Entender la relación entre población y desarrollo en el contexto de la globalización no resulta una tarea sencilla porque es multidimensional. Para entender la multidimensionaldad se requiere una visión totalizadora que incluya el sistema económico y demográfico en su conjunto. En el contexto de la globalización la problemática del crecimiento poblacional y económico lleva implícito el concepto de la desigualdad que toma distintas características de la población y de la economía según país, etapas y modificaciones a lo largo del tiempo, y es el reflejo de la realidad demográfico-económica actual. La desigualdad se ubica en el contexto de las diferencias en productividades sectoriales asociadas de cada país con el concepto de heterogeneidad estructural, y fundamentalmente a la desigualdad en que está inserta la población entre países. La desigualdad se debe estudiar principalmente en la distribución del ingreso de la población como resultado de las transformaciones sectoriales en la economía de la información. Para entender la desigualdad dentro de América Latina se debe considerar y hacer implícito el concepto de dualidad y heterogeneidad estructural; las diferencias en entre el centro y la periferia y su inserción en la economía global segmentada; las restricciones de la balanza de pagos; las políticas redistributivas; la privatización agraria; las formas de consumo suntuario de las clases medias y altas y su movilidad, en el estudio de las formas de comercialización y de muchas otras esferas sociales, producto de las políticas económicas neoliberales que han creado importantes consecuencias, no ya en términos de desigualdad sino de marginación, discriminación, segmentación y exclusión social. Cada vez cobran mayor importancia los elementos de la economía política y del Estado para configuran las grandes líneas de distribución y redistribución de la riqueza, y no dejar a libre competencia y a la ley del más fuerte. La desigualdad y la exclusión social deben ser abordadas desde el ámbito de las medidas redistributivas y de una estrategia de desarrollo amplio, que considere a la población en la ecuación de la producción vigente, articulado al plano internacional y las relaciones sociales subyacentes en el concierto de la globalización económica.
Papeles de POBLACIÓN ha dado cuenta de la lectura de la desigualdad desde distintas perspectivas, pero en su forma fragmentada, por lo cual insistimos que en su lectura requiere entenderse en el contexto de la totalidad. Justamente en este número escribe uno de los autores que ha puntualizado en el tema de la demografía de la desigualdad y las categorías para entender el sistema demográfico actual, en la era de la información. Alejandro I. Canales y su coautor, investigadores de la Universidad de Guadalajara, México, revisan cómo la matriz productiva agro-minera del Aconcagua, Chile, se traslada a los territorios bajo las formas de una diferenciación. Se trata de una microrregión cuya dinámica económica se sustenta precisamente en los dos pilares de la nueva economía chilena: el auge agroexportador y la gran minería del cobre, y que dan origen a una matriz productiva esencialmente extractivista, diferenciadora de los territorios y base de la desigualdad social y económica de la población de dicho lugar. En este tono Catherine Bonvalet, sostiene que tradicionalmente la demografía ha tratado la familia a partir de los estudios de la nupcialidad, la fecundidad, el divorcio y la evolución de las estructuras familiares. Sin embargo, desde hace veinte años, las investigaciones sobre la familia al respecto ya no se limitan al estudio de las estructuras familiares, sino que también exploran las redes de parentesco. Este artículo rastrea la evolución de las investigaciones de la familia en Francia y aborda la especificidad de las relaciones intergeneracionales en una época postmoderna, sólo que le falto leerla desde la perspectiva de las redes sociales de la desigualdad cuya característica es ser multidimensional.
En la segunda sección se incluye el trabajo de María Soledad de León Torres, Ivy Jacaranda Jasso Martínez y Brigitte Lamy, investigadoras de la Universidad Veracruzana y Universidad de Guanajuato, cuyo objetivo es caracterizar las relaciones conyugales que se viven en el contexto de emigración masculina a Estados Unidos en la localidad de Duarte localizado en el municipio de León, Guanajuato. La migración internacional del hombre es un fenómeno que crea condiciones de relaciones conyugales desiguales entre el migrante y las mujeres que se quedan en la localidad, y que no mengua a pesar de la distancia y tiempo de ausencia. En tanto que Víctor Manuel García Guerrero investigador del El Colegio de México, pronostica la inmigración, emigración y migración neta internacional a través del modelo de Lee y su extensión al modelo de Lee-Carter. Esta contribución destaca por el uso de uno de los métodos de la demografía formal más que mirar la desigualdad social en que está inmersa la migración internacional. En esta misma línea de ideas David Rocha Romero y sus coautores analizan la migración de estudiantes de secundaria, preparatoria y universidad de Tijuana, Nogales y Ciudad Juárez quienes expresan mayoritariamente sus deseos de estudiar en México antes que emigrar a Estados Unidos para conseguir empleos allá. Consideran que el escenario laboral en México no es muy promisorio, producto de la existencia de una gran desigualdad, exclusión y discriminación social hacia los jóvenes de hoy. Los procesos de exclusión y desigualdad también ocurren en Estados Unidos; en el trabajo de Eduardo Torre Cantalapiedra y María Eugenia Anguiano Téllez se constata que los inmigrantes mexicanos residentes en Arizona han tenido que afrontar diversos desafíos de este tipo en el contexto de la reciente crisis económica y de las políticas anti-inmigrantes de ese estado. Para ello los inmigrantes mexicanos adoptan estrategias de adaptación en torno a la reorganización de la división del trabajo por sexo en las familias, buscar formas de invisibilización pública de sus familias con el propósito de sortear las deportaciones, y buscar la "capitalización" de sus miembros a través de sus documentos de naturalización para hacer frente a la discriminación y exclusión social.
En la tercera sección se presenta el trabajo de Adela Tisnés y Luisa María Salazar Acosta cuyo objetivo es caracterizar la población mayor de 65 años en Argentina utilizando indicadores demográficos robustos, a fin de mostrar el impacto del envejecimiento en las estructuras poblacionales por grupos de edad y sexo. Su argumento central es que las realidades actuales están determinadas fuertemente por las etapas anteriores del ciclo de vida de las personas, no sólo los personales, sino también los familiares, socioeconómicas e históricas que redundan en procesos de vulnerabilidad y desigualdad social que afecta al estado de salud de los adultos mayores de ese país. Y, no sólo eso a diario es noticia a nivel de los países de América Latina sobre las crisis de las finanzas del Estado y las pensiones para los futuros adultos mayores.
Otro de los temas en donde podemos encontrar visos de la desigualdad y exclusión social es en el acceso a la vivienda. Guzmán Antonio Muñoz Fernández y sus coautores de la Universidad de Córdoba, España, realizan una aproximación a las necesidades de viviendas en España en el periodo 2014-2021, a partir de la evolución demográfica de los hogares españoles. Utilizando como metodología la tasa de persona de referencia, se realiza una estimación del número de hogares como unidad básica de demanda potencial. También se realiza una aproximación de los hogares con segunda vivienda e inmuebles de no residentes. Sus resultados muestran una disminución progresiva del saldo de nuevos hogares que afectarán al mercado de la vivienda en el futuro inmediato y supondrá la práctica paralización del mercado inmobiliario en amplias zonas del territorio español.
Por último Lucila Godínez Montoya y sus coautores sostienen que la teoría de capital humano permite estimar la rentabilidad privada de la educación promedio y por niveles educativos desiguales, en las zonas rural y urbana del Estado de México, mediante la ecuación de Mincer y el modelo Spline, ambos para los jefes del hogar del sexo masculino y femenino. Sus resultados indican que las tasas de rentabilidad promedio de la educación estimadas mediante el modelo de Mincer, para la zona rural del Estado de México fueron mayores que las de la urbana. En el caso de los modelos Spline, que indican que al aumentar el nivel de escolaridad aumenta el ingreso monetario mensual del jefe del hogar, los resultados mostraron que este comportamiento solo se presentó en el caso de la zona urbana, para los jefes del hogar del sexo femenino y para los jefes del hogar independientemente del sexo, en el cual la tasa de rentabilidad por un año adicional de educación primaria fue de 6.22 y 5.38 por ciento, la de secundaria de 18.02 y 7.41 por ciento y la de universidad de 20.21 y 44.07 por ciento, respectivamente. Obviamente esto es una expresión de la desigualdad diferenciada de la rentabilidad de la educación de la entidad según zona urbana y rural de nuestro tiempo.
Esto es un panorama breve de las aportaciones en este número de la revista Papeles de POBLACIÓN que sin duda se ubican en el marco de la lectura de la desigualdad, exclusión y discriminación de la población en distintos contexto y dimensiones en el país.