Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales (dirigida por David L. Sills), vol. 2, Aguilar, Bilbao, España, 1979, pp. 14-23.         [ Links ]

30 Taguieff, Pierre-André, "Die Metamorphosen des Rassismus und die Krisse des Antirassismus", en Bielefeld, Ulrich (comp.) Das Eigene und das Fremde: neuer Rassismus in der Alten Welt?. Hamburger Edition, Hamburg, 1998, pp. 228-229.         [ Links ] [Traducción nuestra].

31 Jacquard, Albert y J. B. Pontalis, "Entretien: une tête qui ne convient pas", Le Genre humain, núm. 11, 1984-85, p. 15, citado por Michel Wieviorka en El espacio del racismo. Paidós, Barcelona/Buenos Aires/México, 1992, p. 25.         [ Links ]

32 Comas, Juan, Unidad y variedad de la especie humana. Lecturas Universitarias, UNAM, México, 1967, p. 95.         [ Links ]

33 Comas, Juan, Razas y racismo. Trayectoria y antología. SepSetentas núm. 43, SEP, México, 1972, p. 36.         [ Links ] y Los mitos raciales. UNESCO, Lieja / París, 1952.         [ Links ] Los autores antirracistas en que Comas se apoya para mostrar en este caso el carácter acientífico del racismo son el antropólogo H. V. Vallois "Les noirs sont-ils une race inférieure?" (1928);         [ Links ] el médico J. H. F. Kohlbrugge "Le cerveau suivant les races";         [ Links ] y el psicólogo Otto Klineberg "Raza y psicología" (1961).         [ Links ]

34 Banton, Michael, "Aspectos sociales de la cuestión racial", en UNESCO, Cuatro Declaraciones sobre la cuestión racial. París, 1969, pp. 18-19.         [ Links ]

35 George L. Mosse, Die Geschichte des Rassismus in Europa. Fischer Verlag, Frankfurt am Main, 1990,         [ Links ] y Michel Wieviorka, op. cit., subrayan la complejidad del fenómeno, tanto en lo que se refiere a su génesis misma como producto de la confluencia de los más diversos saberes y creencias científicas y religiosas, como por las funciones sustitutivas que realiza en épocas de caos social, de desestructuración de las creencias y de las fuentes tradicionales de la cohesión colectiva.

36 Comas, Juan, Los mitos raciales, p. 22.         [ Links ]

37 Ibidem, p. 26.

38 Ibidem, pp. 22-23.

39 Ibidem, p. 34.

40 Alto Comisionado de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos, Folleto informativo núm. 12, Comité para la eliminación de la discriminación racial, Ginebra, Suiza, 1992; El racismo, la discriminación racial, la xenofobia y otros tipos análogos de intolerancia. Resolución de la Comisión de Derechos Humanos 1997/74. Ginebra, Suiza, 1997.

41 Taguieff, Pierre-André, op. cit.

42 Mosse, George L. op. cit., véase especialmente el capítulo 5 "De Gobineau a de Lapouge", el capítulo 6 "El aporte de Inglaterra" y el capítulo 7 "La ciencia de la raza".

43 Comas, Juan, "El mestizaje y su importancia social", Acta Americana, vol. IX, núm. 1-2, México, enero-junio de 1944;         [ Links ] "La heterogeneidad cultural y el planteamiento integral", separata de La Palabra y el Hombre, núm. 18, México, abril-junio de 1961, pp. 229-255.         [ Links ]

44 Comas, Juan, Conferencias de Antropología y Biotipología. Instituto de Investigaciones Científicas de la Universidad de Nuevo León-Monterrey, México, 1944.         [ Links ] Citemos donde se demuestra la falsedad de la pureza racial:

Si recordamos que en el hombre existen 24 pares de cromosomas, y que cada uno de ellos es portador de muchísimos genes, se comprende en seguida que a medida que aumentamos el número de caracteres considerados como específicos de determinada raza, más díficil resulta hablar de pureza racial, máxime teniendo en cuenta que el cruzamiento y la reproducción del hombre son actos ajenos a todo control genético. No se puede hablar seriamente de razas humanas puras; tanto desde el punto de vista de la Antropología anatómica como desde el histórico está plenamente demostrada la inverosimilitud de tal aserto. (...) también (...) desde el punto de vista genético resulta imposible afirmar la e-istencia de una raza pura: podrá en todo caso hablarse de raza pura en cuanto nos referimos a determinado carácter somático, pero nunca por lo que se refiere a todos o a la inmensa mayoría de caracteres de tipo hereditario, (p. 12).

45 Comas, Juan "El mestizaje y su importancia social", op. cit., pp. 15-17.         [ Links ] Los investigadores antimestizos con los que debate nuestro autor son: Jon A. Njooen, Harmonic and Disharmonic. Race, Crossing (1922);         [ Links ] y C. B. Davenport, The effects of race Intermingling (1917).         [ Links ]

46 Ibidem, pp. 22-23.

47 Davenport, Charles, Race Crossing in Man. IIIe Session de l'institut international d'Anthropologie, Amsterdam, 1927, Librairie E. Nourry, París, 1928, citado por Comas en "¿Otra vez el racismo científico?", pp. 19-20.         [ Links ]

48 Comas, Juan, "El mestizaje y su importancia social", p. 23.         [ Links ]

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