Dinámica metropolitana y etapas de crecimiento
La información sobre el municipio de residencia cinco años atrás que ofrecen los microdatos de los censos de población y vivienda de 2000, 2010 y 2020, así como los de la encuesta intercensal 2015, permite estudiar a la migración interna reciente con mayor detalle. También posibilita el análisis de la dinámica demográfica al interior de una zona metropolitana, al tener datos del saldo migratorio así como del balance de la población que cambió de lugar de residencia al interior de una zona metropolitana.
El crecimiento demográfico en una ciudad no ocurre de manera homogénea. Existen áreas a su interior con mayor dinamismo; otras que van perdiendo atractivo para la localización residencial; algunas más que experimentan despoblamiento absoluto, unas más que retoman la senda del crecimiento. Esta dinámica diferencial fue advertida por primera vez en los estudios de sociología urbana de la Escuela de Chicago al inicio del siglo XX (Park et al., 1925), y más adelante fue tema para la propuesta de modelos de crecimiento urbano (Balchin et al., 2000: 245-249; Pacione, 2009: 68-93; Suárez-Villa, 1988; Van den Berg et al., 1982). La evolución intraurbana diferencial propicia estructuras demográficas distintas al interior de la ciudad, siendo las más relevantes las pirámides de edades, la razón hombres/mujeres, los niveles de escolaridad y las tasas de ocupación.
En los modelos de crecimiento urbano generalmente se compara la evolución demográfica en el tiempo de la ciudad central con respecto a la de la periferia urbana o metropolitana, además de tomar como referencia a las urbes de Estados Unidos. Es posible incluir también la dinámica de la demanda ocupacional (véase Baumont et al., 2004). Los distintos modelos distinguen cuatro etapas comunes: i) concentración en la ciudad central; ii) suburbanización; iii) despoblamiento de la ciudad central, y iv) repoblamiento de la ciudad central. En la descripción de estas etapas no hay alusión explícita a los movimientos migratorios y a la movilidad residencial, por lo que a continuación se presenta una interpretación sobre los modelos de crecimiento urbano, incorporando las variables de migración interna y de movilidad residencial, así como su contextualización para las ciudades de México y de América Latina.
La primera etapa se denomina urbanización o concentración y se caracteriza porque el mayor ritmo de crecimiento poblacional ocurre en la ciudad central, mientras que el poblamiento en la periferia es disperso y poco significativo. La población migrante de arribo reside fundamentalmente en la ciudad central, además de que la movilidad residencial es mayoritariamente en la ciudad central y con cambios de domicilio de corta distancia. La ciudad central va concentrando mayor porcentaje de la población total de la ciudad. La demanda ocupacional está altamente concentrada en la ciudad central, salvo pequeñas áreas de producción manufacturera, cuyas empresas optan por una localización periférica ante la necesidad de suelo o por cuestiones ambientales.
En la segunda etapa, de suburbanización o desconcentración, la ciudad central sigue teniendo crecimiento poblacional y éste es mayoritariamente por el componente natural, además de ser el destino principal de la población inmigrante. La movilidad residencial se intensifica y las distancias del cambio de domicilio son mayores, emergiendo y consolidándose un flujo importante desde la ciudad central hacia la periferia (Rossi, 1980: 71-95). Esta movilidad residencial, preferentemente de hogares en formación, y el propio componente natural que ocurre en la periferia, ocasionan que el ritmo de crecimiento de la periferia supere al de la ciudad central. Por su parte, el empleo sigue altamente concentrado en la ciudad central y la descentralización de la demanda ocupacional en comercio al menudeo y en servicios al consumidor es más lenta que la desconcentración poblacional. La consolidación de la suburbanización da pie a la emergencia de un subcentro alternativo de concentración de empleo, generalmente de comercio y servicios. En México, cuando una ciudad o zona metropolitana alcanza un tamaño de 500 mil habitantes, es proclive para la conformación de un subcentro o nodo concentrador de empleo.
La tercera etapa es de despoblamiento. En ésta, la ciudad central continúa perdiendo atractivo como lugar de residencia y su estructura poblacional se va envejeciendo. Sin embargo, aún sigue siendo área de importante demanda ocupacional. La periferia, por su parte, sigue recibiendo importantes flujos de movilidad residencial desde la ciudad central, a la vez que se empiezan a generar reacomodos de población a su interior, es decir movilidad residencial periferia-periferia. La población inmigrante se distribuye de manera más heterogénea a lo largo del tejido urbano, no solo en la ciudad central sino también en la periferia, la cual se va haciendo más diversa en términos de condiciones de vida, dinámica de crecimiento, consolidación urbana, accesibilidad y atributos del vecindario. Esta mayor diversidad de la periferia propicia que la segregación espacial se vaya diluyendo.1 Asimismo, la demanda ocupacional tiene mayor ritmo de crecimiento en la periferia con respecto a la ciudad central, siendo que ésta puede experimentar pérdida absoluta de empleos, sobre todo de la industria manufacturera.
Finalmente, en la cuarta etapa, de repoblamiento, la ciudad central retoma la senda del crecimiento poblacional, en gran medida por un cambio en el balance de la movilidad residencial. Este repoblamiento de la ciudad central se logra principalmente por la implementación de grandes proyectos urbanos o por políticas que promueven la construcción, reparación y renovación de viviendas en la ciudad central. El repoblamiento de la ciudad central es producto de la movilidad residencial periferia-centro, así como de la reemergencia de la ciudad central como lugar de destino de población migrante. Este repoblamiento contrarresta de alguna manera el mayor envejecimiento en su composición poblacional. La demanda ocupacional en la ciudad central es estable y con cambio estructural hacia la especialización en servicios de orden superior, tales como financieros, técnicos y al productor, así como aquella actividad económica vinculada a la clase creativa (véase Florida, 2012). La ciudad va conformando una estructura policéntrica con la aparición y consolidación de subcentros y nodos concentradores de empleo en áreas de la periferia, aunque esta forma de descentralización del empleo en las ciudades latinoamericanas e incluso europeas no es tan significativa como ocurre en las urbes norteamericanas.
Etapas de metropolitanismo en México
Para conocer la evolución de las etapas de metropolitanismo en México en el periodo 1980-2020 se toman como unidades de estudio a las 57 de las 62 zonas metropolitanas del país que estaban conformadas con al menos dos municipios en 2020. En el Cuadro Anexo, al final del artículo, se presenta el listado de las 57 zonas metropolitanas y las unidades territoriales que las conforman. La delimitación de estas metrópolis se mantiene fija a lo largo del periodo, a partir de su conformación en 2020. La población de estas zonas metropolitanas en 1980 ascendió a 33.4 millones de habitantes, mientras que en 2020 el volumen había aumentado a 69 millones de personas. El 46 por ciento de la población metropolitana residía en los municipios centrales en 1980, y en 2020 su participación disminuyó a 42 por ciento. La desconcentración de la población de la ciudad central hacia la periferia fue de lenta velocidad. Por su parte, los empleos totales en las zonas metropolitanas aumentaron de 3.5 a 18.4 millones de personas entre 1980 y 2018. Para el primer año, las ciudades centrales albergaron a 59 por ciento de la demanda ocupacional metropolitana, en tanto que en 2020 su aportación cayó a 56 por ciento. La velocidad de la descentralización ocupacional fue aún menor con respecto a la desconcentración poblacional. Incluso, las ciudades centrales ganaron participación en el empleo metropolitano durante la década de 1980, años de crisis económica y cambio en la estrategia de crecimiento hacia la apertura comercial. En general, las ciudades centrales perdieron poco atractivo para la localización residencial y preservaron su relevancia para la localización de actividades económicas.
Estas consideraciones generales deben ser matizadas según tamaño de la zona metropolitana, además de tomar en cuenta que la unidad de observación es el municipio, escala geográfica que no es la ideal para el estudio del cambio intrametropolitano (Tabla 1). A mayor tamaño de la zona metropolitana mayor desconcentración de la población y mayor descentralización del empleo, así como mayor velocidad en la desconcentración poblacional. En 2020, solo nueve por ciento de la población de la Ciudad de México residía en la ciudad central, porcentaje que aumentó a 46 por ciento para las metrópolis de más de un millón de habitantes y a 66 por ciento en las zonas metropolitanas de tamaño intermedio, es decir aquellas con un volumen de población entre 100 mil y 999 mil habitantes. Desde el punto de vista del empleo, la ciudad central de la Ciudad de México contenía 35 por ciento del empleo metropolitano en 2018, dos puntos porcentuales más con respecto a 2008, mientras que en las ciudades centrales de las zonas metropolitanas millonarias su aportación era de 61 y de 77 por ciento en las zonas metropolitanas intermedias.
Tabla 1 México: distribución porcentual de la población y el empleo en las zonas metropolitanas de México según tamaño de población, 1980-2020
Tamaño | 1980 | 1990 | 2000 | 2010 | 2020 |
---|---|---|---|---|---|
Participación de la ciudad central en la población metropolitana | |||||
Total | 46 | 45 | 44 | 43 | 42 |
Ciudad de México | 18 | 12 | 9 | 9 | 8 |
Millonarias | 67 | 62 | 59 | 55 | 52 |
Intermedias | 68 | 67 | 68 | 67 | 66 |
1980 | 1988 | 1998 | 2008 | 2018 | |
Participación de la ciudad central en el empleo metropolitano | |||||
Total | 59 | 61 | 60 | 58 | 56 |
Ciudad de México | 40 | 36 | 36 | 33 | 35 |
Millonarias | 76 | 75 | 69 | 65 | 61 |
Intermedias | 82 | 84 | 81 | 80 | 77 |
Fuente: elaboración propia con información de los censos de población y vivienda, y de los censos económicos.
Un análisis a mayor detalle sobre el ritmo de crecimiento poblacional de la ciudad central y su participación demográfica en el total metropolitano da pie para ubicar a cada zona metropolitana del país en su etapa de crecimiento, o también nombrada etapa de metropolitanismo (Busquets, 1993). Al comparar la tasa de crecimiento poblacional de la ciudad central y de la periferia metropolitana con respecto a la ocurrida en el país se puede estimar si dicho ámbito territorial tuvo crecimiento social positivo (atracción de población), o negativo (expulsión de población). A partir de esta comparación, las zonas metropolitanas del país se ubicaron para cada década de estudio en las siguientes etapas: i) concentración en la ciudad central; ii) suburbanización; iii) despoblamiento de la ciudad central, y iv) repoblamiento de la ciudad central (Tabla 2).
Tabla 2 México: zonas metropolitanas seleccionadas según etapa de metropolitanismo, 1980-2020
Zona metropolitana |
Etapa de metropolitanismo | |||
---|---|---|---|---|
1980-1990 | 1990-2000 | 2000-2010 | 2010-2020 | |
Aguascalientes | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización |
Torreón | Concentración | Suburbanización | Concentración | Suburbanización |
Saltillo | Concentración | Concentración | Suburbanización | Suburbanización |
Ciudad de México | Despoblamiento | Despoblamiento | Repoblamiento | Repoblamiento |
León | Suburbanización | Concentración | Suburbanización | Concentración |
Pachuca | Suburbanización | Concentración | Suburbanización | Suburbanización |
Guadalajara | Suburbanización | Despoblamiento | Despoblamiento | Despoblamiento |
Toluca | Concentración | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización |
Cuernavaca | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización |
Monterrey | Despoblamiento | Repoblamiento | Repoblamiento | Repoblamiento |
Oaxaca | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización |
Puebla | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización |
Querétaro | Concentración | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización |
Cancún | Concentración | Concentración | Concentración | Suburbanización |
Tampico | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización |
Veracruz | Suburbanización | Concentración | Concentración | Suburbanización |
Xalapa | Concentración | Concentración | Suburbanización | Suburbanización |
Orizaba | Despoblamiento | Repoblamiento | Repoblamiento | Repoblamiento |
Mérida | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización |
Zacatecas | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización | Suburbanización |
Fuente: elaboración propia con información de los censos de población y vivienda.
Durante el periodo 1980-1990 en total 25 zonas metropolitanas se ubicaron en la etapa de metropolitanismo de concentración, mientras que 28 lo hicieron en la etapa de suburbanización y cuatro en la de despoblamiento de la ciudad central.
En general, el desarrollo metropolitano en México exhibía una etapa intermedia y con predominio de metrópolis en donde los municipios periféricos tenían mayor dinámica de crecimiento con respecto a la ciudad central. Para el periodo 2010-2020 se observa el avance del desarrollo metropolitano en el país, ya que el número de zonas metropolitanas en etapa de concentración disminuyó a 15, en tanto que las de suburbanización aumentaron a 36, las de despoblamiento de la ciudad central disminuyeron a tres, pero en cambio tres zonas metropolitanas experimentaron la etapa de repoblamiento de la ciudad central.
Las zonas metropolitanas que permanecieron en la etapa de concentración durante todo el periodo de estudio fueron Celaya, Reynosa y Uriangato. Los movimientos más recurrentes fueron de la etapa de concentración hacia la de suburbanización, lo que denota la maduración en el tiempo de la conformación y estructuración metropolitana. Son ejemplos de este tránsito Cancún, Morelia, Querétaro, Saltillo, Tepic y Toluca. Por su parte, el mayor número de zonas metropolitas permanecieron en la etapa de suburbanización en todo el periodo de estudio, independientemente de su atracción o expulsión neta como zona metropolitana. Son ejemplos Aguascalientes, Cuernavaca, Mérida, Oaxaca, San Luis Potosí, Villahermosa y Zacatecas. Otras zonas metropolitanas exhibieron en algún intervalo un patrón contrario, de la suburbanización a la concentración, tales como Pachuca, León, La Piedad, Piedras Negras o Veracruz.
Ciudad de México, Monterrey, Orizaba y Poza Rica observaron etapa de despoblamiento de la ciudad central en los años de 1980. Ciudad de México se mantuvo en etapa de despoblamiento en la década de 1990, junto con Guadalajara y Minatitlán, en tanto que las otras tres avanzaron a la etapa de repoblamiento. En la primera década del siglo XXI, Guadalajara se mantuvo en etapa de despoblamiento, así como Martínez de la Torre, mientras que Ciudad de México y Minatitlán cambiaron a la de repoblamiento. En el decenio 2010-2020, Guadalajara permaneció en la etapa de despoblamiento, Minatitlán y Poza Rica regresaron a ésta. Cabe mencionar que el redoblamiento de la Ciudad de México fue del orden de poco menos de 30 mil habitantes en la primera década del siglo XXI y de casi 120 mil en los años de 2010, dinámica poblacional impulsada en gran medida por la implementación del Bando 2, política urbana formulada en la administración de Andrés Manuel López Obrador como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México y consistente en promover el desarrollo habitacional en las alcaldías centrales e inhibir la expansión física en el resto del territorio (Azuara et al., 2007).
Migración interna y movilidad residencial
La movilidad residencial es un asunto de gran relevancia en la dinámica demográfica intraurbana y en los patrones de distribución territorial de la población. Esta movilidad consiste en el cambio de domicilio al interior de la ciudad o de la zona metropolitana, e implica un cambio en los viajes cotidianos de la población, en las amenidades del vecindario y en los sistemas sociales. La investigación realizada por el sociólogo estadounidense Peter Rossi en cuatro suburbios de Filadelfia se convirtió en uno de los trabajos seminales para explicar el por qué se lleva a cabo la movilidad residencial, así como las características de los barrios y las colonias que expulsan y que reciben a la población en movilidad (Rossi, 1980). Para este autor, la movilidad residencial es el mecanismo por el cual el hogar ajusta sus necesidades de vivienda. Estas necesidades están determinadas en primera instancia por la composición y las transiciones en el curso de vida del hogar; en segunda instancia, la movilidad residencial se relaciona con la movilidad social ascendente o descendente, y en ésta la localización y las características de la vivienda intervienen en la decisión. Las áreas que acogen a la población en movimiento se caracterizan por contener una oferta habitacional más diversa y por conformar submercados específicos de vivienda; estas áreas son también más heterogéneas desde el punto de vista de la composición y estructura demográfica de sus habitantes.
La movilidad residencial lleva consigo el análisis de cuatro componentes (Delaunay y Dureau, 2004): i) elección de la vivienda; ii) localización de la vivienda; iii) tipo de tenencia, y iv) obtención de autonomía residencial. Existen dos grandes referentes conceptuales, y trabajos empíricos que los apoyan, para explicar las causas de la movilidad residencial: por un lado, y siguiendo el modelo de localización residencial de William Alonso (1964), el cambio de domicilio está influenciado principalmente por el lugar de trabajo, por lo que los hogares buscan reducir el tiempo y/o la distancia del viaje por motivo de trabajo (Gayda, 1998; Kim et al., 2005; Pérez et al., 2003). El segundo grupo parte del principio de la existencia una relación cada vez más débil entre empleo y vivienda (Giuliano, 1995), por lo que la elección residencial está menos influenciada por el lugar de trabajo y más por otros factores como características de la oferta residencial, accesibilidad a centros comerciales, escuelas o áreas recreativas y atributos del vecindario (Cooper et al., 2001; Walker et al., 2002; Wang y Li, 2004). El análisis que se presenta en este artículo da elementos para proponer que la movilidad residencial en las zonas metropolitanas de México es más con el segundo grupo, por ajuste en la vivienda, y menos por el balance entre lugar de residencia y distancia o tiempo de viaje al lugar de trabajo.
El ingreso de las personas o de los hogares es una de las variables clave en la movilidad residencial. Los hogares destinan hasta una tercera parte de su ingreso en vivienda y ante un ingreso constante y un aumento en el costo de transporte, habría una propensión a la no movilidad, mientras que un incremento en el ingreso real tendería a la movilidad, siempre y cuando los beneficios de dicho cambio superaran los costos en los que se incurre. Los beneficios están asociados a los servicios de la vivienda más sus ventajas de ubicación, no necesariamente relacionadas con la cercanía al lugar de trabajo (O’Sullivan, 1996: 365-376).
Una segunda variable de relevancia es el tamaño de los hogares y el curso de vida de cada una de las personas que lo integran. La movilidad residencial se traduce en costos y beneficios diferenciales para los integrantes del hogar, siendo que a mayor estatus económico y social de un miembro, mayor papel en la decisión de la movilidad (Chang et al., 2003). En muchos casos, la decisión final del cambio de casa es tomada por la mujer, sea en su calidad de jefa de familia o de cónyuge.
Las principales diferencias entre la migración interna y la movilidad residencial consisten en lo siguiente: i) en la movilidad residencial participa una mayor proporción de hogares que con respecto a la migración interna,2 y ii) el motivo principal de la segunda no es por búsqueda de trabajo, sino por localización residencial en la geografía urbana o metropolitana, por cambios en la composición familiar o por las características de la vivienda que se deja y se toma. De manera más específica, la movilidad residencial está asociada a transiciones en el curso de vida de las personas y a elementos de ajuste en la estructura física de la ciudad. Las transiciones en el curso de vida que se relacionan estrechamente con la movilidad residencial son las siguientes: i) unión o formación familiar; ii) nacimiento de hijos; iii) cambio de empleo; iv) desunión; v) partida de los hijos, y vi) salida del mercado de trabajo. Por su parte, los elementos de ajuste en la estructura física tienen que ver con etapas de metropolitanismo, acciones de regeneración o rescate urbano, cambios en el uso del suelo y desarrollo de grandes proyectos urbanos.
La información sobre movilidad intermunicipal que proporcionan los microdatos de los censos de población y vivienda de 2000, 2010 y 2020 permite estudiar la geografía intrametropolitana de los movimientos migratorios y de la movilidad residencial (Tabla 3). El total de inmigrantes recientes a las 57 zonas metropolitanas de estudio se mantuvo en el orden de los dos millones de personas en 2000 y en 2010, para aumentar a 2.4 millones en 2020. Los emigrantes recientes, por su parte, pasaron de 1.6 en 2000 a 1.8 millones en 2010 y a 2.1 millones en 2020. Como corolario, el saldo migratorio retrocedió entre 2000 y 2010, de 335 mil a 177 mil personas, mostrando recuperación en 2020 y con un valor de 310 mil personas.3
Tabla 3 México: migración interna y movilidad residencial en zonas metropolitanas seleccionadas, 2000-2020(miles de personas)
Zona metropolitana | Población cinco años o más | Migración interna | Movilidad residencial | |||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
2000 | 2010 | 2020 | Inmigrantes 2000 |
Inmigrantes 2010 |
Inmigrantes 2020 |
Saldo 2000 |
Saldo 2010 |
Saldo 2020 |
2000 | 2010 | 2020 | |
México | 85,932 | 101,313 | 115,393 | 3,830 | 3,900 | 4,375 | 0 | 0 | 0 | 2,034 | 2,441 | 1,878 |
57 zonas metropolitanas | 45,247 | 54,489 | 63,723 | 2,033 | 2,068 | 2,419 | 335 | 177 | 310 | 2,034 | 2,441 | 1,878 |
Aguascalientes | 702 | 916 | 1,136 | 36 | 45 | 57 | 19 | 20 | 33 | 5 | 9 | 11 |
Saltillo | 564 | 739 | 936 | 25 | 28 | 43 | 11 | 7 | 21 | 3 | 11 | 8 |
Torreón | 889 | 1,100 | 1,250 | 34 | 35 | 28 | 7 | - 3 | 14 | 15 | 13 | |
Ciudad de México | 16,135 | 17,931 | 19,818 | 424 | 383 | 336 | - 63 | - 149 | - 168 | 1,412 | 1,335 | 964 |
León | 1,146 | 1,489 | 1,803 | 26 | 34 | 47 | 8 | 6 | 21 | 1 | 2 | 2 |
Pachuca | 278 | 395 | 534 | 30 | 43 | 52 | 17 | 17 | 22 | 3 | 18 | 12 |
Guadalajara | 3,308 | 4,071 | 4,836 | 105 | 123 | 153 | - 7 | 2 | 32 | 159 | 264 | 231 |
Toluca | 1,418 | 1,807 | 2,159 | 49 | 92 | 73 | 2 | 41 | 9 | 25 | 61 | 43 |
Cuernavaca | 625 | 749 | 858 | 45 | 50 | 52 | 16 | 14 | 9 | 25 | 26 | 25 |
Monterrey | 3,044 | 3,826 | 4,908 | 124 | 129 | 251 | 63 | 51 | 163 | 200 | 405 | 306 |
Oaxaca | 449 | 553 | 660 | 41 | 28 | 36 | 6 | - 12 | - 21 | 19 | 19 | 26 |
Puebla | 1,718 | 2,117 | 2,508 | 66 | 71 | 111 | - 1 | 15 | 15 | 34 | 32 | |
Querétaro | 805 | 1,091 | 1,546 | 59 | 76 | 156 | 37 | 41 | 107 | 4 | 17 | 28 |
Cancún | 376 | 605 | 861 | 89 | 78 | 94 | 66 | 37 | 42 | 1 | 1 | |
Tampico | 669 | 786 | 862 | 42 | 33 | 33 | 10 | 1 | - 3 | 26 | 33 | 21 |
Xalapa | 506 | 621 | 701 | 35 | 31 | 37 | 11 | 7 | - 1 | 18 | 11 | 17 |
Orizaba | 311 | 352 | 386 | 14 | 14 | 11 | - 1 | 1 | - 6 | 12 | 12 | 9 |
Veracruz | 569 | 695 | 797 | 38 | 37 | 35 | - 50 | - 13 | - 55 | 5 | 11 | 8 |
Mérida | 745 | 921 | 1,177 | 38 | 44 | 99 | 15 | 18 | 70 | 4 | 18 | 10 |
Zacatecas | 216 | 284 | 346 | 12 | 13 | 22 | - 5 | 3 | 3 | 4 | 6 |
Fuente: elaboración propia con información de los microdatos de los censos de población y vivienda.
Por otro lado, la movilidad residencial intrametropolitana sumó dos millones de personas en 2000, aumentando a 2.4 millones en 2010 y disminuyendo sensiblemente a 1.8 millones en 2020. En 2000 hubo una persona que cambió de división administrativa de residencia al interior de la zona metropolitana por cada migrante que recibieron las zonas metropolitanas, razón que aumentó a 1.2 en 2010, pero con importante disminución a 0.8 en 2020.
Esto significa que el poblamiento y la redistribución territorial de la población al interior de las zonas metropolitanas se explicó principalmente por la movilidad residencial en 2010, pero en 2020 fue por migración interna. La razón movilidad/inmigrantes de 0.8 en 2020 es para el conjunto de las zonas metropolitanas del país. Sin embargo, esta medida es diferente según zona metropolitana. La dinámica demográfica intrametropolitana de Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara ocurre de manera más relevante por la movilidad residencial, mientras que en el resto de las zonas metropolitanas la población de arribo por migración interna es la que ejerce mayor influencia en la redistribución interna de la población.
La población de cinco años y más de las 57 zonas metropolitanas en 2020 sumó 63.7 millones de personas, de las cuales 42 por ciento vivía en los municipios centrales y 58 por ciento en los municipios periféricos. A mayor etapa de metropolitanismo menor porcentaje de la población residente en la ciudad central.
En las zonas metropolitanas en etapa de concentración, la ciudad central concentraba 80 por ciento de la población total, porcentaje que disminuye a 62 por ciento en las zonas metropolitanas en etapa de suburbanización, a 37 por ciento en las zonas metropolitanas en etapa de despoblamiento y en las zonas metropolitanas de repoblamiento la participación demográfica de la ciudad central se ubicó en 11 por ciento. El caso extremo de dispersión demográfica es la Ciudad de México, ubicada en la etapa de redoblamiento, y en donde solo ocho por ciento de su población de cinco años y más habitaba en las alcaldías centrales.
Los inmigrantes recientes a las 57 zonas metropolitanas sumaron 2.4 millones de personas en 2020, de las cuales 52 por ciento decidieron residir en las ciudades centrales y 48 por ciento en los municipios periféricos. La tasa de inmigración se ubicó en 9.4 personas por cada mil habitantes de cinco años y más al año en las ciudades centrales y 6.3 en los municipios periféricos (Tabla 4). La población inmigrante reciente tuvo preferencia para arribar a la ciudad central con relación a la periferia metropolitana, debido a las ventajas existentes en la disponibilidad de vivienda en renta y la mayor accesibilidad de esta zona de la metrópoli.
Tabla 4 México: migración interna y movilidad residencial en zonas metropolitanas seleccionadas según ámbito territorial, 2020
Zona metropolitana | Volumen (miles de personas) | Tasa (por cada mil habitantes de cinco años o más al año) | ||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Ciudad central | Periferia | Ciudad central | Periferia | |||||
Inmigrantes | Movilidad | Inmigrantes | Movilidad | Inmigrantes | Movilidad | Inmigrantes | Movilidad | |
57 zonas metropolitanas | 1,261 | 229 | 1,158 | 1,649 | 9.4 | 1.7 | 6.3 | 8.9 |
Aguascalientes | 45 | 3 | 12 | 8 | 10.3 | 0.7 | 9.0 | 6.2 |
Saltillo | 29 | 2 | 13 | 6 | 7.3 | 0.4 | 19.7 | 9.1 |
Torreón | 13 | 4 | 15 | 9 | 4.0 | 1.1 | 4.9 | 3.1 |
Ciudad de México | 55 | 130 | 281 | 834 | 6.3 | 14.9 | 3.1 | 9.2 |
León | 42 | 1 | 6 | 1 | 5.3 | 0.1 | 4.8 | 1.1 |
Pachuca | 24 | 1 | 28 | 11 | 16.7 | 0.8 | 22.9 | 9.2 |
Guadalajara | 32 | 18 | 121 | 213 | 5.0 | 2.8 | 6.8 | 12.0 |
Toluca | 22 | 8 | 51 | 35 | 5.2 | 1.9 | 7.8 | 5.2 |
Cuernavaca | 23 | 5 | 30 | 21 | 12.7 | 2.7 | 11.8 | 8.2 |
Monterrey | 36 | 16 | 215 | 290 | 6.7 | 3.0 | 11.2 | 15.1 |
Oaxaca | 11 | 3 | 25 | 23 | 8.5 | 2.6 | 12.4 | 11.4 |
Puebla | 66 | 3 | 44 | 29 | 8.5 | 0.4 | 9.4 | 6.2 |
Querétaro | 97 | 3 | 59 | 25 | 19.9 | 0.5 | 20.6 | 8.8 |
Cancún | 93 | 1 | 1 | 22.2 | 0.0 | 12.1 | 7.9 | |
Tampico | 13 | 3 | 20 | 18 | 9.1 | 2.0 | 7.0 | 6.3 |
Xalapa | 26 | 2 | 11 | 15 | 11.6 | 1.0 | 8.9 | 12.3 |
Orizaba | 4 | 1 | 7 | 7 | 6.6 | 2.1 | 5.3 | 5.4 |
Veracruz | 23 | 1 | 11 | 7 | 8.2 | 0.2 | 9.9 | 6.3 |
Mérida | 83 | 1 | 16 | 9 | 17.8 | 0.2 | 12.8 | 7.6 |
Zacatecas | 9 | 1 | 13 | 5 | 13.0 | 1.4 | 12.1 | 4.7 |
Fuente: elaboración propia con información de los microdatos del Censo de Población y Vivienda 2020.
Por lo que toca a la movilidad residencial, el número total de personas que cambiaron de alcaldía o de municipio de residencia al interior de la zona metropolitana entre 2015 y 2020 se ubicó en 1.8 millones de personas, de las cuales 12 por ciento eligieron a la ciudad central como lugar de residencia y 88 por ciento a la periferia. La movilidad residencial tuvo un claro patrón desde la ciudad central hacia la periferia metropolitana. En la ciudad central hubo 5.5 inmigrantes recientes por cada persona que arribó por movilidad residencial, y la periferia recibió 1.4 personas de movilidad residencial por cada inmigrante reciente. Los flujos de migración interna coadyuvaron al crecimiento demográfico de la ciudad central, mientras que la movilidad residencial estimuló la expansión demográfica de la periferia.
La Ciudad de México atestiguó la mayor intensidad de población que arribó a la ciudad central por motivo de movilidad residencial y con una tasa de casi 15 personas por cada mil habitantes de cinco años y más al año. En el resto de las zonas metropolitanas la intensidad fue menor a cinco personas. Por otro lado, las periferias con mayor recepción relativa de movilidad residencial fueron las de las zonas metropolitanas de Guadalajara, Monterrey, Oaxaca y Xalapa, todas ellas con más de 10 personas por cada mil habitantes de cinco años y más al año.
Los inmigrantes recientes fueron el factor principal del cambio en el componente social del crecimiento de población en la ciudad central, salvo en zonas metropolitanas en etapa de repoblamiento, así como en la periferia de las zonas metropolitanas en etapa de concentración y de suburbanización. Sin embargo, la movilidad residencial fue el motor del componente social del cambio poblacional en la ciudad central de las zonas metropolitanas en etapa de repoblamiento y en la periferia de las zonas metropolitanas en etapas de despoblamiento y de repoblamiento de la ciudad central. A mayor avance en la etapa de metropolitanismo mayor peso de la movilidad residencial sobre la migración interna reciente como factor de cambio en la geografía de la población metropolitana.
Notas finales
I. Con base en la información de los microdatos de los censos de población y vivienda, se concluye que la movilidad residencial intrametropolitana en México es más relevante en las tres zonas metropolitanas de mayor tamaño poblacional, mientras que en el resto de las metrópolis el cambio de residencia es menos frecuente, o esté se lleva a cabo en distancias menores y al interior del mismo municipio, sea este central o periférico, movilidad que no se registra en el censo de población.
En la bibliografía especializada aparecen una serie de elementos que explican a la movilidad residencial al interior del tejido urbano construido. Para conocer variables explicativas de la intensidad de la movilidad residencial intrametropolitana en 2020, se corrieron modelos de regresión lineal múltiple, utilizando como variables dependientes la intensidad de la movilidad residencial de arribo y la intensidad de la movilidad residencial neta. Las variables explicativas estandarizadas fueron el tamaño de población, tasa de inmigrantes recientes, tasa neta de migración interna, ingreso promedio de la población ocupada, índice de desigualdad del ingreso, posición geográfica en cuanto si la unidad territorial era central o periférica y porcentaje de la población ocupada que destinaba más de 30 minutos para ir al trabajo. Las unidades de observación fueron los 333 municipios que conforman a las 57 zonas metropolitanas de dos o más municipios.
Los resultados muestran que aproximadamente una tercera parte de las variaciones de la variable dependiente se explican por las variaciones de las variables de control, habiendo un mejor modelo de ajuste cuando la variable dependiente es la intensidad de arribos al municipio por motivo de movilidad residencial, con respecto a la variable dependiente de intensidad de la movilidad residencial neta.
A partir de los resultados se infiere que la intensidad de la movilidad residencial no depende del tamaño de población del municipio, pero sí de su posición geográfica, siendo que los municipios periféricos observaron mayor intensidad de arribos con respecto a los centrales. Del mismo modo, a mayor tasa de inmigración interna y de migración interna neta mayor intensidad de movilidad residencial, por lo que las unidades territoriales de mayor crecimiento poblacional en la trama metropolitana reciben, indistintamente, población por movimientos migratorios y por movilidad residencial intrametropolitana, siendo los flujos de la primera de mayor magnitud que los de la segunda.
Asimismo, a mayor nivel de ingreso de la población ocupada mayor intensidad de movilidad residencial, aspecto que habla del ascenso social como uno de los elementos explicativos del cambio de lugar de residencia. Sin embargo, la variable estandarizada de viaje por motivo de trabajo consiguió el coeficiente de regresión con el mayor valor absoluto, por lo que es la de mayor poder explicativo: a mayor porcentaje de la población con tiempo de viaje de hasta 30 minutos menor intensidad de movilidad residencial. Esto significa que en la elección del nuevo lugar de residencia, la ubicación del trabajo no es una variable que se toma en cuenta, por lo que el cambio de vivienda en muchos casos se acompaña con mayor tiempo de viaje por motivo de trabajo.
II. La población que efectúa migración interna y la que realiza movilidad residencial intrametropolitana son subconjuntos de la población total con atributos específicos. La edad promedio de las y los jefes de hogar inmigrantes recientes y nuevos avecindados era menor en 2020 con respecto a la del total de los hogares residentes en las zonas metropolitanas de estudio. Este hallazgo concuerda con el modelo de transiciones en el curso de vida de las personas, en donde el movimiento migratorio se hace principalmente a edades jóvenes y que se relaciona con el egreso de la escuela y la inserción al mercado de trabajo. Por su parte, la edad promedio de las y los jefes de hogar que realiza movilidad residencial es ligeramente mayor que la de la población migrante interna, pero menor al total de hogares residentes, por lo que este cambio de domicilio se lleva a cabo en un cierto momento de maduración de la familia y de consolidación del ingreso del hogar. En forma adicional, los hogares con jefatura femenina tenían menor propensión a la migración interna y a la movilidad residencial.
El ingreso promedio de las y los jefes de hogar inmigrantes recientes era diez por ciento menor con respecto a las y los jefes de hogar residentes, aspecto que se explica porque una buena parte de las y los inmigrantes se habían insertado poco tiempo atrás al mercado de trabajo. En caso contrario, el ingreso promedio de las y los jefes de hogar que realizaron movilidad residencial era 25 por ciento mayor en comparación con las y los jefes de hogar residentes, por lo que este movimiento al interior de la metrópoli la llevan a cabo principalmente aquellos hogares con ascenso social, muy probablemente para la adquisición de una vivienda en propiedad.
III. En la zona metropolitana conviven unidades territoriales con atracción y con expulsión de población migrante interna, así como zonas de salida y de arribo de movilidad residencial. En el Mapa 1 se muestra el comportamiento de estos dos flujos para 2020 en las unidades territoriales pertenecientes a la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.

Fuente: elaboración propia con información del Censo de Población y Vivienda 2020.
Mapa 1 Ciudad de México: saldo migración interna y movilidad residencial intrametropolitana, 2020
La distribución territorial de los flujos de migración interna y de movilidad residencial exhibieron un cierto patrón centro-periferia, a pesar del tamaño de la gran metrópoli. Las unidades con emigración neta y con salidas netas de movilidad residencial intrametropolitana se concentraron en la parte central, y que correspondían a 10 de las 16 alcaldías de la Ciudad de México y diez municipios mexiquenses colindantes con la Ciudad de México. En el polo opuesto, los municipios metropolitanos con inmigración neta y arribos netos de movilidad intrametropolitana se ubicaron en la periferia exterior al norte y al noreste.
El nuevo aeropuerto Felipe Ángeles se ubica en suelo del municipio de Zumpango, al norte metropolitano, por lo que si eventualmente se llegara a consolidar como un nodo alternativo a la navegación aérea de la zona metropolitana, entonces su crecimiento poblacional seguirá siendo importante, así como la de los municipios de Jaltenco, Nextlalpan, Tultepec, Melchor Ocampo, Teoloyucan y Coyotepec. Las grandes obras urbanas pueden incidir en la redistribución territorial de la población, tal y como ha ocurrido en otras ciudades del planeta.