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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.29 no.115 Toluca ene./mar. 2023  Epub 29-Nov-2024

https://doi.org/10.22185/24487147.2023.115.08 

Artículos

Una mirada, dos lugares: experiencias de migración venezolana en Colombia y Estados Unidos

One gaze, two places: venezuelan migration experiences in Colombia and the United States

Juliana Mejía-Trujillo* 
http://orcid.org/0000-0002-9327-4689

Augusto Pérez-Gómez* 
http://orcid.org/0000-0001-5853-3860

Pablo Montero-Zamora** 
http://orcid.org/0000-0002-8437-2113

Seth J. Schwartz** 
http://orcid.org/0000-0003-4238-9520

Eric C. Brown*** 

Christopher P. Salas-Wright**** 
http://orcid.org/0000-0001-8817-853X

*Corporación Nuevos Rumbos, Estados Unidos

**University of Texas, Estados Unidos

***University of Miami, Estados Unidos

****Boston College, Estados Unidos


Resumen

Este estudio cualitativo describe las experiencias de migración venezolana, desde la perspectiva de los contextos de salida y recepción, cambios en las relaciones familiares y síntomas depresivos. A partir de información cualitativa de preguntas abiertas a 647 migrantes y de cuatro grupos focales con 29 personas llevados a cabo en Bogotá y la Florida, se pudieron observar diferencias en las poblaciones que migran a uno u otro país. Los resultados mostraron que: las principales razones para migrar son las carencias económicas producto de la crisis política que vive Venezuela y en algunos casos búsqueda de asilo político; las relaciones parento-filiales cambian al representar una ruptura del vínculo de ambos padres con los hijos; y en Colombia los migrantes reportaron un contexto más negativo de recepción que en Estados Unidos.

Palabras clave Migración; estudio cualitativo; estrés cultural; Venezuela

Abstract

This qualitative study describes the experiences of Venezuelan migrants, from the perspective of the contexts of departure and reception, changes in family relationships and symptoms of depression. From qualitative information (open-ended questions from 647 surveys) and from four focus groups carried out in Bogotá (Colombia) and Florida (USA), differences could be observed in the populations that migrate to each of the two countries. Results indicate that: the main drivers of migration are the economic deficiencies resulting from the political crisis experienced by Venezuela and, in some cases, the search for political asylum; parento-filial relationships change by representing a break in the bond between both parents and their children; and, opposite to theory, in Colombia migrants reported a more negative context of reception than in the United States.

Key words Migration; qualitative study; cultural stress; Venezuela

Introducción

La migración es un fenómeno social, cultural, político y económico que puede generar grandes cambios a los habitantes del país al que llegan, pero principalmente a quienes salen de sus territorios (Antman, 2012; Carroll, Luzes, Freir and Bird, 2020). Si bien muchos países como Estados Unidos han construido su historia a raíz de su experiencia con la recepción de migrantes de distintas partes del mundo, en Colombia éste ha sido un fenómeno de poca importancia histórica, salvo por la reciente migración masiva de venezolanos que ingresan o permanecen por vías tanto legales como ilegales.

Las razones para emigrar encajan en dos categorías principales: socio-económicas o políticas (Portes and Rumbaut, 2014; Steiner, 2009). La primera hace referencia a la esperanza de encontrar mejores posibilidades de ingreso económico o mayores oportunidades profesionales, mientras que la segunda se relaciona con persecuciones basadas en las convicciones, la etnia o la religión y se traducen en solicitudes de asilo, en cuyo caso las personas en esta categoría deben denominarse “refugiados” (Suárez-Orozco and Suárez-Orozco, 2001). En algunas situaciones, la migración por motivos económicos está ligada a motivos políticos, como en el caso de un buen número de migrantes venezolanos que salen de su país a causa de los problemas políticos por los que actualmente atraviesa Venezuela, y que a su vez traen consigo crisis económicas y sociales que impiden la satisfacción de sus necesidades básicas, convirtiéndose en la razón principal de la salida. La actual hiperinflación, que alcanza el 1,300,000%, la escasez de alimentos, la falta de medicinas para hacer frente a los problemas de salud más básicos, proliferación de enfermedades, entre otras situaciones (BBC, 2019; Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), 2018; Vasconcelos, 2021), son hechos palpables de la crisis socio-económica del país y explican una de las principales razones de la migración. Unos cuantos venezolanos, vinculados principalmente a cargos políticos de oposición al gobierno actual, son amenazados y deben salir de su país: estos encajan en la segunda categoría.

Antecedentes

Cualquiera que sea la razón para emigrar, suele estar acompañada de síntomas, en mayor o menor medida, relacionados con la angustia psicológica que produce el estrés cultural. La teoría del estrés cultural plantea que, debido a que los procesos migratorios masivos impulsan actitudes y comportamientos defensivos y amenazantes en la población receptora (Salas-Wright and Schwartz, 2019; Schwartz, Meca, Cano, Lorenzo-Blanco and Unger, 2018; Vos et al., 2021), los recién llegados pueden sentir que no tienen las mismas oportunidades que los locales para acceder a bienes y servicios, que no son bienvenidos, y también pueden sentirse desprestigiados o estigmatizados; estas sensaciones son producto de un contexto negativo de recepción (Lorenzo-Blanco et al., 2016) y de discriminación (Pascoe and Smart, 2009).

Dichos síntomas de angustia psicológica y de depresión pueden presentarse en forma de inquietud, miedo, sensación constante de tristeza y desesperanza, irritabilidad, dificultades para conciliar y mantener el sueño, concentrarse o relajarse, entre otros (Spitzer, Kroenke, Williams and Lowe, 2006; Kohout, Berkman, Evans, and Cornoni-Huntley, 1993). Tales síntomas los pueden experimentar los migrantes en diferentes momentos de su experiencia de transición (Bhungra and Ayonrinde, 2004), e igualmente pueden ir desapareciendo tras su adaptación a los nuevos territorios, cuando se produce el llamado proceso de asimilación, el cual no siempre es fácil.

Portes and Rumbaut (2014), así como numerosos autores a través de los años, indican que es un proceso lineal cuya velocidad varía en la medida en que ambos grupos poblacionales (los de recepción y los de inmigración) son más similares en etnia, lenguaje y religión. Las diferencias o similitudes percibidas en relación con estos tres elementos, por parte del grupo receptor, marcan diferencias en la manera como son recibidos los migrantes y en el grado de discriminación o amenaza de la que puedan ser objeto (Steiner, 2009). Asimismo, Rudmin (2003), plantea que el grado de similitud entre las dos sociedades supone menor estrés cultural para quienes migran, en oposición a sociedades con grandes diferencias culturales, en donde los síntomas de depresión y ansiedad suelen ser mayores. Paradójicamente, Schwartz et al. (2018b), encontraron que a pesar de que las poblaciones colombiana y venezolana tenían grandes similitudes, los venezolanos reportaron mayor discriminación, peor contexto de recepción y más síntomas de depresión en Colombia que en Estados Unidos.

Parte de la adaptación de los migrantes a los países receptores depende de los juicios que realizan las personas originarias de dichos países, ya que en muchas ocasiones se les pide que se comporten como las personas que residen en el país de destino, sin tener en cuenta todos sus antecedentes culturales (Scott and Cartledge, 2009), por lo que muchos migrantes modifican sus valores, costumbres y comportamientos. Cuando solo uno de los padres migra y deja su familia al cuidado de su pareja o de algún otro miembro de la familia extensa, dichos cambios pueden ser más palpables y pueden, en algunos casos, convertirse en los generadores de discusiones entre el migrante y sus familiares residentes en el país de origen, lo que lleva al distanciamiento emocional y al debilitamiento de las relaciones familiares (Sánchez, López and Palacio, 2013). En otros casos, estas familias en situación de transnacionalidad (familias en las que sus miembros pasan la mayor parte del tiempo separados), crean vínculos y desarrollan estrategias que les permiten cultivar, sostener e incluso fortalecer los lazos afectivos, a través de la interdependencia entre los miembros de la familia, la redistribución de los roles y la aceptación de las nuevas dinámicas familiares (Herrera, 2010). Con respecto al caso venezolano, Rodríguez (2018) menciona que “antes el núcleo familiar permanecía en el país y un miem bro migraba y enviaba los recursos para su sostenimiento, ahora las familias se están preparando para salir completas”.

Las experiencias negativas relacionadas con la migración generan crisis y conflictos derivados de situaciones estresantes que pueden conducir al deterioro de las relaciones y de esta forma desgastar los vínculos afectivos, presentándose rupturas temporales o definitivas (Sánchez et al., 2013). Es importante mencionar que en estos casos la única relación que no puede ser sustituida tras una ruptura es la parento-filial. En algunos casos se asume que la ausencia del padre o la madre, sobre todo en la adolescencia, son factores que propician la deserción escolar, el consumo de sustancias psicoactivas, los embarazos adolescentes y los problemas con la ley (Sánchez, López and Palacio, 2013; Zárate and León, 2007).

Las razones para escoger uno u otro lugar se dan principalmente porque otras personas de los círculos cercanos del migrante (amigos, familiares, conocidos), han migrado antes y ya tienen experiencias previas que comparten para que otros inicien la salida de sus países (Suárez-Orozco and Suárez-Orozco, 2008). La proximidad geográfica también juega un papel fundamental a la hora de tomar una decisión, pues la reducción de costos de viaje para visitar o para retornar, son determinantes en tanto representan la cercanía con la familia, con las redes de apoyo y con la cultura (Portes and Rumbaut, 2014).

Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (2019), a Colombia emigraron un millón de venezolanos y a Estados Unidos cerca de 300 mil, consolidándose este último como el tercer país de recepción de migrantes venezolanos. En el 2018, el 40% de los venezolanos en Colombia se encontraba de manera ilegal y a esa misma fecha había un registro formal de 1,174, 000 venezolanos residiendo en el territorio colombiano (Migración Colombia, 2019). Después de que entrara en vigencia el Estatuto de protección especial para migrantes venezolanos, en 2021 (Gobierno de Colombia, 2021), ese número ha ido incrementando y en 2023 hay cerca de 2,500,000 venezolanos registrados en Colombia (Migración Colombia, 2023). En Estados Unidos la cifra en 2021 aumentó a 500 mil personas (R4V, 2023). Como fue mencionado anteriormente, Estados Unidos ha tenido una larga historia de migración desde 1880 con varias olas migratorias desde Europa (Portes and Rumbaut, 2014), especialmente de Irlanda, Italia y Alemania. Por su parte, Colombia no ha tenido una experiencia de migración como la de ese país o el resto de América Latina, donde la migración sirio-libanesa, alemana o japo nesa por ejemplo, no representó una transformación de la sociedad colombiana general (Jerez, 2018; Rodríguez, 2018). Esto sumado a que la mayoría de la población colombiana es exclusivamente cruce de nativos con españoles, muy poco con personas de otras nacionalidades, y en este sentido es la única de América Latina con esta característica (Caballero, 2018).

En la actualidad, el clima político que rodea la realidad de estas tres naciones ha representado un reto desde el punto de vista de la salud pública. La salud mental, la pobreza extrema y las inequidades que caracterizan a los distintos grupos migratorios, han traído la necesidad de indagar más sobre este fenómeno. Así mismo, las diferencias entre estas dos naciones, sus características culturales tan diversas y los importantes movimientos migratorios desde Venezuela hacia Estados Unidos y Colombia, han llevado a un equipo interdisciplinario de estos últimos dos países a iniciar colaboraciones para generar conocimiento que sirva de base para la toma de decisiones y el desarrollo de políticas públicas futuras. Es importante aclarar que antes del Estatuto de protección especial para migrantes venezolanos (Gobierno de Colombia, 2021), el contexto de recepción en Colombia era bastante negativo con esta población y eso es lo que se ve reflejado en los resultados. En Estados Unidos, en marzo de 2021, la administración del presidente Biden emitió el Estatuto de Protección Temporal para los venezolanos que hubieran llegado previamente a esa fecha, lo que les producía un alivio temporal de la deportación; esa medida terminó a inicios de 2023 (Moslimani, 2023). Sin embargo, en ambos países estas políticas no fueron tomadas en cuenta en el artículo debido a que la recolección de información fue anterior a la emisión de la normatividad expuesta. El presente trabajo busca describir las razones y las experiencias de migración de venezolanos en cada uno de estos territorios, desde la perspectiva de los contextos de salida y recepción, cambios en las relaciones familiares y síntomas de depresión.

La razón por la cual se escogieron la Florida y Bogotá, es porque son las sedes de las dos organizaciones que decidieron llevar a cabo el proyecto. En ambas ciudades se concentra una gran cantidad de población venezolana migrante.

Método

A partir de las respuestas cualitativas obtenidas en el marco de un estudio realizado a finales de 2017 conjuntamente entre la Universidad de Miami en USA y la Corporación Nuevos Rumbos en Colombia, con la participación de 647 migrantes venezolanos adultos (342 en Estados Unidos y 305 en Colombia), todos ellos padres de familia, a quienes se les solicitó responder una encuesta en línea o personalmente, con preguntas abiertas y cerradas, surgió la idea de centrarnos en las respuestas de tipo cualitativo (abiertas) y utilizar estas respuestas para definir unas categorías en las cuales profundizar. Dichas preguntas fueron relacionadas con los principales motivos para la migración, las relaciones con los hijos y la pareja y las perspectivas de futuro.

La manera de profundizar en las preguntas fue por medio de la ejecución de cuatro grupos focales (Bernard, 2011), dos de ellos en Miami, Florida (n = 13), lugar de vivienda de 97% de los migrantes del estudio encuestados en Estados Unidos y los otros dos en Bogotá, Colombia (n = 16). Todos los participantes, excepto uno de cada país, eran padres o madres. El número de grupos focales en cada país fue considerado apropiado en términos de la saturación teórica de 80% respecto a las temáticas a identificar (Guest, Namey and McKenna, 2017). Los grupos focales se desarrollaron durante los meses de febrero y marzo de 2018 y la selección de los participantes fue a través de un método de muestra de “bola de nieve” (Bernard, 2011). En Colombia, de la base de datos obtenida en la primera fase del estudio, se tomaron tres nombres al azar y se les pidió que proporcionaran otros contactos hasta alcanzar el total de los participantes. En la Florida, se utilizó el mismo método, pero el principal informante fue una organización de ayuda a migrantes venezolanos que operaba en el sector.

Las principales categorías que resultaron de los cuestionarios diligenciados en línea estaban relacionadas con la experiencia del proceso migratorio, las dificultades y facilidades encontradas en dicho proceso, los cambios en las relaciones familiares y la depresión, por lo que los grupos focales se centraron en estas cuatro grandes categorías. Todos los participantes eran mayores de edad, al menos con un hijo menor de 18 años y habían migrado en los tres años anteriores; la gran mayoría lo había hecho en el último año. Este estudio contó con la aprobación de los comités de ética de la Universidad de Miami en Estados Unidos y la Corporación Nuevos Rumbos en Colombia. Todos los participantes firmaron un consentimiento informado después de explicarles en qué consistía su participación. Se les entregó una tarjeta de regalo para compra de víveres en un almacén de cadena de Colombia, por valor de 40 mil pesos colombianos (alrededor de $15 dólares). En Estados Unidos se les dio una tarjeta para compras en línea, por valor de diez dólares; todo esto financiado por la Universidad de Miami. Dado que la población de venezolanos en ambos países es de bajos recursos económicos, y que tuvieron que desplazarse e invertir tiempo de sus trabajos, ya fueran formales o informales, se consideró justo hacer un mínimo reconocimiento económico; Bentley y Thacker (2004), y Faber y Kruger (2013), consideran que la compensación económica no afecta el principio de voluntariedad del consentimiento para participar, sino que es una compensación justa por el tiempo y el apoyo dedicados al proyecto.

El análisis fue de tipo cualitativo, desde un enfoque de análisis narrativo (Bernard, 2011), que busca regularidades en las diferentes historias que cuentan las personas en un orden cronológico. Para el análisis de datos se utilizó el programa NVivo 12 para codificación y organización de las categorías. Así, los resultados de este estudio cualitativo recogen información recolectada no solo en los grupos focales, sino también en las encuestas en línea, especialmente de las aplicadas en Colombia, ya que el equipo de trabajo tuvo la oportunidad de entrevistarlos y de ir incluyendo la información recibida en la encuesta. Este contacto con el equipo de trabajo permitió que se expandieran en algunas de las preguntas abiertas y por eso también se incluyeron dentro del análisis y los resultados. Se utilizó el marco consolidado de COREQ para garantizar la calidad de la publicación de estudios cualitativos.

Resultados

Toda historia comienza con un principio y éste no es particularmente feliz. La vida de millones de migrantes venezolanos se partió en dos: un pasado que ya no existe ni volverá a existir y un presente lleno de retos, exigencias, obstáculos y dificultades. Pero en la lejanía, todas esas personas perciben que las cosas pueden mejorar, vislumbran que tal vez en su nuevo país puedan construir un futuro y esa es la esperanza que les permite continuar. Esta historia comienza con una idea: salir.

La Salida: antes de concebir la idea de emigrar, ocurren muchas situaciones que tarde o temprano contribuyen a tomar la decisión de dejar lo que las personas han construido por años. Las razones que han detonado este cambio en la población migrante venezolana radican en la dificultad de sobrevivir, de satisfacer sus necesidades, incluso las más básicas, de alimentación, aseo, salud, seguridad, educación de calidad, hasta llegar al punto de tomar esta decisión porque ya están perdiendo incluso su capacidad de soñar. Se concentran en la supervivencia y olvidan otros sentidos de vida, sin los cuales no puede crecer un país. Consideran que su obligación como padres es contrarrestar el futuro incierto al que se están exponiendo sus hijos si se quedaran en Venezuela; en palabras de ellos, hacerlo es condenarlos a la mediocridad.

Cuando uno está allá [Venezuela] uno busca salir, porque yo decía: un momento, o sea yo estoy en Venezuela caminando como por inercia, ya no tengo metas, ya no tengo nada, yo necesito salir de aquí (Ref7 Col PM. C4.8). El hambre, la inseguridad y el futuro incierto que les esperaba a mis hijos a nivel académico. Eso fue algo que me empujó, así que yo dije me voy, sí, eso fue” (Ref1 Col AM. C4.8).

Yo creo que el punto de quiebre que nos lleva a tomar la decisión de emigrar es preservar la vida, desde cualquier punto [de vista], porque no tienes qué comer, porque te amenazan, porque te secuestran, porque te enfermas, porque te mueres en un hospital (Ref4 Fl AM. C4.8).

Unos cuantos, principalmente los que migraron hacia Estados Unidos, lo hicieron por el afán de huir de las amenazas por situaciones políticas, entre ellos un guardia personal a quien le dijeron que debía llevar a su protegido, un alcalde, a una emboscada para matarlo, pero él decidió abandonar el país para no violar sus principios; y también había políticos, personas simpatizantes de la oposición o individuos que trabajaban para organizaciones no vinculadas con el gobierno hegemónico.

Desde el día que mi esposo se juramentó no lo volví a ver (hasta que se reunieron de nuevo en Estados Unidos), porque el mismo día que se juramentó comenzó el gobierno a amenazarlos de que tenían que estar presos, de que a estos magistrados los tildaban de usurpadores de cargos o de funciones, de traidores a la patria, y comenzó una persecución feroz contra ellos (Ref2 Fl AM. C4.8).

En mi caso, soy abogado de profesión. Tratamos de unirnos como familia a la lucha política, buscando un cambio, llevando una palabra de aliento y de esperanza a la gente, a los barrios para tratar de alguna forma sacar de raíz ese flagelo que tiene a Venezuela en la situación en la que está. Y bueno, por tratar de hacer las cosas bien pasé a ser un perseguido más y, por supuesto, por temor a mi integridad física, la de mis hijos, tengo dos hijos uno de nueve años y uno de año y medio, la de mi esposa, pues tomamos la decisión quedarnos a pesar del cambio, a pesar del choque cultural. […] Ya después de que estuvimos aquí, tomamos esa decisión, porque al principio nos vinimos por un tiempo a relajarnos, pero con todas las noticias que llegan y todas las noticias que uno ve de Venezuela uno no se relaja nada, es como si tú vieras un edificio que se está incendiando, tú dices ‘yo no me voy a meter ahí’ (Ref5 Fl PM. C4.8).

Muchos relatan que nunca creyeron que la situación se fuera a agravar de tal manera, pues creían que no había eslabones más abajo y tuvieron que vivirlo para creerlo. Una de las participantes de la Florida lo dice así:

Puedes aguantar muchas cosas esperanzado en que (y te dices a ti mismo). ‘Esto no va a pasar. Esto no puede durar mucho. Esto no es verdad. Esta ley no viene. Esto es mentira’. Entonces a los días ‘Sí, sí pasó. Ya no vamos a poder hacer esto. Ya no vamos a poder hacer lo otro. Esta ley sí salió’. Llegó un punto en donde ya no podemos esperar quedarnos sin nada y perder la oportunidad de emigrar, porque la persona que no ha emigrado es porque o es chavista o porque no tiene cómo hacerlo. Simplemente (Ref5 Fl AM. C4.8).

La salida no es fácil, implica preparación física, psicológica, económica y en algunos casos de salud, ésta última sobre todo cuando la migración se planea para abandonar el país caminando, por carretera o por “trocha”, no importa el número de semanas o meses que pueda tomar. Para quienes lo hacen por tierra, un buen número de los que cruzan la frontera con Colombia se tienen que organizar con anticipación para conseguir el dinero en efectivo con el cual pagar los pasajes de bus; adicionalmente, alguien fuera de Venezuela debe consignarles algo de dinero para el resto del camino pues lo que consiguen dentro de su país no es suficiente para terminar el trayecto, incluso si van a ciudades cercanas a la frontera; sin embargo muchos de los migrantes terminan llegando a la capital del país, Bogotá, por suponer que allí tendrán más oportunidades y mayor flujo económico.

Otra de las ciudades colombianas a donde llegan los migrantes, es Barranquilla: una ciudad caribeña, con un clima cálido, con altas tasas de desempleo y de trabajo informal. Es un lugar más cercano a la frontera y por eso muchos venezolanos viven allí, y como quienes migran buscan redes de apoyo, ese es un lugar de paso para muchos de ellos. Luego, a medida que van haciendo conexiones, continúan su paso a ciudades del interior como Bogotá, Medellín, Cali o la zona cafetera.

Algo común e impactante en los relatos de los migrantes es el hecho de que en Venezuela no se cuenta con dinero en efectivo, por lo que solo permiten retirar de los bancos una suma diaria, equivalente a menos de 10 dólares, así, quien decide migrar y aún tiene dinero en los bancos venezolanos, debe retirar el dinero poco a poco, así implique hacerlo diariamente durante meses.

Yo me vine por trocha, duré cinco días de viaje (Ref2 Col PM. C4).

Vine por los caminos regulares, sellé mi pasaporte y todo, me traje para un mes de arriendo y un mes de comida [de mis tres hijos, mi esposo y yo], y en ese mes yo iba a buscar trabajo. Me preparé económica y psicológicamente para eso (Ref5 Col PM. C4).

Desde ese momento comencé a ir a dos bancos, y sacaba diez mil [Bolívares]en uno y diez mil en el otro y eso lo hice desde septiembre hasta diciembre todos los días, a excepción de sábados y domingos que no abren, pero todos los días yo salía de mi trabajo y me instalaba en un banco y después en una cola (fila), esas colas son descomunales y después me iba pal otro banco, por veinte mil bolívares (…) pero yo tenía que irlo haciendo pa’ ir ahorrando (…) y así de esa manera yo poder pagar en el terminal pa’ Maracaibo (…) y después del terminal de Maracaibo pa’ Maicao (Colombia), en Maicao mi esposa ya me había depositado, por una empresa de envíos, pesos colombianos pues, pa’ poder viajar pa’ Bogotá (Ref5 Col PM. C4).

Llegan con su familia nuclear y con la esperanza de traer a su familia extensa. A Colombia por lo general llegan en condiciones económicas difíciles y consiguen trabajos temporales que les permiten subsistir, pero no permanecer, no les es fácil estabilizarse. Otras familias que llegan a territorio colombiano, a pesar de estar en el mismo país, viven en distintas ciudades. Bogotá ha representado más oportunidades laborales para muchos migrantes, pero también más soledad y mayor dificultad de cuidado de los hijos y por eso, a veces, los hijos se quedan con otros miembros de la familia extensa, principalmente de ciudad costeras de Colombia. En la Florida es más común ver familias nucleares que permanecen unidas, en ocasiones, por falta de vínculos más fuertes con integrantes de la familia extensa o amigos.

También es común que uno de los dos miembros de la familia llegue primero al lugar. Por lo general es el hombre, pero especialmente de los que llegan a Colombia, es la mujer quien más fácil consigue empleo en las ciudades y por eso sale primero de Venezuela, a la espera de estabilizarse económicamente y enviar dinero para que su cónyuge e hijos dejen su país. A Estados Unidos llega primero el hombre, cuando no viajan todos los miembros de la familia.

Quienes emigran a Estados Unidos tienen mayor poder adquisitivo que quienes llegan a Colombia, solo el comprar los pasajes aéreos supone una mayor capacidad financiera que quienes lo hacen por tierra. En la mayoría de los casos se trata de un proceso más planeado y a más largo plazo. Desean poder organizar su situación legal y establecer su vida en Estados Unidos, mientras que quien viaja a Colombia, lo hace por la cercanía con su país de origen, con la esperanza de volver en un futuro (cercano o lejano), o de visitar a la familia que queda en Venezuela. Aunque los de Estados Unidos arriban en mejores condiciones que los que viajan a Colombia, también llegan en condiciones muy precarias. Es común que llegue la familia nuclear y que se acomoden en pequeños cuartos, incluso en una sola cama, hasta que pueden conseguir algo más holgado.

En diciembre conseguí un buen trabajo y ahí estoy fija gracias a Dios, y me está yendo bien, pero mi familia como tal todos estamos aquí en Colombia, en Bogotá nada más estoy yo sola, pero todos están en la costa, mi mamá mis hermanos y mis dos niños, todos están en la costa (Ref8 Col PM. C4).

Cuando mi esposa se vino para acá lógicamente la idea fue venirnos todos, ella se vino adelante, una comadre de ella le consiguió un trabajo aquí, ella es enfermera y ella se vino (Ref4 Col PM. C4).

Aquí la llaman es como un apartamentico tipo estudio de una sola cama, ahí dormíamos los cuatro amontonados, mientras ahorita sí estamos en una casita más holgada, mucho más cómoda, pero recién tenemos un mes que nos mudamos para esta casita, un mes duramos en esa pequeña habitación viendo a ver que íbamos a hacer (Ref3 Fl AM. C4).

La preparación involucra la selección del lugar de migración, por lo general ocurre a sitios donde hay una red familiar o simplemente cercana que los acoge y les proporciona el apoyo necesario para dar los primeros pasos; otras veces se escoge el destino porque ofrece la oportunidad de ir y volver con relativa frecuencia. Algunos no pensaron en emigrar completamente, consideraron como una opción estar entre Venezuela y Colombia, trabajar por algunos periodos en Colombia, conseguir recursos, enviar dinero a sus familias y regresar a Venezuela por otros periodos para estar con los seres queridos, pero a medida que fue pasando el tiempo la situación fue empeorando rápidamente, al punto de estar fuera solo unos meses y al regresar encontrar que los hijos y cónyuges estaban enfermos, desnutridos o deprimidos. Relatan que no solo es la falta de comida lo que los ponía así, era sobre todo el esfuerzo para conseguir tan solo algunos productos de la canasta básica y tener que escoger cuál de las tres comidas mínimas habituales, podían tener cada día.

Yo al principio pensaba trabajar un tiempito acá (Colombia) y volver, me tardé tres meses (…) y volví (a Venezuela). (Antes, cuando estaba en Colombia) tenía muchas dudas de si me los traía o no [a mi esposo y a mis hijos], pero mi esposo siempre me decía [cuando hablábamos por teléfono] vámonos, vámonos, vámonos, me llamaba y me decía ‘esto está difícil’, y yo no entendía por qué, si yo lo había dejado mal pero no tanto; cuando yo llego y veo a mis hijos como con cinco kilos menos, no habían pasado mucha hambre, pero el estrés de que hay que ir a hacer cola [filas], de que o comemos arroz o comemos arepa o comemos cualquier cosa, si compramos esto no comemos aquello, ver a mis hijos así y mi esposo haber perdido como 20 kilos en tres meses por el estrés de estar solo con mis niños, eso fue lo que me motivó a salir de allá (Ref2 Col AM. C4.8).

Yo tengo familia acá, gracias a dios ellos (los cuñados) pudieron prestarme un apoyo y yo vine con mi esposa y mi hija (…) Yo no tenía dónde llegar, entonces o era nuestro futuro o era quedarnos allá, decidimos venirnos mi esposa y mi hija de dos añitos (Ref2 Col AM. C6.6).

La decisión de emigrar no es fácil, los migrantes siempre están en la encrucijada que les representa dejar su vida con todo lo que habían construido hasta ese momento y edificar un mejor futuro, no solo para ellos sino también para los que vienen detrás. Es así como la salida pone en evidencia que todo tiene su límite y, para muchos venezolanos, convertirse en migrantes representará su nueva y única realidad.

La llegada: la ilusión de un nuevo destino que represente mejores oportunidades contrasta con la tristeza de dejar a su familia y con lo que se encuentran a la llegada. Los invaden sensaciones de rechazo, tristeza, soledad, angustia, desesperanza, producto de la discriminación que sufren por ser ahora considerados inmigrantes, y eso a su vez les genera bajo estado de ánimo y depresión. Sienten que es difícil acceder a las oportunidades de las que gozan los nacionales, tales como empleo, acceso a bienes, vivienda digna, salud o educación. Después de muchas dificultades para acceder a ello, pueden ser objeto de burlas, maltrato y acoso. Esta sensación fue más fuerte en Colombia que en Estados Unidos.

Algunas personas prefieren pasar desapercibidas o incluso imitar el acento colombiano para evitar discriminación. Quienes están en la Florida tienen problemas con el idioma, pero por ser un país de migrantes es común escuchar gran variedad de acentos e idiomas, además los venezolanos sienten que los estadounidenses valoran el esfuerzo de aprender un nuevo lenguaje; es decir, en lugar de sentirse discriminados por hablar otro idioma y no comunicarse adecuadamente con los habitantes del país receptor, se sienten valorados por la voluntad de aprender el idioma sin el cual será más difícil relacionarse con todos. Aún no saben si con el idioma podrán acceder a mejores oportunidades, pero por ahora deben sortear otro tipo de dificultades como conseguir los documentos que les permitirá vivir de manera legal en los Estados Unidos; incluso sienten un gran temor a ser deportados y separarse de nuevo de su familia.

En Colombia, a pesar de tener el mismo idioma, los empleos que consiguen no son coherentes con los estudios, la formación o la experiencia que tenían en Venezuela. Sienten que esas oportunidades son para los colombianos, no para los extranjeros. En Estados Unidos tampoco consiguen empleos coherentes con su estatus económico, pero lo asumen como parte natural del proceso de migración.

Me parecía que a mí me rechazaban mucho por ser venezolana, por simplemente ser migrante, cuántos ecuatorianos o peruanos hay aquí, pero yo siento que el rechazo era porque yo era venezolana, entonces yo iba y pedía cupo para mi hija y que no porque es venezolana, o sea, fui para todos lados, hablé en todos lados y yo decía no es posible que me le nieguen el cupo a mi hija, ella consiguió cupo estando tres meses aquí, me costó muchísimo. Después fue el trabajo, en el trabajo las humillaciones no eran normales, fue muy fuerte, me sentí muy mal (Ref9 Col PM. C4).

En mi caso sí tengo bastante el idioma [el inglés], [la experiencia] ha sido buena, pero cuando pasan a la siguiente pregunta: ‘¿tienes papeles?’ Se me cae todo [porque no los tengo], o sea, obviamente ha sido difícil en ese sentido (Ref 2 Fl PM C4.1).

Yo hace año y medio fue que me saqué ese chip que traía; allá (en Venezuela) vivíamos bien, teníamos calidad de vida (antes de que se agudizara la crisis), y llegar aquí y encontrarse que no, que había que empezar de cero, a mí me costó mucho ser profesional y venir aquí a pedir trabajo de lo que sea, yo iba y aceptaba y después no iba, porque yo decía ‘no, pero ¿por qué si yo soy profesional?’, y eso es un error grave y no solamente me pasó a mí, a mucha gente le pasa, y hace desde año y medio, dos años para acá dije ‘no, me quito el chip, estoy en cero, lo que me ofrezcan lo agarro’, y hoy día voy para un año aquí encargado de una cafetería (Ref12 Col PM. C4.3).

A pesar de todas esas sensaciones, consideran que es necesario entender cómo funcionan los procesos en las partes a donde se llega, no solo por ser venezolano, sino porque imitar los comportamientos, las costumbres, incluso camuflarse entre las personas del territorio al que se llega, hace parte del proceso de adaptación y hay que entender que en cada país hay un orden, un ritmo y un estilo distintos y entre más rápido se entienda, más fácil va a ser encajar en la cultura.

Asimismo, la idea de empezar de cero es un estado mental que permite continuar con la vida. Aceptar que la que se tenía hace unos años en Venezuela no es la misma de ahora y no volverá. Aceptar que, a pesar de ser profesional en su país, no es posible conseguir en el sitio a donde se migra el mismo trabajo del lugar de donde se sale. El motor, es ver las necesidades de las personas que quedan en Venezuela y saber que solo dependen de lo que quienes está afuera pueden enviar; por eso los que salen asumen su nueva vida en otro lugar y luchan por cosas que nunca creyeron volverían a luchar. Así, los migrantes reconocen que parte del proceso de emigrar es reconocer que se tienen dos vidas: una que se quedó en otro territorio y la actual, pero eso solo se aprende con el tiempo.

Yo soy una persona que pienso que esta vida que tengo aquí es prestada, yo todavía no asumo que voy a vivir aquí toda la vida, aunque sé que eso es lo que viene, pero siento que es parte del proceso de emigrar, tener que comprender que la vida se quedó allá y aquí es otra (Ref13 Col AM. C4.1).

A los amigos que vienen yo les digo: ‘sáquense el título de la cabeza, aquí hay que empezar de cero y es difícil’. Estaba frustrada, lloré los primeros cinco meses de mi trabajo hasta que dije ‘ya, tengo que dejarlo ir’, me di cuenta que lo material se puede conseguir en cualquier parte con trabajo, pero eso también nos enseña a los venezolanos a ser un poquito más humildes (…), uno tiene que ser agradecido con la vida, a mí me costó aprenderlo pero ya lo aprendí y ya cuando uno lo aprende uno puede seguir con su vida (Ref4 Col AM. C4.1).

Y después… la depresión: la depresión que sienten los migrantes está muy ligada al aspecto económico, a la insatisfacción de las necesidades básicas de sí mismos y de sus familias, tanto de los que están con ellos como de los que quedan en Venezuela; está también ligada a la soledad y a la falta de vínculos. El apego a sus hijos, cónyuges y madres y la imposibilidad de tenerlos siempre cerca genera estados de profunda tristeza. También es común cuando viven momentos de discriminación que les recuerdan que no están en su territorio y que para ser aceptados deberán hacer cambios en sus costumbres. La depresión es más frecuente al principio y se da principalmente cuando las expectativas de los migrantes no concuerdan con la realidad a la que llegan, pero una vez se consigue un buen trabajo, se suplen otras necesidades, los demás que llegaron con ellos se sienten tranquilos, es posible ayudar a los que quedaron en Venezuela y se dan cuenta de que el esfuerzo vale la pena: en ese momento empiezan a superar la depresión.

Duré tres meses en el trabajo y duré tres meses llorando, no me iba porque tenía mis hijos aquí (en Colombia) y era dejar el trabajo y dejar que se murieran de hambre o irme (a Venezuela) y dejar todo pues, yo vine a descansar de la depresión fue en el momento en que llegué a Bogotá, que conseguí un mejor trabajo, con salida diaria, bien pagado (Ref1 Col PM. C3.1).

Yo lloraba todos los días, todos los días lloraba porque extraño a mi familia, a mi mamá... Y de hecho al año empecé a sentirme así (mejor, menos deprimida), porque ves a tu hijo feliz en el parque, vas al supermercado y compras la leche, lo que le provoque a tu hijo lo vas a tener, vas a la farmacia (a comprar medicinas), entonces ya eso te hace cambiar y te sientes mejor. Cuando tú te deprimes piensas en eso, ‘¿por qué te estas quejando si estás aquí y tus hijos están bien?’ (Ref1 Fl PM. C3.1).

Lo más difícil de superar para los participantes es la distancia física, pero también se han dado cuenta que, contrario a lo que pensaban (causa olvido), los lazos se han fortalecido y que después de estabilizarse será posible traer a los demás. La distancia física ha ayudado a que el vínculo se haya fortalecido y se hayan mejorado las relaciones, la familia se haya unido más y se sienta el apoyo entre todos los miembros, lo que contribuye a disminuir la profunda tristeza con la que cargan después de la partida.

La depresión y la tristeza se manifiestan con llantos constantes, deseos de dejar todo y volver a lo familiar, a su país, a lo conocido. La mayoría de los participantes reconoce haber llorado todos los días durante los primeros meses de llegada al nuevo sitio de vivienda, pero también reconoce que la sensación de tristeza se va transformando a medida que se va sintiendo más tranquilidad y se empieza a asumir que ésta es su nueva vida.

Hay días depresivos. Yo creo que a uno se le va pasando después de que va pasando el tiempo, que ya asimilas que ya tienes que comenzar, que dejaste todo atrás, entonces así ya sales de esa etapa, pero es difícil (Ref1 Col AM. C3.1).

La familia: las relaciones familiares y la transformación que sufren en los procesos de cambio son determinantes a la hora de hablar de la experiencia migratoria. Un buen número de migrantes sale de Venezuela con su familia nuclear: cónyuge e hijos. Otros salen o llegan a donde su familia extensa: hermanos, sobrinos, abuelos o tíos. Muy pocos lo hacen con amigos.

Es común que primero viaje un miembro de la familia con la idea de conseguir trabajo y preparar la llegada de los demás. En Colombia también sucede el proceso inverso: salen con sus hijos y después de ver que no es posible alternar el cuidado con el trabajo deciden enviarlos de nuevo a Venezuela o a otro lugar de Colombia donde tengan familiares, principalmente donde abuelos. En Estados Unidos es más común que se vaya toda la familia (padres e hijos). El hecho de que sea un viaje largo y costoso hace que la decisión de migrar sea un proyecto conjunto que refuerza la idea de permanecer siempre unidos.

Al principio cuando decidí irme a Barranquilla yo me traje a mi hijo por supuesto, pero ya hubo un momento que no podía en la parte económica, no podía estar con él, y de hecho en Barranquilla yo me enfermé, asumo que fue a raíz de la depresión en la que caí y decidí que, bueno, que tenía que irse a Venezuela porque no podía estar aquí conmigo, la parte económica no me alcanzaba para el arriendo, los útiles escolares, las onces, fue muy fuerte, decidí que se fuera a Venezuela (Ref8 Col PM. C6.6).

Las relaciones con la familia extensa también cambian, principalmente cuando viajan juntos o cuando es la red de apoyo más cercana en el nuevo lugar. En Colombia, las relaciones entre ellos se han fortalecido al convertirse en fuente de apoyo y solidaridad, debido a que son más conscientes de las necesidades que tienen los demás; además son más conscientes de que son las únicas personas que tienen a su alrededor que conocen y comparten las mismas angustias y preocupaciones. Ahora que viven más cerca, en muchos casos en la misma casa, tienen más oportunidades de hablar y de compartir tiempo de calidad.

Por el contrario, las relaciones con el núcleo familiar se han debilitado, fundamentalmente por cambios en las dinámicas laborales: En Colombia la dedicación al trabajo es mayor para conseguir los elementos mínimos de subsistencia, lo cual ha hecho que las familias se tengan que dividir, tengan que enviar o dejar los hijos al cuidado de alguien de la familia o conocidos, y deteriorar lentamente las relaciones parento-filiales y conyugales; las primeras por la generación de distanciamiento y sensación de abandono, y las últimas por el mismo motivo de la falta de tiempo.

Sí, más unidos (la familia extensa), sí señor, yo creo que como no tenemos a más nadie, eso es, nos contamos todo, estamos locos porque llegue uno para oír cómo le fue al otro, yo creo que sí, mucho más unidos (Ref2 Col AM. C6.4).

No tenemos tiempo como pareja, yo me paro a las 4:30 de la mañana y llego a las ocho de la noche, y mi esposa llega a las nueve; yo pongo la cabeza en la almohada y me quedo dormido. Eso es lo que me ha afectado más, que ya como pareja no, no porque no queramos, sino que no podemos (Ref2 Col AM. C6.3).

Decidí que se fuera a Venezuela (mi hijo), en ese tiempo la relación cambió muchísimo. Cuando hablábamos por teléfono estaba muy tímido, sentí que no quería hablar conmigo, el no entendía por qué él estaba allá y yo acá; ¿cómo le explicas tú, dentro de su inocencia?; él dirá ‘mi mamá me abandonó, me dejó aquí solo con mi abuela’, y yo dije ‘¡no!’, tengo que resolver esta situación y en diciembre fui y lo busqué, porque yo sentía que ya no quería hablar conmigo. (…) de verdad que fue algo preocupante, pero bueno, ya lo resolví, me lo traje y como sea acá en Bogotá sobrevivo con mi muchacho (Ref6 Col PM. C6.2).

En Estados Unidos las relaciones con la pareja y los hijos se fortalecen en tanto es mayor el número de venezolanos que viajan en familia. El estar juntos es una gran tranquilidad y una razón para continuar con la vida y superar los obstáculos propios que se presentan en el lugar al que llegan. Consideran que las dificultades por las que han pasado en todo este proceso los han enriquecido y los han unido más. Sin embargo, las relaciones con la familia extensa se debilitan, debido a que en muchos casos la mayoría, o por lo menos los de vínculo más fuerte como padres y hermanos de los adultos de la familia, no viajan con ellos. Eso hace que se apeguen más al núcleo familiar y que los roles que antes jugaban los demás miembros de la familia extensa sean cubiertos solo por los padres. La presión que ejercen las personas que quedan en Venezuela y la necesidad de responder a las necesidades de su nuevo entorno, a veces afecta la relación entre los integrantes, pero es posible superarlo en poco tiempo pues saben que es lo único que tienen en tierras extrañas.

Fue una experiencia difícil, pero nos enriqueció como familia. Luego, nos extrañábamos, ese estar durmiendo pegados uno con otro, sintiendo la respiración del uno con el otro lo necesitábamos. Duramos un mes así y verdaderamente seguimos muy unidos (Ref1 Fl AM. C6.4).

Tensa (la relación), porque obviamente está la familia aquí tratando como de sobrevivir y por allá (en Venezuela) están también terrible y entonces como que por lado y lado entra demasiada presión (Ref1 Fl PM. C6.3).

Algo que queda claro después de los grupos focales, es que la mayoría no regresará así se acabe el actual gobierno, pues consideran que los valores, las oportunidades y la reconstrucción va a tardar más de lo que se pueden permitir esperar, y eso va a implicar que los países busquen estrategias de apoyo para estos migrantes, para hacer su vida un poco más placentera, o por lo menos, más digna.

Discusión y conclusiones

A través de este estudio cualitativo es posible determinar que la decisión de migrar a otro país es un proceso complejo, que como lo indica Antman (2012), implica rupturas, fraccionamientos y pérdidas que empujan a las personas a sentimientos de desesperanza y depresión. La descripción del proceso de migración venezolana en dos lugares tan disímiles, como lo son Colombia y Estados Unidos, abre un campo de estudio inexplorado en Colombia y estudiado con otras poblaciones en Estados Unidos.

Los migrantes salen de su país principalmente por razones económicas o políticas (Portes and Rumbaut, 2011), lo que corresponde a las causas de migración del grupo de venezolanos participantes en el estudio. Un buen número de los participantes salió de su país por carencias económicas producto de la crisis política en la que está sumido, lo cual implica dificultades para conseguir víveres, medicamentos, acceso a centros de salud y educación básica de calidad, solo por mencionar las principales necesidades por suplir. Otros salen por razones políticas que incluso amenazan su vida, ya sea por militar en otros grupos o por estar en desacuerdo con la filosofía del gobierno actual.

Si bien la migración no es solo una decisión de ciertos grupos sociales, pues hay una gran representación de personas de diversas clases socioeconómicas, niveles educativos, composición familiar, entre otras características, los lugares que escogen para hacerlo sí están en parte determinados por la capacidad económica, así como las personas con quienes se sale o quién lo hace primero en su familia. Tal como lo menciona Portes and Rumbaut (2014), la proximidad geográfica juega un papel fundamental, pues se busca mayor economía en los costos de viaje, ya sea para regresar definitivamente o para visitar a quien queda en el país de origen. En la actual muestra esa característica es fundamental para decidir el lugar de su nueva residencia; eso es particularmente evidente en el grupo que llega a Colombia, cuya población deja sus hijos al cuidado de la familia extensa, tales como abuelos o tíos, ya sea en Venezuela o en alguna otra ciudad de Colombia. A Estados Unidos llegan principalmente las familias nucleares o solo uno de sus miembros, por lo general el hombre, con la esperanza de traer al resto de los integrantes muy pronto. Tampoco en Estados Unidos es común que lleguen los dos integrantes adultos de la familia y que dejen a sus hijos al cuidado de otros parientes. El estilo de los migrantes venezolanos que llegan a Colombia es acorde al que plantean Suárez-Orozco and Suárez-Orozco (2001), en tanto el lugar de llegada es escogido porque otras personas cercanas al círculo cercano del migrante ya lo han hecho y los apoyan para que emprendan el proceso. En Estados Unidos también es posible ver esa situación, pero también está marcada por lo que dicen Sánchez, López and Palacio (2016), que llega solo uno de los integrantes y se genera un distanciamiento emocional temporal; sin embargo, según Hernández (Rodríguez, 2018), ahora es más común que las familias migren completas y no se fraccionen como ocurría al principio del apogeo de la migración masiva de venezolanos.

Las dificultades por las que atraviesan en el recorrido de ingreso a Colombia y a Estados Unidos son, en muchos casos, el augurio de los esfuerzos que tendrán que hacer por permanecer en ambos países por las vías legales, por cambiar sus hábitos cotidianos y por adaptarse a la nueva cultura (Scott and Cartledge, 2009). Esta situación parecía ser más difícil en Estados Unidos por tratarse de una sociedad con grandes diferencias culturales, incluido el lenguaje, la etnia y la religión (Rudmin, 2003; Portes and Rumbaut, 2014); sin embargo, se pudo corroborar que los migrantes venezolanos en Colombia se sienten discriminados por su nacionalidad, a pesar de hablar el mismo idioma y compartir muchos otros elementos culturales; consideran que el acceso a los servicios está más limitado para ellos que para los nacionales, y esto hace que se sientan rechazados, presenten más síntomas de depresión y reporten un contexto más negativo de recepción que los que llegan a Estados Unidos (Schwartz et al., 2018b). Esto lleva a pensar que las características del país receptor juegan un papel fundamental en las teorías de estrés cultural que hasta el momento se han probado principalmente en países con larga historia de recepción de migrantes (Salas-Wright and Schwartz, 2019).

Consistente con la teoría, el contexto negativo de recepción se relacionó con mayores expresiones de depresión y ansiedad (Lorenzo-Blanco et al., 2016), sin embargo, los participantes de la Florida mostraron más síntomas de ansiedad que los de Colombia. Un elemento consistente en los hallazgos fue la mención de la depresión asociada a la separación y pérdida de vínculos con integrantes del núcleo familiar o extenso, caso que fue evidenciado en los grupos focales, donde las relaciones que estaban más fracturadas eran las de los migrantes a Colombia, por lo que, en futuras investigaciones de carácter cuantitativo, será relevante indagar a profundidad esta relación. Así mismo, con respecto a la ansiedad, es posible que la incertidumbre de haber realizado viajes más distantes a países con políticas migratorias más estrictas como es el caso de Estados Unidos trajera como consecuencia niveles de ansiedad más importantes.

Los participantes mencionaron sensación constante de tristeza como el principal síntoma de depresión, así como miedo e inquietud (Salas-Wright, Robles, Vaughn, Córdova and Pérez-Figueroa, 2015; Spitzer et al., 2006; Kohout et al., 1993). Las mayores dificultades se presentan en la primera fase de adaptación y aceptación de las nuevas condiciones de vida, en donde hay un profundo desconcierto, una sensación de no tener hacia dónde dirigirse y en donde todo se tiñe de una tonalidad oscura; pero con el tiempo esas sensaciones van desapareciendo a medida que se adaptan a las nuevas dinámicas de vida del nuevo país, como mencionan Bhungra and Ayonrinde (2004). Los sentimientos de tristeza y malestar empiezan a transformarse y las personas comienzan a aceptar la realidad tal como es, porque por difícil que sea es menos amenazante y destructiva que la que afrontaban en Venezuela. Es importante señalar que este enfoque cualitativo permitió a su vez aclarar el sesgo de temporalidad del estudio de Schwartz et al. (2018), el cual, al ser de tipo transversal, no permitía conocer si por ejemplo la depresión y la ansiedad antecedían o precedían a la percepción de discriminación en el nuevo contexto.

En los grupos focales también se vio que la depresión se mitigaba a medida que suplían sus necesidades básicas, las de su familia y las de quienes quedaban en Venezuela. La separación acompañada de sentimientos de frustración por la insatisfacción de las necesidades, estaban presentes en ambos grupos, pero de manera más fuerte en quienes migraron a Colombia. Los que llegaron a Estados Unidos mostraron mayor ansiedad por aspectos tales como conseguir los documentos para vivir y trabajar legalmente en ese país, aprender el idioma y comportarse según los códigos de esa sociedad. Pareciera que el aprendizaje de una nueva cultura tan disímil genera mecanismos de afrontamiento que se superponen a sentimientos de depresión en comparación con los que migran a lugares más parecidos culturalmente, pero de difíciles condiciones económicas.

Uno de los principales cambios que se evidencian en población migrante, es el que sufren las relaciones familiares. En algunos casos la migración generó el debilitamiento de los vínculos afectivos y se presentaron rupturas (Sánchez et al., 2013), especialmente entre los cónyuges al enfrentar el cambio de las dinámicas de ocio-trabajo. Las relaciones entre padres e hijos también cambiaron, ya sea por inversión de roles donde los hijos se vuelven proveedores por ser quienes tienen más acceso que sus padres a las oportunidades laborales, por encontrarse mejor preparados o con dominio del idioma, como en el caso de Estados Unidos, o por presentar un mayor distanciamiento afectivo producto del alejamiento corporal como sucede en Colombia. Por otra parte, las relaciones con la familia extensa se fortalecieron, principalmente en quienes migraron juntos o llegaron donde otros parientes.

Las características históricas y socioeconómicas de los países a donde se migra son una rama de estudio que merece ser explorada a profundidad. Conocer las características de los migrantes no es suficiente para predecir cuáles serán las dificultades más notables de adaptación. De hecho, tanto el estudio cuantitativo (Schwartz et al., 2018) como el presente análisis, dejaron en evidencia que en este caso concreto la teoría del estrés cultural necesita ajustes importantes, pues hay una multitud de variables que influyen en la respuesta del país de acogida y en las reacciones de los migrantes, variables que van mucho más allá del estrés cultural propiamente dicho. En síntesis, la historia de migraciones previas, el volumen de migración y el tiempo en el que ocurre, así como la situación económica del país receptor son variables a tener en cuenta en próximos estudios. Esta ampliación de la teoría proporcionará, sin duda, una mucho mayor capacidad explicativa, lo que a su vez permitirá entender mejor cómo reaccionar frente a estos fenómenos.

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Recibido: 31 de Marzo de 2022; Aprobado: 14 de Febrero de 2023

Juliana Mejía Trujillo Trabajadora Social de la Universidad de Caldas y Magister en Antropología de la Universidad de Los Andes, en Colombia; y candidata a doctora de la Universidad de Maastricht (Países Bajos). Ha tenido la responsabilidad del diseño, adaptación e implementación de procesos comunitarios y preventivos a nivel nacional e internacional. Ha sido profesora de un curso sobre sustancias psicoactivas en la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes y conferencista invitada en el Open Medical Institute (Austria) y en las universidades de Miami, Oregon y Claremont (USA), así como en diversos eventos internacionales en los que ha presentado trabajos relacionados con prevención del uso de sustancias psicoactivas, implementación de programas preventivos, prevención basada en los medios, entre otros temas. Entre sus publicaciones más importantes se encuentran “El libro de las drogas: las sustancias, sus efectos y su impacto social”, y “Health risk behavior and cultural stress among Venezuelan youth: A person centered approach”, publicado en Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology. Dirección electrónica: jmejia@nuevosrumbos.org Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9327-4689

Augusto Pérez Gómez El profesor Pérez-Gómez es Doctor en Psicología, por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Ha sido docente en la Faculté Libre des Lettres et Sciences Humaines de Lille (Francia); Los Andes (Colombia); Universidad de Londres como profesor visitante; y en la Escuela de Medicina y Odontología de la Universidad de New Jersey (USA). Desde 2002 es el Director de la Corporación Nuevos Rumbos (www.nuevosrumbos.org), entidad sin ánimo de lucro dedicada a la prevención y a la investigación sobre consumo de sustancias psicoactivas. En 1992 recibió el Premio Nacional de Psicología y en 2006 la National Award of Excellence in Blending Research and Practice of the National Hispanic Science Network de Estados Unidos. A la fecha ha escrito cerca de 220 artículos y 20 libros en español, inglés, francés, alemán y portugués. Entre sus publicaciones más importantes está “Psicología clínica: problemas fundamentales”, y el manual para evaluar los costos humanos, sociales y económicos para evaluar el uso de drogas en las Américas (2006). Dirección electrónica: aperez@nuevosrumbos.org Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5853-3860

Pablo Montero Zamora Maestro en Ciencias en Epidemiología por el Instituto Nacional de Salud Pública de México (INSP) y Doctor en Ciencias de la Prevención y Salud Comunitaria por la Universidad de Miami. Ha sido profesor de Salud Pública, de 2013 a 2017 en la Universidad de Costa Rica; investigador en el Centro de Investigación en Sistemas de Salud del INSP, de 2015 a 2017; e investigador asistente en la Universidad de Miami, de 2018 a 2021. Actualmente es profesor en Salud del Comportamiento y Educación en Salud, en la Universidad de Texas en Austin. Es miembro de la Sociedad de Investigación en Prevención y acreedor del premio de Investigación Internacional Colaborativa que otorga dicha sociedad. El Dr. Montero-Zamora estudia los factores asociados al comportamiento de salud en familias latinas y su incorporación en el desarrollo, implementación y evaluación de intervenciones preventivas. Dentro de sus publicaciones se destacan “Hurricane stress, cultural stress, and mental health among hurricane Maria migrants in the U.S. mainland”, publicado en elAmerican Journal of Orthopsychiatry, y “Etiologic mechanisms in an adapted family‐based preventive intervention for underage alcohol use in Mexico: Results of an exploratory pilot study”, publicado enFamily Process. Dirección electrónica: pmontero@austin.utexas.edu Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8437-2113

Seth J. Schwartz El Dr. Schwartz es Profesor del Departamento de Kinesiología y Educación en Salud de la Universidad de Texas en Austin. Tiene una maestría en Ciencias Familiares de la Universidad Internacional de la Florida, y un doctorado en Psicología del Desarrollo de la Universidad del Estado de la Florida. Sus temas de interés son: identidad personal y cultural, inmigración, aculturación, estrés cultural, migración en crisis, bienestar, salud mental, y uso de alcohol y drogas. El profesor Schwartz es el editor del International Journal of Intercultural Relations, y autor de tres libros y de más de 330 artículos académicos. Dirección electrónica: Seth.schwartz@austin.utexas.edu Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4238-9520

Eric C. Brown El Dr. Brown es profesor del Departamento de Ciencias de la Salud en la Escuela de Medicina Miller de la Universidad de Miami, donde es el director del programa de Doctorado en Ciencia de la Prevención y Salud Comunitaria. También es el investigador principal del Grupo de Prevención, Educación e Investigación en América Latina (PERLA, por sus siglas en ingles). El Profesor Brown es miembro de la Junta Directiva y del comité de capacitación de la Sociedad para la Investigación de la Prevención (SPR), y en 2013 obtuvo el premio de Investigación Internacional Colaborativa de la misma sociedad. Dentro de sus trabajos más destacados se incluyen la adaptación del Sistema “Communities That Care” en Brasil y de este sistema a “Empresas que se Cuidan” en México; un estudio multisitio de problemas de uso de alcohol y salud mental de familias migrantes de Puerto Rico desplazadas por el huracán María; así como la comparación de factores protectores y de riesgo entre Colombia y Estados Unidos. Dirección electrónica: ecb41@miami.edu

Christopher Salas Wright Maestro en Trabajo Social por la Universidad de Washington y Doctor en Trabajo Social por Boston College. Ha sido profesor de Trabajo Social en la Universidad de Texas en Austin, de 2013 a 2016; en la Universidad de Boston, de 2016 a 2020; y en Boston College, desde 2020 hasta la fecha actual. Actualmente se desempeña como Decano Adjunto en la misma institución. Financiado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH), el Dr. Salas-Wright lidera en la actualidad investigaciones que examinan las experiencias de las familias puertorriqueñas desplazadas por el huracán María y de los migrantes de la crisis venezolana en Estados Unidos y Colombia. Ha escrito más de 225 publicaciones, resaltando especialmente aquellas de mayor importancia, “The Venezuelan diaspora: Experiencias relacionadas con la migración y salud mental”, publicado enCurrent Opinion in Psychology, y “El estudio y la prevención del abuso de alcohol y otras drogas entre migrantes: hacia una teoría transnacional de estrés cultural”, publicado en el InternationalJournal of Mental Health and Addiction. Dirección electrónica: wrightcu@bc.edu Registro ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8817-853X

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