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La ventana. Revista de estudios de género

versión impresa ISSN 1405-9436

La ventana vol.5 no.43 Guadalajara ene./jun. 2016

 

En la mira

Vivir a la defensiva en la burbuja amurallada

Jorge Alejandro Partida Crespo1 

1Universidad de Guadalajara, Guadalajara, México, correo electrónico: jorgealecster@gmail.com

Camus, Manuela. Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad. México: Universidad de Guadalajara, 2015. 296 pp.


Hace tres siglos durante el renacimiento europeo Tomás Moro imaginó a la ciudad ideal de tal forma que hoy en día resultan un lugar distópico, poco común y exclusivo en algunas urbes donde cada vez más frecuentemente nos encontramos con “una alta y ancha muralla, guarnecida de torres y de fortalezas frecuentes, hace de la ciudad una plaza fuerte”. También imaginó una ciudad donde la riqueza era repartida en iguales proporciones lo que a la par llevaba a la felicidad a todos sus habitantes. Pensamiento distópico en su tiempo. Sin embargo, los condominios cerrados hoy en día son la representación de una separación donde se demarcan visceralmente zonas de riqueza y pobreza. De modo que las nuevas formas urbanas parecen islas de riqueza y modernidad que dejan a la deriva a las que pertenecen o se fundaron en zonas de carácter más tradicional y popular.

Entonces la utopía moreana se plasma evidentemente en estos espacios amurallados que ostentan seguridad, exclusividad y prestigio más hoy en día son aprovechados por intereses comerciales que pretenden meternos en la cabeza ideas de que es mejor vivir en aislamiento social debido a la inseguridad paulatina y el deseo de ser más que los demás. En un país donde es más importante tener dinero y lujos que tener dignidad y educación y donde de nada sirve tener dinero si este no se luce, la idea de vivir en estas islas urbanas o residenciales apartados de las colonias populares de la ciudad no es una idea descabellada si nos internamos en la dinámica íntima de lo que significa vivir en estos lugares de carácter neoestamentalizado de la sociedad de élite tapatía.

Vivir en el coto. Fraccionamientos cerrados, mujeres y colonialidad de la antropóloga Manuela Camus es el producto de un exhaustivo y original trabajo de campo con mujeres que viven en cotos o fraccionamientos privados de la Zona Metropolitana de Guadalajara. La investigadora del Centro de Estudios de Género de la Universidad de Guadalajara propone un acercamiento a estos espacios exclusivos desde el interior de estas suburbanizaciones cerradas, cuyo éxito se debe a que el mercado inmobiliario se ha aprovechado del incremento de la inseguridad y también del deseo de ostentación y poder de los habitantes de estos icónicos espacios privilegiados. La apuesta de Camus es un enfoque antropológico sobre las perspectivas y vivencias de los actores principales implicados, mujeres amas de casa o jefa de hogar madresposas de coto cuya edad oscila entre los 45 y 50 años cuyas voces se transcriben para dar testimonio de este estilo de vida amurallado de las clase media alta y alta.

El libro está compuesto por seis capítulos que se nutren con abundantes testimonios que son aportaciones de diversas fuentes. Este experimento testimonial, de acuerdo a la autora de esta valiosa publicación presenta información y argumentos que servirán como hipótesis para indagaciones subsecuentes. En las dos primeras partes, nos muestra en contexto un repaso histórico de la colonialidad tapatía y el escenario sociourbano de una Guadalajara nostálgica, que sirven para explicar cómo funciona en esta ciudad llena de contrastes el fenómeno de las secesiones espaciales y el éxito que ha marcado su expansión. En la tercera parte, habla sobre los cotos de privilegio tapatío y presenta tres variantes genéricas en los que distingue entre pares a los cotos catrines, los campestres, los estándar ya que a su consideración estas definiciones sirven para entender como estas comunidades moldean la identidad y la identificación de sus pobladores. En la cuarta parte, mujeres y cotidianidad en el coto tapatío recoge las percepciones y experiencias de las mujeres residentes en donde destaca la competencia evidente entre ellas. En la quinta parte, los hijos de los cotos, la autora proporciona suficiente información para comprender a las generaciones que ya han crecido en estos lugares cerrados y establece pistas para comprender a esa sociedad que se está gestando y construyendo. En la última sección la autora realiza una reflexión donde resume sus hallazgos y propone una interpretación propia acerca de estos ambientes exclusivos. Nos hace preguntarnos hacia dónde vamos y cuál será la propuesta para construir y modelar a la sociedad que habitará a la Guadalajara de las próximas décadas.

Cabe señalar que la investigación es propuesta al Conacyt por la autora en el 2009, más hay que tener en cuenta que este fenómeno tiene su apogeo a partir de la década de 1990; es decir, que la fragmentación de la ciudad ha estado en auge desde hace quince años lo cual permite consolidar los hallazgos de esta investigación que trata de un fenómeno complejo que se ha ido consolidando en tres etapas, la primera y la segunda que son inauguradas por las clases altas y media alta y la última donde la clase media también empieza a establecerse en estas urbanizaciones cerradas.

Manuela Camus especifica que la palabra “coto” es una acuñación específica de la ciudad de Guadalajara. De acuerdo a la autora, es una palabra que procede del latín cautus y significa defendido, además que acentúa el sentido de exclusividad y elitismo. En mi opinión se hubiese señalado que este neologismo regional contrasta con la palabra barrio que tiene una connotación opuesta de exterioridad. De cualquier manera para comprender este fenómeno la autora nos ofrece una investigación fresca y bien fundamentada con las referencias más adecuadas y novedosas de investigadores urbanistas, geógrafos, sociólogos y filósofos que enfocan su trabajo en documentar la historia de las élites actuales y sus modos de vida residencial en América Latina especialmente. Por otro lado, la investigación se centra en su objeto de estudio sin tener que divagar en los recovecos que este tema tan complejo abre a su paso sin mencionar otros que quedan pendientes.

Las mujeres que participan en esta investigación mostraron tener mejor apertura que las figuras masculinas que habitan en esos espacios recelosos, por lo que la apertura de estas personas entrevistadas se logró a través de relaciones personales. De acuerdo a la autora, el coto es un buen escenario para analizar a la sociedad y las mujeres representan un termómetro que facilita la toma de temperatura; es decir, la investigadora hace un minucioso corte de esos testimonios para recoger la materia prima de su trabajo, las culturas íntimas a través de prácticas rituales y discursos propios de la élite que habita en los costos.

Es por ello que Camus se ve en la necesidad de distinguir los tipos de coto, ya que cada uno son diferentes dimensiones y las culturas íntimas, por ende, cambian de acuerdo al tipo de espacio y sus pobladores. Los tres mencionados son: 1) Valle Real o el lugar ideal y prototípico al cual denomina el coto catrín y que fue el que marcó el despliegue de otros fraccionamientos a la redonda y a varios kilómetros. 2) Rancho Contento o el coto campestre que se promueve más como un retiro antiurbano y el 3) Parque Regency que es clasificado como un coto estándar. Estos espacios se diseñan en la medida en que la ciudad se torna insegura para los pobladores que deciden enclaustrarse en las murallas exclusivas de un fraccionamiento. Pero en la investigación la autora también recoge anécdotas sobre el problema del enemigo interno; es decir, personas del lumpen proletariado que habitan estos lugares buscando la seguridad y estatus: los narcos. Aunque no se le da más enfoque a este tema tan controvertido, queda pendiente y se abre una nueva línea de investigación para futuros sociólogos o antropólogos.

A pesar de que la autora es consciente de que su investigación es un trabajo ambicioso, debido a las limitaciones de las entrevistas, encuentra matices significativos que construyen la lógica narrativa de la obra y nos deja escudriñar ese nuevo estilo de vida que nos permite entender la transición de las formas de comportamiento contemporáneas, donde las personas prefieren encerrarse a pesar de tener que lidiar con otro tipo de conflictos dentro del complejo residencial. La autora logra comprobar que estos condominios funcionan como una fórmula de autoprotección y autorregulación de ciertas capas sociales. Los que viven en cotos también están sujetos a vivir en democracia elegante. Donde los que no acaten las reglas se van expulsados con medidas frías pero efectivas, como la negación de la entrada automática o la exposición en la pizarra de la entrada a los morosos anticomunitarios. La autora logra revelar la perspectiva que sus habitantes tienen de sus comunidades amuralladas, estos lugares funcionan como nanas o corralitos para los niños debido a la seguridad en la que están inmersos.

La mujeres que habitan estos espacios destacan en la medida en que lejos de ser solamente las amas de casa que la sociedad conservadora espera, también fungen roles principales como la jefa de la familia en el que manifiestan niveles de decisión propia como la autorregulación de su propio cuerpo y la planificación de su cotidianidad. Entre otros roles multifuncionales que atentan contra su dignidad y quedan expuestas como mujeres chofer de sus hijos al tener arraigada una fuerte dependencia al automóvil debido a que los cotos no se construyen dentro de la ciudad sino en las periferias.

Lo que encuentra la autora de este libro es que dentro del patrón señalado también halla “madresposismo con veleidades o desviaciones liberadoras.” Para Camus las mujeres que viven en estos complejos residenciales son denominadas “gestoras del hogar” ya que contrariamente a lo que se espera, donde el coto que encierra y protege de lo que está afuera, ellas se ven obligadas a salir y con ello ejercen su libertad de gestión de su tiempo y su propia vida. Para Camus “la cotificación promovería una mujer simultáneamente sujetada y autónoma a la que se suma un hombre proveedor domesticado o integrado al ámbito doméstico” gracias a su posición sociocultural y económica específica.

El potencial de este libro destaca en la fidelidad de los testimonios que evidencian como la sociedad tapatía está sufriendo una rápida transformación a manos de un neocolonialismo heterogéneo y complejo que impone sus estándares a manos de las élites que las habitan y que pretenden justificar con su estilo de vida y modas, su apartamiento. Los habitantes que viven dentro de las murallas de estas lujosas vecindades compactas pertenecen a un sector afortunado que se elige a sí mismo dejando a un lado a los marginales que no comparten su estatus. De modo que esta obra nos invita a reflexionar sobre el peligro que implica a largo plazo este modelo poco sustentable que en lugar de unificar pretende separar a los indeseados. La pregunta que arroja la autora es la siguiente: ¿qué sociedad se está y estamos construyendo? La respuesta quizás la encontraremos bajo la lupa crítica de esta investigación.

☆ Jorge Alejandro Partida Crespo. Maestro en Lingüística Aplicada de la Universidad de Guadalajara. Licenciado en Letras Hispánicas de la Universidad de Guadalajara. Profesor de Español de Educación Secundaria en la Secretaría de Educación Pública. Correo electrónico: jorgealecster@gmail.com

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