Introducción
A partir de la creciente apertura comercial en el mundo, las naciones han presentado co-movimientos intensos entre sus fluctuaciones cíclicas, resultado de una mayor correlación en diversos indicadores macroeconómicos con sus principales socios comerciales (Anderson et al., 1999; Baxter y Kouparitsas, 2005; Calderón et al., 2007; Arora y Vamvakidis, 2004).
En el caso de México, el estudio sistemático de los ciclos económicos tomó gran relevancia a partir de la observación de co-movimientos, dado el grado de integración económica con Estados Unidos (EE.UU.), especialmente a partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En este sentido, algunos estudios han establecido que las relaciones entre ambos países han cambiado a través del tiempo, pero que fue a partir de la entrada en operación del TLCAN cuando se mostró un mayor co-movimiento de sus ciclos económicos (Alper, 2002; Torres y Vela, 2003; Herrera, 2004; Agénor et al., 1999; Torres, 2002, Schwartz y Pérez, 2000; Mejía et al., 2006a).
En este contexto, el flujo comercial ha tenido un peso relevante en la generación de una mayor sincronización económica y, el cual, se ha convertido en pieza clave para el crecimiento de las actividades: manufacturera, industrial, del transporte, servicios y construcción; esto debido al fuerte vínculo con desempeño de la producción estadounidense (Cuevas et al., 2003; Torres, 2002; Mejía et al., 2006b).
Torres y Vela (2003) analizaron el grado de correlación de diversas variables macroeconómicas entre México y EE.UU. durante el periodo 1992-2002, con lo cual advirtieron que la integración comercial se ha dado principalmente a través del sector manufacturero de cada país. Lo que ha propiciado que el ciclo económico mexicano se haya sincronizado significativamente con el de EE.UU. En ese sentido, Cuevas et al. (2003), al analizar la integración entre ambos países, argumentaron que México ya mantenía vínculos importantes con EE.UU. desde antes de la entrada en vigor del TLCAN. Sin embargo, la relación se reforzó entre los dos países a partir de una mayor vinculación entre los diversos sectores de actividad económica, así como con las diferentes regiones de México.
De esta manera, los estudios relativos al co-movimiento de los ciclos económicos de México y EE.UU., tradicionalmente han abordado el tema mediante la correlación de variables macroeconómicas típicas representativas del ciclo económico, tales como el Producto Interno Bruto (PIB), la producción industrial, la manufacturera, las importaciones y las exportaciones, entre otras.
En este contexto, los estudios acerca del co-movimiento de los ciclos económicos de México y EE.UU. no han tenido en cuenta indicadores relativos a la confianza de los consumidores, siendo un sector fundamental en el comportamiento de la demanda agregada de un país, y por tanto, un elemento central en torno a las fluctuaciones macroeconómicas.
En este sentido, Keynes (1936) mencionó que existen factores no económicos que podrían ser la principal causa de las fluctuaciones económicas y a los que denominó espíritus animales. Éstos, según Keynes, son una muestra de confianza y optimismo ingenuo cuando provienen de algo especulativo. Bajo este enfoque, a mediados del siglo XX se iniciaron algunos estudios a partir de encuestas para detectar las percepciones y sentimientos de los consumidores. En aquellos trabajos de investigación se consideraron las aportaciones de Keynes sobre el humor de los agentes, expresado en optimismo o pesimismo, además fue tomada en cuenta la forma en que las personas cambiaban sus actitudes en respuesta a su medio social y económico. De esta forma, surgieron los indicadores que evalúan las expectativas y la confianza de los consumidores, entre los que destaca el Índice de Confianza del Consumidor (ICC).
El objetivo de esta investigación es analizar el grado de co-movimiento de los índices de confianza del consumidor de México y EE.UU. Primeramente se generaron los componentes cíclicos de los ICC de los dos países, utilizando los filtros de Hodrick-Prescott y Christiano-Fitzgerald, posteriormente, se calculó el coeficiente de correlación no paramétrico de Spearman entre ambos índices para medir el grado de co-movimiento entre las dos variables. Más adelante, se incorporaron al análisis las correlaciones de los ICC, referidos en relación con una serie de variables consideradas como representativas del ciclo económico, tales como producción industrial, producción manufacturera, PIB de México y EE.UU., así como las exportaciones, las importaciones, el consumo y la inversión de México respecto al ICC de México y en relación con el ICC de EE. UU., esto con la finalidad de verificar la consistencia de los resultados. El periodo de estudio comprende de 2001 a 2018,1 utilizando series de información trimestral.
La investigación se divide en cuatro apartados, en el primero se aborda las principales teorías de los ciclos económicos, en el segundo se describe la relación entre el ciclo económico y el índice de confianza del consumidor, posteriormente se expone la metodología estadística de estimación del comovimiento, en el cuarto apartado se presentan y discuten los resultados obtenidos y, finalmente, se concluye.
1. Ciclos económicos
Burns y Mitchell (1946) definieron los ciclos económicos como un tipo de fluctuaciones encontradas en la actividad económica agregada de las naciones que organizan su funcionamiento en empresas comerciales. Un ciclo consiste en expansiones que ocurren aproximadamente al mismo tiempo en muchas actividades económicas, seguidas generalmente de recesiones, contracciones y reactivaciones que se conectan con la fase de expansión del ciclo siguiente, esta secuencia es recurrente, pero no periódica. La duración de los ciclos económicos varía entre más de un año y hasta diez o doce años, no siendo divisibles en ciclos más cortos.
Por otro lado, Lucas (1977) no distingue entre las fases del ciclo y no lo ve como una secuencia inevitable en la actividad económica, argumenta que los ciclos económicos no son más que las desviaciones temporales de la senda normal de crecimiento de la economía. Esta definición del ciclo económico se refiere a los movimientos del PIB por encima o por debajo de su tendencia. Sin embargo, dado que él no específica que entiende por tendencia, Kydland y Prescott (1990) retoman la definición de Lucas y complementan su enfoque, ofreciendo una definición de tendencia de cualquier serie de tiempo como la curva suave que se debería trazar en un gráfico de una serie de tiempo.
En esta investigación se emplea el enfoque de los ciclos de crecimiento de Lucas (1997) con el objetivo de modelar el co-movimiento entre los índices de confianza del consumidor de México y EE.UU.
Los clásicos argumentaron que, en competencia perfecta, la economía tenía que mantenerse en constante equilibrio y que, por lo mismo, los ciclos económicos constituyen la mejor respuesta de la economía a las perturbaciones de la producción o del gasto, razón por la cual, el gobierno debería limitar sus intervenciones para contrarrestar esas fluctuaciones (Gordon, 2000).
Por su parte, Keynes (1936) consideraba que los ciclos económicos a corto plazo eran el resultado de las variaciones en el gasto de inversión, provocadas por las fluctuaciones en la eficiencia marginal esperada del capital, dado que ésta depende de las expectativas empresariales, las olas de euforia y la depresión que generan los episodios de auge y crisis económica. Cuando el optimismo se generaliza, la eficiencia marginal esperada del capital aumenta, el empleo crece, el consumo se expande (aunque en menor medida que la producción), y los empresarios vuelven a incrementar su inversión. Sin embargo, a medida que ésta aumenta, comienzan a aparecer restricciones sobre ciertos recursos relativamente escasos. En consecuencia, aumenta el costo de los bienes de capital y tienden a reducirse los rendimientos esperados. Por tanto, después del optimismo surge una ola de pesimismo que expande el desempleo y disminuye el consumo. Este escenario puede verse amplificado por un aumento de la demanda de dinero por motivos especulativos, que trata de aguardar hasta que la crisis pase y el precio de los bonos vuelva a elevarse.
A pesar del gran impacto que tuvo la teoría de Keynes durante la Gran Depresión, ésta no explicaba de forma adecuada la situación mundial que se suscitó en la década de los setenta, dando lugar a un nuevo modelo: la Nueva Macroeconomía Clásica (NMC). La NMC buscó entender los ciclos económicos dentro del paradigma del equilibrio general, el cual supone que los agentes operan en mercados competitivos y con expectativas racionales sobre el futuro (Rebelo, 2005).
Otras teorías importantes que trataron de explicar los ciclos económicos fueron las de precios y salarios rígidos, introducidas por los partidarios de la nueva economía keynesiana, quienes pretendieron esclarecer cómo se comportan los precios y los salarios en el corto plazo, identificando las imperfecciones del mercado que los hace rígidos, lo cual provoca que la economía retorne lentamente a su nivel natural (Ball y Romer, 1990).
A raíz de la crisis financiera de 2008, por un lado, se retomó la teoría austriaca del ciclo económico (TACE), la cual sostiene que los procesos de expansión crediticia del sistema bancario favorecen un descenso de los tipos de interés, que no responde a una acumulación previa de ahorro real creando un falso auge económico, dado que se generó un aumento de la inversión y los precios relativos se distorsionaron por la mayor masa de dinero circulante en la economía (Alonso et al., 2011). Por otro lado, se consideró una de las ideas más importantes de la teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, la cual advierte que los estímulos que mueven a las personas no siempre son económicos ni su comportamiento es racional. En ese trabajo, Keynes (1936) usa el término de espíritus animales para referirse al optimismo espontáneo, cuando no es posible un “cálculo racional” esta noción podría ser la causa principal de la fluctuación de la economía y constituir el desempleo involuntario.
2. El ciclo económico y la confianza del consumidor
Una de las ideas más importantes que mencionó Keynes (1936) fue que la mayor parte de las actividades económicas no suelen tener motivaciones racionales, sino más bien que muchas actividades están gobernadas por los animal spirits, ya que los estímulos que mueven a las personas no siempre son económicos ni su comportamiento es racional. Según el punto de vista de Keynes, estos “espíritus animales” son la causa principal de la fluctuación de la economía y constituyen, asimismo, la causa principal del desempleo involuntario (Akerlof y Shiller, 2009).
En este sentido, algunos economistas han afirmado que la falta de confianza de los agentes económicos, en particular del consumidor, es una de las principales razones detrás de las crisis económicas y financieras (Carroll et al., 1994; Obstfeld y Rogoff, 1996; Nahuis, 2000). Al respecto, Fukuyama (2000) destaca que la confianza de los agentes económicos se puede considerar como un capital social, es decir, que el incremento en la confianza de los agentes genera efectos positivos en variables macroeconómicas, si ésta aumenta (decrece), la demanda y la inversión promoverán un incremento (decremento) en la generación de la producción y, por lo tanto, en los empleos (Görmüş y Güneş, 2010).
Kindleberger y Aliber (2005) argumentaron que la causa principal de los ciclos económicos hay que buscarla en ciertos mecanismos psicológicos como los animal spirits de Keynes, los cuales generan fluctuaciones imprevisibles en los precios de los activos. El inicio del proceso puede estar en alguna perturbación exógena (una innovación técnica o financiera, un cambio político, etc.) que genera grandes expectativas de beneficio en algún sector. Este optimismo pone en marcha una onda expansiva que se propaga fácilmente gracias al incremento del crédito bancario (oferta monetaria endógena). La onda expansiva conduce a lo que Smith (1776) llamaba overtrading, es decir, una situación de excesiva alegría financiera, que a su vez creaba una burbuja financiera que finalmente explotaba.
Por otro lado, en la cima de la onda expansiva, algunos individuos (que cuentan con algún tipo de información privilegiada) se retiran del mercado, no sin antes vender sus activos sobrevaluados. Es claro que esto crea problemas a algunas entidades financieras, las cuales pueden enfrentar problemas de quiebra, que a su vez generan pánico. De esta manera, la inversión se contrae bruscamente y la economía abandona la trayectoria expansiva para entrar en la fase depresiva. El fin de esta contracción llegaría cuando los precios de los activos se contraigan lo suficiente y los inversionistas nuevamente se motiven a realizar inversiones a largo plazo (Kindleberger y Aliber, 2005). De Grauwe (2010) desarrolló un modelo macroeconómico conductual, el cual produce ondas endógenas de optimismo y pesimismo, “espíritus animales” que se generan por la correlación de creencias sesgadas, los resultados arrojaron que al fijar de manera estricta los objetivos de inflación éste se comporta de manera subóptima porque da más margen para que surjan olas de optimismo y pesimismo, lo que desestabiliza la producción y la inflación.
Por otra parte, Akerlof y Shiller (2009) argumentan que los animal spirits hacen que los mercados no se ajusten con tanta facilidad ni funcionen con eficiencia como sería de esperar en condiciones estrictamente neoclásicas. En este sentido, analizan las implicaciones de los animal spirits respecto a una serie de grandes problemas, por ejemplo, la crisis financiera de 2008-2009, interpretada básicamente como una crisis de confianza: el colapso de la confianza en determinados productos financieros y en un determinado modus operandi de las instituciones bancarias.
En este contexto, diversos estudios han afirmado que la falta de confianza de los agentes económicos, en particular de los consumidores, es una de las principales razones detrás de las crisis económicas y financieras (Carroll, et al., 1994; Obstfeld y Rogoff, 1996; Nahuis, 2000; Batchelor y Dua, 1998; McNabb y Taylor, 2007 y Mazurek y Mielcová, 2017). De esta manera, a mediados del siglo XX se iniciaron varios estudios con la finalidad de identificar las percepciones y los sentimientos de los consumidores en torno a su economía, considerando a su vez, la forma en que las personas cambiaban sus actitudes en respuesta al medio social y económico (Katona, 1975). De esta forma, surgieron algunos indicadores que evaluaban las expectativas y la confianza de los consumidores, entre los que destaca el Índice de Confianza del Consumidor (ICC).
Ante la disponibilidad del ICC, se iniciaron diversos estudios que mostraron la relación que existía entre este indicador y diferentes variables macroeconómicas, tales como el PIB, la política monetaria y fiscal, el empleo y el consumo; asimismo, se mostró que el ICC era un indicador sensible a las recesiones y otras perturbaciones macroeconómicas (Matsusaka y Sbordone, 1995; Carroll et al., 1994; Nahuis, 2000; Batchelor y Dua, 1998; Fuhrer, 1993).
Por otro lado, se analizó si la información contenida en el ICC permitía predecir el comportamiento de variables económicas como el ingreso, el desempleo o la inflación (Nahuis y Jansen, 2004; Ludvigson, 2004; Vázquez et al., 2009; De Grauwe, 2010).
Entre los primeros trabajos realizados sobre el ICC, se encuentran los de Friend y Adams (1964) y Adams y Green (1965), quienes esencialmente se cuestionaron si la confianza del consumidor podría ayudar a predecir el gasto de consumo. Ellos detectaron que existía una relación significativa entre el ICC, el empleo y las condiciones financieras; asimismo, hallaron que las decisiones de compra de viviendas, vehículos y otros bienes duraderos estaban influenciadas por la confianza del consumidor, la cual, a su vez, generaba un efecto en la economía. Adicionalmente, Mishkin et al. (1978) encontraron que existía una relación estable entre el ICC y el gasto para inversión de un hogar; por su parte, Yew-Kwang (1992) mostró que una caída de la bolsa puede causar un colapso de la confianza y reducir las actividades reales.
Otros estudios que demuestran la relación entre el ICC y el crecimiento del PIB son los de Matsusaka y Sbordone (1995), quienes descubrieron que el ICC causó las fluctuaciones del PIB de EE.UU. en el periodo 1953-1988. Por su parte, Tanweer y Naeem (2016) muestran la existencia de una relación de largo plazo entre la confianza del consumidor y el crecimiento económico de países como Reino Unido, Alemania, Francia, Dinamarca y Holanda, esto durante el periodo 1996-2012.
Mazurek y Mielcová (2017), al examinar la relación estadística entre el ICC y el crecimiento del PIB real en EE.UU., de 1960 a 2015, para determinar si el ICC podía ser un predictor adecuado del crecimiento económico o de recesiones económicas, respectivamente, se encontró que el ICC causó al PIB de largo plazo, con un retraso de seis meses. En cuanto a periodos más cortos, el ICC causó al PIB en tres de cuatro periodos examinados (1967-1978, 1975-1985, 1995-2005 y 2005-2015), incluida la Gran Recesión (con el retraso de tres meses), y sólo para el llamado periodo de burbuja punto-com, se encontró que el PIB causó al ICC con un retraso de seis meses.
Por otra parte, Kilic y Cankaya (2016), al analizar los efectos del ICC en la actividad económica de EE.UU., mostraron que la confianza del consumidor y la actividad económica están fuertemente correlacionadas con la manufactura, la producción industrial y los inventarios. También reportaron una fuerte relación entre ICC y los gastos de consumo personal, así como con variables del mercado inmobiliario. La capacidad que tiene el ICC para predecir los cambios en el ciclo de la economía coincide con la de otras variables económicas, tal como lo mencionan Garner (1991), Throop (1992) y Loría y Brito (2004). Es así que el ICC provee información que contribuye a la mejora de las proyecciones económicas de corto plazo.
Garner (2002) señaló que el índice es un indicador de retraso, debido a que la confianza del consumidor persiste después de un periodo de crecimiento o después de que una recesión ha terminado. En este sentido, es necesario algún tiempo para que el ICC se ajuste a los cambios en el entorno económico debido a que los individuos normalmente no poseen toda la información económica relevante, además, suelen ser escépticos con los informes económicos. Sin duda, las decisiones de los consumidores podrían llegar a generar desaceleraciones económicas, derivado de un cambio extremo en su confianza.
3. Metodología estadística
Primeramente, se emplean dos metodologías para extraer el comportamiento cíclico de las series de los índices de confianza del consumidor de México y EE.UU., dichos métodos son los correspondientes a Hodrick y Prescott (1997) y Christiano y Fitzgerald (1999).
El filtro introducido por Hodrick y Prescott (1997) (HP) es el más utilizado en el análisis empírico de los ciclos económicos. Dicho filtro permite descomponer una serie de tiempo yt en una tendencia estocástica suave τt y en un componente cíclico estacionario ct, el cual incluye un componente de “ruido” y se obtiene como la diferencia entre la serie original (en logaritmos) y la tendencia estimada (ct = yt − τt). Éste es un filtro lineal de dos lados que permite estimar la tendencia suavizada τt de yt minimizando la varianza de yt en torno a τt. Esta estimación involucra al parámetro de castigo λ que determina el grado de suavidad de la tendencia τ: valores mayores de l generan una tendencia más suave. En los casos extremos cuando l = 0, yt = τt y cuando λ → ∞, τt se aproxima a una línea recta. Para los datos trimestrales Hodrick y Prescott (1997) sugieren un valor λ= 1600 (Mejía et al., 2013).
No obstante su popularidad y amplio uso, el filtro HP presenta dos limitaciones importantes; por un lado, genera un componente cíclico altamente volátil, debido a la inclusión del componente de “ruido” y, por otra parte, no está bien definido al principio y al final de la muestra.
De esta manera, para acotar el riesgo de una inferencia inadecuada, también se emplea el filtro de Christiano-Fitzgerald (CF). Este es un filtro de “paso de banda” que distingue tres componentes en una serie de tiempo: una tendencia estocástica τt, un componente cíclico ct y un término irregular εt donde cada componente está asociado a diferentes frecuencias. Específicamente, permite aislar los ciclos asociados a los movimientos de la serie en una banda (especificando un rango para su duración) y atribuyendo el resto de los movimientos de la serie a los otros componentes. Al asignar los movimientos altamente volátiles al término irregular, el filtro genera un componente cíclico suave lo que permite eliminar los efectos nocivos de alta volatilidad del componente cíclico en el análisis.
Los filtros de “paso de banda” son calculados como un promedio móvil ponderado de dos lados, lo que genera inconvenientes en los extremos de la muestra por tener que usar un número de adelantos y rezagos, como en el caso de los filtros HP y el de Baxter y King (1999). El filtro CF, empleado en este documento, es el más general y permite que cambien las ponderaciones de los adelantos y rezagos, por lo que las series filtradas pueden obtenerse para la muestra completa, y presentan menos problemas en los extremos (Mejía et al., 2013).
Es posible representar el filtro de CF como una media móvil finita, el valor de la serie filtrada en el momento t se obtiene como:
Donde Yt es la serie de entrada de la que se dispone la muestra de tamaño T, (y1, y2….yT), (Christiano y Fitzgerald, 1999).
Una vez que se extrae el componente cíclico de las series en estudio a partir de los filtros descritos, en seguida, se calcula el coeficiente de correlación no paramétrico de Spearman sobre los índices de confianza del consumidor de México y EE.UU.2
El coeficiente de correlación de Spearman (p) se obtiene a partir de los rangos de las observaciones en lugar de sus valores originales y no requiere del cumplimiento de algún supuesto distribucional acerca de los datos utilizados para su cálculo (Márquez, 1993). En contraste, medidas de correlación paramétricas como la de Pearson, sí requieren del cumplimiento del supuesto de normalidad de las series utilizadas.
Para el cálculo del p, primeramente se asignan los rangos correspondientes sobre las observaciones de las variables X e Y3, posteriormente, se toman las diferencias de ambos rangos, esto respetando el orden de los datos, tal como ocurrieron en el tiempo. Es importante destacar que la única diferencia respecto al cálculo de la correlación de Pearson es que en la correlación de Spearman se consideran los rangos de los datos y no sus valores originales, lo cual no altera el orden en el tiempo en el que ocurrieron los valores de cada una de las series.
Donde
De esta manera, se hizo el ejercicio de estimar las correlaciones entre las variables en estudio por medio de la correlación de Spearman. En este punto es conveniente aclarar también que la utilización de esta medida de la correlación tiene la ventaja, adicionalmente sobre la de Pearson, de una menor varianza ante la presencia de valores atípicos en la muestra.
Se analiza en primer lugar, el co-movimiento de los ciclos del índice de confianza del consumidor de México (ICCMEX) y de EE.UU. (ICCEU); posteriormente, se realiza el mismo análisis incluyendo variables macroeconómicas referentes del ciclo económico México, tales como la producción industrial (PIMEX), la producción manufactura (PMMEX), las exportaciones (EXPMEX), las importaciones (IMPMEX), el consumo (CMEX) y la inversión (IMEX), así como los respectivos PIB de México y EE.UU. (PIBMEX y PIBEU, respectivamente). En segundo lugar se analiza el perfil temporal de los co-movimientos entre las variables referidas.
De esta manera, si el indicador del ciclo de alguna de las variables cambia después de que lo hace el indicador del ciclo de referencia, sea ICCMEX o ICCEU, se dice que lo sigue. Esto es, la variable xit sigue al ciclo yt+1 por j periodos si |p(j)| alcanza su máximo valor para un j<0 (rezago). A su vez, si el componente cíclico x it se mueve antes que el indicador del ciclo de referencia yt+1 se dice que lo antecede, es decir, la variable xit antecede al ciclo yt+1 por j periodos si |p(j)| alcanza su máximo valor para un j<0 (adelanto). Finalmente, yt es contemporánea al ciclo cuando |p(j)| alcanza su valor máximo en j = 0.
La intensidad del co-movimiento se define en función de los valores que toman los coeficientes de correlación: es fuerte si |p(j)|≥0.7, moderada cuando 0.5≤ |p(j)| <0.7 y débil si |p(j)| < 0.5 (Mejía, et al, 2013). Es importante establecer que los coeficientes no condicionales de correlación no implican relaciones de causalidad en sentido alguno, sino simple asociación entre los movimientos de las variables involucradas.
4. Resultados
Se calculó la correlación de Spearman4 entre los índices ICCMEX e ICCEU para los periodos 2001-2018, 2001-2003 y 2007-20095 y 2001-20186 (este último periodo 2007-2009); en seguida, se utilizó, por separado, cada una de estas variables como indicador de referencia para obtener las correlaciones correspondientes con algunas variables macroeconómicas que han sido utilizadas como referentes del ciclo económico (Agénor et. al., 1999; Herrera, 2004; Alper, 2002 y Mejía et. al., 2006a).
En todos los casos, el coeficiente de correlación contemporáneo, sin rezago, ni adelanto, resultó positivo, lo que significa que el co-movimiento entre estas variables, en el tiempo, ocurre en el mismo sentido.
Primeramente, es importante destacar la significativa correlación entre los indicadores de confianza del consumidor de ambos países y sus respectivos productos internos. Al respecto, en el Cuadro 1 se observa que el ICCEU presentó una correlación de 0.73 y 0.79, de manera respectiva, en relación con el PIB de México y de EE.UU., en ambos casos con dos periodos de rezago.7 En este contexto, Barro (1991), Carroll et al., (1994) y Knack y Keefer (1997) mostraron una relación positiva entre la confianza del consumidor y la tasa de crecimiento económico de EE.UU., en tanto que, Matsusaka y Sbordone (1995), en su análisis de la relación entre el índice de confianza del consumidor y PIBEU, encontraron que el primero causó de manera significativa las fluctuaciones del PIBEU durante el periodo 1953-1988.
Por otro lado, la correlación entre los índices ICCMEX e ICCEU es elevada (0.87) y de carácter pro-cíclica, o bien, cuando el ICCEU se eleva (desciende), de igual manera el ICCMEX se eleva (desciende). Este resultado, además, tiene la característica de que muestra que el ICCMEX sigue al ICCEU con un retardo de dos periodos o dos trimestres (Cuadro 1).8 Esto último es consistente con el hecho de que ambos países han presentado un proceso de integración económica muy intenso, incluso antes de la entrada en vigor del TLCAN y, no obstante, después de éste, se reforzó la relación entre ambos, a partir de una mayor vinculación entre los diversos sectores de la actividad económica, así como con las diferentes regiones de México (Cuevas et. al., 2003).
Por otra parte, el co-movimiento entre las variables de producción y comercio internacional de México, respecto al ICCEU, resultó elevado, en un rango de entre 0.66 y 0.87, así como con un rezago predominante de -2 (Cuadro 1).9
Cuadro 1 Co-movimiento de los índices de confianza del consumidor de México y EE.UU. e indicadores de producción y comercio exterior de México 2001-2018
Indicador de referencia ICCEU | Filtro CF | Filtro HP | ||||
Contemp | máximo | R/A | Contemp | máximo | R/A | |
ICCMEX | 0.793 | 0.874 | -2 | 0.622 | 0.720 | -1 |
PIMEX | 0.788 | 0.829 | -2 | 0.555 | 0.615 | -1 |
PMMEX | 0.815 | 0.816 | -1 | 0.498 | 0.498 | 0 |
PIBMEX | 0.666 | 0.730 | -2 | 0.329 | 0.439 | -4 |
PIBEU | 0.745 | 0.795 | -2 | 0.556 | 0.723 | -2 |
EXPMEX | 0.656 | 0.656 | 0 | 0.461 | 0.551 | -1 |
IMPMEX | 0.692 | 0.751 | -2 | 0.297 | 0.496 | -4 |
CMEX | 0.010 | 0.081 | 4 | 0.042 | 0.061 | 4 |
IMEX | 0.061 | 0.090 | -1 | 0.071 | 0.073 | 0 |
Indicador de referencia ICCMEX | ||||||
ICCEU | 0.793 | 0.874 | 2 | 0.622 | 0.720 | 1 |
PIMEX | 0.857 | 0.858 | -1 | 0.592 | 0.657 | -1 |
PMMEX | 0.846 | 0.853 | 4 | 0.435 | 0.572 | 1 |
PIBMEX | 0.719 | 0.731 | -4 | 0.504 | 0.524 | -2 |
PIBEU | 0.750 | 0.750 | 0 | 0.771 | 0.771 | 0 |
EXPMEX | 0.752 | 0.772 | -4 | 0.634 | 0.634 | 0 |
IMPMEX | 0.777 | 0.796 | -3 | 0.506 | 0.506 | 0 |
CMEX | 0.011 | 0.042 | 2 | 0.031 | 0.080 | 2 |
IMEX | 0.042 | 0.053 | -6 | 0.070 | 0.091 | -5 |
R/A = rezago / adelanto.
Fuente: elaboración propia con software econométrico Eviews 8.1 e información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2018a, 2018b, 2018c y 2018d), Bureau of Economic Analysis (BEA, 2018), The Conference Board (TCB, 2018) y Banco de México (Banxico, 2018).
Resulta de gran relevancia que todas estas variables siguen el comportamiento cíclico del ICCEU, esto es, entre uno y dos periodos rezagados; lo que significa que cuando el ICCEU muestra un comportamiento creciente (decreciente), las variables de producción y comercio de México tendrán esa misma trayectoria, pero posterior en uno y dos periodos después del indicador estadounidense.
Este análisis es relevante en el sentido de que el deterioro (o mejora) de la percepción sobre la evolución de la economía, por parte de los consumidores estadounidenses, terminará por afectar (mejorar) en alguna medida los indicadores de producción, como la producción industrial, la manufacturera y al mismo Producto Interno Bruto, así como a las variables de comercio, como las exportaciones e importaciones de México.
En este sentido, se debe tener en cuenta que el flujo comercial ha tenido un peso relevante en la generación de un mayor co-movimiento económico entre ambos países y, el cual, se ha convertido en pieza clave para el crecimiento de las actividades manufacturera, industrial, del transporte, servicios y construcción, entre otras, debido al fuerte vínculo con el desempeño de la producción estadounidense (Torres, 2002 y Mejía et. al., 2006b).
Por otro lado, cuando se consideró al ICCMEX como el indicador de referencia, se encontró que las variables de producción y comercio de México también muestran un elevado co-movimiento, de entre 0.73 y 0.87. En este caso, la mayoría de las variables siguen al ICCMEX con periodos de uno a cuatro rezagos, excepto la producción manufacturera que lo antecede en cuatro periodos (Cuadro 1). Este resultado es relevante en el sentido de que la alta correlación de estas variables en relación al ICCMEX, supone que el deterioro (mejoría) de las expectativas de los consumidores en México pudieran anticipar una desaceleración (expansión) en la actividad productiva y del comercio del país. Lo que a su vez pudiera representar información de gran relevancia en el manejo de la política económica del país mexicano.
En relación con el co-movimiento entre los índices ICCMEX e ICCEU y las variables de consumo e inversión de México (CMEX e IMEX, respectivamente), éste resultó no significativo, lo que de alguna forma contradice la idea de que la confianza del consumidor debería mostrar una elevada correlación con estas dos variables macroeconómicas; no obstante, no resultó de esta manera. Lo anterior contrasta con los trabajos de Friend y Adams (1964) y Adams y Green (1965), quienes se cuestionaron si la confianza del consumidor podría ayudar a predecir el gasto de consumo. Ellos detectaron que existía una relación significativa entre el ICC, el empleo y las condiciones financieras; asimismo, hallaron que las decisiones de compra de viviendas, vehículos y otros bienes duraderos, estaban influenciadas por la confianza del consumidor. Adicionalmente, Mishkin et al. (1978) encontraron que existía una relación estable entre el ICC y el gasto para inversión de un hogar.
Para el caso de México, sin embargo, debe tenerse en cuenta que el nivel de ingreso de la población trabajadora, unas dos terceras partes, en el mejor de los casos les permite la adquisición de los productos de consumo básico, como alimentación (INEGI, 2017). En este sentido, Carbajal de Nova y Goicoechea (2014) encontraron que los artículos de consumo no duradero, los de consumo semiduradero y los servicios se caracterizan por su baja elasticidad ingreso de la demanda. Los coeficientes correspondientes fluctúan entre 0.49 para los artículos de consumo semiduradero a largo plazo y hasta un máximo de 0.74 para los artículos no duraderos en el corto plazo. Lo que muestra que independientemente de las condiciones económicas del país, la demanda de este tipo de productos no se afecta de forma significativa ante cambios en el ingreso de la población.
Por otra parte, un resultado que llama la atención es el relativo a la sincronización entre los índices ICCMEX e ICCEU en periodos de recesión económica.10 Esto es que tanto para la recesión de 2001-2003, como para la de 2007-2009, la sincronización de estas variables es significativamente superior a la obtenida para todo el periodo 2001-2018 (ver Cuadros 2 y 3). Lo cual muestra evidencia de que en periodos de recesión, el co-movimiento de las economías de México y los EE.UU. tiende a profundizarse y con ello la probabilidad de una transmisión de crisis económicas entre economías, hasta ahora principalmente se ha observado la transmisión de las crisis de EE.UU. hacia México en la primera década de este siglo XXI.
Cuadro 2 Co-movimiento de los índices de confianza del consumidor de México y EE.UU. e indicadores de producción y comercio exterior de México 2007-2009
Indicador de referencia ICCEU | Filtro CF | Filtro HP | ||||
Contemp | máximo | R/A | Contemp | máximo | R/A | |
ICCMEX | 0.7692 | 0.9830 | -2 | 0.8104 | 0.9139 | -1 |
PIMEX | 0.5035 | 0.9000 | -3 | 0.6376 | 0.8952 | -3 |
PMMEX | 0.5874 | 0.8833 | -3 | 0.5997 | 0.8504 | -4 |
PIBMEX | 0.3217 | 0.9500 | -3 | 0.4089 | 0.6874 | -5 |
PIBEU | 0.4406 | 1.0000 | -3 | 0.5470 | 0.9392 | -4 |
EXPMEX | 0.4755 | 0.9667 | -3 | 0.5863 | 0.7942 | -1 |
IMPMEX | 0.2028 | 0.9500 | -3 | 0.4024 | 0.7542 | -4 |
CMEX | 0.2812 | 0.3721 | -1 | 0.3324 | 0.3324 | 0 |
IMEX | 0.2732 | 0.2732 | 0 | 0.2441 | 0.2441 | 0 |
Indicador de referencia ICCMEX | ||||||
ICCEU | 0.7692 | 0.9830 | 2 | 0.8104 | 0.9139 | 1 |
PIMEX | 0.8322 | 0.9667 | -3 | 0.8714 | 0.9530 | -1 |
PMMEX | 0.8322 | 0.9762 | -4 | 0.7546 | 0.8645 | -2 |
PIBMEX | 0.7203 | 0.9048 | -4 | 0.5795 | 0.7518 | -1 |
PIBEU | 0.7712 | 0.8423 | 2 | 0.7912 | 0.8200 | 2 |
EXPMEX | 0.8112 | 0.9167 | -3 | 0.7590 | 0.8558 | -1 |
IMPMEX | 0.6503 | 0.9048 | -4 | 0.5617 | 0.7496 | -2 |
CMEX | 0.0212 | 0.2801 | 3 | 0.0442 | 0.3611 | 2 |
IMEX | 0.0411 | 0.3321 | 3 | 0.0521 | 0.3812 | 2 |
R/A = rezago / adelanto
Fuente: elaboración propia con software econométrico Eviews 8.1 e información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2018a, 2018b, 2018c y 2018d), Bureau of Economic Analysis (BEA, 2018), The Conference Board (TCB, 2018) y Banco de México (Banxico, 2018).
Cuadro 3 Co-movimiento de los índices de confianza del consumidor de México y EE.UU. e indicadores de producción y comercio exterior de México 2001-2003
Indicador de referencia ICCEU | Filtro CF | Filtro HP | ||||
Variable | Contemp | máximo | R/A | Contemp | máximo | R/A |
ICCMEX | 0.8730 | 0.9830 | -2 | 0.5807 | 0.8578 | 4 |
PIMEX | 0.9000 | 1.0000 | 1 | 0.4899 | 0.7501 | 3 |
PMMEX | 1.0000 | 1.0000 | 0 | 0.6341 | 0.9473 | -4 |
PIBMEX | 0.7730 | 0.7730 | 0 | 0.6690 | 0.8667 | 4 |
PIBEU | 0.9550 | 0.9550 | 0 | 0.7509 | 0.7509 | 0 |
EXPMEX | 0.9180 | 0.9180 | 0 | 0.7286 | 0.9065 | 4 |
IMPMEX | 0.5180 | 0.8930 | -4 | 0.4338 | 0.5914 | 4 |
CMEX | 0.0912 | 0.2552 | -2 | 0.0512 | 0.3103 | -1 |
IMEX | 0.0650 | 0.2800 | 3 | 0.0805 | 0.2713 | 2 |
Indicador de referenciaI CCMEX | ||||||
ICCEU | 0.8730 | 0.9830 | 2 | 0.5807 | 0.8578 | -4 |
PIMEX | 0.6730 | 0.9760 | 3 | 0.3766 | 0.7309 | 1 |
PMMEX | 0.8730 | 0.9830 | 2 | 0.2015 | 0.8708 | 1 |
PIBMEX | 0.8000 | 0.8060 | 1 | 0.8000 | 0.8000 | 0 |
PIBEU | 0.7511 | 0.9821 | -2 | 0.7821 | 0.9235 | -1 |
EXPMEX | 0.8180 | 0.8790 | 1 | 0.7302 | 0.8686 | -4 |
IMPMEX | 0.7000 | 0.9640 | -4 | 0.5402 | 0.8003 | 4 |
CMEX | 0.0921 | 0.2532 | -2 | 0.0710 | 0.2723 | -1 |
IMEX | 0.0612 | 0.2802 | -3 | 0.0652 | 0.3253 | -2 |
R/A = rezago / adelanto.
Fuente: elaboración propia con software econométrico Eviews 8.1 e información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2018a, 2018b, 2018c y 2018d), Bureau of Economic Analysis (BEA, 2018), The Conference Board (TCB, 2018) y Banco de México (Banxico, 2018).
En relación con las variables de producción y comercio exterior de México, en los periodos de crisis económicas referidos, también se distingue una sincronización muy elevada (entre 0.77 y 1.00), tanto en relación con el ciclo del ICCEU como con el del ICCMEX. En particular, para el caso de México, durante la “Gran Recesión”, el PIB, la producción industrial, la manufacturera, así como las exportaciones e importaciones siguieron al ciclo del ICCMEX con entre tres y cuatro rezagos; en tanto que para la crisis de 2001-2003, dichas variables principalmente antecedieron al ICCMEX con entre uno y tres periodos, excepto en el caso de las importaciones, las cuales siguieron a dicho indicador. De esta manera, se considera que en los periodos de crisis severas, el deterioro de las expectativas de los consumidores se anticipa a la caída de las variables de producción y comercio; en tanto que, para crisis más moderadas, se observó un comportamiento inverso.
Finalmente, el co-movimiento entre los índices ICCMEX e ICCEU y las variables de consumo e inversión de México (CMEX e IMEX, respectivamente) durante los dos periodos de crisis económicas referidos, resultó no significativo, lo que pareciera una contradicción en el sentido de que la confianza del consumidor debería mostrar una elevada correlación con estas dos variables, sin embargo, no resultó de esta manera.
Conclusiones
Existe una correlación elevada y positiva entre los índices de confianza al consumidor de México y de EE.UU. en el periodo de 2001-2018. Adicionalmente, se encontró para todo el periodo de estudio que el comovimiento entre dichas variables, es de carácter pro-cíclico. Esto es que ante un aumento (descenso) del índice de confianza del consumidor de EE.UU., posteriormente le sigue, con dos periodos de retardo, un aumento (descenso) del índice de confianza del consumidor de México.
Lo anterior se esperaba de esta manera, debido a que, con cierta regularidad, indicadores económicos de México, tales como el PIB, la producción industrial y manufacturera, entre otros, reaccionan en este mismo sentido al comportamiento de sus pares de EE.UU.
Por su parte, la producción industrial, la manufacturera, así como las exportaciones e importaciones de México siguen al indicador del ciclo del índice de confianza del consumidor de EE.UU, con entre uno y dos trimestres de retardo. En tanto que en relación con el índice de confianza del consumidor de México, dichas variables también siguen al ciclo de dicho indicador, pero con entre uno y cuatro retardos.
De particular relevancia resultó la sincronización entre los índices de confianza del consumidor de México y EE.UU. en periodos de recesión económica. Esto es, que tanto para la crisis de 2001-2003, como para la de 2007-2009, la sincronización de estas variables es significativamente superior a la observada durante el periodo completo de 2001-2018. Lo cual da evidencia de que en periodos de crisis económicas, el co-movimiento de los indicadores de confianza del consumidor de las economías de México y EE.UU. tiende a profundizarse de manera notable y, con ello, sin lugar a dudas, una mayor probabilidad de contagio de las crisis económicas entre ambos países. Hasta ahora, principalmente, se ha observado la transmisión de las crisis de EE.UU. hacia México en la primera década de este siglo XXI.
Llama la atención que la correlación entre los índices de confianza del consumidor de ambos países y las variables como el consumo e inversión privados de México, resultaron no significativas, tanto para el periodo completo como para los de crisis económicas. Lo que pareciera una contradicción en el sentido de que la confianza del consumidor debería mostrar una elevada correlación con estas dos variables.
Finalmente, esta investigación sólo trató lo relativo al co-movimiento entre los indicadores de confianza del consumidor de México y EE.UU, así como su relación con variables macroeconómicas representativas del ciclo económico de ambos países. Lo anterior con la finalidad de explorar si estos indicadores de confianza pueden considerarse como variables que podrían aportar información relevante en la anticipación de caídas o incrementos de la actividad productiva y de comercio exterior para México, principalmente. No obstante, en trabajos posteriores se podría modelar el comportamiento de la confianza de los consumidores de ambos países como factores determinantes en la evolución de la actividad productiva y de comercio para México a través de técnicas econométricas como datos de panel, regresión cuantílica o regresión con cambios estructurales, etc. Lo que permitiría avanzar propiamente en el estudio de los efectos de estos indicadores de confianza del consumidor sobre la actividad productiva, del comercio, consumo e inversión, entre otras variables macroeconómicas.