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Archivos de cardiología de México

versión On-line ISSN 1665-1731versión impresa ISSN 1405-9940

Arch. Cardiol. Méx. vol.80 no.1 Ciudad de México ene./mar. 2010

 

In memoriam: Homenaje luctuoso en el Instituto Nacional de Cardiología de México. Febrero 2010

 

Semblanza de mi amigo Fause

 

In memoriam of my friend Fause Attie

 

Manuel Cárdenas

 

Profesor Titular del Instituto Nacional de Cardiología.

 

Recibido 4 de marzo de 2010.
Aceptado el 4 de marzo de 2010.

 

Agradezco la oportunidad de platicar con Uds. de mi amigo Fause.

Se dice que un amigo es un hermano que la naturaleza nos permite escoger. He sido un privilegiado, he tenido y tengo muchos amigos, entre ellos destaca con luz propia Fause Attie.

No haré referencia a su labor profesional, de ello se ocuparán voces más autorizadas que la mía. Contaré cómo lo conocí y lo traté, nuestra cercanía y algunas anécdotas que ejemplifican al hombre y al amigo.

Conocí a Fause en Río de Janeiro en 1960 en el IV Congreso Interamericano de Cardiología, era mi primer Congreso Internacional, me lo presentó el Dr. Dirson de Castro Abreu, compañero mío de Residencia, casado con Amalia, mexicana que había sido la Secretaria de Electro. Dirson era el hombre de confianza del Profesor Magalhaes Gómes, que junto con Decourt y Jairo Ramos eran el triunvirato de la Cardiología Brasileña. Fause trabajaba en el Servicio del Profesor Magalhaes Gómes, y me dijo que quería venir a prepararse al Instituto, le sugerí que enviara su solicitud cuando terminara la carrera y la residencia de medicina.

Fause nació en Uberlandia. Cuando él nació era un pueblo perdido en el estado de Minas Gerais, ahora es una ciudad de 300 000 habitantes. Fue hijo de emigrantes libaneses, de aquellos que a principios del siglo XX emigraron a América Latina y cuya odisea y logros relata con su inconfundible estilo realista, irónico y al mismo tiempo de realismo mágico Jorge Amado en su libro "Cuando los Turcos conquistaron América".

Estudió la primaria en Uberlandia y la educación media en Río de Janeiro. Su decisión de estudiar medicina pienso que estuvo influida por la movilidad social que favorecía, y por la influencia de dos tíos maternos: Mario distinguido internista y Amadeo, quien fue Rector de la Universidad de Brasilia.

Estudió medicina en la Facultad de la Universidad de Río de Janeiro. En 1960, se le otorgó el titulo profesional.

De 1961 a 1962, fue Residente de Medicina Interna en el Servicio del Profesor Magalhaes Gómes.

En 1962, fue aceptado como Residente del Instituto, su carta de aceptación fue firmada por el Maestro Aceves quien luego se quejaba de la ironía de que él la hubiera firmado.

Yo era adjunto del Servicio de mujeres, Fause hizo su rotación conmigo y ahí pude comprobar su vocación de médico, su interés por aprender, su compromiso con los pacientes.

Lo invité entonces a colaborar en un trabajo que tenía en mente, con base en los trabajos del Departamento de Farmacología de Don Rafael Méndez: demostrar en la clínica el mecanismo del flutter auricular por movimiento circular. Tuvimos éxito, el trabajo es un clásico con múltiples citas y el reconocimiento de quienes confirmaron el hallazgo: Paul Puech en Francia, Bernard Lown y Leonardo Dreifus en Estados Unidos. Fause estuvo siempre orgulloso de ese primer trabajo.

Sucedió entonces una situación que marcó su vida: hizo su rotación en el Servicio de niños en el que también rotaba una estudiante de la Escuela de Enfermería: Rosa Martha Aceves. No sé qué lo enamoró más, si las cardiopatías congénitas o Rosa Martha, pienso que la segunda.

Se hicieron novios, se armó en el Instituto un estrapalucio, la hija del Director tenía un novio con quien terminó, y él era un Residente comprometido y dado para casarse en Brasil. Protegidos y con permiso de Sor María del Roble se iban a comer a un Restaurante Árabe en la calle de Córdoba a dos cuadras del Instituto. Si llegaba Doña Carmen Aceves y preguntaba por Rosita, la madre enviaba un propio para hacerlos regresar. Los residentes vivían las 24 horas en el Instituto, podían salir, como las sirvientas, los jueves en la tarde y los domingos si no tenían guardia.

Cuando el Maestro llegaba a su casa los jueves y encontraba a Fause en "la visita" le decía:

– Dr., ¿no tenía Ud. que estar en el Instituto?

– Maestro es jueves social. El Maestro decía "buenas noches", fruncía la boca y desaparecía.

Frecuentemente lo encontraba yo en la Dirección en silencio y en la penumbra, tenía una de sus conocidas jaquecas, al preguntarle la causa me decía: "cómo no voy a tener jaqueca si Rosita está de novia con ese brasileño". "Maestro es muy buen muchacho, excelente médico, trabajador e inteligente". "Si pero se va a llevar a Rosita a Brasil", Rosa Martha era su hija consentida.

En 1965, cuando Fause estaba por terminar su estancia de tercer año en Cardiología Pediátrica, fui invitado a participar en el XXI Congreso Brasileño de Cardiología, año en el que además se festejaba el IV Centenario de Río. Fause me pidió que llevara algunos encargos para su familia.

Me comuniqué por teléfono en magnífico portoñol, y nos invitaron a Rosita, mi esposa, y a mi a un "cafecinho" en su casa de Copacabana. Nos recibieron en la sala, toda la familia, la mamá, la hermana, el hermano, los tíos y los primos. Fuimos examinados e interrogados y querían saber si Rosa Martha se parecía a Rosita, por supuesto eran como el agua y el aceite: Rosita era rubia de ojos azules. En fin no quedamos tan mal, "nos concedieron la mano de Fause".

Fause y Rosa Martha se casaron ese mismo año, la boda civil fue en la casa del Maestro en la calle Bruno Traven, la religiosa en la Iglesia del Carmen de San Ángel, de Brasil vino la mamá de Fause.

Fause y Rosa Martha se fueron a Río de Janeiro. Fause trabajó como cardiólogo en el Servicio de Cardiología en la 3ª. Cátedra de Clínica Médica del Hospital Universitario. En 1966, nació Carmen Leticia.

En 1968, Rosa Martha vino a México con Carmen Leticia a visitar a la familia. Fause había sido invitado a participar en el IV Congreso Interamericano de Cardiología en Lima y decidió aprovechar el viaje para venir a recoger a Rosa Martha y a Carmen Leticia. Visitó el Instituto, en donde el Director Don Manuel Vaquero le propuso regresar al Instituto como Investigador. Fause y Rosa Martha lo aceptaron de inmediato; regresaron a Brasil para terminar asuntos pendientes y en 1970 Fause se reincorporó al Instituto, Rosa Martha se encontraba en lo que las señoras de aquella época llamaban "estado de buena esperanza" por culpa de Eduardo, el cual nació ya en México.

En un terreno junto al del Maestro Aceves en la calle Bruno Traven, Fause construyó su casa con un préstamo del ISSSTE.

Hombre social gozaba con invitar a su familia, a sus amigos y sus colaboradores a comidas en el jardín, le satisfacía cocinar carne asada o paella, después de que Rosa Martha por razones que escapaban a mi análisis se ha negado a elaborar la sabrosísima "Feijoada" con que nos deleitaba. La última vez que la comí fue cuando, en compañía de la familia, festejamos el último campeonato mundial de football que ganó Brasil. Como buen brasileño era fanático del football, partidario en México del América por lo que discutía apasionadamente con Juan Ramón de la Fuente.

Durante todos estos años tuvimos la oportunidad de hacer viajes juntos, lo mismo en la República que en Estados Unidos, Santo Domingo, Brasil, Chile, Perú y Puerto Rico.

En ello Fause ponía en juego su interés por las culturas locales, los sitios dignos de conocer y su pasión por la gastronomía y la enología. El recuerdo de esos viajes está lleno de anécdotas de las que relataré algunas que permiten conocer algo más de su personalidad.

En el viaje que hicimos juntos al Japón con motivo del VIII Congreso Mundial de Cardiología, que era muy caro, los asistentes mexicanos formaron parejas para ocupar habitaciones dobles, al final quedaron Fause y la Dra. Friedland. Fause se negó a compartir la habitación pese a la propuesta de la Dra. ¡qué delicado!

En el Congreso tenía que sustentar una plática en su sitio que no era el Hotel sede, decidió tomar un taxi, en Japón es casi imposible entenderse, al taxista le mostró el nombre escrito en japonés del sitio al que quería ir y contaba que "el taxista se murió de risa, y habló en japonés, como no entendí le volví a mostrar la dirección, se encogió de hombros le dio la vuelta a la manzana y me señaló un edificio que quedaba enfrente, me costó bastantes yenes".

En ese mismo viaje me pidió que lo acompañara al distrito comercial de Ginza a una tienda especializada en modelos de ferrocarril en miniatura, por lo que tuvo pasión toda su vida. A trancas y barrancas con él cataloga señas, y en inglés macarrónico consiguió lo que quería.

Al pagar le dieron unos cupones para un descuento a su siguiente visita. Se prendieron los genes fenicios y solicitó que como no volvería le hicieran el descuento. El vendedor japonés, primero no entendía, cuando lo hizo los ojos se le hicieron redondos y entró en crisis, eso no estaba en su esquema y vaya que son cuadrados. Fause insistía y el japonés subía y bajaba por una escalera de caracol a un tapanco y volvía alegar, después de 15 minutos de esta escena, de lo que yo me moría de la risa, el japonés dijo "ol lait", quería decir all right. Fause se salió con la suya, lo gozó tanto que me invitó a comer.

Dos anécdotas más de ese viaje, con un sentido del humor que pocos le conocían con su aspecto serio, que hizo que su cuñada Leticia dijera que era el único brasileño serio y triste que conocía, se dedicó a molestar a Fishleder diciéndole que había hecho compras baratísimas de artículos como los que también había comprado Bernardo y además jugaba con monedas de yenes delante de él, retrasando el pago de un préstamo que le había hecho para llamar por teléfono.

En el viaje de regreso en el avión, le escondió los zapatos a Abdo Bisteni quien se los había quitado para descansar. Abdo los buscaba con desesperación, se los regresó ya que llegábamos a Los Ángeles, California.

Podría relatar muchas más pero baste con éstas para dar una idea de mi amigo.

Su reciedumbre de carácter, su valor y su hombría se manifestaron en toda su extensión en el año de 1973, cuando viajó en sus vacaciones a Brasil. En Uberlandia un buen día amaneció cuadripléjico, nadie sabía que pasaba, en unos días se pudo mover un poco y lo llevaron a Río, allí fue revisado por internistas y neurólogos, y no había diagnóstico, la lenta recuperación era espontánea, el Maestro Aceves me lo contaba con lágrimas en los ojos, y con la mayor angustia, no sólo por la situación de Fause, seguramente revivía la propia experiencia en París en su juventud. Volvió a México y un día Doña Carmen Aceves hizo el comentario de que veía a Fause con los ojos saltones que no tenía antes, se prendió el foco: ¡Hipertiroidismo! Lo vieron en la clínica de tiroides de Nutrición, se confirmó el diagnóstico, fue tratado y se resolvió el problema, lo único que quedó fue regular las dosis de tiroides para que no se acelerara, cosa para la que se necesitaba poco.

Brasileño – Mexicano, Mexicano –Brasileño tenía una pequeña insignia de solapa que usaba en la bata de médico, eran las banderas cruzadas de México y Brasil. Últimamente se la he visto a su nieta Camilachis.

Fue Fause honesto, humilde, sincero, generoso, comprensivo, justo, amistoso, leal, podría yo seguir con una más larga lista de adjetivos, pero permítanme abreviar y utilizar la descripción que hizo Ignacio Chávez, de mi querido Maestro, padre político de Fause "no fue ni un héroe, ni santo, fue un ejemplo de lo que debe ser un hombre".

Un beso a Rosa Martha y a Carmen Leticia, la Garotinha, y a Eduardo un abrazo, que fueron todo su orgullo, con todo mi cariño y admiración.

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