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Revista mexicana de investigación educativa
versión impresa ISSN 1405-6666
RMIE vol.14 no.41 Ciudad de México abr./jun. 2009
Editorial
El poder de la palabra y del conocimiento que la inspira
En el editorial del número anterior de nuestra revista, correspondiente a eneromarzo de 2009, mencioné la posibilidad de que los síntomas adversos de una crisis global entonces en ciernes se agudizaran en plazos inmediatos y aseguré que, de ser así, la educación no sería ajena a ninguna de las secuelas previsibles. Ante ello, ratifiqué un exhorto previo para nutrir y ampliar las reflexiones que pudiera hacer la comunidad dedicada a la investigación educativa respecto de las problemáticas del "día al día", que a final de cuentas son las más trascendentes. Con el afán de que la RMIE cumpla a cabalidad el propósito que le dio vida, plantee la necesidad de poner "en blanco y negro", es decir, en letra impresa, ensayos, reseñas, notas y artículos de opinión que dieran cuenta del sentir y del pensar de los individuos y de las colectividades ante lo cotidiano.
La respuesta a estos llamados ha sido amplia y generosa. En el número citado de la revista, cuya sección temática está dedicada a la historia de la educación, fue publicado un ensayo de Pablo Latapí acerca de uno de los temas más añejos, y a la vez más actuales y vigentes, de la agenda pública de todas las naciones modernas, el derecho a la educación. Unas cuantas páginas más adelante, Bonifacio Barba recrea su lectura de un libro de actualidad para recordar algunas de las tragicomedias más dolorosas de nuestro pasado inmediato y alertarnos sobre nuestra pérdida de memoria de estas realidades hirientes y gravosas.
Estos son sólo dos ejemplos, entre muchos otros publicados en la RMIE, de cómo la pasión, el conocimiento, la libertad y la medida pueden hallar sus cauces en las muchas variedades de la cultura escrita, sin desdeñar ningún género ni pretender dar "la última palabra" sobre los temas tratados. Cedo la voz a Octavio Paz, en cuya despedida a Alfonso Reyes, encontré la mayor inspiración y la más osada pretensión en mi labor como editora:
Espíritu en búsqueda de equilibrio, aspiración hacia la medida; y también, gran apetito universal, deseo de abarcarlo todo, lo mismo las disciplinas más alejadas que las épocas más distantes. No suprimir las contradicciones sino integrarlas en afirmaciones más anchas; ordenar el saber en esquemas generales siempre provisionales. Curiosidad y prudencia: todos los días descubrimos que aún nos falta algo por saber y que, si es cierto que todo ha sido pensado, también lo es que nada se ha pensado. Nadie tiene la última palabra. Es fácil darse cuenta de las ventajas y riesgos de una actitud semejante. Por una parte, irrita a los espíritus categóricos, que tienen la verdad en el puño; por la otra, el exceso de saber a veces nos vuelve tímidos y nos quita confianza en nuestros impulsos espontáneos. A Reyes la erudición no lo paralizó porque se defendió con un arma invencible: el humor. Reírse de sí mismo, reírse de su propio saber, es una manera de aligerarse el peso.
Tengo en mí que estas "máximas" me acompañaron en el momento de decidir continuar un año más en la dirección de la RMIE y al aceptar fungir como directora de la revista Avance y Perspectiva del Cinvestav. Acepté estos "cargos" (por cierto, totalmente desvalorados en el Sistema Nacional de Investigadores y en los otros sistemas de evaluación del trabajo académico) no por resignación sino por apego. ¿A qué?, a la vida ante todo, en un tiempo en el que, como en el de los últimos días de Alfonso Reyes, se acrecienta la violencia y se venera no tanto a la muerte misma sino a la ausencia de vida. El silencio, la intolerancia, la desconfianza, las "sospechas infundadas", las acusaciones mutuas..., son tantos los indicios de este culto entre nosotros, que a ratos me olvido de que editar es válido e importante, una forma de compromiso y de acción. Pero entonces llegan a mi escritorio las revistas, admiro las portadas, reviso los índices, releo los textos, y me maravillo, una vez más, del enorme poder de la palabra y del conocimiento que la inspira.
Susana Quintanilla, Directora